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  —48→  

ArribaAbajoXIX. Villancico



CORO

ArribaAbajo   Venid, pastorcillos,
venid a adorar
al Rey de los cielos,
que ha nacido ya.

1.º

   Un rústico techo  5
abrigo le da;
por cuna, un pesebre;
por templo, un portal;
en lecho de pajas
desnudito está  10
quien ve las estrellas
a sus pies brillar.

CORO

   Venid, pastorcillos,
venid a adorar
al Rey de los cielos,  15
que ha nacido ya.

2.º

   Hermoso lucero
le vino a anunciar,
y magos de Oriente
—49→
buscándole van:  20
Delante se postran
del Rey de Judá;
de incienso oro y mirra
tributo le dan.

CORO

   Venid, pastorcillos,  25
venid a adorar
al Rey de los cielos
que ha nacido ya.

3.º

   Sin ricas ofrendas
no temáis llegar;  30
que el Niño agradece
la fe y voluntad:
Del campo las flores
gratas le serán
al que con su risa  35
las hace brotar.

CORO

   Venid, pastorcillos,
venid a adorar
al Rey de los cielos
que ha nacido ya.  40

4.º

   Su madre en los brazos
meciéndolo está
y quiere adormirle
con dulce cantar;
—50→
un ángel responde  45
al mismo compás:
«¡Gloria en las alturas
y en la tierra paz!»

CORO

   Venid, pastorcillos,
venid a adorar  50
al Rey de los cielos,
que ha nacido ya.

5.º

   Humilde se acerca
un lindo rapaz,
que las puras aguas  55
bebió del Jordán:
Jesús le contempla
con alegre faz,
y un blanco cordero
principia a balar.  60

CORO

   Venid, pastorcillos,
venid a adorar
al Rey de los cielos,
que ha nacido ya.

6.º

   Con alma y con vida  65
volemos allá;
que Dios, niño y pobre,
—51→
nos acogerá:
Los brazos nos tiende
con grato ademán:  70
«¡Llegad! nos repite
su voz celestial.

CORO

   Venid, pastorcillos,
venid a adorar
al Rey de los cielos,  75
que ha nacido ya.

MARTÍNEZ DE LA ROSA.




ArribaAbajoXX. La lluvia de verano

Fábula




ArribaAbajo   Muy de madrugada
sale de su aldea
Lucas para un viaje
de unas ocho leguas.
No hay en todas ocho  5
parador ni venta,
no hay por el camino
árboles siquiera.
Gran calor aguarda,
porque Julio empieza:  10
Va por eso Lucas
bien a la ligera.
De flexible paja
—52→
sombrerito lleva.
Pantalón y chupa  15
son de primavera,
y alpargata leve
calza, que sujetan
lazos que le cruzan
sobre empeine y pierna.  20
Con lo cuál y un palo
y un morral de jerga,
Lucas diligente
del lugar se aleja.
Aun el sol no asoma,  25
la mañana es fresca,
nubes aparecen,
se levanta niebla.
Horas van pasando;
la humedad se aumenta:  30
Ya menudas gotas
por el aire ruedan,
hasta que a torrentes
lanzan las esferas
lluvia que amenaza  35
inundar la tierra.
Cual estaba Lucas,
júzguelo cualquiera:
Hízose una sopa
de pies a cabeza.  40
No era ciertamente
grande su paciencia:
Enojose y loca
se soltó su lengua.
«Luego quieren (dijo)  45
—53→
que uno se someta
dócil a las leyes
de la Providencia.
Esta condenada
lluvia que no cesa,  50
¿qué motivo tiene,
qué bien acarrea?
Mala es y remala
para la cosecha,
y salud y vida  55
puede que yo pierda».
Esto hablaba el necio,
cuando de unas peñas
un ladrón armado
sale y se le acerca.  60
Lucas imprudente
su garrote apresta,
sin mirar que el otro
tiene una escopeta.
Del gatillo tira  65
el ladrón con fuerza;
Mas por dicha el tiro
sin salir se queda.
Lucas acomete
con audacia nueva,  70
y el malvado entonces
huye entre las quiebras,
y para que Lucas
algo se detenga,
la escopeta arroja,  75
porque ya le pesa.
Nuestro caminante
—54→
discurrió al cogerla:
«No estará cargada,
cuando así la suelta».  80
Mírala, y entonces,
¡cuál fue su sorpresa!
Carga doble dentro
del cañón encuentra;
pero entrambas cargas  85
barro estaban hechas,
y lo mismo el cebo
de la cazoleta.
«¡Diantre! (dijo Lucas
muerto de vergüenza):  90
Locamente al Cielo
dirigí mis quejas:
Pólvora excelente
la del ladrón era,
y ella se inflamara  95
si estuviese seca.
Niebla y lluvia hicieron
que se humedeciera;
si ellas me calaron,
me salvaron ellas».  100
¡Gloria a Dios que rige
la naturaleza!
No hay mal en el mundo
que por bien no venga.

HARTZENBUSCH.



  —55→  

ArribaAbajoXXI. La venida del alba



ArribaAbajo   Ya brilla la aurora
risueña y gentil,
envuelta en celajes
de suave carmín.
La luz ilumina  5
las flores de abril:
La rosa purpúrea
y el blanco jazmín
hermosos ostentan
su puro matiz;  10
y esparce su esencia
la brisa sutil.
Aquí los insectos
se miran bullir,
las aves canoras  15
despiertan allí,
y dejan cantando
su lecho feliz.
Derrama el rocío
sus lágrimas mil,  20
su llanto es de perlas,
diamante y rubí.
¡Cuán rica es natura!
¡Cuán bella y feliz!
¡Oh cándidos niños!,  25
—56→
del lecho salid,
llegad presurosos,
siguiéndome a mí.
Mirad ese cielo
y el mar de zafir,  30
los montes lejanos
y el lindo jardín,
postrados de hinojos
a Dios bendecid.
¡Loadle en sus obras  35
mil veces y mil!




ArribaAbajoXXII. Máximas



ArribaAbajo   Quien pobló el cielo de estrellas
hizo la tierra que huellas.

   La flor más pequeña mira,
y el poder de Dios admira.

   Ama a Dios y ama a tu hermano,  5
ésta es la ley del cristiano.

   De tus hijos sólo esperes
lo que con tu padre hicieres.

   La conciencia es a la vez
testigo, fiscal y juez.  10

   Sin virtud la ciencia humana
es caña frágil y vana.
—57→

   No desprecies los consejos
de los sabios y los viejos.

   Veis la virtud abatida,  15
mas también hay otra vida.

   Nunca en vano juró el hombre
de Dios por el santo nombre.

   Da de comer al hambriento,
y Dios te dará sustento.  20

   Templa al sediento la sed,
y en Dios hallarás merced.

   Quien alberga al peregrino
del cielo encuentra el camino.

   Da apoyo y tiende la mano  25
al enfermo y al anciano.

   No hallarás un avariento
que esté tranquilo y contento.

   Nunca trates con desprecio
ni aun al que tengas por necio.  30

   Propio es del justo y del sabio
el perdonar un agravio.

   Ama a tu patria y tu rey
y sé obediente a la ley.

   Al sueño nunca te entregues,  35
sin que por tus padres ruegues.

   Al maestro reverencia,
y aprovecha su experiencia.
—58→

   Si es bueno y dócil un niño,
de todos gana el cariño.  40

   En boca del mentiroso
lo cierto se hace dudoso.

   Buen porte y nobles modales
abren puertas principales.

   Quien un mal hábito adquiere  45
esclavo de él vive y muere.

MARTÍNEZ DE LA ROSA.




ArribaAbajoXXIII. Dolorosa




1.º

ArribaAbajo   ¡Pobre madre!, está llorando
al pie del santo madero:
El pueblo murmura fiero
por la montaña girando.
   Y ruge el tiempo bravío,  5
braman los mares profundos,
y giran soles y mundos
con espanto en el vacío.
   ¡Pobre madre!, ante los sones
de sus dolientes afanes  10
alzan truenos y volcanes
sus más terribles canciones.
   Y el ángel llora y se arredra;
—59→
tiemblan los jueces inquietos,
y se alzan los esqueletos  15
sobre sus tumbas de piedra.
   Porque es tanta la aflicción
de la madre angelical,
que llora el mismo puñal,
al romper su corazón.  20


2.º

   Ella vio al hijo nacer
sus ensueños realizando;
ella le durmió cantando
las endechas del placer.
   Ella con ansia divina,  25
dejó sus plácidos lares,
cruzó de Judá los mares,
las cumbres de Palestina.
   Y siempre, del hijo en Pos,
le siguió amante y serena,  30
como sigue el alma buena
la sombra santa de Dios.


3.º

   Hoy ¡pobre madre!... le mira
sobre el Gólgota sangriento,
dando suspiros al viento  35
que en torno del árbol gira.
   Le mira triste, llorando
por el pueblo su asesino:
Oye su acento divino
—60→
¡perdón!, ¡perdón!, murmurando.  40
   Ve sus sienes desgarradas
por las espinas crueles;
ve marcados los cordeles
en sus manos veneradas,
   y si oye de su ansia en pos  45
del pueblo el acento fijo,
ve que le matan al hijo
¡por el crimen de ser Dios!...


4.º

   Pura y mística azucena
del desierto de 1a vida;  50
lámpara siempre encendida
para templar nuestra pena!
   Celeste, cándido lirio,
por los ángeles cuidado,
puro clavel perfumado  55
con la esencia del martirio.
   Yo vengo, madre, a besar
las estrellas de tu manto,
vengo a regar con mi llanto
los mármoles del altar.  60
............................................
   Del relámpago a la luz,
que la tormenta anunciaba,
yo vi a Dios que vacilaba
bajo el peso de la cruz.  65
   Le vi dulce ante el desdén
del pueblo vil y asesino;
le vi con llanto divino
—61→
llorar por Jerusalén.
   Vi su cabeza sangrienta  70
tocar con la dura roca;
vi un insulto en cada boca
y en cada grito una afrenta.
   Y al verte a su lado ir,
dije con llanto de amor:  75
«¡Pobre esposa del dolor,
cuánto deberás sufrir!»


5.º

   ¡Pueblo!... con llanto profundo
ve a contemplar su agonía;
hoy es la fecha... es el día  80
de la redención del mundo.
   Doquiera se oye el concierto
de la más honda tristeza;
¡hasta la naturaleza
parece que toca a muerto!  85
   El templo... todo es dolor;
mucha sombra... poca luz...
Sobre el negro altar, la Cruz
ya no tiene al Redentor!
   Al pie de la Cruz, María...  90
Cerca el sacerdote implora;
allá en las tinieblas llora
el órgano una armonía.
   De las campanas el son
no se mezcla en el lamento  95
por no turbar en el viento
los ecos de la oración.
—62→
   Y la luz que ante el altar
mal las tinieblas resiste,
está tan triste, tan triste,  100
que no se atreve a alumbrar...
   Todo es llanto, y es dolor...
Mujeres, niños y ancianos,
¡venid!, ¡venid!, de las manos
a llorar al Redentor:  105
   ¡Venid ante el que se inmola
por colmar nuestra alegría;
venid a ver a María;
está sollozando y sola!
   Llegad de vuestros hogares  110
con ofrenda a sus dolores;
dejad los campos sin flores
para cubrir sus altares.
   Y no deis al corazón
hoy consuelo en su quebranto:  115
¡Porque será vuestro llanto
la segunda redención!

B. LÓPEZ GARCÍA.




ArribaAbajoXXIV. Acto de amor



ArribaAbajo   Tan niño soy que no sé
cómo he de amarte, Señor;
que en las empresas de amor
—63→
aún lecciones no tomé.
   Mas he llegado a advertir,  5
tras de mucho cavilar,
que para saber amar
no hay como saber sentir.
   Si es así, mira rendido
a tus pies mi corazón,  10
gobierna ya a discreción
su generoso latido.
   Brioso está por demás,
a par, mi Dios, que impaciente
de tener quien alimente  15
la ansiedad que tú le das.
   Mas guardando en sí la idea
de tus altas perfecciones,
¿quién busca extrañas pasiones
ni más que en ti se recrea?  20
   ¿Quién halla nada en el mundo
que sus esperanzas llene,
ni a otro pecho se mantiene
que al de tu gracia fecundo?
   Ea, pues, ya estoy aquí  25
lleno de ansiedad y amor;
mírame venir, Señor,
cual de tus manos salí.
   Si algunos torpes sonrojos
un punto, ¡oh Dios!, me afearon,  30
ya con ellos me miraron,
sin despreciarme, tus ojos.
   Dígnate, pues, ordenar,
y verasme obedecer;
dime ya qué he de querer,  35
—64→
y lo que he de despreciar.
   Que estoy tan fuera de mí
y de tu amor tan sediento,
que ya más de mí no siento
sino lo que siento en ti.  40
   Hermosa es, Señor, tu gloria;
infinita maravilla
donde en todas partes brilla
con vivas luces tu historia.
Mas pienso yo que si fuera  45
otra, Señor, tu morada,
ni un punto más fuera amada,
ni más, ¡oh Dios!, la quisiera:
   Que en el amante desvelo
que así me quita la calma,  50
ajena a todo mi alma,
sólo en ti tiene su cielo.
   Dame, pues, que pronto pase
la inquietud que ahora me apena,
yendo a la región serena  55
donde en tus fuegos me abrase.
   Fuegos de tales ardores
que abrasan tan dulcemente,
que el alma entre ellos se siente
como en tálamo de flores.  60

SATORRES.



  —65→  

ArribaAbajoXXV. Los niños y los galgos

Fábula




ArribaAbajo   Por no saber la lección
estaban los niños presos;
libres dos galgos traviesos
jugaban a discreción;
y de la triste pareja  5
viendo las caras llorosas,
que se asomaban quejosas,
por los huecos de la reja,
les dicen: -¿Os gusta el juego?
Pues a estudiar daos traza;  10
que antes cogimos la caza
para divertirnos luego.

BAEZA.




ArribaAbajoXXVI. El búho y el canario

Fábula




ArribaAbajo   Dos jaulas juntas había
de un patio en el corredor;
una un búho contenía,
otra un canario cantor.
   El búho en honda tristeza  5
—66→
sumergido suspiraba,
y así mostró su extrañeza
al vecino que cantaba:
   -Cáusame, dijo, gran pasmo
observar que tu prisión  10
cantas con tal entusiasmo,
sin demostrar aflicción.
   No es nada propio en verdad
el canto del que entre rejas,
en su triste soledad  15
debe sólo exhalar quejas.
   -Eres, respondió el canario,
muy digno de compasión,
¡infeliz!, y es necesario
que procures distracción.  20
   Que es grande el padecimiento
de aquel que constantemente
de la pena en el tormento
tiene fijada su mente.
   Del canto la melodía,  25
o bien a ensayar un trino,
dedicado todo el día,
venzo el rigor del destino.
   La suerte que me condena,
cual ves, no llego a sufrir,  30
porque endulzando la pena,
paso el tiempo sin sentir.
   Aprended, jóvenes, arte
que con grata ocupación
del alma la pena aparte  35
en las horas de aflicción.

ID.



  —67→  

ArribaAbajoXXVII. Domus aurea



ArribaAbajo   No busque el alma cristiana
en desatentado anhelo
la pompa del mundo vana,
que quien por ella se afana
se afana por huir del cielo.  5
   No basta el vistoso encanto
de un alto y soberbio asilo
para ahogar nuestro quebranto:
Mas el corazón tranquilo
nunca da a los ojos llanto.  10
   Un pobre pastor tenía
cabe un torrente sonoro
una choza oscura y fría;
mas en la VIRGEN vivía
y habitaba CASA DE ORO.  15

MORERA: Letanía Poética.




ArribaAbajoXXVIII. La joya milagrosa



ArribaAbajo   Hay, según los navegantes,
allá lejos un país,
cuyos pobres habitantes
—68→
andan a todos instantes
con sus bienes en un tris.  5
   Ya un espantoso huracán
hace en la cosecha riza,
ya sepultura le dan
las piedras, lava y ceniza
de un repentino volcán.  10
   Los de ilustre jerarquía
y los míseros gañanes,
todos viven entre afanes,
recelando cada día
terremotos y huracanes;  15
   para auxilio en tales daños,
entrega el común Señor
allí a cada morador,
ya desde sus tiernos años,
una joya de valor.  20
   Y tales prodigios obra
la joya a los niños dada,
que con ella todo sobra,
y sin ella no se cobra,
de lo que se pierde, nada.  25
   Sin embargo, aquella gente
se echa el alma tanto atrás,
que es la cosa más frecuente
perder la joya excelente,
y no cobrarla jamás.  30
   Causará sin duda espanto
su locura; ¡pero qué!
¿Nada igual aquí se ve?
¿No hacen muchos otro tanto
con la joya de la fe?  35
—69→
   Y sus luces, en verdad,
son las que nos guían solas
a puerto de claridad
en la noche y en las olas
de la ruda adversidad.  40

HARTZENBUSCH.




ArribaAbajoXXIX. Teórico



ArribaAbajo   Cierto joven pretendía,
porque brillaba en charlar,
que bastante se sabía
con dedicarse a estudiar
tan solo la teoría.  5
Las reglas así aprendió
de nadar, y de contado
satisfecho se lanzó
al río; ¡qué desdichado!,
en el momento se ahogó.  10
   Quien se crea superior
en las artes o la ciencia
sin la práctica experiencia,
del osado nadador
sufrirá la penitencia.  15

BAEZA.



  —70→  

ArribaAbajoXXX. El caballo de bronce



ArribaAbajo   Niños, que de seis a once
tarde y noche alegremente
jugáis en torno a la fuente
del gran caballo de bronce
que hay en la plaza de Oriente:  5
   Suspended vuestras carreras,
pues hace calor, y oid
una historia muy de veras,
y de las más lastimeras
que se cuentan por Madrid.  10
   Ese caballo años há
estaba, como quizá
sabréis sin que yo lo indique,
dentro del Retiro, allá
frente a la casa DEL DIQUE1.  15
   Allí da el jardín frescura
con sus aguas y verdor,
y el canoro ruiseñor
tiene morada segura
de enemigo cazador.  20
   Allí al caballo volaban
con fácil y fresco arranque
—71→
mil pájaros que llegaban
a beber en el estanque,
cuyas ondas le cercaban.  25
   Allí, con reserva poca,
le iba registrando entero
la turba intrépida y loca,
y hallábale un agujero
que tiene el bruto en la boca.  30
   Es de tal disposición,
que por la parte de afuera
da fácil introducción
a un pajarillo cualquiera
del tamaño de un gorrión.  35
   Por adentro, sin percance,
todo el cuello de un avance
mete el pájaro; después,
como no hay donde afiance
ni las alas, ni los pies,  40
ni ellos le son de provecho,
ni ellas le hacen sino estorbo
y empujando con despecho,
se hiere garganta y pecho
contra el borde áspero y corvo,  45
   y víctima el animal
de su imprudencia fatal
que salir de allí le veda,
vuela, anda, se atonta y rueda
por la cárcel de metal,  50
   donde triste prisionero,
pidiendo en vano merced,
sobre muchos que primero
tuvieron su paradero,
—72→
perece de hambre y de sed!  55
   Mil avecillas buscando
sombra densa en el estío,
mil en el invierno, cuando,
ya lloviendo, ya nevando,
traspasábalas el frío,  60
   embocáronse en la panza
del caballo, que en venganza
debió decir para sí:
Renunciad a la esperanza,
pájaros que entráis en mí.  65
   Con el tiempo se mudó
del jardín en que habitó
a la plaza donde está,
y entonces se le quitó
el cuerpo que encima va.  70
   Y los cóncavos secretos
del cuadrúpedo cruel
aparecieron repletos
de plumas y de esqueletos
de aves tragadas por él.  75
   Dañosa curiosidad
las condujo a muerte cruda.
-¡Ay!, cuántos en nuestra edad
por la brecha de la duda
se abisman en la impiedad!  80
   Abismo donde pedir
favor al mortal discurso
no basta para salir:
Él nos deja sin recurso
desesperar y morir.  85

HARTZENBUSCH.



  —73→  

ArribaAbajoXXXI. Rosa mística



ArribaAbajo   Abrid al sol vuestros cálices,
bellas flores de la tierra,
y el aroma que se encierra
en vuestros senos lanzad.
Ya alegres bajan los pájaros  5
a admirar vuestra hermosura,
y con vuestra esencia pura
el ambiente embalsamáis.
   ¡Pobres flores!, a las ráfagas
caerán del viento frío.  10
O las secará el estío
en lo tierno de su edad;
mas tú siempre, Rosa mística,
libre del calor y el hielo,
de los pensiles del cielo  15
eterna gala serás.

MOHERA: Letanía poética.




ArribaAbajoXXXII. ¡Pobres niños!



ArribaAbajo   No llores, niño inocente,
porque el tapiz de tu lecho,
—74→
en mil harapos deshecho,
no conserve tu calor;
no llores, no, si una madre  5
tienes que, en su seno amigo,
ofreciéndote un abrigo,
te acaricia con amor.
   Eres más feliz que el huérfano
que duerme en casa suntuosa,  10
sin que sus labios de rosa
cierre el beso maternal,
que mientras él se desvela
sin que le aduerma un cariño,
tú lo encuentras, pobre niño,  15
y hallas alivio a tu mal.
   Él no, y es un inocente
como tú, ¡y es tan hermoso!,
y es como tú candoroso;
los dos vivís una edad,  20
y los dos lloráis; tú, pobre,
lloras temblando de frío
y el otro llora, ¡hijo mío!,
sin saberlo, su orfandad.
   ¡Ah!, no lloréis, mis queridos,  25
que hay para los dos un cielo,
para los dos un consuelo,
un manto para los dos;
hay una Virgen que vela
por los niños desgraciados,  30
y deja a los afortunados
para que los vele Dios.

ÁLVAREZ.



  —75→  

ArribaAbajoXXXIII. La mujer y la niña



LA MUJER

ArribaAbajo   Deja volar, hija mía,
a esta linda mariposa,
que juguetona y gozosa
se va burlando de ti.
Jugaste ya todo el día,  5
tienes el rostro encendido,
desaliñado el vestido,
¿y aun sigues corriendo así?
   Ven a sentarte a mi lado,
ven a escuchar mis razones:  10
Es tiempo ya que abandones
ese placer tan trivial,
y en tu pecho inmaculado
que guardes siempre grabadas
las reflexiones dictadas  15
por mi afecto maternal.
   Hay placeres ignorados
en esa edad todavía,
mas son placeres que ansía
el alma de la mujer;  20
tú, con asiduos cuidados
y por mi amor dirigida,
podrás quizás en la vida
tales goces obtener.
—76→
   ¿No es bien hermoso en la escuela  25
escuchar cada mañana
reglas de moral cristiana
y practicarlas después?
Bello es por cierto, mi Adela,
y allí enseñar mil primores,  30
por cuyas lindas labores
luego aplaudida te ves.

LA NIÑA

   Bello es jugar por el prado
y perseguir mariposas,
y coger flores hermosas,  35
como aquellas que hay allí;
y el otro día, Conrado
me alcanzó también un nido.
Mamá, si hubieses venido,
¿no hubieses gozado? Dí.  40

LA MUJER

   No, que aquellas avecitas
en tus manos expiraban,
y sus padres las amaban
como yo te quiero a ti.
Gozo al ver que te ejercitas  45
en hacer bien, y al mendigo
prestas amparo y abrigo
cual me ves hacer a mí.
   Así gozo: en hora buena
que en tus juegos inocentes  50
busques flores diferentes
que arrojas sin compasión;
—77→
pero a nadie causes pena,
ni a seres irracionales,
que también los animales  55
tienen, niña, corazón.
   Es la mujer en el mundo
ángel de amor y consuelo,
que descendiera del cielo
por la bondad del Señor.  60
Siente cariño profundo,
y es su deber noble y santo
enjugar doquiera el llanto
y templar siempre el dolor.
   Si esta misión elevada  65
sabes cumplir dignamente,
tu corazón inocente
rebosará de placer;
y bendecida, adorada,
sembrando siempre favores,  70
nunca los crudos dolores
llegarás a conocer.

LA NIÑA

   ¡Oh! Me engañas, madre mía;
tú, que eres buena conmigo,
que le das pan al mendigo  75
y trabajas sin cesar,
también lloras; te vi un día
suspirar, mirar al cielo,
y con tu blanco pañuelo
una lágrima enjugar.  80
—78→

LA MUJER

   Es verdad, hija del alma.
En las rosas purpurinas
¿no es cierto que las espinas
te han punzado alguna vez?,
mas si, tranquila y con calma,  85
de sus punchas las despojas,
no es difícil que las cojas
a pesar de su altivez...
   A la luz del sol poniente
¿ves esas nubes de plata,  90
esa franja de escarlata
y ese cielo puro?

LA NIÑA

Sí.

LA MUJER

   Pues si sufriendo paciente
no te da el mundo consuelo,
más arriba de este cielo  95
hay un lugar para ti.




ArribaAbajoXXXIV. ¡Dichoso tú!

A mi sobrino Ángel, muerto a los ocho días de su nacimiento.



ArribaAbajo   Dime, niño, ¿por qué causa
—79→
dejaste el límpido cielo
trocando por este suelo
la mansión del querubín?
¿Qué esperas hallar, hermoso,  5
en este valle infecundo?
Sólo pesares da el mundo
y un negro sepulcro al fin.
   ¿No temes mojar tus alas,
delicada mariposa,  10
en el agua cenagosa
de este inmundo lodazal?
Flor del Edén, ¿no recelas
perder tu célica esencia
o que manche tu inocencia  15
el contacto mundanal?
   ¿Por qué vivir, hijo mío,
si el vivir es desventura,
y la copa de amargura
apuramos sin cesar?  20
¿Por qué vivir?... si te faltan
de tus padres las caricias,
nunca tan puras delicias
volverás a recobrar...
.......................................  25
.......................................
   Mas ya la Iglesia cristiana
acoge al niño inocente,
sellando su blanca frente
con la señal de la cruz.  30
Ángel le llama, y un ángel
no ha de morar en el suelo...
¡Tal vez remonte su vuelo
—80→
a la mansión de la luz!...
   ¿Por qué sus labios de rosa  35
pierden el brillo primero?
¿Por qué su rostro hechicero
cubre mortal palidez?
¡Pobre niño!, flor temprana
que un rayo de sol hiriera,  40
¡esa dolencia ligera
traerá la muerte tal vez!
   La hortensia vive marchita,
si la toca el sol ardiente,
inclinada tristemente  45
sin perfume ni color;
mas el jazmín delicado
muere al punto de tristura,
perdida la esencia pura,
perdido el primer albor.  50
   Así tú, por no exponerte
en esta tierra maldita,
y arrastrar triste y precita
una vida sin virtud,
cual la flor dobla su tallo  55
doblas tu linda cabeza
y encierras tanta belleza
en un dorado ataúd!...
   ¡Ya expiró! Padres amantes,
¿por qué lloráis sin consuelo?,  60
¿no está mejor en el cielo
que en este mundo falaz?
Él será el ángel que ruegue
por vosotros al Eterno,
y envíe al hogar paterno  65
—81→
la bendición y la paz.
   Del céfiro en los suspiros
oiréis su cándido acento,
beberéis su puro aliento
en la esencia de la flor;  70
y en la bóveda celeste,
al contemplar una estrella,
veréis la mirada bella
del hijo de vuestro amor.
   Y al terminar el destierro  75
que aquí las almas cautiva,
en su patria primitiva
venturoso le hallaréis.
¡Niño hechicero! En buen hora
dejaste el mísero suelo.  80
Volvióse el ángel al cielo...
¡Pobres padres, no lloréis!




ArribaAbajo- XXXV -

Cuento




ArribaAbajo   Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro (entre sí decía)  5
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta viendo
—82→
que iba otro sabio cogiendo
las hierbas que él arrojó.  10

CALDERÓN




ArribaAbajoXXXVI. Las hormigas



ArribaAbajo   Lo que hoy las hormigas son
eran los hombres antaño;
de lo propio y de lo extraño
hacían su provisión.
Júpiter que tal pasión  5
notó de siglos atrás,
no pudiendo aguantar más,
en hormigas los transforma.
Ellos mudaron de forma:
¿Y de costumbres? Jamás.  10

SAMANIEGO.




ArribaAbajoXXXVII. La bocina y el eco

Fábula




ArribaAbajo   Dijo una vez la bocina
al eco repelidor:
¿Por qué su merced, señor,
a remedarme se inclina?
Pero cuando el cielo trina,  5
y al orbe airado estremece,
—83→
a buena fe que enmudece;
y el eco le respondió:
¿Pues que el suelo mereció
lo que el cielo se merece?  10

LECCIONES ESCOGIDAS.




ArribaAbajoXXXVIII. El ladrón

Fábula




ArribaAbajo   Por catar una colmena
cierto goloso ladrón,
del venenoso aguijón
tuvo que sufrir la pena.
La miel (dice) está muy buena,  5
es un bocado exquisito;
por el aguijón maldito
no volveré al colmenar.
¡Lo que tiene el encontrar
la pena tras el delito!  10

SAMANIEGO.




ArribaAbajoXXXIX. Las moscas



ArribaAbajo   A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron,
—84→
que por golosas murieron
presas de patas en él:
Otra dentro de un pastel  5
enterró su golosina:
Así, si bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que los domina.  10

SAMANIEGO.




ArribaAbajoXL. A Dios



ArribaAbajo   Señor, de bondades fuente,
eterno centro de amor,
¡Oh!, Padre mío:
Gran Rey cuya voz potente
a los iris dio color,  5
perlas al río.
   ¡Oh! Vos que padres me disteis
a cuya sombra creciese
y les amase,
y un ánima en mí pusisteis  10
a fin de que os conociese
y adorase:
   Quiéroos con todo mi pecho,
pues sé que el amor, mi Dios,
es cual las flores,  15
en cuyo cáliz estrecho
—85→
para el hombre y para Vos
sobran olores.
   Os amo porque a Vos debo
de mis padres las caricias,  20
los desvelos,
las frescas brisas que bebo,
la flor que hace mis delicias
y los cielos.
   Os amo; mas no, Señor,  25
porque podéis castigarme
por no amaros,
mas porque, fuente de amor,
pudierais dejar de amarme
y enojaros.  30

RUBIÓ.