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431

El interés manifestado por Vives no es, ni mucho menos, exclusivo de España Peregrina, sino que se extiende a las demás publicaciones del exilio. Vid., por ejemplo, la publicación de De Concordia y Discordia en la editorial Séneca y el mismo monográfico de Educación y Cultura al que se hace referencia en la revista de la Junta.

 

432

Eugenio Imaz, «Homenaje a Luis Vives de Educación y Cultura», (España Peregrina, 4, p. 185). Imaz había colaborado también en este número con un texto que sigue la tendencia de contemporaneizar al pensador renacentista: «Actualidad de Luis Vives», (Educación y Cultura, 5, 1940, pp. 8-12).

 

433

«Centenario de Luis Vives» (p. 154), «Elevación de Luis Vives» de Laureano Sánchez Gallego (p. 156-159) -quien, por esas fechas, compuso, en libro editado en la colección Árbol de la editorial Séneca, el prólogo y versión de Concordia y Discordia- y otros fragmentos sin título (p. 155).

 

434

(La Habana, 1962).

 

435

Vid. V. Llorens, «Emigraciones de la España Moderna», en J.L. Abellán, op. cit., vol. I, p. 31.

 

436

J. C. Mainer, «De historiografía literaria española: el fundamento liberal», loc. cit., p. 455.

 

437

Cf. Javier Blasco, «El Quijote de 1905 (apuntes sobre el quijotismo finisecular)», Anthropos, 98-99, 1989, pp. 120-123, donde -a propósito de la lectura de principios de siglo sustenta como Don Quijote se convirtió en «bandera de su irracionalismo intelectual, de su antipositivismo, de su vitalismo antidecadentista, de su heterodoxia religiosa, de su españolismo antitradicionalista». En los años sucesivos, Don Quijote siguió provocando las más diversas reacciones: Cf. José Portolés, op. cit., pp. 114 y ss.

 

438

La utilización del Quijote, como en los años precedentes, no se limitaba lógicamente a los republicanos. También los nacionales quieren convertirlo en su «héroe nacional», como se muestra gracias a la reproducción de un discurso de Serrano Suñer (4, p. 186). Cf. J. Rodríguez Puértolas, op. cit., p. 347. Como ejemplo de las lecturas anteriores Vid. Antonio Zozaya en sus «Crónicas del año dos» (cit. en P. Celma Valero, La pluma ante el espejo. Visión autocrítica del fin de siglo 1888-1907, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1989, p. 115). En este texto escrito muchos años antes de salir hacia el destierro a bordo de la primera expedición de republicanos españoles a México, Zozaya había visto en el Quijote la negación de la «España tradicional, hipócrita y descreída», definiéndolo como «el ansia de regeneración y la equidad jamás satisfecha; es el amor al bien puesto en solfa, es la lealtad, el valor, la cortesía, la generosidad [...]; es la protesta airada contra todo lo convencional, lo ruin, lo deforme, lo hipócrita [...]». Para una visión general sobre los antecedentes de la polémica en torno a Cervantes y su obra más importante, Vid. J.C. Mainer, «De historiografía literaria española: el fundamento liberal», loc. cit., p. 454-457.

 

439

«El exilio como categoría cultural: implicaciones filosóficas», Cuadernos Americanos, 1, enero-febrero 1987, pp. 49-50. Esta explicación encuentra su correlato poético, por ejemplo, en un poema de Pedro Garfias, «¡Que viene don Quijote!», perteneciente a Soledad y otros pesares, incluido, junto a otras composiciones, en Litoral, 59-60, pp. 195 y ss.

 

440

Comenta J. Luis Abellán a propósito de la etimología del término 'exilio': «...La palabra deriva del latín exilium (destierro), y en este sentido fue usada entre 1220 y 1250 para referirse a los 'desterrados' por animadversión u hostilidad del Rey; no olvidemos que el Cid Campeador fue ya el gran desterrado en tiempos muy anteriores...» -el subrayado es nuestro- («El exilio como categoría cultural: implicaciones filosóficas», loc. cit., p. 43).

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