281
Han abordado el estudio de la presencia del salvaje en el teatro de Calderón, Egido 1983 y Varey 1982.
282
Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño (comedia, auto y loa), edición de E. Rull, Madrid, Alhambra, 1980, p. 168. Todas las citas proceden de esta edición.
283
«[...] / la política he estudiado, / de los brutos enseñado, / advertido de las aves, / y de los astros suaves / los círculos he medido», p. 124.
284
Como quiere demostrarlo Deyermond 1991, que compara algunos motivos y secuencias de la historia de Segismundo, con las características del salvaje folclórico según las muestra Bernheimer 1952.
285
En la línea, por ejemplo, de Altschul 1930, quien cita como motivos lopescos el vestido de pieles de Segismundo, su admiración hacia Rosaura, su relación conflictiva con el padre y su carácter agresivo.
286
Véase Vitse 1980 y Vitse 1983: 560-570.
287
Pedro Calderón de la Barca, La fiera, el rayo y la piedra, ed. de A. Egido, Madrid, Cátedra, 1989, p. 363.
288
Como nota también Egido 1990: 68-69: «En realidad, Irífile y Anajarte conforman en La fiera el desdoblamiento del personaje de Segismundo. La vida es sueño se plantea, sin embargo, desde una perspectiva distinta. La ausencia real de Parcas y Cíclopes, el desdén por lo mitológico hacen que el sueño y el destino no se ofrezcan por vía alegórica ni externa, sino en la vida interior del hombre, como batalla anímica de contrarios. La fiera, en cambio, ofrece una lección mítica que hace más ostensible, por encima del final feliz, la fuerza de los hados y de los dioses, de los astros y de los agüeros sobre la vida de unos hombres y unas mujeres que hasta para su final necesitan en su escenario vital la presencia de seres de ultramundo que encarnen las fuerzas que se debaten en su mundo interior».
289
Egido 1983.
290
Lo mismo puede decirse de la situación protagonizada por el gigante criado de Fierabrás, en La puente de Mantible (1636).