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  —378→  
ArribaAbajoMiguel Ángel Guillén Roa



ArribaAbajoOración

Que tu paso, Jesús, por esta tierra
sea la aurora de nuestra segunda redención.




ArribaAbajoDespués de la hornada
podemos descansar bajo la ovenia.
Ha sido el caminar por los parajes
un nudo de presagios.
En palma de la tarde  5
pendiente quedará nuestro alegato.

Los has visto, si lo has visto.
Queríamos que vieras desde el suelo.
Tu cielo es tan distante para el rudo
peón de la intemperie.  10
Son fuentes de extramuro
los ojos que no lloran cuando mueren.

Has visto por doquiera
robustos ejemplares de tu imagen:
praderas enjoyadas, largos ríos,  15
arroyos, serranías.
Y has visto embrutecido
al trozo de tu entera simetría.

¿Más vale la belleza
que el trágico sudor de tantos seres?  20
Los ranchos, las taperas de las lomas
¿no han dado ya testigos
que afirman siempre a solas
la esencia de la vida, tu camino?

Tu nuevo pensamiento,  25
que en cálida tristeza se humaniza,
de gérmenes y espacios esperamos.
Tu grávido silencio,
tan nuestro bajo el árbol,
inunde de palabras los senderos.  30
—379→

¡Semilla y horizonte!
¡Tu verbo inmediato sobre el ansia!
El polvo, el rocío, los esteros,
que guardan tu promesa,
alientan en acecho  35
la pronta vibración de tu sentencia.

¡Oh sueño desgarrado!
Tenemos ya en la tierra tu mirada.
Tu fértil Providencia sobre el surco
nos colme de un destino.  40
¡Oh paso taciturno!
Tu causa se dibuja de racimos.




ArribaAbajoTierra

(Fragmento)



III

Pero, a pesar
de todos sus estigmas,
esta tierra resuella
y a veces canta todavía.
Rara agonía
en lecho desolado.

Alguna vez la ausencia se poblaba
de lluvia silenciosa.
Y la tierra combada
surgía a la constancia
de su retoño verde.
¡Qué difícil matar por abandono
su corazón
tan claro y peregrino!

Su flotante adhesión
a la esperanza
la tiende largamente
a proponer
sin tregua
el asidero justo de la vida.
—380→
Se nutre su vertiente
de profundo hontanar
de rebeldía.

Los hijos, allá lejos
en horas importunas
revisan sus conquistas, sin quererlo,
a la vista del álbum de recuerdos.
No era tan exacta
la tierra prometida.

Gloria y estigma
de Dios
sobre la carne viva.
Terca semblanza
de aquella escena germinal
del mundo:
¡tierra nativa!

Miguel Ángel Guillén Roa (1926): En su acento se unen lo místico y telúrico en proporciones ajustadas. Su fe estriba en que la providencia divina puede depararle a esta patria un mejor destino. Obra poética: Tierra y horizonte, Caminos, Inminencia terrena y Romances serranos.



  —381→  
ArribaAbajoJuan Francisco Bazán



ArribaAbajoLa palabra que más sentiremos

(IX-73)


ArribaAbajoLa palabra que más sentiremos
cuando ya estemos viejos,
será aquella que nunca dijimos
para ponerle nombre
a lo que está ocurriendo  5
en todos estos años;
la que tuvimos en la sangre
y en la rabia,
y en el momento preciso
no salió de nosotros.  10

Las cosas requieren ser nombradas
para que no caigan simplemente
en olvido.
Cada día ocurre un hecho, pasa algo
que precisa ser llamado  15
por su nombre exacto.
Es una cuestión de dignidad
que le asiste a cada uno de nosotros,
ponerle a la injusticia su acepción,
llamarle por su nombre a la miseria  20
y llenar de vocablos el cómplice
silencio ignominioso
que sella nuestras bocas
de miedo y de prudencia.

Al cabo de los años  25
las palabras no dichas
se convierten
en muchas cosas muertas,
sepultadas en la carne macilenta
de los hombres que callaron.  30

De la que más nos doleremos
será de aquella que muriera
sin que nunca fuera historia,
que no alentó esperanza,
ni ofició de muro  35
—382→
para recostar la pena;
la palabra que no salió
jamás de nuestros labios.

Entonces saturados y vacíos,
a lo largo de los años  40
nos iremos quedando sin palabras,
en ese haz de angustia
antigua y fatigada
en que al cabo se convierte
el hombre que somos  45
cualquiera de nosotros...

Alguien entonces,
sin duda el más dolido,
entenderá que nunca
fui ni poeta, ni verdugo,  50
ni siquiera un hombre
de su tiempo.




ArribaAbajoEl sol con la mano...

(IX-73)


ArribaAbajoY vos que pensás
que tu destino
no va [a] alcanzarte.

Y yo que pienso
que cuando llegue  5
el tiempo,
estos versos
no serán necesarios
ante lo que andará
sucediendo en las calles.  10

Tan preparadas
estarán las cosas,
tan maduras,
tan incuestionablemente
dispuestas.  15
—383→

Estarán ocurriendo
las cosas a todo
vapor,
y la gente andará
gritando libertad  20
por las calles,
desplegando banderas,
pidiendo cada uno
lo suyo.

Sin pensar  25
en ningún derecho,
ni texto, ni tratado,
sino amasando
simplemente
con la mano  30
la justicia.

Qué sencillo,
qué simple:
gritando por las calles
libertad y justicia.  35

Y vos que creés
que tu destino
no va [a] alcanzarte.

Y aquel otro
oculto y tenaz,  40
peor que nosotros,
que no está
preparado
y que cree poder
tapar con la mano  45
el sol,
¡con la mano...!

  —384→  


ArribaAbajoMayoría

ArribaAbajoY uno se pregunta
cómo
pudo hacerse
para implantar
la unanimidad.  5

No es verdad,
señores, que aquí
no impere
un mismo sentir.

En este país  10
reina y señores
tal democracia:
del miedo,
del silencio
y la abyección.  15

En esto
coincide
y decide
señores,
la gran mayoría...  20

Juan Francisco Bazán (1927): Poeta claro y de ajustada palabra, su verbo por ello golpea la conciencia ciudadana como con un ariete, llevándola a la diafanidad y a la reflexión. Versos: Espejo lírico, En la ribera de la esperanza, que reúne el manojo de sus poesías sociales. Incursiona también en el ensayo, siendo su trabajo más importante un estudio sobre la personalidad de Eligio Ayala como intelectual.



  —385→  
ArribaAbajoGonzalo Zubizarreta-Ugarte



ArribaAbajoHarlem

ArribaAbajoDe noche, en San Nicolás
entre rufianes en levitas
de falso leopardo,
entre fosforescencias
y sombreros con plumas,  5
entre aromas y cánticos
y columnas de sombra,
caminando sin prisa,
sin horizontes,
caminando  10
como los negros de Harlem,
he visto negras
mecidas por la nostalgia
de la brisa dormida de las palmeras,
negras de voces  15
como alcobas profundas,
de cabelleras
cargadas de rocío,
negras juncales,
negras azules,  20
doradas, blancas como lirios...

Cerca de San Nicolás,
a la vuelta
de las esquinas,
en las calles cortadas  25
al borde de la luna,
caminando
como los negros de Harlem
entre las fauces
de los tachos de basura,  30
escuchando el crujido del silencio
y de las ratas,
también he visto
la sombra del caballero
blanco, ceñida la frente  35
de cruces llameantes,
turgiéndose de amor
por las negras de Harlem.

  —386→  


ArribaAbajoLos leprosos de Banaras

ArribaAbajoAquí, en Banaras,
junto al río sagrado,
hoy me avergüenzo
de ser humano.

Mirad a ese brahmín  5
que va cruzando el mercado.
Nunca mira en torno suyo. Pasa como un fantasma.
Blanca la barba, blanca la tez, inmaculado.

Sí, aquí la vigilia y la luna horripilante
se han congregado.  10

Y yo recuerdo, siempre recuerdo
a ese viejo vestido todo de pardo
que pasaba por la acera de mi casa.
Yo me recuerdo de las manos
como garras, de la niebla siniestra de los ojos  15
y de aquello que dolía como el escarnio
de la sonajas.

Hoy me avergüenzo de ser humano.

Mirad a ese brahmín
que va cruzando el mercado  20
podrido de Banaras,
que va cruzándolo lejanamente blanco.

Gonzalo Zubizarreta-Ugarte (1930): Recientemente la Editora Alcándara dio a conocer su único libro de versos, Los altos muros desde lejos, señalando que es el fruto de un «poeta universal y paraguayo» y «cuya límpida melodía» revela los «fundamentos de su propia condición: el amor y el miedo, la esperanza y la miseria, la amistad y la muerte».



  —387→  
ArribaAbajoMaría Luisa Artecona de Thompson



ArribaAbajoEl sueño heroico

(Fragmento)


Viril Libertador del cielo de estos mundos
donde se espeja el caudaloso azul del firmamento,
que en la quietud del valle calca el agua
y en la altura del árbol labra su himno
de inmarcesibles tardes nacaradas.

De allí miro alzarse tu estatura,
jamás inmensa como en esta hora
de opresoras cadenas y dolores.

... Heroísmo, firmeza y sentimiento,
fe en el poder de la justicia exacta,
nivelaron los mares de tu sangre
con diadema de cíclopes ignotos.

Tiempo augusto y lozano de la hazaña,
tu mano en alto sólo besa el aura
donde el alma inmortal en Dios existe.

La estrella vésper de tu añeja espada
-sabor de sangre y eslabón de amores-
se descuelga del cielo por las tardes,
mendicante del pecho de un guerrero.
Apenas la potestad del pensamiento
puede rozar tu historia en cuerpo y alma.

Ni tan sólo la hondura del poema.
Ni tan sólo el espíritu de sus formas.
Ni el ánfora del sol,
ni el plenilunio,
ni la amapola,
ni su sombra, en vano.

Ni el vértigo sin cuerpo,
ni la intangible claridad del agua
donde derrama el viento sus campanas.
—388→
Ni el hombre

Sólo estás en la estela libertaria
que el mar ensaya para asir la estrella.




ArribaAbajoPara encontrar tu nombre

ArribaAbajoPara encontrar tu nombre
cuyo calor abraza
el transcurso perenne
de los Andes,
ha regresado el tiempo  5
de aquellos hombres libres
que encendieron la antorcha
de tus heroicos sueños.

Lo encontraron en el fulgor del día.
Lo encontraron en la savia salvaje.  10
Lo encontraron vestido de cansancios
en la vigilia inmensa del suelo
americano.

Hoy que tu espada quiere
retornar al castigo  15
del opresor oscuro.
Hoy que tu espada busca
el sigilo y la saña
de los perturbadores,
encontraron tu nombre  20
en el umbral del día,
como un astro remoto
surgido de otros mundos
donde otra Marsellesa
entonará victorias.  25

Para encontrar tu nombre, en Dios,
Simón Bolívar.

  —389→  


ArribaAbajoBolívar

ArribaAbajoBolívar,
dadnos tu acero
que ya nos traen el mal.

Nos quieren hacer de acero,
de impiedad y de estupor,  5
hermanos de tierras negras,
islas sin perdón ni pan.

Bolívar,
nuestros molinos
nos quieren arrebatar  10
para moler carne hermana
sobre el último trigal.

Bolívar,
la caña dulce
amarga nos quieren dar  15
bajo los cielos de sangre
que ellos mismos construirán.

Bolívar,
el Cristo con sus candelas,
la Virgen de los Milagros,  20
los lapachos y las arpas
nos quieren arrebatar.

Bolívar,
dadnos tu acero
que ya nos traen el mal.  25

María Luisa Artecona de Thompson (1924): Versificadora excelente, ha obtenido varios premios en certámenes literarios. Sus poemas de jesucristina levadura tienen una apagada intención social centrada principalmente en el enaltecimiento de la libertad. Obras: Viaje al país de las campanas, Canción para dormir a una rosa, El metal y la espuma, Grito en los Andes y varios más.



  —390→  
ArribaAbajoElsa Wiezell



ArribaAbajoOrilla de mi pueblo

A los escritores guaraníes


ArribaAbajoCon el surco deforme de la cara
empujaba lágrimas
en su guitarra
llena de claridades.

Desorbitando su propia fosa  5
era tronco y raíz
campánula del alba.

Su corazón de pájaro
cantaba el verso
como una leyenda.  10
Y en ciénagas de jornadas
se cubría con heraldos
la frente.

Mi pueblo andaba...
con su verdad de acero.  15
Calentaba el fusil del odio
si le robaban la frontera
porque su pedestal
era la tumba del hermano.

El Chaco sonámbulo  20
sabía de la niebla
aferrado a su propio soldado
sin estrellas.

Mi pueblo era soberbio y puro
caminando sobre su propio llanto.  25
¡No podré olvidarlo!

  —391→  


ArribaAbajoRitmo vulgar

ArribaAbajoMarchan
sobre los niños muertos.
Ríen
sobre el cadáver del hombre.
Caminan  5
sobre el dolor del pobre.
Asesinan
la verdad de Cristo.
Siguen marchando
lejos del corazón del poeta  10
porque lo inefable
no lo comprenderán jamás.




ArribaAbajoMarcha del hombre

ArribaAbajoPiel negra, blanca y amarilla.
Cruz liviana de madera.
Mujeres con banderas.

El niño subido en calesita
rompiendo las murallas.  5
Tambores. Esperanza.

Por último
los que sigan odiando.

Todas las manos blancas.

Mil brazos azules  10
a la barrera del sonido.
El rojo corazón a sangre viva.

Me olvidaba:
tú y yo las manos amputadas.
(Todos juntos)  15

Elsa Wiezell (1927): Poeta fecunda, tiene innumerables libros publicados. En su mensaje se anudan lo místico con un deseo de mejoramiento ético y social, de claridad difusa. Su afán innovador en lo formal es admirable. Obras: Poemas de un mundo en brumas, Barro de estrellas, Por las calles de Cristo, Poema ciego, Eco tridimensional, y otros muchos.



  —392→  

imagen

Carmen Soler. La desconocida voz abroquelada por la distancia y el silencio. Representa, como ha dicho de ella Augusto Roa Bastos, «la irrupción de la mujer como poeta de combate».



  —393→  
ArribaAbajoCarmen Soler



ArribaAbajoLa alojera

ArribaAbajo¡Aloja! ¡Hoysá porá la aloja!

Por las calles sube el grito
que a la indiferencia baja.
El sol resbala en las piedras
y va a dormir en el agua.  5

Sobre la mancha que hace
un naranjo en la vereda,
mientras se tuesta los pies
en la parrilla de piedras,
flor morena -fruto amargo-  10
pide su pan la alojera:

¡Aloja! ¡Hoysá porá la aloja!

Bailan las trenzas esclavas
sobre el balde, cuando el jarro
rebosa de agua dorada.  15
Y me araña la garganta
la aloja de miel de caña
que se prepara en mi patria.

Es dulce y fresca la aloja,
y la alojera, ¡qué amarga!  20

Sus doce años de niña,
sus doce años amargos,
sus doce años de vieja,
sangran en su grito largo:

¡Aloja! ¡Hoysá porá la aloja!  25

Es que ha endulzado la aloja
toda la miel de su carne,
y los hombres al pasar
se la han bebido en la calle.
¡Así se apaga la sed  30
cuando la apaga el hambre!
—394→

¡Aloja! ¡Hoysá porá la aloja!

¡Aloja dulce, bien dulce!,
vende la alojera amarga.




ArribaAbajoLa canción del progreso

ArribaAbajoCamino a la cordillera,
suelo enemigo,
llevo un burrito cargado
de verde olivo.

Camino de vuelta vengo  5
llorando lemas;
traigo el burrito lleno
de viejas penas.

He de tornar mañana,
cortando olvidos,  10
con un cuchillo con ojos
y un ciego32 niño.

¡Y he de encontrar un día
en la cordillera,
entre mares de espigas,  15
piedras de seda!

He de ir.
He de volver.
¡Yo no me canso de ser!




ArribaAbajoLa obrerita

ArribaAbajoYo soy
Dominga Villalba;
nací en el surco
donde mi madre sembraba.
La hamaca que me sirvió de cuna  5
la trenzó la ausencia
y la colgó el olvido.
Pablo, dicen, que se llamaba.
—395→
¡Nunca vino a verme!
El camino de los pobres  10
solamente el dolor
lo encuentra siempre.

Papeles,
sellados de injusticia.
Fusiles,  15
cargados de ignominia.
Rancho, sembrados, esperanzas, ¡todo!
era ajeno.
Nuestro,
solamente un poco  20
de carne encallecida
y un gran amor alimentado
de tierra, de rocío,
de pájaros y espigas.

Ahora,  25
soy Dominga Villalba,
obrera,
rebelde y combativa,
voz y puño en la lucha
por el pan y por la tierra.  30
¡Así me hicieron!
A golpes trabajaron
mi arcilla campesina
y ahora soy
¡fibra de acero!  35




ArribaAbajoAlguien gritó

ArribaAbajoAlguien gritó:
¡Viva la libertad!,
y respondió la sangre.

Alguien gritó:
¡Muera el tirano!,  5
y respondió la sangre.

Mañana,
gritará la sangre:
—396→
¡Viva la libertad!
¡Muera el tirano!,  10
y el pueblo
¡responderá!




ArribaAbajoCanción de la paz

ArribaAbajoQuiero un poema de paz
que una a toda la tierra
en la misma belleza
de esperanza y trabajo;
que dé a todos amor  5
y para todos abra
su flor fuerte y sencilla;
que madure para todos
el fruto necesario
y construya cantando  10
la vida nueva.

La Paz encierra todo,
¡todo! cuanto amamos.
¡Unámonos, hermanos,
para salvar la Paz!  15




ArribaAbajoMáscaras y rostros en el arte

ArribaAbajoAhora, nuevamente ahora, cuando el hombre
fermenta la levadura de la acción creadora,
y cuando se avista al gladiador que renace
donde un viejo camino termina;
ahora, casualmente ahora, crece  5
en la arena del circo la flor mística:
el arte «puro», el arte «libre».
Es una flor lánguida y estéril,
deliberadamente estéril, ¡como si creyera
que lo bello es bello por inútil!  10

¡Arte para el contemplativo ocioso!
Allí está, asilado en el ideal vacío de realidades,
creando para el curioso mórbido extenuado,
para el hastío elegante
y el snob cansado en su postura.  15
—397→
Unido al histerismo miedoso y sin entrañas
empachado de sueños absurdos y aspirando
a lo absoluto inalcanzable.
Allí está, ¡extratérreo, inhumano, delirante!
Amparado en lo mágico, en el misterio fideísta,  20
en el inconsciente abisal y pavoroso,
no freudiano y sujeto al estudio y la experiencia
sino al cósmico, intocable, incognoscible
espiral de locuras...
¡Prudente neurosis la del arte «puro»!  25
Exactamente cuando es peligroso
dar su nombre a las cosas,
descubre que es artístico hablar de vaguedades,
mistificar la vida, exhibir lo subjetivo
y crear símbolos nuevos en claves misteriosas.  30
¡Todo lo demás, es decir todo, la realidad, lo vivo,
es tabú del arte «libre», esclavo de su fuga!

El hombre es de tierra, yerma o florecida,
pero tierra.
Sus ojos de arena, incontable y movediza,  35
contemplan por igual la herida y las estrellas.
¡No hay medida que pueda
traspasar los límites humanos!
¡Todo está en el hombre, todo está en la tierra,
proyectándose hacia el infinito!  40
Lo desconocido que aún nos esclaviza
mañana será el abecedario de los niños;
ni brujerías ni magia: ciencia; y para matizar
la aridez de la ecuación exacta,
la fantasía poeta y creadora,  45
sin abismos misteriosos,
sin monstruos de infantiles pesadillas...
¡Luz! ¡Luz!, como clamaba Goethe;
¡todo debe ser iluminado
hasta que el hombre se sienta luminoso  50
aunque no se sienta nunca transparente!
No concebimos, ni podemos, ¡felizmente!,
conquistar el Todo definido;
sólo iremos ascendiendo y ascendiendo
escalera a los siglos, y cada paso  55
aliviará el paso de mañana.
Y nos liberaremos del temor primario, de la necesidad
—398→
que apremia, de la angustia inmediata.
¡Dominaremos las fuerzas oscuras que aún nos gobiernan,
el mono ancestral que todavía puebla nuestros sueños!  60

¡Por eso, ahora debemos, una vez más,
abrir las compuertas de la historia;
salvar al hombre de la angustia inútil,
sembrar el trigo del pan necesario
que destruya el hambre que destruye!  65
¡No cultivar flores de papel
en un jardín cerrado, mientras afuera crecen
las rosas de la sangre!
Es cobarde soñar cuando la necesidad
reclama el sueño, porque soñar es fácil  70
y la vigilia es dura...
¡Sólo la inconsciencia adorna patios pobres
con flores subjetivas,
robándole la tierra a la mandioca!...
Opio para el pueblo que pide  75
su pan de cada día...
Pero el hambre no duerme, ni espera,
ni entiende sofismas filosóficas
y artísticas caretas; es puro hambre,
¡hambre libre que corre por un mundo  80
que no tiene barreras para el hambre!
Aúlla libremente en nuestras calles,
a lo largo del río, en el monte, en el campo;
se pasea por rostros y por brazos,
nos mira desde todos los ojos,  85
nos habla desde todas las lenguas;
¡látigo diabólico de todos los pigmentos!
Está azotando el cuerpo quebrantado,
blanco, negro o amarillo.
Está perdiendo el fruto de las madres,  90
americana, asiática, europea.
¡Está quemando el origen germinante
y la fuente nutritivas, aplastando
la libertad de carne, corrompiendo
el acto del amor, socavando  95
la simiente de las razas!...

¡Al aullido del hambre se estremecen las piedras!...
¡Pero sigue impasible el corazón del «arte»!
—399→
Arte «puro» y «libre». ¡Puro cobardía!
¡Puro no enfrentar la realidad quemante!  100
¡Libre para olvidar, precisamente,
lo que el poderoso quiere que se olvide!

¡El horror está allí! ¡Lo vemos todos
los que no tenemos el honor rentado!

¡En la arena del circo moderno,  105
el arte -payaso- hace piruetas
con un artístico espinazo
de manteca!




ArribaAbajoMás palabras mías

ArribaAbajoPerdonadme,
amigos literatos,
mis queridos amigos
académicos, perdonadme.
No seguí la «carrera» de poeta.  5
Crecí nomás con esta
vocación de recoger calandrias,
pero nunca supe
amaestrarlas.
Son incultas,  10
no hacen reverencias.
Son salvajes,
no pulen sus violines.
Son sencillas,
no se adornan con plumas alquiladas.  15
Por eso -perdonadlas-
su canto ineducado
es vivo e imperfecto.
¿Qué voy a hacer?
Si recojo palabras de agonía  20
no me fijo si suenan musicales,
y si encuentro esperanzas,
las reparto,
por más que no posean
las medidas exactas.  25
Entonces,
¡dejadme así!
—400→

Dejadme allí, en las calles,
con ellos, los sencillos.
Que Juan, María y Pedro  30
repitan mis canciones,
las lleven al mercado,
las metan en las fábricas,
las manden al obraje.
Dejad que las repitan  35
ahora y mientras tanto
les sean necesarias.
Después, mañana, pronto,
las habrán olvidado.
Y está bien así.  40

Y entonces,
perdonadme.
Perdonadme
que en medio del combate,
que en medio de las cárceles,  45
que en medio de las bestias que torturan,
que en medio de la noche y su acechanza,
que en medio de las víctimas y el miedo,
que en medio de la mugre y la vergüenza,
que en medio de la pólvora y el fuego,  50
que en medio del hambre y los lamentos,
y en medio de este mundo dislocado,
a veces pierda el ritmo
¡y no cuente con los dedos cada verso!
No tiene eso remedio.  55
¡No sé medir la sangre!
¡No sé contar las lágrimas!
¡No sé rimar el llanto!




ArribaAbajoSangre cautiva

ArribaAbajoSangre india, sangre india hay en mi pueblo.
¡Arde!

En el quebracho herido de mis selvas.
¡Sufre!

En el infierno verde del minero.  5
¡Gime!
—401→

En la boca de quejas sofocadas.
¡Hierve!

Ha mordido las entrañas de mi tierra.
¡Sube!  10

Masticando lentamente sus cadenas.
¡Ruge!

Impulsando la vida que amanece.
¡Grita!

Su derecho sagrado de ser sangre.  15
¡Libre!

Sangre india, sangre india hay en mi pueblo.
¡Lucha!

Carmen Soler (1924): «Representa», como bien lo dice Augusto Roa Bastos, «por primera vez en la literatura paraguaya la irrupción de la mujer como poeta de combate». Y es, podríamos agregar, hoy por hoy, su mejor expresión: violenta, en ocasiones sensible y sencilla, peregrina con alta voz levantada por los ásperos caminos que conducirán a la libertad de los hombres de su tierra. Su obra permanece aún dispersa en periódicos y revistas. Vive fuera del país de obligada manera.



  —402→  
ArribaAbajoLuis María Martínez



ArribaAbajoCavador

ArribaAbajoSólo soy un cavador paciente
de la soterrada aurora,
y que con cien manos, igual que Argos,
aliento darle el parto necesario.




ArribaAbajoOficio

ArribaAbajo-¿Cuál vuestro oficio?
-Mi oficio: ¡arador!,
pero arador de nubes de tormentas,
de un cielo peligroso
con rayos de revolución y de hachas.  5

-Pues, serénese primero aquí
en este campo de hierbas rudas,
y tome ese caballo de madera...




ArribaAbajoA Elvio Romero

ArribaAbajoA ti te llamo ahora, Elvio Romero,
leal amigo de la primavera,
que huele a tierra esa tu voz sonora,
que es duramente fiel a lo guerrero,
para que veas aquí junto a mis uñas  5
ese dolor cruel de pueblo en vuelo,
que una guitarra sucia escoge y llora...

Pero mira también este ciruelo
que es... ¿sabrás acaso?
¡nuestra voz que ha crecido en su ribera!  10

  —403→  


ArribaAbajoLas alas

ArribaAbajoLas alas limpias suenan por el cielo.
Guarania, latitud, laurel y balas.
Mesa, patria, luciérnagas en vuelo.
Brigada azul y mástiles y escalas.

Las alas son las manos trabajando  5
con música, con sol y recipiente,
en tanto vanse al alba desgranando
estrellas de laurel sobre la frente.

Arenas que se pierden, humo y piedra,
por verídica lumbre de semilla  10
que asedia un pabellón claro y de acero;

mientras sólido rifle, ya sin yedra,
alza escarcha de luz a la mejilla
y pulso de metal y azucarero.




ArribaAbajoEspaña vive

ArribaAbajoSólo conozco a España por los libros;
pero siento como si allí estuviera,
y palpitara en mí,
la vida, la gran muerte española,
peninsular, reciente.  5

(Pero no fue una muerte total,
sino una crítica, notoria...
más bien, herida abierta).

Yo sé que la esperanza
-ese sonoro empuje de la vida-  10
crece con voz de pino fresco

y recorre los valles,
las montañas, las áridas llanuras,
los ríos con vocación de mar...
y su color es vino y olivo, entremezclados.  15
—404→

Ni aun la cárcel,
la bala que asesina,
ese terror color de plomo oscuro,
pueden contra su sol republicano
vestido de guerrilla.  20

Sufre España, grandemente sufre,
por valladar y mares...

La España, sí, la España,
de pastores y obreros,
de campesinos pobres y mineros,  25
la España de los altos trovadores.

Las garras de ultramar -las de las 13 bandas-
traen frías neblinas,
barro mortal
y espadas asesinas.  30

(Ay, del toro español
sin banderilla y sólo;
toro y torero en sombras...).

España no se ha muerto;
jadea de dolor pero no muere.  35

El clavel se prepara para una larga lucha;
el olivar se exalta;
trepida el naranjal que se colora en rojo;
el Quijote de lanza y armadura
no tan sólo español, sino del mundo;  40
las voces apagadas
por los oscurecidos fusileros
(la verde y clara voz de Federico,
la dura de Miguel desde la cárcel,
la dulce de Machado desde el Duero,  45
la de Seoane y Gómez
sin miedo frente al muro,
-¡hay tantas por nombrar
como una larga historia, inacabable!-;
las pobres gentes todas,  50
desde el minero al límpido marino gaditano:
¡vena y raíz de España,
guitarra y romancero!
—405→
Ella vive, no muere,
caminando en la sombra.  55

Ya pronto se dirá: «España vive
definitivamente junto al cielo...».




ArribaAbajoAl muro ciudadano

ArribaAbajoSólo al muro le está dado decir:
«¡Abajo los tiranos!»,
porque nadie le puede
torcer, encarcelar las manos,
ni lentamente urdir  5
su muerte soberana.

Él está en la semana
parado como un rígido soldado
cumpliendo una misión de fuerza y vida,
para decir que el pueblo no está helado,  10
que hay una juventud atenta y aguerrida
que al porvenir lo atisba en su ventana.

Muro propalador,
¡cuántas verdades propaga tu pintura cotidiana,
que el pueblo sabe entenderlo en tus mensajes  15
con rumores humanos de oleajes!

(Firme sigue en tu voz de piedra: «¡Abajo...!»,
cuya evidencia es casi sobrehumana...).




ArribaAbajoDe cadenas

ArribaAbajoEstamos tan llenos de cadenas,
de bosques de barrotes
y trampas medievales
de un maldito color,
que a veces siento al pueblo  5
querer tornarse un pleno
volcán exasperado
que escupe
su vieja rabia de sentirse en prisión...

  —406→  


ArribaAbajoTriste país sin vientos

ArribaAbajoTriste país sin vientos,
casi país sin cantos,
déjenme que le cante.

Mucho país del llanto,
poco país del viento,  5
déjenme que le llore.

Triste país sin nada,
caro país callado,
déjenme que le hable.

Lento país del día,  10
¡qué le pasa en su vida!,
déjenme que lo aliente.

Yerto país del fuego,
mucho país del cieno,
déjenme que lo mueva.  15

Déjenme que le diga
solamente estas cosas:

«No desfallezcas nunca,
nunca te pongas luto,
luto para tus años,  20
años para tus fuegos.
Fuegos ponle a tus vientos,
vientos que necesitas».

Ciego país y triste,
triste país y mustio,  25
déjenme que lo alegre.

Triste país sin vientos,
casi país del llanto,
déjenme que le cante.

Déjenme que le llore,  30
déjenme que le hable,
déjenme que lo aliente,
—407→
déjenme que lo mueva,
déjenme que lo alegre,
triste país sin vientos.  35




ArribaAbajoLa puerta

ArribaAbajoLa puerta está cerrada;
no hay manera de abrirla con unas simples manos de paloma,
ni un hombre sólo puede usando una ganzúa.

La puerta está cerrada marcial y firmemente,
porque algunos que dieron su miedo al muladar  5
y entrenaron su sangre en épicas tensiones
para abatir la puerta que clausura hasta el aire
hoy visten reposados su traje funeral.

Yo recuerdo y medito herido de tristezas;
sangro de pena, ardo de cólera y quedo más caído  10
que una hoja abatida por un viento de otoño,
que esparce su tristeza respirando en la tierra.

¡Qué mal habremos hecho
para que el tiempo cierre tan fuerte nuestra puerta
y el miedo sea el aire que ronda nuestra casa  15
con un horario amargo que amarga nuestro aliento
y el vuelo sea un pálido recuerdo de paloma!
Yo no lo sé ni creo recordarlo.

La puerta está cerrada por hoy frente a nosotros.
Abrirla es imposible con una sola mano.  20
Muchas manos lo pueden, y es cierto, lo podrán.

  —408→  


ArribaAbajoEl trino soterrado

ArribaY siempre así escondido,
agazapado siempre y soterrado,
sin que nadie conozca que canta,
que avizora, que ama, que atesora,
el futuro en su canto despreciado,  5
que en su modestia es algo,
que en el mañana del destino cierto
será una llama altísima y cimera,
acaso ese volcán de las alondras
donde el pueblo atorado  10
se atorará de trinos liberados,
y se verá que ha sido...
que es ahora algo diferente,
y más mañana, trasmañana, en años...

Y sin embargo ahora,  15
qué pobre trino indefendido, triste,
despreciado, evitado,
por los que no comprenden que es su trino,
tirado en el silencio del presidio,
asfixiado en la fosa del hospicio,  20
pobre trino arrojado a la basura
de las prosternaciones y el desdoro,
conducido al patíbulo del llanto,
y allí sacrificado
maniatado y cegado previamente en el foso.  25

¡Pobre trino que sabe que su destino es grande!
¡Alto trino que sabe que su presente es pobre!
¡Grande trino que intuye que la lucha es su vida!
¡Pobre trino que apura su vaso de cicuta!
¡Vivo trino que lucha, que luchará  30
por verse seguro en su destino!

  —409→  

Luis María Martínez (1933): «Se ha impuesto en el mundo poético de su país a través de una obra en la cual se ve una permanente preocupación con el pueblo. Publicando sus libros en ediciones casi anónimas, consiguió afirmarse no sólo en el país, sino también en el extranjero; de ahí que un conocedor de la lírica latinoamericana como el belga Fernad Verhaesen escribiera lo siguiente: ‘Una gran libertad de escritura y de sensibilidad se unen a la inquietud humana y la naturaleza, con un soplo solo une en bellas poesías’.

»La independencia y el coraje son elementos que se pueden vincular a los que mencionan Verhaesen para dar la visión de un poeta de los buenos -y de los menos conocidos» (Antología de la poesía latinoamericana, 1950-1970, recopilado por Stefan Baciu, State University of New York Press, E. U. A.).












ArribaRectificación33

Por involuntaria alteración del orden de páginas en el original, 3 poemas de Santiago Dimas Aranda del I tomo quedaron con el texto inconexo, por lo que en salvaguarda del autor, seriedad y contenidos, son reproducidos nuevamente.




Ofrenda


Te traigo en mi pañuelo la humareda del puerto
y un corazón bandera desplegado en el viento.
Los nuestros que roturan la noche tiempo adentro
nos hablarán de cómo se conquista un lucero.
Nos hablarán del hambre compartido, del verso  5
que en las picadas nace como un hijo a destiempo,
del sueño que cabalga sobre piernas de acero
trazando densos mapas en el silencio denso
del ñandutí que tiende su falda color malva
a lo largo del rumbo donde se filtra el alba.  10
Nos hablarán del rostro taciturno de enero
de la dura estrategia de medir con el cuerpo
los caminos por donde llegarán tiempos nuevos.
Y nos dirán de cómo, con los labios resecos
la canción es torrente con frescor de aguaceros.  15
Te traigo en mi pañuelo la humareda del puerto
y en los ojos un río de rebelde misterio.
Es difícil; tenemos
en los pies el veneno de una brújula inquieta
en los brazos un mástil de irreducto madero.  20
Te traigo en mi pañuelo la humareda del puerto.
Esta noche es coraje el que empuja mis huesos.
Es un grito que rompe la estrechez de mi cuerpo.
¡Es un grito de tierra que en los tuétanos siento!




El silencio


Nadie comprende lo que está ocurriendo
en esta casa grande.
Los gritos prenden, corren, y de pronto
el tiempo vuela como un cisne grave.
Nadie comprende  5
aunque sufran todos de la noche al alba
aunque duelan cosas
aunque esté doliendo una tajada de hambre
en las amargas bocas
de los herejes de cualquier pelambre.  10
Ya no es sólo de pan que necesitan
los pequeños gigantes de esta casa.
Vivir ya no es guardar en alcancías
el guisante y su sal alquimizada.
Ya no es cubrir con ropa y con corbata  15
una herida callada cada día.
No piden libertad los que soportan
vitalicia mentira sin sosiego
los callosos obreros, los maestros
sembradores antiguos, olvidados  20
y obligados a seguir sembrando
sobre el parco terrón de los olvidos.
No se nutren de libertad los niños.
No se visten de pan los estudiantes.
No alimenta la esperanza al pueblo.  25
Un silencio caliente es el silencio
un silencio de tempestad latente
contra toda servidumbre y fuero.
Nadie comprende lo que está ocurriendo
en esta casa grande.  30
Yo tampoco comprendo pero pienso
que dos y dos son cuatro desde siglos
(aunque el vivir no es suma sino resta)
que la verdad no es cuento ni es trofeo
que la felicidad es hembra recia  35
que sólo por amor se acuesta
que en esta casa el tiempo no es amigo
y que la libertad no es el silencio.




El canto demorado


(A la gallarda y combatiente juventud de mi tiempo)

Ahora que no he muerto de esperarte
reconstruyo mis días sin ojeras
descalzos y briosos que llegaban
cabalgando y cantando
con sus bravas cosechas estivales.  5
Incubado en tu barro -te confieso
enamoré a las flores de los cardos
y a las oníricas hembras de los pájaros
con quienes aprendí la artesanía
de la vida y el canto.  10
Y también aprendía que hacer la casa
acostarse
vivir
procrearse en el barro
serían meramente un sucio juego  15
si no fuese humano.
El barro -digo-
enfurecido a veces como la sangre misma
dio símbolo a mis pies
raíz a mi vital madera  20
asidero a mis manos que empujaban por la endiablada cuesta
la sombra triste
de escuálida ramera
de una esperanza que no quería tumbarse.
Volver  25
-digo nombrarte-
es recapitular viviencias capitales
urgencias que eclosionan de la misma manera
como germina dentro del corazón un grito
como se engrenda el sueño  30
el dolor
¿y por qué no decirlo? ¡La conciencia!
¡Claro!
a veces
de la misma manera  35
se nos clava el veneno del silencio en la nuca
se nos castran los cantos
se nos fugan los sueños como un irse en sangre
pero siempre nos queda
lo que queda en la boca milenaria del pueblo  40
la palabra prohibida
castigada y esbelta
la que crece en las huellas de los crucificados
y de los que se fueron con los brazos en cruz
la que ha roto de pronto la escafandra del miedo  45
para el pacto supremo de la muerte y el parto.
¡Tenían que volver tus aletazos
juventud de mi tiempo!
Tenían que volver tus demorados brincos
navegando en la sangre  50
para reconocerte
para reconstruir tus primaveras
¡y tus arduos luceros y tus cardos calientes!
Allí
sobre las huellas de galopados tiempos  55
fecundas con el humus de bellas promociones
al ritmo y los metales del alba incorporadas
encontrarás tu patria
tu leyenda
tu canto.  60
Y ahora
finalmente
de vuelta constelada
junto al vivac de militantes sueños
contigo  65
juventud
¡oh, si pudiera
contigo renacer eternamente
y si habrá de morir
morir de muerte  70
que tenga tu violencia enamorada!