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En el libro de JOSÉ MARÍA DE COSSÍO: Fábulas mitológicas en España, habla el autor de una «Fábula de Acteón» de don Francisco de Castilla que según cree no ha sido nunca publicada y él leyó en un códice de la Biblioteca Nacional de Madrid (p. 167), que aparece en el Barahona de Soto, de RODRÍGUEZ MARÍN. Cita otra del licenciado Justo: «Anteón» (p. 285). El mismo autor de Fábulas mitológicas... apunta otra reseñada por Gallardo, una breve Fábula del baño de Diana y tragedia de Anteón... (p. 502), original de don Pedro Antonio de Salvatierra. Le dedica cuatro páginas a reseñar la de Mirademescua (p. 543). Se encuentran también citadas en esa obra la «Fábula de Acteón», de CASTILLO SOLÓRZANO (p. 698), y «Acteón y Diana», burlesca, de MELCHOR DE ZAPATA (p. 718). Nos dice que en un códice de Papeles varios, de la Biblioteca Nacional, se encuentra una «Fábula joco-seria de Diana», atribuida a fray ANTONIO DE SAN JOSÉ (p. 795), y que Acteón y Diana aparecen también en el Faetón de SOTO DE ROJAS (p. 553).

 

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DÁMASO ALONSO, La poesía de San Juan de la Cruz (desde esta ladera), Madrid, 1946, páginas 213-215.

 

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Hemos visto de Boscán: «En alta mar ronpido stá el navío», p. 200; de Herrera: «Rompió la proa en dura roca abierta», p. 101; de Medrano, dos sonetos en BAE, t. 32, pp. 354-55; de Lope, su conocido romance y soneto de la «barquilla»; de los Argensola, en las pp. 266 y 346, y de Quevedo el soneto: «¡Qué bien me parecéis, jarcias y antenas», p. 8.

 

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Véase el libro de BLANCA GONZÁLEZ DE ESCANDÓN, Los temas del «Carpe diem» y la brevedad de la rosa en la poesía española, Barcelona, 1938.

 

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Ver en la edición de Méndez Plancarte que utilizamos para este estudio los poemas con los números siguientes: 128, 129, 135, 147, 148, 216, 260, 264, 279.

 

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Véase «Sueño de un sueño», de JOSÉ GAOS, pp. 65-68.

 

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Para poemas de Ícaro como ejemplo de soberbia, véase MALÓN DE CHAIDE p., BAE, tomo 27, p. 323; JUAN DE ARGUIJO, BAE, tomo 32, un soneto en la página 400; PEDRO DE QUIRÓS, en una canción donde personifica al pensamiento identificándolo con Ícaro, BAE, tomo 32, p. 422; BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA, en unos tercetos, BAE, tomo 42, p. 302; de QUEVEDO, en un romance alude a Ícaro, página 153 de la obra que usamos para este autor, y en una silva, «La soberbia», alude al caso de Ícaro, p. 109; de GÓNGORA, en Soledad, I, p. 51, de la obra Las Soledades, edición de DÁMASO ALONSO, Madrid, 1956. Para Ícaro como ejemplo a seguir o en términos laudatorios, véase FRANCISCO PACHECO, BAE, tomo 32, p. 370; de GÓNGORA, un soneto en la edición de MILLÉ, p. 453, y otro ejemplo ambiguo entre error y ejemplo en Soledad, II, en la edición citada anteriormente para las Soledades de Góngora, p. 85; de QUEVEDO, una canción de tipo amoroso en la página 327, y en la página 496 un soneto a Lisi: «Ícaro, en senda de oro mal segura, / arde sus alas por morir glorioso», de la obra utilizada para este autor, edición de JOSÉ M. BLECUA, Barcelona, 1963 de FERNANDO DE HERRERA, un soneto (XLIII), pp. 89-90 de la obra que utilizamos para este autor («Clásicos Castellanos», 1941): «jamás a igual empresa osó algún ombre».

 

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Véanse también las composiciones de Sor Juana que tratan el mismo tema en las pp. 105, 116, 127, 210-11, 227.

 

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ELÍAS L. RIVERS, «El ambiguo sueño de Sor Juana», Cuadernos Hispanoamericanos, LXIII, septiembre 1965, p. 281.

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