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1

«Marcianos de ojos amarillos». Babelia. EL PAÍS, 7/3/1992.

 

2

Sampayo, Carlos (1988): «Un estado de ánimo». Cómics. Clásicos y modernos. EL PAÍS, Madrid.

 

3

Dado que en nuestra cultura las narraciones basadas en la imagen secuenciada son algo habitual, podría pensarse que es algo «natural» esta lectura mediante la cual llenamos los momentos obviados en virtud de la elipsis narrativa. Nada más lejos de la realidad. No sólo es un proceso que precisa de una compleja interiorización, sino que cualquiera que trate con niños pequeños sabe que hay una edad en la que realizan ese aprendizaje (a través de la televisión y de los libros ilustrados, sobre todo), siendo una conquista que lleva su tiempo conseguir.

 

4

No todos, felizmente. Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbon, es un cómic ejemplar en este sentido. EL PAÍS, Madrid.

 

5

Algunos de los libros citados en la bibliografía Baur, 1978; VÁZQUEZ MONTALBÁN, M. (1977): «Contra la violación». Coma, 1984; Coma y Gubern, 1988 abordan en profundidad este apartado. Cuadernos de Pedagogía, n.º 25. Enero, 1977.

 

6

En la adolescencia, y también en la edad adulta, los cómics son sobre todo una lectura masculina, algo que no ocurre en la infancia. En las revistas de cómics se pueden leer periódicas lamentaciones sobre este hecho, preguntándose por las causas que lo motivan. Uno se pregunta si estarán ciegos los que así escriben, dado que son evidentes las causas del rechazo. El problema, como es natural, no está en el medio, sino en la carga sexista explícita que contienen una mayoría de los cómics actuales.