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Estudio histórico sobre Fray Juan Pérez de Marchena, por D. José Ignacio Valentí

Antonio María Fabié





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Si hubiera de hacerse una refutación minuciosa del Estudio histórico que sobre Fray Juan Pérez de Marchena ha escrito el Sr. D. José Ignacio Valentí, necesitaríamos emplear largo espacio repitiendo muchas cosas sabidas de los que se dedican á lo que ya se conoce generalmente bajo el nombre de americanismo. El autor de este trabajo es sin duda persona laboriosa y erudita, á quien debe animarse para que continúe dedicándose á las investigaciones históricas, pero aconsejándole que tenga muy presentes en sus tareas los buenos principios de la crítica. Poco nuevo dice el Sr. Valentí del supuesto Fray Juan Pérez de Marchena y no podía ser de otra manera, porque su opúsculo se funda en libros impresos sin que haya acudido para formarle á las primitivas fuentes donde tal vez hubiera podido adquirir noticias de un personaje que por la parte que tuvo en el gran acontecimiento que cerró la Edad Media, despierta vivo interés hasta ahora no enteramente satisfecho. Como sucede de ordinario en casos análogos, la leyenda se apoderó muy pronto del Prior de la Rábida justamente inmortalizado por los poetas entre los que el insigne Duque de Rivas no puede olvidarse en esta ocasión; pero esta circunstancia, lejos de favorecer, dificulta la investigación histórica extraviando á quienes como Irving y Rosely de Lorgues, sobre todo el último, truecan el papel de historiadores por el de panegiristas. Estos y otros que no es preciso nombrar fundándose   —30→   en la mención que del Padre Marchena hacen Oviedo y algunos otros escritores primitivos de Indias, puede decirse que han creado, tal vez de dos diferentes, el personaje que da materia al folleto que examinamos, y que por tanto es casi seguro que dista mucho del que existió real y verdaderamente. Por nuestra parte y no obstante lo que afirma Oviedo, nos parece poco verosímil que el Prior de la Rábida fuese una gran autoridad en materia de cosmografía, y lo que estimamos más natural es que su trato con los pilotos de Palos inspirados del entusiasmo que en aquel tiempo produjeron los viajes y descubrimientos de sus vecinos los portugueses, le prepararon á acoger y dar calor á los planes de Colón, que no hay para qué decir que no consistían en descubrir un nuevo mundo, sino meramente en ir á las partes orientales del antiguo por mares antes nunca navegados. Por tanto el poner al Padre Marchena en un observatorio por él construído en la cúpula (mejor hubiera sido en la torre) de la Rábida es una invención que en nada se funda, que bien pudiera prestarse al ridículo y que no ha hecho bien en admitir el autor del estudio que examinamos. La recomendación de Fray Juan Pérez al confesor de la Reina; sus gestiones posteriores en favor de Colón hasta que al fin se llegó á las famosas capitulaciones de Santa Fe, son cosas sabidas y que se fundan en documentos auténticos.

No tiene mayor fundamento que lo del observatorio astronómico de la Rábida, lo de la llegada de Colón al monasterio, cansado y hambriento, en compañía de su hijo con el que hacía largo y penoso viaje. Basta ver la situación de la Rábida para afirmar que nunca estuvo cerca de ningún camino frecuentado y que se necesitaba ir á él exprofeso, ni más ni menos que como se va ahora, desde Huelva ó desde Palos. Por esta razón tengo por probable que en algunos de estos puertos residió Colón si no estuvo avecindado en ellos, y que esta circunstancia le hizo conocer y tratar al Padre Juan Pérez así como al médico de Palos García Hernández á quienes sin duda persuadió en largas conversaciones de la posibilidad de realizar sus atrevidos proyectos de navegación ultramarina. No es ocasión este escrito que ha de ser, breve, para aducir los fundamentos de esta opinión, y sin decir más sobre esta parte del opúsculo examinaré brevemente la segunda que   —31→   tiende á demostrar que el Prior de la Rábida acompañó en su primer viaje al Almirante. Todo el aparato de erudición que á este propósito emplea el Sr. Valentí y que consiste principalmente en textos de crónicas é historias seráficas, es de escaso valor ó por mejor decir no tiene ninguno, porque todos ellos son referencias vagas y los más de ellos tienen por origen la confusión puesta en claro por el Sr. Harris de dos personas distintas que usaron el apelativo de Marchena, siendo lo probable que el Padre Juan Pérez lo usó para designar su patria como era frecuente en la orden de San Francisco á que pertenecía. Además, es cosa que se tiene por indudable que no acompañó á Colón ningún eclesiástico en el primer viaje y solo en el segundo fué el Padre Buil con algunos; si hubiera ido en el primero ó el segundo viaje el Padre Marchena es claro que habiendo sido confesor de la Reina y persona de gran autoridad en su orden hubiera sido él y no Buil el encargado de la misión religiosa que este tuvo. Por estas razones tengo por tan probable, que me atrevo á decir que es evidente, que jamás estuvo en las tierras nuevamente descubiertas el Prior de la Rábida. Lástima es que tales y tan fundamentales errores afeen el opúsculo del Sr. Valentí, escrito con soltura y elegancia y lleno de un entusiasmo simpático por los que contribuyeron al gran suceso que tan inmarcesible gloria produjo á España.

En virtud de lo expuesto, el académico que suscribe es de parecer que si bien el opúsculo de que se trata es apreciable, no está comprendido en las prescripciones del Real decreto de 12 de Marzo de 1876 que tratan de los auxilios que puedan darse á las obras literarias históricas y científicas que reunan ciertas condiciones. La Academia, sin embargo, resolverá como siempre lo más acertado.





Madrid 7 de Marzo de 1890.



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