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ArribaAbajo 6. Tópicos religiosos e histórico-legendarios


a) La torre de Babel

Inmediatamente después de la cita de las pirámides egipcias, aparece en el Sueño la visión de la Torre de Babel con todo lo que representa de confusión, orgullo y derrota (vv. 4,12-422). Góngora tiene este tópico en una canción, donde parece hacer resaltar lo que de soberbia representa (p. 572):


[...] que su espada por su Dios confunda
la nueva torre que Babel levanta.



Bartolomé L. de Argensola lo tiene en unos tercetos en los que identifica la corte con la confusión de la Torre de Babel (p. 302):


Pues voyme a nuestra Corte, o a la torre
que edificó Babel, y de su traje
madama Hipocresía me socorre.



Jacinto Polo de Medina recalca muy claramente los rasgos de confusión y de soberbia (BAE, t. 42, p. 189):


¿Cómo no veis la insolencia
y Babel de confusión
destos críticos versistas,
sustitutos de Nembroth?



Hay en Trillo la alusión más parecida a la de Sor Juana en cuanto a la incomprensión entre los hombres, sin llegar él a expresarlo en la forma aguda que la tiene la poetisa; es de la Neapolisea, Libro Cuarto (p. 489):


De alto rumor todas las cosas llenas
allí la torre de Babel mentia [...]



Ninguno de ellos la tiene en referencia expresa a la confusión de las lenguas como Sor Juana, atenta siempre a subrayar lo mental que le da al   —105→   hombre preeminencia sobre las otras especies y lo que, al mismo tiempo, lo separa de sus semejantes cuando hablan distintos idiomas.




b) El Faro de Alejandría

El tema del Faro de Alejandría era bastante frecuente antes de Sor Juana. Muy a menudo aparece junto a las Pirámides, Mausoleo, Coloso y otras maravillas del mundo, como ejemplo de proezas humanas, según nos lo presentó Cepeda en la canción suya que vimos. Se encuentra en los versos del Sueño 266-291 (passim).

Es interesante señalar lo que apunta Gaos (p. 60) con respecto al tema del Faro, que «encierra cuatro motivos que se revelan determinantes de todas las demás imágenes de este grupo: el motivo de la altura, un motivo óptico, el motivo del mar y un motivo de cultura clásica».

Podría también apuntarse lo que tiene de común con el procedimiento utilizado por algunos pintores al reproducir dentro del cuadro toda la escena que se repite de este modo hasta el infinito, por así decirlo. Pienso específicamente en el cuadro de Jan Van Eyck, «Giovanni Arnolfini y su esposa», que reproduce la escena en el espejo convexo del fondo. Esta técnica, llamada en inglés «a study in perspective», se aplica a la literatura (en la francesa, a André Gide especialmente) con el nombre de «composition en abîme». Mientras Sor Juana sueña, su fantasía, al igual que el Faro, recoge, reproduce, representa, para usar la misma palabra que ella, «las imágenes todas de las cosas», y se las presenta al Alma. Es como un cuadro donde la Fantasía tiene el lugar de una esfera que reproduce todas esas imágenes, repetidamente, dentro del mismo cuadro: un simbolismo más de lo eterno en el sueño intelectual de Sor Juana, la búsqueda repetida del hombre tras su ideal de saber. Otro motivo óptico, de manera distinta, aparece al final (vv. 873-886 del Sueño) en el novel invento de la linterna mágica que reproduce imágenes con dimensiones que en realidad no tienen.




c) Las Pirámides

Llegamos a la importante sección del Sueño dedicada a las Pirámides, que Méndez Plancarte separó en una de sus partes constituyentes cuando hizo la prosificación del Sueño, con el epígrafe ya citado de «Intermezzo de las pirámides». Véanse los versos que Sor Juana les dedicó en su poema (vv. 340-382, passim).

Con las Pirámides sigue Sor Juana utilizando ejemplos de obras magnas realizadas por los hombres que encierran en sí mismas, al mismo tiempo, el desengaño humano, mientras nos va explicando el vuelo ascendente de su alma. El tema de las Pirámides, unido tradicionalmente al impulso   —106→   del hombre por alcanzar altas metas y decepción consiguiente, junto al de la Torre de Babel, al de Ícaro, Alcides, Atlante, y al de la barca en el mar tempestuosos de la vida, van sucesivamente cortando el relato explicativo del vuelo intelectual del alma de Sor Juana mientras adelanta su sueño; es como si fueran anclas a su ilusión, exponentes de la duda de Sor Juana de alcanzar su objetivo; sus impulsos optimistas están, alternativamente, marcados por el pesimismo hasta llegar a la fórmula final propia encarnada por Faetón. En el Sueño están claros el aspecto de maravilla humana de las Pirámides y el desengaño, unidos, por cuanto se identifica el alma (su entendimiento) con ellas, exponiendo así su fracaso personal.

Recordemos la importancia de la observación hecha por Vossler sobre las Pirámides como representación del alma. La edición argentina de Sueño traduce al español esta observación, reproduciendo también los diseños que el hispanista alemán copió de Kircher (pp. 79-81).

Las pirámides tienen en esta poesía una derterminada significación simbólica, tal como se afirma expresamente en los versos 383 y ss. Representan la aspiración del hombre por elevarse psíquica y espiritualmente; por consiguiente, se piensa en «pirámides de luz» en oposición a la terrestre pirámide de sombra del comienzo de la poesía. El padre jesuita Athanasius Kircher, que se ocupó con especial dedicación de las pirámides y obeliscos egipcios investigando, asociando, especulando y fantaseando, escribe en su Oedipus Aegyptiacus, t. II, Roma, 1653, págs. 110 y ss.: "Dicimus primo, per pyramidem seu obeliscum Aegyptios rerum naturam et informen illam materiam, quae innatum quendam ad formas recipendas appetittum habet, repraesentare coluisse [...] etc.", y más tarde, en su Obelisci aegyptiacus nuper [...] effosi interpretio hieroglyphica, Roma, 1666, págs. 20 y ss., expone cómo los antiguos egipcios solían distinguir entre una pirámide de luz que desciende del cielo hacia la tierra, y otra sombra que aspira a elevarse desde la tierra al cielo [...]



Sigue la nota de Vossler explicándonos cómo, lógicamente, Sor Juana se sentiría atraída por las pirámides teniendo en México otras de la época de los toltecas adornadas asimismo de jeroglíficos que llamarían su atención, todo mezclado con lo exótico y arrogante de esas civilizaciones antiguas.

Veamos ahora lo que hemos encontrado de este tópico de las Pirámides en otros poemas renacentistas. Recordemos la canción de Cepeda, donde las cita. Juan de Jáuregui lo hace también en unas «Liras», traducción de un epigrama de Marcial, posponiendo todas esas maravillas humanas al anfiteatro de Tito (BAE, t. 42, p. 109):



   No Menfis generosa
sus bárbaras pirámides ostente,
labor maravillosa
ni ensalce vanamente
sus muros Babilonia entronizados,
con sumo afán y brevedad formados.

   Su presunción ufana
rinda el efesio habitador, que honra
el templo de Diana.



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Los hermanos Argensola se ocupan también de este tema. Lupercio lo tiene en una canción (p. 276):


   Que, si bien son pobrísimas de estilo,
tienen mayores prendas
que las mudas pirámides del Nilo.



Y Bartolomé (p. 353):


   Y la bárbara Menfis se vio ufana
con sus altas pirámides (tesoro
inútil y enemigo a las estrellas,
y en número mayor que todas ellas).



Lope de Vega tiene un soneto donde compara muchas maravillas humanas con su amor, más maravilla que ninguna: entre ellas se ocupa del Faro y las Pirámides (BAE, t. 38, p. 375):



   Al sepulcro del amor, que contra el filo
del tiempo hizo Artemisa vivir claro,
a la torre bellísima de Faro, un tiempo de la nave luz y asilo;

   al templo efesio, de famoso estilo,
al coloso del Sol, único y raro,
al muro de Semíramis reparo,
y a las altas pirámides del Nilo;

   en fin, a los milagros inauditos,
a Júpiter olímpico y al templo,
Pirámides, coloso y mausoleo,

   y a cuantos hoy el mundo tiene escritos,
en fama vence de mi fe el ejemplo;
que es mayor maravilla mi amor solo.



Tiene otro donde nombra a las Pirámides como grandes obras, comparándolas a otras que considera de mayor magnitud (BAE, t. 38, p. 375):


   Divino sucesor del nuevo Alcides
que puso Francia, Italia, África y Flandes
pirámides más altos, y tan grandes,
que fueron gloria de cristianos Cides.



Notemos que en el primer soneto cita también a Júpiter, que se encuentra asimismo en los versos siguientes del Sueño («Temido Tonante») cuando habla de Homero y de lo difícil que resulta robarle «un hemistiquio solo», según veremos luego (versos 393 y 397). Hay en el libro citado de las obras de Bocángel un soneto «De Francisco López de Zárate al autor» donde, como en Lope, se utilizan en comparación amores, aquí con los de Hero y Leandro (p. 17):


   Que en virtud de la gracia de tu pluma
de Ero y Leandro es vida el mar, no muerte,
y Pirámides son Sesto y Auido [...]



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Tiene Trillo y Figueroa más de una cita de las Pirámides. En el «Panegírico natalicio...», ya citado, encontramos (p. 350):



Sus bárbaras Pirámides oprima,
ya de tu paso generoso al peso,
o ya presuma amanecer en ellas
del Cielo cristalino las estrellas,
[...]

   Ya sus piedras descriuan viuidoras
de aqueste dia las fecundas horas.



En las notas aclarativas que tiene a este panegírico, dedica dos páginas (376-377) al comentario de las Pirámides: «Barbaras Pyramides es de Marcial, lib. I, Epígr. Donde:

Barbara Pyramidum sileat miracula Memphis.



Donde dicen mucho Rodero, Ramiresio, Farnabio, y los demás autores del Marcial diuersorum... que estas piramides y colunas no solamente se erigian para monume[n]to, y mausoleo de los Reyes y Principes; sino tambie[n] para escribir en ellas sus vitorias, elogios y felicidades [...]». Veamos de Trillo otra cita de las Pirámides y el Faro, entre otras maravillas, en la misma forma ponderativa que hemos visto antes en otros autores (p. 400):


   Calle el mármol ruidoso de el Olimpo
pues las cenizas de Mausolo callan,
ya Menfis enmudezca, que ya Cisnes,
ni Faros lloran, ni Colosos cantan.



Y en el manuscrito de la Neapolisea, del que hemos hablado, hallamos en la estrofa 103 del Libro Segundo:


Piramides ociosas, son ceniza,
más que el oro, el acero, se eterniza.



Como hemos visto por estos ejemplos, las Pirámides se tomaban como término de comparación con obras humanas de tipo alto: en los casos de Lupercio L. de Argensola, el segundo ejemplo de Lope y el primero de Trillo. Otras veces se hacían comparaciones de ellas como obra magna que, sin embargo, quedaban por debajo de otras: así en los casos del otro de los Argensola, de Juan de Jáuregui y los últimos ejemplos de Trillo. Se utilizaban también relacionadas con el amor, como se hace en el soneto de Lope y en el ejemplo hallado en el libro de Bocángel. Las notas más repetidas de estos ejemplos son la aparición de la palabra «Menfis» al lado de las pirámides, el calificativo de «bárbaro» en relación con ellas y la enorme altura, que en los casos de Bartolomé Leonardo y los primeros versos copiados de Trillo, llegan hasta el cielo y las estrellas; notas todas que aparecen   —109→   asimismo en el Sueño. En el caso de los versos de Juan de Jáuregui aparece también la nota de alabanza como obra arquitectónica que repite la monja en su poema. Bartolomé Leonardo de Argensola aplica a Menfis el calificativo de «ufana», que recuerda el «Menfis vano» de Sor Juana; y de Trillo tiene la cita de las Pirámides como monumento funeral y victorioso.

Repitamos que Sor Juana, además de hacer las citas que se acostumbraban, le da a este tema significación más profunda al compararlas con su alma, identificada a la «humana mente», pues que al subir «en piramidal punta [...] su figura trasunta». No se aparta de la mente de la poetisa la aventura intelectual que nos explica.




d) Homero, Aquiles y Ulises; Júpiter y Alcides

En los mismos versos donde Sor Juana sigue hablando de las Pirámides, nombra también a Homero y a dos de los personajes más famosos de sus obras: Aquiles y Ulises (Sueño, vv. 379-408).

Copiemos de la edición argentina, que contiene la traducción de las notas de Karl Vossler al español, la nota referente a las Pirámides con el comentario de los versos en que Sor Juana se refiere a Homero (p. 80):

Si además, y por error, nos remite a Homero (versos 382-399), en quien no aparece la palabra, es fácilmente explicable: Homero, cuyas poesías sólo conocía por referencias, equivalía para ella a un receptáculo de sabiduría antigua y casi divina. En cuanto se refiere a su maestría artística, el juicio antiguo, luego proverbial, que ella reproduce en los versos 393-398, le habría llegado no se sabe por qué tradición, tal vez de Ambrosii Teodosii Conviviorum primi diei saturnaliorum liber V, 3, 16: cum tria haec ex aequo impossibilia judicentur: vel Jovi fulmen, vel Herculi clavam, vel versum Homero subtrahere, quod, etsi fieri possent, alium tamen nullum deceret vel fulmen praeter Jovem iacere, vel certare praeter Herculem robore, vel canere quod cecinit Homerus.



Recordemos que en la tragedia de Séneca que vimos al principio, Hercules furens, precisamente en la parte coral que analizamos dedicada al sueño, se hacía una referencia a la preocupación de Hércules, que aun dormido se inquietaba por sus armas buscándolas a su alrededor. Hay un romance de Sor Juana dedicado a los Marqueses de la Laguna, con motivo del bautizo de su pequeño hijo donde, entre el sinnúmero de bienes que le desea al niño, hay una estrofa en que se refiere a Hércules y su clava como la posesión más preciada de éste (p. 72):


   Belona le dé las armas
amor le ofrezca las flechas,
ríndale Alcides la clava,
Apolo le dé la ciencia.



Hay también una cita a Homero en uno de los romances, donde lo califica   —110→   de «divino», en que aparece, asimismo, Aquiles. (Es la poesía marcada por Méndez Plancarte con el número 38, p. 107):


[...]
   no tuviera, al contemplar
los hechos de los Argivos,
ni a Aquiles por tan dichoso
ni a Homero por tan divino?



Los mismos personajes aparecen en otros romances, romancillos, endechas, seguidillas74. Se pone de relieve la proverbial astucia del «prudente Ulises», mas es utilizado en todas estas imágenes en forma negativa, pues siempre encuentra algo superior para su comparación, excepto en el Sueño, donde no se usa como punto comparativo sino como personaje relacionado con Homero.





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ArribaAbajo7. Antecedentes y tópicos científicos en el Sueño

Aunque en la poesía española anterior a Sor Juana no es frecuente una temática plenamente científica, quisiéramos señalar algunos antecedentes antes de analizar los tópicos científicos del Sueño. Por ejemplo, en 1547 se publicó un Compendio de toda la philosophia natural de Aristóteles traduzida en metro castellano (Stella, 1547, reproducido en facsímil por don Antonio Pérez y Gómez en 1967). El autor de estas pesadas coplas de arte mayor era un benedictino llamado Fray Canales; quería imitar a Orfeo y Empédocles, además de a Juan de Mena, Petrarca y Dante. La ciencia aristotélica compendiada por Fray Canales es esencialmente la misma que aprendería Sor Juana un siglo más tarde en México: las mismas esferas celestiales, los cometas ominosos (aunque Sor Juana hablará también de la astrología como «estudio vanamente judicioso», Sueño, v. 308), las mismas potencias del alma y humores del cuerpo, e incluso una referencia mitológica al atrevido Faetonte, como experimentador científico.

Menos medieval, más relacionado con el tono renacentista del poema de Sor Juana, es el sabio mago Severo de la Égloga II de Garcilaso, quien con sus conocimientos apolíneos dominaba los elementos. También Fray Luis de León, en una de sus odas tituladas «A Felipe Ruiz» («¿Cuándo será que pueda?»), nos presenta un universo científicamente analizado, pero con resonancias bíblicas75, con un Dios hebreo que mueve su carro entre las nubes. Lo notable de esta oda de Fray Luis es el hambre de ciencia, el deseo de saberlo todo, de entender el universo como un conjunto sabiamente organizado. En esto se parece mucho al Sueño de Sor Juana, con el mismo movimiento de ascenso. La diferencia entre los dos es que mientras Fray Luis lo aplaza todo para cuando esté en la gloria y vea a Dios, Sor Juana no quiere dejar nada para luego. Fray Luis ve el universo como prodigio más allá del intelecto humano, mientras que Sor Juana lo ve como problema epistemológico, problema que el alma humana, habiendo recibido ya el soplo divino, debía estar capacitada para resolver.

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Otros antecedentes parecidos de poesía científica que median entre Garcilaso y Sor Juana se encuentran en la poesía de Francisco de Aldana: en sus «Octavas sobre el bien de la vida retirada», por ejemplo, y en su «Epístola a Arias Montano». También en Lope de Vega se debe señalar el derroche de erudición científica que encontramos en el Libro V de la Arcadia, donde se alternan la prosa y la poesía, y donde la sabia maga Polinesta nos recuerda al Severo de Garcilaso. En medio de una naturaleza colorida y farragosa hay un templo de estilo griego donde se enseñan todas las ciencias humanas, desde la gramática hasta la astronomía. También en el poema de Bocángel titulado «Representación, real y festiva máscara...», además de la Fama y Apolo, aparece Palas como representante de la ciencia:


Yo que científicamente
de estos globos nivelados
mensuro y cuento los grados
que hay del Ocaso al Oriente [...]



Vemos, pues, que por poca atención que se le dedicara en la poesía española a la temática científica, hay algunas muestras de esta preocupación: áridamente aristotélica en el caso de Fray Canales, altamente poética en el de Fray Luis. Lope, como monstruo de la naturaleza que era, presenta los pasajes científicos más numerosos antes de la poetisa, y tienen en común muchos de los tópicos que analizaremos a continuación. En la tradición poética del Siglo de Oro, anterior al Sueño, se hallan el mismo fondo aristotélico y escolástico, el vuelo inquisitivo hacia lo alto con la desilusión consiguiente, y la preocupación científica en forma difusa que aparecerán más claramente definidos en el poema de Sor Juana.

Pasemos ahora a considerar los tópicos del Sueño que hemos reunido bajo el epígrafe de científicos y que son muchos menos de los que hemos analizado como poéticos. No olvidemos que aunque Sor Juana nos embarcó con ella en la historia de su aventura intelectual, es una poesía la que nos hace el recuento de ese afán de saber y ciencia que la preocupó durante su vida. Nos conmueve la forma ingenua, por lo clara y simple, en que Sor Juana nos cuenta los métodos utilizados, primero el intuitivo y luego el discursivo, por su personaje simbólico: el Alma o su Intelecto, su entendimiento, que se convierten en uno solo, dándonos así la pauta de lo que para Sor Juana constituye la parte esencial del hombre: lo intelectual. Después de habernos hablado del fracasado método intuitivo, cuando ensaya el discursivo, nos cuenta, al mismo tiempo, las etapas seguidas en su ascensión hacia la ciencia (vv. 608-616).

Méndez Plancarte recuerda, con referencia a «una y otra facultad» (ver la nota a los vv. 609-610, p. 596), lo expuesto por la poetisa en Respuesta a Sor Filotea, de cómo todas las ciencias y artes se ayudan una a otra para llegar a la comprensión de la Teología76; esto parece ser un recuerdo de la tradición de San Buenaventura y su tratado De reductione artium ad theologiam. En los versos siguientes, «de amarga siembra, fruto al gusto   —113→   grato / que aun a largas fatigas fue barato», la monja aplica al estudio lo que tradicionalmente se decía con respecto a las penas y sufrimientos que traía el amor: el afán intelectual obtiene su recompensa; toda fatiga, como en amor, es poca. Recordemos aquí a Octavio Paz en su trabajo citado (página 40): «El acto de conocer, no el conocimiento mismo, es el premio del combate». Esto que Sor Juana nos ha explicado poéticamente en sus versos, es lo que con otras palabras nos dice en un pasaje de la misma Respuesta (O. C., t. IV, pp. 450-451):

Yo de mí puedo asegurar que lo que no entiendo en un autor de una facultad lo suelo entender en otro de otra que parece muy distante; y esos propios, al explicarse abren ejemplos metafóricos de otras artes, como cuando dicen los lógicos que el medio se ha con los términos como se ha una medida con dos cuerpos distantes, para conferir si son iguales o no; y que la oración del lógico anda como la línea recta, por el camino más breve, y la del retórico se mueve, como la corva, por el más largo, pero van a un mismo punto las dos; y cuando dicen que los expositores son como la mano abierta y los escolásticos como el puño cerrado. Y así no es disculpa ni por tal la doy, el haber estudiado diversas cosas, pues éstas antes se ayudan, sino que el no haber aprovechado ha sido ineptitud mía y debilidad de mi entendimiento, no culpa de la variedad. [...] En esto sí confieso que ha sido inexplicable mi trabajo; y así no puedo decir lo que con envidia oigo a otros: que no les ha costado afán el saber. ¡Dichosos ellos! A mí, no el saber (que aún no sé), sólo el desear saber me le ha costado tan grande que pudiera decir con mi padre San Jerónimo (aunque no con su aprovechamiento): «Quid ibi laboris insumpserim, quid sustinuerim difficultatis, quoties desperaverim, quotiesque cessaverim et contentione discendi rursus inceperim; testis est conscientia, tam mea, qui passus sum, quam eorum qui mecum duxerunt vitam». Menos los compañeros y testigos (que aún de ese alivio he carecido), lo demás bien puedo asegurar con verdad. ¡Y que haya sido tal esta mi negra inclinación que todo lo haya vencido!




a) Tópicos fisio-psicológicos: los sentidos, los órganos, las potencias del alma

Después de la llegada de la noche y de la quietud universal que ha traído, nos habla Sor Juana de la quietud corporal de los hombres vencidos por el sueño, productor de reposo y reparador de fatigas causadas por el trabajo diario al suspender los sentidos (Sueño, vv. 151-203, passim). Méndez Plancarte tiene una nota al verso 192 que dice: «Pedro Laín Entralgo [...] cita una "Declaración en suma breve de la orgánica y maravillosa composición del microcosmos, o mundo menor, que es el hombre [...], en forma de sueño o ficción [...]" (Lobera de Ávila, 1542). Y eso, un Sueño anatómico y fisiológico -mas ahora con aliento lírico, hecho poesía- es lo que aquí principia» (p. 587). Recuérdese que esta obra de Lobera y Ávila fue citada en el primer capítulo al mismo tiempo que hacíamos la revisión del libro Patch-Lida.

De Trillo, con referencia al trabajo diario, recordemos las endechas siguientes, cuyos versos ya hemos copiado cuando comparábamos su poema sobre la noche con el Sueño (p. 232):

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   En quanto al ozio amigo
de la sonante esquila
del afán siempre ingrato,
la cuydadosa oreja se desvia.

[...]

   Detiene al caminante,
entorpece la espia,
y al marinero experto
deciende de la gauia hasta la quilla77.



Los versos de Sor Juana repiten las ideas encontradas en Trillo; éste se refiere al trabajo en general, reposo normal del afán diario, y nos habla de él como algo necesario, pero no grato por fuerza. Los de Sor Juana hacen reflexiones parecidas:


quedaron los sentidos
del que ejercicio tienen de ordinario
-trabajo, en fin pero trabajo amado,
si hay amable trabajo- [...]



Es decir, que Trillo y Sor Juana hablan los dos de la bondad del trabajo en forma dudosa y de rechazo.

Llegamos ahora a los versos en que la poetisa se ocupa de la cuestión fisiológica del sueño y la parte que tienen en él el pulmón, el estómago, los cuatro humores, para seguir con la cuestión psicológica citando a la «estimativa», la «imaginativa», la memoria y la fantasía (vv. 192-266, passim). Véase lo que dice Méndez Plancarte, en sus notas a los versos que tratan estas cuestiones (I, pp. 588-590), donde cita al padre Granada y a Laín Entralgo.

Vossler dice sobre estas mismas cuestiones (p. 78):

No sería inverosímil que la poetisa hubiera mezclado, en libre recuerdo, obras de la medicina antiguas y contemporáneas para su descripción del desarrollo psico-físico del sueño y sus visiones. Se conserva en el Museo Nacional de México un retrato de la poetisa que pintó Miguel Cabrera en el año 1750. Procede, por lo visto, de cuadros más antiguos, tal vez de uno hecho por la misma poetisa. En el fondo hay tres estantes con libros donde se hallan colocadas, junto a obras de poetas, teólogos y místicos, las obras de medicina de Galeno y las del entonces célebre idealista y polígrafo Athanasius Kircher [...] También es posible que la poetisa haya recordado las conocidísimas anotaciones de Herrera a las obras de Garcilaso, tan leídas entonces, y, especialmente, las notas a la Égloga II, versos 90 y ss., y 113 y ss.



El crítico mexicano explica, con ejemplos del padre Granada y de Laín Entralgo, todo lo relacionado con la digestión del estómago y del húmedo radical, así como lo relativo al calor natural del cuerpo y los cuatro humores (pp. 589 -590). En su nota a los versos 258-265, hallamos: «Parece tomarse aquí la "estimativa" por el "sentido común" [...], del cual pasan a "la   —115→   imaginativa", que las retiene y guarda fielmente junto con la memoria y la fantasía, que completan estos sentidos interiores, cuya sede orgánica está en los sesos [...]».

El uso de estos tópicos era considerado, al parecer, poco poético y por tanto era poco frecuente. Hay unas cantinelas de Esteban Manuel de Villegas donde utiliza lo de la «imaginativa»:


   Sobre carro de fuego,
que es la imaginativa,
corre, corre los cielos,
y los astros visita78.



San Juan de la Cruz, en la «Declaración a sus Canciones XXIX y XXX» del Cántico espiritual, nos habla de ello: «Prosigue el esposo y da a entender [...] cómo por medio de las amenas liras [...] acaba de poner fin y remate a todas las operaciones del alma que antes le eran de algún impedimento y sin sabor para el pacífico gusto y suavidad, las cuales dice aquí que son las digresiones de la fantasía imaginativa, las cuales conjura que cesen [...] Y también [...] se pone en perfección [...] según se puede en esta vida, las tres potencias del alma, que son: entendimiento, voluntad y memoria [...]». Palabras frecuentes en la prosa teológica. Con respecto a las tres potencias, veamos qué más nos dice Sor Juana al disertar sobre el hombre (vv. 659-667):


    bisagra engazadora
de la que más se eleva entronizada
naturaleza pura
y de la que, criatura  1315
menos noble, se ve más abatida:
no de las cinco solas adornada
sensibles facultades,
mas de las interiores
que tres rectrices son [...]  1320



Es decir, el entendimiento, la voluntad y la memoria. No era, tampoco, muy frecuente ocuparse en poesía de estas cuestiones, pero recordemos que Fray Luis de León tiene la referencia en uno de los poemas suyos que hemos visto en este trabajo. Hemos encontrado una octava de Bocángel en su «Templo cristiano...», ya señalado, donde las cita claramente por sus nombres, refiriéndose a la Reina (p. 85):


    Allí siempre lo fue su Entendimiento,
en Ideas diuinas transformado,
de femenil curiosidad essento,
de varonil inteligencia armado:
la Voluntad, sin otro mouimiento,
que el que causó vn acierto niuelado;
y al beneficio ostente la memoria,
dispuesta siempre en impression notoria.



  —116→  

El mejor ejemplo de estas tres potencias tratadas en la forma poética en que lo ha hecho Sor Juana, lo hemos hallado en un poema de Francisco de Aldana, donde mezcla, a la manera que lo hace ella en el Sueño, la imaginativa con la fantasía, las especies y las tres potencias. Es la «Epístola II, Respuesta del Capitán Francisco de Aldana a Cosme de Aldana, su hermano, desde Flandes»79:



    En amigable estaba y dulce trato,
trato amigable y dulce (si amigable
y dulce trato ser llamado puede
cosa que, ausente vos, venga a ofrecerse),
cuando, sin advertir, hete en el alma
un trueno disparar, hete que veo
un relámpago dar con presta vuelta
inusitado asalto a la memoria:
el sentido exterior quedó turbado,
luego el común revuelve las especies
y a la imaginación las da y entrega,
la cual, después, con más delgado examen,
hace a la fantasía presente, y luego
de allí van a parar dentro al tesoro
de toda semejanza inteligible;
en esto el puro sale entendimiento,
casi vestido sol de rayos de oro,
y en torno ve bullir, gritando «¡arma, arma!»,
ídolos, simulacros y fantasmas;
irradia y resplandece con su llama
clara y espirital sobre ellas todas
y en breve recogió de todas ellas
la información que dio sosiego al alma.
Sabido, pues, qué luz, qué trueno y furia
es la que así pasó, fue que allá dentro
la voluntad pidió con gana ardiente
a la memoria alguna especie amiga
para tratar amores y regalos;
diole, ¡gran Dios!, la rica tesorera
la imagen dulce y cara de mi Cosme.
[...]

   Esto fue cuando las potencias mías
sintieron allá dentro y los rumores
que habéis oído [...]



Como vemos, los primeros quince versos de esta epístola corresponden a los versos 252-266 del Sueño. Recordemos que se identificaba a la estimativa con el sentido común; luego se habla de la imaginación, memoria y fantasía siguiendo las ideas de Aristóteles en los dos casos. El final de la epístola de Aldana trata el tópico de las tres potencias de las que Sor Juana se ocupa en los versos 659-667.

Con referencia al verso 659, lo mismo E. J. Gates (p. 1051) que Méndez   —117→   Plancarte recuerdan el de Góngora (Soledad I, v. 473), en el que se habla del Estrecho de Magallanes: «la bisagra, aunque estrecha, abrazadora». Hay otra muestra del uso de la misma palabra en una poesía de Sor Juana; es el romance marcado con el número 25 en el tomo II de las Obras completas (p. 77):


   Que le deis a vuestros padres
la felicidad de veros
hecho unión de sus dos almas,
bisagra de sus dos pechos.






b) Tópicos astrológicos

Hay unos versos, cuando Sor Juana habla de la ascensión de su alma, donde aparece la visión del cosmos (Sueño, vv. 292-308, passim). Se ha dicho que Sor Juana, a pesar de conocer seguramente las ideas de Galileo a través de su amigo Sigüenza y Góngora80, prefería, por su formación, a Tolomeo. En otros poemas de Sor Juana encontramos referencias a estos «cuerpos celestiales». Veamos dos de ellos (O. C., t. I, pp. 179 y 114):



[...] pues sólo por retratarla
los Orbes once se alegran

   Por más que doblen distancia
esos claros once espejos,
¿dejan de imperar los Astros
en los sublunares cuerpos?



Desde la poesía medieval el mundo tolemaico era un tema tradicional; sólo hay que pensar, por ejemplo, en el Paraíso de Dante81. Este mundo aparece en la Égloga I de Garcilaso, en la penúltima estrofa, «la glorificación de Elisa». De este tema dependen muchas poesías de Fray Luis de León; véase especialmente su composición dedicada al nacimiento de doña Tomasina, hija de los marqueses de Alcañices. Y la misma Sor Juana tiene otras poesías donde hace referencias astronómicas82.




c) Los cuatro elementos

Para el tópico de los cuatro elementos, sobradamente conocido en la época que estudiamos, no seguiremos el plan utilizado hasta ahora; lo examinaremos aplicando al Sueño el esquema dado por E. M. Wilson en su artículo: «The four elements in the imagery of Calderón»83. Veamos antes   —118→   lo que este crítico nos dice de la historia de los cuatro elementos: «The elements, fire, air, earth and water, were fundamental in the conception of the mediaeval world. Their order was fixed and it was their equilibrium alone which differentiated the established world from chaos. This was the doctrine of the ancient world, and it was incorporated into the scholastic system» (p. 34). Más adelante hallamos: «Few such examples can be found in sixteenth-century poetry, and where they are must noticeable is in the great culto poems of Góngora. They are a striking example of the rise of the baroque spirit in literature, with its emphasis on force and passion, and its tendency to overflow the natural bonds» (pp. 45-46). Señala en seguida el esquema encontrado en Calderón: «There is the element, or the synonym of the element, then there is the creature or the inanimate object that is native to that element, and finally a specific quality or characteristic of the creature or object» (p. 36).

Ha sido antes señalada por varios críticos la influencia de Calderón en la obra de Sor Juana84. Además de aparecer los cuatro elementos en el Sueño, en forma muy cercana a la que analiza Wilson en Calderón y que veremos en seguida, tiene Sor Juana otras poesías donde también los utiliza. Los hallamos en el romance marcado por Méndez Plancarte con el número 36 (p. 99):



   No fuera el Sol tan lucido,
si a su dorada madeja
tal vez por negras lazadas,
no adornaran nubes densas.

   No ostentara el Monte altivo
su robusta corpulencia,
si la bajeza del valle
no adornara su grandeza.

   No saliera tan hermosa
la Aurora vertiendo perlas,
si no avivaran sus luces
los lejos de las tinieblas.

   No campara de florida
lozana la Primavera,
si no viniera el estío
pisando sus verdes huellas.



Aquí la Aurora tiene el lugar del elemento agua y la Primavera el del aire; como el lector sabe, el «sol» ocupa el del fuego y el «monte» el de la tierra. Tiene otro romance (núm. 78, p. 206) donde el uso de estos elementos aparece en forma más específica; de la última esfera se pasa al centro de la tierra, y de ahí al agua, al fuego y al aire:



    ¡O caiga sobre mí
la Esfera transparente,
desplomado del polo
sus diamantinos ejes;
—119→

   o el centro en sus cavernas
me preste oscuro albergue,
cubriendo mis desdichas
la Máquina terrestre;

   o el Mar, entre sus ondas
sepultada me entregue
por mísero alimento
a sus voraces peces!

   ¡Niegue el Sol a mis ojos
sus rayos refulgentes,
y el aire a mis suspiros
el necesario ambiente!



En el poema mayor de Sor Juana aparecen los cuatro elementos: aire, mar, tierra y fuego, y para cada uno de ellos, las criaturas inanimadas y animadas que viven ahí, y finalmente la característica especial de la criatura u objeto. Tiene también Sor Juana algunos versos donde expresa la confusión o intercambio de elementos según las agrupaciones que hace el autor del artículo citado. Veamos:

Tierra:

Elemento: montes, campañas.

Criaturas inanimadas: peñascos, escollos, sirtes, Pirámides, Olimpo y Atlante, Torre de Babel, Elíseos.

Criaturas animadas: el hombre (el cazador), los brutos (el venado y el león), Hércules y Atlante.

Atributos de los elementos: flor, rosa y azucena, colores.

Agua:

Elemento: mar, río, fuente.

Criaturas inanimadas: playa, Faro de Alejandría, nave.

Criaturas animadas: Tetis, Aretusa (fuente), peces, Alcione.

Atributos de los elementos: vela, arena, timón, entena, astillas.

Aire:

Elemento: viento, átomos.

Criaturas inanimadas: nubes, exhalación.

Criaturas animadas: el águila, pájaros nocturnos: la lechuza (Nictimene), los murciélagos (hijas de Minias), el búho (Ascálafo); aves diurnas.

Atributos de los elementos: alas, plumas, clarines, «trompetas sonorosos», (v. 923).

Fuego:

Elemento: cielo, esfera, orbe, universo, hemisferio.

Criaturas inanimadas: sol, luna, el Lucero (Venus), estrellas, astros, Aurora, planetas.

Criaturas animadas: Ícaro, Faetón, Plutón.

Atributos de los elementos: ceniza, luz, rayos, lumbre, resplandores.

  —120→  

Siendo el Sueño un poema de expresión de anhelos superiores, tiene Sor Juana, al igual que Calderón, muchos versos donde se pone de manifiesto la confusión y desborde de estos elementos, expresando así el desajuste del universo exterior y en ella, además, la desarmonía interna de su espíritu. Por medio de ellos nos participa los sentimientos cambiantes de esperanza y derrota en la obtención de su objetivo que hemos visto en otros planos. Así tenemos nuevamente la sombra escaladora de los primeros versos: «Piramidal, funesta, de la tierra» que lleva en sí misma la confusión de tres características opuestas: tierra, fuego y aire. Hay otras muestras de versos que expresan esta confusión básica, reunión de elementos. En el caso que vamos a ver, hablando de la punta de las Pirámides, hay mezcla de los elementos aire y tierra (vv. 358-362):


    a la vista, que lince la miraba,
entre los vientos se desparecía,
sin permitir mirar la sutil punta
que al primer orbe finge que se junta.



De fuego, aire y tierra en los versos 317-320:


pues las nubes -que opaca son corona
de la más elevada corpulencia,
del volcán más soberbio que en la tierra
gigante erguido intima al cielo guerra.



De tierra y aire al hablarnos del vuelo de su alma (vv. 333-334):


de sí tan remontada, que creía
que a otra nueva región de sí salía.



De mar, aire y fuego cuando nos habla de su entendimiento vencido por los rayos del sol (v. 460-479, passim):


contra el sol, digo, cuerpo luminoso,
[...]
como el entendimiento, aquí vencido
[...]
(de diversas especies conglobado
esférico compuesto)
de un mar de asombros, la elección confusa-,
equívoco las ondas zozobraba



De mar y fuego (v. 86-88):


    El mar, no ya alterado,
ni aun la instable mecía
cerúlea cuna donde el sol dormía.



  —121→  

De mar y aire (v. 277-280):


que en la instable campaña transparente
arresgadas tenían,
mientras aguas y vientos dividían
sus velas leves y sus quillas graves.



Pero no solamente hallamos esta interrelación en versos sueltos, como acabamos de ver, sino que los tópicos mismos utilizados por Sor Juana son significativos de esa confusión y desarmonía. Así, tenemos el Faro de Alejandría, que representa una mezcla del elemento principal, mar, con tierra por estar afirmado a ella en el fondo, y con el aire como expresión que es de la altura y ansia de vuelo; se le añade el elemento fuego por el recuerdo de éste ardiendo dentro del Faro como guía a las naves. Las Pirámides y Torre de Babel, presentan la combinación de tierra y aire expresando también esta desorbitación del hombre del Barroco al desear alcanzar altos designios junto al desengaño causado por su derrota. Veamos otro ejemplo donde esta confusión se expresa por medio de las palabras utilizadas (vv. 330-337):


[...] el veloz vuelo
del águila -que puntas hace al cielo
y al sol bebe los rayos pretendiendo
entre sus luces colocar su nido-
llegar; bien que esforzando
más que nunca el impulso, ya batiendo
las dos plumadas velas, ya peinando
con las garras el aire [...]



En el verso 336, «plumadas velas», tenemos un ejemplo de referencia a un término (aire), con características de otro (mar), según los ejemplos que nos da Wilson de esta técnica en Calderón (p. 40). La misma confusión de elementos de que hablamos la hallamos en el tópico de la nave, su intelecto, naufragando en el espacio intelectual del sueño de Sor Juana; es expresión clara de interrelación entre aire y mar (vv. 560-577):


   Las velas, en efecto, recogidas,
que fió inadvertidas
traidor al mar, al viento ventilante
-buscando, desatento,
al mar fidelidad, constancia al viento-,
mal le hizo de su grado
en la mental orilla
dar fondo, destrozado.



Y más adelante (vv. 827-830):


    Mas mientras en escollos zozobraba
confusa la elección, sirtes tocando
de imposibles, en cuantos intentaba
rumbos seguir [...]



  —122→  

La criatura más baja, representativa del elemento tierra, causa envidia a los astros, las estrellas, expresando así la relación entre esos dos elementos: tierra y fuego (vv. 644-651):


que justa puede ocasionar querella
-cuando afrenta no sea-
de la que más lucida centellea
inanimada estrella
bien que soberbios brille resplandores
-que hasta a los astros puede superiores
aun la menor criatura, aun la más baja,
ocasionar envidia, hacer ventaja [...]



Los personajes de Ícaro y Faetón son asimismo símbolos de la unión de los elementos tierra, aire y fuego.

Vemos, pues, cómo Sor Juana ha utilizado este recurso inconsciente del Barroco para expresarnos formalmente la desarmonía característica de este poema, expresión de realidades internas de la autora. El optimismo renacentista, y su creencia en la armonía establecida en el universo, da paso al sentimiento de desajuste entre la ambición personal del hombre y su conciencia de limitaciones, que se expresa, precisamente, por medio de un intento apasionado, desesperado, que no respeta límites ni pautas.




d) Tópicos jurídicos

Tiene Sor Juana en su obra, como buena continuadora de Góngora, varias referencias a lo político-jurídico. Aparece en el Sueño una referencia de este tipo cuando habla del corazón y del pulmón (vv. 226-233), Méndez Plancarte comenta los términos jurídicos utilizados en esos versos y en su Petición Casuística, eco de forma y palabras utilizadas en los procesos, aplicadas a su acto de contrición.

Antes, cuando Sor Juana nos hablaba en su Sueño del águila como despertador, hacía referencias de este tipo (vv. 141-146):


¡Oh de la Majestad pensión gravosa,
que aun el menor descuido no perdona!
Causa, quizá, que ha hecho misteriosa,
circular, denotando, la corona,
en círculo dorado,
que el afán es no menos continuado.



Hemos encontrado esta idea de la forma circular, con relación a la corona, en Bocángel, en el «Templo cristiano...», que lleva un epígrafe explicativo que copiamos (t. II, p. 81):


En forma circular funda y fabrica
(o Arquitecto moral) este edificio;
Su poder, a la altura le dedica
El círculo, del tiempo al vario oficio:
—123→
cuyo finito circulo publica
que Isabel solo vsaua como indicio
la coronada possession del mundo,
sin codiciar más cetro que el segundo.



En la forma circular y variedad de oficios del Templo: lo vario y finito de la vida más soberana.



Hay otro pasaje donde Sor Juana hace reflexiones de tipo político; es cuando se refiere al caso de Faetón (Sueño, vv. 811-826). Sor Juana se atreve a criticar (como lo hace Trillo y Figueroa en los versos que ya vimos) la actitud tomada por el gran dios del Olimpo en el caso de Faetón, prescribiendo así modos políticos de actuar en la sociedad humana y las actitudes que deben seguirse ante errores públicos.

Hemos terminado la revisión que veníamos haciendo sobre los temas utilizados por Sor Juana que encontramos habían sido antes tratados en alguna forma por sus predecesores, señalando en cada caso la interpretación personal de la monja, quien los adapta siempre a su aventura intelectual. Siguiendo nuestra clasificación, hemos analizado el gran número de temas renacentistas y mitológicos que hemos encontrado. Además, los tópicos de las Pirámides y el Faro de Alejandría que teníamos entre los históricos-legendarios, así como lo poco que hemos visto sobre cuestiones fisio-psicológicas (entendimiento, voluntad y memoria; sentidos interiores). Muy poco, también, hemos encontrado en el caso de temas relacionados a lo jurídico-político, como el círculo representando el oficio de gobernante que acabamos de ver en Bocángel. Bajo el epígrafe de «Religiosos» colocamos a la deidad egipcia Harpócrates identificado a la noche y al silencio de ésta, por la figura que lo representaba con un dedo sellando sus labios, y el tema bíblico de la Torre de Babel.

Aquellos tópicos que no hemos encontrado, o apenas, en otros autores del Siglo de Oro constituirán, obviamente, el aspecto más innovador de Sor Juana dentro de la poética española. No importa que Sor Juana se acercara a estas cuestiones con poco rigor científico, según indica Vossler en su obra citada (pp. 120 y 121-122) y filosófico, según apunta Méndez Plancarte85; el Sueño es un poema científico-intelectual no sólo por tratar asuntos relativos al conocimiento humano, sino porque todos los temas han sido utilizados con el fin expreso de contarnos, bella y poéticamente, la aventura del hombre como ser «mental», cuya aspiración más alta es, como recuerda Gaos en su trabajo (p. 67): «la formidable frase inicial de la Metafísica de Aristóteles: "Todos los seres humanos tienden por naturaleza al saber"». Y Sor Juana le daba preeminencia a la inteligencia entre todas las funciones del ser humano; el Alma está vista, no tanto como el compuesto trascendente que tiende a la unión con Dios, sino como fuerza espiritual que aspira a la comprensión de todas las cosas, como Intelecto puro:


[el Alma] [...] la suprema
de lo sublunar Reina soberana.
—124→
la vista perspicaz, libre de anteojos,
de sus intelectuales bellos ojos
[...]
libre tendió por todo lo criado.



Recuérdense, también, los versos en que identifica a las Pirámides y la «figura que trasuntan» con el alma y su vuelo, y a la vez con la «humana mente» (vv. 399-408).

Era la de Sor Juana una mente devorada por la curiosidad intelectual: escrutadora, racional, práctica, aplicada a las más pequeñas cuestiones. Recordemos los pasajes de la Respuesta a Sor Filotea86, antes citados, de las líneas observadas en el techo de su habitación que tendían a unirse a medida que se alejaban, las figuras que dibujaban el movimiento del trompo de las niñas o el juego de los alfileres, cómo se comportaban los huevos al ser echados en almíbar o en grasa. Una suerte para el mundo hispano que la mente de Sor Juana tuviera, al mismo tiempo, esa enorme e incontrolable facilidad para versificar, según nos cuenta en la Respuesta (p. 85), y que nos haya dejado un poema científico-intelectual y altamente lírico, expresión trascendental de «fatalidades históricas y personales [...], poesía que se alimenta de historia y biografía», según nos dice nuevamente Octavio Paz en su artículo citado (p. 40).







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