Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

341

La abundancia es el fruto de las riquezas, y la prueba de la abundancias el contentamiento con lo que se osee. CICERÓN, Paradox., VI. (N. del T.)

 

342

Nuestras almas se debilitan lo mismo con el dolor que con el placer; nada tienen de vigoroso ni de sólido, y nos arranca gritos hasta la picadura de una avispa... El toque está en saber tener imperio sobre sí mismo. CICERÓN, Tusc. quaest., II, 22. (N. del T.)

 

343

La fama, cuya dulce voz trastorna a los soberbios mortales y que les parece tan encantadora, no es sino un eco, un sueño, o más bien la sombra de un sueño que se desvanece y disipa en un momento. TASSO, Jerusalén, canto XVI, estancia 63. (N. del T.)

 

344

Porque no cesa de tentar hasta a los mismos que progresaron en la virtud. SAN AGUSTÍN, de Civit. Dei, V, 15. (N. del T.)

 

345

Como se ve por ejemplos que siguen, Montaigne habla en este capítulo de las excepciones a lo que deja sentado en el epígrafe anterior, es decir, de algunos personajes cuya generosidad fue tan rara que de su propia gloria hicieron presente a los demás o que la sacrificaron en beneficio ajeno. (N. del T.)

 

346

Los postreros en llegar al combate semejan haber decidido solos la victoria. TITO LIVIO, XXVII, 45. (N. del T.)

 

347

¡Cuán superior puede ser un hombre a otro! TERENCIO, Eunuco, act. II, esc. 3, v. 1. (N. del T.)

 

348

Se estima un corcel arrogante y animoso, que muestra en la carrera su vigor hirviente; a quien nunca abate la fatiga, y que sobre la plata cubriose mil veces con el polvo que levantó su casco. JUVENAL, XIII, 57. (N. del T.)

 

349

Cuando los príncipes compran sus caballos acostumbran a examinarlos cubiertos, temiendo que si por ejemplo un animal tiene los remos defectuosos y hermoso el semblante, como acontece con frecuencia, el comprador no se deje seducir por la redondez de la grupa, la delicada cabeza o por el cuello levantado y apuesto. HORACIO, Sát., I, 2, 36. (N. del T.)

 

350

¿Es virtuoso y dueño de sus acciones?, ¿sería capaz de afrontar la indigencia, la esclavitud y la muerte?, ¿sabe resistir el empuje de sus pasiones y menospreciar los honores? Encerrado consigo mismo y semejante a un globo perfecto a quien ninguna aspereza impide rodar, ¿ha logrado que nada en su existencia dependa de la fortuna? HORACIO, Sát., II, 7, 83. (N. del T.)