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111

Ibid., pág. 261.

 

112

En este lugar sólo podemos limitarnos a mencionar su posibilidad cuyo cabal desarrollo dejaremos para un trabajo futuro. Repetimos, por segunda vez, que únicamente la lógica de la exposición tanto como la importancia concedida al tema de la íntimo en la caracterización del americano y sus relaciones de comunidad, nos ha obligado a penetrar en un grupo de problemas ajeno, en cierto modo, a nuestro designio primario.

 

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Como un típico ejemplo de los fundamentos que animan a la psicología de Kretschmer, podemos recordar su interpretación de los procesos expresivos: «Todo lo que sabemos o creemos saber se basa en juicios por analogía, por los cuales relacionamos a sus movimientos corporales los mismos procesos de conciencia que acompañan a nuestros propios movimientos. No podemos observar directamente los procesos de conciencia más que en nosotros mismos». (La cursiva es nuestra, Psicología Médica, pág. 137). En cuanto a esto, recuérdese solamente el hecho tan conocido en psicología infantil, relativo a la existencia de una primaria capacidad de captación de las expresiones y propiedades fisiognómicas del mundo circundante humano y natural, antes que de las propiedades físicas en sentido estricto, colores, verbigracia.

 

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Acerca de los tipos «de vivencia» investigado por medio del «psicodiagnóstico» de Rorachach, y por lo que respecta a la capacidad de escisión de la atención característica de los leptosomas, véase La personalidad de los atléticos, págs. 15, 16, 31, 55. Kretschmer llama la atención sobre el diverso significado que poseen, para el atlético y el leptosoma, reacciones en apariencia semejante.. Así, la tendencia a los movimientos uniformes delata, en los atléticos, una actitud pasiva, uniforme y pedante, en tanto que en los leptosomas tiene el «carácter de un enfoque activo hacia la exactitud y la precisión». Igual cosa acontece con la tendencia a perseverar en la dirección de la atención. Siendo ésta muy intensa en ambos tipos, en los esquizotímicos responde a una «tensión activa y obstinada» y en los atléticos sólo corresponde a su morosidad pasiva. De este última nota, Kretschmer deduce la significación social del temperamento atlético como factor «estabilizador» de la vida colectiva. A pesar de ello, no ha relacionado con hondura y consecuencia sus determinaciones caracterológicas y los nexos existentes entre tipo, sociedad e historia. En cuanto al problema que plantea la doble significación de actitudes exteriormente semejantes. Rudolf Allers hace interesantes sugerencias al insinuar una especie de lógica del diagnóstico, vinculada ala cuestión de cuándo un hallazgo debe traducirse en síntoma. Véase su estudio «Concepto y método de interpretación», en la obra de O. Schwatz Psicogénesis y psicoterapia de los síntomas corporales, págs. 92 y ss., Barcelona, 1932, donde, siguiendo hasta cierto punto las investigaciones de Husserl relativas a la «expresión» y la «significación», analiza la interpretación médica de las relaciones existentes entre síntoma y enfermedad. Lo último, es oportuno tener aquí presente que el propio Rorschach, en la Introducción a su Psicodiagnóstico, declara que «las conclusiones tienen mero carácter empírico, y no han de ser consideradas como inferencias teóricas. Los fundamentos teóricos de este experimento son aún en su mayor parte, harto imperfectos».

 

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H. Rohracher recuerda que Külpe «antes de la investigación tipológica» habla extraído con secuencias de estos hechos aplicándolos a la psicología del pensar. Así, Külpe distingue, según que exista proclividad a la asociación o a la perseveración, dos tipos humanos, correspondiente a la primera tendencia la superficialidad y exterioridad y, a la segunda, la acritud proclive a lo íntimo y profundo (Introducción a la caracterología).

 

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«La escasa diferencia entre el mundo de los estados internos y de los objetos externos, del alma primitiva se manifiestan en la esencia de lo mágico, construyéndola precisamente con elementos de encanto y religiosidad» (H. Werner, Psicología evolutiva, pág. 337, Barcelona, 1936.)

 

117

Ibid., pág. 57.

 

118

Entiéndese por eidetismo la presentación de imágenes que se suman a la percepción objetiva, de imágenes intuitivas que llegan a adquirir una especial vivacidad, casi alucinatoria, al extremo que las representaciones de colores, por ejemplo, se mezclan con los colores dados objetivamente tal como acontece en las percepciones, en las fusiones cromáticas. De las sinestesias o co-percepciones dice Jaensch que «se forman cuando, debido a excitaciones objetivas sobre una región de un sentido, responde también la de otro, como sería el ver un determinado color al escuchar un sonido». Op. cit., pág. 222.

 

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Endocrinología, Introducción, tomo I, Barcelona, 1937.

 

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Tratado de biotipología humana, pág. 409, Barcelona. 1947. Llamamos la atención sobre el hecho de que, aunque para la determinación de sus tipos Pende parte de la desviación en torno a un equilibrio en la velocidad de las reacciones y en el desarrollo de energía, en el sentido de que existe una relación directa entre la «intensidad del catabolismo celular y la velocidad de los mismos procesos de desarrollo de energía, es decir, a pesar de que afirma la velocidad específica de las relaciones sintéticas endocelulares como criterio de clasificación en tipología funcional», ello no le impide buscar un enlace con las formas de vida consideradas por su lado espiritual. Y así, definiendo el carácter como el aspecto psicológico del temperamento funcional y humoral individual», trata de vincular ciertas formas instintivas elementales a los motivos primarios de la conducta del individuo. Llegado a este punto, dice seguir a Spranger, por lo que relaciona, por ejemplo, el tipo hipersensitivo-hiposentimental con el homo oeconomicus, o el hipoinstintivo con el homo religiosus (Biotipología, págs. 21, 22, 136 y 137). Del mismo modo. Jaensch, aun cuando distingue sus «tipos funcionales» de los «tipos de valor» de Spranger, dice: «el que casi todos los tipos de Spranger puedan presentarse dentro de nuestro tipo I2 podría ya aclarar la relación mutua de estos tipos y ello no significaría rebajarle importancia ni a los unos ni a los otros». (Op. cit., pág. 269).