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ArribaAbajoNotas y documentos sobre pensionados alicantinos de bellas artes en Roma durante el siglo XIX

Adrián ESPÍ



Universidad de Alicante

A lo largo del siglo XIX -tan importante para el arte español- ampliaron su formación en Roma muchos pintores y escultores, y más tarde músicos. Roma y luego París, aunque ya esta capital competía con la primera, ofrecía un poderoso atractivo, suponía para todo artista una meta singularísima. La riqueza de sus monumentos, sus colecciones museísticas, la basílica y los palacios vaticanos y la posibilidad de viajar por otras muchas regiones: Venecia, Nápoles y Pompeya, Milán, Florencia, etc., convertían los estudios en el «estrangero», en Italia, en un sueño que era menester alcanzar.

Y la verdad es que desde muchos organismos como serán la Real Academia de San Fernando de Madrid, el Ministerio de Fomento o las propias diputaciones provinciales, se iba generando un continuo goteo, desplazando en diversos periodos y por espacio de tres y cuatro años a los que eran ya, o pretendían ser, profesionales del arte en Italia.212

La Academia Española de Bellas Artes en Roma se crea mediante un decreto de 5 de agosto de 1873, pero hasta 1881 no cuenta con edificio propio y adecuado para sus funciones. Los españoles, sin embargo, acudían desde mucho tiempo antes a la Ciudad Eterna en el disfrute de los pensionados y apoyos de diverso carácter y de diferente procedencia, pero todos ellos tendentes a lograr el mismo fin: la perfecta formación de su arte.

Vivían en casas particulares, habitaciones alquiladas, buhardillas-estudio, frecuentaban con asiduidad las tertulias artísticas y literarias del famoso Café Greco situado en la popular Vía Margutta y mejoraban su quehacer asistiendo o bien diariamente o bien por la tarde-noche, a las clases que se impartían en la conocida Academia Cechi,   —78→   coincidiendo en estas sesiones españoles de todas las regiones y artistas de otras nacionalidades, lo que permitía un intercambio fecundo de opiniones y puntos de vista siempre enriquecedores.

Conocida es la presencia de José Aparicio Inglada (Alicante, 1770 - Madrid, 1834), pintor de formación neoclásica, incluso enfarragosa y, además, artista áulico con Fernando VII, primero en París, siendo amigo y discípulo de Louis David, a partir de 1807, y quizá hasta 1814, en Roma; pintor que expone, y con igual éxito, en el Museo Napoleón en la capital del Sena, que en la «Chiesa della Rotonda» ya en Italia, cuando ya es académico de San Lucas: «Artisti Spagnoli, Signore Giuseppe Aparisio, di Alicante»213.

El caso del alcoyano Antonio Gisbert Pérez (Alcoy, 1834 - París, 1901) lo estudiamos en su momento, en el contexto de la actividad cultural española volcada en las Exposiciones   —79→   Nacionales y la producción del cuadro histórico: Últimos momentos del Príncipe Don Carlos, óleo firmado en Roma, medalla de oro en 1858; Suplicio de los Comuneros de Castilla, también primera medalla, dos años después; Desembarque de los puritanos en América del Norte, la tercera medalla de igual dignidad, en 1864, Amadeo de Saboya ante el cadáver del General Prim, etc.214

El caso del escultor alteano Antonio Moltó y Such (1841-1901) que encontramos documentado en Roma en el periodo de tiempo 1882-1884, ya en la Academia Española de Bellas Artes cuando es director el pintor Vicente Palmaroli, ha sido tratado en profundidad recientemente; fue pensionado de mérito, y al término de su estancia italiana realizó importantes obras en Madrid.215

Emilio Sala Francés (Alcoy, 1850 - Madrid, 1910), permutará su estancia romana por París, en el momento, además, en que en la capital gala han estallado los nuevos manifiestos estéticos ligados al impresionismo, y Monet, Manet, Renoir, Degas, Sisley o Morisot se convierten en figuras controvertidas pero singularmente eficaces.216

Del Ministerio de Fomento y más tarde del Ministerio de Asuntos Exteriores, a través de la Embajada de España cerca de la Santa Sede así como de la Legación de España en Italia dependían en gran manera todos los trámites, pero es evidente que el contacto entre pensionados españoles antes y después de la creación de la Academia y del disfrute del edificio ubicado en San Pietro in Montorio, fue estrecho y continuo.

En Roma hacia la mitad de siglo, y en lo que respecta a la pintura se observa una clara evolución que va desde el Romanticismo al Realismo, siendo quizá figura importante en este cambio Filippo Polizzi (1818-1895), gran paisajista. Ese mismo realismo aplicado a la «pintura de historia» -tan arraigada en España a partir de las Exposiciones Nacionales que se inician en 1856, con el beneplácito de Isabel II- se centra en Domenico Morelli (1826-1901).

Y figuras destacadas serán igualmente, Costa, Fontanesi, Signorini y a partir de1861, doblada ya la centuria, De Fattori y De Lerga. No puede quedar en el olvido Giovanni Carnovali, llamado «Il Piccio» (1804-1873) quien utilizaba una técnica sutil, con empastes grumosos y veladuras, con repetidas envolturas lineales y no pocas raspaduras.

Este es el panorama con que se encuentran los pintores becados Agrasot, Casanova, Poveda y otros muchos, todos ellos alicantinos.

En cuanto al arte escultórico, hacia 1850 en Italia se ve claramente que ha vencido el tradicional clasicismo, vía que permite de alguna manera, y de forma paulatina, desligarse de las fórmulas románticas. Con posterioridad y paralelamente al mundo pictórico surge un realismo de decidida factura, atrevido y consciente que pasará a ser conocido con el nombre de «el verismo», siendo uno de los fundadores de dicha corriente Vincenzo Vela (1822-189 1) con obras tan significantes como Espartaco, la Estatua de Carlos Alberto en el Palacio Real de Torino o el Napoleón del Museo de Versalles. En tal corriente permanecen Archille D'Orsi, Giulio Monteverde, Ettore Ferrari y Medardo Rosso, que por el abocetamiento de su trabajo alcanza claras líneas impresionistas.


II. Los becados alicantinos

La Excma. Diputación Provincial de Alicante muy pronto atiende el aspecto cultural y artístico, haciéndose eco de este movimiento fraguado entre ayudas y becas para ampliar estudios en Madrid -la Corte- o Roma. Entre Valencia y Alicante median tan sólo unos días de diferencia en la creación de las pensiones y sus respectivas dotaciones. Si en Valencia ocurre en 3 de febrero de 1863, siendo el primer becado Bernardo Ferrandis Badenes, en nuestra ciudad la primera ayuda se fecha el 2 de marzo del mismo año.

Son ya muchos los artistas alicantinos que han estado en Italia, quizá el más conspicuo de todos Antonio Gisbert, y muchos los que han logrado premios y consideraciones en exposiciones locales y en certámenes y comparecencias nacionales, por lo tanto el caldo de cultivo es el idóneo y la «voz que clama en el desierto» es oída y entendida. Se considera que merece la pena atender a esta necesidad.

El primer pintor desplazado a Roma es hijo de un comerciante de origen francés. Se llama Francisco Bushell y Laussat (1826-1901); ha estudiado previamente en Madrid siendo discípulo apreciado de los profesores Carlos Múgica y Carlos Durán. París también le ha marcado a través de las tendencias neoclasicistas y del naturalismo posterior, habiendo realizado trabajos bajo la dirección de los maestros Le-Poitterin y Dumas.

En Alicante se celebra una exposición en 1860 y en ella obtiene una medalla de plata. Tiene, pues, todas las cartas a su favor para poder optar al pensionado italiano. El asiento hallado en el Libro de Actas de la Corporación, fecha 2 de marzo de 1863 nos documenta perfectamente este hecho:

...se dio cuenta a la Diputación de una instancia de don Francisco Bushell y Laussant, vecino de esta capital, en la que solicita de esta corporación que a   —80→   semejanza de otras provincias se sirva concederle una pensión para continuar sus estudios de pintura en el extranjero, y la Diputación en vista de los documentos que el Sr. Bushell acompaña... acordó señalarle la pensión de doce mil reales anuales, por el término de cuatro años, con el objeto de que pueda pasar a Roma a continuar y perfeccionarse en sus estudios de pintura217.



A sus treinta y siete años de edad, y al comenzar el curso académico 1863-64 parte para la Ciudad Eterna, en donde según las cláusulas del pensionado deberá permanecer cuatro años, remitiendo anualmente a la entidad patrocinadora las obras que acrediten sus adelantos y progresos. En Bushell todo parece cumplirse. Los propios títulos de sus cuadros indican la labor realizada en este importante período de su vida: Recuerdos de Sorrento, Interior de la Catedral de Orvieto, Claustro del Convento de San Marcos en Florencia, Procesión del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, obra esta que presenta a la Exposición Nacional de 1866, y que se premia con medalla de plata en la Regional valenciana del 67.

Contrae matrimonio en Burdeos y se establece en el campo de Elche al regresar, en Torrellano concretamente. Es de aquí de donde salen en busca de mercado apropiado acuarelas limpias en su textura y en las logradas veladuras, bodegones y paisajes como Vista de Elche y Torre de Rabsmblanc, por citar tan sólo dos ejemplos.

Volverá a comparecer a nivel nacional en las ediciones de 1884 y 1894, y será creado Caballero de la Real Orden de Carlos III218.

Si Bushell es el iniciador de un listado sumamente sugerente, Agrasot es quizá el artista, juntamente con Casanova, que quizá más partido le saca a sus experiencias romanas, italianas en general.

Cuando prescribe el tiempo reglamentario del anterior pintor accede al pensionado provincial un artista nacido en Orihuela que también va precedido de nombre y de «hechos», es decir, logros y aplausos. Ha estudiado en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y es más joven que Bushell. Se trata de Joaquín Agrasot y Juan (1836-1919), hijo de un matrimonio de confiteros.

Aunque algo confuso el proceso de análisis, todo hace pensar que ya Agrasot ha estado en Roma con anterioridad a los años 1867 y 1868. Incluso podría ser que Alicante hubiera tenido que ver en esta educación, ya que existen cuadros suyos, firmados y fechados en la capital italiana presentados, además, a las exposiciones nacionales. Así en el certamen del 64 aporta dos lienzos claramente italianos: Lavandera de la Scarpa es uno de ellos, con el que consigue una medalla de tercera clase, obteniendo la de plata en el 67 con el conocido lienzo Las dos amigas.

En Alicante se ha dado a conocer en la Exposición de 1860, y en octubre de unos años más tarde, 1868, recién vivido el proceso de «la septembrina», insta a la Diputación para lograr de ella la beca necesaria para salir -acaso de nuevo- al extranjero: Roma.

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Es también en el Libro de Actas de la corporación Provincial donde podemos hallar el texto que ya en su día dimos a conocer219:

Leída una instancia de D. Joaquín Agrasot, vecino de Orihuela, en solicitud de que se le pensione con el fin de pasar al extranjero a estudiar y perfeccionarse en el arte de la pintura, y después de apoyarla convenientemente... reconociendo los méritos del interesado, acordó [la Diputación] concederle una pensión de 1.200 escudos anuales, a la cual disfrutará por espacio de cuatro años... haciéndose pa. ello la oportuna transferencia220.



Hasta la prensa local refleja el acuerdo, congratulándose de la resolución, y señalando o aludiendo a la bondad y calidad artística del pintor oriolano. Tal dice, por ejemplo el periódico El Comercio en sus ediciones de los días 4 y 5 del propio año.

Si se tiene que cumplir lo estipulado Agrasot deberá estar en Italia durante los cursos 1868-69, 1869-70, 1870-71 y 1871-72. Algún viaje, no obstante, emprende -como la mayoría de los becados en períodos estivales o de vacaciones- regresando a su tierra para reencontrarse con sus amigos y con la familia, y uno de estos viajes también queda reflejado perfectamente por la prensa local, la alicantina, cuando el 11 de febrero de 1871 se lee: «Artista. El conocido y aventajado pintor Sr. Agrasot, pensionado en Italia por la Diputación de esta Provincia, llegó ayer a Orihuela su pueblo natal, para pasar desde allí a Madrid con objeto de hacer el retrato de S.M. el rey con destino al salón de sesiones de la Diputación Provincial»221.

La noticia es sumamente interesante porque nos fecha otra obra de Agrasot y sabemos, además, que Amadeo I va a posar para el artista, como ya lo hizo con Gisbert que pinta al Duque de Aosta por lo menos en tres ocasiones, sin que nos conste que fuera pintor de cámara suyo, aunque sí muy amigo desde que lo conociera con motivo de la inauguración del Canal de Suez. El cuadro del monarca está en la colección provincial.

Sí hay que significar que Agrasot va a continuar su estancia romana durante un tiempo más, posiblemente valiéndose por sí mismo. Le une una estrechísima amistad con Mariano Fortuny; tiene mucho de «fortunyismo» su pintura costumbrista, y sólo la muerte del pintor catalán ocurrida en 1874 le empuja a volver a España, a establecerse en Valencia.

Los cuadros que pinta en Italia -y que debieron de ser muchos dado que no era un hombre perezoso- nos recuerdan el preciosismo, el rigor dibujístico y detallista, el costumbrismo de una época en la que se tenía tendencia hacia lo narrativo y a veces hacia lo exótico, un claro neorromanticismo agradable y anecdótico, desenfadado siempre, que después prolongará con su «visión» valenciana del paisaje y de las costumbres.

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El contacto con otros artistas tales como Rosales, Puebla, Casado del Alisal, Vallés, Palmaroli, Villegas e incluso su coprovinciano Casanova -más joven que él en unos años- es realmente un hecho de suma trascendencia; «Llegó a la Ciudad Eterna en las postrimerías del poder papal, y en ella conoció a Mariano Fortuny» -leemos en un texto del escritor José Doménech, publicado en una revista madrileña de comienzos de siglo. «El temperamento artístico de Fortuny, enérgico y de una tenacidad sin límites, era un gran apoyo para que no flaquearan un solo momento los estímulos juveniles de Agrasot», añadía después222.

Si de esa posible estancia primera, que efectivamente debió de producirse en torno a 1861, al decir de Antonio Sequeros223, son cuadros como Lavanderas de la Escarpa, de la segunda etapa es el magnífico Desnudo que está en el Museo San Pío V de Valencia, un óleo sobre lienzo firmado en 1871. El Charlatán y El prestigitador así como Los perros sabios son obras de 1873, 74, 75 respectivamente; la Fontana del palacio de Julio II en Roma y Una escuela aldeana en los Estados Pontificios son obras que corresponden al período más preocupado por los temas grandilocuentes, quizá más necesarios para justificar los progresos y pagar el favor de las becas o pensionados, tal y como también ocurre en sus breves incursiones en el campo de la pintura de «historia» con obras como: Entrada de Carlos V en el Monasterio de Yuste y Muerte del Excmo. señor Marqués del Duero más conocido por Muerte del General Concha.

Acompaña a Fortuny a Nápoles y más tarde a Portici, donde pasan el verano este mismo año de 1874, instalados en Vila Arata, y en el invierno muere el pintor catalán cambiando de rumbo totalmente la vida y el quehacer de Agrasot, que viaja por Venecia y decide regresar a España después de pintar, y como homenaje al maestro y amigo, El taller de Fotuny.

Desde 1875 y hasta su muerte, en 1919, la pintura de Agrasot recorrerá otros espacios, aunque siempre quedará el estigma del autor de La Vicaria. Recordemos en este sentido, y ya volcado hacia los temas folklóricos y costumbristas, o simplemente hacia aquellos otros intitulados «de casacones»: Pueblo y alquería de Valencia, Feria de ganado, La boda, Rincón de un pueblo aragonés, Portal castellano, etc.

Alcoyano es el siguiente pensionado que parte para Roma. Se llama Lorenzo Casanova Ruiz (1844-1900), educado en los primeros momentos en Valencia bajo la mirada escrupulosa de Daniel Cortina, que le enseña sobre todo precisión en el dibujo, justeza y ecuanimidad en el empleo del color, y construcción a la hora de armonizar cada tema, sobre todo el buen tratamiento de la figura humana.

Continúa su formación en Madrid dirigido entonces por una figura señera del arte español del XIX cual es Federico de Madrazo, y tiene como condiscípulos, aunque mayores que él en edad, a dos verdaderos genios, Eduardo Rosales (1836-1873) y el mismísimo Mariano Fortuny (1838-1874), ambos de vida muy breve pero de producción ampliamente sólida y trascendental.

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Casanova es hijo de un cortante -carnicero- oriundo de Novelda que no tiene recursos suficientes para seguir costeando la carrera de su hijo, pero el buen expediente académico del artista le permite concibir esperanzas en sus ansias de conocer Italia y de perfeccionarse en su arte en contacto con los pintores italianos y los españoles que allí viven.

De abril de 1874 tenemos la documentación que nos informa de la concesión de la beca para los cursos académicos de 1874-75, 1875-76, 1876-77 y 1877-78. Ha vivido en Alicante un cortísimo período de tiempo, en 1873, quizá mientras se está sustanciando el posible acuerdo provincial, y hasta la prensa local avisa a donde puede el público acudir a saludarlo o a encargarle alguna obra: «Hemos tenido el gusto de visitar el estudio del pintor don Lorenzo Casanova, y aunque profanos en la materia... no podemos menos de decir que hemos quedado muy satisfechos al contemplar sus magníficas obras. Reciba el señor Casanova nuestra más sincera enhorabuena; recíbala también Alcoy, cuna de este aventajado artista, honra de nuestra provincia. Según nuestras noticias, estará en esta capital hasta el mes de julio... Tiene su habitación en la Fonda de la Marina»224.

Las actas provinciales que reflejan dos sesiones casi continuas nos indican, después de este período de «incubación», los cinco meses en que Casanova se ha instalado en la referida Fonda, que ha merecido la pena la espera:

Dada cuenta de una instancia de D. Lorenzo Casanova en la que solicita se le señale una pensión para pasar al extranjero para perfeccionar sus estudios en el arte de la pintura, la Diputación acordó pase a la comisión de Hacienda para que emita su dictamen.



La resolución es rápida, tan sólo de un par de días después, y dice:

La Diputación aprobó sin discusión el dictamen de la comisión de Hacienda en el que se propone se conceda por cuatro años a D. Lorenzo Casanova, una pensión de tres mil pesetas cada uno para pasar al extranjero, con el fin de perfeccionar sus estudios en el arte de la pintura225.



A finales del verano del 74 Lorenzo Casanova Ruiz abandona su casa y embarca para Italia. Los mismos lugares en los que coinciden otros artistas son los que él frecuenta. El Café Greco es uno de ellos, y la Academia Chiggi de Via Margutta el lugar de trabajo. Se encuentra con Fortuny que ya ha tratado en Madrid, y tan sólo unos meses vuelven a vivir juntos, juntamente con Joaquín Agrasot. En la propia Via Margutta tienen su estudio dos artistas valencianos de amplia trayectoria y de muy coherente trabajo: Ignacio Pinazo Camarlench y José Benlliure Gil.

Casanova va a pintar mucho y bien y va a no perder ni un solo momento sino que invertirá su tiempo en visitas al Vaticano, al estudio de otros artistas españoles, y a galerías   —84→   donde los nuevos artistas exhiben su producción. Incluso se pondrá en manos de algún marchante para mejor distribuir sus cuadros.

Sus obras romanas tienen la gracia del dominio del ambiente, una atmósfera sugeridora, con un leve recuerdo al propio Fortuny que tanto admiraba también. El equilibrio y la soltura compositiva y el encendido color, matizado sin embargo, son características propias de este artista que adoraba a dos grandes maestros del arte universal: El Greco y Velázquez.

Recordemos algunos títulos romanos: Escena de mesón, El bodeguero, El pozo de los franciscanos, Cervantes leyendo El Quijote, fechado en el 78; Zambra gitana o acaso la que en algunos lugares se lee como La gitana soñadora, etc.

Acabada oficialmente su estancia, dado que el pensionado prescribe, Casanova continúa viviendo en la capital italiana, valiéndose para ello de las tablitas que realiza con soltura y prontitud, con temas graciosos, anecdóticos, miniaturizados casi, impregnados de un cierto magicismo y que están en consonancia con el carácter intimista, recatado, introvertido y casi tímido que le acompaña siempre.

Así de 1882 son, también firmados en Roma, obras como: Portadora de agua, Tocador de guitarra, Dos viejos conocidos, de indiscutible paralelismo con la Zambra gitana antes aludida, y el Retrato de caballero, deliciosa acuarela, que está en el Museo San Pío V de Valencia, dedicada y regalada a José Benlliure, su amigo.

«Trabajo mucho y pinta gran cantidad de acuarelas», se lee en Pérez Bueno, quien añade: «Producía una en cada sesión, reunía centenares de ellas y luego... las vendía allá en Roma al primer mercader de gloria ajena por un puñado de liras»226.

Contrae matrimonio en Alcoy en 1885 con Teresa Miró, tía carnal del autor de Las cerezas del cementerio. Ha pintado antes, y ya en su pueblo, Éxtasis de San Francisco de Asís, que es un autorretrato, homenaje a El Greco; Asunción de la Virgen y Nacimiento o Adoración de los Pastores, de los años 83, 84 y 85, respectivamente. Recién casado proyecta establecerse en Alicante, lo que ha de lograr enseguida, siendo uno de los pintores más emblemáticos de la segunda mitad del XIX alicantino, creador de su propia escuela y patrocinador de grandes empresas: «El afamado pintor comprovinciano nuestro Sr. Casanova, trata de establecer una Academia de pintura en nuestra ciudad. Nos parece muy excelente el proyecto -dice el periódico La Tarde-, y no dudamos que alcanzará, si se realiza, un éxito favorabilísimo»227.

Académico Correspondiente de San Fernando de Madrid y Caballero de la Orden de Isabel la Católica, fallecerá en marzo de 1900 en esta capital.

También nacido en la ciudad de Alicante es el cuarto pensionado provincial a Roma. Se trata de Antonio Amorós Botella (1849-1925), y el otorgamiento de la ayuda acontece en 19 de abril de 1872, incrementándose la dotación de la ayuda en 1.000 pesetas. El acta correspondiente lo refleja de forma bien lacónica. Se trata de una beca para la Villa y Corte.

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Que se aumenten en el artículo único cap. 4º de la sección, 1.000 pesetas para una pensión anual al pintor D. Antonio Amorós.



Amorós se ha formado en San Fernando de Madrid, siendo alumno del profesorEnrique Jiménez, y en la exposición del 76, marcadamente abocada hacia el paisaje -el naturalismo que va triunfando e imponiendo sus propias leyes- este artista, no demasiado bien conocido e incluso catalogado, presenta la enorme cantidad, insólita por aquellos tiempos, de catorce obras, entre trabajos meramente de academia y esos otros que globalmente se denominan «de género», y aun trabajos menores, de reducidas medidas, pulcros eso sí, pero que no llegan a recordar al tableautin francés o el quadretto italiano: Lavandera del Pisuerga e Interior de una casa de comidas pertenecen a este momento.

La ayuda provincial para su traslado a Roma debe ocurrir unos años más tarde. Lo anteriormente señalado debió de ser para su viaje a Madrid y permanecía en la Villa y Corte con tal de formarse lo más mejor.

En la Exposición Nacional de 1881 Amorós exhibe su cuadro Lavandera de la campiña romana, testimonio seguro de que ya se ha trasladado a Italia, y el cuadro, además, está firmado y fechado en 1880. Con referencia al expresado cuadro, hoy en la Diputación de Alicante, envío de pensionado, hallamos el siguiente documento:

El recaido en la instancia de don Ramón Semper, a nombre de D. Antonio Amorós, pintor pensionado en Roma, solicitando acepte la Diputación un cuadro que figuró en la última exposición nacional de Madrid, suplicando se le señale una cantidad que le reintegre de los gastos ocasionados, y se propone que por la comisión permanente se averigüe la cantidad a que pueda ascender el lienzo y colorido empleados y proponga lo que estime procedente...228.



Su pintura, entendemos, no rayó a la altura de otros pensionados alicantinos en Italia. Trabajaba mucho pero quizá estas prisas le fueron restando serenidad y calidad pictóricas. Se propuso copar y obtener premios, pero solamente en 1887 llegó a alcanzar un certificado de tercera medalla por su óleo La última despedida.

Es por eso, quizá, que Antonio Amorós se decantará hacia el campo de la enseñanza, siendo profesor de Escuela de Artes e Industrias -ayudantía de dibujo- en Mahón, La Coruña, y desde finales de siglo en Madrid; pasará a tener mayores competencias en el Claustro profesoral a partir de 1904.

Falta estudiar con mayor profundidad su figura así como un análisis meticuloso de toda su producción, muy dispersa por otra parte.

Vicente Poveda y Juan (1865-1935) es natural de Petrel. Pinta temas históricos que bien copia de otros maestros -actitud bien frecuente-, como Doña Juana la loca, de Francisco Pradilla, que en noviembre de 1880 regala a la Diputación Provincial; o bien   —86→   son producto de su propia imaginación, como en el caso de la versión que realiza de la Muerte del Príncipe de Viana, efectuado en 1884 y cuando estaba en Roma.

Pero Poveda centra su atención también, o quizá mejor, y con toda escrupulosidad y maestría, en los temas llamados de «casacones», término con el que se designan las representaciones de escenas cortesanas de la época de los reyes Luises XIII y XIV, y cuyo principal divulgador sería el francés Ernest Meissonier; espadachines, escenas costumbristas y géneros folklóricos, donde las ambientaciones resultan siempre agradables y nunca comprometidas.

Su nombre y con relación al pensionado alicantino aparece ya en 1882, el 3 de abril, donde hallamos también otros artistas para cubrir la plaza madrileña -siempre anterior a la romana-, tales como Fernando Cabrera, Vicente Navarro, Eduardo Dagnino, Pedro Serrano y Rafael Hernández.

Cuando concurre para la ayuda italiana el pintor petrelense va avalado por sus propios logros y aciertos. En la Exposición Provincial de 1879, cuando todavía es discípulo de Federico de Madrazo en San Fernando, presenta un óleo de pequeñas medidas «cuya única figura representa un hidalgo de pie -dice la prensa-, apoyado sobre la pared... El cuadro del Sr. Poveda, en verdad, que no es un lienzo de pretensiones; empero en su ejecución el pintor revela dotes de verdadero artista»229.

Narciso, Recuerdo de Toledo y Ausencia son tres óleos que aparecen en el Círculo de Bellas Artes matritense, si bien se ha dicho también que estuvieron expuestos en la conocida Galería Hernández230.

Pero Roma se mete en su alma. Logra la pensión y ésta que comienza en 1883-84 se continúa hasta el 87, quedando de nuevo avecindado en la ciudad del Tíber en la década de los noventa -gracias a una nueva pensión de la Diputación alicantina-, según Carlos González y Montse Martí231.

Asiste a las clases nocturnas no solamente de la Academia Chigi sino también de la Cauva, especialmente a las de dibujo y colorido, siendo asiduo a los ejercicios de acuarela que él realiza sobre papel Watman, siendo un verdadero especialista en esta técnica durante toda su vida.

Dos obras bien diferentes cabe recordar, de tamaños diametralmente opuestos: En la fuente, de 21 por 35 cm. y Valle de lágrimas, de 300 por 200 cm. Es un enorme trabajador que remite con frecuencia su trabajo a Viena, Munich, Londres, San Petesburgo. Pasa largas temporadas en Venecia al conjuro de sus canales, plazoletas, patios, claustros, puentes, y todo esta labor, captada con prontitud, teniendo como ejemplo   —87→   válido y cercano, espejo en el que mirarse, la obra de Canaletto o de Guardi, se remite, a través de sus marchantes, a Londres.

Ha sido Poveda el artista más joven que ha merecido el pensionado provincial alicantino, puesto que otorgado en 1882 tan sólo cuenta el pintor con diecisiete años. En su asistencia a las clases de Chigi y Cauva, academias las más concurridas por los españoles, se practicaba preferentemente la pintura de pequeño formato, y ello coincidía plenamente en sus ambiciones.

Obras muy significativas de estos períodos italianos son: Pintando en San Marcos, Paisaje de una terraza en Roma, En la fuente, En la iglesia -posiblemente San Marcos-, Pozo veneciano, que cubren el período 1889-1993, aproximadamente.




III. Otras pensiones y otros artistas

Aún dentro de este siglo XIX quedan por estudiar o al menos fijar en el tiempo otras pensiones provinciales otorgadas a otros tantos artistas nuestros.

Es el caso de Fernando Cabrera Cantó (Alcoy, 1866-1937), a quien se le designa la ayuda para San Fernando de Madrid, y en 1891 y hasta 1893 el pensionado de Roma.

El pintor y escultor -discípulo de Casanova- Vicente Bañuls Aracil, que se desplaza a Italia en 1898, permaneciendo allí quizá hasta 1904.

La figura de Aureliano Ibarra Manzoni (1834-1890) es sumamente interesante, y merece un estudio aparte por cuanto fue administrador de los Lugares Píos y posiblemente fundador de la Academia Española de Bellas Artes en Roma.

Por otra parte, y con procedencia no unida a la Diputación, las figuras de Gisbert, Ricardo María Navarrete y Fos, Emilio Sala Francés, Francisco Jover Casanova, Francisco Javier Amérigo Aparici, Mariano Orts Mayor -ya en 1902, al comenzar el siglo XX-, y los músicos Ruperto Chapí Lorente y Miguel Santonja.

Es esta una labor que merece, cuanto menos, una investigación parecida.