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1031

Cuando la casta Arria, arrancándose de sus entrañas la espada con que acababa de herirse, la ofrece a su amado Peto, le dice así: «La herida que me hice no me duele, créeme; pero la que tú te harás, Peto, ésa si me duele.» MARCIAL, I, 14. (N. del T.)

 

1032

Compone versos en su docta lira como el mismo Cintio modula sus armoniosos cánticos. PROPERCIO, II, 34, 79. (N. del T.)

 

1033

Mejor y más sabiamente que Crisipo y Crantor nos declara lo que es honesto y lo que es inmoral, lo útil y lo inútil. HORACIO, Epíst., I, 2, 3. (N. del T.)

 

1034

En cuyas fuentes perennes las bocas de los vates beben las aguas del Permeso. OVIDIO, Amor, III, 9, 25. (N. del T.)

 

1035

Agrega los compañeros del Helicón, entre los cuales Homero es el único soberano. LUCRECIO, III, 1030. (N. del T.)

 

1036

Del cual, como de fuente inagotable, la posteridad sacó raudales de poesía, y de él sólo nacen bienes fecundos, como un manantial da origen a numerosos arroyuelos. MANILIO, II, 8. (N. del T.)

 

1037

Derribando cuanto se oponía a su afán de gloria, y alegre abriéndose camino por entre las ruinas. LUCANO, I, 149. (N. del T.)

 

1038

Cual bañado en las ondas del océano el rey de la luz, cuyo fuego ama Venus más que el de los otros astros, muestra al cielo su rostro sagrado y disipa las tinieblas. VIRGILIO, Eneida, VIII, 539. (N. del T.)

 

1039

Y como fuegos encendidos en diversas partes de la espesa selva y en las ramas crujientes del laurel, o cual en veloz carrera desde los altos montes los torrentes espumosos corren al mar asolando cuanto en su camino encuentran. VIRGILIO, Eneida, XII, 521. (N. del T.)

 

1040

Dejando cojo y manco y desdentado: bien está si me queda la vida. Verso de Mecenas, en la Epíst. 101 de SÉNECA. (N. del T.)