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Era natural de Tarancón (Cuenca) donde naciera en el año 1849. Llegó a la Argentina en 1870. En 1871 con Salvador Alfonso dirigía La España -aquella nota risueña durante el flagelo de 1871 y en donde sospechamos colaboraría asimismo Prieto Valdés-; desarrolló sus actividades intelectuales en Tucumán donde casó con una sobrina de Juana Manuela Gorriti, fundando, así, como tantos otros de su estirpe, una larga familia argentina que aún hoy prolonga en algunos de sus herederos las dotes intelectuales del fundador como los López Agnetti en la brega literaria y en el profesorado. En 1900 publicó López Benedito un torno de Poesías y retirado de toda acción en 1904 por razones de salud, moría, en Buenos Aires, el 27 de marzo de 1905. La Nación dijo del ilustrado periodista que «su vida era un vasto ejemplo de nobles y constantes sacrificios de todo género en favor de ideales que siempre inspiran respeto».



 

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No quedaría yo conforme si al final de este capítulo no mencionara, siquiera de paso, al grupo de españoles, escritores y dibujantes, que formaron el primer plantel de Caras y Caretas, fundada en 1898, la mejor revista popular argentina hasta la fecha, y una de las mejores, sin disputa, de las publicadas en lengua española. Recordemos por ejemplo, al lado del argentino Álvarez (Fray Mocho), a Eustaquio Pellicer, y aquellos inolvidables José M.ª Cao, Manuel Mayol -su director artístico- Juan Alonso y Manuel Redondo que hicieron del semanario, con su lápiz, o sus colores, un modelo de gracia aguda y de dignidad artística.



 

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En Cuentan su vida los teatros porteños (diez notas publicadas en «Clarín», Corresp. lo transcripto a la nota novena del 24 de junio de 1951). Ya tres años antes, en 1892, Lucio V. López, ministro de Pellegrini y nieto del glorioso autor de nuestro Himno, había gestionado ante el gobierno que sólo se cantase la última estrofa a fin de evitar el verso octavo de la primera que era la piedra del escándalo. La tentativa -en aquel año políticamente dificultoso- suscitó tan enconadas polémicas que el propio ministro anunció el retiro de la propuesta, «pues por un acto de cortesía internacional no debían sustentarse divergencias de ese carácter entre compatriotas». (Vid. Arrieta, op. cit., pág. 131).



 

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Op. cit., pág. 407.



 

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La más famosa de las entidades vasco-españolas en la Argentina fue fundada por trece residentes vascos en el año 1877. Lleva pues gallardamente setenta y cinco años de vida.



 

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Pueden verse minuciosamente expuestas y documentadas en el Boceto histórico de la Asociación Patriótica Española de Félix Ortiz y San Pelayo (Librería «La Facultad», Buenos Aires, 1914).



 

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Punto 1.º de lo que por aclamación se resolvió en la reunión conjunta de las Comisiones Ejecutiva y Consultiva de la A. P. E. el 15 de abril de 1898.



 

77

Ortiz y San Pelayo, op. cit., pág. 56.



 

78

Ver Ortiz y San Pelayo. (Op. cit., págs. 69 y 77 espec.).



 

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No menos importante fue la realización, sugerida por la «Patriótica», y llevada a término gracias al esfuerzo artístico y económico, respectivamente, del maestro Juan Goula y el señor Méndez de Andés, de una temporada de ópera española la que ese mismo año de 1910 se realizó en el Teatro Colón, inaugurado dos años antes. Se representaron Los Pirineos de Pedrell; Los Amantes de Teruel y La Dolores de Bretón; Circé de Chapí; La maja de rumbo de Serrano y se cantó Lohengrin en castellano. La temporada de buen éxito artístico no lo fue tanto económicamente, quizá por lo avanzado de la temporada, ya que se desarrolló hacia los meses de octubre y noviembre, pero es importante consignar que este esfuerzo de cantar música española en nuestro primer teatro no volvió a repetirse hasta las temporadas de zarzuela que Moreno Torroba cumplió en el Colón durante los años de 1934 y 1935 las que, caso notable en los anales del teatro, incluyeron con alta dignidad artística y éxito de público a La verbena de la Paloma.



 
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