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491

Porque abatida el alma e incierta de recobrar sus fuerzas, no puede fortalecerse. TORC. TASSO, Jerusalemme liberata, canto XII, estancia 74. (N. del T.)

 

492

Como un hombre que, mitad dormido y mitad despierto, ya abre los ojos, ya los cierra. TORC. TASSO, Jerus. liberata, canto VIII, estancia 26. (N. del T.)

 

493

A veces un desdichado acometido de un mal súbito cae redondo a vuestros, pies como herido por el rayo; su boca arroja espuma, su pecho gime, sus miembros se estremecen. Fuera de sí, la rigidez le gana, apenas respira; da vueltas y se agita en todos sentidos. LUCRECIO, III, 485. (N. del T.)

 

494

Vive, mas sin saber si goza de la vida. OVIDIO, Trist., I, 3, 12. (N. del T.)

 

495

Cumplo, dice Iris, la orden que recibí; arranco esta alma consagrada al dios de los infiernos y rompo sus cadenas mortales. VIRGILIO, Eneida, IV, 702. (N. del T.)

 

496

Los dedos medio muertos se agitan y recogen de nuevo la espada que les escapa. VIRGILIO, Eneida, X, 396. (N. del T.)

 

497

Cuéntase que en lo más recio del combate, los carros armados de guadaña cortan los miembros con rapidez tal que se les ve palpitantes por tierra antes que el dolor de un golpe tan repentino haya podido llegar al alma. LUCRECIO, III, 642. (N. del T.)

 

498

Cuando por fin mis sentidos recobraron algún vigor. OVIDIO, Trist., III, 314. (N. del T.)

 

499

De todos modos yo pongo mi nombre al frente de esta obra, a fin de mejor obligarme a no abultar en ningún respecto la verdad. La falsa gloria y la modestia simulada son los dos escollos que no pudieron salvar la mayor parte de los que escribieron su propia vida. CARDENAL DE RETZ, Memorias, ed. de Amsterdam 1718, pág. 2. (N. del T.)

 

500

Con frecuencia el temor de un mal nos conduce a otro peor. HORACIO, Arte poética, v. 31. (N. del T.)