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  —293→  
ArribaAbajoJesús Amado Recalde
(Papotin)





ArribaAbajo¡Lucha!

ArribaAbajo¡Lucha!
¡Lucha siempre!
¡Lucha más!
¡Lucha aún!
Y aunque todo se derrumbe y aunque todo se te acabe,  5
lucha, lucha, lucha siempre,
con tus últimas reservas, con tus últimos alientos,
con el cuerpo, con el alma, con los dientes, con las uñas,
y si mueres,
muere un poco más allá de tu fracaso.  10

Compañero,
vence el hambre, vence al frío,
a la angustia, a la tristeza, al cansancio o al desdén.
Ríe o llora,
canta, reza, grita o gime,  15
¡pero lucha, lucha, siempre!

Compañero,
persevera en tu creencia y defiéndela de todo;
cae y vuelve a levantarte con la proa enhiesta y firme,
y aunque todo se derrumbe y aunque todo se te acabe,  20
¡adelante!
lucha, lucha, lucha siempre,
con el cuerpo, con el alma, con los dientes, con las uñas,
con tus últimas reservas, con tus últimos alientos.

Y si mueres,  25
muere un poco más allá de tu fracaso,
que otras vidas brotarán sobre tu tumba,
y otras voces se alzarán en tu silencio.




ArribaAbajoAguerito

ArribaAbajoYo no vengo a llorar aquí tu muerte,
sino a gritar tu nombre con violencia.
Y como un desafío lo hago vibrar en el espacio.
—294→
¡Aguerito...!
Y lo grito con rabia,  5
como si se quemara sangre
sobre las cuatro sílabas de tu diminutivo.

Paraguayo
-que por ser paraguayo te mataron las bestias-
yo no encuentro gemidos, ni lágrimas, ni requiems,  10
para bordar el frío silencio de tu tumba;
porque tu muerte, hermano, es la muerte del mártir;
es un mojón de gloria y el reventar sublime
de la primera luz del horizonte.

No he de llorar tu muerte, porque eriges  15
tu figura de prócer
en la recia vanguardia de un Paraguay glorioso.

Aguerito,
apenas sé esculpir tu nombre y arrojarlo
como una bofetada  20
a los puñales que mataron tu cuerpo.

Y al hacerlo, temblando de coraje y de rabia,
un fuerte gusto a macho me acaricia la boca.

¡Aguerito!




ArribaAbajoVersos para el hermano mayor

«¿Dónde fueron la espada y el clavel y la música
que lleva consigo con tan precisa urgencia?».




ArribaAbajoVoy a decir: era mi amigo
este profeta duro y transparente,
este padre encendido y taciturno,
este soldado triste y victorioso.

¡Dios mío!, no tengo más palabras  5
para rezar que mis palabras cortas.
Quiero tener una plegaria dulce,
una oración serena, prístina e infinita,
—295→
-desde mi soledad hasta tus plantas-
para pedir la paz que necesita  10
ese su corazón nervioso y redimido.

Él nos quiso y ponía un beso en sus poemas.
Porque tenía el alma de flor amanecida,
porque era bueno y torturado,
por eso recordamos su existencia,  15
sentimos su distancia,
y abrazamos su cálido recuerdo.

Quiero decir: este poeta
con su nombre sonoro y con su talla,
ha trillado luceros en la noche,  20
y el alba demorada no lo ha visto
de pie con su bandera desplegada.

No lo ha visto. No lo escuchó la aurora
-vida y destino de profeta ungido-
enhebrar las palabras con el oro  25
de su talento intacto.
Vivió de pie y cayó por el camino
urgido por el tiempo y sollozante.

¡Dios mío!, no tengo nada más que su recuerdo,
para pedir la paz que necesita  30
este mi corazón que sufre su partida.
No tengo nada más que su recuerdo
para alumbrar la oscuridad que cierne
este día sin sol que no lo encuentra.

Después será otro día y otro y otro  35
que no brille en sus manos y en sus ojos.
Oh, ese barco de sangre que se aleja
y se pierde en el mar inalterable.

Voy a decir: poeta transparente,
avezado geómetra de ensueños,  40
una lágrima dura te despide,
y hoy, por última vez, beso tu nombre.

Hoy, por última vez, Hérib Campos Cervera.

  —296→  

Jesús Amado Recalde (1921-1979): Poeta de innegables condiciones, tuvo la poca suerte, prisionero de circunstancias adversas y del ambiente desapacible para la real labor literaria, de no exhibir todas sus grandes virtudes. La lucha por la subsistencia diaria hizo que no consumiera su rescatable tiempo libre en un gaytrinar de ecos dilatados y memorables... Obras: Siembra sonora, Versos a mi a...



  —297→  
ArribaAbajoÓscar Ferreiro



ArribaAbajoFuga a las tres

ArribaAbajoLos carceleros se beben
tranquilos su tereré
y Humberto nervioso espera
su libertad a las tres.
En el sucio moridero  5
de una mazmorra cruel
cuenta los fríos barrotes
por la centésima vez.
De la cárcel de Asunción
exactamente a las tres  10
saldría Humberto Garcete
por gracia de un coronel.

-No te fíes de esos perros
porque te van a vender.
-Es palabra de un amigo,  15
palabra de un coronel.
-No te fíes, compañero,
que el polvo te harán morder.
-Es palabra de un soldado,
palabra de un coronel.  20
-Deciles que no, Garcete,
porque te van a vender.
-De un soldado, de un amigo,
promesa de un coronel...
-¡La promesa de un esbirro  25
no corre ni en un burdel!

Giró en la torre el reloj,
sonó la una, las dos;
pero tenía que ser
exactamente a las tres.  30
Sangrienta rueda de horror
la Catedral dio las dos;
pero tenía que ser
exactamente a las tres.
Seca la media sonó,  35
dura y escueta golpeó
contra la alta pared,
—298→
tan tensa para las tres.
El viento libre de Dios
cuando sonara el reloj  40
al fin saldría a beber
exactamente a las tres.

-Carcelero, tengo sed...
-Ya en su casa ha de beber.
(Con vil sonrisa y de usted  45
disimula su doblez).
-¿Y eso que gime?
-Es el tren.
-¿Y afuera hay luna?
-Así es.
-¡Dichosos los que la ven!
-Sólo un minuto y la ve...  50
(Y siempre atento al reloj
Humberto le sonrió).
-Si todo saldrá tan bien...
-Alta luna del laurel,
¡hermosa estará en su tez!  55
(La sonrisa del furriel
lo confirma a su vez).
-La cama le han de tender
con sábanas de satén...

Sobre el yunque de la noche  60
Vulcano oscuro golpeó
y nunca tan dura fue
aquella hora postrer.
A la noche en la garganta
los grillos le remachó,  65
como tenía que ser
exactamente a las tres.
Tres martillazos de muerte
Vulcano oscuro golpeó,
tres golpes de muerte,  70
tres, ni más ni menos que tres.

Sobre goznes de silencio
la puerta muda se abrió,
como tenía que ser
exactamente a las tres.  75
—299→
Se abrió la puerta y la noche
siniestramente cerró,
como tenía que ser
exactamente a las tres.

Una ráfaga de plomo  80
su salida rubricó
como tenía que ser
exactamente a las tres.
En la bahía temblando
largo el silencio quedó,  85
[como] tenía que ser
exactamente a las tres.
Cuatro livianas troncharon
aquella palmera en flor,
como tenía que ser  90
exactamente a las tres.

Por la espalda asesinado
de boca Humberto cayó,
como tenía que ser
exactamente a las tres.  95
Y aquel lucero de ensueños
para siempre se apagó,
como tenía que ser
exactamente a las tres.




ArribaAbajoLa guardia urbana

ArribaAbajo-Por vos, mi pobre inocente,
vendrá un día la montada...
-La montada ya no existe;
no empieces con tus macanas.
-Da lo mismo, ya me acuerdo,  5
le dicen la guardia urbana
pero igual, a garrotazos,
harán charque de tu espalda.
A arrancarte de este rancho
un día vendrá, sin falta.  10
-Y yo les daré un buendía
con este cabo de nácar.
-No te hagas ilusiones.
—300→
¡No te servirán de nada,
hijo mío, esas sonseras  15
que en la cabeza te bailan!
-No es cierto, mamá, en el mundo
la nueva idea está en marcha.
-Soy una pobre burrera
con mi burro y mi burjaca.  20
La banda es para los ricos,
para los pobres la guacha.
¡Soy una triste burrera
bebiendo en jarro de lata
las lágrimas de mi gente  25
y las mías más amargas!

Desde Ysaty hasta Asunción
es larga la caminata
y a punta de bayoneta
resulta mucho más larga.  30
Maniatado con alambre
y a empellones de culatas
desde Ysaty, por Dos Bocas,
lo repunta la canalla.

-Un rojo pañuelo al cuello  35
será el premio a tus pureadas,
pero no será de trapo
sino de sangre barata.

Sobre el óleo de los charcos
patinan las carcajadas  40
y un pipuu alcohólico y largo
se clava en La Salamanca.
Un degüello de yuyales
asustado el viento ensaya
y ganan los albañales  45
rápidamente las ratas.
Como un cíclope mareado
un tuerto el ojo se palpa
y los horrores del mundo
tan increíbles repasa.  50
Asunción, sucia y artera,
sin azahares, sin nada
que no sea la insolencia
de tus cobardes mesnadas.
—301→

-¡Suéltenme las manos, perros,  55
y así sabrán quién les habla!
¡Ese trapo colorado
les meteré en la garganta!

-Emboty nde picha’í
re ñemboayura pytáta.  60

-Dios te salve y tu abogado,
ápente ya reikopáma...

Óscar Ferreiro (1922): Destacado representante de la poesía [de] vanguardia, tuvo una permanente presencia en los círculos literarios con los escritores surgidos en la década del 40. De un lenguaje poco común, las poesías referidas en este volumen parecieran ser escenas de algún moderno mural mexicano, donde se anudan lo dramático con lo trágico...



  —302→  

imagen

Elvio Romero, el más firme representante de la poesía social de nuestros días. Su acento, que pareciera emerger de la propia tierra, se anuda al viento para evocar a los «innombrables» y preteridos de su país.



  —303→  
ArribaAbajoElvio Romero



ArribaAbajoTodos aquí llegamos

ArribaAbajoTodos y cada uno,
todos aquí llegamos
con un aire de sol y viento con paisajes,
mordiendo un odio largo, largamente callado,
y poco acostumbrados a este oficio de horror,  5
de turbio fango.

Pecho al calor abierto.
Con cabellos hirsutos, puños, arterias, manos,
trajinamos senderos de osamentas
y uniformes amargos.  10

Con un anochecer en las pupilas,
y un tanto fatigados
de estampidas y muertes y tensiones,
caminamos, vibramos y matamos.

Rudo dolor de pueblo, ruda angustia  15
de pueblo asesinado.
Por eso vamos todos, cada uno,
para poder vengarlo.

Con un aire de sol y viento con paisajes,
soñadores, osados, temerarios;  20
con un sacudimiento de tierra descuajada
y arada a fogonazos.




ArribaAbajoVértigo

ArribaAbajoNo toquéis esta tierra si no tenéis la sangre
dispuesta a ser después antorcha viva,
quemazón de parte a parte.

Mapa descolorido (sol, paisaje),
entre golpes arado por terribles  5
y secas soledades.
—304→

De Norte a Sur, resolanas que salen
por la epidermis como un tufo denso
que al viento se deshace.

El Sur, callado, una corona que abre  10
como una mano antigua su silencio,
su dolor, por el aire.

Un hedor calcinado de yerbales.
Un verano que acecha entre las ramas
y en el sudor se expande.  15

El Norte, duro, un combatiente sable
de abierto cortezón y de tanino;
furor de quebrachales.

Lúbricos mediodías que se esparcen
por las grietas escuálidas, sedientas,  20
que encandilan la sangre.

Y el Centro un corazón quemante,
latido potencial, alforja verde,
crisol de mandiocales.

Encendidos terraplenes, hondos valles,  25
paren niños con ojos dilatados
y estómagos con hambre.

Desde antiguo esta tierra tiene arranques
de furor que le arañan los raigones
como rayos brutales.  30

A martillazos forja este linaje
de hombres que tienen la corteza dura,
y en las cortezas laten.

Bordado a lento fuego, su ropaje
nos cubre con su seca virulencia  35
de calor sofocante.

No lo toquéis si no queréis que os claven
su espina roja, su ademán terroso,
su vértigo implacable.
—305→

Callada es esta tierra. ¡No la toquéis!  40
Sus polvaredas arden.




ArribaAbajoCastigo

ArribaAbajoA esta pobre comarca
le han cruzado la piel a latigazos,
le inflamaron los pozos
negros del llanto,
la cicatriz de la ira,  5
le abrieron los muñones a golpazos,
a insoportables ramalazos secos.

Le han rajado la cara
con estampidos de odio.

Y ayer, ¡qué bien sonaba! ¡Qué bien  10
su mandiocal sonoro,
sus cabellos que andaban enloqueciendo el belfo
por el nivel lluvioso del paisaje,
su juvenil coraje de muchacho,
su música de troncos,  15
su quebracho!

Aquí,
aquí han puesto la mano,
aquí desbarataron las centellas,
aquí las Iniciales de los jóvenes muertos  20
van del bucle del aire a los claveles,
aquí el puñal del odio,
aquí mataron.

Severa era la vida, como el ceño
ilustre del anciano que con barba de maíces  25
trajinaba sus pies por la comarca;
severa la intemperie, severo el infalible
recuento de los astros. ¡Y qué bien alumbraba
la lumbre sobre el leño!

Pero aquí han puesto fuego,  30
hambre,
polvo, desaliñado,
—306→
cenizas y mortajas;
le han sorbido los huesos, le han labrado
la cara con hachazos.  35

Aquí han puesto la mano.

Y además, golpes,
golpes rabiosos,
golpes en la cara,
¡feroces puñetazos extranjeros!  40




ArribaAbajoGuardamontes y botas

ArribaAbajoEl pueblo es éste, cardo y escopeta,
que enciende en ira su campana rota,
cuando siente pisar sus territorios
guardamontes y botas.

Guardamontes de oscuros capataces  5
en rigurosa formación de tropas,
resbalando al llevar sus salteadores
guardamontes y botas.

La gente ve pasar la polvareda
del incendio que llevan en la alforja,  10
quienes se calzan duros, sudorosos
guardamontes y botas.

Gente simple de heridas y cosechas,
que mientras va descalza por las costas
entre palas, balean sus espaldas  15
guardamontes y botas.

El pueblo vive entre caliente arcilla,
con los cántaros llenos de su aroma,
bajo un amargo estrépito de cascos,
guardamontes y botas.  20

Sus hambres cereales le dan fuerza
en la cuadra sombría en que lo azogan,
mientras galopan sobre su miseria
guardamontes y botas.
—307→

Su apetencia rural de nuevos rumbos  25
le fija al puño una pasión fogosa,
en tanto le recorren, le ensangrientan,
guardamontes y botas.

Preñado de guayabos y pantanos,
el pueblo sopla una aguerrida fronda,  30
mientras le azotan con furor el rostro
guardamontes y botas.

Su aliento agricultor derriba cercos
de grilletes que el pecho le sofocan,
tirándole a matar, a un matadero,  35
guardamontes y botas.

¡Hasta que un día libre, libre el pueblo
con la revuelta hirviéndole en la boca,
no deje en pie, tendido en su trinchera,
guardamontes y botas!  40




ArribaAbajoCasa cautiva

ArribaAbajoÉsta es la casa; es nuestra.
Ésta es su música; las exigencias todas
de la vida pasaron por sus habitaciones, por el ascua
quemante de sus fronteras; la locura de quienes emprendieron
una empresa más ancha que sus fuerzas, el sueño  5
que los fue desgarrando, esa sal escogida
que salpicó las llagas de su vasto martirio.

Es nuestra. Aquí resuenan
músicas melancólicas, instrumentos que exaltan
querencias y alegrías. Le pertenecen la quietud antigua  10
y los hechos sangrientos. Sus ríos, los espejos, recogieron despojos
de injuria y desventura (por eso es esta música); obsedieron
a sus hijos colores de aturdidos relámpagos, sus manos
apresaron los frutos de una infausta cosecha.

Su música es así. Descansa ahora  15
en un boreal tembladeral de pájaros, de plumas
—308→
amarillas, de crucifijos deslavados, rotos. Y es hora
de preguntarse ¿qué trajimos
para ungirla a un estado de habitación del hombre;
se habrá sentido, como cal viva en los ojos, la tribulación  20
de su destino? ¿Qué tembloroso cántaro
amasamos, qué súplica o trastorno,
qué empeño y asechanza para evitar la herida
de su piel, esa absorta mirada de ojos terribles
como una acusación? ¿Habremos, pues, cumplido  25
con el deber que hiciese merecer habitarla?

Es nuestra. Ésa es su música. ¿Qué rencores oscuros
le habrán tejido esa circunferencia,
el halo que empurpura sus techumbres? ¿La enemistad
como un osario vano entre sus hijos? ¿El desconsuelo  30
de las cruces plantadas en su sueño y la obliga
a prosternarse a solas junto a su sombra rota,
a la intemperie, al umbral del orgullo que vela su infortunio?

A saco habrán entrado
en ella los Impuros, los cómplices  35
del ritual del crimen; habrán entrado a saco
con miserables máscaras que engendra la codicia;
habrán marcado un día trágico por sus muros,
trágico y de fatalidad, espúreo
como el inicuo cuervo sobre el árbol desierto  40
en cuya raíz de hueso reposan los desnudos.

Su música es así, una cifra
de dulce acento humano, un anuncio
previo de acusación anudado a la rueda del destino
y al párpado de los muertos, melodía incesante en el desgaste  45
del desierto cubil, sonido desgajado
de un instrumento oscuro con imagen de reja y cautiverio.

Todo saldrá de aquí, de su piedra
y su polvo, de su migaja el pan, de su venero
verde la cosecha, de las estancias tristes la temblorosa noche  50
de la revelación y los rebeldes;
de aquí la sangre, el fuego, de los cuencos vacíos la mirada
final y salvadora, como un amor que brota
de madrigueras hondas de escarnio y menosprecio.
—309→

No habrá ya que olvidar decir su nombre  55
de música y quejumbre, ese nombre de selvas que prohijó nacimientos,
muertos, inmolaciones, sed amarga sobre los labios,
del hombre; nombrarla en todo trance,
marcarla a hierro lento en nuestros huesos;
a cada instante repetir su nombre (como triunfo o condena),  60
mentar esas señales remontadas a tiempos
de arcilla fatigada, de plumajes y tribus destruidas,
nombrarla siempre,
morder su nombre de sol inevitable
(como virtud o pecado), llevar su nombre en la carne  65
como ésta lleva su corrupción; seguir nombrándola
y revestirla toda con el rebozo intacto
de esa música dulce, inmemorial, desamparada música de un anhelo insaciable.




ArribaAbajoPadre fuego

(Navidad de 1980)


ArribaAbajo¡Feliz año!
Padre: te hablo otra vez en la mañana,
radiante hacia los altos cocoteros,
te hablo otra vez, tendido en tus fronteras,
      varón gallardo.  5

De Sur a Norte te contemplo y leo
las misteriosas líneas de tu mano,
te nombro una vez más y no respondes,
      Paraguay duro.

Fronterizo del viento y de la luna,  10
país forjado en el verano y hecho
de cántaro canoro y sosegado,
      tierra cantora.
—310→

Con labios tibios de color de greda,
pareciera que besas tus congojas,  15
o cubres tus heridas con un beso,
      Paraguay hondo.

Jaula encerrando pájaros errantes
o cantores errantes como pájaros,
despierta el cielo cuando allí se canta,  20
      laurel sonoro.

Cuando se canta allí o cuando se sufre,
cuando hay alguien que llora por sus muertos,
cuando todo suplica por los vivos,
      Paraguay triste.  25

Tienes una aureola de Martirio,
halo de pasionaria conmovida,
clavo y látigo en flor de una viacrucis,
      carne sufrida.

Y cuando todos te despojan, pones  30
la mejilla ofreciéndose al castigo,
Cristo moreno con los pies en llaga,
      Paraguay bueno.

Hijo distante, me pregunto a veces
por qué te [he] escrito este cantar, si dejas  35
un áspero dolor en mis recuerdos,
      Padre inquietante.

De lejos, Padre, canto la escarlata
luz que algún día alumbrará tus pasos,
celebro a un astro en tus boscajes, canto  40
el gesto libre que te hará dichoso;
te imagino también con poncho de alba,
Padre purpúreo, Paraguay profundo.
      ¡Padre de fuego!

  —311→  

Elvio Romero (1926): Voz recia y profunda, telúrica y rebelde, es la de este poeta, que entre sus pares de temática social es el más conocido y destacado. Su pluma ha sabido exhibir con no desmayada persistencia el Paraguay que lucha y padece y cuyas noticias y odiseas llegan hasta el hábitat exiliar del poeta, como un eco formidable o como un grito tremendo, instando a este aedo a su gran tarea de homérica resonancia, ya portalero de extramuros... Obras: Días roturados, Resoles áridos, Despiertan las fogatas, El sol bajo las raíces, De cara al corazón, Esta guitarra dura, Antología poética, El viejo fuego y una estampa biográfica de «Miguel Hernández, destino y poesía».



  —312→  
ArribaAbajoCésar Alonso de las Heras



ArribaAbajoParaguay

(Fragmento)



Quisiera cantar esta vez, desde lo más íntimo de mi conciencia,
al pueblo sumiso, en dolor, quebrantado,
olvidado por la geografía, metido en las entrañas de América,
y allí, en penuria, y triste, tanto tiempo abandonado...

... ¿Qué destino es el tuyo, Paraguay, dividido en la faz de tus tierras,
por la espada reluciente y fría del río que te nombra?
¿Qué debes hacer tú, Paraguay, qué papel desempeñas
bajo la Cruz del Sur, rumoroso y callado, ardiente
y con sangre a cada esquina de tu historia?
¿Habrás de ser tan sólo el país que menosprecian los vecinos, el país de la mofa?
¿Habrás de ser, oh Paraguay, la Patria despreciada por sus propios hijos?
¿Y siempre habrás de estar, Paraguay, a la zaga del tango porteño, de la zamba carioca?
¿Qué tienes tú, di, Paraguay, de insatisfecho, qué hay en tu ser de incomprendido?

¡Ah, qué hervor atropellado de la sangre que ya no se contiene!
¡Qué angustia ya crucial de romper con las manos, con los pies, a dentelladas!
¡El enigma que tienes, Paraguay, en tu seno y que reviente,
y nos llene por siempre de quebranto si es muerte,
o nos llene, si es vida, de entusiasmo, la cara!

¿Por qué esa angustia, di, por qué esa faz reconcentrada con surcos de tristeza?
¿Por qué esa muerte, di, a cada paso, de hermanos contra hermanos?
¿Por qué nunca se acaba en ti lo que se empieza?
—313→
¿Qué peso te anonada que no puedes erguirte y saludar la aurora con tus manos?

¿No tienes tú, la tierra más hermosa y las plantas más bellas?
¿No tienen tus entrañas esperanza ninguna que puedan dar a luz?
¿No tienen tus mujeres abnegadas y fuertes, no tienes hermosísimas doncellas?
¿O no tienes, dímelo a mí en secreto, no tienes juventud?
¡Ah, Paraguay, enigma de esta parte de América, centro del Sur, ombligo
retorcido y profundo; en apariencia sólo, en apariencia, claro;
habrá que penetrarte, enmarañada selva, surcar todos tus ríos,
adherirse a la tierra y sorprender el curso de los astros!
Habrá que echar afuera la máscara de oprobio, el antifaz de muerte,
y desnudarte, Paraguay, para auscultar tus males,
palpar tu pulso en el latir de los siglos,
reconocerte, en fin, y recrearte en el empeño noble de traducir fielmente
tu esencia, Paraguay, y tu destino.


IV

... Y escucha nuestro grito, al partir, el grito de nuestra juventud juramentada;
Yo te saludo, Paraguay, yo te venero, desde lo más profundo de mi alegría y de mi pena.
Patria, mi Patria, madre, indomable y altiva, en dolores de parto, vanos, eternamente torturada,
yo te prometo que he de ser ya por fin el hijo [que] redima tu miseria.

... Porque te amo, Paraguay, yo te quiero de veras.
Con tu miseria y todo, con tu prostitución a cada esquina,
yo sé que estás intacta, Patria, virgen en el hondón de tu más pura esencia.
—314→
¡Y el lodo...! ¡Yo sé que con el lodo modeló Dios la estatura en que infundir la vida!
Tu juventud te asigna en el futuro el puesto de la maduración.
No importa que ahora seas desconocida, pobre, humilde, muy humilde, geográfica tierra.
Desaparece el grano, muere el grano en las entrañas de los surcos, para reventazón.
Y tú serás lozano, Paraguay, después de tu humildad, para próximas eras.

Entonces, Paraguay, entonces habrá llegado el futurevo, nuestra edad novísima.
Tus aguas cantarán romances de concordia y de progreso en turbinas de luz para las almas.
Tendremos palomares que ansíen el azul sin igual de nuestro cielo, siguiendo el hito de los cocoteros, siempre arriba.
Y volverán las piedras a adunarse en templos, a adunarse en torres, veleros proa a Dios por los mares del ansia.




ArribaAbajoSilencio

ArribaAbajoEste silencio campesino
que juzgamos la virtud de nuestra raza,
este corro de hombres que matean
como un rito sagrado,
sin proferir un comentario,  5
este silencio denso, opaco,
no es carencia de palabras.

Este trabajo triste, desganado,
que no encorva la espalda
al rendimiento  10
y regresa con los brazos caídos
sin un canto.

Este pobre silencio,
este silencio
que interrumpe sólo  15
popular y telúrico
—315→
el frío y el calor, la lluvia, el llanto, la mandioca,
el fútbol, las carreras,
una estridencia musical remota.

Este silencio sin ideas  20
es un corral amontonado
del largo brete de una historia
que estrecha cada día
la dimensión de abecedario.

El silencio no puede durar sin estallido;  25
madura en el silencio
la espiga y el lapacho.
Un ¡ay! rompe las vallas
de este corral apretujado
y se esparce convulso por la tierra  30
de donde surge el tallo
y ya canta el aleluya
del lapacho!

El grito, el canto;
arboladura  35
de la profunda idea que me impulsa
a surcar las entrañas
de tu ser y mi ser
y disfrutar del Diálogo.

  —316→  


ArribaAbajoNeruda ha muerto: al Aconcagua

ArribaAbajoNeruda ha muerto.
Se le quebró la voz al Aconcagua.
Y «Las piedras del cielo»
sonaron, entrechocadas,
un responso inacabable.  5

Porque a todo llamó el Poeta chileno
de altisonoro verbo castellano.
La tierra se lo dijo al árbol,
el árbol al aire,
el aire al mar,  10
el mar embravecido a la montaña,
la montaña a los cielos,
y los cielos se quedaron atónitos
con ojos de dolor petrificados.

Y se detuvo en el vuelo una perdiz,  15
herida de nostalgia.
Antes de que cayera al suelo,
indiferente,
un muchacho la alzó
y la pregona a todo transeúnte.  20

Ya no se quedará el muchacho
con el ave en la mano,
solitario y pobre.
Es un cóndor el que revolotea
en todas las manos  25
de todos los muchachos
que conjugan
las «Canciones de amor».

Sólo a nosotros nos queda
«una canción desesperada».  30

Y esta «Oda al Día Feliz»
porque no ha terminado
su «Residencia en tierra».
«Hoy dejadme a mí solo
ser feliz,  35
con todos o sin todos
—317→
ser feliz
con el pasto y la arena;
ser feliz con el aire y la tierra».

No Silencio. Clamoreo  40
todos y de todo,
Neruda, para ti.
¡Tú, Neruda,
nunca consientas el silencio!

César Alonso de las Heras (1913): Hispano-paraguayo. En el Colegio San José desarrolló una gran labor cultural, posibilitando principalmente la aparición de un grupo de poetas importantes en las inmediaciones de la década del 50. Él mismo es un lírico de acento bastante personal y ha publicado entre otras cosas los interesantes poemarios Qué cercano tu recuerdo y Silencio.



  —318→  
ArribaAbajoJosé-Luis Appleyard



ArribaAbajoPara Manuel Ortiz Guerrero

ArribaAbajoPerdido
en un desfallecer de piedras y de llantos
-su cuerpo maldecido por bíblicas escamas
solitario y desnudo-
y un horizonte pálido de patria  5
como todo destino.

Manuel Ortiz Guerrero,
dolor hecho poesía,
caballero tenaz de la paciencia
armado por la selva,  10
tendió hacia nuestros campos
las cuerdas rumorosas
de todas las guitarras
y los llenó de versos.
Encendió en los lapachos  15
la flor más bella y triste
que tiembla en la guarania.

Corazón más sufriente
de una patria que sufre,
descarnado de llagas y encendido de cantos,  20
las aguas de un arroyo platinaron sus versos,
los pájaros tejieron su corona de santo.

Pedazo de esta tierra,
arrastró la tristeza lacerada de un cuerpo
siguiendo la violenta pasión de un derrotero,  25
dolor hecho guarania -sollozo y melodía-
Manuel Ortiz Guerrero,
Señor de la Paciencia,
por la selva y el río,
por el cielo y el viento  30
armado caballero...

  —319→  


ArribaAbajoCárcel de paralelos

ArribaAbajoCárcel de paralelos.
Presidio de un espacio jadeante.
Rejas de asfixia que abruman un encierro
de irrespirable, absurda geografía.

Un tiempo fue.  5
Un tiempo es un pedazo de horas,
de noches, de mañanas,
de rota claridad de mediodía.
Un tiempo fue.

Entonces  10
la garganta era caudal de voces
y los ojos miraban sin penumbra y muy de frente
a otra mirada donde un sueño ardía.
Un tiempo fue.

Pero vino el silencio y se apretó a los pechos,  15
succionó el nacimiento de las sílabas puras
y se abrazó a la tierra
y cercenó raíces,
encadenó las nubes, desgarró las sonrisas
y convirtió en metales las márgenes de un río.  20

Hierático atalaya de silencio.
Fecundador de soledad y miedo.
Amparo de las noches sin historia.
Centinela de sombras.
Acibarante engendro.  25
Fuego sin llamarada.
Muda expresión del trueno.

Pero ya surgen las interrogaciones.
La voz se hace pregunta silabante y escueta.
Los ojos ya diseñan el círculo completo de una ignorancia muerta.  30

¿Por qué? ¿Por qué el silencio?
¿Por qué se ha roto la vertebral columna del sonido?
¿Por qué no tiene la palabra el poder de sus sílabas completas?
—320→

Pero es inútil preguntar, inútil.
Las respuestas han muerto de silencio  35
y el eco ha traicionado su canción.
Agónicos de viento los palmares
son hitos de un presidio de silencio
en donde ha enmudecido el corazón.




ArribaAbajoHay un sitio

ArribaAbajoHay un sitio en el mundo donde vivo,
pequeño y singular,
un sitio mío,
un pedazo de tierra con olor a madera,
con gentes como yo,  5
de diminuto, sangrante y triste
corazón cautivo.

Un pedazo de tierra, pocos hombres,
y un alfanje de acero como río.
Yo estoy en él, soy parte de esa parte  10
minúscula del mundo. Tengo amigos
que comparten el tiempo y lo desangran
con lentitud, sin prisa, desde antiguo.

La vida es muy sencilla,
sólo basta  15
ser fiel al cumplimiento de los ritos,
matar a la verdad cada mañana
y dejarla morir cada domingo.
Quien conoce la clave, dulcemente
puede vivir tranquilo en este sitio.  20
Las palabras mantienen la tersura
de su forma redonda y sin resquicios,
pero aquellos que encierran, por ser verbo,
en cada labio da un sabor distinto.
La gramática es tensa, diferente  25
de toda similar. Sólo el sonido
de sus vocablos tiene semejanza
con un idioma al que llamara mío.
Hay sinónimos claros, transparentes:
ser libre es vegetar sin albedrío,  30
robar es trabajar, amor es odio,
—321→
y vivir es morir desguarnecido.
La soledad se llama compañía,
y el traicionar, ser fiel a los amigos.
La novedad, vejez. Todo lo nuevo  35
tiene una oscura pátina de antiguo.

Hay un sitio en el mundo donde vivo,
pequeño y singular.
Un sitio mío,
un pedazo de tierra que se pudre,  40
con gentes como yo,
de diminuto, sangrante y triste
corazón cautivo.




ArribaAbajoBuscar el pan

ArribaAbajoBuscar el pan.
Correr tras él.
Correr. Dormir. Amanecer.
Volver a ser.
Correr. Buscar.  5
Comer. Dormir.
Y nada más.
Buscar el pan.
Correr tras él.
LLevarlo tembloroso hasta la boca.  10
Comer el pan.
Correr.
Dormir.
Andar y desandar por las calles viejas.
Correr  15
-para comer-
con los dos pies.
Mirar los ojos con la boca amarga
de una saliva torpe que adelgaza
duras migas de pan.  20
Correr tras él.
Luchar por él.
Herir por él.
Comer.
Dormir.  25
No renacer.
—322→
Eso es vivir.
Pero vivir
ya no es pensar
ni amar ni ser.  30
Comer.
Dormir.
Mejor morir.

José-Luis Appleyard (1927): Poeta talentoso y productivo. Ha cultivado además la narración y el ensayo. Obras: Poesías, Entonces era siempre, El sauce permanece y tres motivos, Tomado de la mano, Imágenes sin tierra (novela) y Aquel 1811 (drama).



  —323→  
ArribaAbajoRicardo Mazó



ArribaAbajoAlfonso Loma, así se llama...

(Del cancionero popular)


(1960)


ArribaAbajoSe sublima tu pueblo en canto, viento
que busca, encuentra a veces,
su fecundo penar en cuerda y tiempo.

No creas por eso que la rueda
de copa y cuerda y de mujer sencilla  5
comprada en mercado sin casilla
es bienestar, si bien es apetito.

Saciado por tu haber en banco abierto
y cerrado a la vez, porque penumbras
con tu voz discursos bien escritos,  10
tu pueblo se sublima y aún proscrito
busca la tierra y deja escritos
en arena o aun en sangre roja
sin límite siquiera, porque sabe
que el sol se pone, y siempre sale  15
renovando tu culpa y su mancilla.




ArribaAbajoDe «Tríptico a un recuerdo»

(Junio, 1969)


(Fragmento)


Estamos los llamados a ser voces
y están los llamados a ser ecos.
Cuando, por razones de trópico y de esencia,
por razones de banca y de comercio,
por razones de mando y de ignorancia,
la poesía deja de ser tiempo
poco queda esperar.

Pero esperamos,
fútiles criaturas de la idea,
que el trópico se temple,
que la esencia hieda,
que la banca salte,
—324→
que el comercio muera,
que el mando se desarme,
que la ignorancia vuelva
recatada, sencilla, redolente,
a ser la espera mansa
de un mundo rescatado
por la idea.




ArribaAbajoEscuchando un «Calipso» en Central Park

ArribaAbajoEl negro baila su sangre
con tambores de petróleo.

Metal y sangre se mezclan
para jolgorio y cordura
del oro que se derrama,  5
crece y llena la codicia
y el hartazgo que es la suma
de un imperio sin entrañas.

La sangre que baila el negro
lava el alma de los blancos  10
y tu corazón y el mío
se desangran entretanto.

Ricardo Mazó (1927): Poeta cabal, ha escrito siempre ante los imperativos ineludibles de la emoción y el sentimiento, con la palabra justa y ahorrativa del auténtico artista. Obra: Briznas, suerte de antología en 1982 por Editora Alcándara.



  —325→  
ArribaAbajoRodrigo Díaz Pérez



ArribaAbajoMensaje

ArribaAbajoAlguna vez los senderos serán confluentes
y podremos retomar las avenidas
sumergidas
en el letárgico concierto
de oscuros cementerios  5

Las verdes trincheras que vamos cavando lentamente
en nuestros atónitos corazones
esperanza febril renovadora
serán retomadas por los soldados
de nuestros más hondos pensamientos  10

Los sueños decantados
son el pronunciamiento guerrero
de nuestros anhelos infinitos
subconscientes
que buscan la mínima burbuja  15
el musgo
de los ríos desubicados y turbios

Seguiremos hasta el final de la jornada
es una orden
nos esperan milenios  20
constelaciones naufragadas
repúblicas enteras
ricos y pobres
niños soñando vacaciones
nos esperan ansiosos  25

Somos nosotros después de todo
el Estandarte
la pólvora de las batallas venideras
el tronco de los duros maderos enterrados en el polvo
desolado  30
del exilio

Resurgimos
rescoldo o sedimento
—326→
a punto ya de ser eliminados
por los que olvidan  35
o pretenden olvidar
que en las selvas
en las orillas de los ríos
hasta en las curvas imprecisas
de las nubes  40
los pájaros
las mariposas
y las libélulas transparentes
seguirán soñando el retorno del polen
la Gracia Creadora  45
Dios de toda Infinitud

Por ahora mostramos sólo un ápice
de nuestra resistente investidura

No habrá tiros ni revoluciones
no hacen falta  50
el decrépito edificio
sufrirá el castigo de las cosas viejas

Llevamos el grito uncido de santidad
La verdad y el destello
Oh belleza aterradora  55
harán crepitar los bosques
escaparán las serpientes
huyendo por todos los rincones
Será un caos un diluvio
o una música de ensueños  60
Lo que fuera
quizá no tenga ya ninguna importancia
Pero somos nosotros
Estallaremos
Nos escucharán también los arrieros indiferentes  65
de las quebradas carreteras

Tierra fragorosa y triste
La verdad se viene
Está llegando
lúcida y sencilla  70
Su música respira en las entrañas
y abona las vértebras
—327→
y todos mis hermanos
silenciados
aterrados  75
abatidos

La verdad se viene de a poco
es como el Sol
Brillará para todos
Sin filiaciones partidarias  80
sin colores fratricidas
sin entregas humillantes
Los negros portones
de las cárceles políticas
se abrirán de una vez  85
las campanas de todas las iglesias
saludarán la Gloria de la Liberación
Como en París
Como en Roma
Como en Berlín  90

Será nuestro el momento
de no sentir la furia
de todos los rencores
Será nuestro el momento
de quemar los colores disonantes  95
y de besar la tierra de todas las cosechas
presentes y futuras
Será nuestro el momento
sin mordazas
sin torturas  100
sin picanas eléctricas
sin terror en las calles
Será nuestro el momento de la Libertad
que se viene
Amén  105

Rodrigo Díaz Pérez (1924): Proveniente de una familia que ha dado al país importantes intelectuales, Díaz Pérez se muestra afanoso por tornar en hecho literario casi todas las vivencias personales. Poeta y narrador, su poesía se halla reunida casi en su totalidad en el libro Cronologías de Editora Alcándara en 1983.



  —328→  
ArribaAbajoRamiro Domínguez



ArribaAbajoCaña amarga

ArribaAbajoLluvia.
Como un arcángel enfermo por el tejado.
Tiempo para dormir la sangre.
Entre las manos
la cantarilla agreste con jugo de los  5
primeros años.

El Arca de Noé sobre un tropel de nubes
saca a lustrar su viejo casco engallado.
Hoy quiero volver a poner la camisa
que me cosió mi madre al revés mientras  10
estaba soñando.

De Pisadera los carros suben
con rejones de llanto.
Los cañeros de Sulimán
pican con el rejón emplumado.  15

Lluvia de noche y de día
-muerte por la nariz y los costados-.
Colgajo de poncho podrido
por salamancas de barro.

En Espinillo, quedó un puntero  20
desnucado.

Por el bañado de Carovení
se rompió el eje de mi carro.

En la fábrica
entro con el turno de las cuatro.  25

-Tu cañadulce no pesa
una tonelada.
Con los descuentos,
ésta es tu paga.

-Señor, de aquí a dos leguas  30
tengo que sacar mi boyada.
—329→
No queda pasto en casa
y en el camino los pies se me agusanan.

-Eso no es nada; cuando seas hombre,
tendrás una culebra en el pecho  35
y lombrices en el alma.

-Pero
y si tengo frío...
-Te cubres de barro la espalda.

-Pero  40
y si tengo hambre...
-Duerme,
que aquí se aguanta.

-Pero
y si me duele todo...  45
-Escucha al rejón cómo canta.

Lluvia.
Lluvia mansa.
Alivio para el que descansa.
Para el que siembra, bonanza.  50

Para el cañero
cruz de vidrio sobre el pértigo
de su desesperanza.

Cierra.
Mátame esa ventana.  55
Esta noche no podré dormir
con esos carros que pasan.

Oye:
No tienen luz, y andan.

Mira:  60
No tienen fuego, y cantan.

  —330→  


ArribaAbajoCredo para el oficio de tinieblas

ArribaAbajoY sin embargo, tierra desnuda y mínima,
aún espero de ti.
De tu macilenta figura sin reniegos
de tu pobre pan de maíz.

Desde la exigua talla de tus hombres  5
y tus madres -viejas antes de reír-
antes que el trigo y el petróleo
sigues sangrando aquí.

Antes que el oro y el uranio
vas y vienes junto a mí.  10
Después de todos los ultrajes
aún tienes ganas de vivir.

Detrás de la palabra fementida,
después del miedo de morir.
Por encima de todos los convenios  15
y los anteproyectos sin cumplir.

Sobre los que menean la cabeza
y emigran, sacudiéndose el polvo del país.
Bajo los que maquinan alquileres
sigue crepitando tu raíz.  20

Después del desencanto y el agobio
siempre te desvela aquel viejo trajín.
Al margen de los censos y estadísticas
hay todavía preñez de tu matriz.

Más allá del tumulto que los bandos  25
y sectas organizan por ti.
Detrás de las diatribas y los dogmas
sestean tus hombres sin paladín.

Al dorso de exaltados chovinismos
tiendes la mano abierta sin recibir.  30
Qué mal, qué lejos, qué sin voz y yerta
te hemos dejado al fin.
—331→

Pero detrás, después, encima y por debajo
de lo que sientan por ti
sigues enmarañándote de selvas.  35
Y el sol tuesta tus fibras hasta crujir.

Y me vuelco a nivel de los cogollos
para sentirte germinar. Y al confín
de la sangre que conoce
la cifra que te falta madurar.  40

Suelo mío -tuétanos y breñas-
vórtice de alucinación y de solaz.
Tierra mía -hambre de verte buena-
quién te habló de olvidar.




ArribaAbajoPoemas del exilio


2

ArribaAbajoPorque precisa tiempo, Tierra
para ajustar el pulso a nivel de tus ciclos y mareas.
Tiempo de entesar el gesto y la voz
en el aprendizaje de tus liturgias opulentas.

Para apretarse otra vez al claro empeño de ser  5
-viejo penacho en llamas-
mercader de lo mío.
Y decir YO
como quien pone en venta un monte de platino.

Mientras que tú, madre siempre grávida, hinchas tu savia crepitante
hasta morder el calcañar de la estéril y proscripta.
 10
Aquí está tu Babel multilocuente
la epifanía del sexo
la incontable teoría de hortelanos del opio
los embalsamadores de la risa
los filantropófagos  15
los heterojustos y los ortorréprobos.

Vieja anfitriona de los canes nocturnos.
Chupatuétanos
-panal suave-
—332→
lagar sangriento.  20

Eso:
iníciame otra vez en el recuento
de tus constelaciones y tus vértigos.
Dame tiempo.


6

Aunque
sabe mejor -Tierra de vermes ávidos-
agacharse hasta el umbral de tus capullos
donde caben la caricia y el halago.

Para pasar más cómodo el trayecto  5
desde el anhelo vivo hasta el engaño muerto.

Apresurando el paso
llegan tus forasteros, enarbolando
el séquito de sus alabanzas.
Desplumándote  10
como un enorme gallo,
sabes cacarear tus estridentes fábulas.
No importa si te dejan
el mesón hecho establo.

Sobre el pretil fragante del atardecer  15
te quedas espiando la llegada
del viajero que no te quiso poseer.

O sueltas a retozar en la maciega
tu celo antiguo con su pujanza nueva.

Hasta que cunda el tiempo del espasmo.  20
Hasta que se apague el mito.
Hasta que se encienda el llanto.


11

De entonces data el compromiso
de hablar sin entendernos.
No sea que este viento de palabras
dé por tierra con el cascarón viejo.
—333→
Para que no se alcance a saber  5
cuántos son los que caminan ciegos.
Cuántos hacen andar las manos y los pies
con algún motor en préstamo.

Porque conviene que sigamos
así sin distraernos,  10
invitándonos,
vigilándonos,
para que nadie se duerma mientras dura el juego.
por eso han señalado el campo con cal y lo cercaron con vallas de acero,
se contrataron un árbitro y alquilaron las graderías a un público frenético.  15

Para sentir el aliciente de pujar
por una meta sin sentido
ni mérito.

Buscaron entrenadores
y teóricos  20
que puedan engañarnos más adentro.

Todo
para que a la noche los músculos
alcancen su ración de sueño.

Que no haya ojos para medir el hueco  25
de todas las palabras sin recuerdo.

Que no haya boca platicando
su hambre de oído sincero.

Que no salgan los centinelas del alba
aventando los algodones del silencio.  30

Ramiro Domínguez (1929): Poeta de muy personal lenguaje y exuberante imaginería. Sus poemas de no fácil redacción exhiben sin embargo una curiosa riqueza de contenido. Obras: Zumos, Salmos a deshora...