291
Entremés de la morcilla, Madrid, Librería Quiroga, 1792.
292
Eugenio Asensio,
Itinerario del entremés, Madrid, Gredos, 1965,
p. 85. También: «Las figuras comparecen ante el
satírico o encarnación de la sátira -juez,
examinador, médico, casamentero, vendedor de
fantásticas mercadurías, o cualquier otra
profesión que brinde un pretexto para el constante desfile-,
gesticulan un momento, alzan la voz, replican a la ironía o
acusación del personaje central que glosa y comenta; luego
desaparecen para dejar el puesto a otra nueva figura que
viene pisándole los talones»
, ibid., p. 81.
293
Aunque Mariquita y las demás majas que aparecen en la obra son los personajes menos satirizados, al salir a escena entre ellos, no poseen la normalidad de don Jacinto.
294
Vid. ibid., I pp. 307-325.
295
Con la visita del sargento y soldados a la casa de Tía Mosca o aviso de la función (ibid., I p. 247), y especialmente con la llegada del «público» al improvisado local (I pp. 249-250).
296
Tzvetan Todorov, op. cit., p. 40.
297
Ibidem, p. 131.
298
Vid. Juan Ignacio González del Castillo, op. cit., II pp. 481, 486 y 492, respectivamente.
299
Hannah E. Bergman, introd. a Ramillete de entremeses y bailes. Siglo XVII, Madrid, Castalia, 1970, p. 17.
300
«La óptica entremesil exagera la
incongruencia de la condición humana, despoja al amor de
toda aureola emocional, rompe la armonía entre las palabras
y las obras, convierte en chabacana la peripecia que pudo ser
patética, en grotescos los problemas de pasión y
honor»
. (Eugenio Asensio, op. cit.,
p. 29).