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41

Ya Colford había anotado que la letrilla primera de las publicadas por Serrano Sanz (Revue Hispanique, 1897, IV, p. 302) recordaba aquella otra de Góngora «Dejadme llorar / orillas del mar. / Dejadme sentir, / dejadme llorar».

 

42

Vid. Joseph G. Fucilla «Poesías líricas de Metastasio en la España del siglo XVIII y la octavilla italiana», en Relaciones hispano-italianas, Madrid, Anejo RFE, 1953, pp. 202-214.

 

43

J. Meléndez Valdés, Poesías, ed. cit., I, p. 274.

 

44

Ibíd., II, p. 4.

 

45

En Poetas líricos..., II, p. 69.

 

46

J. Meléndez Valdés, «Poesías y cartas inéditas», art. cit., p. 310.

 

47

No es extraña esta actitud respecto a Góngora, tantas veces denigrado por los poetas ilustrados, sin embargo, aceptado en sus romances, letrillas y composiciones ligeras. Vid. Nigel Glendinning, «La fortuna de Góngora en el siglo XVIII», Revista de Filología Española, 1961, XIV, pp. 323-349; Emilio Palacios, «Los poetas de nuestro Siglo de Oro vistos desde el XVIII», III Centenario del P. Feijoo, Oviedo (en prensa).

 

48

Vid. su publicación por Pedro Salinas, «Los primeros romances de Meléndez Valdés», Homenaje a Menéndez Pidal, Madrid, Ed. Hernando, 1925, II, pp. 447-455. La opinión que le merecen está expresada en los siguientes términos: «Pobres estos romances en calidades poéticas, reflejo tan solo y primer vuelo como son, tienen sin embargo, notable valor histórico, ya que nos dan patentemente circunscrito y delimitado por el juicio mismo del poeta, un nuevo periodo, desconocido hasta hoy, en la evolución artística del romance de Meléndez Valdés» (p. 450).

 

49

J. Meléndez Valdés, Poesías, ed. cit., II, p. 7.

 

50

Mesonero Romanos, recordando un episodio juvenil, nos describe la verdadera identidad de Rosana: Rosa de la Nueva y Tapia (Memorias de un setentón, Madrid, 1800, p. 121).

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