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Basten dos ejemplos. El Rey se acerca a Palacio, en I, 6, y alaba a su esposa ausente: «¡Oh, mi Margarita bella! / ¡Oh, piedra de mi corona! / ¿Piedra te dije? Perdona, / dije mal, digo mi estrella. / Como el sol alumbra el cielo, / el tuyo mi frente adorna; / [...] / Ni margarita divina, / ni el diamante, ni otra fina / piedra, presumir compita / con vos, piedra margarita, / de aquesta corona dina. / De vuestro valor seguro, / [...] / no os engasto en oro puro, / dentro en mi alma os engasto» (p. 424a).

En el III acto, el Rey ya sabe que la villana encontrada en casa de Belardo es su esposa, y dice: «¿Cómo me detengo tanto / en ver a mi Margarita? / Piedra preciosa, bendita, / piedra del minero santo, / piedra mártir ya gastada / deste trabajo y destierro, / con hambre, cansancio y hierro / en tosco plomo engastada» (pp. 462b-463a). A lo largo de la comedia, se mantiene por lo tanto el juego metafórico alrededor del semema «piedra preciosa», basado en el nombre mismo de Margarita (un recurso ingenioso muy típico de los discursos epidícticos).

 

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Y Teodosia se hace instrumento de este castigo divino, como declara en estas palabras que pronuncia al verse delante a Faustina: «Mas tengo por cosa llana / que el Cielo te trujo aquí / porque me vengue de ti / y de tu sangre no goces / el fruto, pues desconoces / la que tuviste de mí» ( Lope de Vega, El Animal de Hungría, edición de E. Cotarelo, Madrid, Tipografía de Archivos, 1917, p. 429b. Todas las citas de la comedia remiten a la misma edición).

 

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«Por unas zarzas metida, / vi que aquél se desnudaba / cierta cosa que vestida / todo su cuerpo adornaba, / y a un ramo de un olmo asida, / en una fuente se echó, / y se lavó y se enjugó, / y volviéndose a vestir, / no me harté de bendecir / la madre que lo parió. / Aunque también me reí / de ver que vestirse pudo, / y dije, madre, entre mí: / 'Mejor estabas desnudo: / ¿por qué te vistes ansí?'» (p. 436a).

 

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«Seguirle quiero y libralle, / o morir en la prisión. / [...] / No digas, ni Dios lo quiera, / que fui mujer en amarte; / cobarde amigo, en dejarte, / y en irme a los montes, fiera» (p. 446a).

 

155

Véanse al respecto: Templin 1935; Faliu-Lacourt 1979 y los comentarios de Vitse 1988: 286 n.

 

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No por casualidad viste ahora Teodosia paños de villano, lo que impide que se cree una situación parecida a la de Ursón y Valentín, donde el Rey -mientras alojaba en la casa de Belardo- se volvía a enamorar de su mujer creyéndola una campesina. El papel de madre con funciones paternas y el papel de dama no pueden sumarse en el mismo personaje.

 

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En I, 1, Lauro, después de escuchar la triste historia de Teodosia, le desea que un día la verdad se descubra y ella pueda volver a Palacio; contesta la reina: «Quien deja a Dios sus venganzas / tales esperanzas tenga, / que nunca sucede bien / a quien vengarse desea» (p. 424b). Ya en III, 5 Teodosia vuelve a contar a Rosaura cómo ella había sido reina, y después «la malicia humana» se lo quitó todo. Rosaura reacciona: «Pues de eso apelara yo / a la divina justicia»: a lo que Teodosia contesta: «El apelar, para Dios, / es el sufrir las injurias» (p. 452a).

 

158

El que Lauro también sea noble lo revela él mismo cuando, al extrañarse Teodosia por su valor (I, 1), Lauro le contesta «Soy noble, aunque humilde miras / mi traje» (p. 422a). Cuanto a la comicidad de los villanos, véase por ejemplo I, 6, cuando Selvagio y Bartolo piden al rey que mande matar la fiera, repitiendo «hasnos de oír...», «hasnos de ayudar...», «hasnos... de dar tu favor...», lo que lleva al rey a comentar «Todo este lugar es asnos» (p. 427b). Caracteres cómicos tiene también la figura de Belardo: en II, 2 cuenta que se ha tirado al río por miedo a los salvajes, y para contrarrestar el efecto de la indeseada inmersión declara «lo que agora me conviene / es envolverme, si puedo, / porque tengo al agua miedo / por la calidad que tiene, / en dos sábanas de vino» (p. 438a).

 

159

Véase al respecto lo dicho por Salomon 1965: 50-51 y 171-196.

 

160

Si Teodosia y Felipe son co-protagonistas, Llorente es un personaje del todo secundario, pero su monólogo es importante porque introduce la comparación entre Faustina y la fiera, que -como hemos visto- sirve de eje ideológico a la comedia.

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