331
Jamás la naturaleza podrá ser vencida por la costumbre, porque aquélla es invencible; mas entre nosotros se halla corrompida por la molicie, los deleites, la ociosidad y la indolencia. La idea de la naturaleza ha sido falseada por opiniones erróneas y por hábitos detestables. CICERÓN, Tusc. quest., V, 72. (N. del T.)
332
El último de los gladiadores ¿gimió alguna vez o cambió de fisonomía? ¡Qué arte en su caída misma para ocultar la vergüenza a los ojos del circo! Derribado ya, a los pies de su adversario, ¿vuelve siquiera la cabeza al ordenársele recibir el golpe mortal? CICERÓN, Tusc. quaest., II, 17. (N. del T.)
333
Hay quien tiene el valor de arrancarse los cabellos grises y de sacarse tiras de la cara para que le salga un cutis nuevo. TIBULO I, 8, 45. (N. del T.)
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Por donde puede verse que la aflicción no es un efecto de la naturaleza, sino de nosotros mismos. CICERÓN, Tusc. quaest., III, 28. (N. del T.)
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Pueblo feroz, no juzgaba posible la vida sin los combates. TITO LIVIO, XXXV, 17. (N. del T.)
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Al través de tantos mares tempestuosos. CATULO, IV, 18. (N. del T.)
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Y de la propia suerte que tiene el brillo del cristal con igual facilidad se quiebra. Ex Mimis Publii Syri. (N. del T.)
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Cada cual es el artífice de su propia fortuna. SALUSTIO, de Rep. ordin., I, 1. (N. del T.)
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Nada hay más digno de compasión que la indigencia en el seno de las riquezas. SÉNECA, Epíst. 74. (N. del T.)
340
La riqueza consiste en no estar ávido de tesoros; constituye una renta no hallarse dominado por la pasión de comprar. CICERÓN, Paradox, VI, 3. (N. del T.)