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José Esteban Antonio Echeverría, hijo del vizcaíno José Domingo Echeverría y de la porteña María Espinosa, nació en Buenos Aires el 2 de setiembre de 1805. Interrumpió sus estudios superiores para dedicarse al comercio, después de algunos episodios borrascosos. «Cuando tenía 15 años -confesaría él mismo- unos amoríos de la sangre, un divorcio y puñaladas en falso, escandalizaron medio pueblo... Cuando contaba 18, conocíanme muchos por carpetero, jugador de billar y libertino». Murió entonces la madre, y el remordimiento de aquella conducta ensombreció su juventud y asoma en diversos pasajes de su obra. En 1825 se embarcó para Francia con ánimo de rehacer su educación. Volvió en 1830, dedicado ya exclusivamente a las letras, e introdujo en el Plata las corrientes románticas de la literatura europea. Publicó en 1832 un poemita anónimo: Elvira o la novia del Plata; en 1834, su primera colección lírica Los consuelos; en 1837, la segunda, Rimas. Fundó la Asociación de Mayo en 1838 y expuso sus ideas doctrinarias en el Dogma socialista. Emigrado al Uruguay en 1840, vivió casi siempre aislado, aunque no inactivo. Escribió en el destierro sus poemas Insurrección del Sud (comenzado en la Argentina), Avellaneda, La guitarra y El ángel caído. En 1846 compuso el Manual de enseñanza moral para las escuelas primarias. Murió en Montevideo el 19 de enero de 1851.

Bibliografía: Obras completas, volumen V (estudios y apreciaciones de Juan María Gutiérrez, Pedro Goyena, Florencio Varela, Bartolomé Mitre, Juan Bautista Alberdi y Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui); Martín García Mérou, Ensayo sobre Echeverría, Buenos Aires, 1894; Carlos M. Urien, Esteban Echeverría, Buenos Aires, 1905; Jorge M. Furt, Echeverría, Buenos Aires, 1938. Alberto Palcos, Echeverría y la democracia argentina, Buenos Aires, 1940; Rafael Alberto Arrieta, Contribución al estudio de Esteban Echeverría, Buenos Aires, 1941; Abel Cháneton, Retorno de Echeverría (obra póstuma), Buenos Aires, 1944.

 

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Obras completas, t. V, pp. 450-451.

 

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Viajero curioso y observador, Xavier Marmier (1809-1890), recorrió los mares del norte en una expedición científica y visitó Rusia y el cercano Oriente antes que América. Fue catedrático de literaturas extranjeras en la Universidad de Rennes, tradujo a numerosos autores alemanes, escandinavos y eslavos y escribió algunas novelas. Perteneció a la Academia Francesa desde 1870.

 

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Hay varias ediciones de esta obra y una esmerada traducción al español con prólogo y notas del escritor argentino José Luis Busaniche, aunque sólo comprende una selección de los capítulos dedicados al Río de la Plata: Buenos Aires y Montevideo en 1850, Buenos Aires, 1948.

 

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«No me han dejado siquiera un libro -me decía un día con amargura-, uno de esos libros selectos que traje de Francia. Es lo que más lamento».

¿Perdió el proscrito, era verdad, todos los libros que trajera de Francia? De ser así, no fue por habérselos sustraído en Buenos Aires. Emigrado a la Colonia uruguaya en setiembre de 1840, se instaló en Montevideo en junio de 1841, y el 20 del mes siguiente anunció El Nacional la venta de una parte de la biblioteca del poeta, «a quien las circunstancias poco felices han puesto en la necesidad de enajenarla». La librería de Hernández era la principal bolsa de libros de la ciudad, y en la lista de obras en francés publicada inmediatamente por dicho comercio, figuraron las siguientes que, entre otras, pudieron corresponder a los «beaux livres de choix»: Cousin, Fragments philosophiques I tomo; Condorcet, Esquisse d'un tableau historique des progrés de l'esprit humain, I t.; B. Constant, Discours, 1828, I t.; Mme. Staël, De l'Allemagne, 4 ts.; Hoffmann, Contes fantastiques, 4 ts.; Chénier, Poésies, I t.; Villemain, Cours de littérature française...

 

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Obras completas, tomo V, pp. 448-449.

 

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La versión en prosa de Faust, por Albert Stapfer, da vestidura métrica a la dedicatoria, el prólogo en el cielo, las canciones, los coros de brujos, los cantos de los espíritus celestes y de los espíritus infernales que influirían en el poeta de Los consuelos y el prosista del fragmento Mefistófeles. Retocada por su autor, dicha traducción reapareció en 1828, en edición in-folio, con dibujos de Eugenio Delacroix. Nuevamente corregida en 1885 para una edición de la Librairie des Bibliophiles, fue acompañada por un prefacio de Paul Stapfer, autor de numerosos estudios de literatura francesa, inglesa y alemana.

¿Tuvo algún parentesco el amigo de Echeverría que lo inició en el conocimiento de Schiller y Goethe con los autores de su mismo apellido? Diplomáticos y escritores que también lo llevaban y eran de nacionalidad u origen suizos, vivieron en París durante la primera mitad del siglo XIX. Echeverría viajó a Francia con los médicos y naturalistas suizos doctores Longchamp y Rengger, quienes regresaban a Europa después de haber hecho estudios de su especialidad en el Paraguay durante seis años. Estrecharon amistad, de la que hay pruebas posteriores. Si dichos señores presentaron el estudiante argentino a Federico Stapfer, cabe la presunción de que fuese éste, como ellos, suizo. Y que todos se conocían lo sugiere otro párrafo de la carta en francés: «Mrs. Rengger et Longchamp viennent de publier un ouvrage sur l'histoire du Paraguay et sur le gouvernement du docteur Francia, ouvrage bien intéressant et trés-bien écrit. Je crois qu'il aura de la vogue». La tuvo, en efecto. El libro se titulaba Essai historique sur la révolution du Paraguay et le gouvernement dictatorial du docteur Francia (París, 1827). Fue traducido en 1846 por Florencio Varela y publicado en el tomo III de la Biblioteca del Plata, dirigida por él.

 

8

Joseph Texte, L'influence allemande dans le romantisme français, ensayo perteneciente a los Etudes de littérature européenne, París, 1898, p. 205.

 

9

«Notes et pensées» en Causeries du Lundi, t. XI.

 

10

Louis Maigron, Le roman historique a l'époque romantique. Essai sur l'influence de Walter Scott, p. 99. Paris 1898.