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1

Traducción de José Miguel Sardiñas, revisada por la autora: «El sueño de los héroes di Bioy Casares: la classe come destino», Annali dell'Istituto Universitario Orientale (Nápoles), Sezione Romanza, 22.2 (1980), pp. 293-315.

 

2

Adolfo Bioy Casares, El sueño de los héroes, 1.ª ed., Losada, Buenos Aires, 1954. Para las citas se sigue la edición de Alianza Editorial, Madrid, 1976.

 

3

Otra vez un juego de reenvíos: en su visita al vidente, Gauna dice que se dirige a él con el mismo desinterés de quien interroga sobre su futuro «al loro que da la papeleta verde» (p. 37).

 

4

Y sus sentencias se confirman puntualmente: el encuentro con Clara transforma la vida de Gauna, alejándolo de los amigos, de la necesidad de aventura, de lo que -de acuerdo con los códigos del grupo- define al hombre (cfr. nota 5).

 

5

El tema del coraje explica la presencia de secuencias no relacionadas directamente con la acción. En las ridículas aventuras amorosas del peluquero Pracánico, amenazado por un marido ofendido, hay, en otro nivel (como se ha notado para el viaje a la casa de Chorén, duplicación grotesca de la búsqueda de los lugares del pasado), un reflejo de las obsesiones de Gauna, quien significativamente no manifiesta ninguna reacción ante la orgullosa declaración de cobardía del peluquero: «Yo no sirvo para hacer frente a situaciones difíciles. Se lo juro por lo que más quiera: yo soy un cobarde infame» (p. 120).

 

6

Desde esta perspectiva, la función de la joven plantea problemas de otro orden. Por lo que respecta a la acción, Clara obra como la endormeuse d'énergie de las novelas caballerescas; es quien retiene al hombre en su carrera hacia la aventura y, encerrándolo en el estrecho horizonte de la felicidad doméstica, se interpone entre él y su destino. Pero si el resultado del conocimiento es la muerte, ¿es mejor entonces no saber, como afirma Taboada, y como tienden a demostrar las acciones de Clara? Como quiera, el único obstáculo verdadero para el cumplimiento del destino es la presencia de Taboada; la mujer no puede constituir un modelo. Y, de hecho, las palabras finales de la novela la relegan en un mundo sin significación: «Infiel, a la manera de los hombres, no tuvo un pensamiento para Clara, su amada, antes de morir» (p. 178).