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201

La cita procede de la edición de El hijo de Reduán al cuidado de M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, 1968 (Obras de Lope de Vega tomo 23, BAE 214), p. 284a.

 

202

La cita procede de la edición de La mocedad de Roldán al cuidado de M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, 1970 (Obras de Lope de Vega tomo 29, BAE 234), p. 33b. La misma reivindicación, aunque más solapada, es la que hace Juan Tomás, el protagonista de El caballero de Illescas, cuando finge blasones de nobleza con su amada Octavia, hija de un conde napolitano: «Nací como el Rey nació / y tengo sangre como él, / que mi linaje fiel / del primer rey decendió, / que fue señor en el mundo» (Lope de Vega, El caballero de Illescas, ed. de E. Cotarelo, Madrid, Tipografía de Archivos, 1917 (Acad. N., tomo IV), p. 131a).

 

203

La cita procede de la edición de Las mocedades de Bernardo del Carpio al cuidado de M. Menéndez y Pelayo, Madrid, Atlas, 1966, p. 17b (Obras de Lope de Vega tomo 17, BAE 196).

 

204

Es lo que pasa en El príncipe inocente, La mocedad de Roldán, El hijo Venturoso, El hijo de Reduán, Ello dirá, Dios hace reyes, Lo que está determinado, Contra valor no hay desdicha, Los pleitos de Ingalaterra, La aldehuela y Las mocedades de Bernardo del Carpio.

 

205

Lo encontramos en La mocedad de Roldán, en El caballero de Illescas, en El hijo de Reduán, en El hombre por su palabra, en Los prados de León, en Lo que ha de ser.

 

206

Utilizo aquí las luminosas intuiciones de Vitse 1988: 450-476 y 501-542.

 

207

En La mocedad de Roldán, el protagonista decide por su cuenta ir a la Corte, donde -como Leonido en El hijo de los leones- pronto se conquista la simpatía del emperador, en realidad su abuelo; pero cuando, para defender el honor de su madre, desnuda la espada delante de él (en una situación muy parecida a la de Leonido en el tercer acto de El hijo de los leones), no merece ninguna sanción, porque su explicación acerca de sus relaciones con la mujer a la que defiende, pone en marcha el mecanismo de la anagnórisis y del final feliz. En El hijo de Reduán, Gomel llevado a Palacio reacciona con agresividad contra los cortesanos que se burlan de él, pero no merece las cadenas y la condena a muerte como Ursón, sino que se conquista la admiración de todas las damas de Palacio; y en el tercer acto llega incluso a herir mortalmente a su verdadero padre, el rey Baudeles, por haber creído en una calumnia de la reina. Pero el regicidio no conlleva para él una condena a muerte (a diferencia de lo que pasaba con Leonido), sino el perdón del rey, que en punto de muerte lo reconoce como su heredero, y la aceptación de su dignidad real por parte de los súbditos.

 

208

Es verdad que en estos casos los reyes tiranos no son los padres del protagonista sino los abuelos, y entonces el joven héroe restaura también el honor y las prerrogativas de sus padres, conculcados por el tirano.

 

209

Otra vez me refiero aquí a las definiciones y a las reflexiones ofrecidas por Vitse 1983: 530-548 y Vitse 1988: 306-341.

 

210

Creo sin embargo que hay que diferenciar de manera clara entre las comedias que teatralizan las aventuras de la identidad deliberadamente ocultada, y las que teatralizan en cambio las aventuras de una identidad que se desconoce por completo y que se da a conocer primero con indicios, y después en la anagnórisis. Las primeras presentan con frecuencia los caracteres de una comicidad generalizada y de una irreverencia que falta en cambio en las segundas.

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