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El texto de la «Deposición a favor de los profesores de la pintura», de Don Pedro Calderón de la Barca

Edward M. Wilson


Emmanuel College, Cambridge (Inglaterra)



En 1936, Ernst Robert Curtius reimprimió esta obra en el Romanische Forschungen1. El texto principal utilizado por el ilustre romanista alemán era el del Cajón de sastre literato &c. Nuevamente corregido y aumentado por don Francisco Mariano Nipho [tomo quarto, en Madrid. En la imprenta de Miguel Escribano. Año de 1781; 25-43]. Parece que no conoció la primera edición de esta obra, que se intituló Caxon de sastre, o montón de muchas cosas, buenas, mejores, y medianas, &c. Por don Francisco Mariano Nipho. Tomo quarto. Con licencia: en Madrid. En la imprenta de don Gabrièl Ramirez. Calle de Atocha, frente de la Trinidad Calzada. Año de 1761, donde se encuentra nuestro texto en las páginas 22 a 35. Algunas variantes entre los dos textos son correcciones de Nifo; otras lecturas de la primera edición son dignas de tomarse en cuenta para una edición crítica de la Deposición.

Pág. Núm. Línea Curtius Texto de 1761
1 91 38 entró en esperanza de ver entró en esperanzas de ver
2 92 4 que fuese su taller primero que fue su taller primero
3 92 13 Arte de las Artes que á todas las domina... Arte de los Artes, que a todos los domina...
4 92 21 (a fuerza docta) (a fuerza de docta)
5 93 25 el primer termino el primero termino
6 94 2 Todas las Artes [etc.] Todos los Artes [etc.]
7 94 19 entre otros se esmeraron en que mas que otros se esmeraron
8 94 20 los dos Fabios los Fabios
10 95 20 la panegirica deposición las Artes liberales
11 96 2 la panegyrica disposicion los artes liberales

No he tomado en cuenta diferencias en la ortografía ni en el uso de acentos ni de mayúsculas en la compilación de las variantes que siguen; como era de esperar las hay entre los dos textos (ss > s, huvo > hubo, mysterioso > misterioso, etc.). En algunos casos la corrección de Nifo parece acertada (e. g., en los números 8 y 10), pero -aunque hay dos o tres triviales- espero demostrar que la primera lectura es muchas veces superior a la segunda.

En las dos ediciones de Nifo hay errores en algunos nombres propios. En ambas menciona a cierto pintor español a quien llama «Diego de Romido»; léase Diego de Rómulo, de quien nos dijo el maestro Joseph de Valdivielso: «A Diego de Rómulo, a quien llevó a Roma el Duque de Alcalá, hoy virrey meritísimo de Nápoles, dio la Santidad de nuestro Beatísimo Padre Urbano VIII el hábito de Christus, y seis vueltas de cadena, con una medalla suya»2. El don Francisco Rosi es en verdad el pintor de finales de aquel siglo llamado Francisco Rizi de Guevara (1608-1685), alumno de Carducho y amigo de Carreño. Dudoso también es el nombre de Francisco Mur, apellido posible español, llamado en otros textos que pronto examinaremos Francisco Mier, igualmente posible e igualmente desconocido.

Creo que Nifo tuvo un manuscrito bastante bueno de la Deposición, y a pesar de ciertas declaraciones suyas no pudo resistir la tentación de mejorarlo según las normas de su época. Ellas están en forma de una nota a la referencia laudatoria que hace Calderón al rey don Carlos II:

«Esta expresión es muy conforme al tiempo del Autor; y à causa de ponerse la pieza entera, se ha dexado por no mutilarle cosa alguna; además yo venero las producciones de Don Pedro Calderón, y no hallo tan fácil como otros el atrevimiento de enmendarle, como ha sucedido en muchos de sus Autos, à los que se han puesto remiendos que desdicen bastante del original que los produxo»3.



Creo que era completamente sincero el autor cuando escribió estas líneas; sin embargo hemos visto cómo corrigió algunas frases de la primera edición de la Deposición cuando preparaba la reimpresión. Es también posible que corrigiera el manuscrito de ella cuando recopiló la edición príncipe.

Curtius también conoció otro texto de la Deposición: el manuscrito 10.380 de la Biblioteca Nacional de Madrid. Es éste un infolio de 21 páginas y creo que es de finales del siglo XVII. A veces, alguna que otra frase que aparece en el texto de Nifo está omitida de este códice, y las transcripciones de ciertas palabras son equivocadas: e. g., «relienes», «jubando», «barrias formadas», «gemeotria», «comotiera», «com», «zercaniçias», «imegenes». Gracias a la doctora Helene Wieruszowski pudo Curtius citar ciertas lecturas de esta versión en forma de notas al pie de las páginas de su artículo. Notemos primero algunas frases omitidas por Nifo que figuran en estas notas:

Pág. Línea Adición del ms. 10.330
91 5 interrogatorio que ba por cabeza, presento
92 7 3.ª A la terzera pregunta dijo que aunque
94 5 Y esto responde a la pregunta. A la quarta pregunta. en quanto
95 18 Y esto Responde - 5.ª y 6.ª A la quinta y sexta preguntas
96 8 y esto y lo demas que Refiere en Respuesta de las preguntas quinta y sexta lo saue por tener de ellos particular y entera noticia y Responde -
96 9 A la septima pregunta dijo que de quanto deja dho y deja de decir nada para con el pone

(En algunos casos he corregido las lecturas de la doctora alemana.) Vemos aquí que Nifo pasó por alto las etapas legales del interrogatorio y trató de hacer de una deposición legal un ensayo elegante. Creo que aquí actuó equivocadamente ; nos interesan las palabras originales de ella, no el refacimento de un editor bien intencionado.

Igualmente significativas son algunos lugares en que -nos parece con igual criterio- Nifo rehizo ciertas frases que le chocaron por ser términos de una disputa de tipo escolástico. Por ejemplo, cuando Calderón quiere probar que, aunque el arte de la pintura no figuraba tradicionalmente en el número de las siete artes liberales, era, sin embargo, digna de contarse entre ellas por depender de todas las siete, procede a citar un paralelo con el caso de Aristóteles y Platón, quienes eran sabios, pero no se contaban entre los famosos siete de Grecia. En aquel momento, según el manuscrito, el poeta se dirige a un supuesto antagonista:

«Luego falso arguyes, pues concedido el antecedente, no puedes negar la consequencia...»



Nifo y Curtius imprimieron:

«... luego concedido el antecedente, no se puede negar la consequencia»4.



Otro caso. Cuando Calderón empieza a discutir la relación entre la pintura y la geometría, Curtius y Nifo ponen:

«La Geometria, que es lo mismo, y la Prespectiva...»5.



Según el manuscrito de la Biblioteca Nacional, don Pedro dijo:

«La Geometria a quien siguen la simetría que es lo mismo y la prespectiua...»



En estos dos ejemplos creo que las lecturas del manuscrito son muy superiores a los mismos lugares en el Caxon de sastre.

En cambio, tengo en justicia que citar a Nifo otro caso en el que la lectura acertada es del texto impreso por él y por Curtius. Cuando pasa Calderón de considerar la retórica de la pintura a tomar en cuenta la relación que existe entre ésta y la aritmética, termina la primera sección con la palabra «líneas»; sigue así, según Nifo y Curtius:

«... y yá que lineas dixe, corralas la Arithmética en sus pautadas reglas. Es la Arithmética, mathemático punto...»6.



Aquí el manuscrito nos falla ; leemos en él :

«... y Ya que Lineas dize corralas la aridmetica Mathematico punto...»



A veces pues, Nifo acertó donde nos fallaba el otro texto.

Para una parte de la Deposición nos puede ser útil El museo pictorico, y escala optica, en que se describe su origen, esencia, especies y cualidades, con todos los demás accidentes que la enriquecen e ilustran, de Antonio Palomino, Madrid, 17157. Imprimió este historiador del arte español dos trozos de la contestación a la tercera pregunta sobre la relación entre el arte de la pintura y las siete liberales. El primero va desde «no fue omisión» hasta «silogismos en forma»8; el segundo, desde «La Rethórica» hasta «que comprende a todas»9. Estos lugares nos facilitan a veces la lectura cuando hay discrepancias difíciles de resolver entre los dos textos ya discutidos. Al mismo tiempo tenemos que reconocer que a veces cambia (¿arbitrariamente ?) ciertas expresiones y que a otras añade frases de su propia cosecha que desdicen del tono de la prosa de don Pedro. De vez en cuando omite palabras o frases que encontramos en el manuscrito y en Nifo. Doy ahora dos ejemplos de sus procedimientos. El primero ocurre cuando Calderón está terminando su paralelo entre la gramática y el colorido en la pintura. Según él, el pintor que no da el matiz apropiado a las flores (o a otras cosas) que pinta «cometiera solecismos en su callado idioma»10; Palomino añadió la frase «contra los infalibles dogmas de la Naturaleza». El segundo se encuentra en la descripción de la dialéctica, que da «a sus Academias silogismos en forma»11; el otro no pudo resistir la tentación de añadir el latiguillo: «... que con evidencias Mathemáticas persuaden Demostraciones scientificas». En cada caso Palomino interpeló frases dieciochescas en un escrito del XVII.

Entre otros códices españoles se puso a la venta en la casa de Sotheby, de Londres, el 26 de junio de 1973, un manuscrito en cuarto cuya tabla reza: «Tabla de este libro que se [sic] contiene de Varias poessias y Otros papeles en prosa Recojidos por Dn Ioseph Lainez de Torre luenga.» Lleva en el dorso el número 18.254 de la biblioteca de sir Thomas Phillipps (1792-1872), de Middle Hill y de Cheltenham. Contiene muchas poesías de Antonio de Sarabia, quien describió las fiestas en honor de la canonización de San Juan de Dios en Madrid, 1692 (Salvá, 385; Gallardo, * 3883), y otras de poetas de mayor reputación; en las últimas páginas del libro se encuentra el texto de nuestra Deposición de una mano que parece ser de principios del siglo XVIII12. El texto dista mucho de ser comparable con las otras fuentes ya mencionadas. Hay muchas infidelidades y correcciones innecesarias: «fluctuante» por «fluctuoso»; «invictos cesares» por «ínclitos césares»; «en oposición a todos los pasados» por «en posesión de todos los pasados». A pesar de sus defectos, esta versión a veces corrige los defectos del manuscrito de Madrid, y otras veces sus lecturas coinciden con los de Palomino o de Nifo. Hay, pues, que tomarla en cuenta.

Otros dos manuscritos existen. A uno vi -también en cuarto- en la tienda de un renombrado librero de viejos de Nueva York, en la primavera de 1966; pero no pude compararlo con otros textos de la Deposición y el precio me pareció alto. Si puedo fiarme de los recuerdos, tenía gran parecido con el Phillipps 18.254. El otro es de finales del XVIII -en un tomo in-folio que, según una nota del librero a quien lo compré, las «copias [fueron] extractadas de los originales hacia el año 1785. Estas copias fueron hechas por deseo del famoso corregidor de Madrid señor Armona». La letra es muy bonita, pero el texto tiene grandes lagunas y parece ser una refundición del texto de Nifo y -por consecuencia- sin valor alguno textual.

En vista del hecho de que no tenemos el documento original he decidido modernizar la ortografía, los acentos, las mayúsculas y la puntuación del texto que aquí publico. Doy un texto en parte ecléctico, basado principalmente en el manuscrito 10.330 de la Biblioteca Nacional (que llamo MS en las notas); conservo de él rasgos de la pronunciación antigua que pueden ser originales de Calderón (doy algunos detalles más abajo). Los otros textos, que parecen derivarse de fuentes más o menos independientes, me han servido para corregir lecturas dudosas del manuscrito de Madrid. En las notas llamo Ph al manuscrito Phillipps 18.254; N, a la primera edición del Caxon de sastre, y N 1781, a la segunda edición utilizada por Curtius; Pal, a la primera edición de Palomino, y Pal 1795, a la segunda de este año.

En otro lugar espero publicar el texto de la Deposición sin tantos tiquismiquis textuales, pero con un estudio literario e histórico de todo el asunto y con notas explicativas de sus dificultades, también literarias e históricas.

Tengo que añadir unos apuntes para justificar ciertas grafías de MS incorporadas al texto aquí reimpreso. La forma «prespectiva» ocurre en el folio 6 v. de la edición príncipe de Fieras afemina Amor; como creo que fue impresa del manuscrito autógrafo de Calderón, conservo esta forma, atestada también por MS y por N13. Según Corominas perduró la de «arismetica» hasta bien entrado el siglo XVIII; MS nos da las dos formas, «arismetica» y «aridmetica», y creo que deben figurar así en sus respectivos lugares. Más dudosos son los casos de «atributa» y de «obtica», pero pueden corresponder con una pronunciación antigua. Dudosa también puede parecer la cuestión de «las artes» o «los artes». «Los», en MS y en N; «las», en Pal, Ph y N 1781. Es verdad que en la edición póstuma de los autos sacramentales recopilados por Pedro de Pando y Mier se encuentra el verso «de las artes liberales» (I. 376 a)14, pero esta ortografía puede ser obra del cajista o del mismo Pando. En 1650 había contribuido Calderón un soneto laudatorio a los preliminares del libro del maestro José de Casanova intitulado Primera parte del arte de escrivir todas formas de letras, de Madrid, 1650. Allí leemos los dos primeros versos:


De quantos Artes, quantas Ciencias fueron
Alma del mundo, origen excelente...



Y en 1678, un año después de la fecha de la Deposición, Calderón testificó a favor de la candidatura de don Pedro Ignacio de Arce y Tofiño, quien quiso calificarse para ser caballero de Santiago, y era ensayador de las Casas de la Moneda de Toledo y de esta Corte (es decir, de Madrid); el expediente en cuestión nos dice que:

«... preguntado en que estimación tiene [Calderón] de dicho officio de ensayador dixo que siempre le a visto tener y vsar a hombres de estimacion y que no tiene noticia de que tiene gremio ni repartidores sino antes le tiene de Arte liberal por la parte que tiene de la química que lo es entre los demás artes el no menos estimado...»15.



En vista de estas dos citas, y con el apoyo de MS y de N, no titubeo en la adopción de las lecturas «los artes liberales» y sus consecuencias en la Deposición a favor de los profesores de la pintura.






Deposición hecha por Don Pedro Calderón de la Barca en favor de los profesores de la pintura en el pleito con el Procurador General de esta villa de Madrid, sobre pretender este se les hiciese repartimiento de soldados16

En la villa de Madrid a 8 de julio de 1677 años, la parte de los profesores del arte de la pintura de esta Corte, para más probanza de lo articulado en su, interrogatorio que va por cabeza, presentó por testigo al señor don Pedro Calderón de la Barca, estante en esta Corte, Caballero del Orden de Santiago, Capellán de honor de su Magestad y de la Real Capilla de los Señores Reyes Nuevos de la Santa Iglesia de la ciudad de Toledo17.

2.ª Y a la segunda pregunta dijo:

Que por la natural inclinación que siempre tuvo a la pintura, solicitó saber lo que de ella habían sentido los18 antiguos escritores que la admiraron de más cerca; y como para entrar en19 conocimiento de cualquiera supuesto es la primera puerta su definición, halló que la más significativa era ser la pintura un casi remedo de las obras de Dios y emulación de la Naturaleza; pues no crió el Poder cosa que ella no imite, ni engendró la Providencia cosa que no retrate: y dejando para adelante el humano milagro, de que en una lisa tabla representen20 sus primores con los claros y oscuros de sus sombras y luces, lo cóncavo y lo llano, lo cercano y lo distante, lo áspero y lo leve, lo fértil y lo inculto, lo fluctuoso y lo sereno, hizo segundo reparo en que transcendiendo sus relieves21 de lo visible a lo no22 visible, no contenta con sacar parecida la exterior superficie de todo el universo, elevó sus diseños23 a la interior pasión del ánimo; pues en la posición de las facciones del hombre (racional mundo pequeño)24 llegó su destreza aun a25 copiarle el alma, significando en la variedad de sus semblantes26, ya lo severo, ya lo apacible; ya lo risueño, ya lo lastimado; y ya lo iracundo, y ya lo compasivo27; de suerte que retratado en el rostro el corazón, nos demuestra en sus afectos aun más parecido el corazón que el rostro. Con que una vez cumplida y muchas admirada su difinición, pasó la curiosidad de este testigo a investigar su origen, y halló en el asentado principio de recibidas autoridades, que bien como la Eterna Sabiduría para obstentarse criadora, sacó de un nada28 la fábrica de todo, así quiso que la que todo había de imitarlo se produjese de otro nada.

Salían de bañarse en el mar unos muchachos, y hallándose desnudos en su orilla, notaron cuán parecidos los semejaba el sol en el arena; y traviesamente jugando29, empezó el uno30 a seguir con el dedo los perfiles de la sombra de otro31. Viendo cuán imitada dejaba su estatura, porfiando a cual mejor, prosiguieron en contrahacerse los unos a los otros: la novedad de el que después halló las varias formas32 de naturales cuerpos esculpidas (fuese o no Parrasio33 a quien muchos lo atribuyen)34 cargó la imaginación en cómo podría adelantar aquel principio, y bien o mal como supo, les fue añadiendo ojos y bocas. Complacido de ver que no dejaba de darles35 un algo de más vivo, entró en esperanzas36 de que podría su desvelo mejorar dibujos a costa de borrones37; y así, siguiendo a porfiadas instancias de su idea en repetidas líneas las grabadas38 señas del informe embrión que le ofreció la playa, le39 fue perficionando hasta lograrle parecido. Y como es fácil hallar40 la senda que hay desde lo inventado a lo añadido41, siguieron otros su dictamen, que a emiendas del estudio y mejoras del tiempo creció a la suma estimación en que hoy se halla. De modo que para argumento de ser la pintura inspirado numen de sobrenatural aliento, baste saber que fue42 su primer taller la luz, su primer bosquejo la sombra, su primer lámina la arena43, su primer pincel el dedo, su44 primer artífice la joven travesura de un acaso. Y lo dicho en esta pregunta lo sabe por las noticias participadas de lo mucho que hay escrito y que ha leído. Y responde45

3.ª A la tercera pregunta dijo46:

Que aunque (sobre tan alta definición y no menos misterioso origen) hubo quien intentase deslucirla47, motejándola de no ser arte liberal, poíno hallarla en el número de los48 siete que comúnmente se llaman liberales; (pues siendo como son: Gramática, Dialéctica, Retórica, Arismética, Geometría, Música y Astronomía)49 y no50 estando entre ellos la Pintura, le pareció bastante consecuencia de no serlo; también hubo quien dijese que el no nombrarla51 no fue omisión, sino cuidado, respecto de ser tan arte de los artes que a todos los domina, sirviéndose de todos.

La Gramática lo diga la primera, como primero fundamento de ellos y de las ciencias; pues la atributa52 las concordancias con que se advierten53 sus matices en la mezclada unión de sus colores; puesto que el día que no distribuyera54 lo blanco a la azucena, lo rojo al clavel55, y lo verde a sus hojas56 (así en todo)57 cometiera58 solecismos en su callado idioma59.

La Dialéctica, juez que distingue por vía de argumento lo bueno de lo malo, lo cierto de lo dudoso y lo falso de lo verdadero, viendo cuánto (a fuer60 de grande) vive expuesta a disputas y cuestiones (y a fuer de61 docta) obligada62 a sustentarlas y argüirlas; lo diga la segunda63 dando a sus academias silogismos en forma64, bien que como65 el que para ejemplo de parte suya depone este testigo a la objeción pasada, por no estar entre los artes liberales que graduó la griega escuela, asienta el murmurador no serlo la Pintura. Luego tampoco lo serán66 la Escultura, la Simetría, la Arquitectura, la Oratoria, la Poesía y otras matemáticas, que no están en aquella clase numeradas; como67 tampoco están entre los Siete Sabios suyos Aristóteles ni68 Platón, y no por eso dejaron de ser sabios. Luego falso arguyes, pues concedido el antecedente, no puedes negar69 la consecuencia: y cuando ella no baste, baste70 otra que a paredad reduzga71 la teoría72 a la práctica en el presunto juicio que hace este testigo. Supóngase que Pedro, porque convino a su propósito, hablando del aire y del fuego los llamó elementos porque párase en ellos su discurso, ¿dejarían73 de serlo el agua y la tierra? No; que el elegir a unos no es escluir a otros. Con que es constante que, asistida de la Dialéctica, siempre en sus conclusiones quedará ventajosa la pintura.

La Retórica74, orden de bien hablar, a que75 se remiten la Oratoria y la Poesía, cuya principal asunto es la persuasión, también la asiste con la energía de sus locuciones76; pues retórica muda, no persuaden menos que pintadas77 sus voces, articulados sus matices78, ¿qué mayor elocuencia que la que representa? Pues sabiendo que es un manchado lino de minerales y licores, hace creer (o cuando no le crea que lo dude)79 que se ve presente lo historiado y real lo fabuloso. Y volviendo a la cita que quedó pendiente80, en cuanto a que81 retrate82 interiores afectos83, pase84 su noble engaño de la eficacia de los propios al arrebatamiento de los ajenos. Si pinta batallas, fervoriza a empresas; si incendios, atemoriza a horrores; si tormentas85, aflige; si bonanzas, deleita; si ruínas86, lastima; si países, divierte; si jardines, recrea; y si postuma fama de generosos87 héroes, acuerda en sus retratos su proezas, mueve88 a disculpada envidia de sus hechos; si doctos sujetos, a digna emulación de sus estudios; si santos varones, a gloriosa imitación de sus virtudes; y finalmente, si en reverentes89 simulacros nos pone a la vista aun los más arcanos90 misterios de la fe, ¿qué dormido corazón no despierta al silencioso ruido del culto de la reverencia91 y del respeto? Tal es la eficacia de sus iluminadas y oscurecidas líneas92; y ya que líneas dice93, córralas la Aridmética en sus pautadas reglas94.

Es la Arismética matemático punto, a cuya enseñanza, uso y conocimiento se reducen, con las demás matemáticas, la Arquitectura y la Escultura; y tan superior a todas, que todas necesitan de ella, y ella no necesita de ninguna95; porque para la perfección de sus números no ha menester valerse de sus líneas, y ellas96 para la perfección de sus líneas han menester valerse de sus números; y con ser tal su dominio, es tal el vasallaje que rinde a la Pintura97 que no dará perfecto rasgo sin arismético precepto que la asista.

La Geometría, a quien siguien98 la Simetría, que es lo mismo99, y la Prespectiva100, en quien101 resultan de ambas los efectos, tiene a su cargo la proporción de tamaños y medidas, creciendo o abreviando102 al compás de la estatura las facciones; y no sólo al compás de la estatura, pero al compás de la distancia en que ha de colocarse ; pues tal vez desplace mirado de cerca lo que mirado de lejos no desplace103. Estos dos contrarios extremos pone en razón la Prespectiva, pues se ve que en un mismo cuadro proporciona cercanías104 y distancias105, cuando en el primero106 término demuestra el real frontispicio de suntuoso alcázar, tan regularmente ejecutadas arquitectura107 y escultura que, desprendidas del lienzo estatuas y colunas, dan a entender en sus resaltos que por detrás de ellas se pasa al término segundo; en cuyo espacio, ejecutando la Obtica108 sus grados, se van109 disminuyendo su fábrica y la vista hasta tocar en el tercero, que, apenas percibtible110, le ofrece tan cabal como primero111, con tanta consonancia templados112 sus diseños que, unísonos, no dejan113 de carearse con la Música; pues si ella tiene por objecto suspender el espíritu a cláusulas sonoras114, a115 no menos acordes cláusulas le suspende la Pintura con las ventajas que lleva el sentido de la vista al del oído; y más si terminando116 el horizonte ase corona de nubes y de cielos, llevándose tras sí la imaginativa a la117 especulación de signos y planetas118.

Con que contribuyendo a la Pintura la Gramática sus concordancias, la Dialéctica sus consecuencias, la Retórica sus persuasiones, la Poesía sus inventivas119, sus energías la Oratoria120, la Arismética sus números121, la Música sus consonancias, la Simetría sus medidas, la Arquitectura sus niveles, la Escultura sus bultos, la Prespectiva y Obtica sus aumentos y diminuciones, y finalmente, la Astronomía y Astrologia sus caracteres122 para el conocimiento de las imágenes123 celestes, ¿quién duda que número trascendiente124 de todos los artes sea el principal que comprende a todos125? Y esto reponde a la pregunta:

4.ª A la cuarta pregunta126: en cuanto a la estimación en que ha visto y tiene a los profesores de la pintura, dijo:

Que si hubiera de hacer memoria de los romanos emperadores, sumos pontífices, ínclitos127 césares, reyes augustos, príncipes soberanos, títulos y caballeros particulares que no sólo la honraron pero la ejercieron, fuera introducir inadvertido noticias de historiador en disposiciones de testigo; pues fuera preciso que acordara a Nerón en sus primeros años (corregido discípulo de Séneca) alternando con el pincel el cetro, y asimismo a Elio Adriano, a Marco Aurelio, a128 Alejandro Severo y principalmente129 a Costantino130 Octavo, que, desposeído del Imperio, no sacó de sus deshechas ruínas131 más tesoro que el haberla aprendido para alimentarse de ella: a Alejandro Magno, cuya liberalidad antepuso en honor132 de la pintura, entre cariño y privanza el amor a la privanza; a Julio César, que en públicos edictos mandó que los pintores gozasen de privilegios de ciudadanos romanos, dando a los extranjeros, francos de tributos, capaces133 sitios para sus escuelas, en que cursasen134 los hijos de los nobles, con prohibición de135 que no entrasen a ellas los esclavos, porque no desluciese lo bajo de la servidumbre lo generoso de su estudio, en que más que otros136 se esmeraron los dos137 Fabios, pintores ambos138 y ambos embajadores por el Senado a Tolomeo de Egipto, y los dos cónsules, hijo y nieto de Numa Pompilio, segundo rey de romanos139.

Y en más vecinos tiempos al pontifice Julio Segundo, de quien Michael Angelo obtuvo honrosos caballeratos, como de Urbano Octavo Diego de Rómulo140, pintor español, el hábito de Cristo en collar de oro con medalla de su efigie; y de León Décimo, Rafael de Urbino la dignidad cardenalicia, cuya sagrada púrpura desvaneció en grana de polvo lo arrebatado de su muerte; y transcendiendo de patria ajena a propia patria141, el señor Rey don Juan el Segundo armó caballero de Espuela142 Dorada a Dello, pintor florentino143; el señor Rey don Fernando el Católico a Francisco [sic] del144 Rincón con hábito de Santiago; el señor Emperador Carlos Quinto a Bacho Bandinelo con el mismo hábito y a nuestro145 Berruguete146 con llave de ayuda de su Cámara; el señor Rey Felipe Segundo con honras y mercedes a cuantos, o naturales o extranjeros, enriquecieron con sus originales el no menor de sus tesoros en la Octava Maravilla de su real fábrica de San Lorenzo con tanta magnificencia que aun a147 los ausentes alcanzaron sus honores; pues no pudiendo venir a España el Ticiano, a causa de haberle enviado la Señoría de Venecia, patria suya, a Constantinopla a ruego148 del Gran Turco que era entonces, y habiendo enviado según las medidas que le fueron remitidas149 los cuadros que hoy el Escorial contiene suyos, en gratitud de ellos le envió entre otros dones el hábito de Santiago con recomendación a la República de que le admitiese igual a su mayor nobleza; y el señor Rey Felipe Cuarto tuvo tan natural afecto a la pintura que hoy se conservan en su guardajoyas, por las más preciosos, primorosos150 dibujos de su mano, habiendo dado a Diego Velázquez de Silva, su Ayuda de Cámara, con el hábito de Santiago, el oficio de Aposentador Mayor de su Palacio, y a Juan Carreño la llave de su furriera, ocupación de toda seguridad y confianza; a cuyo ejemplar su Majestad151 nuestro felicísimo Carlos Segundo (¡que Dios guarde!) para consolador retrato suyo (porque aun en esto no se pierda152 de vista la pintura), asistido153 del Serenísimo Señor don Juan de Austria (universal mecenas de todos los beneméritos en estas154 facultades) ha honrado a don Francisco de Herrera con el puesto de Maestro Mayor de sus reales obras, y a don Francisco Rizi155 y don Francisco Mier156 con llave también de su furriera, último honor que con esperanza de los futuros pone a sus profesores en posesión157 de todos los pasados. Y esto responde.

5.ª y 6.ª A las quinta y sexta preguntas158, en cuanto a los privilegios que en todas las edades han gozado159 los profesores del arte de la pintura, dijo:

Que aunque para comprobación de su nobleza bastará a su corto juicio lo que lleva declarado, con todo eso, no fiando de sí la autoridad de tan considerable punto, se remite a lo que acerca de él escribieron el licenciado Gaspar Gutiérrez de los Ríos, Abogado de los Reales Consejos, en la General noticia de los artes liberales160; don Juan Butrón en los Discursos apologéticos de la ingenuidad de la pintura161; el doctor Juan Rodríguez de León, Predicador de su Magestad, en la panegírica deposición162 de un memorial que de parte de los pintores se presentó en este mismo caso, autorizado con las aprobaciones de don Juan de Jáuregui, Caballerizo de la Reina163 doña Isabel de Borbón, pintor insigne y profesor de todas buenas letras; del Maestro Joseph de Valdivielso, Capellán de honor del señor Infante Cardenal; y de Lope de Vega Carpio, del hábito de San Juan y familiar del Santo Oficio; y164 a una165 información en derecho que en favor166 de sus inmunidades escribió167 el licenciado don Alonso Carrillo, Abogado también de los Reales Consejos, en cuyo trabajado estudio (feliz parto de su lucido ingenio) se hallan recopiladas cuantas exenciones168 en distantes siglos les fueron concedidas; y finalmente a una ejecutoria ganada en contraditorio juicio por parte de los plateros en favor de todos los artes que constan de169 dibujo, concedida del señor Emperador Carlos Quinto170 y171 la señora Reina doña Juana, su madre, e esta villa de Madrid el 172 año de mil quinientas y cincuenta y dos, en que expresamente declara no ser comprendidos con los demás oficios (en una pragmática173 de trajes); porque el arte (éstas son sus palabras) no es oficio174, y 175 así el derecho les nombra a sus profesores artífices176, y no oficiales; porque propia y verdaderamente oficial es el que hace obra para cuya composición no se requiere ciencia ni arte, y artífice se dice se dice de aquel cuya obra no se puede hacer sin ciencia y noticia de177 algunos de los artes liberales. Y prosigue para distinción de cuáles son los exceptuados o los comprendidos, nombrando algunos que178 omite este testigo por179 no hacer lo favorable odioso que no influye para el mérito de unos el no mérito de otros. Y también se remite a las ejecutorias que tienen ganadas los profesores de la pintura y otros sobre no pagar alcabala180 y ser exentos de contribuir al tercio provincial de Valladolid que tienen presentadas en el pleito sobre que se litiga. Y esto y lo demás que refiere en respuesta de las preguntas quinta y sexta lo sabe181 por tener de ello particular y182 entera noticia. Y responde.

7.ª A la séptima pregunta dijo:

Que de cuanto deja dicho y deja de decir183, nada para él pone en más alto184 predicamento a la pintura y a sus profesores que la amiga desunión185 en que siempre se han mantenido y conservado, sin hacer nunca cuerpo de comunidad aparte, ni tener examinadores, juntas ni cabildos; pues si tal vez han hecho algún servicio a su rey ha sido con protesta de donativo voluntario, y aun ese186 concedido por algunos particulares sin general poder de todos; como consta de no haber jamás nombrado entre sí repartidores, tanto por no haber tenido necesidad de ellos187, cuanto por la imposibilidad que hubiera en ajustar la igualdad de los repartimientos con la desigualdad de las pinturas. Alguna hubo (Bularco188 fue su autor) que se ferió a peso de oro, y muchas hay que no189 valen lo que valiera el bastidor sin ellas; ¿cómo, pues, habían de avenirse estos extremos? Porque si se las190 repartiera considerable precio al que a costa de estudios191 adquirió caudales y se le reservara por pobre al que a falta de estudios hizo192 vulgar el ejercicio, fuera gravar aciertos y tolerar errores, cuando fuera más justo desterrar193 errores para premiar aciertos, y más a vista de las leyes que dan por libres a los eminentes en sus artes de capitales penas. Y ya que leyes cita, ley hay que194 ordena que el que labrare en ajena posesión deje a su dueño lo fabricado o lo sembrado en ella; y luego la misma ley dispone que si la posesión fuese una tabla en que diestro pintor hubiese ejecutado algún diseño de195 estimable valor, en este caso ceda196 la tabla a la pintura, quedando la pintura para el pintor, y el precio de la tabla para el dueño. Con que si la misma ley que en197 común obliga a todos, privilegia en particular a la pintura: bastante consecuencia deja a las demás para que la miren como exenta, y traten como noble; que agilidad198 que a diversión de199 mayores cuidados aprenden reyes200, no puede quedar villana para nadie.

Y para llegar de una vez al sumo encarecimiento de las prerrogativas que la asisten, Dios, cuanto a Dios201, se retrató en el hombre, pues le sacó del ejemplar de su idea, imagen y202 semejanza suya. Dios, cuanto hombre203 (no habiendo permitido que humano pincel le retratase, deslumbrado a204 esplendores a cuantos lo intentaron), porque el mundo no quedase sin tan gloriosa prenda, se retrató a sí mismo en el blanco cendal de la piadosa Verónica, y su misma divinidad (que aunque bajó con el alma al limbo, quedó con el cuerpo en el sepulcro) se205 retrató en la sábana santa y206 santo sudario de rostro, de que son fieles testigos Roma, Saboya, Jaén y Oviedo; con que formando este testigo de su deposición un círculo207 perfecto, que donde empieza, acaba, vuelve a acabar donde empezó, ratificándose en ser la pintura remedo de las obras de Dios, pues Dios, en208 cierto modo pintor209, se retrató en sus mayores obras. Y esto responde210.

8.ª A la octava pregunta dijo:

Que todo lo que lleva dicho es público y notorio, pública voz y fama y común opinión, y lo sabe por lo mucho que ha leído, así en historias como en otros escritos curiosos y noticias de personas de toda creencia y fidedignas le han211 participado, y que es verdad para el juramento que lleva fecho, en que se afirmó y ratificó, y siendo necesario lo hace y depone de nuevo212, y lo firmó213. = Don Pedro Calderón de la Barca.

Ante mí, Eugenio García Coronel.

Este pleito no llegó a estado de sentencia, y está en el oficio de Juan Mazón de Benavides, escribano de número desta villa.



 
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