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130.      La inscripción de oscura letra decía: �Aquí yace Sancho Pérez hijo del infante don Pedro e nieto del muy noble señor rey don Alonso e finó a primero de octubre era MCCCLII año 1314.� Es el mismo que tiene su entierro en Ledesma donde se indica que falleció en 1310, ignorándose cuál de los dos sepulcros contenga sus restos. Méndez Silva, de un don Sancho hace dos, copiando Peh por Pérez y tomando la era por año. En dicho claustro de San Francisco estaba la memoria de los hijos de Alonso López de Tejeda, defensor de Zamora contra Enrique II, de quien hablamos en la historia de dicha ciudad.

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131.      En el memorial dirigido por los Maldonados a los reyes Católicos para titularse condes de Villagonzalo, alegaron que era su pariente Sto. Domingo y que se había alojado en su casa calle de Caldereros lindante con la Alberca, de donde le vino el nombre de casa de Sto. Domingo.

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132.      Hállase algún tanto mutilada en una pared del claustro actual, al cual no sabemos si pasó desde el primitivo o desde la antigua iglesia. De este deán ni de la ocasión que le llevó a morir en Salamanca, no tenemos más noticia.

               Quem Deus elegit, qui nil deformiter egit,

                    Nec legem fregit, hunc lapis iste tegit.

               Vivere scivit ita qui non moritur sibi vita,

                    Que docet et plene vivere quosque bene.

               Largus in expensis generosus Dertusiensis,

                    Quem nemo superat, more decanus erat.

               Undena terna migravit terque quaterna

               Nempe die mensis quinti, Petris Unigiensis,

               Era millena trecentena duodena

               Atque quaterdena, peregrina pressus arena.

La fecha del óbito desenredada de la extraña perífrasis no es otra que el 26 de mayo de 1314.

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133.      Cita fray Bartolomé de las Casas las palabras textuales de Colón. Asistiósele en el convento con esmero durante su larga permanencia, y para hacer con más sosiego sus observaciones se le destinó la alquería de Valcuebo dos leguas distante, donde se le ha erigido un monumento, publicando con esta ocasión un álbum poético los estudiantes de la universidad. Fue su apoyo principal el maestro Deza, entonces catedrático de prima de teología y después obispo y preceptor del príncipe don Juan, y evoca con elocuencia este recuerdo una exposición dirigida a las cortes por los hijos de aquella casa pidiendo misioneros para la isla de Sto. Domingo. �En una celda, dice, del convento de S. Esteban, Colón y el P. Deza convinieron en que había un nuevo mundo: Colón fue a descubrirlo, y la primera tierra que pisó la llamó Isla Española, la primera ciudad que levantó Sto. Domingo; su primer pensamiento para España, su segundo para el sabio y la orden que comprendió al genio.� De San Esteban salieron también los primeros misioneros para la isla Española, que fueron fray Diego de Mendoza, fray Pedro de Córdoba, fray Antonio Montesinos y fray Bernardo de Sto. Domingo.

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134.      Dicho Juan de Álava, de quien atrás hablamos, de la pág. 64 a 66, era natural de Vitoria e hizo en 1498 la capilla mayor de la catedral de Plasencia y en 1515 la de Agustinos de Salamanca, aunque en las respectivas historias de estos edificios se le llama Juan de Alba. Tenía por aparejador a un lego del convento.

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135.      Consiste en unas manos asidas arrojando llamas, con este lema: Fides quae per dilectionem operatur.

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136.      Una piedra colocada en primer término contiene estas letras: Joan. Ant. Ceroni me fecit.

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137.      Tiene de latitud 51 pie y medio y de longitud 287, a saber: 151 el cuerpo principal, 47 el crucero y 89 la capilla mayor; el crucero de un extremo a otro 96 de anchura.

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138.      Pintólo en 1692 y se le dieron por él seis mil reales. El retablo, hecho el mismo año por don José Churriguera, costó 154,000.

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139.      Lo fue de Cartagena en seguida, y después de treinta años de obispado lo renunció, muriendo a los ochenta de su edad, según declara la encomiástica inscripción latina de su tumba que está en alto a la izquierda, dentro de la cual se descubre su momia. La sillería y atril importaron 150,018 reales.

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