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41

Tratado de las relaciones verdaderas, cap. I, fol. 3v. (BNM: R. 16.225).

 

42

Clotilde Jacquelard-Pambet, que enfatiza este mismo pasaje, comenta: «Cette relecture eschatologique fait harmoniser individu et reste du monde. Tout tend vers un but ultime: la conversion de tous à la religion catholique. D'où l'importance donnée à l'aspect quantitatif des conversions qu'il obtiendra». Ver su artículo «Un voyageur en Asie au temps de Philippe II: Pedro Ordóñez de Ceballos», en Philippe II et l'Espagne, eds. A. Moliné y J.-P. Duviols, Paris, Presses de l'Université de Paris-Sorbonne, 1999, pp. 109-48; cita en p. 122.

 

43

Algunos pasajes ilustrativos pueden ser: «Considerando esto y que todo el discurso de mi vida he sido agradecido a los hombres por los beneficios que de ellos he recibido, me ha parecido dar muestra también del que a Dios, dador de todo, he tenido siempre» (I, 1, p. 18); «Con razón puedo decir muy de corazón a Dios que soy el clérigo agradecido y darle infinitas gracias y ponerlo en memoria de las gentes para que todos como criaturas suyas se las den» (II, 38, p. 371).

 

44

«Con las ganancias del buen suceso del Archipiélago, me quedaron limpios más de cuatro mil ducados; considerado que, repartidos bien y con magnanimidad, se alcanzan amigos, lo hice, socorriendo necesidades de soldados, y esto con tanta liberalidad que en breve tiempo oí decir a muchos que los tenía obligados con buenas palabras y mejores obras, y por esta razón era querido de todos» (Viaje, I, 8, p. 47).

 

45

«No consentí que español ninguno fuese en casa de los indios, y así tenía todos los días cincuenta y sesenta de mesa, en que gasté muchos ducados y evité infinidad de agravios y pecados» (Viaje, II, 38, p. 370).

 

46

Dos casos ilustrativos en I, 14, pp. 70 y 73.

 

47

He aquí algunas citas: «Me llamaban el restaurador» (Viaje, I, 20, p. 99); «Era el restaurador» (Viaje, I, 21, p. 102); «Cuando vi un conflicto tan grande y una ocasión tan peligrosa, llegueme a su señoría el arzobispo y díjele: “Señor Ilustrísimo, yo me obligo, mediante el favor del cielo, a apaciguar toda esta revolución y tempestad”» (Viaje, II, 2, p. 160); «Fue ocasión para llamarme y mandar que entrase a esta pacificación, y así me nombró el provisor don Francisco Galavis, mi amigo, por cura y beneficiado del valle de la Coca» (Viaje, II, 30, p. 323); «Hice luego quebrar todos aquellos dardos, que sin saberlo yo fue aquélla entre ellos una ceremonia de paz. Luego los hice amigos» (Viaje, II, 31, p. 330); «Hice la mayor cosa que jamás había hecho, que fue la principal pacificación de todas aquellas provincias» (Viaje, II, 37, p. 363).

 

48

La prueba más palpable es el duelo sangriento que mantuvo con el cacique tairona Capi o Capite, el cual se menciona muy de pasada en el Viaje (I, Prólogo, p. 12 y I, 23, p. 113), siendo Jiménez Patón quien lo encarecerá con gran lujo de detalles en el capítulo 37 (repetido) de la Historia de Jaén. He estudiado este episodio concreto, conectándolo con el famoso cacique araucano Caupolicán, en dos trabajos míos complementarios, que son: «Pedro Ordóñez de Ceballos en América: un nuevo texto en torno a la prueba del tronco (La Araucana, canto II)» y «El toqui Caupolicán y la prueba del tronco a la luz de un nuevo texto. Entre etnohistoria y literatura», en prensa.

 

49

En plática con la reina María, ésta le dice: «Sabe que estimo todo lo que dices, que hay santos mártires que los mataron por la confesión de su ley, y me parece que sois los mejores por esa fortaleza que tenéis» (II, 12, p. 206); «Y si algún día me decías que es grande gloria ser mártir y que deseas morir por el Señor y otras cosas de que yo me edificaba, pues no te haga desfallecer cosa, que de mi parte yo te prometo firmeza en la fe, gran constancia en todo lo que fuere de su guarda y en favorecerle, y cuando más no pueda, ¿qué mayor gloria sino que ambos muramos mártires y seamos los primeros de esta tierra?» (II, 15, p. 223).

 

50

Jiménez Patón, Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén, fols. 213v. y 214r.