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841

Mas en este caso no deberemos decir que los ojos se engañan, ni achacarles un defecto que realmente tiene su asiento en nuestro espíritu. LUCRECIO, IV, 380, 387. (N. del T.)

 

842

Así pues, lo que los sentidos nos enseñan es verdad ahora y siempre. Si la razón no puede descubrir la causa de que los objetos que de cerca son cuadrados de lejos parezcan redondos, preferible es explicar esta doble apariencia mediante un razonamiento falaz que supla la falta de positivas razones a dejar que se escape de nuestras manos la verdad revelada por los sentidos, que pierda el conocimiento su apoyo más firme y que se destruyan los cimientos sobre que descansa nuestra vida y nuestra conservación; porque no es sólo la razón la que se hunde, es la vida entera, que descansa también sobre el testimonio de los sentidos, pues que sin ellos no podría el hombre librarse de caer en los precipicios que halla a su paso ni evitar otros muchos peligros que le rodean. LUCRECIO, IV, 500. (N. del T.)

 

843

Montañas que surgen en medio del mar, por entre las cuales podrían cruzar grandes navíos, parecen vistas de lejos una masa compacta; como si las diversas prominencias aproximándose y confundiéndose formasen una gran isla. Asimismo, al navegar con velas desplegadas, sin apartarnos de la costa, nos parece que las llanuras y los valles corren en dirección opuesta... Si nuestro caballo se detiene en medio de un río, se nos figura que una fuerza extraña se apodera de su cuerpo y le hace marchar contra la corriente. LUCRECIO, IV, 398 399, 421. (N. del T.)

 

844

Nos seduce la apariencia; los defectos se ocultan con el oro y las piedras preciosas; lo que menos importa en una doncella es la doncella misma. Con frecuencia ocurre preguntar viendo tan extraordinario artificio dónde está el objeto amado; el amor nos deslumbra vistiéndose con galas espléndidas. Ovidio, de Remed. amor., I, 343. (N. del T.)

 

845

Se embelesa en la contemplación de su bella figura y su insensatez le lleva hasta apasionarse de sí mismo; a echarse requiebros y a solicitar sus propios favores, a abrazarse en las llamas que él mismo se inspira. OVIDIO, Metam., III 424. (N. del T.)

 

846

La besa y cree que la estatua le devuelve los besos; se acerca más, y la abraza, y se imagina que sus dedos se hunden cual si tocaran un cuerpo vivo no se atreve a estrecharla por temor de ahogarla entre sus brazos. OVIDIO, X, 256. (N. del T.)

 

847

Colocad al filósofo mayor del mundo sobre una tabla más ancha y resistente de lo que haya menester para que le soporte, y si tiene bajo sus plantas un precipicio, aun cuando su razón le convenza de que está seguro, la imaginación prevalecerá. Muchos no podrían pensar en tal situación sin trasudar y palidecer. PASCAL. (N. del T.)

 

848

No es posible asomarse a ellos sin que el vértigo se apodere de todo nuestro ser. TITO LIVIO, XLIV, 6. (N. del T.)

 

849

Sucede también que el espíritu es impresionado con más viveza unas veces por ciertos espectáculos, otras por la vibración de una voz extraña o por la melodía de ciertas canciones; otras, en fin, por la inquietud o por el temor. CICERÓN, de Divinat., I, 37. (N. del T.)

 

850

Entonces se ven (como aconteció a Penteo) dos soles y dos Tebas. VIRGILIO, Eneida, IV, 470. (N. del T.)