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ArribaAbajoCAPITULO VI.

De las Pinturas, é Imágenes de S. Felipe Benicio, de S. Bartholomé Apostol, de S. Luis Rey de Francia, y del Gran Padre S. Agustin


I San Felipe Benicio, Florentino, de la ilustre familia de los Benicios, fué varon de mérito singular; cuyas alabanzas, hechos, y vida han escrito Arcangel Junio Florentino, y Felipe Ferrario, ambos de la Orden de Siervos   —354→   de María, que vulgarmente llaman Servitas. A la verdad, ilustró, y propagó en gran manera dicho Santo esta religiosísima Orden; pero hablando propiamente, no la instituyó, aunque le atribuye esta alabanza el Martirologio Romano al dia 23 de Agosto. Pero yo, ciñéndome á lo que es de mi asunto, notaré solamente algunas cosas acerca de sus Imágenes, y Pinturas. La primera: Que quando murió no era viejo, pues no tenia mas de cincuenta años cumplidos: y así sería cosa poco conforme á la verdad, el pintarle muy viejo, como hacen regularmente. Tambien debemos advertir algo, por lo que mira al Hábito religioso que traxo, y en que murió. Porque, si bien en muchas otras partes de la Europa es bastante conocido, pero en nuestra España, á que yo debo mirar principalmente, pocos, á lo que me persuado, tendrán noticia de él. Dicho Hábito se compone de una túnica con mangas, de escapulario, capilla, y de una capa: y para que se perciba mas, diré brevemente, que el Hábito de los Padres Servitas, sería el mismo que el que llevamos los Religiosos de la Sagrada, y Militar Orden de nuestra Señora de las Mercedes, Redencion de Cautivos, á no mediar la diversidad de color, que es lo principal que los distingue: pues el nuestro es enteramente blanco, y el suyo totalmente negro. Lo que basta, para que en caso de ofrecerse, sepa el Pintor discernir uno de otro, y pintarle como es debido. Será tambien muy conforme, y puesto en razon, á mi entender, que por haber sido Felipe Siervo de María, y por lo mismo que fué dignísimo Siervo de esta Señora, se le pinte abrazándose con la Imagen del Crucifixo, á quien con igual piedad, y sabiduría llamaba Benicio su libro: siendo de ello una grande prueba lo que se lée en su Rezo, donde se dice: Finalmente en Todi el año de 1285. partió santamente de esta vida, en el ósculo del Señor pendiente de la Cruz, á quien llamaba su libro. Pero no   —355→   quisiera que movido alguno de esta razon, pensase haber estado Felipe destituído de aquella doctrina, y sabiduría que se adquiere con trabajo, y con el estudio; pues no fué así, antes se dió mucho á las letras: y en París, antes de ser Religioso, tomó la borla de Doctor en Philosophía, y Medicina; lo que dicen haberlo hecho para heredar á su padre, pues era hijo del noble Médico Jacobo Benicio. Y sobre esto, despues de haber profesado en la Religion, en donde procuró, aunque en vano, estár escondido, sirviendo de Lego, ó de Donado, como llaman; se dedicó quanto pudo al estudio de las Sagradas Letras: en tanto, que dos famosísimos Maestros de la Orden de Predicadores, que casualmente iban de camino con él, le tuvieron por un asombro, y contemplando, y como palpando con sus manos los tesoros de profunda, y recóndita sabiduría, aun de la Sagrada Escritura, que estaban escondidos en un hombre lego al parecer; aconsejaron al Superior de los Servitas, que por mas que lo rehusase, y resistiese, le mandára ordenar. Pero el Santo, que no estimaba en mucho los libros de la sabiduría humana, y que mas que á ellos, se dedicaba á la contemplacion, y meditacion de las llagas de Jesu-Christo; á su Imagen llamaba despues con profunda sabiduría, su libro.

2 Yo deseára, que quantas veces se quisiera pintar á este Santo, se hiciese tambien mencion de una ilustre accion suya; de suerte que el omitirla, podria atribuirse á negligencia, ó impericia. Pues, aunque no renunció Benicio el Sumo Pontificado de la Iglesia, lo que mucho antes habia hecho S. Pedro Celestino; sin embargo huyó esta suprema dignidad con tanto esmero, con quanto acaso otros la han solicitado. Cuenta claramente el hecho la Iglesia en su Rezo; y mas que con las mias, quiero que se léa con sus mismas palabras. Porque, despues de haber referido el milagro de haber sanado á un leproso vistiéndole con la túnica de que él se desnudó,   —356→   dice: Cundiendo por todas partes la fama de este milagro, algunos de los Cardenales, que se habian juntado en Viterbo, para elegir sucesor á Clemente IV. que habia muerto, echaron sus ojos en Felipe, cuya prudencia celestial tenian bien conocida. Lo que habiendo llegado á oídos del siervo de Dios, por no verse acaso precisado á tomar sobre sí la carga del régimen Pastoral, se estuvo escondido en el monte Tuniato, hasta que fué elegido Pontífice Gregorio X. Muchas maneras puede haber para representar de algun modo esta accion de insigne humildad: pero como esto parece exceder los límites de mi intento, déxolo gustoso al juicio del Pintor cuerdo, y erudito.

3 Como los hombres por lo comun estamos inclinados á querer saber, y divulgar aquellas cosas, de que puede haber menos noticia, ya sea por la obscuridad de ellas mismas, y por un silencio universal, ó ya por haber querido Dios que nos estuvieran escondidas, de suerte que, como hemos dicho muchas veces, son conatos de los que abusan de su propio ocio, y del ageno, querer decir, y publicar mas cosas de los hechos de los Apóstoles: esto puntualmente sucede en la historia, persona, martirio, y otras cosas semejantes del Apostol San Bartholomé. Pues no han faltado quienes fingieron acerca de esto varias cosas, de las quales se han introducido algunas en sus Pinturas, é Imágenes. Y para que se vea mas claro, será muy del caso saber quál es la fuente principal, de donde se tomaron, y fingieron. Dicen que hubo en los tiempos de Christo un tal Abdías de Babilonia, y que fué uno de sus Discípulos, el qual escribió los hechos, y martirios de los Apóstoles. No quiero yo decir quien haya sido este tal Abdías, y su libro; pues claramente lo ha dicho por mí un Varon Eminentísímo en dignidad, y sabiduría1511 con las palabras   —357→   siguientes: Dicen que Abdías de Babilonia fué uno de los Discípulos del Señor. Pero las vidas de los Apóstoles, que corren con su nombre, son mas semejantes á fábulas, que á una narracion verdadera. Ni véo que de dicho Abdías, ni de su libro, hagan mencion alguna los antiguos.

4 Esto supuesto, tengo por fábula portentosa, y hablilla de viejas, que el Apostol San Bartholomé (ó como otros, para sostener la mentira, quieren escribir su nombre en Latin Barptolomæus) fuese Rey, ni hijo del Rey de Egipto que habia en Syria: y por tanto no dudo afirmar, ser una pura mentira el pintarle con vestido de púrpura con que le adorna el fingido Babilonio; como, si fuese menester, podria manifestarlo con testimonios irrefragables. Mas, sobre el género de martirio que padeció, esto es, que por orden del impío Rey gentil, fuese enteramente desollado; por ser esta una cosa que la han escrito otros antes de salir á luz el fingido Abdías, no la contradigo: aunque no por esto afirmo seriamente que se deba pintar como le pintaron algunos, y verémos luego, sin internarme mucho en las demas cosas que suelen acompañar á esta Pintura.

5 Y para que no parezca á los imperitos (que acaso habrá algunos) que estas son cosas que yo las finjo en mi propia fantasía, quiero poner aquí casi entera la nota que puso á la Imagen de S. Bartholomé, un hombre pío, y Theólogo eruditísimo, el qual dice1512: A este (habla de S. Bartholomé) algunos le pintan como noble en la Cena del Señor, y en otras partes. Lo que se ha tomado de las palabras del demonio en el falso Abdías: donde falsamente dice muchas cosas de S. Bartholomé, á saber, que los Angeles no permitian que tuviese hambre, ni se cansase: y que andaba vestido de   —358→   púrpura, y piedras preciosas. ¿Quién creerá que el Apostol, quando despues de recibido el Espíritu Santo, estaba exerciendo el ministerio Apostólico que se le habia confiado, no quisiese por su nobleza, dexar el vestido de púrpura? ¿Y que (como añaden algunos con mayor temeridad) por esta causa debió de ser desollado? Y poco despues, sabiamente concluye el mismo Autor: No se haga, pues, ningun aprecio de la obscura ficcion del vestido de púrpura de S. Bartholomé en el tiempo de su Apostolado. Despréciense también los diez libros sobre la historia del combate Apostólico, que salieron poco há de Alemania con el título de Abdías, y se imprimieron en la Imprenta de Oporino; á quienes, como á indignos de fé, puso el Papa Paulo IV. en el número de los escritos que condenó. En algunas partes le pintan sobrado crasa, y lascivamente, desollado de pies á cabeza, como si fuese un monstruo, y un hombre silvestre, llevando su piel en un báculo, como si así, segun fingen algunos ridículamente, hubiera ido á Roma. Hasta aquí este docto Autor, á quien, aunque en esta mi obra no he copiado, ni ha sido mi ánimo copiarle; sin embargo no negaré que ha sido el principal Autor á quien he seguido.

6 Muchos han escrito la vida, y hechos del esclarecido S. Luis Rey de Francia: pues ademas del Señor de Jionvilla, que fué muy familiar suyo, y estuvo sirviéndole á su lado veinte y dos años enteros, y á mas de otros, que con particularidad trataron esta materia; hablan largamente sobre este punto todos los Historiadores Franceses, cuyo catálogo omito poner aquí, huyendo (de lo que acaso otros no se apartan) de hacer alguna ostentacion de hombre de mucha lectura, y erudicion. Acerca de sus Imágenes, y Pinturas, que apenas habrá quien no haya visto muchas, casi no se me ofrece que advertir cosa de alguna importancia: pero no me parece bien el que le pinten con vestidos usados, viejos, y casi rotos. Pues el Rey S. Luis fué tal,   —359→   que así como nada perdió por sus costumbres de su santidad, tampoco perdió nada de su magestad: antes fué Luis el primero de los Reyes de Francia que mandó (pues me acuerdo haberlo leído) que soldados armados, y con espada desenvaynada, fuesen delante de su Real carroza á caballo: por estár bien persuadido, que esto no solo era conveniente para su mayor seguridad, y resguardo, sino tambien muy conforme á su dignidad, y magestad. Finalmente (pues es mucha verdad, que el que posée perfectamente una virtud dimanada de la caridad, reyna de las virtudes, es preciso que las tenga todas) el insigne S. Luis Rey de Francia, fué igualmente Rey que Santo: pero prefería aquella santidad que era conforme á un Rey, y se portó de tal modo siendo Rey, como convenía á un Santo.

7 Sería intento vano querer hacer aquí algunos elogios del Gran Padre, y superior á todo encarecimiento, el glorioso S. Agustin, despues de las muchas alabanzas que le han tributado los Sumos Pontífices, y los Concilios. Ciertamente muchas de estas son cosa facil de vér, no en libros raros, sino en los que se encuentran á cada paso, que por tanto no quiero ni ligeramente insinuarlos. En quanto á sus Imágenes, y Pinturas, podria tambien decirse mucho; pero procuraré decir en pocas palabras lo que se ofrezca. Y primeramente, acerca de aquella larga, y molesta qüestion sobre el Hábito de S. Agustin que se trató antiguamente, y que aun se trata, segun temo, en el dia de hoy, con tanto fervor, y empeño entre los Canónigos, y Ermitaños de su Instituto, será lo mejor dexarla á ellos mismos que la decidan. Porque ¿qué absurdo hay, qué mentira, ó qué error, en que los Canónigos, que miran á S. Agustin como á su Padre, le pinten en trage de Canónigo, y los Ermitaños de este Instituto, con Hábito religioso, y con cogulla? Véa, ruego yo, el pío,   —360→   y erudito Lector al Autor que poco há, y muchas veces he citado; por no verme en la precision de transcribir otra vez sus palabras, que son bastante largas. Sin embargo no quiero omitir su conclusion1513: En las Crónicas (dice) de la Orden de San Agustin, que comenzó Onuphrio, y las concluyó Joseph Pámphilo Obispo Siñino, se nota al año 1484, que Sixto IV. mandó baxo pena de excomunion latæ sententiæ, que no hubiese contiendas, ni disputas entre los Padres Agustinos, y Canónigos Reglares sobre el Hábito de S. Agustin, y sobre el trage en que se le debe pintar. Quede, pues, sentado entre los que son cuerda, y prudentemente doctos, y sabios, que puede muy bien pintarse á S. Agustin, ó ya en Hábito Canonical (si es que puede saberse el vestido que usaban entonces los Canónigos), ó ya en Hábito religioso, y con cogulla negra, que por decir la verdad, es lo mas recibido.

8 Otra Pintura hay del Gran Padre S. Agustin, tambien muy freqüente, y que todos han visto, y que no faltarán quienes justamente la reprueben1514. Dicha Pintura, segun yo la he observado en varios lugares, es esta. Pintan á S. Agustin ya de bastante edad, con ornamentos Pontificales, y sentado á sus pies á un Niño hermosísimo, y muy resplandeciente, el qual con una concha vá sacando agua del mar, y la vá echando con mucho cuidado en un pequeño hoyo á la orilla del mismo mar; y ademas le representan como que está hablando con S. Agustin. Este modo de pintar á este Padre, omitiendo otro mucho mas absurdo que refieren otros, dicen haber dimanado, de que meditando el Gran Padre sobre el Misterio de la Santísima Trinidad, se le apareció el Niño Jesus en la forma que hemos dicho; y como S. Agustin le mirase sin conocer quien era, cuentan haberle dicho: Muchacho? ¿qué estas haciendo, ó   —361→   qué pretendes? Poner (respondió él) el agua del mar en este hoyo que he abierto. A que respondió S. Agustin, que aquello era imposible. Mas imposible es, dixo entonces el Divino Niño, lo que tú intentas, y maquínas, de querer encerrar en tu limitado entendimiento el recóndito, y vastísimo Océano de la Divinidad, y Trinidad, y como pueda compadecerse este Misterio con una suma Unidad. Dicho esto, dicen, que al punto desapareció. Pero, si puede decirse con libertad, y reverencia, lo que siente cada uno ingenuamente, ya hace mucho tiempo, que me desagrada semejante modo de pintar á S. Agustin. Porque dexando á parte, el que de esta narracion (ó ella haya sido un hecho, que realmente pasase á Augustino estando despierto, ó bien una vision imaginaria, que se representase en la fantasía del santísimo Padre) no hace ninguna mencion Posidio Obispo, y otros Escritores mas antiguos, si es que los hay, de la vida de S. Agustin (pues no me paro en lo que dicen los modernos, particularmente algunos de ellos) callan enteramente este hecho; dexando, digo, á parte todo esto, parece que dicha narracion, segun se nos representa en la Pintura, se contradice consigo misma, y por tanto, que no podemos darle fé, y prudente asenso. Lo que podrá convencerse con el siguiente discurso.

9 Porque una de dos ¿ó se pretende, que esto pasó á S. Agustin antes de bautizado, quando todavía era profesor de una loca sabiduría (pues el que ese Gran Padre haya sido en algun tiempo Herege, ni lo confieso, ni lo confesaré jamas, aunque esta expresion se les haya escapado sin advertir á hombres muy sabios) y á favor de esto pueden entenderse aquellas palabras, que se léen en su rezo: Sin embargo difirió por mucho tiempo la gracia del Bautismo; porque hinchado con la vana filosofia, queria comprehender con la razon natural, lo que un ánimo pío intenta conocer con la luz de la Fé:   —362→   O se dice haber acontecido esto despues de bautizado? Si lo primero, se opone á la misma narracion, y á la Pintura. A la narracion, porque dicen haberlo visto S. Agustin, quando estaba meditando sobre los libros de la Trinidad, que no los escribió, sino despues de bautizado, y quando ya Sacerdote. Opónese tambien á la Pintura: porque le pintan ya bastante entrado en edad, y de muchos mas años que quando recibió el Bautismo: y lo que es mas, le pintan de Obispo, y con vestiduras Pontificales, lo que no fué, ni pudo ser antes del Bautismo. Solo resta, pues, que esto lo viese, ó experimentase S. Agustin quando ya bautizado, y despues de haber hecho muchos servicios á la Iglesia, y á la Fé Católica. Pero hé aquí, lo que yo nunca podré persuadirme. Qué? ¿Por ventura S. Agustin, meditando sobre sus libros de la Trinidad, queria comprehender este Misterio con la razon humana? Qué? ¿pensaba él, ó discurria encerrar tan vasto Océano en el debil conocimiento de sí mismo? ¿Podrá decirse jamás una cosa tal de S. Agustin, de quien, dexando á parte otras infinitas alabanzas suyas, justamente se dixo no haber habido otro mas humilde que él? A la verdad no se compadece esto con lo que dixo el mismo Santo al concluír sus libros de la Trinidad: Señor Dios Uno, Dios Trinidad, quanto he dicho en estos libros de tí, conózcanlo los tuyos; y si algo he dicho de mi cosecha, perdóname tú, y los tuyos. Amen. Vayan, pues, fuera estas, y semejantes Pinturas de las Imágenes Sagradas, que por mas que á algunos les parecen cosas pías, son en realidad ficciones disparatadas, y ridículas, de que no es lícito, ni decente, imbuír los ojos principalmente de la gente mas ruda.

10 Otra Pintura hay todavía mas freqüente, y celebrada de pintar, ó representar á S. Agustin, qual vemos en el grande Convento de Padres Augustinos de Salamanca, en su mismo Altar Mayor (de cuyo Convento,   —363→   como tambien de la santidad, y erudicion de sus moradores, no me atrevo á decir nada, sin protestar antes mi profundo respeto, y reverencia) esto es, el pintar arrodillado al Santo Padre, elevado su pensamiento en Dios, tendidas las manos, y contemplando á un lado á Jesu-Christo crucificado, y al otro á la Sacratísima, y dulcísima Virgen alimentando con su sagrada, y celestial leche al tierno Niño Jesus, con aquel lema que se vé particularmente en sus estampas: Puesto en medio,no sé donde volverme. Por la una parte (esto es, en la que se representa á Jesu-Christo) me alimento de las llagas: y por la otra (esto es, donde está la Santísima Virgen) me alimento de leche. Todo me parece muy bien, y el que hombres tan grandes lo hayan recibido, y expuesto en lugares tan célebres, es mas que bastante para reconocer en dicha Pintura mucho peso, y autoridad. Sin embargo, no puedo menos de advertir al Lector pío, y erudito, que dichas palabras no deben tomarse á la letra, como dicen, y que no hay mucha certeza de este acontecimiento, si es que con efecto sucedió. Y por tanto, que esta Pintura, como observó el R. P. Fr. Luis de los Angeles1515, aunque bastante comun; pero que hablando con mas propiedad, no es literal, ó histórica, sino mucho mas simbólica, y geroglífica. Observólo esto antes que yo, un varon erudito, y de ameno ingenio el P. Fr. Manuel de los Santos1516 Augustino descalzo, amigo mio en otro tiempo, y á quien ya muchos años hace, se lo llevó la muerte en medio de la carrera de sus gravísimos estudios. Este Autor, pues, en un sermon bastante docto, é ingenioso que predicó en alabanza de S. Agustin, dice elegantemente como acostumbra: Esta fué la mejor librería de Augustino, y lo fué siempre; que aquel Puesto en medio,   —364→   tan celebrado, y pintado, neutral siempre Augustino entre el costado de Christo, y los pechos de María, bebiendo de aquí leche, y de allí sangre, sin saber donde volverse; yo pienso que fué algun lance espiritual símbolo de toda la vida de Augustino. Jamas se apartó de allí, &c. Y añade despues oportunamente, y muy al caso en la margen: Cítase á favor de esta sentencia á Valdens. in Theatr. Religios. f. 123, y 338. á Lanciloto lib 3. de la Vida del P. S. Agust. Véase al M. Ang. sobre su vida, y alabanzas en el folio de mi impresion 209. c. 2. Es esta una cosa muy freqüente en las Crónicas, y Pinturas mas modernas. Pregúntase ¿si este fué un hecho, ó si es un geroglífico? Y así la Imagen de S. Agustin celebrada en todas partes, y que á mí mas me agrada, es, en la que se le representa con los ornamentos acostumbrados, llevando en una mano su corazon ardiente, abrasado con muchas llamas, y herido tambien con saetas de amor, y de caridad, y teniendo en la otra, esto es, en la derecha, aquella pluma que á manera de rayo, ó de espada, desenvaynó contra los Hereges, y que al mismo tiempo supo manejar con tanta destreza para amor, y gloria de Dios. En dicha Imagen, no hay cosa alguna recóndita que necesite de mucha explicacion, ó interpretacion: todo está patente á la vista, aun de los menos eruditos. Y ya que en ella vémos pintados á un tiempo el corazon, y pluma de Augustino, séame permitido poner aquí unos versos, que muchos años hace compuse sobre este asunto, los quales dicen así:


Quid est pod igneum altera ostentans manu,
Ignite Præsul, atque Doctor optime,
Cor, altera prælucidam pennam geris?
Hoc credo, non id pessime conjecerim
Tuæ movetur impetu pennæ cor hoc,
Aut corde tracta penna pingit literas.

  —365→  

Esto se me ha ofrecido decir acerca de las Imágenes, y Pinturas de S. Agustin: para con el qual, como á hijo, y alumno que soy de su Santa Religion, me siento movido con extraños afectos. Porque, el que alguna vez (yo no lo he visto, pero hombres dignísimos de toda fé, me han asegurado haberlo visto) el que alguna vez, digo, se haya expuesto en algun lugar bastante famoso la Imagen de este Gran Padre, varon el mas modesto de quantos ha habido, no sentado, ó en pie, sino sobre una águila, arrojando rayos á la manera del Júpiter Tonante de los Gentiles, aunque no faltarán quienes quieran ensalzar esta Pintura como á geroglífico sublime, y elegante; pero á mí nunca ha podido, ni podrá agradarme una Cosa tal: antes siempre la miraré como invencion, no de algun docto, sino de algun Artífice, que considera con poca gravedad, y madurez, una cosa tan seria, y grave.




ArribaAbajoCAPITULO VII.

Las Pinturas, é Imágenes de la Degollacion del sagrado Precursor, y de su cabeza separada de sus hombros, de Santa Rosa del Perú, y de S Ramon Nonnato Cardenal


I Digo sin recelo alguno, que no sería tan miserable la condicion de los Príncipes, y de los Reyes, si pudieran, ó quisieran carecer de aquellas fieras, y furias domésticas, que baxo el obsequioso nombre de amigos, hacen el papel de sus mayores enemigos. Todo hombre cuerdo echará de vér fácilmente, que he querido significar á los aduladores, por ser estos los que de dia, y de noche, no procuran inculcar otra cosa á los oídos de los Príncipes, sino aquellas palabras lisonjeras: Pasa adelante, obra como quieras: no dudes ser bastante tu voluntad, para que quanto se te antojare,   —366→   sea digno de que se execute: mandando tú, no tienes que poner duda en nada: te es, y seráte siempre permitido qualquier antojo. Finalmente, sea tu querer la medida de la razon. Pero muy desemejante á estos fue el Ermitaño áulico, pues uno, y otro fué el Gran Precursor de Christo S. Juan. Habitó este los desiertos de los bosques: pero quando llegó su tiempo, freqüentó el palacio de Herodes Tetrarca, para haber de aprovecharle; repitiendo freqüentemente á los oídos del Rey incestuoso, aquella suave palabra, como notó S. Juan Chrisóstomo, aunque al mismo tiempo libre, é ingenua: No te es lícito tener la muger de tu hermano. Muy caro le costó al pregonero de la verdad (en cuya alabanza he dicho esto brevemente) su libertad en el hablar; pues lo pagó con su santísima cabeza, que le mandó cortar el injustísimo Rey1517, no tanto por el odio que él le tuviese, como por el que le tenia una muger.

2 Todo lo dicho es sabido por la misma Historia del Evangelio, sobre cuyas Imágenes tengo que advertir algunas cosas. Paso en silencio el que en la cena de Herodes se representan los convidados, no echados, ó recostados en sus camas, como era debido, sino sentados en sus sillas, ó bancos, lo que hizo tambien el excelente Pintor Rubens. Pues esto, conforme he notado muchas veces, contiene error en los ritos, y costumbres, aunque solamente lo advierten los que han puesto mucho cuidado, y diligencia en tener conocimiento de la antigüedad: sin embargo de que todos podian haberlo aprendido de las mismas palabras del Evangelio, donde se dice de la hija saltatriz de Herodías1518: Y como hubiese entrado la hija de la misma Herodías, y hubiese saltado, y dado gusto á Herodes, y á los que estaban con él á la mesa, &c. Y un poco mas abaxo: Por los que   —367→   estaban con él á la mesa, no quiso entristecerla. Paso, digo, todo esto en silencio, y advierto ahora únicamente, que el acto mismo, ó la escena funestísima de cortar la cabeza al Bautista, no sucedió, y por tanto que no debe representarse (como lo han practicado alguna vez) en el mismo palacio, ni tampoco en campo descubierto; por decirnos claramente el Evangelio, que el lugar, donde por orden de Herodes se cortó la cabeza á San Juan, no fué otro, sino la misma carcel1519: Y lo degolló en la carcel. Tal fué la vilísima accion que cometió el Rey impío, cegado del torpe amor, por dar gusto á la muchacha saltatriz: accion, que describe S. Ambrosio con mas fuerza de palabras, y mayor eloqüencia de la que suele (aunque suele siempre usar mucha) de suerte que parece poner el hecho como que realmente está pasando delante de la vista: cuyo hecho ha dado á los Oradores Christianos sobradísima ocasion de detestarlo, de que luego voy á decir algo, aunque con mucha brevedad.

3 Pero entre tanto quiero notar brevemente dos cosas acerca de la misma cabeza del Bautista arrancada ya de sus hombros, y puesta en un grande plato, que si bien no perjudican nada á la historia, con todo parece que está cayendo aquí de su peso el hablar de ellas. Lo primero, que algunos para ostentar, ó exâgerar su habilidad, pintan, ó forman extrañamente disforme la cabeza del sagrado Bautista, lo que lejos de representar la santidad, y constancia que tuvo en su muerte el Gran Precursor, parece nos pone á la vista la ferocidad, y aun la embriaguez de algun Holofernes; pintan, digo, la cabeza del Bautista extrañamente disforme, esto es, sin cerrar totalmente los ojos, abierta en gran manera la boca, sacando ferozmente la lengua, y otras cosas semejantes: lo que es muy   —368→   ageno de una cosa tan sagrada, como es la cabeza del Divino Precursor. Lo segundo que debo advertir, es, que algunos sin poner bastante atencion á la naturaleza de las cosas, le pintan con el cuello mas largo de lo que corresponde á una cabeza cortada. Sobre que me acuerdo haber leído una historia muy oportuna para lo que vamos tratando. Un Emperador de los Turcos muy aficionado al Arte de la Pintura, mandó llamar á un Pintor veneciano, que á no engañarme, se llamaba Belino. Este, á mas de otras cosas, que hizo por su orden, le regaló la Pintura de la cabeza del Precursor, que á su parecer estaba trabajada con mucho primor. El Sultan, alabando no poco en todo lo demas su artificio, solamente advirtió á Belino, que aquella cabeza no estaba conforme, ni proporcionada á lo que exîgia la naturaleza. ¿No ves (le dixo) que ese cuello ha quedado mucho mas largo de lo que pide la verdad del hecho, y el orden de la naturaleza? ¿No lo confiesas? Callaba el Pintor, sin atreverse á chistar delante de un Señor tan soberbio. Pero el Sultan, Para que te enteres (prosiguió) por tus propios ojos, que es como yo digo, trae, dixo (volviéndose á uno de sus colaterales) qualquiera de los cautivos, y preséntalo aquí al instante. Obedeció el otro: traen luego al infeliz, mándanle ponerse de rodillas, y en positura de cortarle la cerviz: executó al momento lo que se le mandaba. Entonces el feroz Sultan, que casi tiene por cosa agradable, y deliciosa, jugar impunemente con las vidas, y cabezas de los hombres, dixo sin titubear, volviéndose al verdugo: Tú corta luego á este la cabeza, y sepárasela de sus hombros. Hízolo el verdugo con un fuerte golpe de cuchilla: y al instante presentó al Pintor la cabeza cortada, contraídos por todas partes los nervios, y muy corto el cuello, para que la exâminára con atencion. Miróla el Pintor, pero con tanto temor, y temblando tanto, que apenas tenia palabras para alabar   —369→   la pericia del gran Emperador. Lo que advirtiéndolo el Sultán, Véte, le dixo; mandaré á mi Visír, que te despache quanto antes, para que otra vez no pases en mi presencia igual miedo. He querido referir este caso, para que los Pintores, aun los mas peritos, adviertan de aquí, que las Imágenes que no se conforman con la naturaleza, y verdad de los hechos, desagradan aun á los que no reparan tratar de bárbaros. Pero este es un punto muy diverso, y pasa con efecto los límites de mi propósito. Por lo que, dexando este asunto, séame permitido poner aquí el Epigrama que insinué antes, el qual dice así:


Ecce taces, Christi præco venerabilis: ecce
Vivida quæ fuerint lumina, clausa tacent
O caput! ó toto longè pretiosior auro
Gemma! quid in disco pallida facta notas?
Sed scio: saltatrix temulentum femina regem
Impulit, ut sceleri præmia tanta daret
Nempe eguit capite ingenium, cui mobile ad imos
Arte levi, vanos fluxerat usque pedes
Nil furor at nocuit: nunc surgis ad æthera. Cœpit
Avulsum hoc humeris celsius esse caput

4 Es cosa muy sabida, de suerte que no habrá hombre medianamente docto que la ignore, lo que fingió la antigüedad, esto es, que Venus, tropezando acaso con las espinas de una rosa que le hizo derramar copiosa sangre, manchó las rosas, que antes eran blancas; cosa que, dicen, llevaron estas muy á mal, y de que se resintieron en gran manera: de donde fingieron vanamente los Poetas haber ellas nacido coloradas, ó encarnadas. Por esto uno de ellos, que no tengo muy presente quien es (ni me avergüenzo, ó me pesa mucho de que siendo yo Theólogo, se me haya olvidado) dixo con gracia, y agudeza:

  —370→  
Constat adhuc facti pœnituisse rosas

Pero vamos al caso. El Nuevo Mundo, que conquistaron nuestros Españoles, en la parte de la América Meridional, dió á luz una flor muy suave, y de admirable fragrancia, y hermosura, á Santa Rosa, digo, de Santa María, de la Orden Tercera de Santo Domingo, á quien, aunque resplandeciente ya con tantas flores de santidad, é inocencia, le sirve del mayor lustre, y adorno. De las Imágenes de esta Santa hemos de tratar ahora, sin desviarnos un punto del intento.

5 A la verdad, que si á esta esclarecida Virgen, y Esposa de Jesu-Christo, se la debiera pintar conforme al ingenio, y capacidad humana, debiera representársenos sin sangre, seca, pálida, casi enteramente extenuada, y medio muerta. Porque, aunque esta Rosa careció de todas aquellas espinas que pudiesen punzar aun ligeramente á los demas; sin embargo estuvo armada de espinas para atormentarse á sí misma. Pues entregada sobre manera al ayuno (que son las palabras de su rezo) mortificóse tambien con muchas otras austeridades, y tormentos, y se ensangrentó cruelmente á sí misma: en tanto grado, que á no ser la divina gracia, que la ayudaba de un modo admirable, no solamente hubiera extenuado su cuerpecito virginal en el espacio de algunos años, sino que hubiera acabado con él en pocos meses, ó dias. De aquí es, que teniendo presente el Pintor esta idéa, debiera pintarla totalmente pálida, y casi muerta. Pero no es así, ni sucedió de esta manera. Porque Rosa como Virgen prudente, cautelándose mas que de otra cosa, de todo el orin de vanagloria, pidió á su amado Esposo, y lo consiguió, que aunque debilitada, y quebrantada con tantos trabajos, no apareciese á los que la mirasen, pálida, y flaca, sino llena de carnes, y sangre, y con semblante robusto, aunque modesto. Describe todo el hecho con la elegancia que le es familiar, el M. R. P. Mro. Fr. Leonardo   —371→   Hansen, que escribió su vida en Latin, Provincial de Inglaterra, y compañero del R. P. Mro. General de la Orden de Predicadores, cuyas palabras no puedo menos de trasladarlas, las quales dicen así1520: Pero luego que reparó, que gentes curiosas, con estas señales conocian, estimaban, y ensalzaban la grande austeridad de sus ayunos, persuadida, que mas debia temer la vanagloria, y la polilla de las alabanzas, que su peregrina hermosura; refugióse á su acostumbrado asílo de la Oracion, y con repetidas súplicas alcanzó de Dios, le diese un semblante tal, que á lo menos no entendiesen los mortales los rigores de su abstinencia,y las señales exteriores de tan continuados ayunos. ¡Cosa admirable! Al punto volvió el color natural á sus mexillas consumidas, la carne á su rostro haciéndole mas corpulenta, la hermosura á su frente, el vigor á sus ojos, de suerte que casi se hubiera podido jurar, que enteramente ignoraba Rosa, lo que era ayuno. Logró con esto sus deseos la humilde Virgen, y recibió con creces la recompensa del daño de que se habia cautelado. Porque, como dice este eloqüente Escritor, algunas veces, y quando lo merecia menos, tuvo que sufrir las calumnias de impostores, siendo notada, y murmurada, como que no ayunaba, no sin irrision, cavilaciones, y risadas de hombres perdidos, y truhanes. Pero vamos al asunto.

6 Píntanla casi siempre con el Niño Jesus, ó ya abrazándolo con sus puras, y virginales manos, ó ya teniéndole sentado sobre un libro que trae la Santa. Esta Pintura, es tan propia de dicha Santa, que á no pintarla así, juzgaría yo no ser perfecta efigie de Santa Rosa. Porque aquel Señor, cuyas delicias son estar con los hijos de los hombres, de mil maneras inefables se deleytaba freqüentemente en figura de tierno Niño con su escogida Esposa. No quiero que esto se léa con   —372→   mis palabras toscas, y casi balbucientes: oigase segunda vez al citado Maestro, cuya lectura, si agradó una vez, como me persuado, agradará tambien otras muchas. Dice pues1521: El mismo pequeñito Jesus se aparecia muchas veces á la amante Rosa apenas mas alto de un dedo, en la misma plana de la página: estaba en pie el pequeño, y desnudo amor: ya caminaba á paso muy lento, y algunas veces agasajaba á la Virgen con una mirada serena, tierna y suave, y se introducia como á Verbo dignísimo de la atenta lectura de Rosa, en que están todos los tesoros de la ciencia, y sabiduría de Dios. Todo esto dice este eloqüente Autor: á que añade lo que él llama mas familiar; pero que por lo mismo, es mas admirable, é inefable, diciendo: Mientras Rosa se ocupaba en coser lienzos, hé aquí otra vez al amado Jesus que á la manera de niño,aunque con mucha quietud, se sentaba en la almohadilla de la Santa: de allí con señales mudas hablaba al corazón de su amada: con esta se sonreía, á esta alargaba sus manecitas como que iba á abrazarla, á esta abrasaba continuamente con sus ardientes ojos, y con todos sus gestos, movimientos, y vueltas, le protestaba el amor que le tenia. Deleytábase finalmente el muy tierno Esposo con su queridísima Rosa, no ya como niño pequeñuelo, sino en trage, y figura de muchacho algo mas grande. Refiérelo el citado Autor, que quiero se vuelva á leér, por ser, como pienso, dignísimo siempre de ser leído: Esta (dice hablando de una niña, que apenas tenia siete años) quando ya habia dexado á Rosa entregada á la meditacion, se fué á escondidas á su madre que estaba haciendo labor en la próxîma recámara: al cabo de una hora se salió para vér si Rosa se habia levantado de la oracion, y hé aquí que junto á la Virgen vió al Niño Jesus muy bien vestido con una túnica de color ceruleo, y encarnado: al   —373→   qual, así que le vió rodeado con tan gran claridad, y resplandeciente por los rayos de luz que despedia por todas partes, no atreviéndose á interrumpir su conversacion, paróse de lexos,contentándose con que se le permitiese gozar de un tal espectáculo, cuyos arcanos no entendia aun por razon de la edad, ni los descubrió mientras vivió Rosa. Seiscientas otras cosas podrian decirse aquí sobre el mismo asunto; pero baste lo dicho, para que el Pintor erudito, y Christiano quede instruído de que apenas se puede representar á la vista á Santa Rosa, sin que de algun modo se pinten también los favores, y gracias especiales que hizo Dios á su muy amada Esposa, con quien tan familiar, y algunas veces tan puerilmente se entretenia.

7 Casi al mismo tiempo que estaba dictando esto al amanuense, contemplé con atencion una lámina de bronce en que estaba esculpida la Imagen de Santa Rosa: trabajo verdaderamente primoroso; pero en que desde luego advertí dos errores, como suele suceder muy á menudo. El primero, que la Santa Virgen estaba pintada con aquel velo negro con que van cubiertas las Monjas dedicadas al Coro: lo que es enteramente falso, y contra la verdad de la Historia. Porque, si bien el Divino Esposo colmó á Rosa con tantas gracias, y favores de su divino amor; sin embargo nunca fué Monja, ni vivió en ningun Monasterio, sino en casa de sus padres, á excepcion de los tres últimos años de su vida, que los pasó en casa de ciertos nobles, y honestos consortes, pero donde no habia clausura alguna, aun mucho tiempo despues del Sagrado Concilio de Trento: siendo una de las que llaman de la Orden Tercera, y que el vulgo llama Beatas. Esta es la causa, por que no deben pintarla con velo negro de que usan las Monjas, aunque quando salía al público, andaba cubierta de pies á cabeza con una capa, ó velo negro, largo, y de lana, pero no muy espeso. Veíase tambien pintada con   —374→   una corona de flores, y de fragrantes rosas: y aunque esto pueda entenderse en algun sentido simbólico; pero realmente nunca fue así. Llevaba ciertamente Rosa una corona en su cabeza. ¿Pero quál era esta? Buen Dios! Descríbela largamente el elegante Historiador, pero en su lugar, bastará referir lo que nos dice su Rezo, donde se lée: Debaxo del velo (hase de entender, blanco, y de lino, de que siempre usó) llevó de dia, y de noche una corona con espesas puntas hácia dentro. Pues con tales puntas debia estar armada una Rosa tan querida del Divino Esposo.

8 Tuvo, y celebró la antigüedad sus Césares, y Cesones, que dicen haber conseguido este nombre por haber nacido, no segun la ley comun de los demas hombres, sino de un modo insólito, esto es, abierto el vientre de sus madres. Todo esto es manifiesto; pero igualmente es sabido, que tiene tambien la Iglesia en sus Fastos á un insigne Héroe condecorado con semejante título, ó con otro mas expresivo. Este es aquel célebre Ramon por renombre Nonnato: pues contra la ley comun de la naturaleza, salió á luz abierto el costado de su madre difunta, como lo dicen expresamente las palabras de su rezo. Cuyos hechos, virtudes, y glorias casi inmensas, si pretendiese yo trasladarlas aquí, sería lo mismo que querer encerrar en un pequeño vaso todas las aguas del vasto Océano. Pero no tratamos ahora de esto, sino de sus Imágenes, ó efigies. Primeramente debe pintarse al esclarecido S. Ramon Nonnato vestido con el Hábito propio de mi Sagrada, y Militar Orden, que á poco de haberse instituído, abrazó el Santo, siguiendo las inspiraciones de la Sacratísima Virgen: pues esta Señora le significó, que sería muy de su agrado, que se entrase en la Religion baxo el título de las Mercedes, ó de la Misericordia de Redencion de Cautivos, que por su voluntad acababa de fundarse. Con tal aviso, partiéndose luego á Barcelona,   —375→   tomó allí el Hábito de dicho Instituto, que es de tan singular amor para con los próximos. Débesele tambien pintar con insignias Purpureas, y Cardinalicias: por ser constante, que habiendo trabajado con gran valor, y esfuerzo por la gloria de Dios, le nombró Cardenal el Sumo Pontífice Gregorio IX. como se nota tambien en su Rezo, donde se dice: Por estos, y otros esclarecidos hechos suyos, se extendió en gran manera la fama de su santidad: de que movido Gregorio IX. lo admitió en el amplísimo Colegio de Cardenales de la Santa Iglesia Romana. He dicho de propósito con insignias purpureas: porque, aunque no ignoro, que en aquellos tiempos la Silla Apostólica aun no habia concedido dichos adornos á los Señores Cardenales, de que he tocado algo arriba, y acaso lo trataré en otra parte mas largamente; sin embargo ¿qué otro modo puede haber mas propio para dar á entender á los Fieles píos, y no muy doctos, que S. Ramon fué Cardenal? En nada se falta aquí á la fé de la historia; solo se pretende demonstrar de algun modo la verdad del hecho. Con efecto, si (como hemos dicho en otra parte) vémos aun en la Sagrada Escritura, que á la Ciudad que Alexandro mucho tiempo despues, ó edificó enteramente de nuevo, ó la adornó en gran manera, se le dá el nombre de Alexandría, por la figura bastante conocida, que llaman Prolepsis, esto es, Anticipacion ¿por qué no ha de ser permitido en la Pintura, el que se atribuya á los Cardenales el color de púrpura, que habia de ser su insignia mas honorífica, aunque todavía no se les hubiese concedido? Finalmente, lo que es una gran gloria de este insigne Héroe, se le ha de pintar cerrados cruelmente los labios con un candado de hierro, conforme lo demuestra la sucinta serie de sus hechos, que refiere su rezo con estas palabras: Pero, como abrasado de un ardentisímo deséo de la salvacion de las almas, convirtiese con sus sermones para Jesu-Christo   —376→   á muchos Mahometanos, lo pusieron los Bárbaros en una estrecha prision, atormentándole con varios suplicios: luego le taladraron los labios, y cerrándoselos con un candado de hierro, sufrió por mucho tiempo este cruel martirio

9 Ultimamente, es muy comun, y recibido el representar á S. Ramon Nonnato, ya en sus Imágenes pintadas, ó en las de bulto, teniendo en su mano derecha el Santísimo Sacramento, encerrado en lo que vulgarmente llamamos Custodia: lo que no se practica sin fundamento, ni sin razon; por denotarse de este modo aquel admirable suceso, que no tanto dió fin, quanto coronó la vida de este esclarecido Confesor, y Martir de Christo. Estaba Ramon enfermo en la cama en Cardona en casa de un noble pariente suyo: aumentábasele la calentura, y ya casi iba el Santo perdiendo las fuerzas, que tenia debilitadas por sus muchas austeridades, y trabajos. Pedia con instancia que le dieran la Sagrada Euchâristía, por no emprender un tal camino sin tan grande Viático. Instaban lo mismo los que asistian: iban una, y otra vez los criados á casa del Párroco: pero este, ó porque entonces no estaba en casa, ó porque estaba ocupado en otras cosas, se detenia, y retardaba mucho con no poca afliccion del piadosísimo, y religioso corazon de S. Ramon, el qual callando, y triste, pensaba ya irse de esta vida, destituído de un tan gran socorro: quando se vió de repente un raro resplandor, en medio de los rayos del sol, que deslumbró los sentidos, y la vista de quantos asistian: de suerte que podria decirse, que una numerosa multitud de estrellas acudió con nuevo orden á tributar luces, y obsequio á la Divina Magestad, ó que las mismas estrellas del Firmamento, habian dexado los palacios del Cielo para asistir á una escena tan agradable. Al instante los Angeles, de dos en dos, llevando velas hermosísimas en sus manos, y vestidos con el Hábito   —377→   blanco de nuestra Señora de las Mercedes, entraron en el Palacio del Duque de Cardona, que no cabía de gozo, al vér, que por el extraordinario honor del nuevo huesped, y pariente suyo, habia de recibir á tales huéspedes. Cerraba la procesion uno mucho mas resplandeciente en magestad, y dignidad, que á los circunstantes, á lo menos en la figura, y en el resplandor, les pareció ser el mismo Christo, el qual escondido entonces baxo las especies Sacramentales, de un modo admirable, é inefable, se llevaba á sí mismo en sus manos. ¿Qué mas? Acercóse lleno de magestad á la cama del enfermo, el qual no pudiendo apenas creér lo que estaba viendo, se habia levantado animoso, y puéstose de rodillas. Finalmente, hablando, y consolando dulcemente al enfermo, llenóle de gozos interiores, y le sació con aquel pan, que es el que solo puede deleytar á los Reyes. Desapareció luego el blanco esquadron de Cortesanos Celestiales, y el mismo Rey de los Cielos. Y el Santo, habiendo vivido todavía algun rato, y recibido la Extrema Uncion, no quiso mas ser habitante de la tierra, pues que ya casi habia experimentado los gozos del Paraíso Celestial. Por esta razon, y acontecimiento, de que hace también mencion ilustre la Iglesia, pintan á S. Ramon teniendo en su mano el Santísimo Sacramento. Es también freqüente (pues no quiero pasarlo en silencio) pintarle teniendo en la mano izquierda una palma con tres coronas de oro, para denotar, que le quadran muy bien dichas coronas, por Confesor, por Martir, y por Virgen. Pero yo volviéndome á aquel terrible martirio, que padeció por espacio de algunos meses, de tener cerrados los labios con un candado de hierro, me parece tengo justos derechos para concluír este breve tratado con el Epigrama, que sobre dicho asunto compuse en otro tiempo, el qual dice así:

  —378→  
Quid furor hic, rabiesque animo, gens impia prodest?
Noscitis ah! virtus quam sit amare valens?
Ora viri obstruitis ferro: sed credite stulti;
Nulla Dei verbum vincla ligare queunt
Nempe hoc est puras retineri vectibus auras,
Cœlestesque sera claudere velle focos
En loquitur Christum, atque aures vox aurea tangit,
Undique quam strictim ferrea claustra premunt
Ite ergo, atque operam miseri ne ludite: vanis
Artibus his, mutus non amor esse potest




ArribaAbajoCAPITULO VIII.

Las Imágenes, y Pinturas de S. Gil Abad, de S Esteban Rey de Ungria, de S. Lorenzo Justiniano, de los Santos Mártires Adriano, y Gorgonio, y de S. Nicolás de Tolentino


I Un erudito Escritor de estas materias advirtió algunas cosas acerca de las Pinturas antiguas de S. Gil Abad, que reprehende él en varios lugares. Tal es (y esta es la principal) el que antiguamente le pintaban (pues en el dia de hoy no se vé nada de eso) imponiendo sus manos, y dando la absolucion de sus pecados á Carlos Martel Rey de Francia, añadiéndole aquel verso rudo, y desaliñado, y que no concuerda muy bien consigo mismo:


Ægidii merito Caroli peccata dimitto

Pero esto ya lo refuté arriba1522, aunque de paso, y justamente lo condena, y refuta el mencionado Autor. Píntanle también orando fervorosamente, levantadas las manos al Cielo, y junto á él una cierva. La razon de   —379→   esto es la que se lée en su rezo, que se celébra con rito simple, donde se dice: Retiróse al yermo, donde vivió mucho tiempo con admirable santidad, sustentándose de las raíces de las hierbas y de la leche de una cierva, que todos los dias iba á él á horas determinadas: la qual como un dia se viese perseguida de los perros del Rey, y refugiádose á la cueva de Gil, fué ocasion de que el Rey de Francia le pidiese con sumas instancias, &c. Pero no por afirmarse que S. Gil fué Abad, se le ha de pintar con tonsura presbiteral, ú otros ornamentos de Sacerdote. Porque, si bien no faltan quienes afirman1523, que S. Gil para ser Abad, se ordenó de Sacerdote; sin embargo no está claro, ni puede menos de saber qualquier docto, y erudito, que fué costumbre muy recibida en la Iglesia en aquellos siglos, el ser Abades, y por tanto Padres de algunos Monasterios, sin ser Sacerdotes, ni haber recibido ninguna Orden.

2 Celébrase á principios de Septiembre la memoria de S. Esteban Rey de Ungria, á quien llenan de elogios, no solo los Escritores de su vida, sino tambien los que han escrito de las cosas de la Ungria. De este Santo, apenas yo hubiera hecho mencion aquí, á no moverme dos cosas, que acaso á algunos parecerán menudencias. La primera es, que á mi parecer, no será una Pintura cabal de este Santo (que ciertamente fué el primero que introduxo en Ungria la Fé Christiana, y la Dignidad Real) si no se le pinta con una Cruz: ó ya llevándola en su mano, lo que no sería fuera de propósito; ó á lo menos, levantada cerca de él, al modo que precede la Cruz en las santas Procesiones de los Christianos. Muévenme á esto las gravísimas palabras de su Rezo, que dicen: Llamado verdaderamente Apostol de aquellas gentes por su gran cuidado en propagar la Fé, á quien el Romano Pontífice concedió, que él, y sus   —380→   Reyes descendientes pudiesen llevar delante la Cruz. La segunda es, que me parece deberse pintar su mano derecha, brillante, y resplandeciente. No que con esto se signifique una historia, ó algun hecho, sino por ser esto un símbolo el mas á propósito para denotar lo que sucedió. Léanse otra vez las palabras de su Rezo, donde despues de haberse referido diligentemente las obras de caridad, de misericordia, y de un amor paternal para con todos, se añade muy al caso: En atencion á estas virtudes, habiéndose consumido todo su cuerpo, permaneció incorrupta su mano derecha. Lo que, segun á mí me parece, no se puede demostrar de ningun otro modo mas conforme, y proporcionado, sino pintando resplandeciente su mano derecha, que permaneció incorrupta, aun en medio de las lobregueces del sepulcro.

3 S. Lorenzo primer Patriarca de Venecia, fué descendiente de la nobilísima familia de Justiniano, por cuyo motivo le llaman comunmente S. Lorenzo Justiniano. Escribió las debidas, y justísimas alabanzas de este Santo el esclarecido Veneciano Bernardo Justiniano su sobrino, hijo de un hermano suyo, el qual tuvo pleno conocimiento de todo; pues casi treinta años enteros vivió muy familiarmente con el Santo. Salió á luz esta Vida, y púsose á la frente de las obras bastante voluminosas del Santo Patriarca, que se imprimieron en Basiléa el año de 1580. en la Imprenta de Froben. De aquí pueden inferirse muchas cosas pertenecientes á las glorias de Lorenzo: pero no es de mi asunto referir las alabanzas de los Santos, sino lo perteneciente á sus Imágenes, y Pinturas. Y así será del caso saber, qué semblante, y figura exterior tuvo este Varon nobilísimo, y santísimo. Dícelo con palabras muy selectas el Escritor1524 á quien ya hemos citado, y elogiado: Fué (dice) algo mas alto de lo regular, delgado,   —381→   el color blanco, andaba derecho, y en todo su semblante habia decoro, y gravedad. Los ojos de tal suerte moderaban todo su cuerpo, que no parecian, sino que por todas partes respiraban veneracion, y santidad. Esto dice Bernardo, de la figura exterior del cuerpo de este gravísimo, y célebre Prelado: pues por lo que toca á los gestos de su noble ánimo, los representa con vivos colores dicho Escritor, refiriendo sus virtudes; pero todavía los pone á la vista con colores mas vivos, y expresivos el mismo Santísimo Prelado, como claramente lo verá el que leyere sus obras, que no respira mas que piedad, y están escritas con bastante buen estilo. Ofréceseme también advertir aquí, que habiendo sido S. Lorenzo antes de ser elevado á la dignidad Patriarcal, Canónigo regular de la Orden de S. Agustin en el Monasterio de San Jorge; sin embargo conservó, quanto se lo permitió su Dignidad, el Hábito, ó vestido Monacal, lo que no era muy freqüente en aquellos tiempos. Por esta razon se le deberá pintar, á lo menos con una túnica de color cerúleo de que usan dichos Canónigos. Finalmente, por lo que llevamos dicho aunque de paso, se echa bastante de vér, que se le debe pintar con las esclarecidas insignias de Doctor, y de Maestro, por haber escrito, no algunos breves opúsculos, ó pequeños libritos, sino obras mayores, como son: De triumphali Christi agone, De casto connubio animimæ,& Verbi, y otras no pequeñas obras.

4 Tengo presente haber advertido muchas veces, y nunca lo advertiré bastante, que los Pintores, no tanto se acomodan en sus Pinturas á la historia, quanto á su propia fantasía; y por tanto suelen pintar las cosas, no como ellas fueron en sí, sino, ó ya como pudieron suceder, ó conforme fingen haber sucedido en su errada imaginacion. Tal sería (pues no tengo presente que jamas lo haya visto) si, como ellos hacen freqüentemente, pintasen la gloriosa muerte del esclarecido   —382→   Martir de Christo San Adriano, desnuda su cervíz, y junto á él al verdugo desenvaynada la espada para cortársela al instante. Porque, á mas de que este género de suplicio no se usaba, sino con la gente mas noble; nada de esto hubo en la gloriosa muerte de S. Adriano, que murió á fuerza de crueles azotes, con que fué herido (causa horror el decirlo) hasta salírsele las entrañas: y por último le rompieron las piernas, y le cortaron manos, y pies, acabando de este modo su vida. Todo consta bastante por las notas del Martirologio Romano, y por su única leccion, que se lée en la Fiesta de la Natividad de la Virgen. De aquí es, que pintan con un yunque á este Martir, como lo atestigua un Autor1525, cuyas son estas palabras: Píntanle con un yunque, por haberle cortado sobre él las manos, y pies. Y su muger Santa Natalia, que le animaba con mucho valor para sufrir el martirio, no solamente quiso asistir al suplicio, sino que ella misma ponia, y tenia las manos, y pies del Santo Martir sobre el yunque. Esto dice Molano: á que añade no sé que otra cosa del leon que pintan á este Santo; lo que por no ser cosa que tenga yo bastante averiguada, ni saber que sea freqüente en sus Pinturas, he querido mas pasarla en silencio, que referirla.

5 El mismo juicio debe hacerse de San Gorgonio Martir de Nicomedia, el qual, aunque nobilísimo, y lo que es mas de extrañar, muy querido del mismo Diocleciano, de suerte que era uno de los que le servian con mas familiaridad, admitiéndole el Emperador aun en su recámara mas interior; sin embargo, despues de haberse enfurecido rabiosamente contra él, no le hizo morir, como era regular, cortándole la cabeza, sino con una muerte infame, qual es la de la horca. A que pudo dar ocasion el odio implacable que tenia   —383→   este Príncipe contra la Religion Christiana, por cuyo motivo habia ya mucho antes quitado aun á los Christianos mas nobles los privilegios de nobleza, y derechos que les eran debidos: lo que significó por el edicto que mandó fixar en Nicomedia, como lo nota, y observa muy bien el Príncipe de la Historia Eclesiástica Eusebio Cesariense1526

6 Es bastante célebre la Ciudad de Tolentino, que está situada en aquella parte de Italia, que llaman Piceno, ó Marca de Ancona, á quien por haber vivido allí mucho tiempo, dió nombre S. Nicolás de la Orden de Ermitaños de S. Agustin, y se lo dió juntamente á sí mismo. No han faltado quienes han escrito largamente los gloriosos hechos de este Santo; pero, por lo que es de mi inspeccion, poco se ofrece que advertir. Y en primer lugar, se le debe pintar macilento, y casi consumido por el ayuno, por haberse entregado admirablemente á la mortificacion, y abstinencia, y ademas á fuertes, y crueles disciplinas: cosas, que aun separadas, bastaban para reducir á una extremada flaqueza el cuerpecillo de este Santo. Suelen tambien pintarle teniendo en su mano una perdíz, ave bien conocida, particularmente de la gente regalona: á que dió ocasion, no su gula, sino la abstinencia enemiga implacable, é irreconciliable de este vicio. Cuentan, pues, que estando el Santo gravemente enfermo, y no pudiendo recabar de él los que le asistian, que aun en aquel lance mitigára algun tanto su acostumbrada austeridad, y comiera de carne, acudieron al único remedio que quedaba, que era el de la obediencia. Mandóle el Prelado, que mitigando por entonces su severidad, comiese luego una perdíz, que ya estaba cocida, y bien guisada. Obedeció el Santo quanto estuvo de su parte, pues que sabía muy bien ser mejor la obediencia   —384→   que el sacrificio. Pero ¡ó hecho admirable! quando vá á poner en execucion el precepto, apenas hizo sobre el plato la señal de la cruz, como era justo, quando la perdíz, como si ella misma rehusase manchar la boca de un abstinente tan prodigioso, cobró la vida, y reasumiendo todas sus partes, y cubierta de plumas, echó á volar desde la mesa por donde encontró abierta la puerta, huyendo muy lexos: con cuyo hecho quiso Dios advertir á los Prelados de las Congregaciones santas, y religiosas, que no deben quebrantar temeraria, y facilmente la voluntad de aquellos hombres muy santos, y que han dado pruebas de singular virtud desde que abrazaron un género de vida mas austera.

7 Pintan tambien á este Santo, adornado con numerosa multitud de estrellas, vestido con su Hábito propio de Religion, ó con el que fuera de casa, ó en los días mas solemnes, traen dentro del Coro los Ermitaños Augustinianos. Dicen comunmente ser la causa de esto, el que dicho Santo con sus fervorosas súplicas, y oraciones, libertó á muchas almas del Purgatorio. Finalmente he observado, que le pintan echado en una pobre cama, escuchando el dulcísimo, y suavísimo canto de los Angeles; lo que no podrán extrañar los que sepan, que por espacio de algunos meses oyó S. Nicolás todas las noches dicho canto, conforme leémos en su Rezo, donde se dice: Al fin, seis meses antes de su muerte, oyó todas las noches el canto armonioso de los Angeles, con cuya suavidad, habiendo ya gustado los gozos del Paraíso, repetia freqüentemente aquello del Apostol: Deseo ser desatado, y estár con Christo. Esto es lo que me ha parecido advertir de paso, acerca de las Imágenes, y Pinturas de este Varon eminente en santidad.



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ArribaAbajoCAPITULO IX.

Las Imágenes, y Pinturas de los Santos Mártires S. Protho, y S. Jacinto, de la Exâltacion de la Santa Cruz, del Martir S. Cipriano de Cartago, de la impresion de las Llagas de S Francisco, y de Santo Thomas de Villanueva, Arzobispo de Valencia


I Muchos son los yerros, aunque no de mucha importancia, que se cometen muy á menudo en la materia de que vamos tratando: no obstante apenas pueden libertarse de la nota de error, y por tanto deberá evitarlos el Pintor sabio, y erudito. Tal sería, si á los esclarecidos Mártires S. Protho, y S. Jacinto, les pintáran de aspecto totalmente varonil, y con barba: pues consta que fueron Eunucos de la insigne Virgen Eugenia, á quien habian servido fielmente, y con la qual (vestida esta en trage Monástico, y varonil) por mucho tiempo sirvieron juntos á Dios en un Monasterio, segun refieren algunos de los Historiadores Eclesiásticos1527, á quienes no puedo, ni es menester copiar aquí.

2 No juzgo necesario referir ahora la Historia de la Exâltacion de la Cruz del Señor, que ya muchos saben. Mas, como por otra parte es un hecho muy ilustre, y en que acaso no han reparado bien, aun los que están obligados á las Horas Canónicas; paréceme no será fuera de propósito el referirlo aquí en suma, y como en compendio: en cuya suposicion, no puedo hacerlo sino con las palabras que se léen en esta solemnidad; pues confieso ingenuamente no poderlo hacer con otras, que sean, ó mas verdaderas, ó mas elegantes. Dicen pues: Chôsroas Rey de Persia, en los últimos tiempos del imperio de Phocas, habiendo tomado á   —386→   Egipto, y á Africa, y apoderádose de Jerusalén, donde habían muerto muchos millares de Christianos, se llevó á Persia la Cruz de Christo Señor nuestro, que Helena habia colocado en la montaña del Calvario. Heraclio, que había sucedido á Phocas, cansado por las muchas incomodidades,y calamidades de la guerra, pedía la paz, que Chôsroas ensoberbecido por las victorias que había conseguido, no le queria conceder, aun con pactos poco ventajosos á Heraclio. Por lo que, hallándose este en el mayor peligro, se mortificaba con ayunos, y oraciones continuas, pidiendo encarecidamente auxîlio á Dios: por cuyo aviso, habiendo juntado su exército, rompió por el del enemigo, y venció á los tres Caudillos de Chôsroas, y á sus tres exércitos. Hasta aquí la Historia inserta en el Oficio Eclesiástico, que está sacada de los Autores mas calificados. Acerca de la qual, y sobre el modo de hacer una bella descripcion de este hecho en una tabla, habria mucho que decir, si el tiempo me permitiera seguirlo todo con individualidad. Mas como estas cosas, versan por lo comun acerca de los adornos que se añaden á la Pintura, y sobre los acostumbrados anacronismos de los Pintores, como son, el que en describir las batallas que se dieron entre los Persas, y Heraclio, se pintan unos géneros de armas, y de máquinas, que todavía no se conocian en aquellos tiempos, y otras cosas semejantes; tengo por mejor omitirlo todo: pues no soy tal que me persuada, que con esta mi obrilla se han de borrar, y quitar enteramente las inepcias, y errores, que aun los Pintores por otra parte célebres, aprendieron desde su niñez. Lo que ciertamente, ni aun podria conseguirse con grandes volúmenes llenos de mucha mas erudicion, y de mas largas observaciones. Por lo que, paso á cosas mas dignas de notarse, y que tienen mas relacion con las cosas Sagradas, y Eclesiásticas.

3 Porque, como por las victorias que Heraclio consiguió sobre los Persas, se viese obligado Si roes, hijo   —387→   de Chôsroas, que le habia sucedido en el Imperio, á restituír la Cruz del Señor, que habian llevado á Persia; determinó justamente el Vencedor Heraclio colocarla en el mismo Templo, y lugar de donde la habian quitado los Persas. Cuyo piadoso hecho, demostró el mismo Christo con un milagro, haber sido de su agrado: lo que quiero referir con las mismas palabras de la Historia, que dicen así: Fué, pues, recobrada la Cruz catorce años despues que habia caído en poder de los Persas: la que, volviendo Heraclio á Jerusalén, llevó en sus mismos hombros con solemne pompa á aquel monte, en donde la habia llevado el Salvador. Hecho, que fué recomendado por un ilustre milagro. Pues Heraclio, como anduviese adornado de oro, y piedras preciosas, fué obligado á pararse en la puerta que iba á la montaña del Calvario. De suerte que quanto mas queria adelantar el paso,tanto mas parecia que le detenian. Por cuyo motivo, como el mismo Heraclio, y todos los demas estuviesen atónitos:Zachârías Obispo de Jerusalén, Repara,ó Emperador, le dixo, no sea caso que con estos adornos triunfales con que llevas la Cruz, imites poco la pobreza, y humildad de Jesu-Christo. Al punto, quitándose Heraclio su riquísimo vestido, y sus zapatos, y tomando otro plebeyo, anduvo con facilidad lo restante del camino, y colocó la Cruz en el mismo lugar del Calvario, de donde se la habian llevado los Persas Acerca de estas palabras, nada de especial se ofrece que advertir, con tal que el Pintor, atentamente, como es debido, las léa, y entienda.

4 Pero yo, considerando el piadoso, y solemne triunfo de Heraclio Emperador de Romanos, no puedo menos de advertir aquí brevemente su éxîto, y desdichado fin. Este tan grande Emperador (tal es la inconstancia de los hombres) envuelto despues en errores, y heregías; quantas pruebas, y monumentos ilustres habia erigido antes de su Fé, y de su virtud;   —388→   otras tantas dexó despues, de haber perdido su piedad, y su juicio. Pues engañado con las fraudes de Pirrho Sergio, y con las de otros hereges, á quienes por el dogma que establecieron, de que solamente habia en Christo una voluntad, y operacion, ó energía, llamaron Monothelitas; promulgó primero aquel decreto, que llamó ektupio, en que se atrevió á defender un dogma tan impío. Hízose luego caudillo, y fautor de dichos hereges, hasta que (pues sucede no raras veces, que al delito de haber violado la Fé, y la Religion, se le sigue el debido castigo) perdiendo despues la mayor parte del Imperio Romano que habia en la Asia, murió infelizmente en Antiochîa en el baño de Daphnis, como afirma un Historiador de no poco nombre1528. Ni fué este el único delito que se imputó á Heraclio, sí tambien el de haber fomentado, y conservado, no tanto por fraude, ó maldad, quanto por cobardía, y negligencia, á aquella bestia feróz, capital enemiga del nombre Christiano, que fué destruccion, no solo de los Christianos, sino casi de todo el linage humano, á Mahoma, digo, á quien antes de cobrar mayores fuerzas, con facilidad, ó á lo menos con poco trabajo, hubiera podido derrotarle enteramente: en cuya atencion exclamó bien, y muy al caso un eloqüente Historiador1529: ¿Con qué lágrimas podrá deplorar la infeliz posteridad la floxedad de Heraclio? Pero vamos ya á otra cosa, pues nos ha detenido mucho la memoria de este Emperador.

5 S. Gerónimo, hablando elegantemente, como siempre, de S. Cipriano Martir, y Obispo de Cartago1530: Es superfluo (dice) dar indicios de su ingenio, siendo sus obras mas claras que la luz del Sol. Por lo que, nada quiero decir aquí de su doctrina, eloqüencia, y   —389→   fortaleza, que manifestó en la controversia ventilada mucho tiempo contra el mismo Romano Pontífice S. Esteban: supuesto que estoy tratando una materia, que es muy agena de todo esto. Ni es tampoco mi ánimo manifestar á todas luces, ser enteramente falso que la oracion, ó sermon de las alabanzas del Martir Cipriano, que anda entre las obras de S. Gregorio Nacianceno, pueda, y deba apropiarse al Prelado, y Martir Africano S. Cipriano: esto lo han hecho ya perfectamente hombres muy doctos, no solamente modernos, que acaso los podrian tener por sospechosos algunos doctos de nuestro siglo; sino antiguos, y testigos oculares de estas cosas, los quales juzgan, que en dicha oracion, ó se alaba á Cipriano Antiochêno, y no al Africano, ó que aquel se confunde algun poco con este; lo que facilmente pudo suceder á San Gregorio Nacianceno, Escritor Griego, y que no tuvo tanto conocimiento de las cosas de los Latinos, como de las suyas propias. Produzco por testigo, y aun por juez de todo esto al Cardenal Baronio: pero véase entretanto lo que siente sobre esto un Varon erudítisimo, que se propuso ilustrar particularmente este punto, Jacobo Bilio Abad de S. Miguel, Traductor de S. Gregorio Nacianceno, y el principal anotador de sus obras, el qual, despues de las anotaciones que hace sobre la oracion de las alabanzas de S. Cipriano, añade luego prudente, y juiciosamente: Casi todo esto, lo mas breve que he podido, lo he sacado de los Intérpretes Griegos, á favor de los estudiosos. Y de lo dicho tengo por bastante dudoso, si este Cipriano es el mismo de quien tenemos ilustres obras en Latin y cuya autoridad es muy grande, y de mucho peso en la IgIesia, ó si acaso es algun otro: por constar entre los Historiadores, que ha habido dos de este nombre. Pone inmediatamente á la vista de los Lectores las razones gravísimas que hay para decir, que el Santo, á quien alaba S. Gregorio, no es el Obispo de Africa, sino otro   —390→   totalmente diverso, y Martir de Antiochîa, el qual consumó despues su Martirio en Bithinia, cuya memoria celébra la Iglesia á 26 de Septiembre: y dice, que si hay algunas cosas, aunque pocas, que no puedan convenir, y acomodarse á este; confundió en esta parte S. Gregorio Nacianceno, y los demas Griegos, al Prelado Cartaginense, con el Cipriano de Antiochîa. Esto supuesto, concluye así: Pero si debemos sentenciar segun la opinion que es de los mas, y que tiene mas razones á su favor, como siente muy bien en cierto lugar nuestro Gregorio; sería de parecer, que en esta oracion se alaba no al Cipriano Africano, sino al Antiochêno. Por quanto á este se puede referir oportunísimamente casi toda la oracion, junto con la narracion de Nicetas. Dixe casi, por aquel lugar, en que hace mencion de Cartago,y del Obispado Cartaginense, lo que no puede atribuirse al Cipriano de Antiochîa. Pero no es de extrañar, que así como en los hermanos mellizos, engañados algunas veces por la semejanza que tienen entre sí,tomamos al uno por el otro; así Gregorio, engañado por tener dos un mismo nombre, y ser semejantes entre sí por sus muchas, y excelentes virtudes; haya atribuído algunas cosas al Cipriano Antiochêno, que convenian al Africano

6 Léase ahora el parecer del grande, y doctísimo Baronio1531: Se introduxo (dice) comunmente entre los Griegos, mientras confunden á este con el que fué Obispo de Cartago: los quales sin embargo se distinguen por muchas particularidades, por su patria, por su gerarquía, por el linage, por el tiempo en que florecieron, por sus actas, y lugar del martirio. Pues este de quien hablamos, fué natural de Antiochîa; de Mago que era, se hizo Christiano, despues fué Diácono, y en los tiempos de Diocleciano, siendo Presidente Eutholmio, puesto   —391→   juntamente con Justina en una sartén, consumó su martirio en Nicomedia, de suerte que de todo lo dicho está claro, que este Santo no tiene otra cosa comun con S. Cipriano Obispo de Cartago, sino el nombre, y título del martirio. Lo que, si bien habia ya resuelto pasarlo en silencio por mis razones; no obstante determiné despues ponerlo, y transcribirlo, por haber muchos, que quando léen algunas cosas de diversa manera que las han leído en los libros, que casualmente han llegado á sus manos (que no son muchos), como acontecerá muchas veces en esta obra; todo es arrugar la frente, arquear las cejas, y persuadirse á que les están contando fábulas que han fingido gente ociosa, ó lo que es peor, los Hereges: y así, á mas de otros muchos exemplos que podria poner, este solo puede instruírles.

7 Por lo que mira á las Imágenes, y Pinturas de San Cipriano Cartaginense, solo se me ofrece advertir, que he visto la descripcion del martirio de este Santo vestido con ornamentos Pontificales; y lo que es mas de extrañar, estando en pie, y aguardando el golpe del verdugo para cortarle la cabeza. Ambas cosas están mal pintadas. Pues quanto á lo primero, es constante que el Santo se quitó todos los ornamentos, quedándose solo con los de lino, con lo qual se significa por ventura el ornamento que ahora llamamos Alba. Las Actas de su martirio sacadas de los Manuscritos antiguos dicen así1532: Y habiéndose quitado la Dalmática, y entregádola á los Diáconos, se estuvo en pié con la vestidura de lino. Otras Actas del mismo Santo, dicen: Habiendo llegado el glorioso Martir al lugar destinado, se quitó la capa con que iba vestido, doblándola y poniéndola á sus rodillas. Quitóse despues la túnica, y dióla á los Diáconos. Y quedándose con solo el vestido de lino, estaba aguardando al verdugo. Mas por lo que respeta   —392→   á la situacion del cuerpo, esto es, que estando en pié, presentó su garganta al verdugo (conformese vé pintado en la Imagen de que acabo de hacer mencion) por mas que esto pareció probable á un Varon, cuyo nombre callo por el honor, y respeto que le tengo; y aunque esto mismo parece que como quiera lo indican, bien que confusamente, las Actas del martirio que he producido; sin embargo (por decir la verdad) á mí siempre me ha desagradado infinito. Muévome, y me persuado ser así, por tres argumentos tomados, ya de las Pinturas, ya del orden regular, y natural de las cosas, y finalmente de la autoridad de los Escritores. Por las Pinturas: porque apenas hay una, en que aquel á quien se le ha de cortar la cabeza, no se nos represente arrodillado en tierra, y desnudo el cuello, y la garganta hasta sus mismos hombros. Por el mismo orden de las cosas: porque ¿quién se persuadirá, que á un hombre, particularmente si fuese de estatura muy alta, ó mas alto que lo regular, pudiera cómodamente el verdugo cortarle la cabeza, descargando el golpe sobre su cervíz, estando él en pié? Créalo quien quisiere, que yo apenas puedo entenderlo. Finalmente, describen esto muy bien los Escritores antiguos; pero bastará alegar por todos á uno, que no tanto es Poeta, como Historiador. Este es Lucano, el qual, describiendo la oracion que hizo el Cesar á los soldados, que con no poco alboroto habian intentado desertar de su exército, añade, hablando con algunos, á quienes se les habia de cortar la cabeza1533:


At paucos quibus hæc rabies auctoribus arsit
Non Cæsar, sed pœna timet. Procumbite terræ:
Infidumque caput, feriendaque tendite colla
Et tu, quo solo stabunt jam robore castra,
—393→
Tiro rudis, specta pœnas, & disce ferire,
Disce mori......................

Lo que es tan claro, que me parece sería cosa superflua, y perder el tiempo, si quisiera confirmarlo con otros testimonios. Ni debe hacernos la menor impresion (por quitar aun la mas ligera duda que podria quedar sobre esta materia) el que en el martirio de la insigne Virgen Santa Inés, segun refiere S. Ambrosio, se dice habérsele cortado la cabeza á la tierna Virgen, estando ella de pies: Estuvo de pies, hizo oracion, inclinó la cervíz, &c. Pues no tengo inconveniente en confesar, que pudo suceder, que quando los verdugos querian cortar la cabeza á los de menor edad; para executar con mas destreza la accion, advirtiesen ellos mismos á las niñas, y párvulos, que estuviesen en pie: ¿Y quién negará que esto quadre muy bien á Santa Inés, de quien poco antes habia dicho el mismo pío, y elegante Escritor: ¿Hubo por ventura en aquel cuerpecillo lugar para las heridas? Pero la que no le tuvo para recibir el acero, le tuvo para vencerle. Pero esto mismo es, lo que no puede convenir á S. Cipriano, ni á los demas hombres. Por lo que, es mejor, y mas proporcionado, pintar el martirio de S. Cipriano, como regularmente se acostumbra.

8 Manifestó Dios una cosa admirable, é imperceptible á los sentidos humanos, quando á su humildísimo, y amantísimo siervo S. Francisco, le imprimió, y renovó las insignias de su Pasion, y de sus Llagas. Describió el hecho con tanta belleza, y elegancia S. Buenaventura, Escritor de la vida de este Varon santísimo (á quien despues han seguido muchos otros), que abrió el camino, aun á los Pintores poco instruídos para representar este ilustre testimonio de Christo para con su santo Siervo. Por esta misma historia, procuré manifestar antes con bastante solidez, que Christo Señor   —394→   nuestro fué crucificado, no con tres, sino con quatro clavos. Resta, pues, advertir aquí de paso lo que mucho tiempo ha he reparado en sus Imágenes, no siempre, pero sí bastantes veces; esto es, que al Seráfico S. Francisco se le debe representar no estando en pie, ni puesto en tierra de rodillas (cosa que con dificultad puede concebirse, ó explicarse, pero que la han intentado, aunque con poco acierto, Pintores del vulgo) sino en el ayre, rodeado por todas partes de rayos, y resplandores, y levantado en alto con cierto ímpetu, y movimiento extático. Lo que, á mas de haberlo representado así Pintores de mas acendrado juicio; lo persuade tambien la misma naturaleza del hecho: porque si no (si pretendiese alguno entenderlo de otro modo) ¿cómo podria concebirse, que los rayos de luz pudiesen llegar á los pies de S. Francisco, estando el Santo de rodillas, y en tierra? Quede, pues, sentado, que este modo de pintar, y representar á S. Francisco, es mucho mas apto, y verisimil. Lo que (por no dexar esto sin tocar) nadie debe extrañarlo en este Santo, el qual como afirman los Escritores de su Vida, tenia con tanta freqüencia semejantes raptos, y éxtasis, que se le vió repetidas veces teniéndose firme sobre el ayre, como si no le embarazára nada la mole de su cuerpo, y tan alto, que excedia la cumbre de los árboles mas elevados.

9 Muchos, no solo de la Orden de S. Agustin, sí tambien de otras Ordenes, se han empleado en elogiar, y ensalzar, como era justo, al esclarecido Prelado, y Arzobispo de Valencia Santo Thomas de Villanueva, lo que todavía hacen varios, pues durarán eternamente los monumentos de su insigne piedad, y doctrina: y así, no es menester detenerme mucho en esto, particularmente teniendo presente el intento de mi Obra. Pintan, pues, freqüentemente á dicho Santo, adornado con las insignias Pontificales: no hacen en esto mal; aunque consta por otra parte, que á excepcion de quando celebraba   —395→   los Divinos Oficios, no solamente acostumbró omitir, ó no usar las vestiduras, que suelen usar los Obispos Regulares, contentándose con solo el Pectoral, y el anillo, como todavia se vé en una efigie de buena mano; sino que amó siempre en gran manera la humildad, manteniéndose en su hábito pobre, y humilde de Religioso particular. Suelen también representarle, dando por sus propias manos limosna á los pobres. No reprehendo yo semejante accion, aunque apruebo mas el que este oficio de piedad, y de misericordia, que fué el distintivo de su santidad, y virtud, como lo celébra la misma Iglesia con su voto; de suerte que con gran razon se le atribuye á él solo aquel singular elogio: Toda la Iglesia de los Santos referirá sus limosnas: Apruebo, digo, mas el que se represente executando esta accion por mano de algun familiar suyo, como en efecto solía practicarlo.

10 Pintan también con mucha razon, y verdad á este Varon excelente en santidad, vestido con la Beca de Colegial del Colegio Mayor de S. Ildefonso de Alcalá; pues fué uno de los primeros que admitió por Colegial el Cardenal Ximenez Arzobispo de Toledo, varon digno de eterna memoria, fundador de aquel Colegio Mayor, que es domicilio de sabiduría, y de nobleza; como lo hicieron vér, y lo probaron en Roma los mismos Colegiales con monumentos irrefragables de la antigüedad: entre los quales no obtiene el último lugar la escritura que todavía se conserva de su admision á aquel Colegio, hecha por la propia mano de Santo Thomas, en la que se nombra el Santo, no Thomas de Villanueva, sino Thomas Garcia, tomando el apellido de su Padre, á quien mientras vivió, le llamaron Alfonso Thomas Garcia, y fué vecino noble de Fuenllana, lugar del Arzobispado de Toledo: aunque á su hijo Thomas, le llamaron despues de Villanueva, por haber pasado inocentísimamente su puericia en el lugar mas noble, y   —396→   famoso, que llaman Villanueva de los Infantes: renombre que mantuvo siempre despues de haber abrazado en Salamanca el Instituto de Ermitaños de S. Agustin.

II Finalmente, he observado en muchas Imágenes de este Santo, que le pintan de edad robusta, como de un hombre de quarenta años, sin canas algunas, ni otras señales de vejez: lo que no debiera ser así, segun la regla que pusimos arriba, por haber nacido dicho Santo el año de Christo 1488. y muerto el de 1555. cuya edad, aunque no llega á una vejez decrépita, y consumada; sin embargo se acerca mucho á ella.



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