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ArribaAbajoCAPITULO XIX.

De las Imágenes del Descendimiento del Cuerpo de Christo de la Cruz, y de otras cosas que tienen relacion con su sepultura


I Es constante por la inviolable Fé de los Evangelios, que muerto Christo Señor nuestro, un noble Varon Arimathéo, ó Ciudadano de la Ciudad de Arimathéa, llamado Joseph (pues hacen muy mal, y se muestran   —457→   ridículos en extremo los que siendo solamente uno Joseph Ciudadano de Arimathéa, hacen dos, á quienes ignorantemente dan los nombres, al uno de Joseph, y al otro de Arimathéo) pidió á Pilatos, Presidente de la Provincia, el Cuerpo de Christo, para que ungiéndolo antes con ungüentos, y aromas, segun la costumbre de la region, le diera despues una decente sepultura. Queriéndolo así Dios, para que consumada ya la acerba, é ignominiosa Pasion del Señor, se cumpliera aquel vaticinio: Y será su sepulcro glorioso. Y que en esta accion tuvo Joseph por compañero á Nicodemus, uno de los principales de los Fariséos, lo dixo el Evangelista S. Juan con estas palabras1007: Vino tambien Nicodemus, que primero habia venido á Jesus de noche, llevando una mixtura de mirra,y de aloes, como unas cien libras. Píntanse, pues, muy bien, y conforme á la Historia del Evangelio, dos hombres recomendables por su dignidad, y autoridad, los quales arrimando escaleras, y quitando los clavos de la Cruz, baxan el Santísimo Cuerpo del Señor, no solos, sino con la ayuda de otros (principalmente de S. Juan, y de las piadosas mugeres): y píntase igualmente bien, el que á este fin se valían de lienzos, y faxas grandes, para que no cayese el cuerpo con alguna irreverencia. Ni en todo esto hallo cosa que sea digna de nota, ó de reprehension.

2 Es tambien muy conforme á la piedad lo que vemos con mucha freqüencia, á saber, que el Cuerpo de Christo baxado ya de la Cruz, está puesto, y reclinado en el seno de la Virgen Santísima sentada al pie de la Cruz. Pero es justo que se pinte entonces el Sagrado Cuerpo, como lo hacen freqüentemente, taladradas las manos, y pies con los clavos, y abierto el costado con la lanza: lo que no he podido dexar de advertir aquí, por quanto pocos dias há, mirando con   —458→   mucha reflexîon este paso en una Imagen de metal labrada por un Artífice1008, que segun la comun voz, y fama, es de los mas peritos entre todos ellos; me causó grande admiracion el vér representado á Christo puesto en los brazos de la Virgen sin ninguna herida: sin embargo de que debía representarse taladradas sus manos, y pies. A este mismo afecto de piedad pertenece tambien el representar á la Virgen mirando con lágrimas los clavos, y la corona de espinas teñida con la sangre. Sobre cuyas Imágenes leémos meditaciones muy pías, y fervorosas de Santos Padres, y de hombres piísimos, y doctísimos, aunque ninguna de estas cosas se refiere expresamente en los Evangelios: antes, si quieren exâminarse con todo rigor, y segun la fé de la Historia Eclesiástica, no carecen de duda. Pues consta, que quando en los tiempos de Eléna, y de Constantino, se encontró la Cruz de Christo, se encontraron junto con ella los mismos clavos: los quales ciertamente, si los que baxaron de la Cruz el Cuerpo de Christo los hubieran quitado de ella, y entregádolos á la Virgen, es muy verisimil que esta Señora los habria guardado, ó algunos de los Discípulos fieles que asistieron al Descendimiento. Pero pudo suceder, que como obligaron á Joseph á que quitando el Cuerpo de la Cruz, dexase á esta inmoble; le obligáran tambien á que dexára los clavos fixados en ella, como que eran las principales señales, é instrumentos del suplicio. Y así, aunque los quitase para baxar el Cuerpo de Christo (y añado yo, aunque los enseñase, y diese á besar á la mas constante, y paciente de las Madres) pudo sin embargo suceder, que por el motivo expresado, los volviera á poner en la Cruz, que son casi las mismas palabras de un Varon, cuya autoridad, y modo de pensar, me ha gustado siempre1009.

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3 Baxado ya de la Cruz el Sacratísimo Cuerpo de Jesu-Christo, consta clarísimamente por el Evangelio que fué ungido, y embalsamado con muchos ungüentos, y aromas. Pues omitiendo ahora á los demas Evangelistas, dice expresamente S. Juan1010: Tomaron, pues (Joseph, y Nicodemus) el Cuerpo de Jesus, y lo envolvieron en lienzos con aromas conforme á la costumbre de enterrar que tienen los Judíos. Y que esta uncion del Cuerpo del Señor, fué meramente externa, y honoraria, y tributada por la reverencia que le era debida, sabiamente lo advirtió el Doctor Exîmio1011: para que no pensára alguno, como advierte él mismo, que el Cuerpo de Christo fué embalsamado del modo que vulgarmente se acostumbra entre nosotros; esto es, abriendo el cuerpo, y sacando las partes internas, cosa de que (como allí mismo dice el Autor citado) los piadosos oídos se horrorizan. Pero dicha uncion, ningun Pintor (en quanto yo sepa) la ha pintado hasta ahora. Solo, pues, resta decir algo de como fué envuelto en lienzos, ó en una sábana el Sacratísimo Cuerpo de Jesus. Es cierto que el Cuerpo del Señor fué sepultado, no desnudo, ó medio desnudo, esto es, sin acomodar, ni adaptar los lienzos al Cuerpo, como muchos lo pintan, sino que fué envuelto, y apretado con faxas, cintas, ó vendas, que atáran muy bien, ó sujetáran los lienzos. Ademas, le pusieron, y acomodaron sobre su santísimo rostro el sudario que cubría toda su cara desde la frente hasta la barba: pues esta era, y no otra la costumbre que tenian los Judíos de enterrar los cadáveres; y que esto se observó exâctamente, consta por las palabras de S. Juan que citamos arriba: Segun la costumbre de enterrar que tienen los Judíos. Todo lo comprehendió muy bien el mismo Evangelista el qual, despues de haber referido, que Pedro entró en el sepulcro   —460→   de Christo, quando ya habia resucitado1012: Vió (dice) puestos allí los lienzos, y el sudario que habia tenido sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto separadamente en un lugar Hé aquí los lienzos, y no uno solo, sino á lo menos dos: he aquí el sudario puesto sobre su sagrado rostro, y sobre su cabeza. Pero se dirá que aquí no se vén claramente las cintas, faxas, ó vendas; pero las verá qualquiera que se acuerde de la resurreccion de Lázaro1013, donde se dice: Y salió luego el que habia estado difunto, atado con vendas de pies,y manos, y su rostro estaba envuelto en un sudario: singularmente si se hace una prudente reflexîon sobre lo que ya hemos insinuado, esto es, que Jesu-Christo fué sepultado del modo que acostumbraban los Judíos enterrar á los difuntos. Pero repitamos las mismas palabras que no son muy largas: Tomaron, pues, (dice S. Juan) el cuerpo de Jesus,y lo ataron con lienzos, y le pusieron aromas, segun la costumbre de enterrar que tienen los Judíos. El que quiera instruirse de esto con mas exâctitud, repase lo que diximos antes sobre la resurreccion de Lázaro1014, ó mas bien, léa la erudita obra que escribió sobre esta materia un doctísimo Flamenco1015, que ciertamente es muy digna de leérse.

4 Por lo que respeta al sepulcro, ya hemos dicho mucho sobre este punto en el lugar que acabamos de citar, y así bastará tocarlo aquí brevemente. Consta en primer lugar, que el sepulcro donde fué puesto el Cuerpo de Christo, estuvo colocado en un huerto que no distaba mucho del monte Calvario. Lo que quiero se advierta en especial: porque si bien S. Juan1016 parece afirmar, que aquel huerto estaba en el mismo lugar donde Christo fué crucificado; sin embargo, como lo notó bien el Doctor Exîmio1017, no se ha de   —461→   entender que el sitio donde Christo fué crucificado, fuese el mismo huerto, ó granja, sino que junto á aquel lugar de la crucifixîon, estuvo el huerto, ó que en las faldas del mismo monte habia granjas, y que en la parte superior de él se acostumbraba castigar á los reos de pena capital: de donde pudo dimanar el origen de llamar Calvario á todo el monte. Y que los Judíos acostumbrasen á excavar, y á colocar sus sepulcros en sus mismas granjas, ó huertos, es cosa tan sabida, que no necesita de muchas pruebas. Véase lo que diximos sobre esto tratando del sepulcro de Lázaro. Y así, hacen bien, y oportunamente los que pintan el sepulcro de Christo no muy distante de su Cruz: y obrarían ridículamente los que lo representáran junto á la misma Cruz, ó al lugar de su crucifixîon. Quanto á la forma, ó modo como estaba el sepulcro, lo hemos explicado ya en dicho lugar. ¡Y en esto quánto yerran nuestros Pintores! Abrían, pues, en alguna roca, ó tierra firme, una cueva donde se entraba por una puerta angosta: entrados allí, se representaba luego una estancia fabricada á manera de arco, ó boveda: al lado de la misma estancia habia un lucillo, ó por explicarme así, un poyo (cuya altura tenia lo que mas tres palmos) capaz de contener un cuerpo, donde despues de ungido, y embalsamado, le tendian, y colocaban. Por la parte de afuera, cerraban la puerta del sepulcro con una grande losa, de la qual, por lo que toca á la sepultura de Christo, se hace clara mencion en el Evangelio. De la qual, digo: Porque el decir que en el sepulcro del Señor no hubo una piedra sola, sino dos, como se lo persuadió, y llevado de su imaginacion (dígolo sin malevolencia) se lo figuró un Varon por otra parte á todas luces grande, y á quien no he nombrado, ni nombraré jamas sin alabarte; no es cosa que yo me la pueda persuadir. No porque piense (que sería una imprudente arrogancia) tener yo mas ingenio,   —462→   y prudencia que él, sino porque, como he dicho en otra parte, he visto, y observado, no una, sino muchas veces con grande gusto, y reverencia, la forma, y estructura del sepulcro de Christo, que observó con la mayor exâctitud, y escrupulosidad un Religioso, que no solamente visitó aquellos santos Lugares, sí tambien los miró, y registró con sumo cuidado, y diligencia: de suerte que es constante fama, que habiendo llegado ya á Europa, se volvió otra vez á Jerusalén para delinear mas exâctamente alguna de las dimensiones de aquel lugar, que, ó se le habia olvidado, ó por alguna casualidad se le habia perdido. Mas pongamos á la vista las formales palabras de aquel Varon sumamente docto1018: Me admiro (dice) que ninguno de los Intérpretes (en quanto yo sepa) haya observado, que en el monumento hubo dos piedras, y que ambas las revolvió el Angel. Pero yo (con la reverencia que es debida á un hombre tan grande) digo, que no me admira: por haber afirmado poco há, y aun lo afirmo, que no hubo mas de una piedra con que se cerraba, y tapaba la puerta, ó boca del sepulcro: y digo tambien, que dentro de aquella estancia, donde estuvo colocado el Cuerpo del Señor, no hubo tampoco otro monumento, ó sepulcro que se cerrára con otra piedra; sino un lugar excavado, ó poyo (pues no me ocurre otro modo de explicarlo) tres palmos alto lo que mas, sin estár cubierto con ninguna piedra: en cuyo lugar estaba tendido el Cuerpo de Christo difunto. Lo que no solo se comprueba por la figura de que he hablado muchas veces, sí que se echa tambien de vér, y con bastante claridad, de las palabras de S. Mathéo: donde hablando el Angel á las mugeres, quitada ya la piedra que cerraba el monumento, les dice1019: Venid, ved el lugar donde pusieron al Señor Lo que yo,   —463→   haciendo reflexîon sobre la dicha forma de aquel edificio, ó estancia fabricada en aquella peña excavada, lo percibo con tanta claridad, que me parece está pasando delante de mi vista: sin ser menester imaginar (pues por el respeto que tengo á Maldonado, no me atrevo á decir, fingir) que hubiese otra piedra dentro del mismo monumento. Sé muy bien, lo que á estas, y otras graves razones, responde el mencionado Autor. Pero ello es tan claro, que lo contrario, á mi entender, no es mas, sino (como dice el proverbio) poner dificultad donde no la hay. Ni han dicho lo contrario los que son testigos de vista del sepulcro de Christo; pero de los que se alegan fielmente, nadie, segun me parece, trató el asunto con mas acierto que el Doctor Exîmio1020, diciendo, que la sepultura del Señor, constaba no de una sola, sino de dos cuevas (de que es tambien evidente señal la forma expresada del sepulcro): la una exterior, que era como la entrada, ó atrio de la que con mas propiedad tenia el nombre de sepulcro. Dividía la una cueva de la otra aquella grande piedra, con que se cerraba la boca, ó puerta de la que propiamente se llamaba sepulcro, sin que los que han exâminado aquel lugar con mas exâctitud, hayan hecho mencion de alguna otra piedra. Y añade el mismo Autor bastante al caso (de que facilmente se entenderá lo que notarémos en el capítulo siguiente)1021 una cosa, que deben tenerla muy presente los que quieran entender perfectamente esta materia. Dice, pues: De esta descripcion del lugar se dexa entender, que aquella parte exterior de la cueva, baxo diversos respectos, se puede decir que estaba dentro, y fuera del sepulcro. Porque, si por el sepulcro entendemos aquella cueva pequeña, é interior donde pusieron el Cuerpo del Señor; la otra parte se llamará exterior, y el que estuviere en ella, se   —464→   dirá que está fuera del sepulcro; pero si por el sepulcro, ó monumento, entendemos toda aquella cueva, de este modo, el que estuviere dentro de su primera parte, se dirá que está dentro del sepulcro. Hasta aquí este sabio Doctor, á quien se le dá con razon el nombre de Exîmio. Por lo que, los que delinearen así el sepulcro de Christo, harán bien, y conforme á la fé de la Historia; pero si no lo hicieren de este modo (como lo practican freqüentemente) no harán con efecto sino una cosa ridícula.




ArribaAbajoCAPITULO XX.

De las Imágenes de la Resurreccion de Jesu-Christo, y de su Ascension á los Cielos


I Aunque la gloriosa Resurreccion del Señor es la basa de nuestra Fé, y el fundamento mas firme de toda nuestra esperanza; sin embargo no es propio de este lugar (como lo hacen algunos que tratan esta materia) detenerse mucho en las alabanzas, y elogios de dicha Resurreccion: pues esto no es mas que desviarse del camino que se ha emprendido, ó, como dice el proverbio Latino, saltare extra choros, & oleasConsta bastante por la Fé, y por la razon, que el Cuerpo de Christo despues de unido otra vez á su santísima alma, y despues de su resurreccion de entre los muertos, salió hermosísimo, y mas resplandeciente, y admirable de lo que se puede comprehender. Debe, pues, pintarse de este modo, y despidiendo muchos rayos de luz por todas partes; pero no debe pintarse enteramente desnudo, por no permitirlo la fragil, y debil condicion de nuestra mortalidad, y flaqueza. Por lo que, es muy conforme á razon, y á la modestia, el pintarlo cubierto, singularmente por la cintura, con un lienzo encarnado, y sobremanera reluciente. Pero no por esto se han de dexar de poner patentísimas las señales de los clavos,   —465→   y lanza, en sus manos, pies, y costado: habiendo dicho tan claramente el mismo Christo al incrédulo Santo Thomas1022: Mete aquí tu dedo,y mira mis manos; y alarga tu mano, y métela en mi costado: y no seas incrédulo, sino fiel Antes estas mismas heridas aumentaban en gran manera la magestad, y hermosura del Cuerpo glorioso, por cuyo motivo hablando la Iglesia de los Apóstoles, canta con mucha razon:


In carne Christi vulnera
Micare tamquam sidera
Mirantur

Y que así se manifestó á sus Discípulos, se me hace bastante verisimil por el mismo lugar que acabamos de citar. Pues si se les hubiera aparecido cubierto con algun vestido, no parece que podia decir tan facilmente á Santo Thomas: Alarga tu mano, y métela en mi costado: como que les hablaba de las heridas de su cuerpo, y costado, que estaban patentes, y no cubiertas, ni tapadas con alguna vestidura. Baste haber advertido esto por lo tocante al Cuerpo de Christo glorioso, y resucitado.

2 Mas acerca de pintar la Resurreccion, ó (por explicarme así) el acto mismo de resucitar, han caído vulgarmente los Pintores en errores muy groseros, que importa no poco á la piedad, y erudicion el refutarlos. En primer lugar, es cosa sabida por el Evangelio, que enterrado ya el Cuerpo del Señor, á instancias de los principales de los Judíos, por orden del Presidente Romano, se pusieron guardias, esto es, soldados armados para guardarlo, y que estos no fueron pocos en número, puesto que vemos que Herodes Agripa entregó despues á S. Pedro1023 atado con cadenas á diez y   —466→   seis soldados para custodiarlo. Nuestros Pintores representan á Christo levantado en el ayre, y á los guardias, y soldados corriendo á tomar las armas; de suerte que uno echa mano de la espada, otro está vibrando una lanza, otro cogiendo la clava, y otros que con escudos, y capacetes están cubriendo, y defendiendo sus cabezas, á que añaden otros un perro irritado que está ladrando á Jesu-Christo: no siendo todo esto otra cosa, como verémos luego, sino meras boberías, é ignorancia de los hechos. Pero antes de hacerlo patente, es menester notar, y reprehender un error todavía mayor. Pintan algunos la sepultura del Señor, quadrada, y muy semejante á las nuestras, de donde, quitada la piedra que la cubria, sale Christo Señor nuestro teniendo el un pie fuera del sepulcro, y el otro junto con el muslo como que vá saliendo: esto hace, y á tanto llega la inconsideracion, é ignorancia de los hechos.

3 Y así, para que el Pintor esté mas distante de incurrir en semejantes errores, es menester tenga presente lo que indíca bastantemente el Evangelio, y enseñan claramente los Padres de la Iglesia, y Doctores mas sabios, esto es, que Christo Señor nuestro resucitado ya, y adornado con aquel dote admirable, que llaman los Theólogos de Sutileza, en ninguna manera hubo menester, que para salir fuera, se quitára, ó se apartára de la boca del sepulcro aquella grande piedra, con que, segun diximos arriba, estaba cerrada la puerta de la cueva: antes sucedió todo lo contrario. Porque Christo salió del sepulcro sin quitarse la piedra: de la manera que el mismo dia entró cerradas las puertas, donde estaban sus Discípulos, lo que unánimes enseñan, y advierten en este lugar los Santos Padres: de suerte que si quisiera referir aquí sus palabras, y señalar los lugares donde lo dicen, me tomaria un trabajo superfluo, y propio del que quisiera abusar de su ocio, y del ageno. Y así, para hacer esto mas perceptible,   —467→   debemos tener presente, que Jesu-Christo en el acto mismo de resucitar (por explicarme así) no fué visto de ninguno de los mortales, por impedírselo aquella grande piedra, que bien ajustada, y sellada, cerraba, y tapaba la boca, ó puerta de la cueva; ni fué visto tampoco, quando salió del sepulcro sin moverse la piedra. No le vieron entonces las piadosas mugeres, que no tuvieron la dicha de verle resucitado, é inmortal, sino algun tiempo despues; ni tampoco le vió ninguno de sus Discípulos, á quienes no se manifestó hasta mas tarde, bien que en el mismo dia fueron enriquecidos, y regocijados con la alegre vision de su Maestro: ni mucho menos le vieron entonces los infieles guardias, que ciertamente no eran dignos de tanta dicha. Por lo que, qualquiera cosa que se pinte contra lo que acabamos de decir, y lo que hemos referido arriba, se ha de tener por necedad, y ridiculez. Aunque no negaré, que para que un hecho tan grande, y admirable pueda de algun modo representarse á la vista, podrá pintarse á Jesu-Christo resplandeciente con rayos, y rodeado de mucha luz fuera del sepulcro, y aun encima de él, el qual debe pintarse cerrado todavía, y sin estár quitada la piedra, que no se quitó hasta que el Angel conmoviendo despues la tierra, la apartó de la puerta del monumento, á fin de que las piadosas mugeres discípulas de Christo, que solícitas habian venido al sepulcro para ungir al Señor, y rendirle sus obsequios; tuvieran libre la entrada, y fueran despues testigos delante de los Apóstoles, y demas Discípulos, de la Resurreccion del Señor. Todo esto podría probarse, y manifestarse con mucha facilidad por las mismas narraciones del Evangelio, singularmente por lo que dice S. Mathéo; pero no quiero detenerme en una cosa tan clara, y que nadie podrá poner en duda, sino el que guste tal vez de pelear, y esgrimir á cierra ojos.

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4 No faltan quienes pintan dormidos á los guardias: y esta parece ser expresa sentencia de un Pintor erudito, á quien varias veces he elogiado1024. Pero esto, bien que pudo suceder, en ninguna manera se hace verisimil: no solo porque el dormirse, y quedarse vencidos del sueño todos los guardias (que ciertamente eran soldados) era cosa muy agena de la severidad, y disciplina Romana, que no permitia quedáran sin ninguna centinela las vigilias de la noche, y en la última podian velar los que habian dormido en la primera, ó en la segunda; sí tambien porque esto tocaba á la Providencia de Dios, y lo contrario era mas conforme á los altos designios de su Divina Magestad. ¿Pero, qué digo, era? Lo fué ciertamente: y que á lo menos algunos de los guardias estuvieron velando, quando conmovida la tierra por el terremoto, se apareció el Angel, y removio la piedra, lo afirma expresamente la Escritura, que dice así1025: Y hé aquí que hubo un gran terremoto: porque el Angel del Señor baxó del Cielo, y acercándose removió la piedra, y estaba sentado sobre ella. Y poco despues: Y por el gran temor de él, se asombraron los guardias, y quedaron como muertos Cuyas palabras, aunque son tan claras que no necesitan de comentario, léase sin embargo al Gran Padre S. Agustin1026 en un pasage que todos saben, donde el Santo discurre así: Conmovida la tierra resucitó el Señor: y se obraron tales milagros junto al sepulcro, que los mismos soldados que habian venido para custodiarlo, se harian testigos, si quisiesen decir la verdad. Y lo que es mas, y debe notarse con particularidad, los mismos soldados, ó á lo menos algunos de ellos, dixeron la verdad de lo que habia acontecido, á los magnates del Pueblo: así lo dice S. Mathéo1027 con estas palabras: Y yéndose ellas (á saber   —469→   las mugeres) he aquí que algunos de la guardia se fueron á la Ciudad, y dieron noticia á los Príncipes de los Sacerdotes de todo lo que habia pasado. Y así (por no omitir esto) es alucinarse, el persuadir á los Pintores que pinten dormidos á todos los que guardaban el sepulcro, y aunque no con la misma intencion, es de hecho consentir con la maquinacion que tramaron los Judíos, los quales ofreciendo una gran cantidad de dinero, persuadieron á los soldados1028: Decid: Sus Discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, durmiendo nosotros. De lo dicho, y de otras cosas que omito, se ha inferir, que los soldados que guardaban el sepulcro, ó á lo menos algunos de ellos, no deben pintarse dormidos, sino despiertos.

5 Mayor dificultad podria causar al Pintor sabio, y erudito, acerca de si deben pintarse dos Angeles, ó uno solo sobre la piedra que se quitó del sepulcro? ¿Si dichos Angeles deben estár sentados, ó no? ¿y si las mugeres, á quienes habló el Angel, deben pintarse dentro, ó fuera del monumento? pues para ambas cosas parece que dá fundamento el Evangelio. S. Mathéo, y S. Marcos, solamente hacen mencion de un Angel, diciéndonos el primero1029: El Angel del Señor baxó del Cielo, y acercándose revolvió la piedra, y estaba sentado sobre ella. Y despues: Respondiendo el Angel, dixo á las mugeres. Y S. Marcos nos dice1030: Y entradas en el sepulcro, vieron á un joven sentado á la derecha, cubierto de una ropa larga blanca, y espantáronse. Y este les dixo. Donde únicamente se hace mencion de un solo Angel sentado sobre la piedra, y que está hablando á las piadosas mugeres, lo que no parece concuerda con lo de S. Lucas, el qual hablando sobre el mismo asunto1031: He aquí (dice) que dos varones con vestido resplandeciente estuvieron de pies junto á ellas. Y como   —470→   temiesen, y apartasen la vista de su semblante,y lo fixasen en tierra, les dixeron, &c Finalmente, porque no parezca que quiero omitir algo, San Juan, despues de haber referido como Pedro entró al monumento, y de qué manera se habian apartado ambos del sepulcro del Señor para irse con los suyos1032, añade: María estaba en pie llorando afuera junto al monumento: mientras lloraba, pues, se inclinó, miró hácia el monumento, y vió dos Angeles sentados con vestido blanco, uno á la cabecera, y otro á los pies del lugar donde habian puesto el Cuerpo de Jesus. Todo lo qual parece muy distinto de lo que refirieron los demas Evangelistas, aun por lo que toca á la descripcion, y modo de pintar. Mas todo esto, aunque envuelve varias qüestiones, cuya discusion toca particularmente á los Intérpretes Sagrados; sin embargo no debe embarazar en ninguna manera al Pintor erudito, que no errará, ora pinte dos, ora uno solo. Pero las piadosas mugeres, á quienes hablaron los Angeles, se han de pintar en efecto dentro del monumento, del modo que advertimos antes que podia decirse estár dentro del monumento el que está en su entrada1033 Porque, si bien no es dudable, que se aparecieron dos Angeles, atendida la narracion del Evangelio de S. Lucas (segun la qual se hará muy bien, si se pintan dos): con todo, como esta narracion no es contraria á la que dice que se apareció un Angel, y que este habló á las mugeres (pues quien dice dos, no quita uno); puede muy bien, y sin nota de error pintarse uno solo: particularmente siendo muy verisimil, que aunque se vieron dos, solo uno les habló: á la manera que quando dos Embaxadores se presentan ante algun Príncipe, se dice comunmente, que hablaron de este, ó del otro modo, sin embargo de ser cierto, que solamente habló uno de ellos, en presencia del otro, y aprobando   —471→   lo que dixo su compañero. Sobre que podrian citarse varios exemplos, si lo requiriese la materia. Quanto á pintar dos Angeles (pues esto es lo mas conforme á la serie de la historia), ó sentados, ó bien derechos, y estando de pies, no importa mucho. Pues como observó bien Maldonado, se dice tambien stare, no solo el que está de pies, sí tambien el que de algun modo asiste, y está presente: y así parece lo mas propio pintarles sentados. Finalmente, lo que referimos de San Juan, si se consideran con alguna atencion las narraciones del Evangelio, qualquiera verá que es una cosa del todo diversa, la que, si se quiere describir, ó pintar, es preciso hacerlo del modo que sencillamente se refiere; de suerte que dentro de aquella cueva interior, que propiamente se llama sepulcro, se pinte sobre aquel lugar (que hablando en Castellano llamaríamos nicho, ó poyo) un Angel á la cabecera, y otro á los pies, en el mismo lugar. De aquí todavía se ilustra algo mas la forma, y figura del sepulcro que referimos, y aprobamos antes: acerca de la qual conviene tener presente lo que diximos arriba1034

6 Entre las mugeres que vinieron al monumento del Señor para tributarle su reverente obsequio, en ninguna manera debe ponerse á la Santísima Virgen, lo que sin embargo reparo haberlo practicado algunos Pintores indoctos, por lo que notó un Autor, á quien he citado muchas veces1035: Así porque ninguno de los Evangelistas lo refiere de este modo, como porque está claro, que los Santos Padres han dicho abiertamente lo contrario. Advierto finalmente, que siempre que se haya de pintar á Jesu-Christo resucitado, se ha de hacer en la forma que diximos antes, la que ciertamente es muy conforme para representar su gloria, y su triunfo. Por lo que, no hacen mal los Pintores que le pintan teniendo   —472→   en la mano un pequeño estandarte, semejante al de los Emperadores, á excepcion de dos apariciones: la una, quando se apareció á sus Discípulos que iban de camino, y la otra, quando se manifestó la primera vez á la Magdalena. Porque en la primera debe pintarse en trage de Peregrino: aunque para representarlo así, sea tolerable el que se le pinte ceñido, y con un vestido corto hasta las rodillas; y ademas con un báculo largo, y un sombrero cubierto de conchas, como suelen ir nuestros Peregrinos quando vuelven de Santiago; pero en la segunda, debe pintarse absolutamente en figura de Hortelano, ó de Jardinero, con la pala, ó azadón en sus manos. Todo lo qual debe dexarse al juicio del Pintor sabio y prudente.

7 Acerca de la Ascension de Christo Señor nuestro á los Cielos, tal qual cosa se me ofrece que advertir al Pintor. En primer lugar, es sentencia que con mucha razon siguen comunmente los Escritores, que Jesu-Christo en el mismo lugar de donde subió á los Cielos, dexó estampadas allí sus sagradas, y adorables huellas. De este dictamen fué S. Paulino Obispo de Nola1036; y mucho despues de él, fué del mismo parecer el Venerable Beda, movido de lo que dice Adamanno Presbítero, testigo de vista de aquel lugar: lo mismo afirman otros que han escrito de los santos Lugares. Por lo que, será prudencia de los Pintores, y conforme á la verdad el pintarlo de este modo. Ademas: constando por la Historia Sagrada, que al empezar Christo á subirse á los Cielos, bendixo á sus Discípulos; y afirmando Autores muy graves que esto lo hizo el Señor segun el rito con que los Pontífices, y Sacerdotes bendicen al Pueblo; si acaso quisiere alguno pintar esta accion, hase de pintar Christo con la mano levantada, á la manera que suele hacerlo el Obispo quando dá la bendicion al Pueblo.   —473→   Mas, quando se pinta subiéndose ya al Cielo, nadie ignora que se le debe pintar levantadas las manos, como ya regularmente suelen practicarlo. Y así, no hay para que gastar tiempo, ni detenernos en esto. Y que en este hecho deban pintarse Angeles acompañando, y obsequiando al Señor, se colige de la misma narracion de dicho Misterio; lo que meditan pía, y doctamente muchos de los Padres sobre aquello del Psalmo1037: Attollite portas principes vestras: como que era voz de los Espíritus Celestiales, que iban acompañando á Jesu-Christo, quando se subía á los Cielos. Pero no puedo aprobar el que se pinte á Christo levantado en el ayre por manos, ó hombros de Angeles; antes defendería gustoso, que en esto se contiene error, ó que se puede mezclar algun peligro. Porque Christo Señor nuestro, aunque llevando consigo, y elevando la humanidad que habia tomado, se subió á los Cielos (de donde habia baxado, y de donde no se habia apartado viniendo al mundo) no con el socorro, ayuda, ó ministerio de alguna criatura, sino por su propia virtud. Y si en algun parage parece que dá á entender San Agustin1038, que Christo en su Ascension, y elevacion, se valió del ministerio de Angeles; sin embargo no intentó decir otra cosa, sino lo que enseña la Fé, quando nos dice: Atiende en una misma persona el poder divino en el que eleva, y la naturaleza humana en el que es elevado Sobre lo qual (pues no faltaron Autores, aun Católicos, que dieron ocasion de errar á los Pintores)1039, me parece muy del caso transcribir aquí las palabras de un Pontífice grande por su nombre, y por sus hechos1040, que dicen así: Hase de advertir tambien, que leémos de Elías, que subió al Cielo en un carro; á saber, para que se hiciera patente,   —474→   que un puro hombre necesitaba de socorros agenos. Estos socorros se manifestaron por medio de Angeles:pues ni aun podia por sí mismo subir al Cielo aereo,el que estaba impedido por el peso de su naturaleza Pero no leémos de nuestro Redentor, que se subiese al Cielo en carro, ó con ayuda de Angeles; pues el que todo lo hizo, era llevado sobre todo por su propio poder

8 Ya que hemos llegado al fin de la vida de Jesu-Christo, y dicho de los Misterios de su Resurreccion, y Ascension á los Cielos; solo resta decir algo brevemente, y muy de paso, sobre la Venida del Espíritu Santo, y del juicio final. Con efecto, en aquella celestial venida, que sucedió el dia de Pentecostés, los Pintores representan al Espíritu Santo en forma, y figura de paloma; lo que es tan freqüente, y recibido, que apenas se halla otro modo de pintarlo. Pero esto, si con rigor se exâmina la historia del referido hecho, podria parecer error, y con razon: pues no se lée que el Espíritu Santo en aquel suceso admirable, se manifestase, ó apareciese á los Apóstoles en forma de paloma, sí solo en figura de lenguas de fuego: Y se aparecieron (dice la Escritura) lenguas esparcidas, como de fuego, y se sentó sobre cada uno de ellos en particular: y fueron llenos todos del Espíritu Santo. Mas, como este modo de pintar está enteramente recibido de todos en la Iglesia, no se ha de abandonar, ni tachar de error: particularmente, constando que ya antes se habia aparecido el Espíritu Santo en el Jordan en figura de paloma sobre la cabeza de Jesu-Christo: y habiendo fuera de esto otras muchas razones que sería cosa larga el referirlas, que persuaden deberse pintar en esta figura, siempre que convenga pintar á aquel Divino Espíritu. Bastará advertir aquí brevemente, que un severo herege presumió apropiarse á sí mismo las palomas de oro, y plata, que representasen al Espíritu Santo, y estaban pendientes sobre los Bautisterios, y altares: sobre lo qual los Clérigos, y Monges de Antiochîa   —475→   escribieron al V. Concilio, que fué el Constantinopolitano, y vémos repetido el mismo hecho en la VII. Sínodo: siendo cierto, que en una de estas palomas guardó el Gran Basilio la Sagrada Euchâristía, como lo afirma Amphiloquio en su vida. Hace tambien mencion de esta Pintura S. Paulino de Nola1041 en sus versos. Mas, el pintar en la misma tabla, no solo á los Apóstoles, sino á otros muchos Discípulos que estaban congregados en la misma casa, cuyo número poco antes casi en la misma narracion se extiende hasta ciento y veinte; es cosa prudente, y discreta, y en ninguna manera erronea, como pésimamente pretende el Herege, á quien en este particular refuta muy bien el Autor muchas veces citado1042. Finalmente, el pintar á la Sacratísima Virgen, no solo en medio de los Discípulos, sino en un puesto algo mas alto, es cosa pía, católica, y no ridícula, como con la desvergüenza, que les es familiar, parlan los Hereges: de los quales uno, á quien ni aun quiero nombrarle, dice: Hacen ridículamente los que en pintar esta historia, suelen poner á María Madre del Señor en medio de los Apóstoles,para hacerla la principal del Colegio Apostólico:cosa que nunca le vino al pensamiento á aquella Santísima Virgen. Pero deberían haber tenido presente, que los Apóstoles, y verdaderos Discípulos de Jesu-Christo, tuvieron siempre un grande honor, y respeto á la Bienaventurada Virgen, á quien reverenciaban como á Madre comun, acordándose de la última voluntad de su Maestro, que estando ya para morir, dixo á uno de ellos: Hé aquí á tu Madre: sin que por esto pueda inferirse, sino absurdísimamente, que la Santísima, y humildísima Virgen se arrogó algun imperio, y potestad sobre aquella Iglesia, y Colegio, como lo enseña muy bien S. Epiphanio1043 escribiendo contra los Colyridianos, que   —476→   ofrecian á María los sagrados Misterios del Altar. Antes la misma Señora, como dicen Escritores doctos, y píos, tenia mucho respeto á los Apóstoles, y Sacerdotes del Señor: como que sabía bien, que eran ministros de Jesu-Christo, y que tenian potestad de exercer los divinos Misterios.

9 Sería muy difuso el que quisiera notar lo mucho que se ofrecia decir acerca del Juicio final del Mundo, cuya Pintura, aun sin ser exâcta, no es de qualquier Pintor el representarla, sino del mas sobresaliente en su Arte. Con efecto, como la Pintura de este Juicio, que hizo Miguel Angelo, á juicio de los inteligentes, sobrepuje á quantas ha habido, hay, y habrá, no solo por lo que toca á la pericia del Arte, sí tambien por lo que mira á la erudicion de las cosas pintadas; deberánla tener siempre presente los que quieran emprender tan grande obra. Otra Pintura hay tambien memorable sobre el mismo asunto, hecha por Juan Cousin, Pintor Francés, que la hizo para el Christianísimo Rey de Francia Luis XIII. la que sin embargo fué causa de que algunos se ofendiesen de ella, de suerte que fué delatado al Obispo, como á reo de haber violado la Fé, y despreciado la Religion, por haber pintado á algunos de los que habian de quedar condenados á eternos tormentos, con las insignias, ó de una gran dignidad en la Iglesia, ó con el distintivo de algun hábito religioso. Pero quedó libre de esta, que no tanto era acusacion, como calumnia, diciendo, que deseaba él con las mayores veras, que ningun hombre colocado en dignidad, ó que hiciera profesion de santidad, se condenára; pero que dudaba mucho que ello fuese así, temiendo que habría no pocos (lo que es prueba de la mayor miseria) que quanto mas resplandecieron, y fueron visibles en la tierra por sus dignidades, y por un género de estado, y profesion mas santa, tanto habia de ser mayor su ruina en el infierno. Baste ya sobre esto.

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10 Mas, ya que no todos los Pintores, aunque por otra parte merezcan alguna alabanza, pueden vér las Pinturas de tan grandes, y excelentes Maestros, quales son en efecto los que hemos citado; quiero advertir de paso algunas cosas acerca de la tabla, y Pintura del Juicio final. La primera es, que aunque algunos de los antiguos han acostumbrado pintar á la Virgen Santísima arrodillada ante el trono de su Hijo, y al Bautista en la misma situacion, como suplicando, é intercediendo por los pecadores, sin embargo ningun Pintor cuerdo, y erudito debe imitarlo. Porque, si bien este modo de pintar pueda entenderse de algun modo en otro sentido pío, conforme advirtió bien el Autor muchas veces citado1044; con todo es mucho mas conforme á razon, que esto se quite enteramente, para que los indoctos no tomen de ahí ocasion de algun error peligroso, pensando que en aquel acto formidable podrán aprovechar algo á los pecadores, é impenitentes, los ruegos, y súplicas de la Sacratísima Virgen; quando ya no habrá entonces lugar á la misericordia, sino á la justicia. Ni quiera objetar alguno en contrario el pasage de un pío, y antiguo Poeta, el qual hablando del Martir S. Roman1045, concluye así:


Vellem sinister inter hædorum greges,
Ut sum futurus, eminus dignoscerer,
Atque hoc precante, diceret Rex optimus,
Romanus orat: transfer hunc hædum mihi;
Sit dexter agnus: induatur vellere

Porque esto, aunque cosa pía, y elegante, no es, sino una pía hipérbole, y exâgeracion: la que por tanto, querer representarla en la tabla, como que de hecho ha de suceder así; en ningun modo debe hacerlo el Pintor   —478→   erudito. Tambien es error el pintar en el Juicio final, resucitados á unos como á niños de tres años, á otros, como que están en la edad juvenil, y á otros con muchas canas, ya viejos, y decrépitos. Pues todos en aquel gran Teatro, así justos, como réprobos, y los que murieron en pecado original, comparecerán en la edad perfecta; á saber, en aquella en que los cuerpos, no teniendo impedidas las fuerzas del alma, habrian tenido la debida perfeccion, y robustéz: lo qual, por suceder regularmente en la edad de treinta y tres años, por eso dixo el Apostol1046, que todos compareceríamos como varones perfectos, á la medida de la edad cumplida de Christo: y que esto sucederá tambien con aquellos de quienes acabamos de hablar, es sentencia comun, y recibida de los Doctores Escolásticos con Santo Thomas1047: ni es de extrañar; pues la misma sentencia llevan S. Agustin, Hugo de S. Victor, y otros muchos. Ni de aquí se sigue (cuyo aviso singularmente toca á los Pintores) que todos, así justos, como condenados, quedando inmortales, tendrán los mismos lineamentos en las caras, los mismos semblantes, la misma estatura, ú otras cosas semejantes, que como pertenecen á la variedad de la naturaleza, segun esta se halla en diversos individuos, pero sin ninguna monstruosidad ó deformidad; sin duda que deberá esto observarse despues de la resurreccion universal. Ni debe hacernos alguna impresion el que S. Agustin en el lugar que acabamos de citar, parece que afirma ser esta una cosa muy incierta; porque Todos resucitarán (dice) con un cuerpo tan grande, como lo tuvieron, ó habrian tenido en la edad juvenil; aunque no habrá inconveniente en que tengan forma de niños, ó de viejos,donde no quedará ninguna flaqueza en el alma, ni aun en el cuerpo.   —479→   Por lo que, si alguno pretendiese que cada qual resucitará en aquella forma corporea que tuvo quando murió, no debemos porfiar tenazmente con él. Hasta aquí San Agustin. Lo que sin embargo no debe mover al Pintor erudito, para que dexe de hacerlo del modo que hemos dicho. Porque este Santo Padre, enemigo de contiendas, solo pretende decir en el citado lugar, no ser esto tan cierto, que sea artículo de Fé: pero ello es tan cierto, que lo contrario parece improbable, como advirtió bien el Doctor Exîmio1048; y por los mismos fundamentos (contra lo que han dicho algunos que opinaron de diverso modo) realmente se convence, que ni aun los cuerpos de los condenados despues de la resurreccion, tendrán aquellos defectos que tuvieron en esta vida mortal. Por lo qual ninguno de ellos resucitará manco, mutilado, ciego, corcovado, coxo, zambo, ni con otro defecto semejante. Y la razon de esto, que es muy buena por ser de Santo Thomas1049, es, porque la resurreccion es obra de Dios, y de solo Dios obrando milagrosamente: y que las obras de Dios sean perfectas, se echa de vér por el testimonio de la Sagrada Escritura.

II Todavía se alejaría mas de la verdad el Pintor, que entre todos los resucitados, pintára solamente hombres, y ninguna muger; movido acaso de la opinion de algunos, que pensaron sucederla así en realidad: engañados por el testimonio que citamos de San Pablo1050, donde se dice, que todos saldrán al encuentro á Christo como varones perfectos, &c Pero este es un vano delirio, por mas que á ellos les parezca que les favorecen algunos de los Santos Padres, como S. Basilio, S. Athanasio, y S. Gerónimo1051, cuyo parecer no entienden bien los que se persuaden estár afianzados con la autoridad   —480→   de tan grandes Padres de la Iglesia: pues los mas graves de ellos siguen nuestra sentencia, que es la verdadera, aun aquellos que se alegan por la contraria, Tertuliano, S. Agustin, S. Juan Chrisóstomo, y Beda1052, á quienes con su acostumbrado juicio siguió Santo Thomas: y lo que es mas, S. Gerónimo, y S. Athanasio, que se citan á favor de la primera sentencia, dicen expresamente lo contrario1053; y así será del caso poner sus mismas palabras: Porque, si esto te parece increíble (dice S. Athanasio) oye al Señor que dice á los Saducéos, que en la resurreccion de los muertos,ni se casarán, ni tomarán mugeres: no que (prosigue el mismo Santo explicándose á sí mismo) dexen de resucitar hombres, y mugeres; porque en la resurreccion,los varones resucitarán varones, y las mugeres, mugeres,como la misma Madre de Dios; pero serán, dice, como Angeles. No podia decirse cosa mas clara, ni mas expresa. Y por lo que toca á San Basilio, lo vindicó bien, y elegantemente un Autor moderno, y erudito, que citarémos luego. A estos, y otros Santos Padres siguen comunmente los Doctores Escolásticos, que pueden verse á cada paso.

12 Comunmente digo, porque, lo que un Autor por otra parte gravísimo, afirma con estas palabras1054: Esto es cierto, como consta de la doctrina de todos los Escolásticos,ni ningun Católico pone duda en ello, parece haberlo dicho menos advertidamente, ó á lo menos con alguna exâgeracion. Ciertamente el erudito, y doctísimo Padre Cornelio Alápide, hombre de cuya fidelidad, y veracidad no se puede dudar1055. Parece (dice) ser este el parecer de S Gerónimo, y de otros que dicen, que en   —481→   la resurreccion no habrá diversidad de sexosY entre los Escolásticos Escoto enseña expresamente in 2. dist. 20. que todas las mugeres, á excepcion de la Bienaventurada Virgen, resucitarán en sexô varonil. Esto es lo que refiere Alápide. A lo que, valiéndose de la ocasion, responde tan clara, y elegantemente el eruditísimo, y gravísimo P. M. Fr. Miguel Perez Monge Basilio, Decano, y Catedrático jubilado de Prima de Theología1056, uno de los Theólogos Salmanticenses que aun viven, á quien nombro por honrarle, y reverenciarle; que no dexa nada por tocar de lo perteneciente á ilustrar esta materia. Véale el erudito Lector, en el lugar que cito abaxo, que no le pesará del tiempo, y trabajo que gastáre en ello. En suma, para comprehenderlo todo de una vez, si algunos Santos Padres parece que siguieron alguna vez la sentencia contraria ó por decirlo mejor, este absurdo, se han de interpretar en buen sentido. De lo que facilmente se entiende, que así en el Cielo, como en el Infierno, despues de la resurreccion, no habrá diversidad de sexôs quanto al uso, pero sí quanto á la substancia, y exîstencia de ellos. He tratado esto acaso mas largamente de lo que convenia, y tenia intencion, dexándome llevar de la dignidad de la materia, que no tanto mira á los Pintores, quanto á los Theólogos.

13 Pero en lo que han pecado mas sobre esta Pintura los mas excelentes Artífices, sin exceptuar al incomparable del Miguel Angelo; es en la insolente, y provocativa representacion de la desnudéz de los cuerpos de ambos sexôs, la que fué en tal grado en la Pintura del referido Pintor, que por mandado, aun de los Sumos Pontífices, fué precisado á enmendarla, y corregirla, y á ponerla con mas modestia por lo perteneciente á la desnudéz de los cuerpos. Mucho he dicho arriba sobre   —482→   este punto, y por tanto no quiero repetirlo aquí. Con efeto, respecto á lo que vamos tratando, no solo es una cosa inutil, y superflua, sino que es cosa horrenda, que en una Pintura, en que se nos representa, y pone á la vista aquel estrecho Juicio de los mortales, en que tendrémos que dar cuenta á Jesu-Christo hasta de una palabrilla ociosa; en aquella misma Pintura, digo, se nos suministre un ancho, y espacioso campo para caér en pensamientos impuros. Omito de propósito otras cosas de menos importancia, particularmente no siendo tan freqüentes en las tablas, y Pinturas de los mencionados Artífices. Porque, el que Miguel Angelo haya pintado sin alas á los Angeles, y á los demonios sin cola, ni uñas, ya lo hemos referido, y desaprobado arriba1057

14 Resta ahora, por complemento, y remate de esta materia, y de todo este libro, decir algo brevemente acerca de algunas Imágenes de Christo Señor nuestro, que son bastante freqüentes, y que no tanto parece que refieren algun hecho, quanto que son signficativas de algun misterio. La primera de estas, que es antiquísima, pues de ella hace mencion Tertuliano1058 (lo qual solo podria bastar para convencer á los Hereges enemigos de las Imágenes) es la Imagen de Christo en figura de Pastor que está llamando, y acariciando á los pecadores, como á ovejas descarriadas, cuya Imagen se veía grabada en los Cálices sagrados; así como vemos ahora muchas veces pintado á Christo en la misma figura de Pastor llevando en sus hombros una oveja: en lo qual no hay ningun error, por estár sacado esto evidentemente de las palabras, y parábolas del Evangelio1059. Otra hay, y bastante comun, en que pintan á Christo teniendo en la izquierda al mundo en figura de globo, y sobre él la señal de la Cruz, y que le está dando la bendicion con su derecha; cuya Pintura se ha introducido por su misma   —483→   autoridad, por competer singularmente á Christo Señor nuestro lo que dixo Isaías1060: ¿Quién midió las aguas con su puño, y aderezó los Cielos con su palmo? ¿Quién ha tenido pendiente de tres dedos toda la mole de la tierra? Y lo del Apostol1061: Por él le plugo reconciliar para sí todas las cosas, pacificando por la sangre de su Cruz, todo lo que hay en el Cielo, y en la tierra; y otras cosas semejantes.

15 Otras hay mas particulares: pues no es muy raro el pintar á Christo como metido dentro de un lagar, y la Cruz, como la biga que lo aprieta, y exprime; de suerte que de las cinco llagas corra mucha sangre, que los Angeles están recibiendo en sus cálices. Lo que, si bien no contiene ningun error, pues parece que se toma expresamente de las palabras de Isaías, que dice en persona de Christo1062: Yo solo pisé el lagar: pero á decir la verdad, quisiera que no se pintára con tanta freqüencia, por no entenderlo, ni percibirlo facilmente, sino los que están algun tanto adelantados en la doctrina de la Iglesia, y de la Sagrada Escritura. Otra vemos finalmente (omitiendo las demas) en la qual se pinta á Jesu-Christo, que desgarradas sus carnes con azotes, coronado de espinas, y si mal no me acuerdo, traspasadas con clavos sus manos, y pies, está arrodillado sobre la Cruz orando á su Eterno Padre. Esta Pintura la reprueba, y tacha de erronea un Autor de no poco nombre en esta materia1063, cuyas palabras no dudo ponerlas enteras aquí, para que no parezca que digo algo mio propio. Es tambien (dice este Autor) una Pintura erronea, y sobradamente grosera, la que representa al Salvador orando de rodillas delante de su Padre sobre el patíbulo de la Cruz Contra la qual S Gregorio Nacianceno dice lib. 4 de Theologia: El Consolador Jesus no se postra, y arrodilla ante los pies de su Padre á la manera de los esclavos,   —484→   quando suplican. Apártese del ánimo esta comparacion verdaderamente servil, é indigna Pues ni es propio del Padre el exîgir una cosa tal, ni del Hijo el admitirla A la verdad ora Christo á su Padre, pero ni humillándose, ni haciéndole súplicas: sino que entró en el Cielo como Pontífice en el Sancta Sanctorum por su propia sangre; para comparecer por nosotros á los ojos de Dios Allí, manifestando las llagas de su cuerpo, pide, intercede, ruega, ó exîge por nosotros. Pero, si yo me viera precisado á decir modestamente mi parecer, y opinion, no me atreviera á condenar de erronea dicha Pintura. Porque el que Christo orase por los pecadores, no arrodillado, sino (lo que es mas) clavado en la misma Cruz, consta de aquellas palabras del Evangelio: Padre, perdónalos. Y el que se le pinte arrodillado sobre la Cruz, ademas de que pudo suceder por algun poco tiempo antes de ser crucificado, particularmente siguiendo la sentencia que preferimos arriba1064, de que Christo fué puesto en la Cruz estando en el suelo: Ademas, digo, que esto no denota que sucediese así; solo es (segun á mí me parece) una pía meditacion, en que se demuestra, que Christo Señor nuestro ofrece á su Eterno Padre sus tormentos, y muerte ignominiosa, y acerbísima: en todo lo qual no hay, á mi juicio, ningun absurdo.

FIN DEL TOMO PRIMERO.

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CORRECCIONES

Erratas. Léase

Pag. 34. lin. 4. ya, demostraron.............................. ya, y demostraron

Pag. 71. lin. penult. pasemos en adelante.............. pasemos adelante.

Pag. 85. lin. p. en las citas locis.............................. loris

Pag. 106. lin. 3. y con.............................................. y que con.

Pag. 213. lin. 8. se le da........................................... se lo da.

Pag. 242. lin. 8. lo ha.............................................. lo han

Pag. 255. lin. 15. al contrario, pintando á Christo...... al contrario, á Christo.

Pag. 286. lin. 19. paso en silencio, y muchas cosas... paso en silencio muchas cosas.

Pag. 287. lin. 2. al................................................... la.

Pag. 405. lin. 19. suas.............................................. sus.

Pag. 412. lin. 9. con las mugeres.............................. en las mugeres.

Pag. 437. lin. 16. sean.............................................. son.







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