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109-19. Alusión a la conocida regla jurídica «Spoliatus ante omnia restituendus». El pueblo entendía antonia en vez de ante omnia, del mismo modo que peronia o peronía (véase la voz en Correas) en lugar de per omnia. (N. del E.)
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110-7. «Algarabía de allende, que el que la habla no la entiende. (Algarabia de allende se dice por lo que no se entiende y razón disparatada.)» (Correas.)
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(Lope de Vega, El Mesón de la Corte, I.) |
(N. del E.)
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111-1. «No nació en las malvas. (Esto es, en bajeza; trátenle bien, que es honrado.)» (Correas.) Compárese Quixote, II, 4, fol. 15 vuelto:
«Esso alla se ha de entender -respondio Sancho- con los que nacieron en las maluas, y no con los que tienen sobre el alma quatro dedos de enjundia de christianos viejos, como yo los tengo.» |
«Pues aquí estoy yo, que aunque me digan que nací entre las malvas, no me hará correr el mundo.» |
(Gaspar Lucas Hidalgo, Diálogo III, cap. I.) |
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(Lope de Vega, La Dorotea; Madrid, 1632; II, 5.ª) |
«Si esta desvanecida mujer, que, siendo una pobre moza de servicio, y sabe Dios si nació en las malvas..., tratara de arrimarse a la virtud...» |
(Francisco Santos, Día y noche de Madrid, disc. III.) |
(N. del E.)
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111-19. Carátula es máscara. En cuanto a la farándula, Agustín de Rojas Villandrando, en su Viaje entretenido (edición Bonilla, en el tomo IV de los Orígenes de la Novela, de Menéndez y Pelayo, pág. 498), escribe:
(N. del E.)
14.1 |
Versos de una vieja copla, glosada por Gregorio Silvestre, que dice así:
(N. del E.) |
15
112-15. Por el invierno, en la estación de las lluvias, salíase el Guadalquivir de madre, resultando de ello a veces extensas inundaciones. Puédese citar como ejemplo una del invierno de 1595:
Otras grandes inundaciones ocurrieron en el invierno de 1596-1597 y en el de 1603-1604. Véase Sucesos de Sevilla de 1592 a 1604 (Bibliófilos Andaluces; Sevilla, 1873; tomo III, págs. 27, 40 y 115). Es de suponer que haya en este pasaje del entremés un recuerdo de la estancia de Cervantes en Sevilla. (N. del E.)
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112-23. Corbona, voz hebrea, designaba entre los antiguos el tesoro o lugar en que se guardaban las alhajas y cosas preciosas.
Lope de Rueda, en la Comedia Eufemia, pone en boca de Vallejo estas palabras:
«Señor, in corbana (sic) es; ya está el levantador de falsos testimonios, el desventurado de Paulo, en poder del alcalde, con todos aquellos cumplimientos que vuesa merced me mandó.» |
La frase in corbona debió de popularizarse merced a aquel versículo del capítulo XXVII del Evangelio de San Mateo: «Non licet eos mittere in corbonam, quia pretium sanguinis est.» (Vers. 6.º) (N. del E.)
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112-30. El original: «macacona» (por mazacona). (N. del E.)
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115-30. Grito muy corriente entonces en las corridas de toros, y que también, según Covarrubias y Quevedo, empleaban los cazadores de volatería cuando se les remontaba el pájaro y le llamaban con el señuelo. Véanse algunas citas, a propósito de esos términos, en la Revue Hispanique (tomo XXV, año 1911) y en el Tesoro de la lengua castellana (Silbantes, cuarta parte), de Cejador.
Quiñones de Benavente, en su Entremés cantado: La Muerte, trae este pasaje:
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En la comedia famosa, de tres ingenios, El Caballero de Olmedo (jornada II), se describen del siguiente pintoresco modo los preparativos de una fiesta de toros y el bullicio de la misma:
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(Guillén de Castro, Los mal casados de Valencia, jornada II, ad finem.) |
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(Salas Barbadillo, La escuela de Celestina, edición Uhagón; Madrid, 1902; pág. 98.) |
De hucho salió el verbo huchear, en el sentido de estimular, incitar, engatusar a alguien con determinado cebo. Así Matías de los Reyes, en El Menandro (Jaén, 1636; lib. III):
«Viendo, pues, el privado los liberales ofrecimientos de los solicitadores, movido más de albricias que de misericordia (como en común los tales lo hacen), deseoso de obtener los doblones con que le huchearon, tomó a su cargo la empresa, prometiendo con mucha seguridad el buen suceso de ella. Luego le entregaron doscientos escudos de contado, con promesas de otros tantos luego que la gracia fuese obtenida.» |
Pero en el siglo XVII hucho-ho seguía empleándose también por los cazadores de cetrería. Así, en La pobreza estimada, de Lope de Vega (jornada I, escena V), Celio y Julio, criados de Ricardo, entran en casa de Dorotea con el pretexto de buscar un azor, y Celio dice, haciendo como que le llama:
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Julio dice luego asimismo:
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Lo mismo se infiere de la Guía y avisos de forasteros (1620), de Liñán (novela y escarmiento primero), y de una poesía de Quevedo (edición Janer, págs. 148-149), el cual escribe:
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(N. del E.)
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116-22. «De color mezclado de negro o cetrino y rojo, abigarrado.» (Acad. Esp.) (N. del E.)
20
117-2. Son dos octosílabos. (N. del E.)