601
Hasta el cielo llega el brillo del acero bajo el cual como bajo una inmensa coraza, la tierra retiembla oprimida por el peso de las falanges guerreras puestas en marcha; y los montes elevan hasta los astros sus clamores de guerra. LUCRECIO, II, 325. (N. del T.)
602
Cuéntase que el amor de Paris impulsó a Grecia a entrar en guerra contra los bárbaros. HORACIO, Epíst., I, 2, 6. (N. del T.)
603
Porque Antonio se prendó de Glafira, Fulvia se empeña ahora en que yo la he de amar. ¡Que yo ame a Fulvia! ¿cómo? Si Manio me pide que cometa una necedad, ¿he de acceder al punto a sus deseos? no creo que supiera. Me brindan con amor o guerra, ¿qué es esto? Mejor será pensar en algo más agradable. Que suenen las trompetas, que siga la fiesta. (Epigrama de Augusto conservado por Marcial.) (N. del T.)
604
Créese que este largo capítulo lo dedicó Montaigne a la reina Margarita de Francia, esposa del rey de Navarra (más tarde Enrique IV), conocida por sus poesías y sus Memorias. (N. del T.)
605
Como el mar de Libia agitado por las tempestades cuando el implacable Orión se sumerge en él a la llegada del invierno; o bien como los campos fecundos del Hermo o de Licia, cubiertos de espigas tostadas por el sol estival, así resuenan las armas y la tierra retiembla bajo el peso de los ejércitos. VIRGILIO, Eneida, VII, 718. (N. del T.)
606
El obscuro enjambre marcha por la llanura. VIRGILIO, Eneida, IV, 404. (N. del T.)
607
Todas estas agitaciones, todas estas luchas cesarían arrojando sobre los combatientes un puñado de polvo. VIRGILIO, Geórg., IV, 86. (N. del T.)
608
AULO GELIO, V, 14. -Séneca (de Benef., II, 19) parece recordar el mismo proceso. (J. V. L.)
609
Detrás marcha soberbiamente enjaezado su corcel de guerra Aethon dando relinchos lastimeros, con la cara bañada en lágrimas. VIRGILIO, Eneida, XI, 39. (N. del T.)
610
Primeramente, considera que aun los animales brutos, por la mayor parte viven en paz con los de su misma especie. Los elefantes andan juntos con los elefantes y las ovejas con sus rebaños; los pájaros vuelan en bandos; las grullas se revezan para vela de noche y andan en compañía: lo mismo hacen las cigüeñas, los ciervos, los delfines y otros muchos animales. FR. LUIS DE GRANADA, Guía de Pecadores, lib. II, cap. IX. (N. del T.)