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ArribaAbajoLuis Resquin Huerta



ArribaAbajoLa prensa

ArribaAbajoLa prensa es un árbol soberbio y frondoso
donde anidan ideas, pone luz la razón;
donde cantan las aves y triunfa la pluma
del pensador que escribe si escribe el pensador.

Tribuna de los pueblos libérrimos y altivos  5
donde campea el bien de un sentimiento grande
tribuna de los libres, del pueblo soberano,
árbol de libertades que en su ramaje expande
la bienhechora luz de un alto pensamiento
alto como la cumbre más alta de los Andes.  10

Árbol de libertades que fructifica en bienes
pregón de las conquistas de la generación humana
te saludo este día glorioso, y reverencio
tus nobles altiveces de justas extrahumanas.




ArribaAbajoCanto a Concepción

ArribaAbajoCiudad de mis mayores, do apacenté mis rimas,
donde soñé mis cosas, donde perdí mi bien;
eres la villa fuerte, que con tu voz animas
el nervio de la patria, trocada en un Bailén.
Tu voz llena los ámbitos de la región norteña  5
con recia clarinada de Patria y Libertad;
tu voz, eco del cielo, un eco que reseña
la historia de los pueblos con su virilidad.
Tu nombre, Concepción, ha de vivir eterno
en nuestros corazones con hojas de laurel,  10
tu nombre que concibe el gesto sempiterno
del patriota que grita la Democracia, fiel.
Tu ejemplo ha de cundir por montes y llanuras
y ha de volar, cantando, tu Amor y Libertad.
Tu ejemplo bañará de nuestras amarguras  15
los ásperos caminos con leyes de igualdad.
¡Ciudad de la vanguardia en la gesta pasada
prendieran en tu escudo la Cruz del Vencedor!
Ciudad de la vanguardia en la nueva jornada,
prendiera ya en tu escudo la Cruz del Redentor.  20

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Luis Resquin Huerta (1902-1964): Poeta de «estrofas cinceladas y musicales versos», como nos lo señalara Ramiro González, Resquin Huerta fue además fecundo y espontáneo, autor de Auroras azules y Ritos paganos.



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La revista Ocara Poty Cue mí, la heroica publicación que sorteó todos los avatares, siempre al servicio, hasta el presente, de todos los poetas de pueblo del país.

En la presente portada, Agustín Barrios, gran músico y poeta, cuya vida, en sus últimos años, transcurriera en tierras centroamericanas de El Salvador, desgarrado hoy día por una de las tantas luchas de afirmación bolivariana por libertad, tierra y pan.

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Manuel Verón de Astrada. Uno de los pilares fundamentales de la poesía social. Voz de presente y de futuro. Para calificarle podríamos emplear sus propias palabras: «Las almas grandes y soñadoras siempre encuentran un equilibrio o enlace armonioso entre el ayer y lo futuro, para vivir la síntesis de la vida en el presente...».



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ArribaAbajoManuel Verón de Astrada



ArribaAbajoLa marcha...

(Para el héroe de las grandes reivindicaciones patrias, cuyo nombre guarda el pueblo)


(Agosto de 1947)


ArribaAbajo... Y la esperanza sigue con tu marcha
por los largos desiertos y las selvas
afiebrados de trópicos y vientos;
por atajos de espinas mancillados
sobre la tierra ardida.  5

Un cielo acribillado de rojas inclemencias
y mareas furiosas de truenos y centellas,
no ahogan las huellas de tu sangre.
Es que héroes con signos de planetas
no sienten el rigor de las borrascas,  10
ni le duelen los trágicos aullidos
de la jauría con amos extranjeros.

La civilización traspasas,
y a los yerbales llegas,
donde descansan siglos de ignominia  15
y el hombre no despierta.
El indio, que no mira al semejante,
ve tu presencia y siente su esperanza;
y el mensú de piel curtida y alma atormentada,
que hace treinta años no percibe  20
el iris de la vida en su destello,
aguza sus oídos, taponados de vientos y de selvas
para escuchar tu verbo,
que tiene el parpadeo y el son de las tormentas.

Y héroe o titán, dijiste,  25
se aventará en el sol de una justicia nueva
este infierno que linda con la muerte.
El látigo y el cepo,
y el puñal asesino del capanga,
que cobra con la vida la deuda no adeudada,  30
y el trajín del trabajo esclavizado,
y la explotación manchada en sangre,
y el sudor que amamanta a los vampiros,
viento y polvo serán en el bautismo
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de una mañana para siempre libre.  35
El verde tiembla en las sumisas yerbas
como el alma del feudal que se arrodilla.

Y el peón y el indio y el puestero,
rudos como las piedras de sus cuevas,
recogen tu mensaje y te siguen como tuyos.  40
La luz que se ha vertido en sus pupilas
y el son de la verdad que hizo sonido,
por fin, en el virgo de sus tímpanos,
los han trocado en hombres
con los cinco sentidos en la diestra.  45

La patria te es pequeña,
prócer de las montañas calcinadas,
de la tremenda soledad y del silencio
tendidos en los yermos sin caminos.
Bajaste de nuevo hacia ese Norte con penachos de fuego,  50
no sé si porque buscas al sol embravecido
para lograr su apoyo;
desviando del rostro de tus héroes
su fiesta bochornosa,
o poniendo en la frente de tu patria  55
en eterna libertad su ramo de oro.

Y tu país pequeño se dilata
para acogerte todo y grande.
Sus ríos se prolongan para llevarte lejos,
o se agachan chiquitos como las bestias mansas  60
para ofrecerte el paso.

Sobre tus hombros de centauro marcha ahora
todo el ensueño roto en el camino.
La pólvora, el fusil y la bandera
aventados en el viento del fracaso  65
cobran nuevo sentido en tus legiones.

Es que eres en el distante Norte
el punto luminoso de una idea,
que irá creciendo siempre
hasta fundirse en la luz de la mañana.  70
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No sé si has de retornar un día
con tu pequeña estatua de gigante.
No sé si volverás, corpóreo, material,
con tu elocuencia de océano altanero.
Pero sí volverás.  75
Retornarás total... y más,
en la historia, en la leyenda y en el verso,
en el asombro fecundo de las masas.




ArribaAbajoSombra y aurora

(1948)


ArribaAbajoQuieren a mi patria, fría
como arrancadas del trópico sus venas,
como apagada su substancia ardiente
de yerba, de naranjo y de quebracho.

Quieren ver su alto sol sobre un sudario  5
de hombres macilentos y adormidos,
de mujeres nostálgicas, enfermas,
de niños miserables y apagados;
y en cadena su firme pulso indio
que levantó un ariete formidable  10
contra todo invasor de su destino.

Quieren a mi patria, triste,
con coronas de espinas en su frente,
su estrella mancillada, y sus laureles
convertidos en musgos amarillos.  15

Quieren a mi patria, exhausta,
con su rico subsuelo desangrado;
sus praderas con densas alambradas
donde pastan vacunos de extranjeros
y de feudales cómplices, vendidos.  20

Quieren robar el corazón de América,
cuyo émbolo inmenso
llevó como corriente electrizada
la sangre de libertad hacia otros pueblos.
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Quieren volcar las aguas de su río  25
en el cauce glacial del oro extraño.
Vendar su mariposa de esperanza
y amordazar su lengua de paloma.

Quieren la perla de su fama
convertir en collar de mercenaria.  30
Hacer de un territorio de gigantes
triste pigmeo con los pies de barro.

Mas no conseguirán. El alma de la raza,
que emana de Antequera y Lambaré,
levantará su pulso de diamante  35
para hacer la libertad en esta tierra.




ArribaAbajoElegía del héroe asesinado

ArribaAbajoEres el poema épico
más bello, doloroso y profundo
que acunó la tierra paraguaya
entre pasmo de estrellas y vivaques guerreros.

Escoltan tu existencia más allá de la muerte  5
la selva tropical con su inclemencia,
y el grande río padre que embandera
como a una barca azul el Paraguay.

Viniste cual nuevo zaratustra
del más allá del miedo y de la sangre;  10
de la miseria humana que invalida
el canto de la aurora, la luz y la esperanza.

Viniste, y a tu paso se juntaron
las almas encendidas de libertad y patria.
Viniste a quebrantar las piedras del camino  15
a golpes de barretas y de ideas.

Viniste ¡oh señor de un mundo
próximo a crecer en todas partes!;
pero llegó la noche sin madurar el día
y en ella tu holocausto.  20
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La selva vio tu sangre
hirviendo en la caldera del martirio;
tu cuerpo flagelado,
tu mente repartida
entre el bravo recuerdo de tus luchas  25
y el amor de tu pueblo y tu familia.

¡La soledad profunda y fría
flotando sobre un poniente rojo!
Y como mariposa ensangrentada
el triste sol de agosto  30
tendido sobre tu fosa abierta.

Así moriste: estrella del martirio,
flor temprana asesinada;
pero tu sangre pura, tu sacrificio prócer
serán humus fecundos, banderas redentoras  35
en la martirizada tierra de tu patria.




ArribaAbajoLos grandes al morir renacen

(A José Asunción Flores, en el cincuentenario de la guarania)


ArribaAbajoMaestro:
aunque ya no palpitas en la carne y en la sangre
y tu presencia ya no es luz que perfora la mañana
y vierte en armonías resplandores;
¡todo vive con más intensidad en tu recuerdo!  5
Las grandes multitudes se levantan
a enarbolar tu nombre en su bandera,
y a sostener tu obra con su pulso
de laureles y de auroras.
¡Nada ha muerto, Maestro, con tu muerte!  10

Es que eres inmortal como la idea
como tu propia música profunda,
como los grandes astros que eclipsan a otros astros,
como el albor del día después del sufrimiento,
como la esperanza ante el imposible anhelo.  15

Y tus propios enemigos
que negaron tus hechos y tu nombre.
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Los que desde hace años tu muerte anticiparon
en el frígido ocaso del olvido,
los que creen que el pensamiento hecho carne  20
y la música -pájaro alado en el cielo del alma-,
son perecederos con la carne del hombre.
Todos esos pequeños seres sin tuétanos ni olfatos,
ignorantes que el sueño es proa de la vida
y el arte su esencia sublime,  25
se han de levantar un día
a encandilarse en tu gloria incandescente,
igual que los insectos ante la llama de una estrella.
Y el odio por primera vez
tenderá la mano a la emoción humana.  30
¡Oh la maravilla de las grandes muertes!

Nunca el axioma fue tan cierto como ahora:
que los grandes al morir renacen;
y tú, Maestro Flores,
has renacido al fenecer tu cuerpo.  35
¿Quién no vive en ti y no siente tu música?
Cantan y silban tu guarania-panambí sonoro
la lavandera, el cocinero, el mozo del cordel,
el sirvientillo, el lustrabotas;
las más sencillas gentes  40
que nunca conocieron solfeo ni pentagrama.
Es evidente que eres, sin que lo supieras,
el epónimo padre, vivo o muerto,
de las armonías cumbres de esta tierra.

Nada podrán por eso los que creen  45
que se puede despeñar una montaña
con un mal pensamiento de regreso;
que se puede adulterar el sentimiento humano
con caudales, patrañas y mentiras.

Un farallón de pechos conmovidos  50
custodia noche y día tu honor y tu memoria;
y una indomable juventud creadora
labra tu estatua inconmovible, eterna,
igual que tu guarania hecha de flores.

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Manuel Verón de Astrada (1903): Poeta de exuberancias verbales, ha sabido anudar, sin embargo, a su alta nota hímnica una caluroso mensaje de solidaridad humana de cara siempre al porvenir y un profundo sentimiento patriótico de no desmentida proyección. Cabe recordar que habíamos ya señalado en cierta oportunidad que Verón de Astrada no está en ese límite indeciso o indefinido que recriminaba a viva voz el caro Manuel González Prada: «¡Lejos de aquí los teóricos y soñadores que trazan demarcaciones entre ciudadano y poeta!». Versos: Banderas en el alba, El tajo del Manorá, Intermedio lírico. Tiene inédita una colección titulada Cantos liberados.



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ArribaAbajoDora Gómez Bueno de Acuña



ArribaAbajoSon crueles los hombres

ArribaAbajoSon crueles los hombres.
¡Cuánto dolor callado, cuánta pena, Dios mío,
hay en mi corazón! ¡Son crueles los hombres!
¿Pero mi voz qué vale?, débil acento exótico;
gritaré en el vacío, gritaré por los vientos,  5
por todos los caminos, hacia el este y oeste,
hacia el norte y el sur... pero mi voz qué vale...
se destrozan los hombres, corren mares de sangre,
se abaten las cabezas, se enlutan las mujeres,
se mutilan las almas, se mutilan los cuerpos  10
y el horror de otra guerra despiadada y maldita
hoy busca nuevas víctimas en seres inocentes.

¡Son crueles los hombres, son crueles los hombres!
Pero mi voz qué vale, voz de mujer y madre;
se perderá en la inmensa lobreguez de la tarde.  15




ArribaAbajoUn grito a Francia

ArribaAbajo¡Por el martirio enorme de tu sangre
te canto, Francia, Francia!
América también florece en lirios,
renueva tus raíces,
al otoño avasalla y al invierno,  5
y hoy es grito rotundo
sobre la faz del mundo.

Por el dolor de todas mis hermanas,
te canto, Francia, Francia;
por el ansiado grito de la entraña  10
que amordazó los muros
espesados de sombras de silencio,
por ardidos geranios
que acuchilló el deseo.
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Por todas las mujeres de la tierra  15
que han esperado en vano,
y han mordido sus ansias en la hoguera
de horizontes secretos,
por la rosa de luz que no se abriera,
por la corola mustia,  20
te canto, Francia, Francia.

Hoy ha bajado para ti el lucero
más bello y más antiguo,
hoy de nuevo se encienden tus diamantes
y florecen tus lirios;  25
hoy, como ayer, el más soberbio grito
por el aire del mundo,
hoy, el grito rotundo
¡es libre, Francia, Francia!

Dora Gómez Bueno de Acuña (1904): Voz ardiente de nuestra poesía femenina, quizás con la más alta nota en motivos eróticos sobre el trasfondo de un medio social renuente a los llamamientos espontáneos de la vida y sus exigencias. Obras: Flor de caña, Barro celeste, Luz en el abismo, Vivir es decir.



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ArribaAbajoIda Talavera de Fracchia



ArribaAbajoPadre nuestro

ArribaAbajo¡Padre nuestro que estás en los cielos!
De rodillas te imploro piedad
por aquellos que marchan gimiendo
bajo el peso de negra orfandad.

Padre nuestro que ves los errores  5
de los ricos y pobres mendigos,
cuyas almas sin fe tambalean
como secas espigas de trigos.

¡No desoigas mi humilde plegaria!
Tus rebaños están perseguidos  10
por la loca jauría sangrienta.

¡Mira el caos terrible del mundo!
¡No nos dejes sin luz y perdidos
en su abismo temible y profundo!




ArribaAbajoInjusticia y olvido

ArribaAbajoLabriego de mi tierra, quebracho de la selva,
llora sobre su pecho la guitarra aborigen
como si cada una de sus vibrantes cuerdas
estuviesen ligadas para siempre a su origen.

Ruda expresión humana, angustia sin remedio,  5
humilde proyección hacia un mañana incierto...
Se desangra su vida copiosa y lentamente
y lo agobia la sed de su propio desierto.

Raíz de llama viva quemándose en la noche
del tiempo, abierto como un grito absoluto  10
al dolor de vivir que nada justifica
ni compensa. Pasado presente y futuro
amalgamado en un sólo destino,
¡injusticia y olvido!

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ArribaAbajoProtesto

(Fragmento)

Protesto
contra el fraude y las infamias,
contra el bloque siniestro
del silencio,
cómplice de la injusticia humana.
Contra el ataque a ultranza
a que se lanza
el hombre
sin distinción de raza.
Se civiliza el mundo
y retrocede el alma;
la historia se repite,
no cesa la injusticia
ni disminuye el hambre,
no callan las metrallas
sus voces asesinas
y corre un mar de sangre.
No aprenden los humanos
ni superan sus vicios,
se matan los hermanos,
arrasan las ciudades
e incendian catedrales.
Pregonan democracia
pero no se desprenden
del resabio maldito
de oprimir y matar;
no construyen, derrumban,
llenan fosos y tumbas
de tristes y oprimidos,
de mujeres y niños
que pululan perdidos
por la noche sin fin.
¡Protesto contra el bloque
siniestro del silencio,
el criminal silencio
de los que saben más,
los sabios y eruditos,
los hombres de conciencia
que sofocan el grito
y callan las infamias,
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el robo y la matanza,
la ambición desmedida,
la torva intemperancia
que lleva hacia el desastre
la vida universal!
¡Protesto contra todos
los vicios de este siglo
y acuso a los que ponen
las luces de la ciencia
al servicio del mal!


ArribaAbajoLo que yo sé

Lo que yo sé no lo aprendí en los libros ni me lo dijo nadie. Surgió solo como surgen las lágrimas, como el grito de un niño traspasando las sombras. Como el agua que surge en la tierra, para calmar la sed infinita del hombre.

Lo aprendí de los rostros macilentos, del correr silencioso de las lágrimas de todos los hambrientos.

De los cuerpos raquíticos de una legión de muertos, que marcha por criminal desierto, lo aprendí del horror y del desprecio. Lo aprendí de las mujeres grávidas abandonadas por los hombres necios. Lo aprendí de los niños harapientos, que se ganan el pan por esas calles, aprendices precoces de la vida, sin fe, sin ilusiones ni esperanzas, pero lleno de angustias y de heridas; lo que yo sé, no lo aprendí en los libros ni me lo dijo nadie. Lo aprendí de las negras amarguras y la crueldad humana, que eternamente emana como manantial de la espesura, como la sangre limpia que borbota de las arterias rotas.

Lo aprendí del veneno que algunas almas vierten sin medida ni freno sembrando la calumnia en su camino27 como negra vendimia, fruto del egoísmo y de la envidia. Lo aprendí de los parias, los mendigos, los infelices que no tienen nada, los que llevan la sombra de la noche en el fondo del alma agazapada; los que caminan solos por el criminal desierto, para quienes el hambre y el tormento jamás tienen un puerto; lo aprendí de los tristes, de los guachos, para quienes no existen ni leyes ni justicia, víctimas indefensas de la estulticia humana, lo que yo sé no lo aprendí en los libros ni me lo dijo nadie.

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No te asombres. ¡No!

Lo aprendí del cansancio que he leído en el rostro del hombre, que marcha tropezando en las tinieblas sin encontrar jamás, llevando la tragedia dibujada por la mano cruel de la injusticia en su pálida faz.

Lo que yo sé no lo aprendí en los libros ni me lo dijo nadie. Lo aprendí de los ricos, los avaros, los que adoran los cofres, los grandes financistas, que succionan la sangre de los pobres, los que nunca sintieron la miseria empobrecer su sangre, ni fueron golpeados en el rostro por el puño esquelético del hambre. Lo que yo sé no lo aprendí en los libros ni me lo dijo nadie. Lo aprendí de los ranchos miserables donde viven los pobres. Seres analfabetos, visionarios que esperan la justicia de los hombres. Pero los hombres todos de la tierra, están aún en la sombra...

¡Quieren guerra! Envueltos en la noche que nos cubre como inmenso manto, no ven ni les importa el triste llanto de los desheredados. Que viven en pocilgas como bestias, de la mano de Dios casi olvidados.

Lo que yo sé28 no lo aprendí en los libros ni me lo dijo nadie.



Ida Talavera de Fracchia (1913): Poeta de gran fuerza y contenido, su obra no ha sido aún valorada en su justo sentido. Su febril actividad la ha llevado a escribir versos en guaraní y a pintar en forma continua. Obra: Esto de andar (1966) e inéditas «Protesto», «Sin brújula en la noche», «Lámpara en vigilia», «Amanecer demorado», y en guaraní «Jherugua Poty».





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ArribaAbajoJulián Villamayor



ArribaAbajoLirios al adiós de Hérib


ArribaAbajoYo te debo este canto de afecto demorado
cuando está aún inmadura tu nota de partida...
¿Qué abatió tu oriflama de audaz predestinado
de agotarte en bellezas para exaltar la vida?

Esos pocos muchachos que contigo hacían migas,  5
borroneando de estrofas cuadernos de estudiante,
te debemos el oro de tus dulces espigas
y esa marca de estrellas en la frente anhelante.

Sobre el mar hay revuelo de alocadas gaviotas,
porque las olas mecen la tuya de alas rotas,  10
como boya de armiño coronando la espuma.

Y el fragor de tu verbo de admonición retumba
en la paz de silencios que apisona la tumba
y en el polen de fuego de tus versos de bruma.


Hablo con tus imágenes de greda torturada  15
que acarician mis manos transidas de alfarero;
y mis dedos enjoyan fulgores de cascada
y mis ojos se imantan de fiebres de lucero...

Cuajada de arenillas tu brújula de vientos
marcó su último rumbo en palpitar de sismo;  20
con ancla de diamantes y huesos cenicientos,
se redime ahí la tierra que amputaste a ti mismo.

Yo te traigo del surco la semilla soleada,
en oblación de selva, del hacha y de la azada,
con sudor de martirios y brotes germinales.  25

Y traigo tus antorchas, en siete hogueras vivas,
para tu noche en tránsito a celestes estibas,
para tu vía láctea hacia auroras boreales.

Julián Villamayor (1905-1974): Es un poeta de grandes atributos. Aún se mantiene inédito su anunciado libro Rosas de arcilla.



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ArribaAbajoHipólito Sánchez Quell



ArribaAbajoVaradero

ArribaAbajoEl viejo aserradero sus puertas va cerrando.
Obreros fatigados salen y van marchando
por la empinada cuesta hacia el café vecino
a echar su cotidiano trago de fuerte vino.
Por sobre las casuchas sucias del arrabal  5
destaca su silueta doliente el Hospital.
Fondea entre las pardas vigas del Varadero
-olorosas a brea- un barco naranjero;
canta un embarcadizo mientras hace la cena
y un loro barranquero dice una frase obscena.  10
Fumando su toscano, vestido de palm-beach,
cruza la bocacalle un gordo nouveau-rich...
Retazo de otros tiempos, cual un vejete agónico
se desmaya en la loma un poste telefónico.
Y grita un canillita pregonando el periódico  15
en la tarde que muere con un gesto espasmódico...




ArribaAbajoNocturno de la Chacarita

ArribaAbajoLaberinto de ranchos apiñados,
vericuetos y obscuros precipicios,
e incrustados por entre los resquicios
epilépticos árboles colgados.

Nocturna lobreguez. Silencio y frío.  5
Fosforean los ojos de algún gato
y viene con el viento de cada rato
un grito espeluznante desde el río.

Entre los matorrales de herbezuelas
surge un cruce de cinco callejuelas...  10
Seguimos, al azar, por un terreno.

¡Unos perros que ladran con furor
y una vieja que insulta con horror!
(Entramos por error a un patio ajeno).

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Hipólito Sánchez Quell (1907): Historiador y poeta. Tiene más de una docena de estudios históricos editados. En materia de poesía ha publicado Tríptico de la poesía rioplatense, un estudio de la poesía argentina, uruguaya y paraguaya, y El minuto fugitivo. Tiene un estilo bastante personal, donde lo satírico y lo contemplativo están presentes.



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ArribaAbajoArnaldo Valdovinos



ArribaAbajoEl mutilado del agro

ArribaAbajo¡Quién duda que te hará falta esa pierna,
cuyo pedazo trunco
hoy oscila como péndulo roto
entre tus dos muletas!...

Eras un hombre libre, sano y fuerte,  5
sin temor a la vida ni a la muerte.
Macho para el trabajo y los dolores,
las huellas de tus pies dominadores
de malezas hostiles, de marañas
hirsutas y malignamente hurañas  10
marcadas han quedado en los caminos
de todos los recodos pueblerinos.
Amabas el trabajo y el pedazo
de tierra que sembrabas. Había un lazo
de afecto natural que decidía  15
tu apego hacia el sembrado y la alquería.
¡Eras todo un creador! Bajo el milagro
de tus manos curtidas en el agro,
las semillas tornábanse fecundas,
y sentías secretas y profundas  20
sensaciones humanas y divinas
desbrozando del suelo las espinas.
Y así, con la conciencia de tan santo
destino, tú sentías el encanto
y el orgullo de un Dios bueno y creador  25
en tu placer viril de sembrador.
Tu ambición era estrecha; tu pobreza
no turbó la ansiedad de la riqueza;
un dictado secreto te decía
que más de lo que eras, no serías;  30
además, abonabas tales creencias
en constantes y ajenas experiencias.
Así, nunca tuviste sueños vanos;
no podías ser más que tus hermanos
campesinos, presentes y pretéritos,  35
a pesar de tus luchas y tus méritos.
—230→
Por la fuerza ancestral y fatalista
de esta anímica herencia pesimista,
no creíste jamás que la fortuna
tuviera que ofrecerte gracia alguna.  40
¡Pero tú eras feliz!
Tu noción de la vida y de Dios era
sencilla, clara y buena a tu manera.
Lo que la ciencia cree impenetrable,
muy fácil lo volvía y explicaba  45
tu nativo evangelio: la agüería.
¡Jamás te preocupó la trilogía,
ni aquello de si Cristo es Jesucristo,
si es un Dios en verdad o sólo un hombre!
A ti ha llegado el eco de su nombre  50
con la mágica escolta de la gloria,
desde el seno lejano de la historia,
y en él tu fe sencilla ha descansado.
No escuchaste jamás el cuento amado
de las mil y una noches, ni en tu ingenio  55
sospechaste que un tiempo vivió un genio
al cual los hombres llaman Napoleón,
y que del mundo fue la admiración.
No oíste nunca hablar de la cultura
oriental, como base o levadura  60
de la otra llamada de occidente,
ni del senil achaque que resiente
a las naciones clásicas de Europa,
que hacia el Oriente vuelve, viento en popa,
en medio de un espasmo de agonía,  65
según dicen las doctas profecías...
Sencilla fue tu idea religiosa:
todos los santos son la misma cosa,
pero eso sí, alguno es más amigo
que otros, pues soporta ser testigo  70
de cualquier juramento; además,
lo bueno que le pides a él, jamás
-ni lo malo tampoco- se ha negado
de hacerlos, que por algo es «tu abogado»
para todas tus cuitas y pesares.  75
Tú también, es verdad que en tus andares
has demostrado serle más que fiel;
¡si hasta un nicho le abriste en viva piel
de tu cuerpo! Allí, o en su rosario,
—231→
llevas su efigie en santo escapulario.  80
Tus días matizaban con motivos
baratos, pero plenos y emotivos
para tus concepciones y sentires;
correr a campo abierto hasta que estires
la lengua de cansancio, tras los teros  85
o perdices, en tardes de aguaceros
propicios; o tomar tu fiel amiga
la guitarra, que irá para que diga
por ti, frente al tapyi de tu morena,
cuáles son tus dolores y tus penas,  90
y para ello cruzar el malezal
con la magia instintiva y nocturnal
de quien trabó amistad con las estrellas.
No te inquietaron nunca las querellas
de este mundo pagado de maldades.  95
No sabías de extrañas dignidades
caprichosas y abstractas, que fecundan
los males y tragedias que hoy inundan
a los pueblos. Honor, tradición, gloria,
moral, cultura, ética, historia,  100
derecho, todo aquello que englobado
forma lo que llamamos el sagrado
y universal tesoro de naciones,
para ti no existían ni en nociones
ambiguas, pues que nunca estos asuntos  105
tocáronse en velorios de difuntos,
donde cualquier secreto se revela
al correr de la caña y la mistela.
Tenías dignidad a tu manera;
por ejemplo, en un baile, grave era  110
escuchar una polka ejecutada
adrede en contra tuya, colorada
por caso, no ignorando el atrevido
el «color» liberal de tu partido;
o que de un cuello cuelgue un insolente  115
pañuelo azul, sabiendo el prepotente
que por no aguar la fiesta y por antojo
prudente, no exhibiste el tuyo, rojo;
o que el rival audaz un tropezón
simule, y te arrugue el pantalón,  120
por mostrarse a la dama veleidosa,
que con ambos sonríe, vanidosa;
—232→
son ofensas gravísimas que el hombre
debe lavar con sangre, si su nombre
mezquina, que si no, es un cobarde...  125
Muchas veces así, cuando en la tarde
de los sábados ibas a bailar,
por fuerza te obligaban a matar,
o a volver con el tajo de una herida.
Así era el concepto de la vida,  130
de la honra y del valor que tú tenías.
¡Y eras hombre feliz! Pero un mal día
-por mandato quizá de algún demonio-,
el moral y sagrado patrimonio
de dos pueblos, como una levadura  135
del mal, tras la epidermis de cultura
latente, reventó: ¡y fue la guerra!
El espanto rugió sobre la tierra.
Los jinetes del cuento pavoroso
aullaron a los vientos su luctuoso  140
alarido de muerte y de miseria.
Destinado tú estabas a esa feria
de brutales horrores y de males,
provocada por almas criminales
entre whisky y bostezos de salones;  145
llegaron hasta ti lamentaciones
de pavor y de miedo. Te pidieron
auxilio y protección, y te ofrecieron
a cambio de tu vida la gran gloria
de penetrar al templo de la historia,  150
precedido de famas y de honores
que rimarían épicos cantores.
Te hablaron de moral y de derecho
de posesión de juris y de hecho,
de conquistas pretéritas, de reales  155
cédulas y de audiencias virreinales,
de líneas meridianas, y también
de statu-quo y utis... no sé bien
si posidetis... ¡Claro que tu ciencia
no dio para entender tales sapiencias!  160
Entonces te dijeron que la amada
y humilde patria estaba amenazada
por muy grave peligro, que era urgente
que opusieras tu pecho al prepotente
invasor, que ya a pasos de tambores  165
—233→
venía desplegando en sus clamores
la bandera del luto y de la muerte...
¡No averiguaste más! Tu diestra fuerte
arrojó la semilla y el arado
amigo, en mitad de tu sembrado;  170
empuñaste un fusil y a la batalla
corriste, para ser férrea muralla
contra el malón audaz de nuevos humos,
sin jactancia ni nombre propio alguno...
¡Y en la brutal acción de la jornada  175
de sangre, fuiste todo, sin ser nada!
Has vuelto ya. Comprendo en tus pupilas.
que divagan serenas y tranquilas
sobre el miraje azul de la llanura,
la secreta ansiedad que te tortura...  180
¡Quién duda que te hará falta esa pierna,
cuyo pedazo trunco
hoy oscila como un péndulo roto
entre tus dos muletas!

Arnaldo Valdovinos (1908): Narrador y poeta. Su hermoso poema transcripto se inspiró en la dura contienda chaqueña contra Bolivia. Verso: Cosecha celeste.



  —234→  
ArribaAbajoAntonio Ortiz Mayans



ArribaAbajoPalabras para mi tierra infortunada

(1947)


ArribaAbajoRío, llanura, monte
con puñales de sol acribillados;
la tierra duele y sangra el horizonte
al ver acumulados
zarzales y taperas,  5
en la zona floral del continente
donde alzarse debiera
la torre del progreso floreciente.
No más harapos, grillos y cadenas
en tierras comuneras;  10
no más con látigos cortar antenas,
que gritan las palabras mensajeras
del clavel y la aurora,
del martillo, del yunque y del arado
por que sea en esta hora  15
el canto de la paz inaugurado.
Por los cuatro costados
altos tapiales cierran tus portales
y quedan empozados
tus caminos de luz y tus maizales.  20
Oxidados tus ruedas y molinos,
tus aguas estancadas
ni atraen la atención de los vecinos
que impasibles esquivan sus miradas.
Del paisaje trasciende señorío  25
en el entrecruzar de los caminos;
en las aves que sobre el caserío
entregan el mensaje de sus trinos;
en el rumor de arroyos cristalinos
que prestan su frescura en el estío  30
de fragua y de bochorno;
en el lapacho que retrata el río
su tornasol de adorno;
en el rojo color de los senderos;
en los palmares altos de los llanos;  35
en navideña flor de cocoteros;
en las pendientes de los altozanos,
—235→
donde crecen sencillas azucenas
entre llantenes, paicos y verbenas
y visten de cristales las surgentes  40
para formar regatos y torrentes;
en los bueyes que pacen en la alfombra
inmensa de los campos, mientras lenta
cae y se envuelve en sombra
la tarde que se ausenta...  45

Una estrella más alta fue a tu cielo
y alumbró tu infancia;
tu despertar no tuvo paralelo
y llegó la abundancia
como preciado premio a tu desvelo;  50
cada hogar era almácigo y colmena
y no faltaba el pan en la alacena
-la vida era sencilla y era buena-,
el abecé leían muchedumbres,
bajo de sus techumbres  55
se hilaba y se tejía
la ropa familiar de la alquería.

Tronco de yvapovo de estampa noble
era el nativo, y en su bregar un roble;
en su heredad fue dueño  60
de una chacra con un plantel pequeño
de pato, de gallina y de lechera;
el hambre no cavó una sepultura,
ni el odio izó bandera
de combate, la patria cobró altura  65
y soltó las palomas fraternales
hacia el vecino grande, dividido,
para dar al olvido
que enarene pasiones ancestrales.

Signos de avance por doquier se alzaban,  70
nuestras anclas llevaban
hacia lejanos puertos
trabajadas entregas de la tierra;
se trajeron expertos
en los problemas que la ciencia encierra;  75
se levantaron grandes edificios,
la imprenta difundió la buena nueva
—236→
de una nación que se ponía a prueba
frente a la piedra de los sacrificios.

El telégrafo dijo su mensaje  80
tartamudeando rayas,
que en tierra paraguaya
levantaba el progreso su andamiaje,
camino de futuro
iban locomotoras  85
con su carga de auroras
abriendo estelas en sendero oscuro.

Después... el vendaval de plomo y fuego
encenizó los campos y poblados,
el canto se hizo ruego  90
ante el portal de hogares desolados.

La raza en su madera fue agrietada,
en la hoguera perdida su estatura,
se iluminó una chispa no apagada
en el hondón del alma, allí perdura.  95

Larga sombra tendida en la ribera
nubló el itinerario de la rosa,
en la descolorida primavera
que se atería en la desnuda losa.

Inválidos, ancianos y mujeres  100
sobrevivieron al crespón y al llanto;
el Ave Fénix preludió su canto
para sobrevolar atardeceres...

Las mujeres de pie frente al azote
inundadas de sol subieron lomas,  105
el vegetal del alba dio su brote
en el retorno azul de las palomas.

Alcor, poblado y monte
con puñales de sol acribillados,
la tierra duele y sangra el horizonte  110
al ver acaparados
la sal, el agua, el llano,
y ver así que el bien común, de todos,
—237→
con trampa y malos modos
fue cambiando de mano.  115

Con el alambre se indicó el despojo
de la heredad nativa,
el amo impuso su ley a su antojo,
quemando en llaga viva
el campesino sueño de bonanza  120
lograda en un pedazo
de la parcela propia de labranza
donde se puso el corazón y el brazo.

Quebrachales, obrajes y yerbales
tuvieron sus divisas, sus banderas  125
a contramano de las nacionales;
y al trasponer portones y tranqueras
el látigo dictaba su mandato
sobre el lomo del mensú adolorido
-para desposeído-,  130
carne de iniquidad, piel de maltrato.

En la escarpada cuesta los pedruscos
obstruyeron a la ascensión su gloria;
el horizonte apareció negruzco
entre humaredas de apagada escoria.  135

Después... llegó el graznar de los caranchos
que desterró a urpilas y zorzales;
el desconsuelo tiritó en los ranchos,
mas la esperanza asió los naranjales.

El río Paraguay, materna fuente,  140
acoge al Ypané, recibe al Apa,
y va al mar con decenas de corrientes,
resbala sin etapa
con su dolor que alguna vez estalla
en agrias llamaradas  145
de fuego y de metralla,
de gritos y llamadas.

Pero también resbalan por tu franja
lo que la tierra entrega, fruto y rama,
el algodón, la yerba, la naranja...  150
—238→
y el vendaval de luz que se derrama
en voces de esperanza
de que la llama negra finalice
y el porvenir que avanza,
el alba canalice...  155

Antonio Ortiz Mayans (1908): Gran trabajador de las letras, su conocido Diccionario guaraní-castellano ha tenido varias reediciones. Poeta de claridades podríamos llamarlo, por la riqueza en contenido de sus versos, como los transcriptos, que sintetizan la historia del Paraguay de los últimos tiempos. Versos: Cantos nuevos, Voces añoradas.



  —239→  
ArribaAbajoFernando Guerra



ArribaAbajo¡Alerta!

ArribaAbajoUn rumor muy confuso, muy sordo, muy extraño;
algo como un torrente lejano y colosal;
una como marea, deseosa y potente;
algo que está en camino, algo que va a llegar.

Son millones, millones; su rumor se agiganta.  5
Organizados, firmes, se adivina en su marcha
un no sé qué de fuerza y un no sé qué de gloria
en cuyo apocalipsis se columbra y se siente
la redención humana, la abolición del mal.

Es preciso, es preciso toda la calma austera  10
del apóstol gigante, del que nunca tembló;
habrá manchas horribles si alguien osa oponerse.
Esas manchas horribles serán la luz del alma,
como el sol, con sus manchas, es la luz material...

Oh, vosotros, vosotros, los que hacéis de los hombres  15
esas piltrafas tétricas que arrastrándose van
por la tierra escarpada de la gran sordidez;
detened vuestro carro, terrorista y soberbio,
escuchad los rumores de un ejército inmenso
que se apresta a la lucha de un combate inmortal.  20




ArribaAbajoLa marea

(Fragmentos)



II

El hombre se encontró en la faz terrestre
en una sociedad librevolente;
usó a su antojo, sin percance alguno,
de la tierra, del aire y de la fuente.

Así vivió, siglo tras siglo, libre,
sin que adviniera el amo y sus desmanes;
la fuerza de trabajo no explotaban
ni príncipes ni augures honorables...
—240→

Pero en su búsqueda afanosa el hombre,
busca, buscando, abrevió el trabajo
de obtener la materia requerida
forjando las primeras herramientas;
sus simples menesteres cotidianos,
sin mengua de su vida primitiva,
pudo colmarlos sin fatiga tanta,
y más abroquelado de las fieras.

Así que el hombre producir podía
más que la antigua proporción urgida
para el sostén de su existencia antigua,
el intercambio, como un medio, vino
a hacer aún más sencilla la existencia.

Mas con el cambio apareció el comercio;
con el comercio, explotación y abuso,
y la codicia almacenó reservas
que luego las llamaron mercancías,
y el «señor» se instaló, fundado en ellas.
Impuso voluntad, capricho y odios,
y quebrantó la natural corriente
con la incipiente propiedad surgida
en una explotación de ajenas fuerzas.

La propiedad del productor moría;
la del explotador iba naciendo.
Y la escisión de clases, como un monstruo,
mostró su faz macabra y agorera.

Así nació la clase explotadora,
y así surgió la clase proletaria.


IV

En un recodo del proceso histórico,
el lento desarrollo de los medios
de producción hizo que el vil esclavo
menguado fruto al amo cosechara.
Y un acto más del pavoroso drama
tuvo su fin para subir a escena,
en lenta transición de hipocresía,
el sainete triunfal del feudalismo.
—241→

Pálida luz de fe fue, sin embargo,
el sistema feudal para el esclavo;
el amo ya no fue dueño absoluto
y se abolió la infamia del azote...

Este señor las tierras expropiadas
distribuyolas al labriego ingenuo,
con derecho engañoso de tenencia
y relativa libertad en cuanto
a lo que a la familia se refiere.

El nuevo servidor llamose siervo,
y el usufructo fue mezquino y pobre
así como excesivos sus deberes,
que más que esto obligaciones eran.
Renta y servicio militar debían
rendir como homenaje a sus señores,
quienes, a más, para solaz y gula,
dormían con la novia de los siervos
la primer noche de la boda triste.

Con este paso transitivo aquella
antigua división se acentuaba;
la proveniente del trabajo propio
era riqueza mísera y sombría,
y la que hundía su raíz avara
en una explotación de ajenas fuerzas
era la honrada, la buena, la del noble...


V

... El sucumbir del feudalismo trajo
consigo nuevos rumbos a la historia;
abrió la industria su ardorosa marcha;
la ciencia proyectó sin cortapisas;
la monarquía, el clero y la nobleza
al borde del barranco se entrevieron
por la explosión del pueblo parisino.

... Luminoso llegó el capitalismo,
dinámico, fecundo, soberano...
Y un renovar de palmas y alegrías
brindole bienvenida jubilosa
—242→
al caballero andante que traía
cabalgadura nueva y nuevas armas:
la grande producción capitalista,
la que, no obstante, desairó a los pueblos.

Medios de producción, técnica y ciencia
en monopolio astuto iban creciendo
en dos o tres países, gobernados
por una minoría plutocrática,
que al capital lo transformara pronto
en el imperialismo financiero
que en un sistema de cadena standard
entronizó un orgullo belicista.

Pero una ley de sucesión incluye
que rompa el capital sus propios moldes.
Y así como la luz al foco rompe
en un exceso de fluir eléctrico,
estallará, violenta y ya caduca,
en un entrechocar contradictorio,
la última etapa de la humana injuria:
el gran capitalismo financiero.

Y en la medida que la gran riqueza
en menos manos a amasarse iba,
la interferencia de mercados vino,
con la codicia de materias primas,
a provocar oscuros manotones
de bélicas y grandes resonancias
a cuya solución fueron lanzados
todos los seres de la especie humana.


VI

Una moral sin dogma y altruista,
armónica, fecunda, consecuente;
sin crisis, sin calumnias, progresista;
sin el sofisma de la «libre empresa»,
nace en el siglo para bien del mundo
con la industria pacífica del átomo.

Sobre la faz terrestre, erguido y grande,
digna la frente y la mirada buena,
el hombre se ha de ver librevolente,
para gozar del bien, de las riquezas,
del aire, de la tierra y de la fuente.

  —243→  


ArribaAbajoNegro

(Fragmento)


Yo te he visto cantar, negro irredento,
en Washington, Detroit y San Francisco...
con tus ojos de nácar y brillantes,
en los que no brillaba la esperanza:
brillaba el grito de tu pena honda.

Brillaba en tus ojos de moderno esclavo
el desdén de los blancos, de los hombres
que han fingido ayudarte para darte
la libertad oscura de explotarte
hundiéndote en las fábricas y minas
buscando plusvalías, plusvalías.

¿Tu esclavitud de antaño fue más triste?
¿Tu esclavitud de hoy es más alegre?
Yo te he visto cantar, negro irredento,
con un cantar de cólera en suspenso:
tratabas de aturdirte, de aturdirte.

Lanzaban al futuro tus cantares
mezcla de afanes, de angustias, de rencores,
en la infinita variedad de tonos
forjados en garganta tan fecunda.

Tus cantares hendían el futuro,
El futuro... qué hermoso es el futuro...
Entonces tus cantares serán libres
y tu cólera insujeta habrase visto
transfigurada en estrellas de diamantes.

Fernando Guerra (1909): Poeta de sustancias, sus versos, al decir de Augusto Roa Bastos, tratan de «esclarecer las conciencias de sus semejantes, fortalecer su espíritu en la lucha común por la erección de un mundo de verdad...». Obra: Rumor de muchedumbre y grito de amor en Buenos Aires, 1955.



  —244→  
ArribaAbajoLeopoldo Céspedes



ArribaAbajoPoeta

ArribaAbajoPoeta: no vivas en lejanía sin fin que no se siente;
no intentes buscar en la nube
ligera que se esparce -como resto de símbolo sin alma-,
la síntesis del arte que persigues.
La vida de tu pueblo es el hecho  5
que espera de tu genio un poema de libertad inmenso:
el poema grandioso de las luchas.
Poeta: hace casi un siglo que el heroico
campesino paraguayo sin tierra -encorvado
sobre el surco generoso de la tierra-,  10
reclama de tu acto luz para su ruta,
y un vigoroso aliento de amor como bandera.
Hace años que tus hermanos los obreros -que llenan
de plusvalías las arcas de los imperialismos-
añoran de tu límpida poesía  15
calor de nido perfumado y aurora a su esperanza.

Poeta: sé hombre ante el destino de los hombres;
la vida mártir de tu pueblo exige de tu pluma insobornable
una gesta de clarín antiimperialista
contra la explotación del hombre por el hombre.  20

Leopoldo Céspedes (1912-1943): Obrero y autodidacto, «comprendió exactamente», como lo señala justamente Optaciano Franco Vera, «que formaba fila en el poderoso ejército de los laboriosos hijos del pueblo de las inmensas privaciones». Su vibrante poema es como el «arte poética» para todos los intelectuales que aspiran a ser intérpretes de las luchas y sentimientos de las capas populares.



  —245→  
ArribaAbajoTeodoro Salvador Mongelós



ArribaAbajo¡Jha mboriajhú!29

ArribaAbajoJha mboriajhú
reisu’ú va anga opaité mba’é.
Jhípa Tupä
Peichaité ra’é ore mboyuavy.
Jha mboriajhú  5
ñembyasy jha tesay rupá.
Cu magmá oimeveva mba’asy
nderejhente oyeyapetepá.
Jha mitaicha re poñy.

Jha mboriajhú  10
Ipojhyi reipycúiva tapé.
Jha nde py’á
mamové ndoyujhúi pytu’ú.
Jha mboriajhú
Ñandeyara tucumbú rupá.  15
Pico aipó ñamanorö añeté
ñüatíndygui ñasë jha yajhá
yaipycúivo aña retä.

Mboriajhúnte pejhendúne
Ica’urö jha imondá,  20
jha anichéne pytu’úpe
oicovero pe jhechá.

Mboriajhúnte co yvy ári
oyapóva na iporai,
jha omanoro ni yvygüype  25
mboriajhúgüi na jhendái.

  —246→  


ArribaAbajoÑande rekové

ArribaAbajoPeyuna che yrü yaroyajhe’ó ñande rekové.
Jha aní pemokä, tove tosyry ñande resay.
Ñandeko yaiko ñarökyryrÿ opaité mba’e.
Jha upeicha rupí maro ndokuerái ñane mba’asy.

Mba’eguipiko ñañaime mba’itéi petei ñe’eme.  5
Jha ñañejha’a ñamosëmbamí moñai vaietá.
Anivé jhaguá yakai chyryry ñande rekovépe.
Jha ñaipojhanó tokuerá yeyko ñane retä.

Aréma yaikó ñambotyryry kurusú pojhyi.
Jha ombo’ypí, yuujheí, kane’o, ñande rekové.  10
Ytyicha yaikó, ñande mboriajhu, yayapayerei.
Jha umí tekové oiko oisyryku ñande ry’aikué.

Peinako ajhecha jhesakatei ñan de rapéräme.
Jha ikatuvaerä yapytu’umí amongotyové.
Ñamokájha’a ñande resay ñandaojyváre.  15
Jha ñañejha’a tomboro poí ñande rekové.




ArribaAbajoJha che retä Paraguay

ArribaAbajoJha che retä Paraguay: peichaitépa ne porä.
Remimbí. Reyayaipá. Jha anga ku na nde po’ái.
Mamové nde ya jhechai mokoi upe ndeichaguá.
Ikatu poku vaera repu’ä che Paraguay.

Jhi’äntema rojhecha repó reyetyvyró.  5
Jha upevo tove tosó jhasypevé pe ne sä.
Yvagarejhe epu’ä. Co’yte eyepytasó.
Jhaoré pe ore korasö tove ta ipiro’ypá.

Mayma na nemby teé jhi’äma ropytu’ ú.
Topamí pe repoyjhu, mbareté jha pokarë.  10
Jha evemante oreavé tesaype royajhu.
Jhi’äma ore porayjhu ipoty jhaoñe ñopë.
—247→

Jha che retä Paraguay: piko peichante vaerä,
ne memby nde rayjhujha nde rejhe nda ore po’ái.
Epóna jha esapukái. Jha emondojhó pe ne sä.  15
Topamí teko asyetá. ¡Jha che retä Paraguay!

Teodoro Salvador Mongelós (1914-1966): Más conocido por Teodoro S. Mongelós, fue uno de los mejores poetas en guaraní. Sus versos tienen una perfección formal extraordinaria y sus contenidos son densos y originales. Un verdadero clásico. La mayor parte de su producción reposa en revistas populares e innumerables versos suyos vuelan en alas de la música. La compilación de sus versos es una necesidad dictada por lo más nacional y popular que se tiene.



  —248→  
ArribaAbajoCarlos Miguel Giménez



ArribaAbajoNuestra dolorosa

ArribaAbajoAllá en el glorioso Chaco Paraguayo,
al morir la tarde, suele aparecer,
al pie de una rústica cruz de quebracho,
una enlutada pálida mujer.

Es ella la nueva dolorosa madre  5
que vela el madero del hijo varón
y besa la tierra cubierta de sangre
sobre sus cenizas en un cañadón.

Y lanza ante el mundo un grito cristiano
allí de rodillas, sin misa ni altar;  10
es contra los hombres que frente al hermano
feroces violaron su ley: «no matar».

En santa locura, con luto de gloria,
ruega por el alma del nuevo león
y verbo cristiano condena la historia  15
que en vez del arado escribe el cañón.

La patria le ofrece laurel y medalla,
página de bronce, cinta tricolor;
mas ya para siempre robó la metralla
la vida del fruto carnal de su amor.  20

Ya no quiere nunca volver a su rancho
aquella enlutada pálida mujer:
¡ama en su locura la cruz de quebracho,
y llora en el Chaco cada amanecer!




ArribaAbajoArado y machete

ArribaAbajoSalúdoos, labriegos y soldados;
vuestra sangre y sudor la madre tierra
han fecundado en batallar que encierra
la noble hazaña de que sois cruzados.

Del lar y el honor abanderados,  5
os conoce la paz; también la guerra;
—249→
vuestro heroico machete no destierra
la canción de la pluma y los arados.

Alimentáis cual Febo en cada rayo,
y cual vuestros arroyos cristalinos,  10
mi bello y musical huerto de mayo.

Porque alumbráis del pueblo los destinos,
fuerte os dice mi verbo paraguayo:
¡Vosotros sóis la patria, campesinos!




ArribaAbajoMi patria soñada30

ArribaAbajoFulgura en mis sueños una patria nueva
que augusta se eleva de la gloria al reino.
Libre de ataduras nativas o extrañas.
Guardando en la entraña su prenda futura.

Patria que no tenga hijos desgraciados.  5
Ni amos insaciados que usurpen sus bienes.
Pueblo soberano por su democracia.
Huerto con fragancia de fueros humanos.

Es un paraíso: ¡sin guerra entre hermanos!
Rico en hombres sanos: alma y corazón.  10
Con niños alegres. Y madres felices.
Y un Dios que bendice su nueva ascensión.

Patria sin murallas para el pensamiento.
Libre como el viento. Sin miedo a metrallas.
La nación modelo que por su cultura  15
se ponga a la altura de todos los cielos.

Donde alegran trinos de son libertario
a los proletarios y a los campesinos.
Patria donde haya voces de estudiantes:
¡promesas vibrantes de luz paraguaya!  20

Sueño en una patria sin hambre ni pena,
ni odiosas cadenas que empañen su honor.
Donde el bien impere sin sangre ni luto,
bajo el impoluto manto tricolor.

  —250→  

Carlos Miguel Giménez (1915-1970): Poeta de gran espontaneidad versificadora. Inspirose en motivos populares y en los acontecimientos de la guerra del Chaco. Tiene un sitial no muy alejado de Emiliano R. Fernández en la estimación nacional. Alimentó con su producción a muchas revistas populares. Poeta democrático lo llama Rudi Torga en varias notas memorativas.