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560.      Existe aún en la capilla del seminario con este letrero: �Aquí yace Juan Núñez Dávila que fundó este monasterio y la iglesia de Santa María de las Vacas, finó año de 1469.� Reedificó además, como llevamos dicho, las iglesias de la Trinidad, de la Antigua y del Carmen, e hizo la ermita del Cristo de la Luz.

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561.      Esta notable inscripción, única tal vez en aquel lenguaje y metro, se halla esculpida en mayúsculas de dicha época, y dice así:

                    Don Sancho obispo de Ávila como sennor honrado

               Dio muy buen exemplo como fue buen prelado,

               Fizo este monesterio de sant Benito llamado,

               E dióle muy grandes algos por dó es sustentado.

                    Puso hi muchas dueñas et de muy santa vida,

               Diólas su abadesa entendida et sabida,

               De libros e vestimentas la iglesia muy cumplida,

               E de muchas otras joyas la fizo enriquecida.

                    Puso hi capellanes que cada dia cantasen,

               Et las horas del día todas muy bien rezasen,

               Et por todos los finados cada dia rogasen,

               Ca dióles buenas rentas con que lo bien pasasen.

                    E porque este monesterio fuese mejor guardado

               Et en todos sus algos fuese bien mamparado,

               Dio la visitación a qualquier que fues prelado

               Obispo que fues de Ávila e non de otro regulado.

                    Andaba estonce el era quando el fue acabado

               En mil et CCC años segunt diz el dictado

               Et mas LXXXVIII por mejor ser remembrado,

               Et dio gracias a Dios el obispo mucho onrado.

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562.      Consta en el archivo municipal que en 1511 se le facilitó dicho ensanche y que en 1560 se representó al rey para que hiciese mudar a otro sitio los colegiales de San Millán cuya proximidad al convento podía molestarle.

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563.      Vendiéronlo las monjas por los años de 1600 y en muy poca cantidad, según el autor del episcopologio, a Antonio Gutiérrez de Vayas y a María de la Concepción mercaderes, quienes queriendo tomar título de fundadores borraron la inscripción de la cornisa que declaraba ser del tiempo de los reyes Católicos, y con sus memorias y aniversarios oscurecieron los de la fundación primitiva.

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564.      Murió dicho contador según el epitafio en 1553 día de san Juan.

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565.      Pondéralas en el cap. II de su vida la humildad de la santa, pues por lo demás confiesa que �nunca era inclinada a mucho mal, porque cosas deshonestas naturalmente las aborrecía, sino a pasatiempos de buena conversación�. Y continúa: �Aguardaron a coyuntura que no pareciese novedad, porque haberse mi hermana casado y quedar sola sin madre no era bien. Era tan demasiado el amor que mi padre me tenía y la mucha disimulación mía, que no había creer tanto mal de mí, y ansí no quedó en desgracia conmigo... Como yo temía tanto la honra, todas mis diligencias eran en que fuese secreto, y no miraba que no podía serlo a quien todo lo ve�.

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566.      Protegía este beaterio don Gutierre de Toledo maestre-escuela de Salamanca, y se fundó entre San Vicente y el Mercado Chico en una iglesia de Todos Santos que había sido sinagoga de judíos, de la cual no tenemos otra noticia; otros dicen que en las casas del mayorazgo de San Miguel del Arroyo. La granja donde se mudó el convento era de Francisco Pajares del Águila, padre de la madrina de santa Teresa. Llegó a tener más de ciento cincuenta monjas en tiempo de la santa.

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567.      �Aprovechábame a mí también ver campos, agua, flores; en estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro�. (Cap. IX de su vida).

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568.      Es el gran suceso que desde principios del siglo pasado se honra con la fiesta particular de la transverberación y que describe así la propia santa en el capítulo XXIX de su vida: �Vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla... no era grande sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego: este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas; al sacarle me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite ni se contenta el alma con menos que Dios�.

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569.      Dicen así los tarjetones: Expandit se sicut Pater Elias. Quam Pulchri sunt gressus tui in calceamentis, filia, soror, gubernatrix hujus conventus regularis observantiae et in hac cellula... C. (constitutionum) cap. 7. -Plicavit se sicut pater Eliseus. Quam pulchri sunt gressus tui in sandaliis, reformatrix magistra superioris observantiae! Hugo in eodem capite.

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