«... En 1863 y 1865 Brasil obtuvo los dos más grandes
empréstitos jamás obtenidos en la historia; con ellos hizo la
guerra al Paraguay. Sin las libras del señor Rotschild no es probable
que Brasil se hubiera embarcado en aventuras bélicas de ninguna
especie».
(León Pomer,
La guerra del Paraguay. ¡Gran negocio!,
pág. 85)
«... los ingleses concurrieron masivamente a la buena obra
de exterminar el Paraguay».
(L. Pomer, ibídem, pág. 294)
«... una guerra extranjera con el fin... de obtener
beneficios muy grandes para el comercio del mundo entero, muy especialmente del
comercio inglés, que encontrará en el Paraguay libre y civilizado
un gran mercado que explotar...».
(Carta confidencial del ministro de Hacienda de la Argentina a
un funcionario que se encontraba en Londres, 28 de marzo de 1867, L. Pomer,
ib., pág. 327)
«... Lo que hicieron sus hombres en la guerra terrible, se
ha contado a los niños de América, como las hazañas de los
héroes homéricos o los cuentos fabulosos. Porque allí se
mostró con sangre y muerte, saber de patria y de sacrificio,
quizás como en ninguna parte».
(Rubén Darío,
La república del Paraguay,
1912)
—[88]→
—89→
Victorino Abente y Lago
Romance de la paraguaya
Era una noche de luna.
Estando en el Paraguay,
aspirando el grato aroma
de un frondoso naranjal,
vi una joven paraguaya
5
de tierna y hermosa faz,
sentada al pie de un naranjo,
suspirando sin cesar.
-¿Por qué suspiras, le dije,
con tan profundo dolor?
10
-¡Ay!, suspiro, porque tengo
desgarrado el corazón.
La guerra de tres naciones
que a mi patria desoló,
en el mundo abandonada
15
sola y triste me dejó.
Mi padre, siguiendo a López,
allá por Cerro-Corá,
cayó cubierto de heridas
al pasar el Aquidabán.
20
-¿No tienes algún hermano
que mitigue tu dolor?
-Tuve tres, pero yo sola
gimo en la desolación.
Uno murió en el Pilar,
25
otro murió en Tuyutí,
y el tercero defendiendo
las trincheras de Humaitá.
-¿Acaso también tu madre
tuvo esa suerte infeliz?
30
-Después de tantas penurias
murió ella también allí.
—90→
Victorino Abente y Lago (1846-1935):
Hispanoparaguayo, autor del poema «La sibila paraguaya», con el que
se constituyó en «el primer intérprete del sentimiento
nacional, el cantor auroral de nuestro resurgimiento patrio», al decir de
J. O’Leary, cuyas estrofas «de esperanza», agrega, comenzaban
así: «No llores más, Patria mía, / levanta tu noble
frente / y mira el sol refulgente / de un nuevo y hermoso día...».
Fue además el primero en escribir un poema sobre la «Huelga de
oficiales zapateros» en 1913, fenómeno novísimo en la vida
social del país. Recientemente el nieto del poeta, César
Samaniego Abente, dio a luz una voluminosa compilación del vate con el
título de
Antología poética
(1867-1926).
Juan Manuel Ávalos (1840 o 1842-?):
Conocido por
Cangué Herrero, herrero de
profesión y oriundo de Carapeguá. Combatió en la gran
guerra patria en las filas del Regimiento Acá Carayá. «Los
combatientes», dice Pedro Encina Ramos, «entonaban
lucero Aguai’y en sus horas de
descanso».
—101→
Natalicio de María Talavera
Reflexiones de un centinela en la víspera
del combate
(Fragmentos)
... ¡La muerte, idea del horror! ¿Y la
esperanza
que en este ardiente corazón se agita?
¿Y mi noble ambición caerá marchita
al rudo golpe de enemiga lanza?
... ¿Y por qué he de morir? ¿La muerte
acaso
a todos hiere con sus negras alas?
Entre la nube de encendidas balas,
¿no podrá mi valor abrirse paso?
... ¡Al combate, al combate! ¡No más
calma!
Emoción del peligro, yo te ansío;
que al fuego del valor, templada el alma
recobre altivo su indomable brío.
... ¿Quién no hará entonces de valor
alarde?
¿Quién, sordo al eco del marcial estruendo,
en más la vida que el honor teniendo,
huirá al peligro, el corazón cobarde?
¡Nadie!, que todos buscarán la gloria
y al centro de las huestes enemigas
iremos a clavar en sus lorigas
los pendones que anuncien la victoria.
¡Y qué dulce será para el soldado,
aun coronado de fatiga y gozo,
a su patria anunciar con alborozo
nueva felix del triunfo conquistado!
¿Qué hermosa, entonces, de su noble pecho
rechazará el amor y sus caricias?
Cuando la gloria brinda con su lecho,
¿podrá el amor negarnos sus delicias?
Entonces, a los bélicos redobles
sucedarán cariños hechiceros;
la gloria y el amor son compañeros
y por amor y gloria somos nobles.
—102→
Calló el guerrero; el alma enardecida
fingió sueños de gloria y de fortuna...
Y en su lecho de nubes, adormida,
blanca en el cielo apareció la luna.
—103→
Himno patrio
¡Paraguayos!, corred a la gloria
y colmad vuestra patria de honor,
inscribiendo al luchar, en la historia,
nuevos timbres de noble valor.
El feroz y cobarde enemigo
5
que cien veces tembló a nuestra vista
viene audaz a buscar la conquista
de la tierra que el cielo nos dio;
ya sus pasos resuenan confusos,
ya se escucha salvaje alarido.
10
¡Paraguayos!, el suelo querido
el infame agresor profanó.
Del vivac donde cuenta sus glorias
esforzado y valiente guerrero,
y do aguza constante el acero
15
contra el vil y perverso invasor,
¿no observáis al contrario insolente?,
¿no miráis ya sus tiendas plantadas?
¡Extinguid sus feroces mesnadas
de las armas al rudo fragor!
20
Al tañido marcial del clarín
y al clamor de la guerra horrorosa
se levanta gigante y hermosa
la bandera de fuerza y unión;
dulce emblema de gloria y poder,
25
que dio patria y honor a esta tierra;
en la lucha, en la lid, en la guerra
invencibles te ostentas León.
Este suelo inocente y hermoso
que al gran río le debe su nombre
30
es la tierra gloriosa en que el hombre
con su sangre se dio libertad;
aquí alzó la justicia su trono
levantando su espada iracunda;
aquí el siervo la infame coyunda
35
en coronas trocó de igualdad.
—104→
De la patria los templos y altares,
si es forzoso con sangre reguemos,
y en sus aras de hinojos juremos
¡morir antes que esclavos!
40
Desplegada en los aires se mira
de los libres la hermosa bandera,
sus colores mostrando altanera
del rubí, del diamante y zafir.
Natalicio de María Talavera
(1839-1867): Es el primer poeta paraguayo cronológicamente hablando.
Colaboró en los periódicos
El Semanario y en
Cabichuí, este último
periódico satírico escrito en guaraní y castellano que,
juntamente con
El Centinela, trataban de elevar la moral de
los soldados paraguayos. Murió en el frente de batalla. Utilizó
el verso para lo que el momento requería: instrumento de combate. Fue
por eso Talavera el primero en dar significación patriótica y
social a la poesía.
—105→
Poetas y escritores cantores de la patria
perdida
«... es que os pesa la memoria del desastre sin nombre. Es
que habéis sido engendrados por vientres estremecidos de horror, y
vagáis atónitos en el antiguo teatro de la guerra más
despiadada de la historia, la guerra parricida y exterminadora, la guerra que
acabó con los machos de una raza y arrastró las hembras descalzas
por los caminos que abrían los caballos, quizás ignorantes de
vuestra orfandad y de vuestro luto; vivís desvanecidos en la sombra de
un espanto. Sois los sobrevivientes de la catástrofe, los errantes
espectros de la noche después de la batalla».
Rafael Barrett
«¿Lo comprendéis acaso que ha pasado?
¡Malditos!, troncharon nuestra historia
con un furor oscuro y primitivo.
Le quitaron las alas de su estirpe,
le cegaron los ojos,
le torcieron el rumbo de su nave».
Luis María Martínez
—106→
Trabajadores. Obra de
Andrés Guevara, el genial
caricaturista que, junto a Acevedo y Sorozábal, conforman el trío
de los más grandes dibujantes del Paraguay.
Su estilo claro y conciso, de ahorrativas
líneas, en dignificante significación popular, enuncia la amorosa
inclinación de «Guevarita» hacia todo lo que sea
estrictamente pueblo.
—107→
Enrique D. Parodi
Patria
(Fragmentos)
¡Patria, nombre querido que en mis labios
vibras con la expresión de una plegaria,
y enciendes en mi pecho el entusiasmo,
y conmueves de amor toda mi alma!
¡Patria, jardín ameno, do he pasado
las placenteras horas de la infancia,
donde aprendí el lenguaje que el patriota
articula en las horas de desgracia!
¡Patria, diosa querida de mi culto,
compendio de mi amor y mi esperanza;
cuna del patriotismo y la hidalguía,
Polonia de la tierra americana!
... ¡Cuántos recuerdos a mi mente afluyen!
La sangre por mis venas inflamada,
te presenta a mi vista como otrora
de América, matrona soberana.
¡Mas es todo ilusión, de tus grandezas
sólo queda la lava amontonada!
¡La tempestad que te envolvió, furiosa,
deshecho el mástil te dejó en la playa!
¡Y allí, en la soledad de la hecatombe,
los brazos sobre el pecho, abandonada,
esperas como Lázaro el mensaje
la voz que te diga: ¡marcha!
—108→
Fraternidad y Unión
1891 (Fragmentos)
No a la victoria que el cañón anuncia
en el sangriento campo de batalla
dirijo mi cantar; con noble fuego,
canto la gloria del progreso humano,
a cuya luz mi corazón estalla
con la expresión de un ardoroso ruego.
Venga la inspiración. ¡Venga la lira!
¡Venga la luz que el siglo centellea,
que de la ciencia en la sublime idea
el moderno cantor, noble se inspira!
¡Siglo titán! Santuario del progreso,
humilde, bajo, ante tu luz, mi frente,
y doblo la rodilla reverente
ante tu excelsa majestad, opreso.
Tú, con los rayos de tu sol fecundo,
tumbaste el trono de infatuados reyes,
y escribiste en el libro de las leyes
la libertad que redimiera al Mundo.
Tú, las cadenas del esclavo otrora
con tus rayos también fundir supiste,
y con el mismo fierro construiste
la rápida y audaz locomotora.
... La humanidad progresa. Mas la arcilla
con que formó su eterno monumento
es el polvo de cien generaciones
amasado con sangre del hermano,
con lágrimas de todas las naciones,
con veinte siglos de suplicios cruentos
y de opresión del pensamiento humano.
Para formar su cúspide gigante,
que es de la gloria colosal trofeo,
han trabajado Gutenberg y Dante,
Washington, Franklin, Fulton, Galileo.
Obreros, custodiad ese legado
con constancia y anhelo
cual la vestal que con amante celo
custodia el fuego del honor sagrado.
—109→
... Uníos y seréis en el combate
fuertes gigantes que el temor no dobla,
que en fraternal Unión, si el pecho late,
el entusiasmo su valor redobla,
Fraternidad y Unión, hijas del cielo,
Fraternidad y Unión, glorias del hombre,
que siempre sea vuestro grato nombre
el símbolo de paz y de consuelo.
Y que el hombre inspirado en su destino,
conquistando un laurel a cada aurora,
disipe las tinieblas de la mente,
haciendo tremolar eternamente
del trabajo la enseña redentora.
Enrique D. Parodi (1857-1917): Poeta y
ensayista. Sus últimos años los pasó en Buenos Aires,
donde publicaba la
Revista del Paraguay (1891-1898), con el
espíritu y el «recuerdo de la patria lejana» (al decir de
Carlos R. Centurión). Obras: «Contribuciones a la farmacopea
nacional argentina», «La prensa», «El porvenir del
Paraguay», «La República del Paraguay»,
«Vocabulario de la lengua guaraní» (inconcluso) entre los
ensayos. Es autor además de relatos de leyendas guaraníes y
novelas cortas. Su libro en versos es
Poemas, editado en Buenos Aires en 1877.
—110→
Adriano M. Aguiar
Recuerdo a la patria
(En la devolución de los trofeos
conquistados por el ejército oriental en la guerra de la Triple Alianza
contra el Paraguay)
Mayo 21 de 1885 (Fragmentos)
... Soy hijo de ese pueblo que en lucha no se abate
y muere en el combate sin exhalar un ¡ay!
En lid sangrienta y ruda ya demostró a las gentes
que es cuna de valientes el noble Paraguay.
Un pueblo que creyeron ilota, afeminado,
ante el peligro, osado, viril se puso en pie,
como Mesenia supo decir un día «no
temo»,
y un nuevo Aristodermo cada hijo suyo fue.
No vieron sus soldados el triunfo en la batalla,
la sangre, la metralla velaron su mirar,
y muertos, si sus palmas negoles la Victoria,
rayo de luz la Historia hace brillar.
Es digno por la patria caer en la pelea,
que fama gigantea se adquiere, sí, al morir;
cobarde es el que olvida lo que a tal madre debe,
aquel que no se atreve por ella sucumbir.
Ejemplo da Espartaco de lo que puede un bravo,
aun cuando gima esclavo de torpe iniquidad,
y de Guarán el nieto que el gladiador osado
que defendió esforzado la patria integridad.
De prolongada guerra, que todo lo devora,
la llama asoladora comienza en Tatay,
ni pueblos, ni campiñas, ni bosques, nada escapa
de Itapirú hasta el Apa, del Chaco al Amambay.
... ¡Cinco años de exterminio! Por fin la hueste
fiera
luchó por vez postrera allá, en Cerro
Corá,
y López, su caudillo, envuelto en la matanza,
al bote de una lanza rodó al Aquidabán.
Adriano M. Aguiar (1860-1912): Poeta y
narrador. Obras en verso,
Kara-Koutie (leyenda delaware), 1910, y no
coleccionados sobre motivos patrióticos. Prosa:
Episodios militares (sobre la guerra de la Triple
Alianza),
Episodios militares (sobre la guerra de Cuba,
1898),
Varia (cuentos, tradiciones, leyendas).
—111→
Venancio V. López
Al Paraguay
Levanta, patria mía, tu lívida cabeza,
y mira los escombros de tu poder de ayer;
levántate y contempla la huella de grandeza
que sublimes héroes dejaron al caer.
Levántate y contempla la ardiente llamarada,
5
el pabellón que siempre soberbio flameó,
a ver tu poderío mostrando a las naciones,
velando hoy los despojos que el enemigo holló.
Levántate y contempla la ardiente llamarada
de la infernal hoguera de la discordia arder;
10
levántate y contempla la mano ensangrentada,
y grita al parricida: «¡Ah, Bruto!
¡Tú también!».
Cuando aherrojada un día entre cadenas de oro
alzabas en silencio tu altivo pedestal,
tus hijos, tus hermanos, hiriendo tu decoro,
15
vinieron, ¡miserables!, a darte... libertad.
Y fratricidas odios, bastardas ambiciones,
de la sangrienta burla el aguijón mordaz,
rivalidad mezquina y atroces violaciones,
el duelo, la ruina: ¡tal fue tu libertad!
20
Venancio V. López (1862-1926):
Escribió versos patrióticos en su juventud y varios trabajos
jurídicos. Murió en Buenos Aires.
—112→
Alejandro Guanes
Las leyendas
En el báratro de sombras alocado el viento
brega,
ya blasfema, ya baladra, ora silba y ora juega
con el tul de la llovizna, con las ramas que deshoja,
con la estola de una cruz;
ya sus ímpetus afloja, ya retorna, ora dibuja
5
del relámpago a la luz,
un fantástico esqueleto que aterido se arrebuja
del sudario en el capuz.
Caserón de añejos tiempos, el de sólidos
sillares,
con enormes hamaqueros en paredes y pilares,
10
el de arcaicas alacenas esculpidas, ¡qué de
amores,
qué de amores vio este hogar!,
el que sabe de dolores y venturas de otros días,
estructura singular,
viejo techo ennegrecido, ¡qué de amores y
alegrías
15
y tristezas vio pasar!
Por los ángulos oscuros de sus cuartos vaga el
pora.
Es quizás un alma en pena que la vida rememora,
vida acaso de grandeza, tal vez mísera existencia,
¡vida de héroe tal vez!
20
En pesada somnolencia la tertulia se sumerge
en confusa placidez;
es la hora en que sus formas toma el pora y en que emerge
de la triste lobreguez.
Por las épicas leyendas que les cuento,
adormecidos,
25
ya mis hijos, uno a uno, van quedándose dormidos
-las leyendas de portentos, de grandezas
admirables
de aquel tiempo que pasó-;
con sus labios impalpables como un hálito ligero
dulce el sueño los besó,
30
como besa a las traviesas golondrinas del alero;
sólo insomne velo yo.
—113→
Y a mis ojos admirados cobran forma las escenas,
cobran forma y colorido las venturas y las penas
de la edad de mis abuelos, y oigo besos y suspiros
35
en las sombras palpitar;
y en callados, tenues giros, por los ángulos
desiertos
los escucho revolar;
¡son los besos y suspiros que arrullaron a los
muertos
de un amor y de un hogar!
40
Donairosa, blanca dama de peinetas y mantilla,
¡qué bien luce sus fulgores en tus hombros la
espumilla!
¿Fuiste dueña de esta casa, despediste a un
caballero,
y le esperas aún quizás,
a un impávido guerrero que al partir besó tu
frente,
45
y que el rostro volvió
atrás,
al través, acaso, ansioso de una lágrima
luciente,
por mirarte una vez más?
Y el mancebo, tú que arrastras en la sombra la
muleta,
de morrión de tosco cuero y uniforme de bayeta,
50
¿te amputaron esa pierna tras de bélicos
horrores,
y hoy retornas al hogar,
al que sabe de dolores y venturas de otros días,
estructura singular,
viejo techo ennegrecido, que de amores y alegrías
55
todo un mundo vio pasar?
¡Son los muertos!... En la sombra alocado el viento
brega,
ya blasfema, ya baladra; ora silba y ora juega
con el tul de la llovizna, con las ramas que deshoja,
con la estola de una cruz;
60
ya sus ímpetus afloja, ya retorna, ora dibuja
del relámpago a la luz,
un fantástico esqueleto que aterido se arrebuja
del sudario en el capuz.
Alejandro Guanes (1872-1925): Poeta antes que
nada. Obras. Verso:
De paso por la vida. Prosa:
Del viejo saber olvidado.
—114→
Fulgencio R. Moreno
La musa moderna
(Fragmentos)
En medio del fragor con que se mueve,
por su senda triunfal llena de lodo,
el mundo en este siglo diez y nueve,
hay una voz que lo domina todo,
impera en las conciencias, soberana,
y nos habla, cantando, de este modo:
... ¡Pobres poetas que lleváis la carga
de vuestro corazón, no veis acaso
que es la poesía una pasión amarga!
¡Que aquel que asciende en alas del Pegaso
con la ilusión falaz de una victoria,
sólo encuentra derrotas a su paso,
obteniendo, por fin, risible gloria
en oscuro rincón, las secas flores,
del laurel ya marchito de la historia!
... El que quiere ascender hasta la meta
de la aérea región de las ficciones,
invisible adalid, con voz de atleta,
es mero cazador de sensaciones,
sólo busca a su espíritu abatido
un nido de mentiras e ilusiones.
Soy el cantor del mundo redimido,
no por el Cristo de la fe cristiana,
sino por el del oro esclarecido.
Nada me importa la conciencia humana,
todo en el mundo se reduce a cero,
sin el filón de que la dicha emana;
—115→
moderno gladiador, nuevo guerrero,
en mi pecho de bronce sólo late
aspiración sin fin por el dinero;
y llevo por insignias de combate,
los avisos en gruesos caracteres
y las anchas banderas del remate.
Yvá
1892
¿Quién es aquella que va cruzando
sonriente el valle de Pirayú?
Ved: mientras pasa le van cantando
las leves ondas del lago azul.
Abre sus labios tierna sonrisa,
5
sus ojos lanzan brillos de amor,
su cabellera flota en la brisa,
del bosque se alza vago rumor.
Con lento paso la va siguiendo
su amante joven -¿adónde irán?
10
El verde valle van recorriendo,
hacia las faldas del cerro van.
Dios los impulsa -es la heroína,
la inmortal hija de Guaraní;
brilla en sus ojos la luz divina,
15
augur glorioso del porvenir.
Vedlos: ya suben la verde cuesta,
lóbrego abismo se abre a sus pies,
la luna alumbra la falda enhiesta,
¡todo es alegre y triste a la vez!
20
¡Muere el amante! La joven grita:
¡la patria viva!, con ronca voz,
sobre su amante se precipita,
y él al abismo rueda veloz.
—116→
Brilla en sus ojos el patriotismo
25
mas también llora su corazón,
baja los ojos hacia el abismo
dando a su amante postrer adiós.
La luna vierte tristes reflejos
sobre un cadáver que yace allá;
30
la brisa en torno, la onda a lo lejos,
van repitiendo que ha muerto Yvá.
Fulgencio R. Moreno (1872-1933):
Cultivó la poesía en sus años de juventud,
dedicándose posteriormente y por entero a la investigación
histórica. Es uno de los «abogados de la patria», por su
defensa intransigente de los derechos del Paraguay sobre el Chaco, cuestionado
por Bolivia. Sus ensayos históricos son numerosos, entre los que cabe
citar: «Los tratados con Bolivia», «Historia económica
del Paraguay», «Estudio sobre la independencia del Paraguay»,
«La ciudad de la Asunción».
—117→
Juan E. O’Leary
En el natalicio patrio
¡Patria! Yo no te olvido en este día,
y evocando tu fausto natalicio
siento todo tu horrendo sacrificio
y tu tristeza es la tristeza mía.
Ante tanto esplendor que me rodea,
5
en esta Roma de sin par historia,
siento el orgullo de tu inmensa gloria
y adoro, más que nunca, tu bandera.
Mi vida entera consagré a tu culto,
por tu honor me batí como un soldado,
10
ignoré en tu defensa el desaliento...
Y la calumnia, el odio y el insulto,
que mi largo camino han jalonado,
hoy los trofeos son que te presento.
Don Quijote en el Paraguay
... Y un día don Quijote pasó por nuestra
tierra,
en ideal cruzada, cruzado caballero,
erguido en los estribos, el continente fiero,
por la razón negada y la justicia en guerra.
Y en la vasta llanura y en la empinada sierra
5
aún queda de su paso, marcada en el sendero,
la señal sanguinosa del luchar tesonero
contra la fuerza bruta, cuyo poder aterra.
De su lanza en astillas los restos dispersados;
de su espada en pedazos los añicos violados,
10
a los flacos del mundo ya no defenderán;
¡que, tras de cinco años de lidiar,
temerario,
frente a triple enemigos sucumbió solitario,
orgulloso y altivo, junto al Aquidabán!
—118→
La Marsellesa
Himno, plegaria, reto, clamor, voto sagrado,
implacable anatema, grito de libertad,
La Marsellesa llega, bramando, del pasado,
como si en ella hablara toda la humanidad.
Esculpida en el Arco sublime de la Estrella,
5
frente a la efigie regia del isleño inmortal,
parece en este día convertirse en centella
y pasar sobre el mundo en un vuelo triunfal.
Iracundos rumores de muchedumbre fieras,
redobles de tambores, desfiles de banderas,
10
tronar de los cañones y toques de clarín;
la purificadora hoz de la guillotina,
del humano derecho la cifra diamantina...
Todo eso hoy, Francia, evoca tu cántico viril.
Juan E. O’Leary (1879-1969): Poeta e
historiador, llamado con justicia «el cantor de las glorias
nacionales», por ser el primero en proyectar las luces de la verdad sobre
la justa causa del Paraguay en la guerra contra la Triple Alianza y en
justipreciar la inmolación de sus héroes. En poesía fue el
precursor de los temas nativistas, en composiciones tales «El alma de la
raza», «Salvaje» y «Los conquistadores»
(sonetos). En 1971 fue editada una colección de sus poesías bajo
el título de «Canciones de Ultramar». Sus estudios
históricos son entre otros: «Historia de la guerra de la Triple
alianza», «Nuestra epopeya», «El mariscal Solano
López», «El libro de los héroes»...
—119→
Ignacio Alberto Pane
Si vis pacem, para
bellum
¡Abajo, ya, esa máxima que impera!,
pueblo que quieres paz indefinida,
enseñando la máquina homicida
cual su sangrienta garra la pantera.
Quede, echada al crisol, tu arma guerrera,
5
en reja del arado convertida,
y vuelve a las labores de la vida
de esa inquietud constante que te altera.
Busca la paz al fin; al fin aprende
que el hacha al árbol por su flor respeta
10
y en cambio el tronco por su fuerza hiende.
Nada al furor del tigre te someta.
Aprende a ser león: nadie le ofende,
que en el valor es rey... y a nadie reta.
La mujer paraguaya
(Fragmento)
II
Cuando después de siglos, esta tierra,
ya sola y dueña de su gran destino,
se levantó a una voz para la guerra
y de las glorias emprendió el camino;
cuando cundió en dominios paraguayos
la furia del cañón y la metralla;
cuando seguida de mortales rayos
sonó doquier la voz de la batalla;
esta misma mujer, patria sibila,
más noble Elena de la nueva Iliada,
el valor inspiró, siempre tranquila,
hermosa en su altivez, nunca domada.
—120→
Ella fue la vestal que el patriotismo
siempre encendió con su palabra ardiente,
faro de intensa luz que al heroísmo
condujo al paraguayo combatiente.
La vara de Moisés con que la guerra
hizo brotar, magnífico y fecundo,
el raudal de las glorias de esta tierra,
el haz de los titanes de este mundo.
Ella impulsó a su hermano a la pelea,
ella siguió a sus hijos al combate...
Dijo a su amante: «La victoria sea
arra de amor del que mi amor acate».
La trípode inmortal del patriotismo
donde la voz del Hacedor se escucha,
la alta tribuna fue de su exorcismo
que «a vencer o morir» llevó a la
lucha.
En medio de la noche, su silueta
se destacó en el campo funerario
de la batalla, pues buscaba, inquieta,
el cuerpo de su amor entre el osario.
E igual que con su esposo compartiera
el tálamo nupcial en la morada,
con su esposo cayó, fiel compañera,
en el lecho mortal de la jornada.
Ignacio Alberto Pane (1880-1920): Poeta y
ensayista, fue un intelectual talentoso y erudito. Con O’Leary,
contribuyó a reivindicar las glorias patrias y a elevar a sus
héroes vilipendiados por los invasores. Obras:
Poesías paraguayas, 1904, y ensayos
sobre «El indio guaraní», «La mujer
guaraní», «La familia en el Paraguay». Sus
preocupaciones sociales se vieron, ya por entonces, concretadas en estudios
como en «La mujer ante la causa obrera», «Nuestra bandera en
las guerras futuras», «El método y las ciencias
sociales».
—121→
Ricardo Marrero Marengo
Curupayty
Despertaba la aurora. En las guerreras
huestes sonó el clarín el aire hiriendo
y en el espacio retumbó el estruendo
de rudo batallar. Legiones fieras,
estrellándose al pie de las trincheras,
5
al tronar del cañón iban cayendo,
mientras flotaban del volcán tremendo
sobre el cráter las bélicas banderas.
Al declinar el sol, con la victoria
por esfuerzo espartánico lograda,
10
surgió Curupayty para la historia
del Héroe genial de la jornada;
y escalaron las cumbres de la gloria
de la patria, el nombre, el corazón, la espada.
Al Paraguay
Si tu recuerdo evoco, patria amada,
con la nota del alma más ardiente,
poniendo en tu corona bronceada
humilde rama de laurel luciente.
Es que bulle en mis venas un torrente
5
de patrio amor que lleva entusiasmada
mi fantasía hasta besar tu frente
¡Esa frente viril y denodada!
Si en titánica lucha adormecida
caíste envuelta en un girón de gloria,
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no quedará tu fama obscurecida.
Brillarán tus proezas en la Historia,
y del progreso la encendida tea
te arrastrará a las luchas de la idea.
Ricardo Marrero Marengo (1904 o 1908-1919):
Gran sonetista. Dirigió la revista
Tribuna. Su producción se halla
dispersa en diarios y revistas.
—122→
Apéndice. Manuel Domínguez
«El paraguayo... de su carácter sufrido tiene la
culpa la cruz o el alimento o ambas causas.
»Y como sufre dolores el paraguayo soporta trabajos que
matan al extranjero.
»Su imaginación es un poco seca. Su inteligencia es
concreta, analítica, nunca flota en el vacío. La
fraseología huera no es su defecto. Es crítico, filósofo,
a su modo».
«... En la salud del paraguayo, en su equilibrio mental,
reclaman también su parte el agua y la luz. El paraguayo es como el
inca, hijo de su sol rutilante.
»Conquista su independencia y cuando la ve amenazada se
concentra sin recibir un sólo inmigrante durante medio siglo, porque
medio siglo duró la amenaza. Se formó una unidad nacional; los
paraguayos pensaban, hablaban, sentían, vivían de idéntica
manera. Las mismas cualidades, los mismos defectos».
«El paraguayo era superior al invasor como raza y en las
energías que derivan de esta causa: en inteligencia natural, en
sagacidad, en generosidad, en carácter hospitalario, hasta en estatura
que dijo Azara, hasta en lo físico que dijo Thompson, en el
número de hombres blancos que digo yo. Era un blanco
sui generis, bravo, fuerte».
(El alma de la raza)
Manuel Domínguez (1869-1939):
Historiador y ensayista, fue un gran animador o elevador de la moral nacional,
destrozada por la cruel guerra de 1864-1870, por lo que en tal objetivo no
trepidó muchas veces en recurrir a la hipérbole o al
pleonasmo.
—123→
Los precursores
«Frente a un pensador que surge, la sociedad ha seguido dos
caminos: o traerlo para domesticarlo, o perseguirlo para concluir con
él».
Aníbal Ponce
«Descubrir la energía interior y entregarla para
renovar el mundo, he aquí el altruismo».
Rafael Barrett
«Decir la verdad en estos tiempos equivale a desentonar,
pocos son los que se reconocen suficientemente fuertes para hacerlo».
José Ingenieros
«Aún es hora, mi amigo; nunca llega a deshora la
perpetua madrina de mi musa, la aurora».
Manuel Ortiz Guerrero
—124→
Rafael Barrett, el implacable
revelador de injusticias, calificado por un líder popular años
después de haber «afilado su pluma como un bisturí» y
metido «hasta el mango en la pústula social, en carne de usureros,
de yerbateros, de todos los explotadores de la
tierra».
—125→
Rafael Barrett
No mintáis
No mintáis, hermanos.
Si vivís en la ciudad donde hombres con zapatos de charol
y cuellos planchados manejan el dinero de las aduanas, no digáis que los
que andan descalzos y medio desnudos son felices, porque no lo son.
Si habitáis en casas de ladrillos y de piedra, con
vidrios en las ventanas y puertas que ajustan, no digáis que
están contentos los pobres en sus escondrijos de barro, porque no lo
están.
Si os conducen de una parte a otra en ferrocarril o en
tramway, no digáis que los
rastros de bestias en que el campesino hunde sus pies fatigados son
satisfactorios, por que no lo son.
Si coméis pan blando, carne bien guisada, y bebéis
vino perfumado, no entonéis himno de alabanza al inmundo locro de los
ranchos, porque mentís.
No mintáis, graves doctores, hermanos míos.
Coméis y vivís excelentemente, se os saluda en la calle con todo
respeto, vuestras mujeres contemplan sobrecogidas vuestros diplomas de marco de
oro, vuestros hijos, hasta cierta edad, os tienen por sabios, y cuando
calláis, se os escucha con la misma devoción que cuando no
calláis. ¿No os basta eso? ¿Porqué habláis
del «pueblo»? Hablad de vuestros honorarios, de vuestros
expedientes, de vuestros informes sesudos, de folletitos académicos que
os dedicáis llamándoos ilustres, insignes y salvadores de la
patria. Hablad de vuestros pleitos. Hablad de política. No
habléis del pueblo. No.
Pero si queréis ver a ese pueblo, cara a cara, si
queréis tocar y oler esa carne que suda y que sufre, no tenéis
necesidad, no, de que yo os lleva a las soledades de Yabebyry. Id a vuestra
cocina, oh doctores, y allí encontraréis alguna sierva que os
lava platos y lame vuestras sobras. Preguntadla cómo se alimenta
«el pueblo soberano» y cómo vive. Preguntadla por la salud
de sus hijos, y si sus hijos pueden contestar, preguntadles quién fue su
padre.
—126→
No, hermanos escribas. Acaso entendáis de finanzas. Acaso
el presupuesto no tenga misterios para vosotros. Pero no entendéis de
pueblos. No mintáis de pueblos. No mintáis de lo que no
entendéis. No mintáis.
Mientras el dolor no os abrase las entrañas, mientras un
día de hambre y abandono -siquiera un día- no os haya devuelto a
la vasta humanidad, no la comprenderéis. Creeréis
«frasecitas de efecto» las que se escribieron llorando. Sois
incapaces ya de distinguir la verdad de la mentira, los que aman vuestro
país de los que le sacan el jugo. Callaos, pues, única manera de
[que] no mintáis. Esperad en silencio a que el sagrado dolor os abra los
ojos.
Y dejadnos hablar a los que sufrimos, a los enfermos, sí,
a los que hemos conocido el hospital y la cárcel. Pero no escribo para
vosotros, sino para aquéllos de mis dolientes hermanos paraguayos que
han aprendido a leer.
La torre de marfil
(Fragmento)
... estos traidores a su fama, se dividen en dos clases. Los
unos pretextan que el oficio de las letras es criadero de pobres, y prefieren
lucrar en un rincón. Con tal de cenar, renunciarían a concluir el
Quijote. Los otros, enredados en su pureza, dicen que se preparan, que
aún es tiempo, y que de no producir cosas notables, mejor es no producir
cosa alguna.
La defección de los primeros no es tan calamitosa como la
de los segundos. Debemos desconfiar de los que no estiman bastante su carrera.
Entre escribir y ser ricos, eligieron ser ricos. Demostraron que no
merecían ser escritores. Nacieron verdaderamente para picar pleitos o
para vender porotos o, lo que es peor, para mandar. No lloremos demasiado la
fuga de los infieles al arte que se acomodan con el destino de un Rotschild, y
llamemos a la torre de marfil donde se encierran los indecisos.
—127→
-¡Salid! Perfumemos los pies en el rocío de los
campos. Descubramos lo que el monte oculta. Viajemos.
-Nuestra torres es muy bella.
-No hay cárcel bella.
-Estamos cerca del cielo.
-¿De qué os servirá lanzar al cielo vuestra
simiente, si no cae a tierra? Sólo la humilde tierra es fecunda.
-El polvo nos asfixia. El pataleo de la plebe nos da asco. El
sudor de la soldadesca hiede. La realidad mancha y aflige: es fea.
-Porque no sois bastante agudos para penetrar su hermosura. El
mundo os abruma, porque no sois bastante fuertes para transformarlo. Os parece
oscuro y triste, porque sois antorchas apagadas.
-En cambio, nos entregamos al maravilloso resplandor de nuestros
sueños.
-¿Qué valen vuestros sueños, si no los
comunicáis? Hacedlos universales y los haréis verídicos.
Mientras los guardáis para vosotros, los tendremos por falsos.
... -El presente nos rechaza tal vez, por no doblegarnos a sus
exigentes miserias. Nos refugiamos en el pasado. Somos los eruditos de la
tumba...
-Os refugiáis en el pasado, como muertos que sois. Si
estuvierais vivos, os refugiaríais en el porvenir. Desenterrad en buena
hora, mas no cadáveres. Resucitad a los difuntos o dejadlos tranquilos.
¿Para qué traer su podre al sol? Ya que tanto afán
tenéis de frecuentarlos, id vosotros a ellos; huid a la región de
la eterna sombra. Mas si os decidís a vivir con nosotros, vivid de
veras, no en simulacro, vivid en vida y no en muerte. Respirad el aire de
combate común y empezad vuestra propia obra...
Rafael Barrett (1874-1910): Pensador
profundo y luchador decidido. Fue uno de los primeros en observar
críticamente la realidad política y social del Paraguay. Su
influencia sobre los intelectuales del país ha sido notoria y muchas de
sus formulaciones aún mantienen plena vigencia.
—128→
Moisés S. Bertoni
«Refiriendose al trabajador de nuestra campaña,
decía: »‘Se le acusa de no ser trabajador, de ser dejado,
perezoso. ¿Es cierto todo esto? Señores: antes de afirmar, antes
de acusar, es menester averiguarlo todo, estudiar las condiciones en que vive
el campesino, oír su defensa. ¡No! Nuestro campesino, por su
naturaleza, no es perezoso. Hagámosle justicia, y estudiando
imparcialmente, sin prevención, sus condiciones de vida, veremos que la
causa del mal que aqueja nuestra agricultura está en otra
parte...’» (Francisco Gaona,
Introducción a la historia gremial y
social del Paraguay, T. I, pág. 199).
«... Si un pueblo es tal como lo ha hecho su historia, el
estudio de la verdadera historia de las masas populares se impone, su
conocimiento siendo indispensable para la juventud educada, con el fin de que
ésta llegue a conocerse a sí misma, en sus virtudes y defectos,
sin lo cual no podría tener una visión clara de su misión
ni suficiente fe para vencer los obstáculos. Esa historia popular que en
un último análisis es la verdadera historia de la raza - es
siempre diferente de la historia de las clases dirigentes y de los gobernantes
- y en este país, donde tal diferencia es tan grande que llega
frecuentemente a la oposición. Casi lo único que se enseña
en las escuelas es la historia de los gobernantes, reducida a veces a una
árida cronología de sucesos palaciegos y miliares...»
(Francisco Gaona, íd., pág. 19).
Moisés Santiago Bertoni (1857-1927):
Botánico, fue el primero en apreciar y destacar las riquezas naturales
del país, y las virtudes de la civilización guaraní.
Escribió innumerables obras sobre la flora del Paraguay, y sus
conclusiones agrícolas aún se utilizan hasta nuestros
días.
—129→
Blas Garay
«... No son precisamente principios los que nos faltan...
aquí lo que se precisa son hombres, imbuidos en las nuevas corrientes de
ideas que informan las ciencias sociales y capaces de dirigirlas y de
aplicarlas racionalmente a la gobernación del Estado... aquí no
necesitamos que las ideas modernísimas se incorporen en la
legislación; necesitamos que inspiren el hacer
político».
«Yo me inclino al socialismo... Deseo que los principios
socialistas, para los cuales está el Paraguay mejor preparado, por sus
antecedentes históricos, que ningún otro pueblo de
América, predominen en cuanto sea justo en nuestras leyes y en nuestras
costumbres gubernamentales».
«Tiene aquí la actividad humana campo tan ancho en
que ejercitarse; hay tanta necesidad de brazos... el capitalista sufre por lo
general en el Paraguay una verdadera tiranía de la ley que le impone el
trabajador. Mayor, muchísimo mayor que la oferta de brazos, es la
demanda de brazos. No necesitamos, pues, reaccionar contra el capital; no
necesitaremos en muchísimo tiempo. El Socialismo ha de aplicarse,
mientras esa remota eventualidad de la tiranía del capital se realice
aquí, a procurar remedio para otros males, a suplir las deficiencias de
la iniciativa individual, a encaminarla y estimularla. Repito, aquí lo
que hace falta es el hombre y el pueblo».
(Carta a Francisco L. Bareiro, julio de 1899, citado por
Francisco Gaona, pág. 256 de
Introducción a la historia gremial y
social del Paraguay).
Blas Garay (1873-1899): Historiador de gran
talento, se preocupó por cuestiones que interesaban el pasado y futuro
del país. Murió lastimosamente a temprana edad en circunstancias
trágicas.
—130→
Documentos de época
«... Ya es tiempo de reconocer que todo lo que existe
artificialmente en nuestro globo terrestre, como son ciudades, inmensas
extensiones de tierra no cultivadas, canales, puertos, vías de
comunicación por mar y tierra, instrumentos de trabajo y todos los
adelantos científicos, son hechos por muchas generaciones y con miles de
millares de trabajadores, por lo tanto también pertenecen a todos y no
exclusivamente a esta clase de privilegiados, falsamente políticos,
embusteros, clericales, asesinos de la humanidad, proteccionistas de los
grandes ladrones y asesinos y justicieros de los inocentes y explotadores del
trabajador; en una palabra, todo lo que existe a nuestro derredor pertenece a
todos los trabajadores, ya que con sangre y sudor hemos contribuido en
construirlo; y no a esta camarilla de zánganos que con sus
constituciones, códigos, dioses imaginarios y santos de madonas se han
convertido en dioses y gobernantes para vivir a costa del que produce y robar
el oro que nosotros mismos hemos extraído de las entrañas de la
tierra a fin de poder decir que con el oro o capital se compra el producto del
obrero, sin tener en cuenta esos verdaderos ladrones que tanto el oro como los
demás productos son creados por los trabajadores mismos...».
(Fragmento del manifiesto «Grupo de los Hijos del
Chaco», publicado en
La Democracia del 21 de mayo de 1892).
«... Hay períodos en la vida económica de
los pueblos, en que por la lucha antagónica que sostiene el mundo de la
especulación mercantilista, las colectividades productoras están
amenazadas de ser aniquiladas. El presente período no puede ser
más crítico para la clase trabajadora; todas las demás
clases sociales procuran sacar el mayor provecho de esta situación
excepcional; únicamente la clase obrera es la condenada a no salir de la
miseria y difícil situación por que atraviesa. No es de pueblos
civilizados consentir que la anemia consuma los organismos obreros; se ha de
procurar su conservación y bienestar si se tiene alguna
convicción de que la verdadera riqueza social está en el
trabajado desarrollado por éstos...».
(Fragmento del pronunciamiento de la Sociedad de Resistencia de
Obreros Carpinteros y Anexos, julio de 1906).
—131→
Motivos de la Federación Obrera Regional
Paraguaya
«Considerando: Que el desenvolvimiento científico
tiende cada vez más a economizar los esfuerzos del hombre para producir
lo necesario a la satisfacción de sus necesidades; que esta misma
abundancia de producción desaloja a los trabajadores del taller, de la
fábrica y del campo, convirtiéndolos en intermediarios y haciendo
con este aumento de asalariados improductivos cada vez más
difícil su vida; que todo hombre requiere para su sustento cierto
número de artículos completamente indispensables, y por
consiguiente necesita dedicar una cantidad determinada de tiempo a esta
producción, como lo proclama la justicia más elemental, que esta
sociedad lleva en su seno el germen de su destrucción en el
desequilibrio perenne entre las necesidades creadas por el progreso mismo y los
medios de satisfacerlas, desequilibrio que produce las continuas rebeliones que
en forma de huelga presenciamos; que el descubrimiento de un nuevo instrumento
de riqueza y la perfección de los mismos lleva la miseria a miles de
hogares, cuando la razón nos dice que a mayor facilidad de
producción debiera corresponder un mejoramiento general en la vida de
los pueblos; que este fenómeno contradictorio demuestra la viciosa
constitución social presente; que esta constitución social es
causa de guerras intestinas, crímenes, degeneraciones, perturbando el
concepto amplio que de la humanidad nos han dado los pensadores más
modernos, basándose en la observación y la inducción
científica de los fenómenos sociales; que esta
transformación económica tiene que reflejarse también en
todas las instituciones; que la evolución histórica se hace en el
sentido de la libertad individual; que ésta es indispensable para que la
libertad social sea un hecho; que esta libertad no se pierde
sindicándose con los demás productores, antes bien se aumenta por
la intensidad y extensión que adquiere la potencia del individuo; que el
hombre es social y por consiguiente la libertad de cada uno se limita por la de
otro, según el concepto burgués, sino que la de cada uno se
complementa con la de los demás; que las leyes codificadas e impositivas
deben, en constatación de leyes científicas vividas de hecho por
los pueblos y gestadas y elaboradas por el pueblo mismo en su continua
aspiración hacia lo mejor, cuando
—132→
se haya verificado la
transformación económica que destruya los antagonismos de clase
que convierten hoy al hombre en lobo del hombre, y funde un pueblo de
productores libres para que, al fin, el siervo y [el] señor, el
aristócrata y el plebeyo, el burgués y el proletario, el amo y el
esclavo, que con sus diferencias han ensangrentado la historia, se abracen bajo
la sola denominación de hermanos...» (El
Despertar, Órgano de la Federación Obrera Regional
Paraguaya, N.º 2, año I, Asunción, junio de 1906).
—133→
Apéndice. Cecilio Báez
«... De entonces acá, y sólo desde entonces,
la nación, como ser consciente de sí mismo, se ha sentido como
sujeto de sus propias determinaciones y como causa de su propio
desenvolvimiento, manifestándose como tal persona en la formación
de los partidos políticos, en las luchas electorales, en los debates
parlamentarios, en las polémicas de la prensa diaria, en la
organización de las clases obreras y en sus grandes movimientos
democráticos, que se llaman revoluciones populares, que derivan del
derecho de insurrección, o de la resistencia a la opresión,
consignado en el decálogo de la Constitución de 1789. Por eso los
pueblos, cuando se ven privados del goce de la libertad y de la justicia, o
empuñan las armas para reivindicar el derecho usurpado, o se retiran al
Monte Sacro como los proletarios de Roma, o recurren a la huelga general como
los obreros de nuestro tiempo. Yo miro en vosotros, ciudadanos obreros, no a
los enemigos del capital, a los perturbadores del orden, sino a los humildes
postulantes de la justicia, pero así mismo no considero a los
capitalistas, en tesis general, como los opresores de vuestro gremio. No existe
el pretendido conflicto entre el capital y el trabajo, como han dado en afirmar
algunos».
«Lo que hay es que la sociedad no ha llegado aún al
ideal de organización que todos anhelamos, es decir, aquella
organización que evite la injusticia y facilite a las multitudes
desheredadas la adquisición de los medios necesarios para instruirse y
labrarse un bienestar relativo, sin maldecir de las clases llamadas
propietarias...».
«... No puede ponerse en duda que las sociedades modernas
están ya hondamente penetradas del sentimiento de justicia, que se han
determinado como espíritu de humanidad en los pueblos. La
emancipación de las nacionalidades,
—134→
la manumisión
de los esclavos, el advenimiento del régimen democrático, las
tendencias del socialismo contemporáneo y del libre pensamiento, las
doctrinas del arbitraje internacional y del libre cambio contra la guerra y las
restricciones aduaneras, no son sino otras tantas manifestaciones de ese
espíritu de humanidad...».
«... Conscriptos del trabajo, os parecéis a
vuestros hermanos que se alistan bajo bandera para defender a la patria y sus
instituciones. Como ellos, os sacrificáis por el bien de vuestros
semejantes, sin exigir por vuestros servicios más que una modesta paga,
la cual nunca llega a ser la justa remuneración de nuestra ruda labor de
todos los días, con la diferencia, sin embargo, de que alguna vez para
el soldado suena el clarín de la victoria en el campo de batalla,
mientras que para vosotros, agotadas vuestras fuerzas por el trabajo, no hay
más que el toque de fajina al fin de la jornada, sin gloria y sin
laureles...».
(Discurso pronunciado en su calidad de Presidente de la
República el 15 de mayo de 1906 ante una manifestación
obrera).
Cecilio Báez (1862-1947): Estudioso
del derecho e historiador, ocupó en varias oportunidades altos cargos de
gobierno. Fue también poeta.