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De todos modos, ello no impide que años después el dirigente socialista Mario Bravo recuerde el periódico como «un patrimonio literario del movimiento social argentino. Fue una publicación de desconcierto. La prensa social de su tiempo no decía las cosas con tanta riqueza de lenguaje ni alardeaba una exhibición más grotesca, más brutal, de las cosas de la sociedad» (Nosotros. N.º 26/28, 2.ª ép., mayo/junio, 1938, 37).

 

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El primer número se publica en julio de 1898 y el último, en mayo-junio de 1900; Díaz Romero es el director de las diecisiete entregas. Delgado señala que esta publicación, junto con la fugaz Revista de América que fundara Darío, «funcionó como el espacio privilegiado de promoción de los escritores del modernismo» (Delgado, V 2010, 108).

 

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Al respecto, Rama advierte en el mismo texto que en los modernistas puede encontrarse una incipiente distinción entre público selecto y pueblo vulgar: «[...] lejos de afirmarse que la obra de la minoría será la que produzca el público, se procede a una idealización del presunto destinatario y a una paralela descripción de los obstáculos que, contra su supuesto deseo, le impediría recibirle adecuadamente. En la época, esta operación consistió en introducir una escisión entre el público y el pueblo. El primero sería el producto de la nefasta democracia que lo habría dotado de algunos recursos y de vulgares apetitos, todo dentro de la esfera cerrada del materialismo; el segundo habría quedado fuera, incontaminado, y transportaría en sí similares valores y principios que los que estaban produciendo los renovadores» (Rama, A. 1985: 138).

 

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Entre ellos, véase la descripción de la aristocrática despedida de Ingenieros del Partido Socialista en el acto del 1.º de mayo de 1902, que realiza Cúneo (1953, 270, citada también en Tarcus, H. 2007ª, 435-436). Por otra parte, en ese mismo año también se solicita la expulsión de Ingenieros por una causa similar a la que abrió el «caso Lugones», a saber: el desprecio aristocrático al parlamentarismo y a los socialistas partidarios de esa vía (Tarcus, H. 2007, 429-430).

 

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Además de incorporar nuevas fuentes para pensar el «socialismo revolucionario» de Lugones, Ingenieros y otros jóvenes, Tarcus (2011) recientemente ha reconstruido con detenimiento el clima de tensión que provocaban los gestos desafiantes de aquellos jóvenes intelectuales en las filas del socialismo.

 

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La publicación surge en respuesta al llamado de «unión espiritual latinoamericana» realizado desde Uruguay por la Revista Nacional de Ciencias y Letras, que dirige Rodó (publicación sobre la que mencionamos la acusación que le realiza La Montaña por la falta de compromiso político). A pesar de que La Revista Literaria duró poco más de un año, publicó 28 números en los que colaboraron, entre otros, Belisario Roldán, Alberto Ghiraldo, Alfredo Palacios y Manuel María Oliver. Por otra parte, también Rodó en Rubén Darío. Su personalidad literaria, su última obra (1898) critica a Darío tanto por el alejamiento de la realidad hispanoamericana como por el elitismo, crítica esta última que no le impedirá, en su influyente Ariel (1900), llamar a la juventud de América a encarnar «la posibilidad de una noble y selecta vida espiritual que en ningún caso haya de ver sacrificada su serenidad augusta a los caprichos de la multitud» (1977, 24). Sobre la asimilación y tensión de tópicos modernos en el pensamiento de Rodó, véase el prólogo de Real de Azúa a la edición citada (Rodó, 1977) y el artículo de González Echavarría, 2001. Tomamos los datos del itinerario intelectual de Ugarte de Galasso, N. 1978.

 

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Publicadas en París con prólogo de Darío, Crónicas del bulevar recogen artículos de Ugarte aparecidos en distintos diarios. Entre sus temas se encuentran, además de la vida artística y cultural de la capital francesa, la defensa de Emile Zola y su llamado al compromiso del artista. Para un análisis de las estrategias argumentativas y contextualización de varias de esas crónicas, ver Merbilhaá, M. 2009, 22-84.

 

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En este congreso, Ugarte no se pronuncia en contra de la participación de los socialistas en un gobierno burgués, posición que coincide con Jaurès, pero también con Justo, quien -como mencionamos- en 1896 había estado al frente de la polémica contra la corriente «antiautoritaria» en torno del último principio de la Declaración del PS argentino.

 

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Editada entre 1907 y 1932 bajo la dirección de Rodolphe Broda, la revista aparece en tres ediciones, francesa, alemana e inglesa, elaboradas en París, en Berlín y en Londres, respectivamente. Allí se recogen colaboraciones de los principales propagandistas europeos del socialismo, el anarquismo y el librepensamiento.

 

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Por su parte, Ricardo Rojas y Emilio Becher confiesan a Ugarte en 1905, también en carta privada, el desacuerdo ante el compromiso socialista del escritor formulado en El arte y la democracia. Para un análisis de esas y otras recepciones porteñas, ver Merbilhaá, M. 2009, 332-346.