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El silencio de las ballenas

Homero Aridjis





Cada año, la ballena gris recorre 18.000 kilómetros en su migración hacia el sur desde los mares de Bering, Chukchi y Beaufort, a lo largo de la costa de América del Norte, hacia sus áreas de reproducción y alumbramiento en México. Las lagunas de invernación de la ballena gris del Pacífico oriental son parte de la Reserva de la Biosfera Desierto del Vizcaíno, decretada por nuestro gobierno en 1988. Se cree que las ballenas se reúnen en las lagunas Guerrero Negro, Ojo de Liebre y de San Ignacio, y en bahía Magdalena, a causa de la temperatura cálida y la mayor salinidad del agua, y por la protección que éstas les ofrecen contra el mar abierto y los depredadores. La laguna de San Ignacio es la única que aún no ha sido afectada por el hombre.

Este hábitat prístino para cientos de ballenas grises ahora está amenazado por la Compañía Exportadora de Sal, S. A. (ESSA), la que planea construir una planta productora de sal por medio de evaporación de agua de mar en la laguna de San Ignacio. La compañía, cuyo 49% es propiedad de la Corporación Mitsubishi de Japón y 51% del gobierno de México, ya produce más de seis millones de toneladas de sal marina anualmente en Ojo de Liebre y Guerrero Negro. En 1994 sus ventas fueron de 86 millones de dólares. El proyecto de San Ignacio le daría 52.150 hectáreas adicionales a la ESSA, incrementando su capacidad de producción anual por más de siete millones de toneladas. Japón es el mayor importador de sal industrial producida en México. Cada mes, ocho barcos de gran calado arribarán a un muelle de dos kilómetros de largo para cargar, que se va a construir en bahía de Ballenas, entre punta Abreojos y laguna La Escondida, a unas 15 millas al oeste de la boca de San Ignacio. La sal llegará a los barcos por medio de bandas transportadoras del apilamiento de sal de un millón de toneladas métricas. Dos grandes estaciones de bombeo serán instaladas a lo largo de la orilla de la laguna: una en el extremo norte, la otra directamente en frente de los refugios de aves de isla Pelícanos e isla Garzas, ambas zonas núcleo de la reserva de la biosfera. Las estaciones tendrán capacidad de bombear 30.000 litros por segundo de agua de la laguna a los vasos de concentración/evaporación. Estas instalaciones bombearán agua marina 24 horas al día los 365 días del año, y la maquinaria pesada recolectará sal 16 horas diarias, excepto los domingos.

El gobierno de México estableció un santuario de ballena gris en la laguna de San Ignacio en 1954, prohibiendo su cacería. En 1972 se decretó como «Refugio de Aves Migratorias y Fauna Silvestre» y en 1979 «Refugio de Ballenas Grávidas y Ballenatos y Área de Atracción Turística». En 1988, fue establecida la Reserva de la Biosfera Desierto del Vizcaíno, la más grande de América Latina. La laguna de San Ignacio rodea zonas núcleo de la reserva y, como tal, debe estar dedicada a preservar la biodiversidad sin interferencia humana. La laguna de San Ignacio fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La ESSA, fundada por Daniel Ludwig y vendida a la Mitsubishi en 1973, comenzó sus operaciones en laguna Guerrero Negro en 1954 y transfirió su transportación por barcazas a laguna Ojo de Liebre en 1967. La producción anual de sal pasó de 50.000 toneladas métricas en 1957 a los niveles actuales. La compañía tiene un historial de negligencia ambiental: en 1984, cerca de cuatro millones de litros de diesel se perdieron, y en diciembre de 1985 un derrame de combustible fue detectado, cubriendo 3.5 hectáreas de marismas costeras adyacentes a puerto El Chaparrito, un centro de distribución dentro de la laguna para los aproximadamente 15 millones de litros de diesel usados anualmente por la ESSA. No hubo evaluación oficial de los daños a la laguna, la mayor preocupación de la compañía fue la de recobrar el combustible. En junio de 1986 había recuperado 1.5 millones de litros. El derrame nunca se hizo público.

Entre 1951-1977, siete ciclones entraron por punta Abreojos, algunos con vientos de hasta 140 kilómetros por hora. Si por el clima el muelle se vuelve inutilizable, será necesaria una alternativa para la carga. La selección probable será isla Cedros, como se hizo en Ojo de Liebre. En este caso, las barcazas deberán ser cargadas adentro de la laguna de San Ignacio, requiriendo dragar la entrada de la laguna y causando estragos a las ballenas madres y a sus ballenatos. El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) fue realizado para ESSA por el Centro de Investigaciones Biológicas de Baja California Sur. Sus 465 páginas consisten en su mayor parte de una descripción e información general, con escasas 22 páginas dedicadas a mencionar los impactos posibles, y cinco a recomendar medidas de prevención y mitigación. ¡Increíblemente, el estudio niega la existencia de un cuerpo de agua en el área que podría ser afectado por las operaciones de las salineras!

Sin embargo, a pesar de la grotesca minimización del EIA de los impactos negativos en San Ignacio, secundada por la inútil Secretaría de Pesca, Recursos Naturales y Medio Ambiente de este gobierno, la extracción de 462 millones de toneladas métricas de agua al año disminuirá la salinidad y la temperatura de la laguna e inevitablemente afectará la abundancia, reproducción y crecimiento de animales marinos y plantas, incluyendo a la ballena gris. Un total de 23 líneas en las 465 páginas del EIA tratan de la repercusión que el proyecto tendrá sobre la ballena gris, como si ésta fuese un animal insignificante en el mar. El estudio sugiere espaciar los pilotes del muelle 34 metros de distancia entre sí para permitir a las ballenas entrar en la laguna, como si ellas nadaran en fila india y el mar estuviese en calma. No se hace mención de estudios a largo plazo sobre la ballena gris en el área ni sobre los efectos potenciales de bombear y dragar derrames de combustible de los tanques de almacenamiento, ni de los barcos de Pemex entregando hasta 12.900.000 litros de diesel anualmente en unas 25 visitas ni sobre el ruido durante un año de martinetes, avionetas, barcos y bandas transportadoras. La recomendación de que el ruido se reduzca durante los cuatro meses de la temporada ballenera es ridícula, porque las operaciones están diseñadas para ser ininterrumpidas y la capacidad de almacenamiento para el diesel y la sal es limitada. El tráfico marítimo ahuyentó a las ballenas de laguna Guerrero Negro; desde hace dos años ninguna ha sido vista allí.

Realmente es tonto declarar que no habrá impactos ambientales porque los «hábitats afectados son eriales terrestres, con poca biodiversidad y sin uso productivo conocido». El EIA afirma que solamente una especie, el críticamente amenazado berrendo, está potencialmente en peligro. Los anexos cómodamente omiten mamíferos marinos, tortugas marinas y vegetación terrestre. La ESSA planea eliminar los manglares en bahía de Ballenas para hacer lugar al muelle. Los manglares en la laguna de San Ignacio y las bahías adyacentes marcan el límite norte de los manglares del hemisferio occidental. Las 30.000 hectáreas de vasos de evaporación alterarán los cauces de drenaje de la cuenca entera, algunas de 100.000 hectáreas, causando erosión y aumentando el flujo de agua dulce hacia la laguna. Impactos sobre los pastos marinos, visitados anualmente por más de 10.000 gansos de collar, y sobre la pesca de almeja Catarina no son mencionados en el estudio, tampoco otras especies en peligro como el halcón peregrino, el águila dorada, el águila pescadora, el pato golondrino, la cerceta de ala azul, el pato chalcuán, el pato bola y el pelícano blanco. El EIA aun recomienda sabotear el decreto de veda permanente sobre la captura y la comercialización de la tortuga marina para permitir el aprovechamiento de la tortuga verde, que se alimenta y reproduce en la laguna. El estudio menciona que la carne de tortuga es altamente apreciada en la región, ignorando que desde 1991 el castigo para quien lesione a la tortuga marina es la cárcel.

El EIA predice que las salineras operarán para siempre, alterando de manera permanente 212.319 hectáreas (su área declarada de impacto físico directo) de la Reserva de la Biosfera Desierto del Vizcaíno. Durante un vuelo sobre laguna Ojo de Liebre en 1988, el Grupo de los Cien detectó discrepancias entre los mapas oficiales y las áreas en uso, indicando modificaciones de la salinera a la línea costera de la laguna. ¿Qué autoridad ambiental en el país va a vigilar que la ESSA no abuse de nuevo, si ni siquiera respetan los decretos y las leyes ambientales del país?

Este proyecto es una burla del concepto de reserva de la biosfera y es posible que destruya la zona núcleo y de amortiguamiento de la más grande área protegida de México. La laguna de San Ignacio no es un lote baldío o un parque industrial, sino uno de los ecosistemas más frágiles del mundo y el hogar invernal de la ballena gris. La aprobación oficial de este vergonzoso Estudio de Impacto Ambiental, y la consecuente luz verde al proyecto de la ESSA, es inminente. La complicidad en la destrucción del santuario ballenero ya es una mancha acida en la recién creada Secretaría de Pesca, Recursos Naturales y Medio Ambiente. También es indicativo de que el gobierno actual ha puesto nuestra naturaleza en venta a postores conocidos por su odio a la ballena. Es grotesco que el Instituto Nacional de Pesca afirme que el Grupo de los Cien manifestó «su agrado y satisfacción, además de orgullo por ser (la Mitsubishi-ESSA) una empresa mexicana». Sean las autoridades ambientales las que puerilmente se enorgullezcan de que la Mitsubishi-ESSA sea una de las exportadoras de sal marina más grandes del mundo a costa de la vida de una ballena concebida y nacida en México. Todos debemos hablar en defensa de la ballena gris antes de que su silencio llegue a ser permanente en laguna de San Ignacio.



Nota: En el artículo de Homero Aridjis «México vende santuario ballenero», Reforma, 21 de enero de 1995, se denunció por primera vez el proyecto de la salinera en la laguna de San Ignacio. Fue Serge Dedina, fundador y presidente de Wildcoast, quien lo alertó sobre la salinera y la inminencia de la aprobación de la Manifestación de Impacto Ambiental.





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