Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


 

181

Encontramos muchos testimonios de esta formulación con idénticos propósitos durante los primeros años del exilio. A modo de ejemplo, reproducimos un fragmento de la conferencia sustentada por Fernando de los Ríos en una conferencia en el Círculo Socialista «Pablo Iglesias» de México, en enero de 1945: «La primera [España] diciendo: homogeneizar a España por la fe; España una por la unidad de la fe. La otra, en lucha dramática y permanente, y con un heroísmo constante, sacrificando la vida por mantener la libertad del espíritu como esencia de la dignidad» («Sentido y significación de España», Escritos sobre democracia y socialismo, Madrid, 1976, p. 406; cit. en J.L. Abellán, «Filosofía y pensamiento en el exilio», El exilio español de 1939, op. cit., III, pp. 162-163.

 

182

J. L. Abellán, Filosofía española en América, op. cit., p. 26.

 

183

«Cuando oigas hablar de la razón vital sopla, a ver si se animan los rescoldos...» (1, p. 39).

 

184

Vid. como buena introducción a un tema amplísimo, Iñaki Adúriz, «Eugenio Imaz: un ejemplo de historicismo en torno a la emigración filosófica del 36», Mundaiz, 34, 1987, pp. 75-84; y, del mismo autor, «La primacía del hombre y de la conciencia a través de la historia: Eugenio Imaz en España Peregrina, loc. cit., pp. 70-86.

 

185

Cita a Hegel (1, p. 15; 8-9, p. 67), utiliza su terminología en varias ocasiones (1, p. 16; 7, p. 4)- y, en esencia, toma de él algunas de sus ideas como la de progreso.

 

186

Estos, por sí solos, no son tampoco válidos. Así se encarga de demostrarlo Imaz en su reseña sobre dos libros de María Zambrano que habían sido recientemente publicados, Pensamiento y poesía en la vida española y Filosofía y Poesía (1, pp. 38-39) donde se cuestionan algunos argumentos de la autora y su maestro, especialmente la falta de compromiso de este último: «¿Trataremos de buscar la explicación de nuestro fracaso en nuestra singularidad, en nuestro casticismo, y nos consolaremos de ese fracaso con las promesas ultraístas de esa singularidad? ¿Y si buscáramos la razón de nuestro fracaso en el Comité de No Intervención, por ejemplo? ¡Insigne superficialidad! Pues la razón está en la superficie. Y el fracaso, por lo tanto, también... Y con esta experiencia vivida nos sobran ahora los deliquios ensimismados. No es hora de recogerse porque, como dice el cantar, 'el arte de recogerse es sencillamente un modo de hacer que no se ve nada viéndose todo' Y este todo que se ve es la huida de la realidad...» (1, p. 39).

 

187

J.L. Abellán, De la guerra civil al exilio republicano, Alhambra, Madrid, 1983, p. 80.

 

188

Adviértase la similitud entre el título del último artículo de Imaz citado, «En busca de nuestro tiempo» y el de esta obra de Ortega. Sobre esta y otras cuestiones, Vid. la imprescindible antología de Ángel del Río y M.J. Benardete, El concepto contemporáneo de España. Antología de ensayos (1895-1931), Losada, Buenos Aires, 1946. Los autores anuncian cómo su propósito es el de «...presentar una selección orgánica de lo que los mejores prosistas y pensadores españoles han dicho sobre su país durante una época que parece haberse caracterizado en gran medida por la reflexión del espíritu español sobre sí mismo...» (p. 9).

 

189

Algunos años más tarde, uno de los colaboradores, Adolfo Sánchez Vázquez ahondaba en este aspecto defendiendo la tesis, después corroborada por Manuel Tuñón de Lara, de que Antonio Machado superó las contradicciones del 98, especialmente su «resucitar nostálgicamente el pasado. Machado ve el sentido esencial de la historia en el porvenir. Él mismo lo dice, años más tarde, con estas rotundas palabras: 'No creáis que la esencia española os la puede revelar el pasado'. Quien está ensimismado, vuelto al pasado, buscando en su solipsismo la receta para curar los males de una nación, es natural que permanezca sordo a la corriente tumultuosa, popular, que encarna el futuro. Es lo que ocurre a los hombres del 98» («Antonio Machado, su poesía y España», Nuestro Tiempo, IV, 5, enero-febrero 1952, pp. 10-11).

 

190

La propia lectura realizada por Imaz del libro de Justo Sierra justifica estas afirmaciones, en tanto se acerca a él destacando uno de los capítulos que le resultan más comprensibles desde su reciente experiencia bélica: la intervención francesa en México. Imaz entiende mejor, sin duda, estos sucesos; de ahí que pueda establecer un paralelismo entre la invasión gala y el proyecto imperialista de Mussolini: aunque parezca un contrasentido, ciertamente «la historia se repite y no se repite» (5, p. 232), y, como veremos a continuación, esta negación es la que mejor expresa su visión de la Historia.

Indice