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431

Pocos hombres hay que no tengan necesidad de rezar en voz baja y que puedan expresar alto lo que de los dioses solicitan. PERSIO, II, 6. (N. del T.)

 

432

Luego de haber invocado a Apolo en alta voz, añade al punto muy bajito, moviendo apenas los labios: «Hermosa Laverna, procúrame los medios de engañar y de pasar por hombre de bien; cubre con un espeso velo, rodea de obscuridad tenebrosa mis secretas fechorías.» HORACIO, Epíst., I, 16, 59. (N. del T.)

 

433

Que manos inocentes toquen el ara sagrada, y calmarán las iras de los dioses Penates con un bollo de flor de harina y algunos granos de sal, con eficacia más grande que inmolándolos ricas víctimas. HORACIO Od. III, 23, 17. (N. del T.)

 

434

Si la espina no pica cuando nace, apenas picará ya jamás. (N. del T.)

 

435

Cuando el esfuerzo poderoso de los años ha encorvado los cuerpos y gastado los resortes de una máquina agotada, el juicio vacila, el espíritu se obscurece y la lengua tartamudea. LUCRECIO, III, 452. (N. del T.)

 

436

No es un plan excelente el que no puede modificarse. Ex Publii Mimis, apud A. GELL., XVII, 14. (N. del T.)

 

437

Abandona lo que quería poseer; de nuevo vuelve a lo que ha dejado; siempre flotante, él mismo se contradice sin cesar. HORACIO, Epíst., I, 198. (N. del T.)

 

438

Nos dejamos llevar como el autómata sigue a la cuerda que lo conduce. HORACIO, Sat., 7, 82. (N. del T.)

 

439

¿Acaso no vemos que el hombre busca siempre algo, sin saber lo que desea, y que cambia sin cesar de lugar como sí así pudiera verse libre de la carga que lo abruma? LUCRECIO, III, 1070. (N. del T.)

 

440

Los pensamientos de los mortales, sus duelos y alegrías, cambian con los días que Júpiter les envía. Odisea, XVIII, 135. (N. del T.)