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ArribaAbajoLIBRO SEXTO.

DE LAS PINTURAS, É IMAGENES de los Santos, cuyas Festividades se celébran en el segundo trimestre del año



ArribaAbajoCAPITULO PRIMERO.

De las Imágenes de S. Francisco de Paula, de las de S. Isidoro Arzobispo de Sevilla, de Santa Casilda Virgen Española, y de las del Romano Pontífice S. Leon Magno


I Aquel esclarecido Santo, superior á todo encarecimiento, nuevo Thaumaturgo del Universo, y que por haber querido, y mandado, que á él, y á sus hijos les llamáran Mínimos, puede con razon llamarse Máxîmo, y Mínimo; este mismo es el que por sus hechos (si se refiriesen con la dignidad que merecen) excede, y sobrepuja, por lo claro, y resplandeciente de ellos, no solo los colores de la Pintura, sino tambien las mas brillantes luces de la Retórica. Mas, por lo que es de mi asunto, hay poco que advertir acerca de sus Imágenes, lo que notaré brevemente, y de paso. Y en primer lugar, que su Hábito, guardando la forma, de que hoy usan tambien sus hijos, no debe ser de color negro, sino del que llamamos pardo, ú obscuro por haber usado de dicho color el Santo Varon, conforme lo atestiguan, así sus Pinturas, como los Escritores de su vida. Y así, he oído muchas veces á testigos dignísimos de toda fé,   —151→   que este color es el que usan en Francia, y en Italia, los que profesan este Instituto. Y aun, por ser dicho color señal de mas austeridad, y de mas estrecha observancia, consta haberlo usado algunos en nuestra España, y yo mismo he conocido, y visto muchas veces á un Religioso anciano de esta Orden, hombre de admirable madurez, y probidad, y recomendable tambien por su literatura, y erudicion, que por espacio de mas de veinte años, no habia salido las puertas de su Convento de Madrid, el qual, aunque muy aseado, usaba el Hábito del color que he dicho. Debe tambien pintarse el Santísimo Varon, y Patriarca S. Francisco (si se representa de cuerpo entero) con los pies totalmente desnudos, por decirnos claramente sus Historias haber andado así, aun quando viejo. Finalmente es muy justo, que se le pinte, no como quiera viejo, sino muy viejo, y casi decrépito: pues murió cumplidos ya noventa y un años, lo que sobre causar alguna mas reverencia para con el original, es mas conforme á sus hechos, como hemos insinuado.

2 Pero pasemos ya á otro Varon ilustre, no solo por su santidad que es lo principal, sino tambien por su mucha sabiduría. Porque ¿quien ignora, quan grande hombre haya sido S. Isidoro Arzobispo de Sevilla, brillante lumbrera de España, y de toda la Iglesia? y aunque no hay muchas Pinturas, é Imágenes de tan gran Santo, bien que no pongo duda, en que habrá algunas en la Ciudad, y Diócesis de Sevilla; sin embargo no quise pasarle enteramente en silencio, siquiera por el honor que de ello resulta á España. Con efecto, no puedo detenerme aquí mucho por lo que mira á sus hechos, y á las esclarecidas obras que dió á luz este Santo. Véa el que quisiere saber esto con mas individualidad á un ilustre Canónigo de la misma Iglesia de Sevilla, y Autor de la Biblioteca Española, el sabio D.   —152→   Nicolás Antonio1241, cuya primera parte de su obra, que intituló Biblioteca Antigua, y que todavía quedaba sin imprimir quando él murió, la dió despues á luz, con mucha gloria del nombre Español, y con igual utilidad de la República literaria, y Española, el Eminentísimo, y Reverendísimo Cardenal de Aguirre, grande ornamento de España, y particularmente de la Universidad de Salamanca, donde yo todavía mozo, admiré su erudicion, y afluencia casi inimitable en explicarse: y donde tambien (pues hallo gusto en acordarme de semejantes menudencias) en unas conclusiones de Theología que defendí públicamente, me honró poniéndome un docto, y sutíl argumento. Véa, pues, el diligente Lector (volviendo ya á mi asunto, de donde una ligera digresion nos había alejado algun tanto) véa, digo, los hechos de S. Isidoro, y el índice de sus insignes volúmenes en el citado Escritor de la Biblioteca Antigua Española: pues á mí me basta, por lo que mira á mi intento, notar una sola cosa, que podrá servir igualmente para otros muchos lugares, la que, si yo no me engaño, no se aparta mucho del objeto, que me he propuesto.

3 Es muy freqüente entre los Pintores, quando pintan la efigie de algun Santo Doctor, representar un estante con varios volúmenes, añadiendo los títulos, ó epígrafes de aquellos libros, que consta haber escrito aquel Santo, cuya Imagen nos ponen á la vista: en que se cometen no rara vez errores, y anacronismos; como sería facil confirmarlo con exemplos, si esto fuera cosa, que mereciera tanto trabajo. Tan facil es deslizarse qualquier Artífice, emprendiendo cosas, que son sobre su Arte, ó fuera de ella, y como dice el proverbio, quando querémos meter la hoz en mies agena. De este modo podrá suceder facilmente, que un Pintor no indocto, y lo que es peor, un semidocto, y como suele decirse, un   —153→   bachillér, proponga entre los libros de S. Isidoro, aquel volumen, que algunos menos instruídos en las cosas Eclesiásticas, lo han tenido por obra, y parto legítimo del Santo; á saber, la Coleccion de las Decretales de los Pontífices antiguos1242, cuya obra lleva ciertamente el nombre de Isidoro, aunque sin duda es espuria, y muy indigna de la erudicion, y sabiduría de tan gran Santo, como lo confiesan ya, no solo todos los sabios, y eruditos, sino que entre ellos, ó los primeros de todos, como es debido, son los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, Eminentísimos en dignidad, y mérito, de los quales podría nombrar mas de siete, siendo el principal de todos el Escritor de los Anales Eclesiásticos1243. Y aunque el citado Cardenal de Aguirre1244 está por la contraria, pretendiendo con el mayor esfuerzo, aunque en Vano, que dichas Epístolas son de los Pontífices á quienes se atribuyen, bien que (conforme él mismo confiesa) añadidas, é interpoladas en muchos lugares; y tambien, que aquella Coleccion es obra, no de Isidoro Mercator, ó pecador, hombre conocido ya en todas partes, sino del Grande Isidoro Arzobispo de Sevilla: Aunque, digo, sea esto así, sin embargo, ello se tiene ya por fuera de duda, y el mismo Cardenal confiesa despues verse agoviado de dificultades insuperables, no faltándole mas, que desdecirse expresamente. Por lo que, si por Ignorancia de algun Pintor, se viera pintado un tal absurdo en la Imagen de este Prelado, y Doctor á todas luces Grande, como facilmente puede suceder juzgo que debería borrarse de sus libros semejante título.

4 Muchas Iglesias de España celébran el dia nueve de Abril á la esclarecida virgen Santa Casilla, ó segun la pronunciacion Española de este nombre, á Santa Casilda:   —154→   cuyos hechos, como antes estuviesen escritos con mucha brevedad, los refirió despues con mas extension, sacándolos de varios monumentos, é Historiadores Españoles1245, mi Amigo el Doctor D. Juan de Ferreras. Conforme, pues, á lo que nos dice este Historiador, era Casilda hija de Almenon Rey Mahometano, que por el siglo X. de la Iglesia mandaba en Toledo, virgen dotada de una índole, y genio benigno, y pío; por lo que, movida en gran manera de compasion, alimentaba, y favorecia por todos los medios posibles, quanto estaba de su parte, á los Christianos, que su fiero, y cruel padre tenia encarcelados. Cuya obra de misericordia, aunque natural, testificó Dios quan agradable le era con un insigne milagro, que por no deslucirlo con mi estilo, quiero referirlo con las mismas palabras de un esclarecido Historiador, que dice así1246: Su Padre (Almenon) avisado de lo que pasaba, y mal enojado por el caso, acechó á su hija. Encontróla una vez, que llevaba la comida para aquellos pobres; alterado, preguntóla lo que llevaba? Respondió ella, que rosas, y abierta la falda las mostró á su padre. Desde entonces socorrió ella mucho mas que antes á los Cautivos con su benignidad, y compasion, á la vista de tan gran milagro: pues prosigue así el mismo insigne Historiador: Este milagro tan claro fué ocasion, que la Doncella se quisiese tornar Christiana, que de esta suerte suele Dios pagar las obras de piedad, que con los pobres se hacen; y fruto de la misericordia suele ser el conocimiento de la verdad. Padecía esta Doncella fluxo de sangre Avisáronla (fuese por revelacion, ó de otra manera) que si quería sanar de aquella adolescencia tan grande, se bañase en el Lago de S. Vicente, que está en tierra de Briviesca. Su padre, que era amigo de los Christianos, por el deseo que tenía de ver sana á su hija,   —155→   la envió al Rey D. Fernando, para que la hiciese curar. Correspondió el suceso al deseo, siendo fruto de este viage el haber recibido la castísima virgen, no solo la salud del cuerpo, sí también la del alma; pues así concluye el mencionado Historiador: Cobró en ella en breve la salud, con bañarse en aquel Lago: despues recibió el bautismo, segun que lo tenia pensado, y en reconocimiento de tales mercedes; olvidada de su Patria, en una Ermita, que hizo edificar junto al Lago, pasó muchos años santamente. En vida, y en muerte fué esclarecida con milagros, que Dios obró por su intercesion: la Iglesia la pone en el número de los Santos, que reynan con Christo en el Cielo, &c

5 Mas, sobre en qué año sucedió esto, no está averiguado bastantemente entre los Historiadores: Mariana, parece haberlo anticipado mucho, refiriéndolo al año de Christo M.L. el qual dice consiguientemente, que á Casilda la envió su padre con cartas para Fernando Rey de España, lo que también afirman algunos otros. Pero Ferreras, á quien no debo citar sin alabarle, piensa haber acontecido este hecho admirable el año de Christo M.LXXV., y de consiguiente afirma, que las cartas, que entregó Almenon á sus hijas, las dirigió á Alfonso Rey de Leon, que igualmente fué despues Rey de Castilla: á que también se inclinan otros. Pero como quiera que haya sucedido (que no es de mi intento averiguarlo con exâctitud) se debe pintar á esta Santa de mediana edad, y en trage de una virgen modestísima, aunque en hábito seglar, por no enseñarnos lo contrario los monumentos de España, que hemos alegado.

6 Quiero añadir aquí, para recrear algun tanto el ánimo de mis Lectores, una cosa, que no parece será totalmente fuera del caso: esto es, que de dicha Santa tomó la denominacion un cierto lago, que hay entre la Ciudad de Burgos, y el lugar de Pancorvo, á quien vulgarmente llaman el Lago de Santa Casilda. En este lago   —156→   se vén freqüentemente grandes céspedes, de los quales algunos, cuya figura es casi redonda, tienen mas de veinte pies de diámetro. Con efecto, graciosamente podrían llamarse unas pequeñas islas que van nadando: pues son de tal firmeza, y consistencia, que sostienen cómodamente, y sin ningun peligro, no solamente á los hombres, y á los ganados menudos, sino también á los asnos, yeguas, y bueyes; sin embargo de ser él lago bastante profundo, y de tal mobilidad, que con ligero impulso facilmente los pasa el agua (aunque estén cargados) de una á otra ribera de dicho Lago. El Abad D. Segundo Lanciloto1247, hombre á la verdad de mucha lectura, de no muy mal juicio, y de un ingenio salado, y chistoso, dada mucho de estas islas nadantes; y al fin se inclina á que la narracion es fabulosa. Pero lo que riendo se impugna, también riendo facilmente se defiende. Habia él leído á Séneca, y á Plinio el mozo, testigos á la verdad gravísimos, y lo que es mas de admirar, testigos oculares, á quienes sin embargo no quiere dar asenso; pero no habia visto, ni leído á otros muchos que mereciendo entera fé, nos aseguran firmemente haber visto, y experimentado lo mismo (por no decir nada de lo restante del Universo) en diversos parages de Europa. Si alguno quisiere enterarse á fondo de esta materia, léa á Claudio Dausquio Canónigo de Tornay en todo su erudito, y doctísimo librito, que intituló: Terra et Aqua,seu Terræ fluctuantes, principalmente en el libro I. desde el cap. II. hasta el 15., donde encontrará á cada paso muchas cosas dignas de saberse, y cuya lectura es gustosísima1248. Lo que he dicho de paso con ocasion del lago, que llaman los naturales de Santa Casilda.

7 Despues del Grande Obispo, y Doctor S. Isidoro,   —157→   síguese decir algo de otro Grande Doctor, y Sumo Pontífice de la Iglesia S. Leon, el primero de los Romanos Pontífices, á quien justamente se le dio el renombre de Magno. En cuyas Imágenes, que con mucho gusto he visto esculpidas en bronce explicando la série de sus hechos, no notaré yo, el que se representa al Santo Pontífice vestido con aquellos ornamentos, que solamente despues de muchos siglos empezaron á usar los Romanos Pontífices. Es muy comun esta inadvertencia, ó negligencia de los Pintores, como lo he advertido repetidas veces en otros lugares. Una sola cosa me ha parecido del caso notar aquí. Pintan al insigne Pontífice en aquel célebre lance, que refieren sus Historiadores; pero mejor será referir el caso con sus mismas palabras. Con efecto, sea quien se fuere el que escribió el breve compendio de su Vida, que precede regularmente á sus obras, dice así hablando de Atila Rey de los Hunnos: Como Roma se viese saqueada con insaciable furor, y disponíéndose (Atila) para hacer pasar sus tropas por donde el Mincio desagua en el rio Pó, movido á compasion S. Leon por los males que amenazaban á Italia, le salió al encuentro: y con su divina eloqüencia persuadió á Atila á que se volviese. Lo mismo, y con formales palabras, se refiere, y expresa en el rezo de S. Leon, lo que á mí me hace sospechar, si esto se ha tomado acaso de aquel brevísimo compendio, del que sin embargo hace mencion el Cardenal Baronio1249 Pero séase lo que se fuere, así concluye hablando del Rey de los Hunnos: El qual preguntado por los suyos ¿cómo era que contra su costumbre, pusiese tan humildemente por obra, lo que le mandaba el Romano Pontífice? Respondió haber temido á otro, que estaba presente en trage Sacerdotal, el qual (mientras hablaba el Santo Pontífice) con espada desenvaynada le amenazaba la muerte, si no   —158→   obedecia á S. Leon. Hé aquí la Historia no solo digna de referirse, con palabras eloqüentísimas, sí de representarse tambien con el pincel mas delicado. Y aunque S. Leon en ninguna parte de sus obras hace mencion de semejante hecho (lo que no ha faltado quien lo notára), se debe tener por del todo cierto, y como á cosa, que la observaron los Escritores coetaneos.

8 Pero, por lo que hace á mi asunto, ofrécese advertir aquí, que otros Autores refieren haber visto Atila, no á uno solo, sino á dos, los quales le hicieron desistir de su intento. Así lo dice un Escritor bastante célebre de las vidas de los Pontifices1250: Obedeció Atila los preceptos del buen Pontífice, por quanto, mientras estaba hablando S. Leon, le pareció vér sobre su cabeza dos varones con sus espadas desenvaynadas,amenazándole la muerte, si no obedecía. Quienes fuesen estos, lo interpréta el mismo, diciendo: Se juzgó, que eran los Apóstoles S. Pedro, y S. Pablo. De lo qual, aunque no podria reprehenderse de error el Pintor que representase á uno solo en trage Sacerdotal, y con su espada desenvaynada, del qual se hiciera juicio, que era el primer Pontífice Romano S. Pedro; sin embargo, tampoco podria condenarse por erroneo el que se pintáran dos, intentando significar á S. Pedro, y S. Pablo: á saber, á los que defienden, y defenderán á Roma con su tutela y patrocinio, y á quienes la misma Iglesia Romana, Maestra de la verdad, llama Padres de Roma y árbitros de las gentes. No, porque quiera yo (lejos está mi ánimo de una ficcion, y delirio tan grosero) establecer aquí, ni aun imitar ligeramente la locura de los Hereges, de las dos cabezas del Obispado de Roma: antes solo intento decir, que el honor debido á S. Pablo, en nada deroga al inconcuso Primado de S. Pedro; pues esto es, y nada mas, lo que con su acostumbrada eloqüencia nos ha   —159→   dexado escrito el mismo Santo Pontífice (de quien tratamos) con estas palabras1251: De cuyos méritos,y virtudes (de S. Pedro, y S. Pablo) que exceden á quanto de ellos se puede decir, no debemos sentir ninguna cosa diversa, ni distinta: la eleccion los hizo parecidos, el trabajo semejantes, y el fin iguales




ArribaAbajoCAPITULO II.

De las Pinturas, é Imágenes del Martir S. Hermenegildo Rey de España, de S. Jorge tambien Martir;y de las del Buen Ladron


I Muchos, aun de los Españoles, solo llaman Príncipe de España al esclarecido Martir de Christo, y Rey de España S. Hermenegildo: por quanto habiéndole hecho morir en odio de la Fé Católica su impío Padre Leovigildo, hombre por otra parte grande, si alguno ha habido; piensan (acostumbrados á lo que sucede por lo comun, y mas freqüentemente) que Hermenegildo solamente fué sucesor de su Padre en el dilatado Reyno de España. Por esta razon, he observado yo mismo, que le pintan sin cetro, y con aquella pequeña Corona, que segun dicen los peritos en estas materias, no es propia del Rey, sino del Príncipe. Pero engáñanse: pues el ilustre Martir (digan otros lo que quieran) fué Rey, aunque no de toda, pero sí de una grande, y noble parte de España; á saber, de la Bética: ó para hablar con mas propiedad, fué compañero de su Padre en el Imperio; á la manera que solían hacerlo los Emperadores del Imperio Romano. Porque, como su Padre Leovigildo, acérrimo defensor de la Secta Arriana, quisiese establecer con mas firmeza su Reyno, é Imperio, tomó por compañero á su hijo Hermenegildo, quando este profesaba   —160→   aun la misma perversa Secta, asignándole una gran parte de España, donde fixára su Trono, y su Corte1252. Y aunque no faltan quienes digan, que esta parte de España fué la Lusitania, y que la Capital del Reyno fué Mérida; con todo es mas probable, y mas conforme á nuestros Historiadores, haber sido la Bética, y que la Corte de su Reyno, no fué otra, sino Sevilla. Lo que sucedió, segun la suputacion mas verídica, el año 617. de la Era Española, ó, lo que es lo mismo, el año de Christo 578.

2 Con buena suerte escogió el Real joven Hermenegildo á Sevilla para asiento de su Corte, donde á la sazon era Prelado de aquella Ciudad el grande S. Leandro, varon á un tiempo muy docto, y santo, con cuya conversacion, trato, y exhortaciones, mediando los auxîlios, y gracia de Dios, consiguió Leandro el que abjurára Hermenegildo la Secta de Arrio, y abrazára la Fé Católica, confiriéndole el mismo Santo Prelado el Sacramento de la Confirmacion, en el qual conforme escribe S. Gregorio Turonense1253, trocó el nombre de Hermenegildo con el de Juan: bien que freqüentemente no le llamaron despues Juan, sino Hermenegildo como de antes. De todo esto se echa de vér, deberse pintar á S. Hermenegildo con cetro, corona real, y demas insignias Reales de la púrpura, y (por explicarme así) manto Real. Porque, si bien le llamó despues su padre, y habiéndole con varios engaños hecho comparecer en su presencia, le despojó de dichas insignias (como lo refieren tambien los Historiadores de aquellos tiempos, y el mismo S. Gregorio de Tours)1254; todo esto nada importa, por no haberlo hecho su impío padre segun derecho, sino injustamente, ni el mismo Hermenegildo hizo mucho caso de ello, antes juntando   —161→   un exército, y peleando, no tanto á favor suyo, como á favor de la Religion, se tuvo despues por Rey, y por Rey legítimo, y reynó con singular amor, y fué muy estimado de sus vasallos. Por lo que es de extrañar (por tocar esto de paso) como, y con qué fundamento un Poeta Lírico, acaso el principal entre los nuestros, pudo decir hablando del Martir Hermenegildo1255:


Hoy es el sacro, y venturoso dia
En que la gran Metrópoli de España,
Que no te juró Rey, te adora Santo

Llama Metrópoli de España á Sevilla, y con razon; principalmente en aquellos tiempos en que Hermenegildo consiguió la corona del martirio. Mas, que aquella Ciudad no jurase por Rey á Hermenegildo, por quien es constante que sostuvieron sus moradores un largo sitio, en que se vieron reducidos á los últimos apúros, no sé como puede afirmarlo este elegante, y erudito Poeta. Pero vamos á otra cosa.

3 Obtuvo finalmente el Rey Hermenegildo la palma del martirio á causa del furor de su padre impío, el qual habiéndole hecho poner en prisiones en Sevilla (bien que acerca del lugar, se dividen los Autores en varios parecéres, ni es de mi asunto exâminarlo ahora con suma exâctitud) le hizo morir en el mismo alcazar donde le custodiaban, por el motivo que refieren á la larga los Historiadores, y particularmente S. Gregorio Magno, el qual añade otras cosas, que debemos persuadirnos las sabría por noticias ciertas, y no por rumores vagos. Por lo que hace á mi propósito, afirmando expresamente el mismo Santo Pontífice, que la muerte, ó triunfo del glorioso Martir, sucedió dándole   —162→   un golpe de segur en la cabeza uno de aquellos impíos, que le guardaban; de este, y no de otro modo deberá pintarse al invicto Martir de Christo, é insigne defensor de la consubstancialidad del Hijo con el Padre. Porque, aunque otros únicamente dicen, que le mataron, y no falte quien diga, que le cortaron la cabeza; con todo, como un testigo de tanta magnitud refiere con palabras tan expresas el género de suplicio que le dieron; no le queda libertad al Pintor para pensar de otro modo, ni puede apartarse facilmente de una autoridad de tanto peso.

4 El objeto que me he propuesto, me obliga á notar aquí algunas cosas (y acaso muchas) sobre la Imagen eqüestre de S. Jorge, la que no solo se vé muy á menudo en los templos de los Griegos, sí que tambien es bastante freqüente en muchas partes de nuestra España, conforme advirtió oportunamente el Autor de estas materias, digno siempre de alabanza, y á quien hemos citado repetidas veces1256. Pero antes de descender á lo que mira mas particularmente á mi intento, será muy del caso saber, que acerca los hechos de este Santo, y esclarecido Martir, cuya fiesta se celébra el dia 23 de Abril, no solamente los hombres poco instruídos, sino los mismos Hereges (lo que siempre es de temer) deliraron de mil maneras. No es este pensamiento mio, sino de hombres muy sabios, y lo que es mas, este es el dictamen del VI. Concilio General1257, el qual nos advierte haber escrito los Hereges algunas historias de Mártires con el fin (como dice el mismo Concilio) de llenarles de oprobio, y con las miras, de que los que oyeran leér sus Actas, fuesen inclinándose á la incredulidad. Por esto prohibió dicho Concilio, que se publicáran semejantes historias, y mandó que se quemáran. Siguió el mismo rumbo el Concilio   —163→   Romano, que se celebró por los tiempos del Papa Gelasio1258, el qual quiso se tuvieran por vanas, y apócrifas dichas historias, y señaladamente la que corria con el nombre de S. Jorge. Y así es por demas alegar aquí otros Autores de mucho nombre, que dicen lo mismo, entre los quales uno de ellos es S. Agustin1259. Por lo que, sabia, y prudentemente se mandaron quitar las lecciones, que habia antiguamente en los libros de los Divinos Oficios, las quales contenian los hechos de este Santo, y glorioso Martir. Estas, y otras muchas cosas, en que sin perder de vista mi asunto, podria dilatarme mas, quise tocarlas aquí, aunque de paso, solamente porque de ahí aprendan algunos, que son llevados de piedad, pero poco prudente, á no conmoverse, quando oigan que en las Historias de los Santos, y en las de los Mártires, se han introducido algunas cosas falsas, fabulosas, y aun monstruosas, por ignorancia, ó malicia de los hombres. Quien acerca de todo esto, y por lo que mira á S. Jorge, quisiere cerciorarse mas, léa á lo menos por encima al doctísimo Cardenal Baronio1260, que puede servir por testigo el mas calificado. Pero exâminemos ya la mencionada Pintura eqüestre de este Santo.

5 En primer lugar, sobre esta Pintura hay una cosa verdaderamente monstruosa, y muy ridícula, la que no referiria, á no haberla escrito antes un varon muy erudito, y fidedigno. Este es Augerio Gislenio Busbek1261, testigo de vista, Embaxador de su Magestad Imperial para con el Emperador de los Turcos, el qual dice así en las eloqüentísimas epístolas que escribió: Ni quiero tampoco pasar en silencio, que los Turcos se rien en gran manera de vér en los Templos de los Griegos á San Jorge (á quien, como he dicho, llaman su Chêderlé) pintado   —164→   de tal modo en sus quadros, que un muchacho sentado á las ancas del caballo detras de su amo, le vá dando vino. Pues de esta manera pintan freqüentemente los Griegos á S. Jorge. Esto dice el citado, y esclarecido Autor. Pero dexando esto á parte, aunque no del todo fuera de lo que hemos insinuado, venimos ya á parar en la Imagen eqüestre de S. Jorge, que es la mas recibida de este Santo, y como regularmente le pintan.

6 La Imagen es esta: Pintan montado sobre un caballo brioso á un Caballero armado, que con la punta de la lanza mata á un dragon, junto al qual está pintada una doncella alargando humildemente sus manos, é implorando su patrocinio. Con las mismas palabras, si no me engaño, describe dicha Imagen el Cardenal Baronio en el lugar que citamos antes, cuya censura referirémos despues con mas oportunidad. Pero no será fuera del caso advertir aquí, que con razon se le pinta á S. Jorge montado á caballo; pues Autores nada sospechosos, dicen de él haber sido soldado, como se evidenciará mas por lo que dirémos abaxo. Por este motivo pintan muy á menudo á este esclarecido Martir montado á caballo: y aun nos refieren las historias, que el mismo caballo pintado dió un relincho, no sin milagro, y admiracion. Sobre lo qual es muy digna de admirarse la razon, que trae el noble Escritor Nicéforo Gregoras: la que, para dar gusto á los que se deleytan en gran manera con semejantes noticias, y no tienen lugar, ó proporcion de registrar estos libros, me pareció trasladarla aquí toda entera; y aun, para complacer á los eruditos, la pondria en Griego, á no temer, que (si algun dia sale á luz esta mi obra) totalmente falten caractéres Griegos en las Imprentas: pues así van nuestras cosas1262. Doy, pues, aquí sus palabras   —165→   en Castellano: Entonces1263 (dice Nicéforo, testigo que estaba presente, y oyó lo que pasaba sobre este hecho) allá á media noche estando yo presente, y oyendo la doxôlogia, viene uno de parte del Emperador, para darte una noticia, y preguntarle su parecer. Porque poco ha (dice) quando iban á acostarse los archeros del Emperador, y los soldados, y demas de la guardia, se oyó cerca del palacio un relincho tan grande, que todos se conmovieron. Pues á deshora de la noche, quando los caballos del Emperador, ni los de los Senadores no estaban ya en palacio, ni á la puerta de él; una cosa improvisa turbó de repente los ánimos de los oyentes, y unos á otros se preguntaron, qué cosa era aquello? Todavía no se habia apaciguado este alboroto, oyóse otro relincho mayor que el primero, y lo oyó tambien el mismo Emperador, el qual envió á un page suyo, preguntando de donde habia venido aquel ruído; pero no se le respondió otra cosa, sino que aquel relincho lo habia dado el caballo, en que iba montado el Mártir de Christo S. Jorge, que antiguamente habia pintado el famoso Pintor Pablo, cuya Imagen estaba frente la Capilla de nuestra Señora de la Victoria. Entonces chanceándose el Logothéta, como solia, con el Emperador, le respondió: Doyte la enhorabuena, ó Emperador, por las victorias que has de conseguir. El monstruoso relincho de este caballo, no significa otra cosa, segun pienso, sino tu expedicion contra los Agarénos, que están destruyendo nuestra Asia. Como el Emperador hubiese oído tal respuesta, enviándole otro mozo, le dixo: A la verdad, que con la respuesta, que acabas de dar, ó ya para divertirme,como sueles, ó por otro motivo, me parece estás ignorante del hecho. Yo te diré lo que juzgo que hay en esto de verdad: Este caballo, como sabemos por tradicion de nuestros antepasados, relinchó tambien otra vez, quando Balduíno   —166→   Príncipe de los Latinos, á quien echó nuestro padre, habia de perder la Ciudad. Y como él quedase amedrentado con esta señal que miraba como de mal agüero, finalmente no mucho despues, lo experimentó él mismo, quando vió que los Romanos destruían la Ciudad. Entonces el Logothéta, no teniendo ya que responder, mandó al page irse: que él al dia siguiente respondería al Emperador. Hasta aquí el citado Historiador: para que de ahí se eche de ver no ser cosa nueva el pintar á S. Jorge montado á caballo.

7 Pero entre los Griegos (por notar tambien esto de paso) es muy freqüente pintar á caballo á los Santos que siguieron la milicia. Acuérdome haber leído en Leon Alacio1264, hombre doctísimo, que por este motivo pintan ellos montados á caballo á los Santos Sisynio, y Synidoro, persiguiendo á cierto monstruo, que ellos llaman Gylon. He aquí algunas cosas de las muchas que él dice: Dándoles esfuerzo el Señor Omnipotente (dice un Escritor Griego poco conocido) enfrenaron los caballos (á saber, S. Sisynio, y S. Synidoro) y empezaron á perseguir al exêcrable Gylon, buscándole por los caminos, y preguntando por él á quantos encontraban A que añade otras cosas, que mas parecen propias de quien en sueños está delirando, que parecidas á una historia. Lo mismo escriben otros, aunque en menos palabras, como pueden verse en el citado Alacio, que refiriendo sus palabras, dice así1265: Los Santos hermanos Sisynio, y Synidoro de Mitilene (hoy Metelin) servian en la milicia en Numeria, ó en Arabia. Y poco despues: Habiendo salido ellos de la torre, y montado en sus caballos, que tenian las riendas como si fueran alas, registraron las profundidades, y cavernas del monte Líbano. Pero pasemos á cosas mas serias.

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8 El motivo de que á S. Jorge, como á Soldado, ó Capitan de caballería, se le pinte oportunamente en trage militar, y á caballo, es además de lo que se ha dicho ya, porque antiguamente los Reyes, quando estaban para dar la batalla, solían invocar al Mártir S. Jorge: y que muchas veces le experimentaron propicio, lo indíca expresamente lo que escribe Cedreno del Emperador Nicéforo1266, y Pablo Diácono del Rey Cuniferto, el qual, por la insigne victoria que consiguió de los enemigos, erigió una Basílica, y un Monasterio en honor de dicho Mártir. Mas: la misma Iglesia Romana, para combatir contra los enemigos de la Fé, ha solido invocar principalmente á los Santos Mártires S. Mauricio, S. Sebastian, y S. Jorge, como lo atestigua el Orden Romano1267. No puedo omitir aquí lo que leémos en nuestras historias, en las que se refiere, y consta por testimonios convincentes, que en la insigne, y memorable batalla, que se dió no muy lejos del lugar que llaman Alcoraz, reynando en Aragon Pedro el Primero; como los nuestros se viesen acosados por una multitud casi inmensa de bárbaros, y no teniendo ya, ni manos, ni fuerzas para herir, y rebatir los esquadrones de los Sarracenos, advirtió prudentemente el Rey, y esforzado Caudillo, defenderse los bárbaros en un Templo antiquísimo dedicado á S. Jorge, y que de allí salían para hacer nuevas incursiones. Levantó entonces las manos al Cielo, y dirigiendo sus ruegos al Santo Martir, le pidió no permitiese, que aquellos brutales enemigos se defendieran, é hicieran fuertes en un lugar de que abusarian despues, si cediese á su favor la victoria. Al instante vió el mismo Rey á un noble, y generoso Caballero, montado á caballo, vestido con una grave, y resplandeciente armadura, con una Cruz   —168→   encarnada en su pecho, y á las ancas de su caballo (pues esto añaden tambien) á otro compañero, el qual desmontando, rompió junto con el Caballero por medio de las tropas enemigas, con tal constancia, valor, y felicidad, y causando tan gran destrozo de enemigos, qual correspondia á los que venian á pelear desde el Cielo. Creyóse sin duda ninguna, no haber sido otro aquel Caballero, que S. Jorge Martir, de que hubo entonces, y restaron despues claras, é insignes pruebas. Cuenta todo el suceso con la agudeza, y elegancia, que le es familiar, un Escritor no vulgar, y en otro tiempo Maestro mio (pues así quiero llamar á un hombre, á cuya memoria, y beneficios, me confieso, y confesaré perpetuamente obligado por muchos títulos) el R. P. Pedro Abarca, el qual dice elegantemente hablando de esta aparicion1268: Se escribe, que al punto se vio como aparecido, un bizarro Caballero cubierto de armas blancas, con Cruz bermeja en medio del pecho, armado ó representado de acero: y como si esto no bastára para la victoria, y para su fiesta, añaden algunos,y han hecho creér á muchos, que el Santo traía á las ancas de su velocísimo caballo, otro Caballero tambien cruzado. De este modo partió (dicen) desde la frente de nuestros esquadrones contra los de los Moros, fortificados con el Templo; y antes de herirlos, se apeó el compañero: y ambos como dos Generales de la Caballería, y de la Infantería del Rey,embistieron divididos á los Sarracenos, y atropellándolos con furor sereno, enseñaron, ó infundieron otro semejante á los Aragoneses, y Navarros. Lo cierto es, &c

9 Ni quiero tampoco pasar en silencio, que el mismo S. Jorge parece haberse mostrado tambien propicio, y benéfico para con el Emperador, Cesar Augusto Carlos V., quando este peleaba á favor de la Fé, y de   —169→   la Iglesia Católica; pues el mismo dia dedicado al Santo Martir, esto es, el dia 23. de Abril del año 1547, en la famosa batalla, que se dió á las orillas del Elba, consiguió una ilustre victoria contra Juan Federico Duque de Saxonia, y Elector del Sacro Romano Imperio, Príncipe adicto á los dogmas del malvado Lutero, y que junto con Felipe Landgrave de Hesse, pretendia que todos los suyos, y otras Provincias de Alemania, siguieran las perversas máxîmas de aquel Heresiarca: en cuya batalla fué preso dicho Juan Federico, como lo leémos á cada paso en las Historias. De todo lo qual se echa de vér, quan apta, y oportunamente se pinta á S. Jorge montado á caballo. Pero volvamos á exâminar la Imagen de este Santo, conforme vulgarmente la representan.

10 Pintan, como diximos antes, á un Caballero armado, que con la punta de su lanza hiere, y mata á un dragon, y junto á él nos representan á una doncella arrodillada, que alargando las manos está implorando su auxîlio. Esta Imagen, si por ella se pretende hacer relacion á alguna historia, es ridícula, y fabulosa, pues no se lée tal cosa en ninguna parte, á no ser entre cuentos pueriles de algunos Griegos: por mas que el Autor de la Leyenda, á quien me abstendré de nombrar con su propio nombre, lo refiera á una Historia verdadera. Pero este Autor (como suele hacerlo con bastante freqüencia) tratando asuntos sérios, admite fruslerías. Y para que el Lector pío, y erudito, no piense ser esta una cosa, que me la haya fingido, pongo las mismas palabras del Cardenal Baronio1269, que dicen así: Juzgo ser dicha Imagen, mas simbólica, que representativa de alguna historia: pues no se lée una cosa tal en ninguna de las Actas de S. Jorge que he referido Aunque Jacobo de Voragine, sin monumerto alguno de los mayores, pretende referirla á una Historia: pero no es así,   —170→   sino que en aquella virgen (segun era la costumbre de nuestros antepasados) se simboliza alguna provincia, ó ciudad, que contra las fuerzas del demonio (pues este es el verdadero dragon, y la antigua serpiente) está implorando el auxîlio de tan gran Martir. Hasta aquí este varon doctísimo, y sólidamente pío; el qual advierte á propósito, haber habido antigüamente costumbre en la Iglesia de pintar estas Imágenes simbólicas, las que, si se refieren á alguna historia, ó hechos sucedidos, parecerán monstruos, ó mentiras; pero si se hace reflexîon á las alegorías que encierran, se echará de ver que son conformes á verdad. Esto mismo lo confirma bien la Pintura, de que hace mencion Eusebio, ó el que sea el Autor de la Vida del Gran Constantino, diciendo1270: Ademas, hizo representarse á sí mismo en un quadro que había colgado de un lugar elevado frente los umbrales del palacio, é hizo, que expresase la Pintura la saludable insignia de la Pasion sobre su cabeza: y á aquella bestia enemiga,y feroz, que había impugnado la Iglesia de Dios valiéndose de la tiranía de los impíos, mandó describirla en figura de un dragon sumergido en lo profundo del mar. Hasta aquí Eusebio: lo que he querido trasladar con particular cuidado, por ser muy del caso para los que desean saber, qual es el verdadero, y genuíno sentido de las Imágenes de esta clase. Baste lo dicho por lo que toca á la Pintura, é Imagen eqüestre de S. Jorge Martir.

II Había determinado por cierto no hacer mencion aquí, sino de las Imágenes de los Santos, que tienen señalado expreso lugar en los Fastos de la Iglesia, ó lo que es lo mismo, en el Martyrologio Romano; y aun solamente de aquellos que se contienen en el Breviario: pero no hay regla que no tenga alguna excepcion; bien que hasta aquí hemos admitido muy pocas, y menos admitirémos en adelante. Rara vez suelen pintar solo á aquel   —171→   feliz, y Buen Ladron, que siendo crucificado con Jesu-Christo, consiguió el Reyno celestial, y que, si puedo explicarme de este modo, por un efecto de la liberalísima Gracia de Dios, fué robado, y arrebatado para el Cielo: rara vez, digo; pues algunas lo hacen, como yo mismo lo he observado: por lo que, no me ha parecido fuera de propósito decir aquí algo de él, aunque de paso: particularmente rezando mi Religion del Santo Ladron con rito doble el dia 24. de Abril, en cuyo dia hace elogio de él el Martirologio Romano.

12 Quando suceda, pues, que se quiera pintar á este Santo, sería cosa ridícula el pintarlo en una Cruz enteramente de diversa forma de aquella en que padeció Christo Señor nuestro, ó el querer representarle, no traspasado con clavos, sino atado con cuerdas en la Cruz, por haber reprobado todo esto en su propio lugar; lo que sin embargo practican ignorantemente los que se manifiestan poco instruídos en estas materias, quando pintan sola, y separada la Imagen del Buen Ladron. Mas, como por otra parte deba pintarse con luces en la cabeza, que sean señal de la gracia santificante, de que al punto, por un efecto de la inmensa, é inapeable Providencia, y singularísimo favor de Dios, estuvo llena su alma; ¿que ha de hacer en tales circunstancias el Pintor cuerdo, y erudito? Pues esta Imagen, no parecerá la del Buen Ladron, que confiesa ya á Jesu-Christo, sino la del mismo Señor crucificado. ¿Que hará pues? ¿Pondrá acaso debaxo de dicha Imagen el nombre de Dimas, por creerse vulgarmente, que se llamó así? Pero esto, á mi parecer (y este es tambien el dictamen de hombres muy sabios) es la cosa mas disparatada de todas. Pues en el Martirologio Romano, se hace mencion, y elogio del Buen Ladron, sin darle ningun nombre; en cuya atencion el Cardenal Baronio, dice1271: A   —172→   este, muchos le llaman Dimas: pero por sacarse semejante noticia de monumentos apócrifos, por esto parece haberse omitido aquí de propósito su nombre propio. Por lo que no tengo por absurdo, que si bien se pinte el un pie á lo menos clavado en la Cruz, se le represente sin embargo algo mas levantado, como lo he observado en otras Pinturas de Santos crucificados. Añado tambien, que no parecería mal el pintarle saliendo de su boca estas palabras: Domine memento mei, lo que quitaría toda duda: ademas que siempre debe pintársele sin corona de espinas, que es otro distintivo de la Imagen de Christo crucificado. A que parece atendió diligentemente el insigne Pintor Antonio del Castillo natural de Córdova, quando pintó esta Imagen, como lo nota muy al caso mi Amigo D. Antonio Palomino1272, Pintor de S. M. y muy instruído, á quien he citado muchas veces.




ArribaAbajoCAPITULO III.

De las Pinturas, é Imágenes de S. Marcos Evangelista, de S. Pedro Armengol Martir, y de Santa Catalina de Sena


I Los que se han dedicado, y se dedican con algun cuidado al estudio de la Historia Eclesiástica, saben muy bien, ser muy pocas á la verdad, las cosas que con certeza, y testimonios inconcusos, pueden afirmarse sobre los hechos de los Apóstoles, y Evangelistas. Pues muchas de las que vulgarmente se refieren, son tomadas de rumores vagos, y de Escritores apócrifos, por exemplo, de aquel Abdias de Babilonia, y de otros del mismo jaez, como nadie lo duda aun de los medianamente eruditos. De aquí es, que la Iglesia se abstiene muchas veces en sus Rezos de la relacion de sus hechos.   —173→   Y por lo que ahora nos hace al caso, en la Fiesta de S. Marcos Evangelista, y Patriarca de Alexandría, usa solamente de lo que nos dexó escrito S. Gerónimo en aquel celebérrimo Indice de los Escritores Eclesiásticos. Pero esto mira á la Historia, cuya explicacion, y série, no es de mi inspeccion. Veamos, pues, si hay algo que toque mas particularmente á la Pintura.

2 No ignora aun la gente del vulgo, que en aquellos quatro animales, que refiere Ezechîel, á saber, el hombre, el leon, el buey, y el águila, se significan místicamente, y con bastante claridad los quatro Evangelistas. Llenos de esto están los testimonios de los Padres, y Escritores antiguos, y así sería por demas el querer amontonarlos aquí: y entre ellos es sentencia unánimemente recibida, que en el hombre se significa á S. Mathéo, en el leon á S. Marcos, en el buey á S. Lucas, y finalmente en el águila á S. Juan. Lo que en tanto es verdad, que en el mismo Orden Romano1273, que explica esto á la larga, se lée: Hijos mios muy amados, os expondrémos ahora que figura tiene cada uno de ellos (esto es de los Evangelistas), y porque S Mathéo tiene la figura de hombre. Leído despues por el Diácono el principio del Evangelio segun S. Marcos, añade el Presbítero: S. Marcos Evangelista que tiene la figura de leon, empieza desde la soledad, diciendo: La voz del que está clamando en el desierto, aparejad los caminos del Señor. Por esta razon los Pintores de unánime consentimiento pintan al leon junto á S. Marcos: tan constantemente, que sobre nada se ha procedido con mayor concordia.

3 Con ser esto así, el vulgo, padre por lo comun de todos los errores, y perversas opiniones, dá ocasion especialmente en nuestra España, á que, ó los Pintores pinten á S. Marcos con el buey, ó que la gente mas ruda, y los que están imbuídos de las pésimas opiniones   —174→   del vulgo, pretendan ser S. Marcos, quando se vé pintado S. Lucas con el buey. Dexo á parte los dicterios, con que pretendiendo injuriar los truhanes á alguno por verse manchado con la nota de haber faltado su muger á la fé conyugal, ó queriéndole decir lo que ciertamente puede explicarse menos grave, pero mas propiamente, con sola la palabra de cornudo (como es el buey); le llaman Marcos, ó Cofrade de S. Marcos: y aun otros, con mas sal, Atril del libro de S. Marcos: por haber visto pintado repetidas veces, que el libro del Evangelio de S. Lucas (á quien ellos falsamente tienen por S. Marcos) está en medio de las astas del buey con que pintan á S. Lucas. Dexo á parte, digo, estas, y otras muchas cosas; y haciendo una digresion que no me parece será fuera del caso, referiré una cosa que saben bien nuestros Españoles; pero que tal vez la ignoran los extrangeros: tan cierta, que nadie con razon podrá ponerla en duda; de suerte que quien negase que ella fuese así por el motivo de no haberla visto, se manífestaría tan necio, y pertinaz, como el que negára que hubiese Roma, porque él nunca la había visto; ó como el que por no haber estado nunca en la esclarecida Ciudad de Venecia que tiene tanta veneracion á S. Marcos Evangelista (Ciudad con efecto dignísima de verse, en tanto grado que de ella se dixo, que la tenía en menos quien nunca la hubiese visto) pensára, y persistiera en negar, que hubiese tal Venecia en el Universo. Yo mismo (pues no quiero mentir) no he visto el hecho de que voy á tratar, acaso por floxedad, ó pereza poco laudable de no emprender un viage de tres leguas. Vamos al caso.

4 En muchos lugares, y aun en algunas Ciudades de España, entre las quales no es la última la que llamaron los Romanos Arx Julia, y que nosotros, por haberse corrompido esta palabra, llamamos Truxillo; hay establecida una Hermandad, ó Cofradía, que celébra la memoria, y solemnidad de S. Marcos, con amansar   —175→   milagrosamente (como ellos pretenden) á un ferocísimo toro, al qual la víspera del Santo, le obligan con exôrcismos, y oraciones á asistir en la Iglesia á Vísperas, y en el dia de la misma Festividad todo el tiempo de la Misa Mayor, que por lo comun se celébra siempre con Sermon. Esta escena (que así quiero llamarla) pasa de este modo. Los hermanos de dicha Cofradía acompañados de otros, poco antes de las Vísperas, salen en procesion, precediendo los Acólitos con el que lleva la Cruz, y al último el Sacerdote vestido con las vestiduras sagradas de Alba, ó sobrepellíz, estola, y Capa Pluvial; y ya que han llegado á la manada de los toros (que el que corre con ello, hace que no esté muy distante del lugar) el Hermano Mayor, ó Prefecto de la Hermandad, descubriéndose la cabeza, llama al toro, diciéndole: Marcos, te mando en nombre de Dios, y de S. Marcos, que gustoso, y obediente asistas en el Templo á su Festividad. A esta voz se acerca el toro, que ya está señalado del año antecedente, quedando ya tan manso, y domesticado como una oveja. Rocíale luego el Sacerdote con agua bendita, y recitando sobre él no sé que preces, ú oraciones muy buenas, y pías, conforme lo indícan las palabras, se encaminan derechamente á la Iglesia, siguiendo el toro, á quien con una vara vá tocando el Alcalde ligeramente en el pescuezo. Sigue inmediatamente una multitud inmensa de ambos sexôs, que van apretando al toro, de conformidad que no tanto se diría, que anda un toro, ó un buey castrado, sino que vá andando el mas manso cordero; de suerte que no solo


............Circum pueri innuptæque puellæ,

ino que promiscuamente unos, y otras adornan con coronas, y flores al toro, en cuyas astas atan, y lian cintas de seda: ademas, como los muchachos son naturalmente inquietos, van pellizcando al toro con los   —176→   dedos, y tocándole con las palmas de sus manos; todo lo qual toléra, y sufre la fiera, hecha ya mansa, como si de mucho antes estuviera acostumbrada á cosas semejantes. Al llegar á la Iglesia, póstrase en tierra junto al Altar, ó á sus gradas, y allí permanece inmovil todo el tiempo que se celébran los Divinos Oficios, los que concluídos, haciendo señal con la campana para que todos los del Lugar se retiren á sus casas, mandan salir al toro, el qual volviendo á su innata ferocidad, lo executa al instante, y se vá derechamente á la vacada. Y lo que hacen en la víspera del Santo, lo executan del mismo modo al otro dia en la misma fiesta de S. Marcos.

5 Mas, sobre si esto carece, ó no, de toda fraude del demonio, y de maleficio, ó supersticion, no es tan cierto entre los doctos, y eruditos, que no dexen de dudarlo, y con razon. Con efecto los Autores mas graves, y serios, que he podido vér hasta ahora, la tienen por cosa muy sospechosa, y otros abiertamente la condenan1274. Entre los quales debe contarse el primero de todos el doctísimo Maestro Fr. Juan de Santo Thomas, Catedrático de Prima en otro tiempo de la Universidad de Alcalá, y Confesor del Rey Católico D. Felipe IV. hombre tan juicioso, y de tan excelente sabiduría, que apenas tiene igual en cosas Theológicas, el qual trató de propósito con mucho cuidado, y diligencia esta materia, con tal agudeza, y amenidad, que no puede menos de admirarse, que á un hombre ocupado en cosas mayores, le pudiera quedar tiempo para tratar este asunto: véale quien quisiere1275; pues yo, que estoy tratando una materia muy diversa, no   —177→   puedo, ni quiero detenerme en indagar esto por extenso, ni en exâminarlo conforme á las reglas de Theología. Lo cierto es, que este hecho que se reitéra todos los años, viéndolo, y no impidiéndolo aquellos, á cuyo cargo parece que está el pronunciar sentencia sobre ello, proviene, ó bien de la erronea opinion del vulgo, en persuadirse, que el Evangelista á quien se pinta el toro, no es otro que S. Marcos, ó que de este hecho son llevados á aquel vano modo de pensar.

6 No ignoro lo que suelen, ó pueden responder algunos que no se han de contar entre el vulgo, los quales quieren vindicar dicha costumbre de toda nota de supersticion, y maleficio: pero no me paro en esto; pues que he resuelto no decir mi parecer sobre esta materia. Solamente añado aquí de paso, que la esclarecida República de Venecia, profesa, y con razon, mucha veneracion á S. Marcos, por estár persuadida á que ella tiene el mismo Evangelio, que de su propia mano escribió el Santo Evangelista, y las sagradas reliquias de tan glorioso Martir. Pero, por lo que á mí toca, apenas habrá quien ignore, que dicha ilustre República suele pintar en sus Estandartes, y en otros lugares á San Marcos, ó á sí misma, como defendida por el patrocinio, y nombre de este Evangelista, en figura, y símbolo de un Leon alado. Lo que á mí me hace venir á la memoria la prudente, y aguda respuesta de un esclarecido Senador de Venecia, el qual como estuviese de Embaxador en Roma, y le preguntase una vez el Embaxador de Alemania ¿en qué parte del mundo nacían los Leones con alas? Respondió el prudente, y astuto viejo: Que de esto no debia estár solícito un Embaxador de Alemania, pues que el lugar sobre que le preguntaba, distaba muy poco de aquel donde nacen freqüentemente Aguilas con dos cabezas, aludiendo á las Aguilas del Imperio Romano, ó al Aguila con dos cuellos, que es la noble insignia, ó las armas del Imperio.   —178→   Baste ya por lo que mira á S. Marcos, y al símbolo del Leon con que le pintan.

7 Todavía, ni la Iglesia universal, ni toda España (aunque ambas esperamos que lo abrazarán algun dia) sí solamente mi Religion, por indulto, y concesion de la Silla Apostólica, celébra el dia 27 de Abril la Fiesta de S. Pedro Armengol, esclarecido Martir de Christo, el qual por haber padecido los mas terribles tormentos en testimonio de la Fé de Jesu-Christo, con razon es tenido por Martir, aunque permitiéndolo así Dios, y la Sacratísima Virgen, no acabó la vida en el patíbulo. Acerca de sus Imágenes, que son ya bastante freqüentes, me parece advertir algunas cosas. Pues este es el Santo, que con haber perdido miserablemente la juventud en el siglo, ayudado con los poderosos auxîlios de Dios, se entró despues en mi Orden de nuestra Señora de las Mercedes, Redencion de Cautivos, donde resplandeció tanto en virtudes, que compensó de mil maneras el modo de vivir que habia tenido antes, y llegó en breve á la cumbre de la perfeccion. Este es aquel, que habiendo sido enviado algunas veces á Africa para redimir á los Cautivos, despues de haber libertado á muchos del yugo de la cruel servidumbre, al fin, como se hubiese entregado voluntariamente á sí mismo por los muchachos que corrian riesgo de perder la Fé, consiguió la corona del martirio. Pero mejor será oír las palabras tomadas de su Rezo, que dicen así: Doliéndose de no haber podido por falta de dinero, libertar á algunos muchachos que titubeaban en la Fé, él mismo se quedó en prenda por su redencion: entre tanto le ataron con grillos, y como el dia señalado no hubiese llegado la paga tasada por la redencion, y le tuvieran por despreciador de la supersticion Mahometana, le ahorcaron en un madero. Hé aquí al Martir del Señor, que quanto estuvo de su parte, dió intrépido la vida por el nombre, y Divinidad de Jesu-Christo; y hubiera muerto   —179→   allí, si su dulcísima, y piadosísima Señora, y Patrona la Virgen Santísima, lo hubiera permitido, la qual le conservó libre sosteniéndole blandamente. Pero oigamos otra vez lo que se lée en su mismo rezo, que son palabras mucho mejores que las mias. En este intermedio vuelve de España á Africa (dice su rezo) su compañero Guillelmo con el precio de la redencion, y sintiendo en gran manera la pérdida del santo varon, acercóse al lugar donde permanecia colgado: encontróle todavía vivo, y que le decia: Carísimo hermano, no llores, pues vivo sostenido por las manos de la Virgen Santísima, que alegremente me ha socorrido estos dias. Lleno entonces de indecible gozo, le descolgó con admiracion de todos, pero sin dar crédito los bárbaros, y habiendo libertado á los demas, se volvieron gozosos á su patria

8 Vése pintado, y por buenos Artífices el triunfo de este ilustre Martir; pero alguna vez con descuido, que tal es la flaqueza del ingenio humano. Píntanle colgado del cuello con una cuerda, y cerca de él á la Santísima Virgen que le toca ligeramente con la mano; y lo que no puedo menos de admirar mucho, pintan tirante, y apretada la cuerda con el peso de su mismo cuerpo; sin embargo de que para describirse el caso oportunamente, debiera pintarse floxa como era verisimil que sucediera, quando estaba sostenido el cuerpo con fuerza superior: conforme he notado haberlo observado muy bien los Pintores en otras Imágenes, en que se vé representado este mismo hecho. Pintan tambien al ilustre Martir baxado ya del patíbulo, atada una cuerda al cuello en señal del martirio que padeció; pero sin observar bien la circunstancia, que verdadera, y elegantemente expresan las palabras del mismo Rezo del Santo, que dicen: Desde entonces el bienaventurado Pedro retuvo toda su vida torcido el cuello, por el suplicio, que le dieron, y el semblante flaco, y descaecido. Lo que, por mas que parezca menudencia,   —180→   me ha parecido advertirla á honor, y gloria de un varon, y Martir tan esclarecido.

9 Nadie ignora la santidad de la muy esclarecida Virgen, y Esposa de Jesu-Christo Santa Catalina de Sena, pero no es de mi intento explicar largamente aquí sus virtudes. Una sola cosa no quiero omitir, por ser ciertamente de mi inspeccion; á saber, que pintan muy á menudo á esta purísima Virgen con las expresas señales de las llagas de Christo Señor nuestro: lo que sin embargo llevan á mal, y con razon, algunos que han escrito sobre esta materia, cuyas disputas, y controversias no toca á mí el componerlas. Pero los que obran de buena fé, pueden tener por bastante cierto, que sucedieron ambas cosas; esto es, que el Señor imprimió á su amantísima Esposa Catalina sus sagradas llagas, y que estas de tal modo estuvieron escondidas á los ojos de los que la veían, que nunca se manifestaron afuera, por mas que la misma Santa sentia acerbísimos dolores por la impresion de dichas llagas, con que Dios la habia favorecido. Nada digo, que no lo haya tomado de los Escritores de su vida, de Raymundo de Capua, de S. Antonino Arzobispo de Florencia1276, y de otros. Y aun, esto mismo se refiere expresamente en su rezo, cuyas palabras por ser tan grave la materia, quiero ponerlas enteras aquí: Morando la Santa en Pisa (dice su rezo) un Domingo, despues de haber recibido la Comunion, quedándose arrobada, vió al Señor Crucificado, que venia con grande luz, y que de las cicatrices de sus llagas, baxaban cinco rayos á cinco partes de su cuerpo. Advierta esto de paso el pío, y erudito Lector, y se afirmará mas, y mas en la sentencia que defendí, arriba de haber sido Christo Crucificado con quatro clavos. Pero sigamos el hilo de las palabras: Advirtiendo ella el misterio, como   —181→   suplicase al Señor, que no se apareciesen las cicatrices,al punto mudaron los rayos el color de sangre en otro resplandeciente, y en forma de una luz pura, llegaron á sus manos,á sus pies, y á su corazon. Hé aquíel lugar, donde se hace expresa mencion de las llagas; de suerte que quedando salva una autoridad de tanto peso, no puede prudentemente negarse. Hé aquí tambien, de donde, por singular favor de Dios, tuvieron origen sus dolores, y tormentos. Esta gracia (prosigue su rezo) que le hizo el amantísimo Señor, se la aumentó con otra nueva, de sentir el dolor de las llagas, imprimiéndole la fuerza de ellas, sin aparecerse las sangrientas señales. Con efecto es así, dirá alguno: Luego no deberá pintarse á Santa Catalina con las llagas visibles, como si en vida hubiera sido hermoseada, y adornada con ellas. No digo esto, pero á esta objecion tácita, si se puede llamar así, ocurre oportunamente la misma narracion del rezo, que concluye con estas palabras: Lo que, como la sierva de Dios hubiese referido á su Confesor S. Raymundo haber acontecido de este modo, la pía devocion de los fieles, para que esto se representase tambien á la vista, pintó en las Imágenes de Santa Catalina rayos de luz, que llegasen á las dichas cinco partes de su cuerpo. De todo lo dicho, si se exâmina con maduréz, está bastante claro lo que debe colegir el Pintor prudente, y erudito.




ArribaAbajoCAPITULO IV.

De las Pinturas, é Imágenes de los Santos Apóstoles S. Felipe, y Santiago: de la historia de la Invencion de la Santa Cruz; y finalmente de Santa Mónica Madre del Grande Augustino


I No ignora aun el vulgo, que conforme á las reglas de Astronomía, lleva el mes de Marzo el signo de Géminis.   —182→   Pero por lo que hace á mi intento, acerca de las Pinturas, é Imágenes de los dos Santos Apóstoles S. Felipe, y Santiago, es poco lo que se ofrece advertir aquí de particular, que es lo que siempre he procurado. Porque, el que S. Felipe haya sido uno de los primeros que eligió Jesu-Christo, y el que habiendo pedido al Señor, que antes de seguirle, le permitiera ir á enterrar á su padre, le respondiese su Magestad1277: Dexa que los muertos entierren sus muertos: mas tú vé, y anuncia el reyno de Dios: aunque esto lo digan antiguos, y sapientísimos Doctores de la Iglesia1278; y además, que fué S. Felipe uno de los Apóstoles á quienes trató el Señor con mas familiaridad, como se echa de vér por los expresos lugares del Evangelio1279: Estas, y otras cosas semejantes, aunque muy ciertas, y verdaderas, conducen poco para lo que vamos tratando, que es á que dirijo siempre toda mi atencion. Notaré, pues, lo que hace á mi asunto, que se reduce principalmente á tres cosas.

2 En primer lugar no me agrada, que los Pintores nos representen á este Apostol de edad tan decrépita, que dán á entender haber cumplido 87. años, por mas que esto parece colegirse expresamente de aquellas Historias, que merecen poca aprobacion al Cardenal Baronio1280. Pero sí me gusta, el que le pinten con las insignias del Martirio, esto es, con la Cruz, en que le clavaron despues de haberle apedreado; lo que afirma Eusebio1281, como puede verse en el citado Cardenal. Porque, si bien no han faltado Autores antiguos, que nada nos han dicho del martirio de S. Felipe, como ciertamente nada nos ha dexado escrito de él Policrates1282 Obispo de Epheso; y aunque no han faltado tampoco   —183→   (que es mas) quienes pensasen, que S. Felipe había acabado su vida en paz, y tranquilidad sin padecer martirio1283: hemos de estár sin embargo, y tener por mas cierto lo contrario, por tener á nuestro favor, ademas de algunos testimonios de los antiguos, la práctica, y tradicion de la Iglesia. Finalmente, el que le pinten con un libro, es muy bien hecho; pues á todos los Apóstoles les conviene esta noble divisa, por haber sido los que anunciaron á las Gentes la doctrina del Evangelio, que por esto les llama S. Hilario, sembradores de la doctrina celestial. Pero harían muy mal los que por vér á S. Felipe con el libro, infiriesen de ahí habernos dexado escrito algo dicho Apostol, como dixeron algunos Hereges, á quienes condena el Papa Gelasio1284, así como el Evangelio apócrifo de S. Felipe; y aun afirma Epifanio, que este falso Evangelio es un libro impurísimo, y muy propio de sus Autores, que fueron los Gnósticos, ó como dice el proverbio Latino dignum patella operculum

3 Acompaña á S. Felipe, Santiago, aquel primer Obispo de Jerusalén, pariente del mismo Jesu-Christo, y que por tanto es llamado muchas veces en la Escritura Hermano del Señor. De este Apostol, si quisiera referir aquí con exâctitud las cosas admirables que de él se pueden decir, debería extenderme demasiado, lo que sería muy ageno del asunto que me he propuesto. Pues es mucha verdad, aunque algunos quieran decir lo contrario, lo que escribieron de él no solamente Hegesípo, Autor Eclesiástico1285, á quien siguieron Clemente Alexandrino, Eusebio de Cesaréa, S. Chrisóstomo, y otros muchos; sino tambien (que es mucho mas de   —184→   extrañar) lo que dixo el Judío Josepho, el qual añade, haber acontecido la destruccion de Jerusalén por vengar la muerte de Santiago, á quien los Judíos á una voz llamaban el justo.

4 Mas, por lo que hace á nuestro caso, es muy poco lo que debemos advertir. Y en primer lugar, aunque hemos observado arriba1286 haber sido una cosa comun á los demás Apóstoles el vestir ropas de lana; sin embargo á Santiago, por su especial modo de vida, se le debe pintar con vestidos enteramente blancos, no de lana, sino de lino. Dícelo expresamente S. Gerónimo1287, siguiendo la narracion de Hegesípo: y fuera de esto, que usó de una lámina de oro en la frente, no solamente lo afirma el mencionado S. Gerónimo, sí tambien Eusebio, y S. Epifanio1288, movidos de los mismos documentos. Ademas, es cierto deberse pintar este Santo con un libro, no solo por la razon, que dimos hablando de S. Felipe, sino porque escribió (son palabras de S. Gerónimo) una epístola, que es de las siete católicas, que afirman haberla otro dado á luz baxo su nombre, aunque poco á poco, y con el tiempo, haya obtenido autoridad. Ni solo, dicen, haber escrito esta epístola, sino tambien, como lo atestigua el mismo Doctor Máxîmo, El Evangelio, que llaman segun los Hebreos, que poco ha he traducido en Griego, y en Latin, de quien se vale muchas veces Orígenes, el qual refiere despues de la resurreccion del Salvador: Como el Señor hubiese dado la sábana al siervo del sacerdote, se fué, y apareció á Santiago; pues había jurado este no comer pan, desde que había bebido el caliz del Señor, hasta que le viese resucitado de entre los muertos. Y poco despues: Traed, dice el Señor, la mesa, y pan, y lo bendixo, é hizo pedazos, y dió á Santiago el Justo, y le dixo: Hermano mio, come tu pan, porque ha   —185→   resucitado el Hijo del hombre de entre los muertos

5 Por lo que mira al instrumento de su martirio, que es la gloriosa insignia de los Apóstoles, y demas Mártires, debe pintarse con aquella vara, ó palo grosero, de que se servian antiguamente los lavanderos, para exprimir el agua de los vestidos mojados; por haber acabado de este modo la vida, conforme dicen los esclarecidos Autores que citamos antes: óigase por todos á Eusebio1289, ó á Hegesípo, de quien él lo tomó, el qual, despues de muchas otras cosas, dice expresamente: Por fin, subiendo á un lugar elevado, desde allí le despeñaron en un precipicio, y dixeron entre sí: que convenia matar á pedradas á Santiago el Justo. Y por quanto despeñado ya, no murió luego, sino que levantando arriba el semblante, y puesto de rodillas, dixo: Suplícote Señor Dios Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen, empezaron á tirarle piedras. Y continuando en apedrearle, uno de los sacerdotes, é hijos de Rechâb, hijo de Rechâbim.... levantando el grito, dixo con voz esforzada: ¿Qué haceis? El Justo ruega á Dios por vosotros. Sin embargo uno de ellos, que era lavandero, tomando el palo con que solía sacudir la ropa, dió con él en la cabeza del Justo. De este modo perdió la vida maltratado con el dichoso, y feliz tormento del martirio. Hasta aquí, Hegesípo.

6 Podría disputarse aquí, si debe pintarse este Apóstol muy parecido á Christo en el semblante, por haber habido no pocos que han dicho clarísimamente, que este varon santísimo tuvo el aspecto, y figura del Señor, fundados en un testimonio, que segun á ellos les parecía, era del esclarecido Martir S. Ignacio: los quales con efecto no se engañáran, si una epístola que se dice escrita á S. Juan anciano, y es la segunda en número de las que tenemos solamente en Latin, y preceden   —186→   las Greco-Latinas, las quales están todas en el tomo I. Greco-Latino de la Biblioteca de los Padres Antiguos, fuese legítimo parto de S. Ignacio. Pero esto es lo que nadie admite de los Doctores que tratan sobre las epístolas de tan ilustre Martir: pues Eusebio, y S. Gerónimo solamente hicieron mencion de siete, las que no niega ningun Católico, y aun admiten tambien comunmente otras cinco, que juntas con las siete dichas, hacen doce. Pero no admiten, y con razon, las quatro de que ahora acabamos de hablar, por constar haber dudado muchos de su legitimidad, y casi enteramente rechazádolas dos varones de mucho nombre, insignes por su púrpura, y erudicion, los Cardenales Baronio, y Belarmino1290. Sin embargo, tenian otros Autores por tan cierto (pues de esta manera confirmaban su opinion) que Christo S. N. y su pariente Santiago llamado el Justo, eran muy parecidos entre sí, que por esto, dicen, haber dado el traidor Judas una señal á los que habian de prender al Señor, para que no se equivocáran prendiendo al uno por el otro; pero es muy diversa la razon genuína de aquel lugar, como con su acostumbrado juicio, lo prueba Maldonado, á saber, porque los soldados, que se destinaban para executar aquella accion, eran Romanos, que ni oían á Christo, ni le conocian aun de vista. Pero esto es de poca monta; ni el pintar á Santiago algun tanto parecido al Señor, es cosa en que se interese, ni se perjudique mucho la verdad, ni la piedad.

7 El tercero dia de este mes, celébra con festivos júbilos la Iglesia particularmente Occidental, la Invencion de la insigne Cruz de Jesu-Christo; cuya Historia, si la hubiese escrito aquel Eusebio de Cesaréa, que es sin duda el Xefe, y Príncipe de la Historia Eclesiástica, juzgo no se hubieran atrevido algunos enemigos de la   —187→   Iglesia (que quanto está de su parte, procuran argüir de falsas, ó dudosas las narraciones que con unánime consentimiento ha recibido la Santa Iglesia Romana) á infamar del mismo modo la esclarecida Historia de la Invencion de la saludable Cruz de Christo. Pero Eusebio (espontaneamente lo hemos de confesar) no tocó nada sobre este particular, ni en su Historia Eclesiástica, ni en su librito de la Vida de Constantino dado que esta sea verdadera obra suya, lo que en este siglo ilustrado, dudan, ó niegan claramente aun Autores Católicos.

8 Mas nadie de sano entendimiento, y juicio, puede poner en duda la verdad, y antigüedad de dicha Historia: pues la refieren expresamente, y á la larga Autores gravísimos, y entre ellos, aquellos mismos que escribieron casi al mismo tiempo, en que Eusebio podia haber hecho mencion de ella: tales son S. Ambrosio1291, Sulpicio Severo, S. Paulino, Rufino, Sócrates, Sozomeno, y Theodoreto. Y por quanto S. Paulino, varon siempre recomendable por su erudicion, y piedad, trata este punto con alguna mas elegancia, y extension, no puedo menos de poner aquí sus mismas palabras aunque algo largas. Este Santo, pues, despues de haber dicho muchas cosas de Santa Elena, Madre de Constantino Augusto, añade: Aquella venerable Reyna, así que vino á Jerusalén, aplicando su curiosidad á indagar con piedad, y cuidado las divinas insignias en aquellos lugares, y sus alrededores; y deseosa de informarse por la vista de aquellas cosas, que habia sabido por relacion, y escrito, emprendió buscar con el mayor empeño la Cruz de Jesu-Christo. Mas ¿qué medio podia haber para encontrarla, quando no habia hombre alguno,   —188→   que diese indicio de ella, en un lugar, en que la antigüedad del tiempo, y la diuturnidad de una supersticion impía, habia borrado la memoria, y el cuidado de conservar aquellas noticias de religion, y de respeto? Pero esta muger fiél mereció por su piedad, que la ilustrára Dios que es sabidor, y testigo de quantos secretos hay en la tierra, y en nuestros corazones: por cuya ilustracion, como hubiesen sido en vano todas las diligencias que habia puesto antes para indagar una cosa, que Dios había escondido á los hombres, procuró cerciorarse solamente del lugar donde padeció el Señor. A este fin llamó, y congregó en Jerusalén, no solo de entre los Christianos, á unos varones llenos de doctrina, y santidad, sino tambien á los mas peritos de los Judíos, como testigos de su propia impiedad (de que se glorían estos infelices). Entonces ella sola, confirmada en la noticia del lugar que le habian dicho, mandó al instante, impelida sin duda por el instinto de la revelacion que habia tenido, que se hiciese una excavacion en aquel lugar; y aplicados á ella los brazos de los Ciudadanos, y de la tropa, se cumplió en breve lo mandado: y abiertos los senos de la tierra con la profunda excavacion, se manifestaron (segun la confianza de la Reyna, y contra la de todos los demas) los arcanos de la Cruz escondida. Pero como se hubiesen hallado al mismo tiempo tres Cruces, segun habian sido fixadas, y erigidas en el Calvario para el Señor, y los ladrones; el gozo de este hallazgo empezó á turbarse con la duda congojosa, y el justo temor de los píos, y fieles, de elegir tal vez en lugar de la Cruz del Señor el patíbulo del ladron, ó de violar el leño saludable, desechándolo por el palo en que el ladron fué clavado. Miró el Señor á tan pías, fieles, y fervorosas ansias; y á la que habia tenido la principal parte en tan piadosa solicitud, le infundió particular luz para tomar la resolucion de mandar buscar, y traér á alguno que poco antes hubiese muerto. Cúmplese al punto   —189→   lo mandado, traen el cadaver, déxanle en tierra, aplícanle las Cruces una despues de otra: despreció la muerte las de los reos. Por fin la resurreccion del difunto manifestó la Cruz del Señor, y huyendo la muerte al tacto del leño saludable, quedó deshecho el funeral, levantóse el cuerpo, y temblando los vivos, estuvo en pie el muerto; y suelto ya de las ataduras sepulcrales, como antiguamente Lázaro, anduvo el resucitado en medio de los que estaban mirando1292. Y así, la Cruz del Señor, oculta por tantos siglos, escondida por los Judíos en el tiempo de la pasion, y no manifestada á los Gentiles, quando para la edificacion de su Templo, hicieron sin duda la debida excavacion ¿no deberémos decir, que quedó escondida milagrosamente, para hallarla quando se buscaba con tanta religion? De este modo, conforme convenia á la Cruz de Christo, se halló, y probó ser tal por la experiencia de la resurreccion; y luego en el lugar de la pasion, se edificó, y consagró una basílica de correspondiente ámbito, que hermoseada con techos dorados, y rica por sus altares de oro, conserva la Cruz, colocada en lo escondido de su Sagrario, &c. Hasta aquí este varon santo, pío, y eloqüente.

9 De lo dicho se echa de vér lo que deberá observarse en la Pintura de esta Historia, si acaso conviniere pintarla alguna vez. Por lo que toca á sus adornos, será justo pintar á Santa Elena con vestido Imperial, adornada con insignias de Reyna, rodeada de Guardias, y con mucho acompañamiento. En quanto á S. Macario Obispo de Jerusalén, se le debe pintar con vestiduras Pontificales, y Clérigos que le van acompañando. Quanto á lo demas, deben pintarse tres Cruces enteramente semejantes, lo que se convence claramente solo por este lugar, conforme dexamos notado arriba1293: las dos echadas en el suelo, y levantada en   —190→   alto la otra, y junto á ella, el cadaver de un hombre que resucita; todo lo qual no le será nada dificil de practicar al Pintor erudito. Pues con este estupendo milagro, como dicen las palabras que he trasladado, se manifestó, qual de las tres Cruces encontradas debaxo de la tierra, era la verdadera en que Christo padeció su muerte, libertando á todo el género humano de la muerte eterna. Porque, el que la Iglesia, usando siempre de mucha cautela, y circunspeccion, diga solamente, haber recobrado luego la salud una muger que estaba enferma de peligro, con estas palabras1294: El qual (habla del título de la Cruz) como no constase á qual de las tres habia sido clavado, quitó la duda un milagro: Porque Macario Obispo de Jerusalén, habiendo hecho oracion á Dios, aplicó cada una de las Cruces á cierta muger gravemente enferma, la que, como no hubiese experimentado ningun alivio en las dos primeras, así que se le aplicó la tercera, la sanó de repente: es esto mucha verdad, y en nada contrario á lo que hemos dicho. Pues ambas cosas pudieron suceder, como oportunamente lo notó el Cardenal Baronio: y que de hecho aconteció así, lo dice expresamente, ademas de S. Paulino, de Sulpicio, y de otros testigos mas antiguos, que solo hablan del difunto, un Historiador Eclesiástico, aunque no tan antiguo1295, con estas palabras: Dicen tambien, que despues (esto es, despues de haber sanado la muger) habiendo puesto la Cruz sobre un difunto, lo resucitó de repente. Ni, segun á mí me parece, se aparta de esto la Iglesia, pues que en el mismo rezo, celébra ella misma el haber resucitado los muertos por el contacto de la Cruz que se halló, quando dice: Mientras por inspiracion celestial se descubre la sagrada prenda, se afirma mas la Fé de Jesu-Christo....   —191→   Al contacto de la Cruz resucitan los muertos, y se manifiestan las maravillas de Dios. Por lo que, juzgo muy del caso, y lo mejor, pintar á un cadaver que resucita. Será tambien muy propio el pintar á hombres, y mugeres al rededor, llenos de pasmo, y admiracion, y aun daría mas gracia á la Pintura, el representar, como amedrentados los muchachos están acogiéndose á sus madres, por vér que se movía, y resucitaba un difunto, cosa casi inaudita para todos.

10 Con razon la Iglesia nuestra Madre, á la insigne viuda Santa Mónica (á quien nombro siempre con mucha veneracion, y respeto) la llama dos veces Madre de S. Agustin, por haberle parido para el mundo, y para el Cielo: para el mundo, quando siendo casada dió á luz al que habia de ser grande lumbrera, y sustentáculo de la Iglesia; y para el Cielo, porque siendo mozo su hijo, y de un ingenio vivo, y fuerte, aunque estaba escrito en el catálogo de los Catecúmenos, no fiándose, como era debido, de la humildad, y sencillez Christiana, abrazó la absurdísima secta de los Manichêos, á causa del freqüente trato que tuvo con aquellos, que á él le parecia que sabian mucho, como eran entonces dichos Hereges. Esto (pues quiero decirlo de paso) nadie lo ignora; pero no parece que lo sepan aquellos (y entre estos hay algunos muy graves, y sabios), los quales sin observar la debida cautela, dicen, que por esta caída, fué algun tiempo herege S. Agustin: no obstante que era facil de reparar, que el error de los Manichêos, aunque hacía hereges á los que estaban bautizados, pero no podia constituir tales, á los que no lo estaban; pues saben aun los muchachos, que aquel es herege solamente, que siendo bautizado, y profesando la Fé de Jesu-Christo, comete con pertinacia algun error contra ella, conforme lo hemos advertido de paso en otros lugares. Vamos ahora al asunto. La piadosísima Madre, sintiendo infinitamente la infeliz suerte   —192→   de su amado hijo, estaba llorando con incesantes lágrimas su caída, hasta que siguiéndole con tierno afecto á Milán, donde se habia ido Augustino, vió allí con increíble alegría, y júbilo su conversion, y que recibia el Bautismo de manos de S. Ambrosio. Con que verdaderamente se pudo decir, que Santa Mónica parió para el Cielo al que antes habia parido para el mundo. Lo que celebrándolo piamente la Iglesia en su rezo, dice: La piadosísima madre de Augustino, al que antes habia parido para el mundo, lo engendró despues para Christo en las entrañas de su caridad con mucho derramamiento de lágrimas. El Lector deberá disimularme el haber notado esto brevemente, en honor de tan Gran Padre, y de su piadosísima Madre, volviendo ya á lo que es de mi intento.

II Si aconteciere, pues, el pintar á Santa Mónica (lo que, á mi parecer, sucederá no pocas veces), podrá representarse, ó ya en la edad, en que estaba llorando la caída, é infeliz suerte de S. Agustin, que sería entonces de unos quarenta y seis años; ó bien, quando habiendo muerto ya mucho tiempo antes su marido, y dexando ya convertido á su hijo, se partia de Milán volviéndose á Africa su Patria, siendo entonces de edad de cincuenta y seis años, como expresamente, y sin ninguna duda lo afirma el hijo de tan buena madre1296. Mas, de qualquier modo que se pinte, debe pintarse vestida siempre con mucha honestidad, y cubierta su cabeza con un velo; pues tal se debe representar á una muger, ocupada siempre en santas obras, y en continuas lágrimas, así antes como despues de la conversion de su hijo, quando se volvía á Africa meditando solamente en las cosas celestiales.



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