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«...se ha pronunciado la voz de México, por su presidente Cárdenas, gritando en quijotesca soledad la justicia de la causa española ante el silencio cómplice del mundo» (6, p. 282).

 

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«Delirante» llama J.L. Abellán a la tendencia defendida por muchos intelectuales españoles a afirmar que la peculiaridad española viene dada, en gran parte, por su apropiación del pensamiento idealista que encuentra en la esencia española una tendencia inevitable a luchar por lo imposible. Tendencia que, por poner uno de los ejemplos más conocidos, Cervantes ejemplifica con extraordinaria maestría en el enfrentamiento de su más famoso personaje con los molinos de viento. Cf. J.L. Abellán, De la guerra civil al exilio republicano, op. cit.

 

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De entre los muchos argumentos de esta interpretación formulados en los años sucesivos destacamos la que Ferrater Mora expuso con claridad en 1944, cuando comentaba a propósito de uno de los más destacados «quijotes» españoles, Unamuno -quien, por cierto, aparece también citado en España Peregrina a propósito de su Vida de don Quijote y Sancho (5, p. 207): «La locura de España, locura cuyo hondo sentido no llega a ser comprendido a veces por los mismos españoles, es, efectivamente, la misma locura quijotesca, lo que hace del quijotismo la religión de España, la verdadera raíz en que se apaciguan, sin dejar de guerrear, todas las contradicciones», la misma que justificaba el mantenimiento de la lucha republicana fuera de la Península (Unamuno: bosquejo de una filosofía, Buenos Aires, 1944, pp. 133-134).

 

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Con todo, los versos seleccionados por el autor vasco -que proceden del primer poema largo del inglés, Childe Harold's Pilgrimage (1812-1818)- más que remitirnos a la más que discutible visión de España del héroe byroniano, se limitan a actuar como motor de su propia creación poética. También Byron -junto a Séneca, Dante, Rojas, Shakespeare, Cervantes, Quevedo, Sade y Nietzsche- fue uno de los autores de que partía José Bergamín en sus Fronteras infernales de la poesía. Cf. J.L. Cano, «Sobre Fronteras infernales de la poesía», Asomante, XVI, 4, 1961, pp. 36-39.

 

445

Vid. Pilar Celma Valero, op. cit.

 

446

Deficiencias no sólo formales -la expresión resulta deficiente, la estructura es incorrecta, las enumeraciones de autores demasiado largas y no comentadas...- sino también de conceptos: se recogen juicios dudosos que ni tan siquiera se cuestionan, como la radical distinción entre generación del 98 y modernismo. Vid. sobre la polémica, las páginas iniciales del libro de Celma, op. cit., pp. 19 y ss.

 

447

Vid. bibliografía recogida en el monográfico de Anthropos dedicado a la pensadora (70-71, 1987, pp. 82-89).

 

448

J. Carlos Mainer, La Edad de Plata, op. cit., p. 180.

 

449

«Clarín en Cimadevilla», 4, pp. 172-174 y «De unos juegos florales a unas reformas sociales», 10, pp. 29-31. El primero se publicó mientras Santullano residía en Estados Unidos, dando clases en la Columbia University; el segundo está fechado en agosto de 1940, a bordo del San Jacinto, camino de Puerto Rico donde se instalaría hasta 1944, en que se trasladó definitivamente a México.

 

450

Vid. Ana Rodríguez, «Un proyecto de Ortega y Gasset: la colección Vidas españolas e hispanoamericanas del siglo XIX», Scriptura, 6/7, 1991, pp. 133-144; L. Fernández Cifuentes, op. cit., y E. López Campillo, La Revista de Occidente y la formación de minorías, op. cit.

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