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ArribaAbajoActo II

 

El teatro representa un salón de la casa de MONCADA inmediato al jardín, con el cual comunica por una gran puerta situada en el fondo, y cuyos árboles se distinguen vagamente en la oscuridad de la noche. A la derecha del espectador, dos puertas: la de primer término conduce a las habitaciones de LAURA; la de segundo término, a las de los marqueses. A la izquierda del espectador, y en segundo término, otra puerta mayor que las dos anteriores, y que se supone en comunicación con el vestíbulo. La puerta del fondo estará abierta constantemente, y, de cuando en cuando, se distinguirá el follaje con más claridad, como si lo hubiese iluminado la luna. Contra el muro de la izquierda, y en primer término, un enorme banco-arcón de madera labrada, con brazos, alto respaldo y escudo en el centro; sobre él, algunas armas y objetos para limpiarlas y bruñirlas, como arrojados al azar; además dos bandas. A la derecha, primer término, una mesa, y sobre ella, una lámpara encendida, objetos de labor, un libro y recado de escribir; dos sillones junto a dicha mesa; dos taburetes a la izquierda.

 

Escena I

 

BRÍGIDA, observando por la puerta del foro.

 
BRÍGIDA
Nada se oye en el jardín;
es la noche muy oscura;
oculta por la espesura,
de aquella alameda al fin,
está la puerta por donde 5
entre sombras ha salido;
en buena nos ha metido
ese condenado conde.
Mucho tarda: el tiempo vuela,
¡digo!..., ¡si viene Moncada 10
y averigua que tapada
se fue por la callejuela
sin escudero y sin paje,
sin litera y sin lacayo,
así como de soslayo, 15
y por detrás del ramaje!...
¡A cada una de las tres
nos va a dividir en dos!
¡Del conde líbrenos Dios...,
y primero del marqués! 20
La pobre Laura aun ignora
lo que al despuntar el día
se prepara... ¡Virgen mía!
Mas lo supo la señora...
Dicen todos a una voz 25
que mañana, sin remedio,
se parten de medio a medio
Fernando y el de Albornoz...
No sé si es cierta la cosa;
mas cuando oigo una noticia, 30
sin que esto arguya malicia,
y sí ciencia provechosa
adquirida con la edad,
a mi costa y a la ajena,
digo: «mentira», si es buena; 35
si es mala, digo: «verdad».
Un ejemplo: cierto día
dicen que se ha desprendido
un paredón y ha cogido
a mi Lucas: «Virgen mía...», 40
grito, y me gritan al punto
que en el hueco que ha dejado
un tesoro se ha encontrado.
¡Corro!..., y estaba el difunto
y el hueco, pero no el oro; 45
y resulta en conclusión
cierto lo del paredón
y falso lo del tesoro.


Escena II

 

DOÑA VIOLANTE y BRÍGIDA.

 
BRÍGIDA

 (Asomándose de nuevo a la puerta del jardín y escuchando atentamente.) 

¡Por vida de Barrabás!
¡Si llega Moncada!... ¡Al fin!... 50
¡Pasos oigo en el jardín!
Es ella...
 

(DOÑA VIOLANTE aparece en la puerta del fondo y se detiene, apoyándose en el muro, como rendida por la emoción y el cansancio.)

 
DOÑA VIOLANTE
¡No puedo más!
 

(BRÍGIDA le quita el manto con presteza. DOÑA VIOLANTE se levanta y contesta como distraída a las preguntas de la dueña.)

 
BRÍGIDA
¿Era cierto?
DOÑA VIOLANTE
Cierto, a fe.
BRÍGIDA
¿Mañana se baten?
DOÑA VIOLANTE
No.
BRÍGIDA
¿Quién ha de impedirlo?
DOÑA VIOLANTE
Yo.
55
BRÍGIDA
Pero ¿cómo?
DOÑA VIOLANTE
No lo sé.
BRÍGIDA
¿Fuisteis a su casa?
DOÑA VIOLANTE
Sí.
BRÍGIDA
¿Le visteis?
DOÑA VIOLANTE
No estaba ya.
BRÍGIDA
¿Pero vendrá?
DOÑA VIOLANTE
No vendrá.
BRÍGIDA
¿Y al de Albornoz?
DOÑA VIOLANTE
No le vi.
60
BRÍGIDA
¿Y ha de ser?...
DOÑA VIOLANTE
Cuando la aurora
aparezca por Oriente.
BRÍGIDA
¡Qué juventud, Dios clemente!
¿Y dónde riñen?
DOÑA VIOLANTE
Se ignora.
BRÍGIDA
Es decir, que no hay manera... 65
DOÑA VIOLANTE
¿No ha de haberla, desdichada?
Y le arrancaré la espada
de la mano cuando quiera.
BRÍGIDA
¿Tanto podéis?
DOÑA VIOLANTE
¡Sí, por Dios!
BRÍGIDA
¡Desarmar la mano impía!... 70
Pero ¿de quién?
DOÑA VIOLANTE

 (Con enojo.) 

¡Todavía!
De cualquiera de los dos.
Basta ya de preguntar.
BRÍGIDA
Es natural interés.
Pronto volverá el marqués... 75
DOÑA VIOLANTE
Calla... Déjame pensar.

 (DOÑA VIOLANTE muestra gran agitación, y al fin, después de vacilar algunos instantes, se sienta a la mesa.) 

¡Es preciso!... ¡Valor!... ¡Sí!...
¡Perder no puedo un momento!...
¡Se me escapa el pensamiento!

 (Se prepara a escribir, pero antes de empezar se vuelve hacia BRÍGIDA.) 

Tú no te muevas de allí. 80

 (Señalando hacia la puerta de la izquierda.) 

BRÍGIDA
En su rostro lleva escrito
el dolor..., ¡pobre señora!
DOÑA VIOLANTE
Antes que llegue la aurora
ver al conde necesito.
Mañana fuera ya tarde... 85
¿Por qué tiemblas, corazón?
¡Escoges, buena ocasión
para mostrarte cobarde!

 (Al fin se decide y comienza a escribir.) 

BRÍGIDA
El llanto baña su tez.
DOÑA VIOLANTE
«¡Conde, por la honra perdida 90
de nuevo os pido la vida
o la muerte de una vez!»
¿Qué ruido es ése?

 (Volviéndose.) 

BRÍGIDA
No es nada;
aquí estoy yo vigilando.
DOÑA VIOLANTE
¡He de salvar a Fernando, 95
aunque me mate Moncada!

 (Sigue escribiendo.) 

«Veros quise, y no he podido,
esta tarde. Lo sé todo.
De salir no encuentro modo,
porque espero a mi marido.» 100
¿Vienen?
BRÍGIDA
No. Poned el fin.
Yo vigilo; descuidad.
DOÑA VIOLANTE

 (Escribiendo.) 

«Llave os mando; penetrad
por la puerta del jardín.
Devolved al mensajero 105
este papel. No es que dude
de vos, conde; mas acude
a mi mente terco y fiero,
enrojeciendo mi faz,
el recuerdo de mi esposo 110
y el recuerdo vergonzoso
de mi deshonra en Orgaz.»

 (Pausa.) 

Se confunde mi razón...
¿Me queda algo por decir?

 (Escribiendo.) 

«Una luz veréis lucir 115
en la puerta del salón.»

 (Nueva pausa.) 

¡Olvidé en mi aturdimiento
decirle que es a las doce!
BRÍGIDA
¿Acabáis?
DOÑA VIOLANTE
¡Bien se conoce
toda la angustia que siento! 120

 (Escribiendo.) 

«A las doce; después, no...
Vuela el tiempo y fuera tarde.
Dios vuestra existencia guarde
mejor que a mí me guardó.»
Brígida...
BRÍGIDA
¿Señora?...
DOÑA VIOLANTE
Ven.
125
Toma esta carta.
BRÍGIDA
La tomo.
DOÑA VIOLANTE
Ahora, el manto.
BRÍGIDA
¿El manto? ¡Cómo!
¿He de ser yo misma quien...?
DOÑA VIOLANTE
Es preciso.
BRÍGIDA
¡Está lloviendo!

 (Acercándose a la puerta del fondo.) 

DOÑA VIOLANTE
Vive muy cerca el de Orgaz. 130
BRÍGIDA
¡Del Cristo divina faz!
DOÑA VIOLANTE
Esta carta...
BRÍGIDA
Ya lo entiendo.

 (Aparte.) 

Por entenderlo no queda;
si queda, será sin duda
porque con mi ingenio acuda 135
al remedio, y como pueda...
¡El marqués!

 (Mirando por la puerta de la izquierda y ocultando la carta.) 



Escena III

 

DOÑA VIOLANTE, DON RODRIGO, BRÍGIDA y NUÑO. DON RODRIGO y NUÑO, por la izquierda, en traje de calle, precedidos de dos criados con luces, y seguidos de otro tercer criado; éstos se detienen en la puerta. El MARQUÉS y NUÑO dan los sombreros y las capas al último criado, que desaparece por la izquierda. El MARQUÉS da su espada a NUÑO y se acerca a DOÑA VIOLANTE.

 
DON RODRIGO
¡Violante!
DOÑA VIOLANTE
¡Esposo!
DON RODRIGO
¿Estás inquieta?
DOÑA VIOLANTE
No, a fe.
DON RODRIGO
¿Tiembla tu mano?
DOÑA VIOLANTE
No sé...
DON RODRIGO
Ven; necesitas reposo. 140

 (Aparte.) 

Que todo lo sabe infiero.
Tiembla por Fernando... Es madre.
Lucha en mí el amor de padre
con la honra del caballero.

 (A DOÑA VIOLANTE, en voz alta.) 

Sígueme.
VIOLANTE
Rodrigo...
DON RODRIGO

 (Cogiéndole una mano.) 

¿Ves?
145
¡Te abrasa la calentura!
DOÑA VIOLANTE
De ese jardín la frescura
DON RODRIGO
Bien, bajaremos después;
y cerca de esa enramada
los dos y Laura, y a más 150
Brígida y Nuño, verás.
cuán alegre es la velada.
 

(DON RODRIGO y DOÑA VIOLANTE salen por la derecha, segundo término, precedidos de los dos criados, con luces. NUÑO, siempre con la espada del MARQUÉS en la mano, intenta seguirlos; BRÍGIDA le detiene.)

 


Escena IV

 

BRÍGIDA y NUÑO.

 
BRÍGIDA
Escucha, Nuño, un instante.
Va bien sin ti don Rodrigo,
y va bien sin ir conmigo, 155
mientras va con él Violante.
NUÑO

 (Dejando la espada del MARQUÉS sobre el banco de la izquierda.) 

¿Qué me quieres?
BRÍGIDA
Un favor.
pedirte. ¿Ves esta carta?

 (Le muestra la de DOÑA VIOLANTE.) 

NUÑO
Sí.
BRÍGIDA

 (Dudando.) 

Pues bien...
NUÑO
Tu historia; ensarta.
BRÍGIDA

 (Con misterio.) 

Hay que llevarla a un señor. 160
NUÑO

 (Tomando la carta y mirando el sobre. Después se la devuelve a BRÍGIDA.) 

Del nombre se han olvidado.
BRÍGIDA
No importa, yo sé quién es.
NUÑO
Puede llevarla Garcés.
BRÍGIDA
Es asunto reservado...
de una mujer.
NUÑO
¿Y se llama?
165
¿Laura sin duda?
BRÍGIDA
Perdona;
mi lengua nunca pregona
los secretos de una dama.
Ni de nadie. No es prudente.
Callo, aunque el callar me hastíe. 170
Aquel que de mí se fíe,
que con mi silencio cuente.
Yo no hablo a tontas y a locas:
¡soy un sepulcro!
NUÑO
Lo creo,
pues siempre una momia veo 175
enterrada en esas tocas.
BRÍGIDA
¡Tengamos la fiesta en paz!
NUÑO
¡Paz a los muertos!
BRÍGIDA
¡Peralta!
NUÑO
Yo me callo. Pero falta
saber quién es.
BRÍGIDA

 (Con misterio.) 

El de Orgaz.
180
NUÑO
¡Qué dices! ¿El conde?
BRÍGIDA
Justo.
NUÑO
¡Que me place, vive Cristo!
Jamás de cerca le he visto.
BRÍGIDA
Pues te he dado por el gusto.
NUÑO
Esta roja cicatriz 185
cuentas atrasadas tiene
con esa cara, y conviene...
En fin, iré.
BRÍGIDA
¡Soy feliz!
NUÑO
Y a Moncada el de Albornoz
hace pensar en Orgaz; 190
así lo dice su faz,
aunque lo calle su voz.
BRÍGIDA
Pues mejor, a lo que entiendo,
si a tu señor le interesa.
¿El mismo te ha dicho?

 (Con curiosidad.) 

NUÑO
Cesa.
195
Él no me habla; yo comprendo.

 (Pausa.) 

A media tarde salimos,
en silencio caminamos,
a Madrid atrás dejamos,
y el sol ocultarse vimos. 200
Los celajes de Occidente
más y más palidecían,
y en el cielo aparecían
las estrellas, lentamente.
Un triste lejano son 205
llegó en las alas del viento:
de la torre de un convento
quizá el toque de oración.
Detuvimos nuestro paso,
descubrimos nuestra frente, 210
el toque expiró doliente,
la luz se extinguió en ocaso.
Esta roja cicatriz
mirando estuvo el marqués;
miró este puñal después, 215
y de la sangre el matiz
tiñó su faz. Nada hablamos;
la cabeza nos cubrimos,
a Madrid la vuelta dimos,
y ya de noche aquí entramos. 220

 (Pausa.) 

BRÍGIDA
Bueno, sigue: ya te escucho;
sé que te miró Moncada.
¿Y después?
NUÑO
No ocurrió nada.
BRÍGIDA
¿Conque eso es todo?
NUÑO
Y es mucho.
Aunque nada nos digamos, 225
callando nos entendemos,
que en la mirada ponemos
lo que a la lengua negamos.
Venga esa carta. De paje
haré y de dueña.
BRÍGIDA
Pues toma.
230
NUÑO
Veré al de Albornoz, y a Roma
por todo.
BRÍGIDA
Vaya, buen viaje.
NUÑO

 (Volviendo desde la puerta y con cierta malicia.) 

¿Es de Laura?

 (Mostrando la carta.) 

BRÍGIDA
¡Por mi fe!
NUÑO
Quizá ruega al de Granada
que no le dé una estocada 235
a su Fernando?
BRÍGIDA

 (Con mal humor.) 

No sé.
 

(Sale NUÑO por la izquierda.)

 


Escena V

 

BRÍGIDA, sola.

 
BRÍGIDA
Y luego dicen que gruño;
pues ¿no he de gruñir con Nuño?
¡Qué pesado y qué curioso!
No quisiera yo un esposo, 240
aun cuando me hiciera falta,
como Nuño de Peralta.
Pero, en fin, después de todo
yo me lo arreglé de modo
que hice cuanto quise de él, 245
porque en el fondo es fiel
y bonachón y sencillo,
y me sirvió el pobrecillo.
Cierto que en lo testarudo
que haya otro cual Lucas dudo, 250
El maldito paredón
le aplastó sin compasión
todo, menos la cabeza,
que le dejó en una pieza.
Era mucho hombre, ¡ay de mi! 255
Desde el punto en que perdí
de su regaño el calor,
de mi viudez al dolor,
comprendí lo que valía,
que antes no lo comprendía. 260
Un murallón, ¡ay mi Dios!,
se interpuso entre los dos:
Una eternidad de llanto
en forma de cal y canto.
¡Y pensar que no hay remedio 265
estando pared por medio!
Pasos oigo; vuelve ya.
¿Será Nuño? Sí será;
como que el dichoso conde
buscó casa desde donde 270
contemplar la de su amor.
¡Qué posma es el buen señor!


Escena VI

 

DON FERNANDO, BRÍGIDA y NUÑO.

 
BRÍGIDA

 (Saliendo al encuentro.) 

Nuño... ¡Don Fernando!

 (Deteniéndose al verle.) 

DON FERNANDO

 (A BRÍGIDA.) 

Vete.
BRÍGIDA
Mal tropiezo tuvo, malo.
DON FERNANDO
¿Qué aguardas? Vete, te digo. 275
BRÍGIDA
Obedezco...

 (Aparte.) 

¡Es un leopardo!

 (Sale BRÍGIDA por la derecha, primer término.) 



Escena VII

 

DON FERNANDO y NUÑO.

 
DON FERNANDO

 (A NUÑO.) 

El fingimiento es inútil.
Desde que el sol en ocaso
hunde su frente rojiza,
hasta que encienden sus rayos 280
arreboles de la aurora,
¿por ventura ignoras, cándido,
que, girasol de una bella,
de su reja no me aparto,
y que desde allí del conde 285
la noble morada guardo?
En ella entrar yo te he visto
y salir al breve rato.
¡Mal oficio para viejo!
¡Mal oficio para hidalgo 290
tomaste, por vida mía!
NUÑO
¡Que tal escuche!
DON FERNANDO
¡Villano!
NUÑO
¡Ordenes cumplí!
DON FERNANDO
¿De Laura?
NUÑO
La carta que me entregaron...
DON FERNANDO
¿Una carta dices, Nuño? 295
NUÑO
¡Mal haya mi torpe labio!
DON FERNANDO
¡Es inútil que lo niegues!
NUÑO
¿Yo negar? Lléveme el diablo
si sirvo para estas cosas.
Brígida es quien me ha entregado 300
ese papel; pero creo
que fue de Laura el encargo.
DON FERNANDO
Dame la respuesta.
NUÑO
¿Yo?
DON FERNANDO
Pues hubo carta, es bien llano
que respuesta habrá.
NUÑO
No sé...
305
DON FERNANDO
¡Lo exijo!
NUÑO
En verdad...
DON FERNANDO
¡Lo mando!
Pues ella ha de ser mi esposa,
tengo derecho sobrado...
Mas ¿qué me importa, si tengo
mejor derecho en mi brazo 310
y en este hierro que voy
a hundirte, viejo menguado,
en la garganta, si al punto
no obedeces mi mandato?
NUÑO
Señor..., señor..., de mis canas... 315
DON FERNANDO
De tus canas más despacio
hablaremos. Pero dame...,
¡dame el papel entre tanto!

 (Le coge violentamente. NUÑO le mira tranquilo y sereno.) 

NUÑO
Porque pedirlo podéis,
señor; porque debo darlo, 320
no porque tema morir,
voy a ceder.
DON FERNANDO
¡Pronto!
 

(NUÑO le entrega el papel, que él coge ansiosamente.)

 
¡Al cabo!

 (Pausa.) 

¡Ya lo tengo, y aun vacilo!
¡Valor, corazón menguado!

 (Leyendo.) 

«A mi poder llegó luego 325
la carta, y mal me juzgáis
si por ventura pensáis
que, desatentado y ciego,
no he de escuchar vuestro ruego.
Fuera portarme cual ruin, 330
y soy caballero al fin.
A las doce, recatado
entraré, perded cuidado,
por la puerta del jardín.»

 (FERNANDO se detiene y muestra en todos sus ademanes la profunda emoción de que está poseído. Sigue leyendo, después de una breve pausa.) 

«Para obligarme, señora, 335
invocáis la honra perdida...»

 (FERNANDO da un grito terrible; se detiene, vuelve a leer y acaba la carta con ansiedad creciente.) 

«Bien sabe Dios que la vida
diera por borrar ahora
el crimen de aquella hora
en que nubló vuestra faz, 340
por insensato y audaz,
con niebla de deshonor
y con llanto de dolor
eterno... El Conde de Orgaz

 (El actor interpretará este momento como crea oportuno.) 

NUÑO
¿Qué tenéis?... ¡Qué palidez! 345
¡Esa carta!... ¡Don Fernando!...
¡Mi dueño!... ¡No me responde!
¡Tiemblan convulsos sus labios!
DON FERNANDO
¡Silencio!
 

(El reloj de una torre da once campanadas.)

 
NUÑO
Pero, señor...
DON FERNANDO
Calla, Nuño... ¿Qué hora ha dado? 350
NUÑO
De la torre de San Justo,
el eco triste y lejano,
por entre sombras y calma,
once campanadas trajo.
DON FERNANDO
¿Once no más? Imposible. 355
Es medianoche. Hace rato
que la corneja graznó
en el viejo campanario.
¿No ves el cielo qué oscuro?
¿No ves bajarse mis párpados? 360
Es por el peso del sueño,
no es por el peso del llanto.
Son las doce, no lo dudes.

 (Aparte.) 

¡Cómo no, si las aguardo!

 (Alto.) 

¿Lo niegas? Pues mira, terco... 365

 (Le lleva por un brazo hasta la puerta de la derecha, primer término, y le obliga a mirar hacia el interior.) 

¡Mira..., mi Laura..., mi encanto!...
¡Ella viene!... ¡Son las doce!
¡Calla, corazón menguado...,
calla..., que nada sospeche,
o te arranco con mis manos! 370


Escena VIII

 

DOÑA VIOLANTE, LAURA, FERNANDO y DON RODRIGO. DOÑA VIOLANTE y DON RODRIGO, por la derecha, segundo término. LAURA y BRÍGIDA, por la derecha también, primer término.

 
DOÑA VIOLANTE
¡Hijo del alma!
DON FERNANDO
¡Mi madre!
DON RODRIGO

 (A FERNANDO.) 

¿Así cumples mi mandato?
DON FERNANDO
Pues de enojaros no trato;
voy a retirarme, padre.

 (Hace un movimiento para salir.) 

DON RODRIGO
Espera.

 (Aparte.) 

No sé por qué
375
hoy me duele ser severo.
Si mañana el hado fiero
fatal le fuese... No, a fe;
no está bien mostrar enojos
cuando no los siento ya, 380
cuando le miran quizá
por última vez mis ojos.

 (En voz alta y casi cariñosa.) 

Ven, Fernando; de esta casa,
que es tu casa solariega,
nadie la entrada te niega, 385
con justa medida y tasa,
como lo exige el honor
de quien va a ser tu mujer.
Detén el paso y reposa
aquí en honesta velada, 390
junto a tu madre adorada
y tu prometida esposa.
 

(DON FERNANDO deja la capa y el sombrero en un sillón inmediato a la puerta de la izquierda. Los actores se colocan en el orden siguiente: DON RODRIGO y DOÑA VIOLANTE, en los sillones que están junto a la mesa. LAURA y FERNANDO, en los dos taburetes. BRÍGIDA y NUÑO, en el gran banco de madera de la izquierda. LAURA borda la banda roja; NUÑO limpia la espada de DON RODRIGO; BRÍGIDA saca un libro de rezos; DOÑA VIOLANTE mira con inquietud y ansiedad a la dueña.)

 
NUÑO
Dame.

  (A BRÍGIDA; ésta le da un paño u otro objeto cualquiera.) 

Gracias.
BRÍGIDA
Y al acero.
otra vez.
NUÑO

 (Limpiando el hierro.) 

Es mi afición.
BRÍGIDA
Natural ocupación, 395
en un tan buen escudero.
NUÑO
Vamos, Brígida, a tener
una velada famosa,
aunque no suceda cosa
que no sucediera ayer. 400
Yo la tajante a bruñir,
los chicos a enamorar,
los padres a vigilar
y las dueñas... a dormir...
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte.) 

No pude a Brígida yo 405
preguntar... ¡Siempre Rodrigo!
BRÍGIDA

 (Aparte, a NUÑO.) 

¿Conque de carta...?
NUÑO

 (Aparte, a BRÍGIDA.) 

Te digo
por cuarta vez que llegó.
DOÑA LAURA

 (Aparte.) 

¿Por qué no fija sus ojos
en los míos?

 (Alto.) 

¡Ay de mí!
410
DON FERNANDO

 (Aparte, a LAURA.) 

¿Por qué suspiras así?
DOÑA LAURA
Por tus enojos.
DON FERNANDO
¡Enojos!
Velada es ésta en verdad

 (Levantando la voz.) 

que ensancha mi corazón;
mira allí nuestra ilusión 415

 (Señalando a sus padres.) 

convertida en realidad,
Amor en la juventud
confundió sus corazones;
del cielo las bendiciones
de amor hicieron virtud; 420
la muerte al fin sin piedad
querrá separar sus vidas:
pero a sus almas unidas
les queda la eternidad.
Bendigamos a la suerte 425
que tal dicha nos prepara;
unámonos en el ara
por la vida y por la muerte:
tú con esposo leal
y yo con esposa pura... 430
¡No temas..., es ya segura
nuestra dicha terrenal!

 (Con sarcasmo mal contenido.) 

DOÑA LAURA
¡Esa mirada..., ese acento!
DOÑA VIOLANTE
Eres injusto, Fernando...
DON RODRIGO
¿Por qué razón, cómo o cuándo?... 435
DON FERNANDO
¡Porque me embriaga el contento!
Pero escucha, Laura mía:
si por aquella a quien ama,
cuando es honrada la dama,
toda su sangre daría 440
este pobre corazón,
bendiciendo su destino,
¡ay si encuentra en su camino
una sombra de traición!
DOÑA LAURA
¡En confusiones me pierdo 445
al escucharte!
DON FERNANDO
No es nada.
Es que miro aquella espada
que limpia Nuño, y recuerdo
que mi padre me contó
una historia de amargura, 450
que la limpia empuñadura
por muchos años guardó
en su centro taladrado.
DON RODRIGO
Es la historia provechosa.
DON FERNANDO
Por lo menos es curiosa. 455
BRÍGIDA
¿Y hace mucho que ha pasado?
DON FERNANDO
Mucho.
BRÍGIDA
Déjame mirar
ese extraño hierro, Nuño.
DON FERNANDO
Pero el misterioso puño
aun se puede aprovechar. 460
DON RODRIGO
Ocupar puedes a fe
aquesta alegre velada,
refiriendo de mi espada
el origen.
DON FERNANDO
Sí lo haré.
BRÍGIDA
¿Será una historia de amor? 465

 (A NUÑO.) 

NUÑO
Yo no sé lo que será.
DON RODRIGO
Comienza la historia ya.
NUÑO

 (Limpiando el hierro.) 

No hay otro acero mejor.
 

(Pausa. Después, FERNANDO comienza la historia. El MARQUÉS toma un libro de sobre la mesa y lee atentamente hasta el final de la escena. LAURA sigue su labor, que a veces interrumpe para oír a FERNANDO. NUÑO continúa bruñendo la espada de su señor. DOÑA VIOLANTE se muestra inquieta: ya vuelve la vista hacia el jardín, ya mira con afán a BRÍGIDA.)

 
DON FERNANDO
Cuenta una historia olvidada
que cierta bella Beatriz 470
y un don Álvaro Moncada,
para ella en hora infeliz
para él en hora menguada,
casaron allá en Sevilla,
y era su amor tan ardiente, 475
que si cruzaban la villa
los señalaba la gente
como a humana maravilla.
Mas todo acaba en el mundo;
en todo se puede hallar 480
término, y término inmundo:
¡que fondo tiene hasta el mar,
con ser el mar tan profundo!
Lo veis tranquilo y sereno,
y creyereis con trabajo 485
que no es de cristal su seno;
¡pues de ese cristal debajo
hay doble fondo de cieno!
Mas por Dios que mi memoria
es ya sobrado infeliz; 490
volvamos a nuestra historia
y a nuestra hermosa Beatriz,
hermosa como una gloria.
Del rey moro de Granada,
cierto príncipe andaluz 495
llegó con una embajada,
bello cual ángel de luz,
al palacio de Moncada.
A Beatriz enamoró,
mas siempre la halló cruel; 500
la embajada terminó
y desdeñado el infiel
a Granada se tornó.
Mas ¡qué extraño es el Destino!
¿Por qué Beatriz escondía 505
en su camarín divino
una carta que tenía
del príncipe granadino?
Probaba la carta aquella,
carta que escribió al partir, 510
que de la cristiana bella
jamás consiguió rendir
el corazón su querella.
Pero es cosa averiguada
que a veces en el jardín, 515
bajo una espesa enramada,
y otras en su camarín,
lánguidamente inclinada,
y muchas tras de la reja,
cuando la luz de la luna 520
el Guadalquivir refleja,
de aquel papel sin fortuna
buscaba la eterna queja.
Era una noche; miraba
tras la reja, cual solía, 525
la luna que se elevaba;
la carta a veces leía,
y leyéndola lloraba.
Una mano de repente
asió el papel misterioso; 530
dio un grito la delincuente,
y al volverse, de su esposo
se halló Beatriz frente a frente.
De lo que entre ambos pasó
no llegó al mundo ni un eco, 535
mas la marquesa... murió.
Con la empuñadura en hueco,
don Álvaro hacer mandó
en Toledo el hierro aquel
que veis en manos de Nuño. 540
y refirió un paje infiel
que vio a Moncada en el puño
meter sangriento un papel.
Después marchóse a la guerra,
y en una ruda batalla 545
en la granadina tierra,
sin casco y rota la malla,
a un moro ven que se afierra,
y aunque el moro era valiente,
le mira fijo y ardiente, 550
le arroja sobre un terruño,
y de aquella espada el puño
le hunde en la sangrienta frente.
Y aquí agrega el narrador
que desde aquella jornada 555
todo Moncada, en rigor,
en el puño de su espada
lleva el sello de su honor.
DOÑA LAURA
Triste es la historia y sombría.
DON FERNANDO

 (A LAURA.) 

Está pálida tu tez. 560
BRÍGIDA

 (Aparte, a NUÑO.) 

¿Conque la carta?
NUÑO
¡Otra vez!

 (Aparte.) 

No digo esta boca es mía,
pues respuesta no me exige.
BRÍGIDA

 (Aparte, a NUÑO.) 

Ya estará la dama ansiosa.
DOÑA VIOLANTE

 (En voz alta.) 

Me fatiga hallarme ociosa. 565
La banda azul...

 (A BRÍGIDA.) 

BRÍGIDA

 (A NUÑO.) 

¿No lo dije?
NUÑO

 (Aparte.) 

¡Y que era Laura pensé!
¡Es Violante!
 

(BRÍGIDA se levanta después de tomar en el banco una banda azul, y con ella se aproxima a DOÑA VIOLANTE. DON RODRIGO, entre tanto, sigue leyendo.)

 
DOÑA VIOLANTE

 (A BRÍGIDA, en voz muy baja.) 

¿Fuiste?
BRÍGIDA

 (Bajo, a DOÑA VIOLANTE.) 

Fui.
DOÑA VIOLANTE
¿Y te contestó?
BRÍGIDA

 (Resueltamente, después de dudar algo.) 

Que sí.

 (Se separa de DOÑA VIOLANTE y vuelve hacia su asiento.) 

Lo que contestó no sé, 570
que respuesta no ha traído.
NUÑO

 (A BRÍGIDA, con interés, saliéndole al encuentro.) 

¿Fue Violante?
BRÍGIDA
¡Por piedad!...
¡Yo nada he dicho!
NUÑO

 (Insistiendo.) 

¿Es verdad?
BRÍGIDA
Pues ¿cómo lo has conocido?

 (Pequeña pausa.) 

DON RODRIGO

 (Dejando el libro abierto.) 

¡Una famosa jornada 575
y una cimitarra dura!

 (Se queda meditando algunos momentos; después cierra el libro, lo deja caer sobre la mesa y se levanta.) 

Aquí acaba la aventura
y aquí acaba la velada.
 

(Todos se levantan.)

 
DOÑA VIOLANTE

 (Desde su sitio.) 

Adiós, Fernando, hijo mío;
de retirarnos ya es hora. 580
NUÑO

 (Aparte, desde su sitio también.) 

¿Será, cual Beatriz, traidora?
DOÑA LAURA

 (A FERNANDO.) 

¿Por qué muestras tal desvío?
DON FERNANDO

 (A LAURA.) 

¿Desvío? ¡Vanas quimeras!
Siempre tu sombra seré,
y has de verme..., ¡por mi fe!..., 585

 (Aparte.) 

¡hasta cuando no quisieras!
 

(FERNANDO se separa de LAURA y se acerca a su madre, y ésta a él, NUÑO viene a buscar a DON RODRIGO como para recibir órdenes; LAURA se aproxima a BRÍGIDA. De este modo, los personajes forman tres grupos: en el centro, DOÑA VIOLANTE y FERNANDO; a la derecha, DON RODRIGO y NUÑO; a la izquierda, LAURA y BRÍGIDA. FERNANDO, aparte, a DOÑA VIOLANTE.)

 
¡Adiós, mi madre querida,
limpio espejo en que me veo,
único ser en quien creo,
única fe de mi vida! 590
 

(Se separa de su madre, se despide de DON RODRIGO, se dirige a la puerta de la izquierda, toma la capa y el sombrero y se detiene observando. NUÑO se aparta hacia la derecha, aproximándose a la segunda puerta.)

 
DOÑA VIOLANTE

 (Aparte, y haciendo un movimiento para seguir a FERNANDO.) 

Si mi súplica...
DON FERNANDO
No, a fe:

 (Deteniéndose.) 

fuera inútil; yo deliro.
NUÑO

 (Desde la puerta de la izquierda, segundo término.) 

Alumbrad, Garcés, Ramiro...
DON RODRIGO

 (Despidiéndose de ella.) 

Laura...
DOÑA LAURA

 (Acercándose a DOÑA VIOLANTE.) 

Madre...
DON FERNANDO

 (Aparte.) 

¡Volveré!
 

(GARCÉS y RAMIRO aparecen con luces en la segunda puerta de la derecha, y por ella salen, precedidos de aquéllos, DON RODRIGO y VIOLANTE. LAURA y BRÍGIDA salen igualmente por la derecha, primer término. FERNANDO espera a que todos se retiren, y entonces, cautelosamente, pasa al jardín; al desaparecer por la puerta del fondo es cuando dice: «¡Volveré!»)

 


Escena IX

 

NUÑO se dirige lentamente al banco de la izquierda, toma la espada de DON RODRIGO y queda algunos minutos pensativo. Sin soltar la espada, saca del pecho la carta de DOÑA VIOLANTE.

 
NUÑO
Esta es la carta.

 (Pausa.) 

Me fué
595
devuelta al fin por el conde,
y en ella pronto sabré
si el secreto que ella esconde
es el que siempre pensé.

 (Se prepara a abrir la carta, pero se detiene, como dominado por una nueva idea.) 

Pero ¿qué intentas, villano? 600
Porque arde en tu fantasía
un pensamiento liviano,
¿prenda que a ti se confía
vas a violar por tu mano?

 (Nueva pausa; hace un movimiento para salir por la derecha.) 

Devolveré a esa mujer 605
aquesta carta fatal.
Pero ¿es éste mi deber?

 (Deteniéndose de nuevo.) 

Si fuese ella criminal,
su cómplice vengo a ser.
Basta ya de ruin temor 610
y basta de necio empeño;
pues se trata de su honor,
y es su esposa y es mi dueño,
¡esta carta a mi señor!

 (De nuevo se prepara a salir. Otra vez se detiene.) 

Mas si aquí está demostrada 615
la mancha de esa infeliz,
y él la ve... ¡Virgen sagrada!
¡Va a morir como Beatriz
a las manos de Moncada!
¿Dónde, papel que maldigo, 620
ocultarte? ¿Dó tenerte
que no te tenga conmigo,
que el marqués no pueda verte...
y que te lleve consigo?

 (Hablando con la espada.) 

Hierro noble, limpio y duro, 625
vengador de aquel Moncada,
¿sabes de un sitio seguro
en donde una mano honrada
esconda un secreto impuro?
Voy a descubrir si es él 630
el de la noche fatal;
y entre tanto, hierro fiel,
en tu puño de metal
guarda, guarda este papel.
Pero hasta el punto feliz 635
en que yo muestre al traidor
esta roja cicatriz,
no digas a tu señor
que es Violante otra Beatriz.
 

(Guarda el papel en la empuñadura de la espada y sale, llevándose la luz que hay sobre la mesa. La escena queda sola y a oscuras por breves instantes.)

 


Escena X

 

DOÑA VIOLANTE. Sale por la derecha, segundo término, lentamente y con la luz; después de mirar a todas partes, cierra la puerta y deja la luz sobre la mesa.

 
DOÑA VIOLANTE
Nadie.
 

(Suenan doce campanadas.)

 
Las doce. ¿Vendrá?
640

 (Acercándose a la puerta del fondo.) 

Todo calla en el jardín.
Silencio y sombras. Al fin...
¡Se abrió una puerta!... ¿Será?
Algo se mueve allí enfrente...
Es que el viento agitó el sauce... 645

 (Pausa.) 

¿Qué rumor?...

 (Escucha con afán.) 

Es que en el cauce
murmura el agua corriente.
Todo la noche lo esconde
bajo su negro capuz.
Olvidé poner la luz... 650

 (Toma la luz, vuelve a la puerta del fondo y levanta la luz en alto.) 

Pasos oigo..., al fin...
 

(Retrocede hasta la mesa. El CONDE DE ORGAZ aparece en la puerta del fondo, y en ella se detiene.)

 
El conde.


Escena XI

 

DOÑA VIOLANTE y DON JUAN.

 
DON JUAN
Vengo a cumplir mi promesa.
 

(DOÑA VIOLANTE apaga la luz y retrocede instintivamente algunos pasos. En voz baja.)

 
Matáis la luz y quedamos...
DOÑA VIOLANTE
Bien entre sombras estamos.
DON JUAN
Como os agrade, marquesa. 655
Señora...

 (Da algunos pasos.) 

DOÑA VIOLANTE
Conde, apartad.
DON JUAN
¿Dónde estáis, que marcho ciego?
DOÑA VIOLANTE
Se puede escuchar un ruego
lejos y en la oscuridad,
cuando benigno se escucha, 660
señor don Juan de Albornoz;
que es muy vibrante la voz
de una madre cuando lucha
por salvar la amenazada
vida del hijo que adora. 665
DON JUAN
Todo lo sabéis, señora.
DOÑA VIOLANTE
Al palacio de Moncada
os hice venir a vos;
si todo no lo supiera,
¿de noche y de tal manera 670
nos halláramos los dos?
DON JUAN
¿Qué me pedís?
DOÑA VIOLANTE
Que a ese duelo
renunciéis y que salgáis
de Madrid.
DON JUAN
No me pidáis
lo imposible.
DOÑA VIOLANTE
Por el cielo!
675
DON JUAN
¡Yo cobarde!
DOÑA VIOLANTE

 (En voz muy baja, desde lejos, suplicante y cruzando las manos.) 

¡Por la cruz!
DON JUAN
¡Ved que mi honra me pedís!
DOÑA VIOLANTE

 (Sin poder contenerse, alzando la voz y marchando resueltamente hacia DON JUAN.) 

¡De honra habláis!... ¡Honra decís!

 (Llegando hasta el CONDE.) 

¡Mal hice en matar la luz!
¡Veros quisiera la faz!... 680
¡Sin pedirme la honra mía
la tomó vuestra osadía
en el castillo de Orgaz!
DON JUAN
¡Soy un infame!... ¡Lo soy!...
¡Hacéis bien en maldecirme! 685
Pero ¿qué podéis pedirme
cuando la existencia os doy?
Yo os lo juro por mi fe:
aun a costa de mi vida,
mi espada jamás vencida 690
de su pecho apartaré.
DOÑA VIOLANTE
Os creo..., su vida..., sí...,
respetará vuestra diestra;
pero, ¡ay!, ¿y la vida vuestra?
DON JUAN
¿Y qué os importa de mí? 695

 (Con extrañeza.) 



Escena XII

 

DOÑA VIOLANTE, DON JUAN y FERNANDO. Éste aparece en la puerta del fondo, sin capa y sin sombrero, o los arroja al jardín, y se detiene, sondeando las sombras con afán.

 
DON FERNANDO

 (Aparte.) 

En el fondo del salón
sombras agitarse veo...
¡De tanto gozo, yo creo
que hoy me salta el corazón!

 (Avanza lentamente hacia DOÑA VIOLANTE y DON JUAN, que deben hallarse en primer término.) 

¡Él y la mujer liviana!... 700
¡Él resiste y ella implora!...
¡Y llora!... Llora, traidora,
que no llorarás mañana!

 (Se acerca cada vez más.) 

DOÑA VIOLANTE

 (En voz muy baja.) 

¡Cruzar con él vuestro acero!
¡Os digo que es imposible! 705
¡Os digo que fuera horrible!
DON FERNANDO

 (Desnudando el puñal.) 

¡Los dos!... Pero ¿cuál primero?
DOÑA VIOLANTE

 (A DON JUAN, con voz apagada.) 

¡Me hacéis apurar las heces
del cáliz de la amargura
DON FERNANDO

 (Ya muy cerca de DOÑA VIOLANTE, se detiene y quiere ver, pero sin conseguirlo. Aparte.) 

¡Es la noche tan oscura! 710

 (Da algunos pasos más y coge violentamente a su madre por un brazo.) 

¡Pero al fin!

 (Con voz terrible.) 

DOÑA VIOLANTE

 (Da un grito inarticulado, y dice para sí, con expresión que sólo a la actriz es dado interpretar.) 

¡¡Jesús mil veces!!
 

(DOÑA VIOLANTE procura desprenderse; FERNANDO la sujeta; DON JUAN vaga por la oscuridad. En toda esta escena, gran rapidez: el grito de FERNANDO: «¡Pero al fin!», el de DOÑA VIOLANTE y lo que sigue, casi simultáneos.)

 
DON FERNANDO

 (A gritos, y terribles.) 

¡Hola..., venid..., despertad!...
¡Mis gentes todas, arriba!...
DON JUAN
¡No será mientras yo viva!
DON FERNANDO
¡Mi venganza presenciad!... 715
¡No te irás!...

 (A su madre.) 

¡Sufre tu cruz!
¡Don Juan, no huyáis!...

 (A su madre, hablándole de muy cerca y oprimiéndola con frenesí.) 

¡Quiero verte,
y a él también..., al daros muerte!
¡Acudid todos!... ¡Ya! ¡Luz!...


Escena XIII

 

DOÑA VIOLANTE, FERNANDO, DON JUAN y LAURA, con una luz en la mano, por la derecha, primer término. FERNANDO da algunos pasos y se detiene.

 
DON FERNANDO

 (Sin soltar a su madre.) 

¡Laura!... ¡Imposible!...
 

(Se vuelve hacia DOÑA VIOLANTE; ésta se cubre el rostro con las manos; FERNANDO se las separa con violencia y la mira.)

 
¡Mi madre!
720
¡Ojos, cegad!

 (La suelta y se cubre la cara con las manos.) 

DOÑA VIOLANTE
¡Ay de mí!
 

(Cae de rodillas a los pies de FERNANDO. Los personajes ocupan las posiciones siguientes: hacia la izquierda, segundo término, adonde han llegado en la lucha anterior, DOÑA VIOLANTE y FERNANDO; éste, en pie, cubriéndose el rostro; aquélla, a sus pies; LAURA, a la derecha, primer término, cerca de la puerta por donde salió; DON JUAN, hacia la derecha, cerca de LAURA.)

 


Escena XIV

 

DOÑA VIOLANTE, FERNANDO, LAURA, DON JUAN, DON RODRIGO, NUÑO y RAMIRO. Los tres últimos, por la derecha, segundo término; DON RODRIGO y NUÑO, con las espadas desnudas; RAMIRO, con una luz.

 
DON RODRIGO

 (Desde dentro.) 

¡Nuño!... ¡Nuño!...¡Por aquí!...
DOÑA LAURA
¡Dios mío!
DON JUAN
¡El marqués!
DOÑA VIOLANTE

 (Levantándose rápidamente.) 

¡Tu padre!
 

(Éste es el momento en que aparecen DON RODRIGO, NUÑO y RAMIRO; LAURA da un paso hacia la derecha. DON JUAN la sigue y queda siempre a su lado.)

 
DON RODRIGO

 (Mirando el grupo que forman VIOLANTE y FERNANDO.) 

¿Quién de mi casa la paz
turba y el recogimiento? 725
¿Quién con torpe atrevimiento...?

 (Volviendo la vista hacia ellos.) 

¡Laura y el conde de Orgaz!
DOÑA LAURA
¡Yo y el conde!... ¡No, por Dios!...
¿Por qué me miráis así?

 (A DON RODRIGO.) 

¡No hay culpa, señor, en mí! 730
¡Madre..., Fernando..., los dos
defendedme!

 (Corre hacia DOÑA VIOLANTE y FERNANDO como implorando protección.) 

DON FERNANDO

 (En voz alta.) 

¡Desdichada!
DON JUAN

 (Aparte.) 

¡Qué idea!... Sí; Laura es mía...;
salvo a Violante...

 (Adelantándose hacia DON RODRIGO y presentándole el pecho. En voz alta.) 

La fría
hoja, marqués, de esa espada 735
hundid en el corazón,
que bien merece la muerte
quien penetró de esta suerte
en vuestra noble mansión.
DON RODRIGO
Y a la noble casa mía, 740
¿por qué entre sombras vinisteis?
 

(DON JUAN vuelve la vista hacia LAURA. DON RODRIGO sigue su mirada.)

 
¿Por Laura?
DON JUAN
Vos lo dijisteis.
DON RODRIGO
¿Y ella acaso consentía?
DON JUAN
No, en verdad; pero aun a ser
ella quien me hizo venir, 745
ni lo pudiera, decir...
DON RODRIGO
Ni yo lo quiero saber.

 (Pequeña pausa.) 

Mañana Madrid entero
dirá que el viejo Moncada
halló la noche pasada 750
en su casa un caballero;
y como en aqueste instante
sólo hay dos damas en ella,
o vino por Laura bella,
o vino por mi Violante. 755
DON FERNANDO
¡No..., jamás..., la madre mía!
DON RODRIGO

 (A FERNANDO.) 

¿Qué supones, insensato?
¡Tal dijiste y no te mato!
Si dudara..., ¿viviría?
 

(Señalando a DOÑA VIOLANTE. FERNANDO abraza a su madre instintivamente, como para defenderla.)

 
Laura confiada me fue 760

 (Cambiando de tono y volviéndose a DON JUAN.) 

por su padre al expirar,
y su honor he de guardar,
y hoy en peligro se ve.
¡Mas la dejasteis, por Dios,
asaltando mi morada, 765
inútil para un Moncada,
buena sólo para vos!
DOÑA LAURA
¡Yo del conde!
DON RODRIGO
Es lo prudente,
y lo exijo sin disculpa:
por tu culpa, si hubo culpa; 770
por ti, si eres inocente.
Conque si sois caballero,
si no os tenéis por villano,
dad a Laura vuestra mano
o desnudad vuestro acero. 775
DON JUAN
¡A mi Laura yo alcanzar!
¡Bien haya mi audacia loca
si consigo de su boca
un sí eterno en el altar!
 

(Se adelanta hacia el MARQUÉS; éste envaina el acero y le habla en voz baja. DOÑA VIOLANTE, LAURA y DON FERNANDO forman un grupo.)

 
DOÑA LAURA
¡Yo ser su esposa!... ¡Jamás! 780
DOÑA VIOLANTE
¡Silencio!

 (A LAURA, con voz suplicante.) 

DOÑA LAURA

 (A DOÑA VIOLANTE.) 

¿Y él, madre mía?
DOÑA VIOLANTE
¡Silencio, y en él confía!
DON FERNANDO

 (Señalando a su madre y dirigiéndose a su lado.) 

¡Calla, o la muerte le das!


 
 
TELÓN
 
 


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