221
Como es sabido, el epigrama español, que trataba de reflejar el espíritu del latino, utilizó dos redondillas; así lo hace SJ en todos sus epigramas. El más conocido es el que escribió para defenderse de algún ataque en el que se le acusaba de ilegitimidad y que comienza: «El no ser de padre honrado [...]» (vid. MP, t. I, p. 230; y mi artículo «Mujer, ilegítima y criolla [...]»). Véase también la edición de Juan de Salinas, el más famoso epigramatista español, que hace Henry Bonneville.
222
Antonio García Berrio, «Macrocomponente textual y sistematismo tipológico: el soneto amoroso español en los siglos XVI y XVII y las reglas del género», p. 146.
223
Idem.
224
Ibidem, p. 147.
225
Ibidem, p. 148.
226
Para los que se interesen en estas cuestiones relacionadas con Sor Juana, de «feminismo» y de criollismo, véanse los trabajos que aquí aparecen; además: «Tiempo, apariencia y parodia [...]» (la parte III de ese artículo), y «Sor Juana: imágenes femeninas de su científico Sueño», que se consignan en la bibliografía.
227
Para este último pasaje he tomado, muy libremente, ideas que aparecen en la Introduction de Catharine R. Stimpson, (p. 3), del libro editado por Shari Benstock; y Elaine Showalter en «Toward's a Feminist Poetics», p. 130, del libro editado por la misma.
228
SJ puede haber leído las historias sobre estas mujeres romanas en Plinio, Livio... Pero quizá mejor debemos pensar que eran lugares comunes o que las leyó en Ravisius Textor, autor muy socorrido en ese tiempo. En cuanto a la figura de Tisbe, se halla en las Metamorfosis de Ovidio, IV, v. 55 y ss.; de ahí su carácter mitológico.
229
He utilizado las ediciones de estos escritores que se consignan en la bibliografía.
230
Los sonetos de Leandro (p. 33), para lo novelesco, y el de Dafne (p. 15), para lo mitológico, de Garcilaso de la Vega, el español, pueden haber sido los modelos para los poetas que trataron luego esos asuntos. El soneto XIII, al mismo tiempo que describe la metamorfosis de Dafne en árbol causada por Apolo, da relieve a la pena de éste porque así la pierde, pero no habla del daño que se le ha hecho a ella. En el de Leandro, toda la acción se centra en él y en su deseo de goce de amor; no se menciona a Hero. De entre los poetas mencionados, es Lope el que sí, alguna vez (como, por ejemplo en el de Endimión enamorado de la Luna, p. 246), da relieve al sentir y decir de la mujer.