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231

M.L. Abellán, op. cit., p. 183.

 

232

Cit. en Ibídem, p. 185.

 

233

Cf. J. Rodríguez Puértolas, op. cit., pp. 361-362.

 

234

El más sesudo antirromanticismo de estirpe maurrasiana y barresiana prendió en gentes como «Azorín» y Salaverría y tuvo su parte importante en el desarrollo de los fascismos españoles de los años 30» (J. C. Mainer, op. cit., p. 177).

 

235

Ibídem, p. 59.

 

236

Basta para ejemplificar la influencia que había representado este escritor ruso la colocación de su retrato, junto a otros de Valle-Inclán y Barbusse, en la presidencia de las sesiones del Congreso de Intelectuales Antifascistas celebrado en 1937 en Valencia. Sobre este autor y los que enunciamos a continuación, vid. Gonzalo Santonja, La República de los libros, Anthropos, Barcelona, 1989.

 

237

El exiliado Eduardo Nicol afirmaba en «Freud», Letras de México, 11, 15 noviembre 1939, p. 1: «La obra de Freud ha surgido en un momento adecuado par impresionar la mentalidad predispuesta de ese lector corriente... Algunas de las ideas de Freud... han sido formuladas en una época tan dispuesta para asimilarlas que, pasado el tiempo, el freudismo podrá ser un elemento de caracterización histórica de la sensibilidad de esta época. Pensemos en la Europa de la postguerra -quiero decir, del intervalo entre las dos guerras. Hay un elemento morboso en el vivir de esta época. Se cruzan y combaten un afán de evasión, de salirse de sí mismo, y un afán de conocerse y saber lo que queda firme de uno mismo, en medio [sic] de la general carencia de convicciones firmes».

 

238

Manuel Fernández Areal, La libertad de prensa en España, 1938-1971, Madrid, 1971) y del mismo autor, El control de la prensa en España, Madrid, 1972, M. L. Abellán, Censura y creación literaria en España, 1939-1976, Península, Barcelona, 1980, pp. 45-54.

 

239

Usualmente estas crónicas aparecen en la sección «Memorias de Ultratumba». En alguna ocasión, los título dados a estas crónicas son especialmente afortunados, como el de «Moro Muza Muzae» (5, p. 235), en donde se une el nombre de una tertulia de poetas y la alusión a la «invasión» mora que propició la sublevación.

 

240

Como anticipábamos en la nota anterior, el título dado a esta antología procedía de un grupo de poetas que se reunían en torno a la tertulia madrileña de Musa Musae formada, entre otros, por Manuel Machado, Adriano del Valle, José María de Cossío, Dionisio Ridruejo, José María Alfaro, Rafael Sánchez Mazas, etc. «Precisamente éste último definió el concepto de poesía que tenía su grupo, y en el cual figuraban falangistas tan conspicuos como él mismo: 'La poesía se reduce a llamar divinas a las cosas, a buscarles queriendo o sin querer su destello de divinidad, su partícula celeste, su razón inexplicable de amor'» (J. Rodríguez Puértolas, op. cit., p. 421).

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