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Sirva como ejemplo el texto reproducido en el Boletín de la Unión de Intelectuales Españoles donde se advierte ya una patente evolución respecto a los primeros y, por tanto, tendenciosos comentarios de España Peregrina.

 

552

En 1960, desde la Península, escribía Dionisio Ridruejo un texto que podían empezar a compartir tanto los exilados como quienes habían permanecido en España: «¿no es ocioso decir que nuestro maestro no es forzosamente nuestro director de conciencia ni nuestro jefe político, ni mucho menos nuestro sumo pontífice? Sería una suerte que, en efecto, fuese ocioso...» («En los setenta años de don José Ortega y Gasset», En algunas ocasiones. Crónicas y comentarios, Aguilar, Madrid, 1960, p. 392).

 

553

En este sentido, vid. distintos artículos de la revista De mar a mar (nº 5).

 

554

J. C. Mainer, «De historiografía literaria española: el fundamento liberal», loc. cit., p. 457.

 

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Poetas como Lorca, el Alberti de Sobre los ángeles o Guillén así lo muestran; en la prosa, también lo ejemplifica el exiliado E.G. Granell quien convierte su libro de factura surrealista, Historias del indio Tupinamba, en uno de los ataques más furibundos a la guerra civil española. Vid. E. Irizally, La inventiva surrealista de E.F. Granell, Ínsula, Madrid, 1976.

 

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Un resumen certero de sus teorías en torno al surrealismo pueden encontrarse en Surrealismo entre viejo y nuevo mundo (1944), donde el poeta que fue considerado por Vitorio Bodini -no con mucha fortuna- como el padre desconocido del surrealismo en España, realizaba su balance y concluía que este movimiento, sin saberlo, había apuntado hacia sus teorías de Rendición de Espíritu. Más adelante, puede ir observándose su posición ante las vanguardias en César Vallejo o Hispanoamérica en la cruz de su Razón (1958) y César Vallejo y el surrealismo (1976).

 

557

La infinidad de estudios sobre las relaciones entre arte y política en México, así como las monografías que tratan las diferentes visiones de Orozco, Rivera, Siqueiros o Rodríguez Lozano, Tamayo, Cuevas, Gironella nos exime de resumir una cuestión tan compleja. Cf., a modo introductorio, los libros de Luis Cardoza y Aragón, Pintura mexicana contemporánea, ERA, México, 1979 y Pintura contemporánea de México, ERA, México, 1974; consúltese, asimismo, Justino Fernández, Arte moderno y contemporáneo de México, Imprenta Universitaria, México, 1952 y La pintura moderna mexicana, Pomarca, México, 1964.

 

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En los años cuarenta, la bibliografía de Guillermo de Torre sobre las vanguardias era abundantísima, antes y después de la edición de su Literaturas europeas de vanguardia. Sobre el arte vanguardista, Vid. el imprescindible J. Brihuega, Las vanguardias artísticas en España 1909-1936, Cátedra, Madrid, 1981 y, del mismo autor, Manifiestos, proclamas, panfletos y textos doctrinales. Las vanguardias artísticas en España (1910-1931), Cátedra, Madrid, 1982.

 

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Números 83, (1 de junio de 1930); 84, (15 de junio de 1930); 85, (1 de julio de 1930); 86, (15 de julio de 1930). Para un comentario detallado Cf. A. Soria Olmedo, Vanguardismo y crítica literaria en España, Istmo, Madrid, 1988, pp. 284-298.

 

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Ibídem, p. 293.

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