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Bühler llama a los pronombres «mestizos semánticos» (p. 97), sin extenderse en mayores aclaraciones, quizá por parecerle una clase que la gramática tradicional ha creado reuniendo elementos muy desparejos procedentes de distintos campos semánticos. Bröndal, op. cit., p. 41, considera que no todos son deícticos y ejemplifica con los indefinidos. Tb. Salvador Fernández, op. cit., deslinda dentro de los pronombres usos y formas no deícticos, es decir, no indicadoras de localización en el espacio (campo sensible) o en el contexto (campo sintáctico), como las que llama de deducción o eferencia (§ 164), y falsas deixis en el uso formulario de los pronombres (§ 207).

 

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A. Alonso y P. Henríquez Ureña, op. cit., 1er. curso, nota III, pp. 226-227. Junto a las definiciones sintácticas de las partes de la oración (1er. curso, §§ 29, 30, 36, 40, 48, 50, y 29 curso, §§ 224, 227-229), A. Alonso da también definiciones basadas en los modos de ver la realidad, inspirándose en la lógica de Pfänder. Pero sólo define así cuatro categorías (sust., adj., verbo y adv.), es decir que sólo aplica los CONCEPTOS DE OBJETO de Pfänder (c. independientes o sustantivos y c. adyacentes de 1.º y 2.º grado) y en cambio no intenta la definición de las restantes partes de la oración utilizando sus CONCEPTOS FUNCIONALES PUROS y sus CONCEPTOS RELACIONANTES (cfr. A. Pfänder, Lógica, trad. esp. de J. Pérez Bances, Buenos Aires, 1938, caps. VIII-X, y A. Alonso y P. Henríquez Ureña, op. cit., 1er. curso, §§ 30, 37, 41, 52 y 2.º curso, § 39). Tampoco advierte que estas definiciones no abarcan el mismo ámbito que las definiciones sintácticas, y que si se las admite no permiten incluir en dichas categorías a los pronombres, los cuales corresponden en Pfänder a los conceptos funcionales puros.

 

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Op. cit., 1er. curso, nota III, p. 227. Para la falsa alternativa entre pronombre (función sustantiva) y adjetivo determinativo (función adjetiva) véanse pp. 222-226 y para la naturaleza del pronombre como categoría semántica pp. 226-228. Véanse, además, 1er. curso, §§ 97-119, esp. 107, y 2.º curso, §§ 94-117.

 

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Si A habla con B: A será igual a yo (mío, esto, aquí), B a (tuyo, eso, ahí); y a su vez, B deberá invertir las relaciones para comprender las aeñales emitidas por A o para emitirlas él mismo: A será, entonces, igual a y B a yo.

 

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Para Husserl sólo los pronombres referidos a la primera persona (personales, posesivos y demostrativos) son expresiones esencialmente ocasionales, pero además lo son los diferentes clases de oraciones no enunciativas: «esas expresiones comprenden todas las múltiples formas de discurso, en que el que habla da expresión normal a algo que se refiere a él mismo o que está pensado con referencia a él mismo. Todas las expresiones, pues, de percepciones, convicciones, dudas, deseos, esperanzas, temores, órdenes, etc.» (pp. 90-91). Por otra parte, los pronombres citados no son ocasionales en todos sus usos; en pp. 89-90 considera que el demostrativo esto tiene un funcionamiento objetivo y no ocasional en el caso anafórico de remitir a algo expuesto anteriormente en una demostración matemática, y ocasional cuando el que habla señala la casa frontera o un pájaro que vuela ante su vista: «Aquí hay que suponer la intuición individual (que cambia de caso en caso), y no basta la retrospección a los pensamientos objetivos antes manifestados», comenta. Como se ve, en Husserl la significación es ocasional cuando está conectada con la subjetividad del hablante y tiene relación con «el cambio de personas y sus vivencias».

 

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Sweet, op. cit., § 195; véanse tb. §§ 167 y 198. Otros autores han observado que los pronombres son elementos móviles: A. Noreen (apud Jespersen, op. cit., p. 83), M. Bréal, op. cit., pp. 169-170, y E. Benveniste, op. cit., p. 36.

 

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R. Jakobson, Shifters, Verbal Categories, and the Russian Verb, Russian Language Project, Department of Slavic Languages and Literatures, Harvard University, 1967 (recogido en Essais de linguistique gánérale, trad. y prólogo de N. Ruwet, Paris, Minuit, 1963, pp. 176-196). H. Sweet (cfr. supra, nota 25 y p. 254) y O. Jespersen, Language, London, 1922, § 7, usaron el término anteriormente, pero con otro sentido. Jespersen se refiere a las palabras de significado variable según las situaciones y a su dificultad en el aprendizaje infantil. N. Ruwet propone traducirlo por «embrayeurs» y nosotros por «remitentes».

 

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En la versión francesa, que es la que manejamos: «renvoi», «reference».

 

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Que el mensaje «remite» al mensaje o al código significa, pues, que en lugar de hablar de objetos se «habla» de lenguaje (lenguaje objeto), ya sea del mensaje o del código.

 

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Contra lo que opina Jakobson, no creemos que pueda hablarse de una «significación general» o «definición» de los nombres propios como puede hablarse de la definición de perro, etc. Jakobson la intenta en la remisión del código al código con un ejemplo que prueba lo contrario. No hay diccionario inglés que traiga una definición del tipo que propone: «Jerry signifie une personne nommée Jerry» (p. 177) . Los diccionarios (que pueden ser considerados los repositorios del léxico del código), cuando incluyen nombres propios no consignan significaciones generales sino datos individuales (por ejemplo: Nerón, emperador romano, 37-86 d. J. C., hijo de Agripina... etc.). El código establece la significación de las palabras, en el n. propio por una convención individual, y en el n. común por una convención que agrupa a los objetos según ciertos caracteres definitorios.

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