Al recibimiento del muy reverendo padre mercedario Fernando de la Sierra, vicario general de
la Merced, en la comedia Los empeños de una casa.
MÚSICA. |
(Dentro.) ¡Ah del Arte y sus primores! |
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Venid a la torre, venid al alcázar |
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en cuya obra, empeñada Minerva |
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casa edifica y solida murallas; |
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y, pues se empeña en su fábrica altiva, |
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venid, venid a desempeñarla. |
Sale el Arte, galán, con algunos instrumentos de arquitectura.
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ARTE. |
¿Quién con el sonoro acento |
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de métricas consonancias, |
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remendando en su armonía |
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el dulce motín de la alba; |
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en las alas de su voz |
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penetra las nobles aulas, |
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en que el Arte, divertido |
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en imitar obras varias |
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de la gran naturaleza, |
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logra, en tarea afanada, |
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con apariencias mentidas |
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verdades acreditadas? |
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¿Quién incita los primores? |
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¿Quién mis destrezas aclama, |
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entonando, en dulces ecos, |
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que aun herido el aire guarda? |
ÉL Y MÚSICA. |
¡Ah del Arte y sus primores! |
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Venid a la torre, venid al alcázar. |
ARTE. |
(Él solo.) ¿A qué alcázar? ¿A qué torre |
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mis esmeros se demandan? |
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Y, si es que sacra deidad |
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a su perpetua morada |
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levanta en dobles cimientos, |
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techos a cuya fachada |
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rinda el cedro su eminencia |
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a los cortes de sus palmas. |
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¿Cómo fábrica tan noble |
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dejará de ser escasa, |
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si estrecheces de una torre |
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para su desahogo guarda? |
Sale la Erudición, dama con una oliva en la mano.
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ERUDICIÓN. |
Como no queriendo tú, |
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pues solo, el arte te aclamas |
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hacer más de lo que el arte |
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debe hacer cuando se llama. |
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Si Minerva te convoca |
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a la fábrica gallarda |
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de la casa en que vincula |
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su riqueza literaria, |
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a ti te toca erigirla, |
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pero a mí toca plantearla, |
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que sólo a la Erudición |
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deja Minerva la planta. |
ARTE. |
Luego tú, que así planteas |
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lo que hacer Minerva traza, |
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eres la Erudición. |
ERUDICIÓN. |
Sí. |
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Y la que otra vez enviada |
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de su deidad a retar |
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tus primorosas hazañas, |
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repite en dulces cadencias |
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por las calles y las plazas: |
ELLA Y MÚSICA. |
¡Ah del Arte y sus primores! |
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Venid a la torre, venid al alcázar |
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en cuya obra, empeñada Minerva |
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casa edifica y solida murallas. |
60 |
ARTE. |
Pues ya presente me tienes, |
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a mis rendimientos manda, |
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pues sabes que de la ciencia |
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son las artes las esclavas. |
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Concurra libre Minerva |
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contigo, que obra tan alta |
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no se puede hacer. Invita |
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Minerva, si voluntaria |
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sepa del regio edificio |
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el sitio y también la planta, |
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que ejecuciones del Arte |
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serán eco a tus palabras. |
ERUDICIÓN. |
Sea así. Mas, ¿cómo ha de ser |
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la fábrica imaginaria? |
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En aquel instante mismo |
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que mi voz te dé la traza |
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ve fabricando en tu idea, |
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porque así, obra tan alta, |
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con arte yendo contigo, |
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instantáneamente vaya |
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intimando, tú mismo, a tus primores. |
ELLA Y MÚSICA. |
Venid a la torre, venid al alcázar. |
ARTE. |
Pero, ¿a qué torre tu arbitrio |
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me convida? |
ERUDICIÓN. |
A la más rara |
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que la Erudición conoce. |
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A aquella en cuya fachada |
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labró la sabiduría |
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los primores de su casa. |
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A la que, si de Minerva |
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es escuela literaria, |
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es también a un mismo tiempo |
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doble presidio de Palas, |
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puesto que allá, en sus recintos, |
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misteriosamente varia |
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entreteje, en un volumen, |
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a los ecos de la fama, |
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ya las hojas de las letras, |
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ya las hojas de las armas. |
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Torre, pues, tan peregrina |
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que se admira edificada |
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con varias defensas, siendo |
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en bien misteriosa gala, |
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un collar de mil escudos |
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soguilla de su garganta, |
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que, como regio presidio |
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de orden militar se aclama, |
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cuelga por honrosos timbres |
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cruces, escudos y barras. |
ARTE. |
Satisfecho de que éste es |
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el sitio de tanta casa, |
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saber la planta quisiera. |
ERUDICIÓN. |
Pues ésta es sólo la planta |
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(Enséñale la oliva.) |
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que de la sabia Minerva, |
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en posesiones sagradas, |
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la planta es frondosa oliva |
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en el mérito implicada. |
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Cimientos son sus raíces, |
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con humildad sepultadas. |
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Columnas las que, en sus troncos, |
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fortaleció la constancia. |
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Paredes, las que a los cielos, |
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alzó la fama en sus alas. |
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Los descansos son sus premios, |
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sus ascensos las escalas. |
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Y el tesoro de sus letras |
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las más preciosas alhajas. |
ARTE. |
Pues si tan ilustremente |
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por ti sola fabricada |
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tiene la Sabiduría |
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con todo primor su casa, |
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a qué fin, preceptos míos, |
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en dulces voces se aclaman |
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diciendo cuando Minerva |
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intelectualmente labra. |
ÉL Y MÚSICA. |
Y pues se empeña en su fábrica altiva, |
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venid, venid a desempeñarla. |
ERUDICIÓN. |
Porque aunque es verdad que, como |
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la erudición lo declara, |
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la real casa de Minerva |
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está tan bien trabajada, |
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en el techo, la corona |
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a su fábrica le falta. |
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No sólo porque la ciencia |
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que hasta los cielos se espacia |
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de sus bóvedas azules, |
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por no ahogarse, se resguarda, |
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sino porque Minerva es |
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la que, de sus propias ramas, |
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cortando verdes coronas |
|
el dorado techo labra. |
150 |
ARTE. |
Quizá, por eso, ella misma |
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moviendo hacia aquí la planta |
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dice, siguiendo el rumor |
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de la primer consonancia. |
Sale Minerva repitiendo la Música.
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ELLA Y MÚSICA. |
¡Ah del Arte y sus primores! |
|
Venid a la torre, venid al alcázar |
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en cuya obra, empeñada Minerva, |
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casa edifica y solida murallas, etcétera. |
ERUDICIÓN. |
Aquí, a tu voz obediente, |
|
tus preceptos sólo aguarda. |
160 |
ARTE. |
Bien, que admirado de que |
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tanta deidad empeñada, |
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artífice, manejar |
|
rudos instrumentos trata. |
MINERVA. |
De todos, a mis intentos |
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sólo esta sierra dorada |
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(Toma del Arte una sierra.) |
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será cabal desempeño |
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manejada de mis palmas; |
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advirtiéndote que no es |
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la primera vez que, sabia, |
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|
manejo la aguda sierra |
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al corte de limpias tablas. |
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Y, si lo ignoras, tus dudas |
|
la Erudición satisfaga. |
ARTE. |
¿Cómo? |
ERUDICIÓN. |
Como ya otra vez |
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a la fábrica invocada |
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de la Victoria o nave Argos, |
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sólida, vagante casa |
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que, en cristales de Neptuno |
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echó cimientos de plata, |
180 |
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ella misma, abochornando |
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la tez de sus manos blancas, |
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regó, al cortar de la sierra, |
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con su sudor la montaña. |
MINERVA. |
Y si al aéreo movimiento |
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de sus filos, mi constancia |
|
no sólo docilitó |
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las duras maderas vastas, |
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sino que troncos que sólo |
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podían pulirse en tablas, |
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a esmeros de mi trabajo, |
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les di, con la voz, el alma. |
|
Lo mismo con esta sierra, |
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que superior numen guarda |
|
en calurosos afanes, |
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hace e hizo mi enseñanza. |
ERUDICIÓN. |
Es así, pues ella es, |
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por tu diestra manejada, |
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la cabeza y la corona |
|
de tu magnífica casa. |
200 |
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La discreta, noble, docta |
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cabeza de esta sagrada, |
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de redentores héroes |
|
noble, militar escuadra, |
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el siempre ilustre Fernando, |
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cuya florida prosapia |
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toda la nobleza encierra, |
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con la sierra de sus armas. |
MINERVA. |
Sierra en cuya limpia tez, |
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en cuya hoja acicalada, |
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|
se ven de su excelso ingenio |
|
perfecciones literarias. |
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Pues, águila con los picos |
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del que acero la acicala, |
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para llevar de los cedros |
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las dulces médulas sabias, |
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la solidez y agudeza |
|
individuamente hermana. |
ERUDICIÓN. |
Sierra, en que si ya de Astrea |
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penden las rectas balanzas, |
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juez ya, a los merecedores, |
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aserrando dignas palmas |
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o ya cortando los bríos |
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de armónicas arrogancias, |
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logra el renombre de recta, |
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con la madurez tarda. |
ARTE. |
Mi cortedad, la altitud |
|
de esos renombres no alcanza, |
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que los discursos, no al arte, |
|
sino a la ciencia se guarda. |
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Y, a lo de artífice rudo, |
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sólo diré en frases claras |
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que las torres en que |
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esta fábrica se traza, |
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admita, en debido obsequio, |
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lo que el rendimiento labra. |
ERUDICIÓN. |
No olvidando, como debe, |
|
la discreta índole amada |
|
del Ácates, a quien ha |
|
secretos que el pecho guarda. |
240 |
ARTE. |
Conque por lo que a mí toca... |
MINERVA. |
No prosigas, que aún te falta. |
|
Que acabar mi desempeño, |
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pues aun todavía empeñada |
|
me contemplo en el festejo. |
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Y, pues, tú, Arte te aclamas, |
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y hasta lo cómico extiendes |
|
tus preceptos y observancias, |
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te empeño a que en el teatro |
|
pintes de otra casa el mapa. |
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ARTE. |
Y ¿qué cómico empeño es? |
ERUDICIÓN. |
Los empeños de una casa, |
|
asunto en que, hermoso Fénix, |
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la más singular Joanna |
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puso en teatro a competencias |
|
la discreción y la gracia. |
ARTE. |
Yo lo ofrezco porque así, |
|
en acorde consonancia, |
|
sean los empeños unos, |
|
aunque distintas las casas. |
260 |
MINERVA. |
Y nosotros lo aceptamos |
|
cuando para ejecutarla, |
|
con el acierto que tan |
|
grave congreso demanda |
|
al recto, suave compás |
|
de la primer asonancia, |
|
de nuevo empeñando al Arte |
|
decimos en voces varias: |
TODOS Y MÚSICA. |
¡Ah del Arte y sus primores! |
|
Venid a la torre, venid al alcázar |
270 |
|
en cuya obra, empeñada Minerva, |
|
casa fabrica y solida murallas: |
|
y, pues se empeña en su fábrica altiva, |
|
venid, venid a desempeñarla. |