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1

126-14. El texto: «compradre». (N. del E.)1.1

 

1.1

[El aparato crítico del original aparece en Comedias y entremeses, tomo IV, edición de R. Schevill y A. Bonilla, Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez, 1918, páginas 233 a 240. (N. del E.)]

 

2

127-16. Son cuatro versos, quizá de alguna copla popular. (N. del E.)

 

3

127-20. Octosílabo. (N. del E.)

 

4

127-23. El maestro Gonzalo Correas, en su Vocabulario, trae tres formas de esta locución, todas del mismo sentido: «Allá darás, rayo, en cas de Tamayo. -Allá darás, rayo, en casa de Ana Gómez. -Allá darás, rayo, en casa de Ana Díaz.» Dícese cuando se echa a alguno que molesta.

Sobre esta locución, véase el donoso soneto de Lope (251, Biblioteca de Autores Españoles; Obras sueltas: A Tamayo, consolándole de que todos le maldigan sin culpa, pág. 387). (N. del E.)

 

5

127-24.

«La ida del cuervo; la ida del humo. (Del que va para no volver, como el cuervo que envió Noé. Dícese cuando uno no volvió, y del que deseamos que no vuelva: Hizo la ida del humo; hizo la ida del cuervo.)»


(Correas.)                


(N. del E.)

 

6

128-3. El original: «embiaran». (N. del E.)

 

7

128-8. El día de Jueves Santo el Rey lavaba los pies y daba de comer a trece pobres en la pieza de la antecámara palatina. Según el ceremonial (consúltese Rodríguez Villa, Etiquetas de la Casa de Austria, edición de Madrid, 1913, pág. 98),

«terminado el lavatorio, mientras S. M. se ponía la capa, espada y sombrero, colocaba el mozo de la limosna a los pobres en la mesa, y empezaba S. M. a servirles la comida, levantando los principios que estaban sobre la mesa y dándoselos al sausier, que, con una rodilla hincada en tierra y una toalla ceñida, los iba metiendo en las cestas. Interin levantaba S. M. los principios al primer pobre, iban los gentileshombres de la cámara por la vianda a la puerta de la pieza donde estaba, y cada uno con su familia traía la de un pobre, entregándola al contralor, quien la iba dando a sus criados, y éstos colocándola en una mesa cubierta, quedándose con los dos últimos platos en la mano para darlos a S. M., y así sucesivamente los demás. Este los servía a los pobres, y el sausier los iba poniendo en las cestas, así como el sumiller de la cava dando de beber a los pobres por detrás de las mesas. Acabada de servir la vianda, volvían los gentileshombres por los postres, y S. M. los iba distribuyendo; los pobres tendían la servilleta, recogiendo en ella los confites, suplicaciones, pan, salero y cuchillo, y poniéndolo todo en su cesta.»



(N. del E.)

 

8

128-15. Según el Diccionario académico, «vino de dos orejas» era «vino fuerte y bueno»; pero, como se ve, también podía ser «fuerte y bueno» el de una oreja, a juzgar por el entusiasmo de Cristina. Y aun ocurría asimismo que el vino de dos orejas fuese detestable, según se infiere de estas palabras de Guzmán de Alfarache (II, 3, 4): «unas aceitunicas acebruchales, porque se comiesen pocas; un vino de la Pasión (como vinagre), de dos orejas, que nos dejaba el gusto peor que de cerveza». Mejor camino lleva la explicación de Correas: «Vino de una oreja, por vino bueno. Vino de dos orejas, por malo. Porque, probándose el vino, si es bueno, se menea un lado; y si malo, ambos.»

Sin embargo, si el vino de dos orejas era malo, según Correas, ¿cómo explicar entonces el siguiente pasaje de Vélez de Guevara (El ollero de Ocaña, II)?:

«GUARDA 1.º
       ¡Buen vino!
MARTÍN.
Es vino de dos orejas.
GUARDA 2.º
No tiene adobo ninguno.
GUARDA 1.º
No le echaron cal.
MARTÍN.
Ni arena.
DON NUÑO.
¡Muy buen provecho les haga!»


Con la explicación de Correas conviene la de Ambrosio de Salazar en su Espexo general de la Gramatica (Rouen, 1623; pág. 410), donde dice: «Qual uino es el mejor: el de vna oreja o de dos? Yo digo que de vna, porque, gustando, siendo malo, se cabecea de vn lado, dando de vna oreja.»8.1 (N. del E.)

 

8.1

[«Con la explicación... vna oreja».» añadido de la fe de erratas del original. (N. del E.)]

 

9

129-27. Famoso bandolero catalán, del partido de los niarros, a quien alude también Cervantes en los capítulos LX y LXI de la segunda parte del Quixote. Sobre su vida y hazañas, véanse: Luis María Soler y Terol, Perot Roca Guinarda (Manresa, 1909); Parasóls, Nyerros y Cadells (1873, en las Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, año 1880); Ramón Corbella, Nous datos sobre'l célebre bandoler Perot Rocaguinarda (La Veu del Montserrat, Vich, 1901); J. Givanel Mas, Comentarios al capítulo LXI de la segunda parte del «Don Quijote» (Barcelona, Bayer Hermanos, 1911). Consúltese también nuestra edición de La Galatea, I, 125-8. (N. del E.)

 

10

130-30. Recuérdese que la escena del Aucto del repelón, de Juan del Encina, ocurre en Salamanca. (N. del E.)