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ArribaAbajoCAPITULO IV.

De las Imágenes de S. Ildefonso Arzobispo de Toledo, y de S. Raymundo de Peñafort, General de la Orden de Predicadores


I Celebra la Iglesia en un mismo dia, esto es, á 23. de Enero, á estos dos grandes Santos, insignes en santidad, y dignidad; cuyos hechos, y escritos, si alguno quisiere enteramente indagarlos, es preciso, que léa á otros Escritores: yo, ciñéndome dentro los límites de mi asunto, diré solamente algo de lo que pertenece á sus Imágenes, y Pinturas. S. Ildefonso, pues, ó Adelfonso, que así, y aun de otros modos le llaman los antiguos, el mas esclarecido de los Obispos, que gobernaron la Iglesia de Toledo en los últimos tiempos de los Godos, floreció en santidad, y sabiduría por el siglo VII. de la Iglesia. Por lo que respeta á sus Imágenes, se han de considerar principalmente dos cosas. La primera, que á este Santo le suelen pintar (y con bastante freqüencia) con hábito de Monge Benedictino, por pensar muchos, no solo del vulgo, sí tambien hombres doctos,   —83→   y no pocos en número, que siguió el Instituto, y Regla del Gran Padre S. Benito. Otros defienden tenazmente lo contrario, pensando que el Instituto, y Regla de S. Benito, todavía por este tiempo, no se habia extendido á España. No faltan razones, y fundamentos por ambas partes. Yo, que no tengo particular interés en ello, y que estoy como puesto de por medio entre los dos partidos, podré justamente tomar en mi boca aquello del Poeta:


Non nostrum inter vos tantas componere lites

Pero, si me es lícito, sin perjuicio de nadie, decir sencillamente mi parecer; digo ser cierto, que S. Ildefonso profesó la Vida Monástica en el célebre Monasterio Agaliense, sobre cuya situacion, y lugar donde estuvo antiguamente, aun hoy lo disputan los eruditos, y todavía está por decidir. Esto, á mas de que consta por los monumentos de Cyxila, y de otros, se hace evidente por el testimonio irrefragable del mismo S. Ildefonso, que dice así1163, hablando de S. Heladio antecesor suyo: Porque á nuestro Monasterio (hablo del Agaliense) cuya entrada en él, me hizo Monge, &c. Luego el Santo Prelado profesó el Monacato, antes de ser Obispo. Así es, dirá alguno; pero no el Instituto de S. Benito. Que ¿acaso es esto contrario á la razon de los tiempos? En ninguna manera: como facilmente pueden conocerlo aun los menos doctos. Luego, aunque confesemos, que el pintar á S. Ildefonso con hábito de S. Benito, no es un apoyo bastante firme para la historia; también deben todos confesar, que sin nota de error, ni de poca instruccion, se le puede pintar con hábito, é insignias de Monge Benedictino.

2 Mayor defecto es, segun á mí me parece, y por   —84→   decirlo mas claro, es error crasísimo, el que he observado en una Imagen bastante célebre de S. Ildefonso, que muchas veces he admirado, y contemplado; la que hizo en Flandes, un Pintor de bastante fama. En dicha Imagen, se vé pintado el glorioso Prelado (en el mismo acto de que hablarémos luego, á saber, quando recibió de la Virgen la dádiva, ó vestidura celestial fabricada por manos de Angeles, para que se sirviera de ella quando dixese Misa) vestido con alba, manípulo, y estola, pero desnudos totalmente los pies: lo que no puedo aprobar. Porque aun dado, que así hubiese andado el Santo alguna vez (lo que tengo por muy dudoso, y aun por falso, singularmente siendo ya Prelado de Toledo) debiera sin embargo pintarse calzado, quando iba, ó estaba para celebrar, como se le representa en dicha Imagen: particularmente en aquel tiempo, en que ya estaban recibidas las sagradas, y siempre venerables ceremonias de la Misa. Pero los Pintores, usando de su potestad, justa, ó injusta, á todo se atreven, por mas que ofenda los ojos de los que miran.

3 Bien que, la mas freqüente Imagen de este Santo, es representarle recibiendo de las manos de la Sacratísima Virgen aquella vestidura Sacerdotal, en vista de cuyo beneficio, pudo ya desde luego ser contado entre los moradores celestiales, y domésticos del Señor. El hecho lo vemos celebrado por boca, y alabanza de todos: pero séame lícito referirlo con las palabras de un antiguo, y piísimo Escritor, y quanto lo permitian aquellos tiempos, elegantísimo1164. Cyxila, pues, que fué sucesor de S. Ildefonso en la misma ilustre Silla de Toledo, describiendo difusamente el hecho; despues de haber dicho muchas cosas, añade: Pero él (S. Ildefonso) que sabía muy bien lo que pasaba, postrándose ante el Altar de la Santísima Virgen, encontró sentada á la misma   —85→   Señora en la cátedra donde solía sentarse el Obispo,y saludar al pueblo :::: y levantando los ojos, miró al rededor de él, y vió todos los arcos de la Iglesia llenos de esquadrones de vírgenes, que cantaban Salmos de David, con una harmonía muy dulce,y suave. Entonces mirándole la Virgen ::: le habló de esta manera: Acércate hácia mí, rectísimo siervo de Dios, toma de mi mano esta dádiva, que te he traído de los tesoros de mi Hijo: pues así te conviene; de suerte que bendiciéndola, has de usar de ella solamente en mis Festividades. Qué, y qual haya sido esta vestidura, nadie, en quanto yo sepa, lo ha dexado escrito. Pero es comun, y general persuasion, que fué una Casulla, lo que no debemos facilmente contradecir: bien que, segun yo pienso, no tenia la forma, que regularmente tienen las de ahora para mayor comodidad de los Sacerdotes, sino que cubria los hombros, y parte de los brazos; y tal vez todo el cuerpo hasta los pies. No es esta aseveracion mia, sino de muchos Autores gravísimos. La Casulla, dice el pío, erudito, y Eminentísimo Bona1165, segun atestigua S. Isidoro, lib. 19. Originum cap. 24. es diminutivo de casa, por quanto cubre á todo el hombre, como una casita pequeña. Y poco despues: Antiguamente las Casullas eran del todo redondas, que circuían al hombre todo, desde el cuello, hasta los pies, y tenian una sola abertura en medio, por donde metian la cabeza: por esto era preciso doblarlas, y ponerlas sobre el brazo, para que el Sacerdote pudiese exercer su ministerio, y usar libremente de sus manos ::: Pero los Latinos, para evitar el inconveniente de lo largo, y ancho de las casullas, que cerraban todo el cuerpo junto con los brazos, empezaron poco á poco á acortarlas, y á abrirlas por los lados, hasta que llegaron á tener la forma, que tienen las que usamos hoy. Lo que, por cierta   —86→   obra de mosayco, que todavía exîste en Roma, prueba el mismo Autor haber sucedido por los años del Señor CM.LX. Pero consta, que este año es muy posterior á la vida de S. Ildefonso, el qual segun la mas comun numeracion (bien que no falta quien diga lo contrario) murió el año de Christo DC.LXVII. De que facilmente se colige, lo que ya advertiria el prudente Lector, que la Casulla, que la Sagrada Virgen vistió; ó regaló á S. Ildefonso (pues esto último indícan mas las palabras de Cyxila) no fué tan parecida á las nuestras, como vulgarmente la pintan. Pero baste sobre esta materia.

4 S. Raymundo de Peñafort, tercer Maestro General de la Sagrada, y esclarecida Orden de Predicadores, es un Varon, ó Héroe, de quien hacemos justamente mucho aprecio todos los de mi Religion: pues que en la fundacion, ó ereccion de nuestro Instituto, esto es, de la Orden de nuestra Señora de las Mercedes, Redencion de Cautivos, fué S. Raymundo el principal, que contribuyó, y ayudó para que se pusiese por obra. Por lo que, le pintan con el Escudo de nuestra Orden, que tiene una Cruz blanca, y unas barras (pues así se habla vulgarmente, y lo entienden todos): lo que lejos de llevarlo á mal, lo tenemos á mucha honra, y aplauso, en prueba, y señal de nuestro agradecimiento.

5 No pretendo ni puedo tampoco referir aquí sus esclarecidos hechos bastará notar algo por lo que mira á la Pintura. Píntanle freqüentemente navegando, no en algun barco, sino tendida su capa sobre las olas, porque volviéndose (conforme leémos en su Rezo) desde Mallorca á Barcelona, tendiendo su capa sobre las aguas, hizo en el espacio de seis horas ciento y sesenta millas. La causa, ú ocasion de este milagroso suceso, no la ignoran los que estan versados en la Historia, y así no es menester exponerla aquí. Píntanle tambien muchas veces con las llaves en las manos: lo que no alude,   —87→   como dicen algunos, á que estando las puertas enteramente cerradas, entró alguna vez en su Convento, sino á que las llaves, que habia recibido de la Iglesia, las manejó con tal destreza, sabiduría, y probidad, que por esto justamente se dice de él, que fué Ministro insigne del Sacramento de la Penitencia. De suerte que él fué el primero que compuso una suma de casos de conciencia: ¡ó quan desemejante, y quanto mejor que otros escritos de esta clase, que no tanto en el dia nos ilustran, quanto nos llenan de obscuridad!

6 Mas, si se debe pintar S. Raymundo de Peñafort despues de Religioso Dominico, vistiendo por sus propias manos á S. Pedro Nolasco el Hábito de nuestra Señora de las Mercedes; es esta una qüestion, que ya hace mucho tiempo se ha ventilado con grande ardor, y clamores, casi diría, poco corteses, y alguna vez con jocosos dicterios, que nada tienen de edificacion: y así,


Nos hac ab scabie tenemus ungues

Pero es constante, que en una estampa, que se imprimió, habia algunos errores crasos, y contra la fé de la Historia. Tal es (por no dilatarme demasiado) el que entre los que se pintan asistiendo á aquel acto solemne, le pintan también Caballeros de la Orden Militar de Montesa; la qual sin embargo no fué instituída, sino noventa y nueve años despues (ó á lo menos, pasados muchos años, por no parecer, que quiero apurar sobradamente la materia) á instancias del Rey de Aragon D. Jayme II. el año de M.CCC.XVII. Y si damos fé á Historiadores fidedignos, sucedió al contrario, esto es, que quando se instituyó la Orden Militar de la Merced, no asistieron los Caballeros de Montesa, que aun no los habia; pero sí al instituirse la Orden de nuestra Señora de Montesa, asistieron algunos Caballeros, que todavía quedaban de la Orden de la Merced, como lo   —88→   he escrito, y manifestado en otro lugar, siguiendo á Autores dignos de toda fé. Pero baste sobre este punto.




ArribaAbajoCAPITULO V.

Propónese, y exâmínase con maduro juicio la Pintura en que se representa la Conversion del Grande Apostol, y Doctor de las Gentes S. Pablo. Y tambien se toca algo de la Pintura de S. Juan Chrisóstomo


Otra vez nos hallamos metidos en pleytos, y amigables discordias con Pintores, y Artífices muy célebres, y acreditados, los quales pintan, y pintaron ya antiguamente la Conversion á Jesu-Christo de aquel Grande Apostol, y Doctor de las Gentes S. Pablo, á quien venero, y veneraré siempre con el mas profundo respeto. Pero, ó yo me engaño mucho, ó ellos desfiguran de mil maneras la historia de las Sagradas Letras: lo que, á no probarlo, convengo en ser tenido por reo de un gravísimo delito. Primeramente, por lo que mira al mismo Jesu-Christo, ya tocamos arriba algo, á saber, que no era cosa decorosa el representar la magestad del Señor, conforme la pintó un Artífice de mucha fama, proponiéndonosle, no sentado, ni en pie, sino volando de lo mas alto de los Cielos, á la manera que un volatin se desprende precipitadamente de lo alto, pasando por la cuerda estrecha, que está colgada de la máquina: cosa que observaron ya, y reprobaron hombres doctos1166. Lo cierto es, que Christo Señor nuestro con su real presencia, y como la llaman los Escolásticos circumscriptiva, se apareció á S. Pablo quando estaba ya cerca de Damasco: lo que no solo defienden hombres muy sabios, sino que, segun á mí me parece, está muy cerca de la misma   —89→   certeza de la Fé. Pues refiriendo el Apostol, que el Señor, despues de su gloriosa Resurreccion se apareció á muchos, lo que no puede decirse, ni entenderse, sino de su presencia fisica, y real, añade luego1167: Y finalmente al postrero de todos, como á abortivo, se me ha aparecido á mí. Esto supuesto, no parece decente, ni decoroso, el pintar á Christo de otro modo, ni en otra situacion, sino segun sea mas conforme á su grande magestad, esto es, ó sentado, ó á lo que mas me inclino, estando en pie, y con semblante severo, y amenazador. Será, pues, mucho mas del caso, segun yo me persuado, el pintar á Jesu-Christo rodeado de mucha luz, y con resplandores brillantes, quanto sea posible; pero en pie, y como que están saliendo de su boca aquellas palabras:Saulo, Saulo, porqué me persigues?

2 Mas, por lo que toca al mismo Pablo, ó Saulo (que así se llamaba entonces) es menester para mayor claridad advertir aquí oportunamente tres, ó quatro cosas. I. De qué edad se debe pintar á Pablo en este triunfo de Christo, y del mismo Pablo, consiguiendo el Señor una perfecta victoria sobre él, haciéndosele su amigo, y el mas fiel siervo de quantos ha habido. II. Con qué vestido, ó en qué trage se le debe representar. III. Si yendo de camino á pie, ó montado á caballo. IV. Finalmente, si en una mula, ó sobre un jumento: pues de todo esto exâminado con reflexîon, resultará el recibir nuevas luces esta Pintura, que ciertamente es muy freqüente.

3 En quanto á su edad, un Pintor no del vulgo, ni de la ínfima plebe1168, sino el que tiene casi el primer lugar entre ellos, le representó enteramente viejo: pero sin duda, que este tal, aunque excelente Pintor, estaria discurriendo otra cosa, quando le vino un tal pensamiento.   —90→   Pues debia tener presente, que habiendo esto sucedido, quando apenas se habian cumplido uno, ó dos años de la gloriosa Ascension de Christo á los Cielos, sobre que varían algun tanto los eruditos; al mismo Pablo, ó Saulo, en la pedréa de S. Esteban, que había sucedido poco antes, le llama la Escritura mozo con estas palabras1169: Y los testigos dexaron sus vestidos á los pies de un mozo, que se llamaba Saulo. De cuya accion, dándonos un grande exemplo de humildad, hace mencion el mismo Apostol, como el mayor acusador, y fiscal de sí mismo. Otros al contrario, movidos de las palabras referidas, le pintaron mozo de diez y ocho, ó lo que mas, de veinte y dos años. De esta opinion es el citado muchas veces Andres Gilio, insigne en sus reglas á los Pintores, el qual sin embargo se engaña, como veremos luego. Tal es la debilidad del entendimiento humano, que tropieza muchas veces aun en lo que quiere advertir á los demas. Pero quien seriamente quisiere dar en el blanco, ni lo pintará viejo, ni sobradamente mozo, sino de edad de treinta y quatro, á treinta y cinco años, por ser esta la edad, que tenia el Grande Apostol, quando sucedió su admirable conversion, como afirman, y quanto cabe, lo prueban sólidamente hombres doctísimos, que no es menester referir aquí, ni citarlos con escrupulosa prolixidad. Ni debe mover á nadie para pensar lo contrario, el lugar que hemos insinuado, donde el Apostol, poco antes, ó á lo menos, no mucho antes de su conversion, es llamado mozo, ó joven. Pues es cosa bastante usada entre los antiguos, el llamar jóvenes á los que no llegan á la edad de quarenta años: lo que no es de este lugar tratarlo difusamente. Léanse sobre este particular los gravísimos Padres de la Iglesia S. Irenéo, y S. Agustin1170.

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4 Pero es mayor de lo que puede decirse la somnolencia de los Pintores, y la ignorancia, que tienen de los hechos (y esto es de lo que se trata en segundo lugar); quando representan á Pablo del mismo modo, que pintarian á Syla, ó á Mario: á saber, adornado como un Soldado Romano, con su manto militar, sus corazas, y grevas, y tapada su cabeza con morrion: para que de pies á cabeza, como dicen, se eche de ver mas patentemente el error. Yo mismo le he visto, y contemplado muchas veces pintado de ambos modos: esto es, armado como un Soldado Romano, y al mismo tiempo viejo, y enteramente cano, y lo que es mas de extrañar, con la barba algo larga: lo que tambien es error, que conoció, y procuró evitar, segun afirma Gilio1171, aquel famoso Pintor Miguel Angelo, el qual sin embargo de haber pintado viejo á S. Pablo, con todo no le pintó vestido en trage de Soldado Romano, y con mucha razon: porque ¿qué tuvo jamas de comun un Judío, como era Pablo, con el trage, y adornos de un Capitan Romano? Hase, pues, de pintar á S. Pablo con aquellos vestidos, que comunmente usaban los Judíos, particularmente los que querian ser tenidos por mas religiosos; de los quales tocamos algo arriba: á no ser que discrepen en ceñirlos mas alto, para que no fuese caso, que llegando hasta los pies, sirviesen de embarazo al que iba de camino, ora anduviera montado á caballo, ó bien á pie, de que vamos á hablar.

5 Muchos Intérpretes, y de grande nota, que no es mi ánimo referirlos aquí á la larga, son de parecer, que S. Pablo, quando perseguia á los Christianos, llevando consigo cartas para Damasco, iba á pie. Véalos quien quisiere en Cornelio Alápide1172: y lo que es mas, un Poeta citado por Lorino, pero anónymo,   —92→   á quien por tanto no he podido ver, hace burla de los Pintores, por no pintarle á pie en esta coyuntura. Estos son sus versos.


Mentitur Pictor Paulum qui pinxit equestrem,
Cum clarè constet quod fuit ille pedes.

Sin embargo, como parezca dificil, y no digno de crédito, que el Apostol, y sus compañeros (pues es de Fé que traia compañeros consigo, y que le estaban como rodeando) emprendiesen un camino de cinco, ó seis dias yendo á pie; muchos comunmente no lo admiten, y con bastante razon. Resta, pues, (dirá alguno) que anduviese del modo que regularmente le pintan. Aquí está la dificultad.

6 Confieso espontaneamente, que no solo el vulgo de los Pintores, sino tambien los mas sobresalientes, han solido pintar á S. Pablo, caído del caballo en el acto de su conversion. De que facilmente se infiere, que iba montado en él, quando hizo su viage de Jerusalén á Damasco. ¿Pero con qué caballo? ¡Admiraos, Cielos! á saber, qual apenas lo podria describir un Poeta con exquisitos rodéos de palabras: en suma, tal, que podria servir, no para Saulo enemigo del nombre Christiano, que era Judío, y de la secta mas religiosa de los Fariséos; sino para aquel Paulo Emilio, si hubiese tenido que entrar en Roma, no en un carro triunfal, sino montado á caballo, quando volvia victorioso por haber vencido á Perséo Rey de Macedonia. Y en esto muchas veces, mas que en la misma Imagen de S. Pablo, empléa principalmente el Artífice su habilidad, é industria. Viólo esto, y reprehendiólo un Escritor de mucho pulso, y de gran dignidad el Cardenal Gabriel Paleoto. Pero yo no me paro en eso, sino que afirmo constantemente no haber hecho el Apostol su viage montado en un caballo: de suerte que es error el pintarle caído, ó arrojado   —93→   de un caballo brioso, por mas que el pintarle así, tenga mucha cabída entre las imaginaciones populares. Muévenme á pensar de este modo, no vanas conjeturas, sino, como pienso, fundamentos sólidos, y de mucho peso, que voy ya á manifestar á favor de esta causa, que es de mi intento.

7 Pensaron algunos, que á los Judíos, y á todos los Israelitas les estuvo prohibido el uso de los caballos, por haber leído, que solían ir montados, no sobre caballos, sino sobre jumentos. Cosa es muy sabida la que hallamos escrita de la República de los Hebréos, quando estaba todavía floreciente; á saber, que los hombres de mas esclarecida condicion, y calidad, no se servian de caballos, sino de jumentos. Así vemos que de Jaír Juez de los Israelitas, se dice1173: Jaír, que juzgó á Israel :::: este tuvo treinta hijos, que cavalgaban sobre treinta asnos. Lo mismo leémos de Abdon, de quien dice, la Escritura1174: Despues juzgó á Israel Abdon ::: el qual tuvo quarenta hijos, y de estos treinta nietos, que cavalgaban sobre setenta asnos. De estos, y otros muchos lugares, afirman los Autores que hemos insinuado, que por habérseles negado á los Israelitas el uso de los caballos, aun á los mas distinguidos en dignidad, y nobleza, solían ir sobre jumentos, y no montados en caballos. Mas yo, que no me acuerdo haber leído nunca, que hubiese alguna ley, que prohibiese expresamente á los Israelitas el uso de los caballos, no me atrevo á afirmar otro tanto. Lo que consta sí, es habérseles prohibido, aun á los Reyes, el que pudiesen mantener un gran número de caballos, por leérse en el Deuteronomio1175: Luego que fuere constituido (Rey) no multiplicará para sí un gran número de caballos, ni hará volver el Pueblo á Egipto, fiado en el gran numero de sus caballos De que se infiere, que aquel Pueblo, ni aun   —94→   en tiempo de Saúl, ni en el de David, como es constante, se valió de caballos aun en las mismas guerras: de suerte que en la guerra civil de Absalon contra su Padre, y en el mismo conflicto de la batalla, se lée de él mismo, lo que parece extraño, que iba montado, no en caballo, sino en un macho: sin embargo de que Absalon, lo que también practicó despues Adonías1176: Hízose hacer carros, y puso gente de á caballo, y cincuenta varones, que corriesen delante de él. Pero ¿para qué son menester tantas pruebas? El mismo Rey David, quando ya viejo, confirmado en su grande imperio, y opulento por los despojos, y riquezas de muchos Reyes, y naciones cercanas, que habia sujetado, quando constituyó Rey á su hijo Salomon, aun en sus mismos dias, mandó á los principales de su palacio: Pero léanse sus mismas palabras1177: Tomad (dice el viejo Rey) con vosotros los siervos de vuestro Señor, y poned á mi hijo Salomon sobre mi mula. Vé aquí, Lector mio, como el Santo Rey se servía de mula, y no de caballo, aun quando era tal el aparato, y magnificencia, que parecia un género de triunfo.

8 No tiene duda, que en los tiempos de Salomon hijo de David, se introduxeron los caballos, y su uso, en tan crecido número, que tuvo en sus caballerizas (cosa que apenas nadie la creyera, si la Fé no lo enseñara)1178 Quarenta mil :::: caballos para carrozas, y doce mil de montar. Todo esto es cierto: pero que en ello pecó Salomon, por apartarse de aquella ley, que estaba promulgada para los Reyes venideros, lo enseñan esclarecidos Intérpretes1179. Confieso también, que los Reyes que se siguieron después, aun quando reynaban solo en Judá, tuvieron gran muchedumbre de ginetes, y de caballos, lo que sería facil de manifestar, si fuese menester.   —95→   Pero esto mismo era lo que los Profetas inspirados de Dios les reprehendieron: y por lo mismo, despues de haber dicho Isaías1180: Su tierra está llena de caballos, y sus carros no tienen numero: añade luego: Tambien está llena su tierra de ídolos, y han adorado la obra de sus manos. Donde, junta, y comprehende el Profeta un mal tan grande como es la idolatría, con la grande, é inmensa multitud de caballos. Por estos, y otros delitos, y especialmente por el exêcrable de la idolatría, los castigó Dios con la transmigracion, y cautividad de Babylonia, de donde no volvieron hasta despues de cerca de setenta años, por orden de Darío, Rey de Persia. Pero despues de vueltos, estuvieron tan lejos de volver á caér en la idolatría (á excepcion de aquellos, que persuadidos, ó forzados por los Reyes de Syria, se desviaron del instituto, y religion de sus mayores); que no se lée jamas haber vuelto aquella gente á cometer un delito tan abominable. Ni solamente esto, sino que aborrecieron despues en tanto grado el crimen de la idolatría, aun gobernando los Romanos, que procuraron evitarlo, si es lícito decirlo así, no solo religiosa, pero casi supersticiosamente. Pues nadie ignora lo que sobre este punto ha escrito un excelente Historiador de ellos mismos; y esto mismo consta clarísimamente haber ellos observado despues de la desolacion de Jerusalén: de suerte que solamente de aquí se hace evidente, que estos infelices, no ya por la idolatría, aunque es este un delito tan abominable á los ojos de Dios; sino por otro mucho mayor, y mas exêcrable, experimentan á su Divina Magestad tan ayrada, é implacable. Delito, que no conocerán hasta que Dios corra el velo de sus corazones. Pero volvamos al asunto de donde nos habíamos desviado algun tanto.

9 Los Judíos, pues, así como despues de la cautividad   —96→   de Babylonia fueron tenacísimos de su Religion, y de sus ritos; así se abstuvieron tambien del uso de los caballos. Lo que es tan cierto, que en las guerras que tuvieron con los Reyes de Syria, donde se portaron con el mayor valor, y esfuerzo de ánimo, siendo su Caudillo el insigne Machâbeo, y sus hermanos, que le sucedieron en el imperio; nunca se lée (si yo no estoy sobradamente alucinado), ó por lo menos rara vez; ni se colige tampoco, que usasen de caballos: sino que siempre, ó casi siempre pelearon á pie. Y si esto practicaron, aun en las guerras, en que peleaban para defender la Religion, y costumbres de sus antepasados; ¿que practicarían ellos en tiempo de paz, quando ya no eran soldados, sino gente del pueblo? ¿Qué harían entonces los mas zelosos de la Religion, y que con mas ardiente zelo la observaban? ¿Que finalmente los Fariséos, que afectaban pasar plaza de mas religiosos, y observantes de la Ley, que todos los demas? Pero ya á esta pregunta (porque no parezca, que me lo invento yo), respondió mucho tiempo ha un noble, y doctísimo intérprete, diciendo1181: Y tambien, porque los Judios mas religiosos, como eran los Fariséos, qual era Pablo, apenas usaban de caballos, como diximos1182. Y añadiria yo con mucho gusto, lo que consta suficientemente por lo que llevamos dicho, y aun sin apenas ¿Dónde están, pues, los que pintan á Pablo, ó á Saulo, Judio, y de la Secta de los Fariséos, armado, y con manto militar, y corazas? ¿Y por lo que hace á nuestro asunto, montado en un caballo, de los mejores, que podrian mantener las riberas de Andalucía, ó las orillas de Thesalia? Crea quien quisiere, que el caso sucedió así: Credat, como dice Horacio, Judæus appella, non ego, que yo, ni quiero, ni debo creerlo.

10 ¿Luego á pié (dirá alguno) anduvo el Apostol   —97→   el camino desde Jerusalén á Damasco? lo que sin embargo no admitimos arriba, antes añadimos, que muchos justamente lo reprueban. Niego á lo Escolástico la conseqüencia, que en ningun modo se sigue de lo que hemos establecido antes con mucho fundamento. Pues qué? ¿Por ventura no pudo ir, y no fué con efecto, como lo tengo por mucho mas verisimil, montado en una mula, ó (lo que aun apruebo mas) sobre un jumento? Pudo á la verdad, y no pongo duda, en que sucedió así, particularmente en aquellas regiones de la Syria, y en sus vecindades, donde los jumentos son regularmente mucho mas grandes, y fuertes, que los de nuestra Europa, como es constante por las relaciones de los que han viajado por aquellas regiones. Y aun en el mismo Egipto, que no dista mucho de la Palestina, me acuerdo haber observado en los Escritores que tratan éste punto, ser muy freqüente el uso de los jumentos, los quales ván, no como quiera, sino casi corriendo, desde Alexandría hasta Memphis (si es verdad, que esta sea la Memphis, que hoy llamamos Cairo): de suerte que son de grande utilidad á las gentes de varias naciones, que llegan á aquellos Países. Esto es lo que se me ofreció decir, quanto á la Pintura de la Conversion de S. Pablo. Porque, el que estando ya levantado el Apostol (como lo he visto algunas veces) le pinten ciego, hacen en esto muy bien, y es muy conforme á la Historia Sagrada: mas el que á sus compañeros (pues es muy cierto, que tuvo algunos, los pinten con corazas al estilo Romano, del mismo modo que unos soldados, que rodean á su Capitan; pertenece al mismo error, é ignorancia, que segun me persuado, hemos bastantemente refutado.

II Paréceme ahora del caso decir algo aquí de la Pintura de aquel Gran Prelado S. Juan Chrisóstomo: así porque fué gran venerador, y admirador de S. Pablo, como porque se celébra su fiesta al tercero dia de la   —98→   Conversion del Apostol. Ni tocaría aquí nada de esto, á no acordarme haber visto en otro tiempo con mucho gozo, una Pintura de este Santo, que está, ó estaba á lo menos, en la Ciudad de Segovia en el Convento de PP. Carmelitas Descalzos. Veíase pintado descubierta la cabeza, el pelo algo tendido, la barba espesa, y bastante larga. Y con razon: pues no acostumbraron los Prelados, singularmente los Griegos, cortarse enteramente el pelo, ni hacerse la barba. Represéntase vestido con túnica talár, de color, que tira á morado, y sobre ella un género de balandrán velloso, y con mangas, que llegaba á sus pies, cara alargada, los ojos muy vivos, sentado en su silla, y escribiendo aquellas Homilías admirables, que Santo Thomas, al ver la Ciudad de Leon de Francia, juzgó que una sola de ellas, era digna de mucho mas aprecio, que aquella magnífica, y opulenta Ciudad. Al lado de la mesa, en que está escribiendo este excelente Doctor, se vé en pie al Apostol S. Pablo: en que obró el Pintor con mucha discrecion, especialmente por hacer el Rezo Eclesiástico, que está sacado de los Escritores de su vida, el siguiente elogio de los escritos de dicho Santo: Todos admiran la multitud, piedad, y brillantez de sus sermones, y demás escritos suyos, su modo de interpretar, y explanar las Sagradas Escrituras, ateniéndose siempre al sentido de ellas, y le tienen por digno de que haya llegado á creerse, que el Apostol S. Pablo, á quien él tuvo una suma veneracion, le dictaba muchas cosas, quando estaba escribiendo, y predicando. La pieza, finalmente donde se le coloca, es una Biblioteca, que está adornada de muchos libros, donde tambien se ven pintadas las insignias Episcopales: y (por no omitir esta menudencia) á los pies del Santo, se vé pintado un gato muy al vivo. Tambien esto se hace con bastante propiedad, por parecer muy verisimil, que los hombres doctos, y laboriosos, aunque santos, alimentaron, y tuvieron cerca   —99→   de sí, éstos, ú otros animales mansos, por via de un honesto entretenimiento: pues que tambien se lée de S. Juan Evangelista, que tuvo alguna vez en sus manos una paloma, á la que solía acariciar, remitiendo algun tanto de su severidad. Estas, y otras cosas semejantes, si algunos Pintores las consideráran con igual madurez, y juicio, no incurrirían en varias necedades, y ridiculeces, con que muchos les dan en cara.




ArribaAbajoCAPITULO VI.

De las Imágenes de S. Julian Obispo de Cuenca, y de las de mi esclarecido Padre S. Pedro Nolasco


I Cierren este primer esquadron, y el primer mes del año, dos Santos, ambos admirables por muchos títulos, y á quienes el autor de esta obra (tal qual ella es) está obligado por varios capítulos, como se verá por lo que dirémos aquí. El primero es S. Julian Obispo, hombre sin duda de Espíritu Apostólico, y por lo que toca á la razon del tiempo, no el primero, sino el segundo Prelado de la Iglesia, y Diócesis de Cuenca; aunque en méritos, y santidad, excede con notables ventajas á quantos Prelados ha habido en aquella Iglesia, sin embargo de haber habido algunos insignes en aquellas virtudes, que deben resplandecer principalmente en un Prelado Christiano. Con efecto, por lo perteneciente á nuestro asunto, ya hace mucho tiempo me dieron motivo de dudar, las palabras, que se refieren en su Rezo, que dicen así: Ennoblecieron su nacimiento esclarecidas señales, que fueron como presagios divinos de su santidad, y de la Dignidad Episcopal que habia de tener. Pues nació tan bello y hermoso, que todos mirando su rostro, lo admiraban como bañado en resplandores celestiales. Y añade: Multò magis verò, cum puer grandior palàm super fontem baptismalem tamdiu visus est mitra, et baculo Episcopalibus   —100→   insignibus ornatus, dum adstantes admonuit, ut infanti Juliani nomen imponerent1183. Cuyas palabras, á lo menos á primera vista, parece dan á entender, que S. Julian fué bañado en las saludables aguas del Bautismo, siendo ya muchacho algo grande, lo que no es conforme á la costumbre de aquellos tiempos, en que nació este Varon santísimo; pues en el año de Christo M.C.XXVIII. que fué el de su nacimiento, la costumbre que se habia observado algun tiempo en la Iglesia de bautizar á los muchachos quando grandecillos, ya de mucho antes estaba enteramente abolida: ni esto lo admite tampoco la fé de los Escritores, pues los Historiadores de la vida, y hechos de este Santo, parece convienen, en que fué bautizado solemnemente el mismo dia en que nació, lo que tambien causa alguna admiracion.

2 Pero este nudo, tal qual es, lo desata facilmente un diligentísimo Escritor de su vida, y amigo mio, quando vivia, el P. Bartholomé Alcazar1184, el qual refiere aquellas palabras Puer grandior, no al mismo S. Julian recien nacido, en cuyo sentido las han entendido muchos, y algunos anduvieron solícitos dudando sobre la ambigüedad de dicha expresion; sino á un Angel, que se apareció en lo alto sobre la fuente bautismal, adornado con las insignias Episcopales de la mitra, y del báculo. En quanto á representar este hecho, otro Amigo mio, digno de ser nombrado siempre con elogio, D. Antonio Palomino, y Velasco, en la Pintura, que hizo de él, representó al Angel volando por el ayre, y tendido el vestido; sin embargo de que parece mas verisimil (dígolo con su licencia) pintarle en pie sobre un globo de luz, ó alguna nube, y revestido   —101→   con los demas adornos Sacerdotales. Mas, lo que de éste Prelado tan semejante á los Apóstoles, se canta en su Rezo, que empleó las rentas de su Iglesia en socorrer á los pobres, en restaurar, y adornar los templos, contentándose con una comida muy parca, la que ganaba con el trabajo de sus manos; es digno de que lo admiren en gran manera los amadores de la virtud, piedad, y zelo Apostólico. Lo admiren, digo, y casi diria, lo imiten, á no echar de ver, ser éste un punto de perfeccion tan elevada, que á todos debe causar admiracion, y pasmo; pero que atendida principalmente la prudencia humana, apenas lo pueden imitar, los que para mayor gloria de Dios, se ocupan en cosas mayores: en las que sin embargo nuestro S. Julian, fué mucho mas vigilante, y excedió á otros muchos, por no decir á todos los que se ocuparon en el oficio del ministerio Apostólico. Qual fuese éste trabajo de manos, con que el Santo Obispo, y su único ministro S. Lesmes, pasaban una vida muy parca, lo saben bastante, segun me persuado, los Españoles; pero no tienen tal vez noticia de ello los extrangeros, á favor de los quales (por si acaso ésta obrilla llegase á sus manos) me parece bien referirlo aquí. Este Santo, pues, superior á toda alabanza, trabajaba con sus puras manos canastillos, ó cestos de juncos, ó de mimbres, y acaso de una, y otra cosa; y con el corto precio, que de ellos sacaba, adquiría lo precisamente necesario para comer, y vestirse él y su santo administrador; de suerte que qual otro Pablo, podia decir con verdad: No he codiciado la plata, el oro, ó el vestido de nadie: vosotros mismos sabeis,que para lo que yo habia menester, y el compañero que vivía conmigo, acudieron estas manos. Dan testimonio de esto, además de la comun, y recibida tradicion ya desde muchos siglos en toda aquella Provincia de Cuenca, las Imágenes antiguas, de las quales se vé una trabajada con bastante primor, y artificio en el Convento de mi   —102→   Orden de Huete, que representa al Santo Prelado juntas sus manos ante el pecho, mirando al Cielo, y junto á él, cestos de mimbres, unos acabados ya, y otros empezados. Pero quien quiera saber mas sobre ésta materia, léa al citado Escritor de su Vida, ó Panegirista, é Historiador elegantísimo de los hechos, que nos han quedado de este Santo: cosa, que ningun hombre cuerdo atribuirá á defecto, por ser muy dificil formar un volumen entero, y de justo tamaño, de pocos hechos, aunque por otra parte grandes1185

3 Finalmente, afirmando algunas veces el mencionado Escritor de la Vida de S. Julian, fundado en buenos Autores, que mi Santísimo Padre S. Pedro Nolasco, el qual es constante que anduvo muchas Ciudades de España recogiendo limosna para expenderla en libertar á los Fieles Cautivos; llegó tambien hasta Cuenca, y que visitó, no de paso, ni de corrida á S. Julian, que la sazon era Obispo de aquella Iglesia, quien le recibió con mucha afabilidad, y le afirmó, y confirmó mas en el proyecto, que ya había emprendido del Sagrado Instituto de la Redencion de Cautivos: Por ser esto, digo, bastante cierto, y referirlo expresamente éste esclarecido Escritor, puede darse la ocasion de pintar la conversacion de estos dos Santos: en cuya Pintura, para no dar ocasion á los imperitos á algun error, se han de advertir principalmente dos, ó tres cosas. La primera: que al Santo Prelado de Cuenca, debe pintársele como hombre respetable por su vejez; al contrario, á S. Pedro, de edad robusta, y juvenil, bien que quebrantado su cuerpo por los muchos, y freqüentes trabajos. La segunda: que no se pinte á S. Pedro con el hábito Religioso, que no lo tomó antes del año de M.CC.XVIII., quando ya hacía diez años, que había muerto S. Julian. La tercera: que aunque pueda pintarse cómodamente á ambos   —103→   Santos, á saber, á S. Julian en una silla mas elevada, y á Nolasco, en otra mas baxa, ó bien á ambos sentados en un banco, conforme, no solamente á la sencillez de aquellos tiempos, sino mucho mas á la modestia, y humildad de los Santos; sin embargo será lo mejor pintar sentado á S. Julian, y á S. Pedro Nolasco, arrodillado á sus pies, y confesándose con el Santo Prelado, por afirmar expresamente esto último el citado Autor, cuyo parecer abrazo, subscribiendo gustoso á su opinion.

4 Pero incurriría yo sin duda la nota de ingrato, si no hiciera mencion aquí de mi santísimo Padre, cuya Fiesta se celébra el dia último de Enero. Lo que, si quisiera hacerlo conforme á lo grande del asunto, me extendería demasiadamente contra mi costumbre. Por lo que, dexando á los Historiadores de su Vida, el referir los esclarecidos hechos de tan Gran Patriarca, dexo tambien á los Pintores (como ya muchos de ellos lo han practicado) el delinear, y representar á la vista sus Imágenes, ó ya, quando vivía en el siglo, donde vivió inocentísimamente, y tocando ya á la cumbre de la perfeccion; ó quando despues de haber fundado su Orden, dió tan sublimes, y excelentes exemplos de caridad, y de otras virtudes: contentándome con advertir solamense algunas cosas, que son propias de mi asunto. I. Que quando se pinta al Santo Padre con el hábito de la Orden, que hoy vestímos sus Hijos, se le pone un Escudo Real, del mismo modo, que hoy lo llevamos tambien. Todo esto es tolerable, y aun laudable, para que nada se encuentre en que tropiece la vista con fastidio: aunque, si esto se exâminára con mas severidad, acaso no debiera practicarse de este modo. Pues consta, aun por las Imágenes antiguas, que los primeros Religiosos de la Orden, acostumbraron llevar éste Escudo bordado en el pecho, y en la capa, ó manto grande: lo que facilmente podría manifestarse haber durado por espacio de algunos años. II. Que poniendo algunos en las manos   —104→   del Santo Fundador un ramo de olivo, le ponen otros una Cruz Patriarcal; pero, á mi parecer, sería lo mejor, ponerle uno, y otro: la Cruz, como á Fundador, y Patriarca de la Orden, y el ramo de olivo, por ser evidente símbolo de la misericordia, y por consiguiente de la merced; pues con éste nombre se apellidaba entre nosotros la misericordia, y clemencia real, como podría probar, y hacer vér, si pudiese, y quisiese detenerme en ello. III. Finalmente: Que algunos pintaron al Santo Fundador no muy viejo; otros al contrario, le pintaron viejo, y decrépito. Ambas Pinturas propasan sus límites. Yo juzgo, que mi amantísimo Patriarca murió con efecto lleno de dias; pero que estuvo muy lejos de llegar á la edad de octogenario, en la que por lo comun suelen pintarle; porque nació el Santo (segun tengo por mas probable) el año de la Era vulgar de Christo M.C.LXXXII. y murió á media noche la víspera de la Natividad del Señor del año M.CC.LVI. como se lée en su Rezo.




ArribaAbajoCAPITULO VII.

De las Pinturas de los Santos Mártires S. Ignacio, S. Blas, y Santa Agueda


I Nadie ignora las glorias del invicto Athleta de Jesu-Christo, y esclarecido Martir de la Iglesia S. Ignacio Obispo de Antiochîa. Pues todos los que han saludado la Historia Eclesiástica, saben que este Santo fué condenado á las bestias en el Anfiteatro de Roma, y que allí fué mordido, y despedazado por los leones. Este género de suplicio, aunque era el mas vil de quantos habia, y que segun lo da á entender el mismo Derecho Romano1186, solo se castigaba con él á la gente   —105→   mas baxa, y de mas vil condicion, no solamente se dio con freqüencia á los Christianos, sino que el mismo pueblo furioso levantó muchas veces el grito, para que de este modo se castigára á los Santos: como lo enseñaron expresamente los Escritores antiguos Tertuliano, y S. Cipriano, el qual hablando de sí mismo: Tantas veces (dice) me han pedido para presentarme al leon en el Circo. Y poco despues: El pueblo con sus gritos,nuevamente ha rogado sacarme en el Circo á los leones. La voz del Pueblo era esta por lo comun: Echese un Christiano á los leones; échense Christianos á las bestias. Las que sin embargo, olvidadas, queriéndolo así Dios, de su natural fiereza, se postraban muchas veces á los pies de los Mártires, y se los lamían. Con todo, no deseaba, que sucediese así con él, el invencible ánimo del fervorosísimo Martir Ignacio; pues suyas son estas palabras, sacadas de la Epístola, que escribió él mismo á los Romanos, y que nos refiere un elegantísimo Escritor1187:Oxalá me goce yo con las bestias, á que estoy destinado, y ruego se dén priesa á ser mi tormento, y á matarme, y que se ceben en comerme: no sea caso, que como á otros Mártires, no se atrevan llegar á mi cuerpo. Si ellas no quisieren venir, yo las haré fuerza, yo me daré priesa para ser devorado. Y que en realidad sucedió así, y que los leones casi totalmente le devoraron, ó irritando, y provocando á las fieras el mismo Santo, ó (lo que es mas de creér) mandándolo, ó permitiéndolo así el mismo Dios, que preparaba una tal, y tan grande corona para tan invicto Martir; lo atestiguan clarísimamente sus Actas, que por un efecto de la singular providencia, y beneficio de Dios, todavía permanecen entéras; y tales nos las ha dado un diligente Escritor de estas materias el Padre Theodorico Ruinart, Monge Benedictino de la Congregacion   —106→   de S. Mauro, en el libro que inscribió: Actas selectas de los Mártires. Así dicen, pues, á la letra: De tal suerte los impíos lo presentaron á las crueles bestias, que al instante se le cumplió al Mártir S. Ignacio su deseo, conforme al qual está escrito: El deseo del justo es aceptable, para no dar trabajo á los hermanos de recoger las reliquias de su cuerpo, segun se habia manifestado en su carta deseoso, de que este tormento fuese su gozo. Solos, pues, quedaron de sus santos huesos, los mas recios, y duros, que los llevaron á Antiochîa, y puestos en una caxa, como un tesoro inestimable, los dexaron en aquella Iglesia en honor de este Martir. Pero el citado Ruinart, en las notas sobre estas Actas, advierte lit. C. Así dicen casi todos los Escritores; pero los Latinos, especialmente los mas modernos, cuentan el hecho con alguna diversidad, engañados por un Intérprete antiguo, el qual afirmó, que dos leones habian ahogado á Ignacio, dexando sin embargo intactas sus carnes. El lugar de la Epístola á los Romanos, á que aluden las Actas, y cuyo exemplar pone el mencionado Escritor despues de ellas, dice así: Acariciad antes á las bestias, para que sean mi sepulcro, y no dexen nada de las partes de mi cuerpo, para que no sea gravoso á nadie despues de muerto. Entonces seré verdadero discípulo de Jesu-Christo, quando el mundo, ni aun podrá ver mi cuerpo. Rogad á Christo por mí, para que esta misma organizacion, le sea á Dios un sacrificio. No os mando á vosotros, como mandaban Pedro, ó Pablo: Ellos eran Apóstoles, yo soy un condenado: ellos libres, yo hasta ahora un esclavo. Pero en padeciendo, quedaré Liberto de Jesu-Christo, para resucitar libre. (Y) ahora estando atado, aprendo á no desear nada. Todo lo qual (para que se eche de ver quan conforme es á la verdad del hecho) lo predicó al Pueblo de Antiochîa el mas eloqüente de los Predicadores S. Juan Chrisóstomo, con estas palabras   —107→   verdaderamente de oro1188: Roma recibió su sangre, que iba destilando; vosotros habeis recibido sus reliquias. Aquellos se alegraron con su martirio; vosotros os habeis gozado con su Ministerio Episcopal. Aquellos le vieron peleando, venciendo, y coronado; vosotros le poseéis perpetuamente. Dios os lo quitó para poco tiempo, pero os le restituyó con mayor gloria. Luego, de pies á cabeza, como dicen, devoraron las bestias á vista del pueblo el santísimo cuerpo de este Martir, lo que debimos probar respecto á lo que vamos tratando, y para manifestar mas la verdad de los hechos.

2 Con ser esto así, y lo mas probable (por no decir otra cosa mas fuerte) conforme á la fé de la historia, no faltáron quienes añadieron otras cosas, que se convencen ser falsas, ó del todo inciertas, y algunas de ellas pertenecen al intento de los Pintores. Callo, el que en algunas Actas del Santo Martir, se dice, que habiendo sido preguntado ya mucho antes en Antiochîa por Trajano, fué preguntado otra vez, y exâminado por el mismo Emperador: Sin embargo de ser cierto, que al volver Trajano á Roma, despues de la expedicion del Oriente, no lo executó, ni pudo executarlo antes de la muerte de S. Ignacio; por haber acontecido el glorioso martirio de este Santo á los nueve años del Imperio de dicho Príncipe, y á los C.VII. de Christo, quando Trajano permanecia aun en Oriente. Callo, digo, todo esto, y paso á otra cosa. Con efecto, el Autor del libro intitulado Leyenda aurea1189, aunque fué un hombre de boca de hierro, y corazon de plomo (nombres con que le apellída un varon muy erudito, y Theólogo de primera clase)1190 dice: Léese, que el Bienaventurado Ignacio entre tanta multitud de tormentos nunca cesaba de invocar el nombre de Jesu-Christo.   —108→   Y preguntándole los verdugos, ¿porque repetia tantas veces este nombre? dixo: Este nombre lo tengo escrito en mi corazon, y así no puedo dexar de pronunciarlo. Lo mismo dicen tambien otros Autores, pero que no merecen mas fé. De estos parece, que lo han tomado otros, á quienes no debo nombrar ahora. Vés aquí, Lector mio, al Beatísimo Martir Ignacio atormentado, y maltratado con crueles, y varios suplicios, lo que no se lée, ni en S. Juan Chrisóstomo, ni en otro Autor de los antiguos. Y que esto no sucedió en Antiochîa, donde le prendió, y le preguntó Trajano, lo confiesan aun los mismos Escritores, que por otra parte son de mucho nombre. Y que no sucedió tampoco en Roma, donde le envió Trajano, condenándole á las bestias, para que sirviera de espectáculo al Pueblo en aquellos juegos, que los Gentiles llamaron Saturnalia; lo convencen dos cosas en especial. La primera, que, como he insinuado, ninguno de los antiguos, que escribieron los hechos de este ilustre Martir, hizo mencion de ello. La segunda, que las Actas de este Martir, que todos los eruditos tienen por mas genuínas, y verdaderas, dicen expresamente, que S. Ignacio llegó al puerto de Roma á mediados, y mas, del mes de Diciembre, quando se acercaba ya el tiempo de concluirse aquellos juegos. Por cuya causa le avisaron los que le custodiaban, que era menester apresurar, y adelantar el paso, para poder llegar á Roma, antes de acabarse dichos juegos, y espectáculos. Estas son las palabras de sus Actas1191: Los soldados instaban á Christophoro (pues con este nombre, y tambien con el de Theophoro, esto es, seguidor de Christo, ó de Dios, llamaban freqüentemente á S. Ignacio, y él mismo se llamó así, delante de Trajano, confesando la Fé de Jesu-Christo) que se diera priesa para acercarse   —109→   á los públicos espectáculos de la gran Roma: á saber, para que siendo entregado á las bestias feroces, á vista del Pueblo Romano, consiguiese la corona del combate. No padeció, pues, en Roma aquel género de tormentos, que algunos afirman, sino que estando totalmente entéro, así que llegó á Roma, guardaron, y entregaron al santísimo viejo á los leones; los quales (como él mismo habia deseado) de tal modo le despedazaron, y devoraron, que para reliquias del triunfo christiano, solamente restaron los huesos mas fuertes, como el cranio, y los de los muslos, y canillas, los quales, conforme escriben Eusebio, y S. Gerónimo, se guardaron, ó enterraron despues en Antiochîa fuera de la puerta de Daphnis. Y así, la Pintura, que representa á S. Ignacio padeciendo otros tormentos, fuera del de los leones, es enteramente incierta, y no se conforma con la fé de la historia. Vió esto mismo un Varon de mucha dignidad, y erudicion, bien que solo lo toca por alto, y de corrida.

3 Pero no paró aquí el mencionado Autor de la Leyenda Aurea: Despues de su muerte (añade) como los que estaban presentes, quisiesen hacer la prueba de lo que el Santo habia dicho, arrancaron el corazon de su cuerpo, y partiéndolo por medio, encontraron que todo él tenia escrito con letras de oro este nombre Jesu-Christo. Motivo, por el qual creyeron muchos. Hasta aquí el citado Autor, lo que ciertamente no se halla en ninguno de los Autores antiguos, ni aun en aquellos mas modernos, á quienes callando sus nombres, aunque con respeto, y reverencia, citamos arriba. Por lo que, muchos Historiadores Eclesiásticos sospechan ser estos hechos espurios, supositicios, é introducidos por Escritores obscuros. A lo menos es cierto, por lo que dice S. Chrisóstomo1192, que los leones de tal modo   —110→   desquartizaron, despedazaron, consumieron, y devoraron el cuerpo de S. Ignacio (segun el Santo lo habia deseado) que en ninguna manera pudo haber lugar á que se sacase el corazon del cuerpo del gloriosísimo Martir, muerto ya, y despedazado. Mas oigamos, no á alguno de aquellos, á quienes suelen temer (aunque sin razon) los que estan imbuídos en semejantes narraciones, sino á un pío, grave, y serio Theólogo muy versado, y exercitado en las materias de mi asunto, el qual dice1193: Yo pienso, que esta sentencia no es sólida, y lo infiero de esta manera. Los Antiguos, que han citado con la mayor diligencia aquellas palabras de Ignacio: Soy trigo de Jesu-Christo, seré molído por dientes de bestias, si hubiesen tenido noticia de esto, no hubieran callado todos unánimemente un hecho tan memorable, como es, el que dicen los mencionados, de tener escrito en su corazon el nombre de Jesu-Christo. Pero como esto les fué incógnito, es lo mas verisimil decir, que dicha noticia es supuesta por algun Escritor obscuro. A mí me parece, que dió motivo al error el renombre del Santo; pues los títulos de sus epístolas, dicen: Ignacio, el mismo, que Theophoro: y Simeon Metaphrastes refiere haberle dicho Trajano: ¿Eres tú por ventura el que te llamas Deifero? ¿y qué quiere decir Deifero? A que respondió el Martir: Aquel que lleva á Christo dentro de su alma. Díxole entonces el Emperador: ¿Segun esto, pues, tú llevas á Christo en tí mismo? Es así, respondió el Santo; porque escrito está: Yo habitaré, y me pasearé en ellos. Pero yo estoy en la inteligencia, que á Ignacio le llamaron Theophoro, no por ser este su nombre propio, sino apelativo. Por cuyo motivo él mismo llama á S. Timotheo, Christóphoro, ó Timotheo Christíphero. Asimismo Cirilo Jerosolimitano dice: Serémos Christóphoros, esto es, llevaremos á Christo, quando recibiéremos   —111→   en nuestros miembros su cuerpo, y su sangre: de este modo, como dice el Bienaventurado S. Pedro, participamos de la naturaleza divina. Hasta aquí el mencionado Escritor, lo que he querido trasladar á la letra con todo cuidado, para que solo por este lugar aprendan algunos, no ser cosa nueva en las historias de los Santos, el que Escritores ignorantes propongan ciertas paradoxas, y se atrevan á inventar cosas nuevas.

4 De aquí se echa de vér, que si hay Pinturas, é Imágenes de este Santo, como en efecto se hallan algunas, en que se representen semejantes hechos, son falsas, y fingidas, si se exâminan, como debe hacerse, conforme á la verdad de la historia: Sin embargo, deben tolerarse algunas de ellas, que pueden referirse muy bien á la clase de Pinturas, ó Imágenes místicas, figurativas, ó simbólicas. Tal es, la que el citado Autor afirma haber visto él mismo en Meclinia, en la qual se representa al Santo teniendo en la mano su corazon, donde se vé gravado con letras de oro el nombre de Jesus. Y yo me acuerdo haber visto otra en Toledo en la Iglesia de Religiosas Carmelitas, en la qual mientras los leones están despedazando al Martír, se representa, á causa de una herida, abierto, y patente su corazon, donde se vé esculpido aquel santisímo nombre, tambien con letras de oro. Pues, por medio de estas Imágenes todo hombre cuerdo puede entender facilmente, y sin ningun absurdo, quan penetrado estaba el corazon de Ignacio del amor de Jesu-Christo; lo que consta clarísimamente por sus mismas palabras, en que dice: Vengan sobre mí, el fuego, la cruz, las bestias, el rompimiento de huesos, la separacion de miembros, hágase pedazos todo mi cuerpo, y vengan sobre mí todos los tormentos del demonio, con tal que yo goce de Christo. Por la misma idéa, suele tambien pintarse á S. Agustin, llevando su corazon en la mano, por haber dicho él mismo hablando   —112→   con Christo1194: Tú habias herido con flechas mi corazon por medio de tu caridad: y yo llevaba traspasadas tus palabras en mis entrañas. Baste esto por lo que mira á las Pinturas de S. Ignacio.

5 Mas, por lo que toca á la Pintura de otro Obispo, y Martir S. Blas, cuya fiesta se celébra el dia cinco de Marzo, con mucha concurrencia del pueblo en los Templos, que le están dedicados (que son no pocos en España); acaso tendria mucho, que advertir: pero no es mi ánimo querer decirlo todo con sobrada escrupulosidad; porque callo, el que como notó un Escritor, á quien he citado muchas veces1195, se le representa por lo comun sin ninguna herida, por el motivo de que nunca, ó rarísima vez le pintan sufriendo los tormentos, que padeció. Callo tambien, el que, quando le pintan (lo que es mas freqüente) obrando aquel milagro, de que se hace mencion en su Rezo, donde se lée: Curó á muchos enfermos, que le traían movidos de la fama de su santidad. Uno de estos fué un muchacho, que estando desauciado de los médicos por tener atravesada una espina en la garganta, se estaba muriendo. Quando le pintan, digo, obrando este milagro, representan al Santo Obispo, y Martir, adornado con todas las vestiduras Pontificales; y lo que es mas de extrañar, no con otras, sino con las que freqüentemente usan hoy los Obispos en nuestras regiones; esto es, con la mitra, el báculo, los guantes, y las demas. Callo, vuelvo á decir, todo esto, de que me acuerdo haber tocado algo arriba1196: pues nos vemos precisados á tolerarlo, por mas que ofenda algun tanto á los eruditos, y á los hombres de mas juiciosa crítica. Pero, lo que acaso no debe pasarse de ningun modo en silencio, es, lo que yo he visto alguna vez, que quando   —113→   se describe este caso, se representa al Santo en una sala sostenida con columnas, y muy bien aderezada: sin embargo de ser cierto, que quando este Santo, ó Dios por sus méritos, é intercesion, obró dicho milagro, estaba ya el Santo Obispo preso en la carcel, la que estando destinada para malvados, y malhechores, es de creér, que carecería de semejantes adornos: y si no, léase con atencion su mismo Rezo, que ya hemos citado, donde se dice: Habiéndole cogido los soldados del Presidente Agricolao, que iban cazando, y llevádole á su presencia, por su mandado, le metieron en la carcél, donde curó á muchos enfermos,con lo demas que llevamos dicho. ¿Por ventura la cárcel, donde estaba preso el Santo Prelado, y Mártir de Jesu-Christo, es lugar á propósito para representarle adornado con vestiduras Pontificales, ó para que allí se echáran de ver los adornos, y muebles de un palacio? Pero los Pintores, no haciendo reflexîon sobre estas, y otras cosas mas graves, usan muchas veces, ó abusan de la facultad, que les han dado de poder atreverse á todo.

6 Tal es tambien lo que en la Pintura de la Virgen Santa Agueda he visto yo mismo alguna vez, no sin conmocion del ánimo. Pues leyéndose en sus Actas, que por orden de Quinciano Presidente de Sicilia, le cortaron uno de sus pechos, lo que por ser ella tan buena (que esto suena el nombre de Agueda, no lo que disparatadamente fingen algunos: de Diosa sin tierra) como constante, y fuerte, selo echó en cara, diciéndole: Impío, cruel, y feroz tirano ¿cómo no te confundes de cortar á una muger, lo que tú mismo has mamado en tu madre? Leyéndose, digo, el mencionado hecho en sus Actas, los Pintores, no contentándose con describir el caso sencillamente, como suena, han querido exâgerarlo algun tanto. He visto yo mismo la Imagen de la Virgen, y Martir Santa Agueda, atada en aquella cruel máquina, que llamaron Eculeo los Antiguos   —114→   (sobre que dice muchas cosas un buen Autor)1197, donde el verdugo, no le corta sencillamente el pecho con una espada, ó cuchillo, lo que parece mas verisimil; sino que se lo agarra, y arranca con gruesas tenazas, al modo que si habia de arrancar un grande clavo. Estas sin embargo parecerán cosas muy ligeras, bien que son muy dignas de notarse aquí, aunque de paso.



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