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ArribaAbajoCAPITULO VI.

De las Pinturas de la Infancia del Salvador, y qué es lo que en ellas debe evitar, ó admitir el Pintor erudito


I Muchas cosas de las que vamos á tratar en este capítulo, las he tocado ya en algunos lugares, bien que muy de paso, y de corrida: y así me perdonará el pío Lector, si ahora las refiero mas á la larga, particularmente siendo muy dificil en este género de materias dexar de repetir algunas cosas, y como dice el adagio Latino, non eandem crambem recoquere. No hay cosa mas freqüente en las Imágenes Sagradas, que el ver al Niño Jesus pintado de muchas, y varias maneras; pero no siempre, conforme lo exîge la piedad, instruccion, y devocion de los Fieles. Ya he advertido algunas veces, y no dexaré de advertirlo otras muchas, quán poco decente, y decoroso sea, el pintar á Jesus enteramente desnudo, lo que sin embargo hacen los Pintores, pintándole así, no solo en la edad de la infancia, y de pocos meses; sí tambien en la edad pueril, y de algunos años. No dice esto bien con la modestia de nuestro Salvador, ni con el candor, y pureza de aquella Madre castísima, y virginal. No le representaron así los Pintores, y Artífices antiguos, que   —243→   atendian á la piedad, y á la modestia, aunque en el Arte de dibuxar hayan sido muy inferiores á los modernos, que ha habido en estos últimos tiempos: pero estos, por persuadirse, que el representar los cuerpos enteramente desnudos, es cosa de mas primor, y artificio, han seguido este modo de pintar; olvidándose tal vez de que en todas las Imágenes Sagradas, principalmente en las de Christo, y de su Purísima Madre, se debe hacer mucho mas aprecio, de que en ellas se eche de ver la piedad, y reverencia, que la ingeniosa habilidad en el Arte. Mas, supuesto que de esto hemos tratado ya en general541, pasemos á otra cosa.

2 Vemos pintado con mucha freqüencia á Christo, como Niño, y aun como muchacho ya grandecillo, divirtiéndose en juegos pueriles: por exemplo, quando le pintan, que está jugando con un paxarillo, teniéndole atado con un hilo, y llevándole en sus manos; ó quando le pintan montado á caballo sobre un cordero, ó de otros modos semejantes. Todo esto, y otras cosas á este tenor son meras necedades, y bagatelas, como ya lo advirtió un grave Autor, y de eminente dignidad542. No se ocupaba en esto Christo Señor nuestro, aun en la edad pueril: cosas mucho mayores, y mas graves revolvia en su mente santísima, con cuya memoria, á no haber sujetado sus pasiones con su soberano imperio, podia haberse contristado, y entristecido. Tenia ademas perfectísimo uso de razon, no solo desde que nació, sino desde el primer instante en que fué animado, y concebido; en tanto grado, que en aquel mismo instante, tributó á su Eterno Padre la mas reverente obediencia, y sumision. Lo que advirtió muy bien el Apostol S. Pablo, quando ilustrado con celestiales luces, dixo de Christo Señor nuestro, no hablando solamente de quando conversaba en el mundo, sino tambien de   —244→   su primera entrada en él543: Por esto entrando (el Hijo de Dios) en el mundo, dice: Sacrificio, y oblacion no quisiste, &c. De que concluye divina, y elegantemente, que por esta sumision, y obediencia de Jesu-Christo quando entró en el mundo, fueron santificados los hombres544. Por lo que, no es razon, que le imaginemos ocupándose en juegos pueriles, y de niños, sino en pensamientos, y meditaciones muy serias. Con efecto, si en la Ley antigua, elogia, y alaba la Escritura á un Varon santo, y muy bien instruido en todas cosas, esto es, á Tobías, porque545 Siendo el mas mozo entre todos los de la Tribu de Nephtalí, sin embargo no hizo cosa alguna pueril en sus acciones: y si en la Ley de Gracia, que instituyó el mismo Christo, y fué su Legislador, sabemos muy bien, que no solo algunos, sino muchos, á quienes, como dice el Salmista, previno el Señor con bendiciones de dulzura; no solamente desde la puericia, sino casi desde la misma niñez emprendieron el camino de la perfeccion (cuyos exemplos son tan obvios, y freqüentes en las vidas, y hechos de los Santos, y aun en lo que de ellos leemos en sus Festividades, que tengo por superfluo el poner aquí un largo índice de ellos): ¿Qué deberémos juzgar de Christo, que es la fuente de toda santidad? Por cierto nada podrémos pensar, que sea comun, y diga bien con semejantes juegos, y ridiculeces.

3 A lo mismo puede reducirse tambien, el pintar freqüentísimamente al Niño Jesus jugueteando con su Primo, segun la carne, el Santo Precursor Bautista. A lo mismo, digo: sino que esto, ademas de ser una ligereza ridícula, envuelve tambien un error bastante manifiesto, que con ocasion de dichas Pinturas, aprenden los Fieles desde muchachos: ¡y oxalá que solo fueran estos los hombres rudos, y que no tienen letras; y que no   —245→   debieran tambien contarse en este número los que son tenidos por doctos, y entendidos! Y así, no será fuera de propósto para instruir á unos, y á otros, declarar brevemente este error. Es cierto, que ni del Evangelio, ni de ninguna historia, que merezca entera fé, se puede probar, ó colegir, que Christo, y su Precursor S. Juan Bautista concurriesen quando niños en algun lugar, ó que se viesen mutuamente. No niego absolutamente, que esto pudiese suceder por razon del tiempo, ó edad (pues el Bautista no excedia á Christo en edad, sino solo seis meses): á saber, si Jesus hubiera ido á aquella Ciudad de Judá, que muchos creen ser Hebrón, ó si hubiera ido el Bautista á Nazareth de Galiléa, que dista unas tres jornadas de Hebrón. Sino que por no haber sucedido así realmente, y de hecho, nos engañaríamos mucho, á no ser que clara, y casi diría evidentemente, constase del Evangelio. Porque recien nacido el Precursor, estando todavía Christo en el vientre purísimo de la Virgen, se volvió la Soberana Señora á su casa de Nazareth. Consta esto de lo que dice el Evangelio546: Se quedó María con ella (esto es, con su Prima Santa Isabel) como unos tres meses; y se volvió á su casa. La misma Virgen, con ocasion del edicto, que habia expedido el Emperador, se fué á Belén, donde parió al Salvador: le presentó en el Templo de Jerusalen, pasados quarenta dias solamente, y luego despues de pocos dias, tuvo necesidad de partirse á Egipto, no de espacio, sino con alguna aceleracion, como consta de S. Matheo, el qual hablando de S. Joseph, dice547: Y levantándose, tomó de noche al Niño, y á su Madre, y se retiró á Egipto, donde permaneció todo el tiempo que vivió Herodes: pues que dice el mismo Evangelista, que se estaba allí hasta la muerte de Herodes. No estuvieron, pues, juntos   —246→   alguna vez Christo, y su Precursor, quando niños, por lo menos antes de irse á Egipto el Salvador, ni tampoco antes de la vuelta á la tierra de Israel. Solo resta hacer ver ahora, que tampoco lo estuvieron despues de la vuelta de Egipto, lo que pediría acaso una disertacion, y disputa algo mas larga, para reducir á un cálculo exâcto de Cronología los años, que estuvo Christo en Egipto. Pero yo, que no quiero meter, ni enredar á mis Lectores en las espinosas qüestiones de Cronología, espero que lo he de probar con mas facilidad. Es sentencia de gravísimos Autores548, que Christo se detuvo en Egipto, á lo menos quatro años: opinion, que no quiero yo, ni puedo rebatir sin pruebas manifiestas. Tenia, pues, el Precursor, quando Christo con la Virgen volvió de Egipto á Nazareth, cerca de cinco años, los que cumplió luego. Véamos ahora, y exâminemos atentamente lo que del Bautista en esta edad observó el Evangelista, el qual dice549: Crecía el niño,y era confortado del espíritu, y moraba en los desiertos,hasta el tiempo, en que se habia de manifestar á Israel. Vemos, pues, que el glorioso Precursor de Christo, para hacerse mas puro, y digno del ministerio tan grande, que iba á exercer, por inspiracion del Espíritu Santo se retiró al desierto; no, siendo ya de algunos años, sino casi desde la misma niñez, para pasar allí una vida austéra, separado enteramente del bullicio de las Ciudades, y de la sociedad de los hombres, disponiéndolo así Dios por su alta providencia: Porque convenia (dice Euthimio)550 que el Bautista desde la mas tierna edad se exercitára en la virtud, para reprehender despues libremente, y ser testigo fiel de Christo, cuya venida anunciaba. Lo mismo dicen Theophilacto, Tito Bostrense, y otros muchos;   —247→   y esta misma sentencia abrazó Pablo, Diácono de la Iglesia Romana, que fué el Autor del elegante Hymno, que se canta en la Fiesta del Precursor551, y dice así:


Antra deserti teneris sub annis,
Civium turmas fugiens, petisti,
Ne levi posses maculare vitam
Crimine linguæ.

4 Pero para estrechar mas este punto, vamos á averiguar, en qué año de su inocentísima edad se retiró el Precursor al desierto. Los que mas alargan este tiempo (pues otros muchos se persuaden, que fué antes)552, dicen, que quando apenas habia cumplido los cinco años de su edad553. Es, pues, consiguiente, que por este tiempo, en el qual, y no antes, volvió Christo á Nazareth, se acercase el Precursor á la misma Ciudad, no para juguetear, ni para hablar, ó ver al Salvador: que era lo que se debia probar para manifestar claramente, que Jesus, siendo niño de dos, tres, ó lo mas, quatro años (pues de esta edad le pintan), nunca jugueteó con el niño Precursor; y aun, que nunca estuvieron juntos en aquella edad pueril. Pero todo esto (lo que advierto, para que los Críticos mas severos no se persuadan, que por ignorarlo, he querido pasarlo en silencio, ó disimularlo): Todo esto, vuelvo á decir, lo he dicho, arreglándome á la Epoca vulgar, y comun. Pues no ignoro, que si por otra via, tal vez mas exâcta, se hace el cálculo, y cómputo del tiempo en que nació Jesu-Christo, segun el qual, la verdadera Epoca, y cómputo del año del Nacimiento del Salvador, fué dos años antes de lo que dice nuestra   —248→   Vulgata, lo que afirman hombres muy sabios, y versadísimos en estas materias, cuyo caudillo puede considerase con razon el esclarecido Escritor de Doctrina temporum, el Padre Dionisio Petavio554; ó segun otros, que precedió quatro años antes, cuya sentencia parece llevó primero un pío, y docto Escritor de la misma Religion555: No tiene duda, que segun estos modos de calcular, y computar, pudo suceder de diversa manera de la que hemos explicado. Pero estas, y semejantes investigaciones de Cronología, que rara vez, ó casi nunca las toco por no hacer á mi propósito, espontaneamente dexo á otros el cuidado de averiguarlas. Ademas: que no porque de algun modo pudiese suceder así; debemos facilmente persuadirnos á que así sucedió: y por tanto, no lo deberá pintar de este modo el Pintor cuerdo, y e4rudito, siquiera, por evitar esta ligereza, cuya mancha solo puede quitarla una grave autoridad, y de mucho peso. En lo que, como en otras muchas cosas, si hubieran reparado los Pintores, ó hubieran procurado instruirse; no pintarian con la freqüencia que lo hacen, contra la verdad de los hechos, y de las historias. Pero ellos (lo diré con su licencia) poco cuidado ponen en esto, mientras que acostumbrados á cosas semejantes, sueltan las riendas á su capricho, y fantasía. Ni por esto quiera objetarme alguno un poco airado, y enfadado conmigo: ¿Cómo te atreves á decir una cosa tal? Nosotros seguimos las huellas de nuestros Antepasados: así pintaron Artífices habilísimos, respetados por tales en todas las Naciones: Así pintó un Miguel Angelo, así un Ticiano, un Rafael Urbino, un Rubens; y así han pintado casi todos, cuyas obras son freqüentemente aplaudidas. No quieran,   —249→   digo, objetarme esto los Pintores, porque les daré una respuesta no menos verdadera, que facil. ¿Qué se sigue de ahí? Es verdad, no lo niego, así lo han pintado: pero yo no pretendo referir lo que ellos hicieron, sino lo que debieran haber hecho, si hubieran procurado atender á la verdad de los hechos. Yo hago mucho aprecio, y respeto con rendida sumision á los famosos, y peritos Artífices: pero no les alabo por haber pintado esto, ó lo otro, quando hubiera sido mejor pintarlo de otro modo. Asimismo, ¿quién habrá, que no alabe á sus sucesores por haberse propuesto á tan grandes, y sabios modelos por lo que toca á la pericia del Arte? Mas, el que en sus Pinturas tropiecen en los mismos errores, en que cayeron estos hombres grandes, no es cosa que se pueda alabar, ni disimular: aunque es preciso confesar, que estos últimos son dignos de mas disculpa; pues naturalmente, ó mas bien por falta de conocimiento, nos dexamos llevar de una ciega imitacion: por lo que dixo muy bien Séneca556: Una de las principales causas de nuestros males, es, que vivimos segun lo que vemos, y no arreglamos nuestra vida á lo que nos dicta la razon: y así ciegamente seguimos la costumbre. Volvamos ahora al punto, de que nos habíamos desviado algun tanto.

5 Es intolerable abuso, como lo notamos arriba557, y á mi parecer, quedó bastantemente refutado, el pintar al Niño Jesus teniendo un libro en las manos, y que la Virgen Santísima le está enseñando á deletrear. No faltarán hombres demasiadamente simples, ó por decirlo mejor, ridículos en extremo, á quienes parecerá esto cosa muy pía: como si el Verbo encarnado, aun en quanto hombre (por explicarme con términos escolásticos) hubiera aprendido, ó podido aprender algo de los hombres, ni de los Angeles; teniendo aun en   —250→   quanto hombre, no sola ciencia beatífica, sino tambien infusa, y mas perfecta, que la que tenian todas las demas criaturas. Con efecto, si de la purísima, y prudentísima Virgen hubiera podido aprender los primeros rudimentos de las letras, no habria tampoco inconveniente en decir, que de la misma Señora aprendió tambien otras cosas mas graves, y elevadas, que (por no decir nada de las Theológicas, y divinas) pertenecen al conocimiento de la Filosofia, así Natural, como Moral; y aun á la inteligencia de la ciencia de las Matemáticas: pues en todo esto sobrepujó Christo á los hombres, como lo enseñan, no solamente los Theólogos, si no el mismo Christo en aquellas palabras, que son bastante claras558: Y hé aquí el que es mas que Salomon. Por lo qual este modo de pintar, se ha de poner, no solo en la clase de necedades; sino tambien en la de aquellos errores, que pueden ser muy peligrosos. Mas, el que se pinte al mismo Christo en su Infancia, ó á lo menos en edad muy pueril, manejando la sierra, ó el barreno, ayudando en su oficio á su Padre putativo S. Joseph, no me atrevo á condenarlo de error, pero sí de una simpleza pueril, y poco creible. No le tuvieron en tan poco sus Santos Padres, que le mandáran, ó permitieran hacer esto en aquella tierna edad. Ni nos hemos de persuadir, que Christo se ocupase en cosas, que no eran propias de dicha edad; y que las fuerzas de su cuerpo no le permitian las manejase entonces seriamente, sino por juego. Pero que se deba pintar de este modo, no en su puericia, sino en la edad robusta, y varonil, lo explicarémos despues559.

6 Resta ahora hablar de otras Imágenes de la Infancia, y puericia de Jesu-Christo, que no tanto pertenecen á la historia, quanto son objeto de piadosas   —251→   meditaciones. Tales son: el que le pintan durmiendo sobre la Cruz, poniéndole por almohada el cranio, ó calavera de un hombre: Que abiertas las manos está recibiendo la Cruz, que le traen, y ofrecen los Angeles: Que está llevando en sus manos, y hombros los instrumentos de la Pasion; y otras de esta clase. Cuyas Imágenes ningun hombre prudente las llevará á mal; pues todas ellas, aunque no tengan fundamento en algun hecho determinado; lo tienen, y no ligero, en que Christo Señor nuestro desde el primer instante de su concepcion, aceptó espontaneamente la muerte, y acerbísima Pasion, que le impuso su Eterno Padre, viviendo siempre aparejado para ella, y pensando en ella muchas veces: sabiendo muy bien, que con su muerte vencería á la misma muerte, y al demonio. Con razon, pues, se podrán admitir todas estas Imágenes, con tal que no se falte á las reglas, que hemos prescripto antes; como sería una demasiada desnudez de su tierno cuerpo, ú otra ligereza, que fuera un grave absurdo en cosas de tanta monta. He dicho esto último por quanto, si no estoy trascordado, he visto, y observado alguna vez pintado de rodillas al Niño Jesus ante la Cruz, y adorándola. Pero que esto no deba pintarse así, se echa de ver; porque la Cruz por sí misma respecto de Christo, no era materia de adoracion, la que abrazó sin embargo con un amor ardentísimo, y con rendidísima obediencia á su Padre: y esta misma Cruz recibió despues de los miembros de Christo, el decoro, hermosura, y el título de adoracion, que justísimamente le tributamos. Por lo que, es mucho mejor pintarle como que está orando á su Eterno Padre, abrazando la Cruz, ó arrodillado sobre ella, como le pintan muchas veces. Esto es lo que me ha parecido decir de las Imágenes de Christo Señor nuestro en su niñez, y en la edad pueril. Pasemos ahora á otras cosas mas claras.



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ArribaAbajoCAPITULO VII.

De las Pinturas de Christo Señor nuestro quando fué hallado en el Templo sentado en medio de los Doctores


I Nada hay mas comun entre los hombres, ni á que estos estén mas inclinados, que á medir las cosas por sus pensamientos, y afectos, aunque sean ellas muy diversas en sí, de lo que les representa su imaginacion. Que esto sea así, se conocerá claramente por lo que vamos á decir de las Pinturas de Christo Señor nuestro hallado en el Templo en medio de los Doctores. Refiere el Sagrado Evangelio, que siendo Jesus de edad de doce años, habiendo ido con sus Padres á Jerusalen, se quedó allí sin que ellos lo advirtieran: Y sucedió (que es lo que hace para nuestro caso)560 que al cabo de tres dias le encontraron en el Templo sentado en medio de los Doctores, oyéndolos, y preguntándoles. Algunos Pintores Christianos, á la verdad devotos, y que sienten justa, y debidamente de la magestad, y dignidad de Christo, aunque por lo tocante á los hechos que nos ponen á la vista, son mas ignorantes de lo que debieran los Profesores de esta Arte; describen dicha narracion del Evangelio de este modo: Pintan, y representan al Niño Jesus sentado en un trono mas elevado, que los de los demas; y á los Doctores de la Ley en bancos muy inferiores: á la manera que suelen, ó pueden pintar al Presidente de alguna Academia, ó al Catedrático, en el mismo acto, que está enseñando á sus discípulos. No tiene duda, que este modo de pintar está muy recibido, y que es antiguo. Recibido, digo: pues, por no ir muy lejos, así se describe en la misma Sagrada Biblia, de que usamos;   —253→   y en muchas otras partes se representa del mismo modo. Es tambien antiguo: pues Antonio Bossio, Varon muy docto, en su insigne obra de Roma subterranea, que despues ha ilustrado mucho Juan de San Severino, Presbítero Romano del Oratorio, nos advierte, que en el Cimenterio de Calixto en la via Apia, y Ardeatina, se halla en su primera estancia representada en marmol, segun parece, dicha narracion, del mismo modo, que acabo de referirla561, aunque por otra parte da á entender bastantemente la ignorancia, y rudeza de aquellos tiempos en que se labró. Esto es puntualmente lo que yo decia poco há, á saber, que los Pintores Christianos llenos de reverencia, y de tiernos afectos para con Christo, medían los hechos por su imaginacion, y fantasía.

2 Pero, que este modo de concebir, y pintar sea enteramente disparatado, y falso, lo hubieran conocido con la mayor facilidad todos los Pintores antiguos, y modernos, con tal que hubieran hecho sólida reflexîon sobre las mismas palabras del Evangelio, el qual expresamente, y con una claridad, y perspicuidad, que no cabe mas, dice, que hallaron al Niño Jesus, no instruyendo, y enseñando á los Doctores de la Ley; y por tanto, no sentado en una cátedra mas elevada, lo que es propio de Doctor, y de Maestro; sino oyéndolos, y preguntándoles, que es el oficio propio de discípulo; y por tanto colocado en el lugar mas humilde: y aun sentado en los bancos, ó gradas, que estaban á los pies de los Doctores, como veremos luego. Vió este desatino, y lo advirtió un Escritor de acérrimo juicio562, á quien nunca puedo nombrar sin alabarle: No se significa (dice), segun mi parecer, que estuviese sentado en el lugar de los Doctores,como algunos lo entienden.   —254→   Porque no da á entender el Evangelista, que estuviese sentado como Doctor, sino como discípulo, quando dice de él, que estaba oyendo, y preguntando, que son las partes de un discípulo. Y poco despues: Dícese, que estaba sentado en medio de los Doctores: porque es creible, que los Doctores estuviesen sentados en círculo junto á las paredes en un lugar mas eminente, y los oyentes en medio, sentados en bancos mas humildes, conforme vemos que hoy se practica en muchas partes. Ni este Varon insigne inventó de su propio juicio (aunque lo tenía grande) tal interpretacion: antes siguió, como acostumbra, y tuvo por guías, y maestros á los Santos Padres, los quales dan á entender esto mismo en muchos lugares. Yo solamente referiré los mas selectos. Orígenes dice563: Como era pequeñito, le encuentran en medio; no enseñando á los Doctores, sino preguntándolos, lo que era conforme á su edad. Y añade en el mismo lugar: Nos enseñó con su exemplo, que los discípulos, antes deben oir,que enseñar á sus maestros, y que no deben engreirse vanamente. Pero aun lo dice mas clara, y elegantemente S. Gregorio con estas palabras564: Hase de considerar muy atentamente, que quando se dice de Jesus, que siendo de doce años estaba sentado en medio de los Doctores, se le encuentra, no que está enseñando, sino preguntando: con cuyo exemplo se nos manifiesta, que el que no tiene fuerzas para ello, no se atreva á enseñar; pues aquel Niño, que por su divinidad dió á entender á los mismos Doctores el verbo de la sabiduría,quiso ser enseñado, preguntando. Lo mismo dicen Beda565, y los demas. Solamente he de advertir aquí, que quando dice S. Gregorio, que Jesus quiso ser enseñado, seha de entender en un sentido proporcionado: no porque verdadera, y propiamente sucediese así; sino segun el concepto   —255→   de los hombres, y lo que exteriormente aparecia, condescendiendo Christo en esto, y conformándose con los de su edad, y con lo que entonces se suele practicar. Porque por otra parte se infiere del Evangelista, que de tal manera hacia Christo el oficio de discípulo, que con sus respuestas enseñaba á los mismos, que le preguntaban, conforme lo indica claramente el Evangelio con las palabras, que pone despues566: Todos los que le oian, quedaban pasmados de su doctrina, y respuestas.

3 Y así, viniendo ya á lo que es mas propio de nuestro propósito, no debe pintarse á Christo en este hecho sentado en asiento mas elevado, y á los Doctores de la Ley en bancos inferiores, y mas humildes; sino al contrario, pintando á Christo en uno de estos asientos, ó en las gradas, y á los Doctores en las cátedras, ó puestos mas elevados pegados á la pared. Lo qual para ilustrarlo, y hacerlo mas patente, como deseo, hemos de empezar desde sus principios, ó tomar, como dicen, el agua desde la fuente. En el Templo de Jerusalen, de que diximos algo arriba, y tal vez lo tratarémos mas por extenso, quando lo pida la ocasion, habia salas, y habitaciones en los mismos pórticos, y aun junto á las puertas de él, para varios usos, y ministerios. Allí (por no hablar nada por ahora del lugar del Tribunal supremo, que llaman los Hebreos Sanhedrin hagadolah, donde asistian setenta y dos Jueces, y se trataban las causas de mayor importancia, pertenecientes á la religíon, ó al gobierno político; en cuyo lugar en ningun modo les era permitido entrar á las mugeres, por estár en la parte interior del Templo, y segun yo pienso, en la mas alta, ó elevada); por no hablar, digo, nada de esto por ahora, habia ademas otros dos lugares, ó salas: la una cerca de la   —256→   puerta Occidental del Templo, que se llamaba Susan: la otra, junto á la puerta del atrio de los Israelitas, que la llamaban Nicanor. Todo esto, y otras cosas, que diré luego, podrian ilustrarse, y convencerse por las doctrinas, y tradiciones Rabbínicas, que se leen en Autores de mucha nota; pero el que quiera instruirse de todo con mas individualidad, lea al eruditísimo Arias Montano, que lo trata docta, y copiosísimamente567. Y que aquellas salas estuviesen colocadas junto á las mismas puertas de los pórticos, es muy consiguiente á las costumbres que tenian los Israelitas: pues dichas salas, eran como unas escuelas, donde se enseñaba á los que querian instruirse en la inteligencia, y ceremonias de la Ley. Pero habia á mas de esto Tribunales para decidir las causas, así civiles, como criminales, aunque siempre se podia apelar al Consejo supremo. Y que los Tribunales de los Hebreos, aun los que tenian en sus Ciudades, y Lugares, estuvieran antiguamente en las mismas puertas de las Ciudades, apenas podrá haber quien lo ignore: á este modo, pues, estaban tambien estas salas de justicia, y de enseñanza, dentro del mismo Templo. Muchas cosas podria traer en confirmacion de lo dicho; pero baste por ahora uno, ú otro exemplo. Tal es aquello del Salmo568: No se confundirá quando habláre con sus enemigos en la puerta. Tal es tambien aquello de los Proverbios569: Su marido es conocido en las puertas, quando se asienta con los ancianos de la tierra; y otros muchos, que basta haber tocado por encima por lo perteneciente al lugar donde estaban estas salas, en una de las quales fué hallado Jesus de edad de doce años, oyendo, y preguntando á los Doctores, y Maestros. En cada uno de estos Tribunales habia no menos de veinte y tres Doctores Hebreos, los quales estaban sentados en forma de semicírculo   —257→   en sillas mas elevadas, que estaban juntas, y pegadas á las paredes: los jóvenes, que deseaban instruirse, se ponian en los bancos inferiores, ó sobre las gradas, que habia debaxo de las sillas; de suerte que los Doctores, y Maestros los tenian sentados á sus pies; y los demas del vulgo, que por curiosidad, ó por algun fin honesto iban á oir, se sentaban en el suelo, que estaba cubierto con alfombras, cruzando sus piernas, como todavía lo acostumbran hoy las Naciones del Oriente. Todo esto, como hemos dicho, podíamos tomarlo de otra parte; pero baste por ahora citar al que regularmente es tenido por el Autor de los Comentarios sobre las Epístolas de S. Pablo, que comunmente se atribuyen á S. Ambrosio: ya sea este, Hilario, Diácono bastante célebre de la Iglesia Romana; ó ya sea otro, como no sin fundamento conjeturan algunos570: pero sea lo que se fuere, no tiene duda, que es Autor antiguo, y sabio. Este, pues, sobre la primera carta á los de Corinto, dice571: Es tradicion de la Sinagoga,que (el Apostol) quiere, que nosotros sigamos tambien, pues lo dice escribiendo á los Christianos, que se habian convertido de entre los Gentiles, y no de entre los Judíos;el que se disputen las cosas estando sentados: con esta diferencia,que los mayores en dignidad estén sentados en sus cátedras, los otros en bancos, y la demas turba sentados en el suelo sobre mattas: esto es, sobre tapetes, alfombras, cubiertas, ó esteras trabajadas con algun primor de hojas de arbol, ó de juncos572; á saber (segun podemos conjeturar) sobre aquellas esteras finas, de que usan entre nosotros en tiempo de Verano las mugeres mas nobles, y ricas.

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4 Para todo esto da grande luz, lo que el mismo Apostol, y Doctor de las Gentes, dixo de sí mismo en un Sermon, que predicó al Pueblo en Jerusalen573: Yo soy (dice) Judío de Nacion, que nací en Tarso de Cilicia, fuí educado en esta Ciudad á los pies de Gamaliel, é instruido segun la verdad de la ley, que profesaron nuestros padres. Donde se manifiesta con la mayor claridad, la costumbre que habia entre los Hebreos, de enseñar á los muchachos, y jóvenes, estando estos sentados en bancos, ó asientos inferiores. Hace mencion de dicha costumbre con la elegancia que suele, Philon Judío, y lo confirma con bastante claridad el Evangelio, quando hablando de María Magdalena, discípula de Christo, dice574: Esta (habla de Marta) tenia una hermana llamada María, la que estando sentada á los pies del Señor, oía su palabra; de suerte que no nos puede quedar razon alguna de dudar acerca de este punto. Por lo qual, para representar sin ningun error este hecho, que con tanta exâctitud nos refiere el Evangelio, conviene pintar una hermosa sala, bastante capaz, delante de la qual se pinten en forma de semicírculo asientos con distincion el uno del otro, ó bien un lugar seguido para sentarse, donde puedan caber veinte y tres Jueces; y en las gradas, que están á sus pies, se deben representar sentados á los muchachos, y jóvenes: y entre estos, á Christo Señor nuestro con un semblante resplandeciente para distinguirlo de los demas, y como que actualmente está respondiendo á los Doctores. Se han de pintar tambien en el mismo suelo sobre los tapetes, ó esteras finas, á muchos, que están sentados, cruzadas las piernas: y finalmente, en la misma entrada del Templo entre otros muchos, que están allí, á la Sagrada Virgen, y á San Joseph llenos de indecible gozo, por haber hallado en   —259→   el Templo á su amantísimo Jesus, á quien por espacio de tres dias habian buscado.

5 Mas, ya que vamos á salir del Templo, me parece advertir algo sobre lo que contiene lo restante del capítulo. Nos dice S. Lucas575: Y baxó con ellos (á saber con la Virgen Santísima, y S. Joseph), y vino á Nazareth, y estaba sujeto á ellos. Los Santos Padres, é Intérpretes han escrito mucho acerca de esta admirable sujecion, y obediencia de Christo á sus Santos Padres, lo qual todo es muy util, y muy del caso para la interpretacion de este lugar, y para instruirnos en las costumbres: lo que sin embargo no es del asunto que ahora estoy tratando; pero eslo sí (lo que ya tocamos arriba) el que á Christo en esta edad, y en la siguiente de la juventud, y adolescencia, cómoda y sabiamente se le puede pintar (pues no solo es lícito, sino muy conveniente) ayudando en el oficio, al que se dignó de tener por padre putativo: y por tanto se le puede pintar, ó exerciendo con S. Joseph, ó bien solo, el oficio de Carpintero, acepillando, ó puliendo la madera, cortando con la sierra, y haciendo otras cosas propias de Carpinteros; pues este, y no otro fué el oficio, que probablemente tuvo S. Joseph, como dirémos en su lugar. Consta esto bastantemente, no solo de las palabras del Evangelio, en que se lee, que estaba sujeto á ellos, lo que ciertamente denota haber exercido este oficio, el qual sobre ser trabajoso, y propio de un hombre pobre, y que parece que decia mucho con aquel, de quien proféticamente estaba escrito576: Yo soy pobre, y criado en trabajos desde mi juventud; era muy apto, y á propósito para adquirir lo necesario para el preciso sustento, y demas necesidades de esta vida: sino tambien de que los habitantes de la Ciudad de Nazareth, oyéndole disputar en las Sinagogas sobre asuntos   —260→   elevados, no solo decian, y notaban ser hijo de un Artífice, ó menestral, en Griego tekt)wn; sino que á él mismo le daban tambien este nombre, como consta de aquellas palabras577: Nonne hic est fabri filius? Nonne mater ejus dicitur Maria? &c. ¿No es este el hijo de un Carpintero? ¿No es este aquel, cuya madre se llama María? &c. Todo lo qual es una prueba mas clara, que la luz del medio dia. Christo, pues, siendo Señor, y Criador de todo el mundo, se exercitó en el oficio de Carpintero, y mucho mas, como lo debemos creer, en tratar el negocio de nuestra salvacion, y en orar á su Eterno Padre con fervorosas súplicas, estando desconocido á los ojos de los hombres, y del mundo, hasta llegar el tiempo señalado para el cumplimiento de su mandato, y ministerio. Y así, esto mismo le será tambien lícito pintarlo al pío, y erudito Artífice; no quedando apenas otra cosa que pueda pintarse con sólido fundamento, sino lo que referirémos mas oportunamente en su propio lugar.




ArribaAbajoCAPITULO VIII.

De las Pinturas, é Imágenes de Christo en la edad varonil, ó estando ya muy próxîmo á ella


I Exîge la buena economía, que los que han de emprender un largo camino, dispongan con tiempo lo necesario para el viage. Por esto, disponiéndome yo á tratar ahora de los Misterios de la Vida, y Pasion de Jesu-Christo, me ha parecido del caso advertir primero, quanto lo permite la probabilidad del asunto, quál haya sido la hermosura del semblante, y aspecto del Señor en su edad varonil, y quáles hayan sido tambien sus vestiduras. Quanto á lo primero, no   —261→   pretendo referir aquí, ostentando una vana erudicion, lo mucho, que sobre este punto han escrito por una, y otra parte los Santos Padres, é Intérpretes. Pero advierto al que quisiere ver tratada esta materia con mas extension, y diligencia, que no quiera enterarse de ella, leyendo á algunos modernos, los quales, segun oigo, y me acuerdo haber leido en alguna parte, afirman con mucho esfuerzo, y resolucion, tratando este punto, que el semblante de Christo Señor nuestro, no solamente no fué hermoso, sino que fué feo, con un vano empeño, y (á lo que yo creo) loco, y desatinado. Le advierto, digo, que no lea á estos Autores, sino al P. Juan Lorino578, varon de mucha lectura, y de vastísima erudicion: de quien no sé lo que admira mas; ó el que habiendo leido tanto, pudiese escribir tantos libros; ó el que habiendo escrito tantos libros, le quedase tiempo para tanta lectura. Tan verdadero me parece á mí, lo que nos dexó escrito un grande Filósofo, quando dixo579: No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho. Nuestra vida es bastante larga, y se nos ha concedido largamente para hacer cosas grandes, si toda la empleásemos bien.Pero volvamos á nuestro camino: aunque antes de entrar en él, conviene notar, que S. Ireneo, bien que entre los Padres de la Iglesia es un Escritor grave, erudito, y piadoso, se engañó sin embargo acerca de la edad, en que Christo Señor nuestro exerció el ministerio, á que habia sido enviado580. Pensó este gran Santo, acalorado tal vez con el ardor de la disputa, que Jesu-Christo, de quien dice el Evangelio581, que habia empezado su ministerio cerca de los treinta años de edad, lo habia continuado hasta casi los cincuenta, y lo intenta persuadir de lo que objetaban los Judíos á   —262→   Christo, quando le decian: ¿No tienes todavía cincuenta años,y viste á Abraban? Añade tambien, que esta sentencia habia venido, como por tradicion, de los mismos discípulos de S. Juan Evangelista, á quienes habia conocido el mismo S. Ireneo, y que podian haber visto á otros Apóstoles. Lo que si fuera verdad, se debería pintar á Christo, no joven, sino de avanzada edad; ó á lo menos, como que tiraba bastante á viejo: sin embargo, nadie sigue esto en el dia de hoy, ni lo ha seguido otro alguno despues de S. Ireneo. En otro lugar tendremos ocasion de tratar este punto mas á la larga. Véase entretanto el Comentador, y editor de sus obras582.

2 Esto sentado, ó dexado á parte: dos son las principales sentencias de los Santos Padres, é Intérpretes acerca de la hermosura, ó fealdad del aspecto de Christo Señor nuestro. La una constantemente afirma, que Christo en la edad varonil, no solo no tuvo algo de hermoso, ó de buen parecer, en su semblante, y aspecto, ni en todo lo que mira á la perfeccion corporal; sino por el contrario, que fué feo, y sin ninguna hermosura. Los Autores principales, y mas antiguos, que llevan esta sentencia son Tertuliano, y S. Clemente Alexandrino: el primero hablando de Christo, dice583: No tuvo hermosura alguna por lo que toca á su semblante, y aspecto, conforme lo habia vaticinado Isaías. Y el segundo, lo dice aun mas claramente con estas palabras584: El Espíritu Santo afirma por Isaías, que el Señor fué de aspecto feo. Le vimos (dice Isaías),y no tenia decoro, ni hermosura; antes su figura era vil,y despreciable á los ojos de los hombres. ¿Quién hay que sea mas hermoso, que el Señor? Pero no manifestó la hermosura de la carne, que es la que vemos, sino la   —263→   verdadera hermosura del alma, y la del cuerpo: la del alma, llenándola de bienes; y la del cuerpo, dándole una gloria inmortal. A estos han seguido despues hombres verdaderamente grandes, S. Athanasio585, S. Cirilo586, S. Ambrosio587, justo de Urgél588, y otros muchos. La otra sentencia por el contrario, dice, que el aspecto, y estructura del cuerpo de Christo, y todo lo que entendemos baxo este nombre, no solamente no fué feo, sino hermoso, de buen parecer, y agraciado. ¡En tanto grado son diversos, y opuestos entre sí sobre un mismo punto, los juicios de hombres doctísimos, y juntamente muy santos! Lo que á mí me da motivo de extrañar menos, que Pintores, y Artífices de mucho nombre, y fama, hayan tomado diverso rumbo acerca de pintar á Christo Señor nuestro en la edad varonil. No quiero ahora nombrarlos, porque no es mi ánimo alabar el hecho. Yo mismo he visto Imágenes de Jesu-Christo pintadas, y esculpidas por Artífices excelentes, en que el Divino Señor se representaba á la manera de un Athleta robusto, de aspecto torvo, membrudo, y casi del mismo modo, que pintan á aquel Milon el de Crotona: he visto tambien otras, en que le representaban nimiamente compuesto, agraciado, y hermoso, como si fuera (si es lícito explicarse así) un Adonis, ó un Amintas. Unos, y otros van errados por no tener presente aquel adagio med'en a)/gan, lo que elegantemente notó Horacio en aquel verso589:


Virtus est medium vitiorum, & utrinque reductum.

Pero vamos al asunto. Esta segunda sentencia, á mas de que podria colegirse bastante del temperamento igual,   —264→   y perfectísimo del Cuerpo de Christo, como afirman comunmente los Theólogos, por cuyo motivo nunca contraxo ninguna enfermedad, ni la habria contrahido, aunque hubiera llegado á una vejez decrépita, conforme lo atestiguan fuera de los Theólogos, los Médicos peritos en su Arte590; ademas de esto, digo, defiende expresamente esta sentencia entre los Autores antiguos, que yo he visto, S. Gerónimo, Varon por otra parte severo, y á quien nunca agradaron los halagos de los ojos, ni de los sentidos591, el qual escribiendo á la Virgen Principia, expone el Salmo quarenta y quatro, y le dice: No que la divinidad de Christo comparada con los hombres, no sea mas hermosa:pues no tiene cotejo una cosa con otra: sino que quitado todo lo que padeció Christo en la Cruz, es mas hermoso el que es Virgen de Virgen, y que no nació por deleyte de varon, sino de Dios. Y continuando en esta sentencia, añade en el mismo lugar: Porque á no haber tenido (Christo) en su semblante, y en sus ojos algun género de resplandor; jamas le hubieran seguido al instante los Apóstoles, ni hubieran caido postrados en tierra,los que habian ido á prenderle. Hasta aquí S. Gerónimo, el qual guardando conseqüencia, en el Comentario que escribió sobre San Matheo, responde así al impío Porphyrio, y á Juliano Apóstata, á quien modestamente, como era debido, le llama Augusto592: Reprehenden en este lugar Porphyrio, y Juliano Augusto, ó la impericia del historiador, que falta á la verdad, ó la necedad de los que siguieron al instante al Salvador, como si neciamente, y sin razon hubiesen seguido á un qualquiera que los llamaba. Y luego despues: Ciertamente el mismo resplandor,y magestad de la divinidad que estaba oculta, resplandecia de tal   —265→   modo en su semblante, que era capaz de atraer á sí á primera vista, á quantos le miraban. Lo mismo enseña en otros lugares este Santo593, á quien habian precedido en el mismo modo de pensar, Orígenes594, y S. Juan Chrisóstomo; cuyas palabras eloqüentísimas casi sería delito el omitirlas en ocasion tan oportuna: dice, pues595: Apartaba (Christo) las turbas, porque tenia no pocos apasionados, y admiradores, y que siempre deseaban verle. Con efecto, ¿quién se apartaría sino con mucho sentimiento, y de mala gana, de aquel, á quien veían obrar tales, y tantos milagros? ¿O quién no ardería en vehementes deseos de ver solo el semblante,ó la boca de donde dimanaban sentencias de preceptos divinos? Porque, así como era admirable en obrar milagros,así dicen que fué de aspecto muy agraciado:y dando á entender esto mismo, habia anunciado mucho antes el Profeta, que sería el Señor, de hermoso semblante, mas que los hijos de los hombres. Porque, lo que dice Isaías: No tenia belleza, ni hermosura, esto lo dixo, ó porque miró á la gloria inefable de su Divinidad, ó porque atendió á la espantosa deformidad de su Pasion, en la que pusieron á su cuerpo de un color cárdeno, y amoratado;ó finalmente, porque quiso significar, que usaría el Señor de un vestido, y modo de vivir sin ninguna ostentacion. Esto dice el Chrisóstomo, añadiendo otras cosas elegantes, y que hacen mucho para mi intento.

3 La misma sentencia siguieron otros muchos: porque ademas de San Agustin, el qual (aunque lo citan á favor de la sentencia contraria) parece indicar, y enseñar la nuestra en varios lugares596: dice Theodoreto597: Admiran (á Christo), y la hermosura de su cuerpo, que la llaman estola:Porque en quanto hombre, es   —266→   de hermoso semblante, mas que los hijos de los hombres: porque en quanto Dios es tan hermoso,que por ser incomprehensible su hermosura, con ninguna semejanza se puede bastantemente explicar. Casiodoro598, exponiendo aquellas palabras del Salmo quarenta y quatro: Su semblante es hermoso,mas que los hijos de los hombres, afirma, que dichas palabras no las entendió S. Agustin sino de la hermosura del cuerpo. Así lo han explicado tambien, y difusamente otros Escritores mas modernos. S. Bernardo, dice599: Las gentes de las Ciudades, y de los pueblos seguian al Señor, quando predicaba: y así, sanando sus almas, sanaba tambien sus cuerpos, é iban tras él llevados de sus palabras, y hermosura juntamente: pues su voz era suave, y su semblante hermoso, conforme está escrito: Su semblante es hermoso, mas que los hijos de los hombres, la gracia se difundió en sus labios. Por esto Santo Thomas, á quien tengo siempre por norte, y sin cuya guia, singularmente en cosas pertenecientes á Theología, no me es permitido, ni quiero afirmar cosa alguna; exponiendo á Severiano, el qual en el Sermon de Pasqua, que empieza: Nemo putet, dice, que Christo en su Resurreccion transmutó la efigie de su semblante; añade600: Lo que se ha de entender en quanto á los lineamentos de los miembros,pues que no habia cosa alguna desordenada, ni fea en el cuerpo de Christo concebido por obra del Espíritu Santo,que debiera enmendarse en la resurreccion: tomó sin embargo, quando resucitó, la gloria de la claridad,&c. Esto dice Santo Thomas. De que facilmente infiero, que aun el Nacianceno, que en alguna parte parece de contrario parecer601, lleva tambien esta sentencia (que tengo por verdadera, y segun juzgo por mas conforme á la   —267→   autoridad, y á la razon), quando dice de Christo Señor nuestro602, que en su resurreccion se le restituyó la hermosa estola del cuerpo, que fué crucificado. Basten estos testimonios entresacados de varias partes, por lo que toca á los Santos Padres; porque en quanto á los de los modernos, no hay para que detenerme en referirlos, pues afirman esto unánimente, no uno, ú otro, sino muchísimos, que refiere, y sigue el citado P. Juan Lorino.

4 Quede, pues, sentado, é impreso en la mente de los Pintores, y Escultores Christianos (á quienes he querido advertir en esta obra, tal qual ella es) que Christo Señor nuestro, por lo que toca al semblante, aspecto, estatura, y finalmente por lo que mira al decoro, y perfeccion de todo su cuerpo; fué de figura agradable, bien parecida, y verdaderamente hermosa: aunque no con aquel género de hermosura, que indica flaqueza, halagos, delicadez, y por fin lascivia, y maldad; ni que fuera hermoso, del modo que pinta á Theágenes el Escritor de aquella elegante fábula603; sino con una hermosura verdaderamente varonil, y llena de un respetable, y augusto decoro. En una palabra: Christo fué bien parecido, y hermoso, no con una gracia, y hermosura mugeril, y afeminada; sino con aquel género de hermosura, que llama Ciceron dignidad varonil: que es lo que (antes de pasar á otra cosa) sienta con mucha solidez, y elegancia el Doctor Angélico, quando dice604: La hermosura consiste en la proporcion de los miembros, y de los colores; y así una es la hermosura, que tienen unos, y otra la que tienen otros: dicha hermosura es la que tuvo Christo, segun lo que correspondia á su estado, y á la dignidad de su condicion. Y añade luego elegantísimamente: No debemos, pues,   —268→   figurarnos, que Christo tuviese el pelo encendido, ó de color de fuego, ni que él fuese de dicho color, por quanto esto no le hubiera estado bien;pero sí tuvo, y en sumo grado aquella hermosura del cuerpo correspondiente al estado, dignidad, y gracia en el semblante: de suerte que resplandecia en su rostro una cosa como divina, por lo que todos le reverenciaban, como dice S. Agustin, &c. Pero á mí me parece, que la hermosura del cuerpo de Christo, que decia bien con la magestad de un tal Rey, y Emperador tan grande, de quien no es la última alabanza, segun lo de Eurípides605:

 Texto en griego

y lo contrario, poco, ó nada serviría para el fin de nuestra enseñanza, y redencion: Paréceme, digo, que esta gravedad, y hermosura magestuosa, se puede en cierto modo comparar á la que describe Séneca in Hyppolito, quando dice606:


Quàm grata est facies, torva viriliter,
Et pondus veteris triste supercili?
Phœbo colla licet splendida compares,
Illum cæsaries nescia colligi
Perfundens humeros, ornat, & integit.

Sobre cuyo lugar el erudito Padre Martin Antonio del Rio, Comentador de las tragedias de Séneca607, notó bastantemente al caso: Fíngese adornado de hermosura tal, que carezca de toda mancha, é inmundicia,pero sin adorno superfluo; cuya medianía, y trage verdaderamente varonil, alaba Epícteto, segun nos dice su discipulo Arriano. Y ya que hemos llegado á este lugar, no me   —269→   parece fuera de propósito, ni cosa ridícula, pues es sacada de monumentos, é historias antiguas, el poner aquí la Pintura, que hace Nicéphoro de las facciones de Christo Señor nuestro, la que no quiero referir con sus mismas palabras por ser muy largas, y que qualquiera podrá ver en el lugar que cito abaxo608; sino con las de otro sabio Escritor, que abrevia dicha narracion609, el qual dice que Christo Señor nuestro fué I. De un semblante vivo, apacible, hermoso, no redondo, ni puntiagudo, bien que algo carilargo, su color parecido al del trigo, colorado, pero algo moreno. 2. Su estatura de siete palmos, ó de tres codos, y medio (esto es) bastante alto. Pues la mayor estatura no suele pasar de ocho palmos, ó de quatro codos. 3. Sus ojos rubios, algo negros, resplandecientes, agraciados, y perspicaces. 4. Las cejas negras, no muy arqueadas, la barba roja, y no muy larga. 5. El pelo, que tiraba á rubio, bastante largo, y que caía con cierta suavidad hácia á la espalda. 6. La nariz aguileña. 7. El cuello con declivio proporcionado, de suerte que segun la estatura del cuerpo, no era ni estrecho, ni demasiadamente ancho. 8. Finalmente en todo era parecido á su Madre. Dixe de propósito, que esta narracion se ha tomado de historias, y monumentos antiguos; porque en realidad es así: pues á lo menos trae su origen de los Escritores, y Pintores, que florecieron por el siglo octavo de la Iglesia, lo que confiesa un Autor muy sabio, y juntamente muy crítico610. Pero esto todavía es poco; pues yo añado, que á dicha narracion se le debe dar mucho mas remota antigüedad. Eusebio de Cesaréa, de quien con razon se puede decir en quanto á la Historia Eclesiástica, lo que de Salustio se dixo en quanto á la Romana, que es el primero, refiere expresamente haber visto él mismo en la   —270→   Ciudad de Pancades, una estatua de Jesu-Christo de bronce, que en señal de agradecimiento le habia erigido aquella muger, que padecia fluxo de sangre, la qual con solo tocar la orla de las vestiduras del Señor, habia quedado sana. Sus palabras son dignas de ponerse aquí, pues despues de haber dicho muchas cosas de dicha estatua, é imagen, añade611: Esta estatua, dicen, que representa la efigie de Jesu-Christo, y habiéndose conservado esta misma hasta nuestros tiempos, yo mismo la ví con mis propios ojos, quando fuí á aquella Ciudad. Hasta aquí Eusebio, el qual dice inmediatamente: Ví al mismo tiempo las Imágenes de los Apóstoles S. Pedro, y S. Pablo, y tambien las de Christo, que se habian conservado en varias Pinturas. ¿Por qué, pues, no podrémos decir, que de estas Imágenes, las quales (como es muy probable) se hicieron, viviendo aun Christo en carne mortal, y de otras, que sin duda se conservaban en varios lugares, se derivaron otras semejantes á estas? ¿O por lo menos, que con el socorro de narraciones sucesivas, y recibidas, sirvieron á los Fieles de una tradicion no ridícula, sino verdaderamente sólida? Lo que nos da motivo, para que no dexemos de dar fé á Nicéphoro, aunque no sea Escritor muy antiguo. Por lo qual el Artífice, que quisiere representar á Christo segun la pintura, que nos hacen del Señor, Nicéphoro, y otros612; será en mi juicio el que hará la pintura mas cabal, y perfecta de Jesu-Christo.

5 Ni lo contrario (por no dexar esto sin tocar) se puede, no digo convencer, pero ni aun persuadir de lo que nos dicen los Santos Padres; pues Tertuliano, y S. Clemente Alexandrino, que son los mas antiguos, que se citan en apoyo de la fealdad del Cuerpo de Christo,   —271→   solamente se mueven á decirlo por aquel comun, y vulgar testimonio de Isaías613: No tiene belleza, ni hermosura; vímosle, y nada tenia que nos llevase tras él, y le desconocimos. Y en el verso siguiente: Su rostro estaba como escondido, y abatido,por cuyo motivo no hicimos caso de él. Solamente digo, alegan á su favor este testimonio del Profeta Isaías, como facilmente lo verá el que lea sus palabras. ¿Pero quién dexará de conocer, que este testimonio, puede, y debe entenderse de Christo Señor nuestro en su acerbísima Pasion llena de dolores, y de oprobrios? Este fué el sentimiento de los Padres, que citamos arriba, produciendo sus mismas palabras; principalmente el de S. Juan Chrisóstomo en el lugar citado: y no debe entenderse del semblante, y aspecto de Christo antes de padecer tantos, y tan grandes tormentos: aunque no negaré, que á Jesu-Christo, el qual todo el tiempo de su santísima vida, se exercitó en ayunos, oraciones, vigilias, y peregrinaciones, le aconteciese lo que cuenta un Filósofo haberle sucedido á él mismo614; esto es, que la continuacion de los trabajos literarios, le habia quitado toda la hermosura del cuerpo, extenuado sus fuerzas, sorbido el humor, y robado el color. Por este motivo, conforme diximos arriba, tuvieron al Señor por de mas edad, los que le decian615: ¿No tienes todavía cincuenta años,y viste á Abrahan? Esto mismo consta haber acontecido tambien al Rey David, al qual por estár quebrantado de los trabajos, y desastres de la guerra, le llama la Escritura muy viejo616, sin embargo de que no pasó de setenta años. Esto es lo que de paso, y por encima, me ha parecido decir sobre una materia de tanta nobleza, y dignidad.



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