Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

«Estación Termini»: una buena película comercial, pero nada más que eso

Marcelo Arroita-Jáuregui





Si no empezara confesando que Estación Termini me ha defraudado, estaría engañando a mis posibles lectores. Y acudí interesadísimo a su proyección. Tenía interés en ver lo que hacía de Sica con un tema de amor y las posibilidades de una pareja de actores famosos bajo la dirección de de Sica. Ya iremos viendo en qué quedó mi interés, pero me interesa hacer constar, inmediatamente, que Estación Termini es una excelente película, llena de aciertos..., pero en otra línea que el anterior cine de Vittorio de Sica. Quiero decir que esta película es una película realizada con una perfección técnica extraordinaria, con un tema lleno de interés, perfectamente equilibrado su desarrollo argumental para que no llegue a causar -mediante la introducción de una serie de tipos anecdóticos, sencillamente, estupendos- la peripecia mínima de los dos personajes centrales, perfectamente fotografiada, muy cuidada, en resumen..., pero es otra cosa. El propósito ya no ha sido hacer cine, y un cine de intención además, sino hacer una película comercial, sostenida en los éxitos anteriores del director y en la fama universal de sus intérpretes. Claro está que Vittorio de Sica continúa siendo un gran director, pero aquí ya no es demasiado personal, ha borrado su estilo, se ha vulgarizado, se parece a muchos otros.

El tema no puede ser más sencillo: un hombre y una mujer, que han sido amantes, se dicen adiós en una estación. Escenario único (salvo una secuencia al comienzo): la estación. Ella es una mujer americana, burguesa, que vino a Italia a pasar una temporada con una hermana: ya no es ninguna niña y está casada. Él es un profesor joven, italiano. Se han conocido de una manera un tanto novelesca. Se aman. Pero ella tiene una hija y decide acabar. Él quiere que se quede. Esto es todo y sobre esto Zavattini ha hecho un guión perfecto, sobre todo por la participación de una serie de tipos, completamente pasajeros, pero perfectamente trazados: el tenorio, el minero, el ferroviario pícaro, el comisario, etc. Un guión humano, sencillo, sin grandilocuencias. Y Truman Capote ha escrito unos diálogos que si no son demasiado suyos, si no caen demasiado dentro de lo que suele ser su estilo, son eficaces y se acoplan a la línea argumental.

Vittorio de Sica, con este argumento, se veía obligado a hacer una película de actores, aprovechando en lo posible las condiciones de los dos protagonistas y aprovechando al máximo las posibilidades de intervención de los personajes pasajeros. Eligió un estilo fotográfico brillante, muy estudiado. Buscó la mayor sencillez en los encuadres y concedió una gran importancia a la acción secundaria, a la vida de la propia estación: unos quintos que van a incorporarse, los peregrinos franceses que pasan cantando, etc. Pequeños detalles que llenan el conjunto. Planificó a la americana: estilo directo, sin requilorios. E hizo que en las escenas entre los dos protagonistas jugaran un importante papel los primeros planos y los planos grandes. Buscó el equilibrio para superar la posible monotonía de algunos diálogos, quizá demasiado largos, jugando con eficacia los contraplanos. Una dirección, en resumen, eficaz, sencilla. Pero carente de aquellos toques poéticos que daban la pauta del cine de Vittorio de Sica. Matizando con humor el dramatismo de las actuaciones, pero sin la agilidad y la lozanía que había en sus otras películas.

¿Influencia quizás de los coproductores norteamericanos? Bien pudiera ser. Pero, ciertamente, Estación Termini, que es una buena película, no es la película que hay que esperar de un director que ha hecho Ladrón de bicicletas, no lo es de ninguna manera.

Pero había aludido más arriba a otra cuestión: cómo se maneja un director como Vittorio de Sica con un tema de amor. Más o menos, he explicado el tratamiento técnico que le da. Digamos que no pone la misma ternura, el mimo y el cuidado que pone al abordar -aun haciéndolo objetivamente- los problemas sociales que suelen ser tema de sus películas. Quizás en algún momento la contenida pasión con que realiza su trabajo se rompa hacia lo cálido, más marcadamente pasional. Pero en ocasiones parece que exista una frialdad, demasiada separación del tema. Así, mientras la escena de la bofetada es como un latigazo, el largo diálogo en la mesa del restorán, quizás hubiese exigido cierto calor que no ha tenido.

Respecto a los protagonistas, hay mucho que hablar. Dan la impresión de que las grandes estrellas de Hollywood necesitan tipos perfectamente delimitados, tipos más o menos complejos pero muy uniformes en el fondo, que se capten totalmente con una sola mirada del espectador. Así, Jennifer Jones -que sigue ofreciendo a los espectadores granviarios la maravilla de su interpretación en Duelo al sol- está aquí no demasiado precisa. En muchas ocasiones su rostro, muy expresivo, no coge la variación anímica del personaje con la velocidad suficiente, y en otras, parece que se desliza hacia una línea teatral. Resumiendo: que no resulta demasiado convincente. A mí, la interpretación de Montgomery Clift no me ha gustado. Me ha parecido monótona, confundiendo al reconcentrado con el alelado, permaneciendo demasiado inexpresivo, en ocasiones hasta provocar la confusión. (Claro es que muchas de estas cosas me pregunto si no serán debidas fundamentalmente al doblaje. La monstruosidad que el doblaje supone artísticamente se percibe con mayor claridad en películas como ésta, confiadas a los actores, donde una inflexión de voz, un quiebro sutil, tienen una importancia considerable. Y si todo esto el doblaje no lo consigue nunca, con su monotonía, su acento falso, su tonillo, cuando, además, el doblaje es tan horrendo como lo es el de Estación Termini la cosa se complica. Pocas veces he tenido que soportar cosa semejante.) Pero, en fin, en contraste, la interpretación de los actores italianos es estupenda. Desde Gino Cervi -también un poco divesco, pero ajustado-, hasta los tres niños pequeños, los hijos del minero, sencillamente colosales, los actores secundarios -entre ellos Renato Rascel- viven a la perfección sus papeles.

En total, Estación Termini, es una excelente película comercial. Ya que no nos ofrece al Vittorio de Sica que esperábamos por lo menos no resulta desilusionadora: es digna, sencilla y está bien realizada. Y todo esto -sobre todo la sencillez cuando tantas escenas predisponían a la retórica o al barroquismo- es, francamente, importante.





Indice