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571

Los cambios y trastornos mayores reconocen por origen esos movimientos insensibles, cuyo imperio supremo alcanza hasta a los mismos reyes. MANILIO, I, 55; IV, 93. (N. del T.)

 

572

El uno, loco de amor, desafía al mar tempestuoso para ocasionar la ruina de Troya, su patria. Otro es destinado por la suerte a dictar leyes. Aquí los hijos asesinan a sus padres; allá los padres degüellan a sus hijos, hermanos contra hermano luchan con mano sacrílega. No acusemos a los hombres de sus crímenes: el destino los arrastra y los fuerza a desgarrarse, a castigarse con sus propias manos... Y si yo hablo así del destino, es porque el destino mismo lo ha querido. MANILIO, IV, 79, 118. (N. del T.)

 

573

¿Qué instrumentos, qué palancas, qué máquinas, qué obreros elevaron un edificio tan vasto? CICERÓN, de Nat. deor., I, 8. (N. del T.)

 

574

¡Ah!, cuán reducidos son los límites de nuestro espíritu. CICERÓN, de Nat. deor., I, 31. (N. del T.)

 

575

Entre otros males a que está sujeta la humana naturaleza uno de ellos es la ceguedad del alma, que obliga al hombre a errar y le hace todavía amar sus errores. SÉNECA, de Ira, II, 9. (N. del T.)

 

576

El cuerpo, sujeto a la corrupción entorpece el alma del hombre; y esa grosera envoltura rebaja su pensamiento y lo sujeta a la tierra. Libro de la Sabiduría, IX, 15, citado por san Agustín, de Civit. Dei, XII, 15. (N. del T.)

 

577

Los animales domésticos, lo mismo que las fieras, producen sonidos diversos según obran en ellos el temor, el dolor o la alegría. LUCRECIO, V, 1058. (N. del T.)

 

578

Así, la imposibilidad de hacerse entender por medio del balbuceo obliga a las criaturas a recurrir a los gestas. LUCRECIO, V, 1020. (N. del T.)

 

579

El silencio mismo tiene también su lenguaje; sabe rogar y hacerse entender. Aminta de TASO, acto II, coro, v. 34. (N. del T.)

 

580

Admirados de estas maravillas, los sabios creyeron que había en las abejas una partícula de la divina inteligencia. VIRGILIO, Geórg., IV, 210. (N. del T.)